viernes, 21 de marzo de 2014

Casa del arquitecto Ernesto I. Buenrostro en la calle de Sena.



El arquitecto José Ignacio Buenrostro tiene una significativa trayectoria arquitectónica en nuestra ciudad; hijo de Carmen del Hoyo e Ignacio Buenrostro, nació en 1898 y estudió en la Academia de Bellas Artes desde 1916 para recibir el título de arquitecto en 1921. Aunque su formación en la tradición Académica es evidente en las líneas compositivas de sus diseños, el estilo preponderante en su obra inicial es el de la tendencia que desde 1925 llegaba de París luego de la “Exposition Internationale des Arts Décoratifs et Industriels Modernes” como Modernismo (al paso del tiempo, para 1966 se creó el término que acorta “Les Arts decoratifs” con “ART DECÓ” para definir al período).

Abajo, una imagen de la Academia de Bellas Artes tomada hacia 1917 durante los festejos de la fundación de la Academia de San Carlos, donde aparece el estudiante de primer año José Ignacio Buenrostro del Hoyo, sentado a los pies de don Antonio Rivas Mercado.



Miembro de un grupo de estudiantes interesados en las vanguardias, varios de sus compañeros sobresalieron en la actividad edilicia de nuestra ciudad, entre los que destacan arquitectos como Juan Segura, Fernando Dávila, Vicente Urquiaga, Carlos Obregón Santacilia, Carlos Tarditi, José Villagrán García o Vicente Mendiola.

Buenrostro viajó a Europa secundado por la Academia y permaneció en París por un par de años; a su regreso estuvo asociado con el arquitecto Álvaro Aburto (que con Juan O’ Gorman y Juan Legarreta eran la máxima vanguardia contra la tradición Académica) y después trabajó con su primo el ingeniero Agustín Buenrostro y con su hermano mayor José Manuel Buenrostro.

Una de las obras de la sociedad Aburto/Buenrostro que aunque modificada aún subsiste, estuvo frente a una glorieta de la entonces calle de Álvaro Obregón y en la intersección de las actuales Av. Patriotismo y Goya -en la colonia Insurgentes Mixcoac- con un diseño que de origen implicó una extensión de 3,108 m2. Abajo, el monumento a Álvaro Obregón en Mixcoac.



Del conjunto aún existe el grupo escultórico que rinde homenaje al jefe revolucionario constitucionalista que, tras ser presidente de la República, fue asesinado en julio de 1928 en un banquete celebrado en el “Comedero del Jardín de la Bombilla” de San Ángel. El pequeño hemiciclo fue realizado en 1929 por los arquitectos Ernesto I. Buenrostro y Álvaro Aburto y fue movido hacia el oriente (al centro de la glorieta) en 1966.

Durante los años treinta del siglo XX, el apellido Buenrostro se identificaba con la nueva y vanguardista arquitectura Modernista de la colonia del Hipódromo de la Condesa, edificada primero por el ingeniero José Manuel Buenrostro, los arquitectos Francisco J. Serrano, Leonardo Noriega o Juan Segura y luego por la mancuerna de José y Ernesto Buenrostro…



En 1931, Buenrostro terminó el edificio “San Martín”, edificado en el número 167 de la avenida frente al parque que entonces estaba dedicado a José Francisco de San Martín, General rioplatense cuyas campañas fueron decisivas para las independencias de la Argentina, Chile y Perú. Una de las obras más representativas de lo que ahora llamamos “DECÓ” en la colonia Hipódromo de la Condesa, es el edifico de departamentos que fue remodelado entre 1998 y 99 por Imanol Legorreta y Carlos Duclaud; abajo el acceso al “Edificio San Martín”.



En su “Guía de recorridos urbanos de la Colonia Hipódromo”, Marisol Flores García nos dice que “en estilo el Edificio San Martín destaca por su fachada que denota una simetría perfecta, mostrando una serie de remetimientos realizados con el objeto de brindar movimiento a la fachada decorada por una serie de molduras con relieves vegetales fabricadas en concreto. Punto de interés son la marquesina … y las lamparas típicas del estilo enmarcando la tipografía que lleva el nombre del edificio”.

Tambien del mismo período, es notable el “Edificio Tehuacán”, con diseño del ingeniero José M. Buenrostro, en la Avenida México N° 188 y edificado en 1931 con la asistencia del arquitecto José Ignacio Buenrostro; sorprende el edificio por su interesante volumetría asimétrica y la manera en que se equilibran los cuerpos. A decir de Marisol Flores, “el conjunto de la puerta está compuesto por un arco ochavado … que muestra un ligero abocinamiento y una marquesina construida en concreto y bloques de vidrio que funge como techo”. Abajo, la parte baja del “Edificio Tehuacán” en el N° 188 de Avenida México.



También de éste período, destaca el “Edificio LUX” en Popocatépetl 36, obra de Ernesto Buenrostro, entonces con la asesoría del ingeniero Agustín Buenrostro; hace poco, el edificio fue remozado por Carlos Duclaud y es un magnífico ejemplo de la arquitectura “DECÓ” en la colonia Hipódromo-Condesa.

De 1934/35, es interesante señalar el “Edificio de el parque” en Avenida México N° 169, proyecto ya de la mancuerna Ernesto I. y José Manuel Buenrostro, que se edificó en un estilo que ya presenta algunas innovaciones interesantes: aunque sigue las líneas tradicionales de ese “modernismo” europeo con pesadez geométrica, comienza a incorporar algunas líneas de la vertiente americana, como la tipografía con el nombre del edificio, incluyendo elementos funcionales como un “motor loby”…



Arriba la parte baja del “Edificio de el Parque” en Avenida México N° 169 frente a lo que era el Parque San Martín; abajo, la firma de autoría del edificio, donde signa la mancuerna de José Manuel (casado con Amparo Arellano) y Ernesto Ignacio Buenrostro.



Como parte de los antecedentes en la labor arquitectónica de Buenrostro, es tambien necesario mencionar el Edificio Roxi de 1934, en la Avenida México N°33, proyecto ya de autoría autónoma del arquitecto Ernesto Ignacio Buenrostro y que muestra elementos de esa tradición modernista con temprana influencia de lo que los americanos llamaban “streamlining”, que se refiere a los remetimientos curvos del edificio.



El Edificio Roxy unifica los accesos de peatones y automóviles en un diseño que simplifica las lineas del modernismo tradicional e incorpora en las partes altas, remates que hacen honor a la tradición americana del “streamlining”. Abajo, la parte derecha del remate del edificio con su perfil “stream-line”; más abajo el acceso al edificio “Roxy” en el número 33 de la Avenida México …





Para 1935, la pesadez geometrica del modernismo original daba paso a una vertiente impulsada por la naciente actividad del Diseño Industrial, que en los estados unidos se denominó “Streamline” por la idea de hacer aerodinámico el diseño de los objeros, incluida la arquitectura. Abajo, en una imagen promocional del “Chrysler Airflow”, el automovil de vanguardia en 1934 junto a una locomotora del “Streamline Express” de la Union Pacific.



La idea de hacer aerodinamicos autos, locomotoras y barcos venía de la premisa de permitirles despazarse mejor, pero la inquietud por esa ligereza se transformó en una vanguardia que incluso modificó el diseño de objetos estáticos, haciendolos más limpios, escuetos y exiguos; en el diseño industrial, la tendencia sobresale en la integración de las partes, insistiendo en incorporar al objeto de diseño todos los elementos que de otra manera sobresaldrían del cuerpo. Abajo, un anuncio de los nuevos Chrysler de seis y ocho cilindros para 1935, distribuidos en México por Alpha Motors (27 de enero de 1935).



El furor aerodinámico se extendió rápidamente y transformó en una vanguardia de diseño arquitectónico que comenzó a hermanarse con los lineamientos del Movimiento Moderno, por lo que se transformó en un cualidad de exclusividad y progreso…

Abajo, la portadilla de Revista de Revistas en su edición conmemorativa del 27 de enero de 1935, con una ilustrición de Manuel Martínez de título “Elegantes de 1935”.



En 1936, el arquitecto Buenrostro adquiere en la colonia Cuauhtémoc un predio de poco menos de 400 m² en el cruce de las calles dedicadas a los ríos Sena y Lerma, dos cuadras al norte del Paseo de la Reforma y en calles que apenas cinco años antes se habían asfaltado.

Abajo, el detalle de un plano de la Ciudad de México fechado en 1930, en que se ha marcado el predio que se describe; es interesante hacer notar que aún existía la “Estacion Colonia” del Ferrocarril Nacional Mexicano (que subsistió hasta 1939 en lo que hoy conocemos como el Jardín del Arte y explanada del Monumento a la Madre), la Avenida de los Insurgentes aún no existía, y que el Río Consulado que llevaba las aguas de los ríos San Joaquín y Morales corría paralelo a la Calzada de la Verónica (en lo que hoy es parte del Circuito Interior/Melchor Ocampo).



Para ese momento causaba furor la nueva moda americana que se proyectaba en la “pantalla de plata” y en particular la dinámica de una escena de “The gay divorcee” (1934) que dirigida por Mark Sandrich y con los bailes de Fred Astaire y Ginger Rogers se desarrollaba en el etéreo interior diseñado por Van Nest Polglase.



Como complemento a la sección de antecedentes vale la pena mencionar que en 1934, el arquitecto Buenrostro viajó a Nueva York, donde en el Metropolitan Museum of Art se presentaba la “Contemporary American Industrial Art Exhibition of 1934”. Ahí, entre muchas otras obras, se exhibió el Juego de té, firmado por Paul Lobel (1934), que ejecutado en metal plateado pasaría a ser parte de su colección y que aparece abajo…



Para 1937, la vanguardia arquitectónica florecía en México como movimiento Moderno en su vertiente Internacional, y arquitectos como Enrique del Moral, causaban enorme impacto con sus diseños; abajo aparece la fotografía de una casa que en 1937 diseñó “el gringo” del Moral en Monte Altai N° 525 (Lomas de Chapultepec) para el señor Calles.



En éste contexto se ubica la casa que para sí, diseñó desde 1936 el arquitecto Buenrostro en el predio de la esquina de Lerma y Sena en la Colonia Cuauhtémoc. Con el número 79 de Río Lerma, la edificación de cuatro niveles y orientación Sur y oriente, es ejemplo de máxima vanguardia y sorprendió a la crítica en 1938…



Arriba, la casa Buenrostro según aparece en una foto de “Social”, publicado el número 36 de mayo de 1939, en la esquina de Sena y Lerma.
En la planta baja, se libera un pequeño jardín de acceso hacia el oriente y agrupan los servicios, como cocheras y habitación de servicio; el primer nivel agrupa los espacios públicos, como recibidor, “hall”, salón, comedor y cocina. En el tercer piso se agrupan las tres habitaciones y sus servicios y en la parte alta se despliega un “roof garden” con cantina y gimnasio…



Como lo he hecho en ocasiones anteriores en los textos de éste Blog, aprovecho las descripciones de “Social” N° 36, con los textos de Alejandro Núñez, para representar lo que en 1936 se consideraba digno de mención en fachada e interiores:

“…La casa destaca tanto por sus espléndidos exteriores de prolongados ventanales, cuerpos y planos diferentes, terrazas, jardines, etc., que la hacen uno de los conjuntos más armónicos y agradables, como por sus magníficos interiores, especialmente la planta recepcional (sic.), donde la sobria elegancia de los decorados, la atractiva modernidad de los muebles, la distribución de las habitaciones, los detalles, en fin, dan un total de belleza difícilmente superable”... “Nuestra cámara enfoca ésta vista del gran Hall, donde al fondo se ilumina la escalera que conduce a la planta baja; iluminación natural espléndida a través de grandes ventanales. Acá, muebles de descanso, tapizados en raso de seda unos y en lanilla de Flandes otros. Tapetes en gris, perla y pizarra, entonados al decorado de los muros. Alumbrado indirecto, tubular…”



He platicado con quien conoció la casa en su periodo de esplendor, y concuerdan que el “Hall” de la casa del arquitecto Ernesto Buenrostro, edificada en 1938 en el N° 79 de la calle Sena, y con teléfono 4-25-93, era claramente sorprendente.

Para la foto de abajo, retomo la descripción de Alejandro Núñez:
“Esta atractiva sala, sin duda alguna, es el sitio más acogedor de los que rodean al gran Hall, con un ventanal que se abre a una terraza que mira hacia la calle; anexa a la escalera está una fuente para flores con iluminación interior, luego la pecera de acentos biselados y, más allá, un set gratísimo: otros muebles de descanso, tapizados también en raso de seda, una mesa de centro –espejos y cristal--, un candil magnífico, y al fondo, mural de espejos cuyos brillos atenúan las venecianas y las triples cortinas de gaza y terciopelo.



Y sigue Alejandro Núñez diciendo que “al volver la cámara, ofrecemos ahora el otro lado del Hall, iniciado en la primera perspectiva. A la izquierda, gran puerta de cristal al comedor y un discreto acceso para el servicio que viene del office; al fondo, ventanal que abre sus puertas hacia una terraza cubierta que mira al jardín. El vasto espacio se ilumina con cuarzos tubulares de resplandor indirecto contenidos en cilindros de metal brillante, y por conchas esféricas que esparcen luz reflejada.”



Aparecen también un par de fotografías del comedor con su correspondiente descripción:



“El comedor es espléndido. Muebles de madera de Thuya, laqueados al cristal y con los términos en cobre. El aparador y las sillas con tapicería de piel de ante café. Otro admirable candil. Algunas piezas de alabastro, platería inglesa y americana, un óleo y algunas porcelanas orientales. Tapete de alta lana enmarca a los asistentes.”



Y una imagen del “acogedor rinconcillo” con ventana “cuyos brillos atenúan las venecianas y las triples cortinas de gaza y terciopelo”...



Las fotografías de interiores terminan con una imagen que describe la escalera que lleva a los pisos altos y dice: “En el ángulo opuesto del gran Hall, está el comienzo de la escalera que lleva a las áreas privadas y luego al roof-garden. Aluminio y bronce en los pasamanos, granito y metales en los escalones”.



Finalmente el recorrido fotográfico de “Social”, termina en la parte más alta de la casa, con una foto que al pié que indica: “¡Es una residencia de modernidad y belleza insuperable! Complementamos nuestra opinión con una perspectiva del roof-garden a cuyo fondo está la puerta de acceso al bar y a la sala de deportes”



Edificada en 1938, la casa aún subsiste en la esquina de Sena y Lerma en buenas condiciones; a pesar de algunos elementos adosados, la edificación sigue siendo perfectamente reconocible. Es probable que la mayor transformación la haya sufrido el entorno, ya que por su cercanía al Paseo de la Reforma y a la sede de la embajada de los Estados Unidos de América, el cruce de las calles es ahora bastante agitado.



Arriba, la casa Buenrostro en marzo de 2014; abajo, un detalle de la fachada Sur y las ventanas que iluminan la escalera de acceso.



Abajo, una fotografía contemporánea de la ventana que ilumina el “acogedor rinconcillo” de las descripciones de 1939. La parte baja es el acceso a las cocheras y áreas de servicio, mientras que el balcón permite la iluminación de la sala de la casa.



Como referencia, aparece la toma de Google maps fechada en el invierno de 2011, donde se ha marcado la casa que en 1938 edificara el arquitecto Ernesto I. Buenrostro en la calle de Sena 79.



Junto a la puerta cochera, aún persiste la firma del arquitecto.



Este Blog se ha hecho gracias al apoyo incondicional de Julieta Fierro; está dedicado a las “Grandes casas de México” y pretende rescatar fotografías e historia de algunas de las residencias que al paso del tiempo casi se han olvidado y de las que existe poca información publicada. El objeto es la divulgación, por lo que se han omitido citas y notas; si alguien desea mayor información, haga favor de contactarme e indicar el dato que requiere. Si utilizan las imágenes, favor de indicar la fuente –aunque advierto que pueden tener registro de autor–. Conforme haya más entradas (ya hay más de 50), aparecerán en el índice a la derecha de ésta página…

También se puede encontrar un índice general en: http://grandescasasdemexico.blogspot.mx/2016/02/indice-de-grandes-casas-de-mexico.html



Finalmente un anuncio de “LUMMEX” que en 1939 promovía sus persianas (siempre en las mejores residencias) con la casa Buenrostro.



viernes, 7 de marzo de 2014

La casa de la familia Requena/Legarreta en la Santa Veracruz…


¨Hace mucho que nadie se acuerda de la familia Requena y de sus esplendores.
El día en que alguien diga: “Se cayó la casa de Slim” y nadie sepa de qué cosa se trata,
significará que nada de lo que hoy conocemos quedará en pie.¨
Pavel Granados, 2007.



Uno de los tesoros insospechados de la Ciudad de México fue la Casa Requena/Legarreta, cuya edificación colonial remodelada a partir de 1895 por don José Luís Requena, ostentó una de las ornamentaciones más peculiares y profusas de nuestra ciudad; la decoración de Ramón P. Cantó, influida por el eclecticismo decimonónico y la fisonomía del Art nouveau, la colocan como una de las más lamentables perdidas de la arquitectura capitalina, a pesar de que parte de sus muebles se conservan y exhiben en la “Quinta Gameros” del Centro Cultural Universitario de Chihuahua. Arriba, la sala de recibir, según apareció en Artes de México N° 97/98 de 1967, como casa de Guadalupe Requena ; abajo, la entrada a la casa en 1989, cuando ya estaba en franco deterioro y más abajo, unos años antes...





En un terreno de poco menos de 600 m², con frente a la calle dedicada a la Santa Veracruz y justo al norte de ese templo (entre las actuales Valerio Trujano y 2 de Abril), se había edificado una casa cuya historia se podía seguir hasta el siglo XVIII ya que existe sobre la construcción una escritura de compraventa fechada en 1730. Ahí se asienta que la casa se localiza en la calle que va “del puente que dicen de los Gallos a la plazuela de San Juan de Dios”. Como referencia, abajo aparece una imagen contemporánea tomada desde lo alto de la Torre Latinoamericana, en que se señala la ubicación de lo que a partir de 1894 sería la Casa Requena.



Nos dice Alejandra García que el Maestro de Arquitectura y Alarife Mayor de la ciudad -Antonio Álvarez-, dejó escrito que “se midió el solar con una vara castellana y tuvo de frente 24 varas de oriente a poniente y de fondo, de norte a sur, 38. La fábrica se compone de dos accesorias, zaguán y patio y en él dos corredores sobre pilares de cantería, planchas de cedro, y en el patio cuatro aposentos y un pasadizo a la caballeriza, segundo patio y corral; también escalera principal de mampostería que desemboca en dos corredores en la misma conformidad que los bajos y por ellos vienen a las viviendas altas que son sala de recibir, sala de dos recámaras, dos cuartos de mozos, cocina y zotehuela común haciendo de sus piezas. Su fábrica es toda de mampostería, los techos altos y bajos de vigas de asierre y hechuras, las azoteas y pisos enladrillados, el patio y zaguán empedrados”.

Luego de décadas en que la casa fue comprada y transferida, fue a dar a manos de las monjas concepcionistas quienes en 1894 vendieron el inmueble a don José Luis Requena, un abogado que venía de Tlalpujahua, acompañado de su esposa doña Ángela Legarreta, luego de hacer una fortuna de 250 mil pesos gracias a la explotación de la fructífera mina “La Esperanza”. Abajo, un fragmento del plano de 1976 de la entonces “SEDUE” que indica las dimensiones del terreno de la “Casa Requena”



Don José Luis Requena Abreu, que nació el 19 de junio 1860 en Ciudad del Carmen – Campeche--, es de sí un personaje digno de un tratado; casó el 6 de octubre 1884 en la Ciudad de México, con Ángela Legarreta Ubli (1863-1939) con quien engendró seis hijos: José Luis (1885-1961 casado con Clovee Hennigan), Ángela (1886-1946 casada con Enrique Buj Echevarría ), Guadalupe (1888-1967 casada con Fernando Fossas López-Cepero), José Moisés (1889-1952), Manuel (1891-1944) y Pedro (todos Requena Legarreta). Abajo don José Luís Requena Abreu en 1888, cuando ya era padre de José Luis, Ángela y Guadalupe, pero aún no habitaba la casa…









Hijo del ex gobernador de Campeche (Pedro Requena) y que había hecho su fortuna gracias a la explotación de la mina La Esperanza, el licenciado José Luis Requena (arriba) adquirió de las monjas concepcionistas la casa colonial en la que invertiría talento creativo con la colaboración determinante del pintor catalán don Ramón P. Cantó, influido por su amigo y compadre Julio Ruelas; a la izquierda, capitular “A” del tomo IV de “México a través de los siglos”, firmada R. Cantó (y Sadurní) en la enciclopedia sobre la historia de México que fue publicada en 1884 por las casas editoriales de Espasa y J. Ballescá; abajo a la derecha, “Frondas y Glebas” de Manuel José Othón, que apareció en el N° 7 de Revista Moderna, 1° quincena de abril 1900, con una ilustración de Julio Ruelas, garante del "arte nuevo" en México.









A partir de 1895, don José Luis Requena se dio a la tarea de remozar la casa de “la Santa Veracruz” y decorarla en los estilos que la ecléctica vanguardia dictaba; es interesante hacer notar que las reformas mantuvieron la disposición colonial del inmueble, a pesar de lo novedoso de una decoración que retomaba la tradición Rococó en la sala, el Gótico en la recámara o la nueva vanguardia “antihistoricista” en el comedor. Así, con la ayuda y talento artístico de Ramón Cantó (ya influido por las tendencias modernas en boga), y la extraordinaria habilidad manual del “maestro de lo blanco” (ebanista) Sebastián Pomposo, una a una se decoraron las diversas habitaciones para volverse escaparate unificado de corrientes ornamentales disímbolas.



Muy en la tradición colonial, la discreta fachada de la casa no delataba las características interiores, que sorprenderían al visitante con una notable variedad de vivencias historicistas; trasgredir el zaguán de “La Santa” era iniciar una aventura por ambientes diversos y todo iniciaba con la llegada a un patio “Sevillano” (una de las últimas mejoras en realizarse), con muros, columnas y fuente cubiertos de azulejos (algunos a modo de “trecandís” Catalán) y entre escaleras, farolas y barandales de hierro, repleto de macetas y plantas. En el piso bajo, el lado izquierdo era ocupado por oficinas y despacho de don José Luís, mientras que el resto del piso se usaban como parte de los servicios, bodega y caballeriza. Arriba, una fotografía del patio en 1967 en una foto de Artes de México (a la izquierda se puede distinguir la caja fuerte del señor Requena); abajo, en una fotografía de la colección Requena, el mismo patio sesenta y un años antes...

En la película “Los Cachorros” dirigida por Jorge Fons y estrenada en 1971, aparecen varias tomas del patio, las escaleras así como un recorrido por los pasillos del piso alto, presentada la casa como residencia de la familia Cuellar, habitada por Carmen Montejo, Augusto Benedico y José Alonso filmados en 1969.




Al fondo del patio y flanqueando el paso a las caballerizas del segundo patio, estaba la escalera de rampa pareada y estructura metálica que llevaba a los “altos”, o planta noble; cubierta por un tragaluz acristalado, la escalera desembocaba en un pasillo frente a las ventanas apuntadas del “comedor de diario” (hoy diríamos desayunador), al centro de las que una pajarera de aves cantoras llenaba de concierto el patio.



Un primer ejemplo de los diseños de Cantó ejecutados por Pomposo puede ser el “comedor de diario” decoración que recuerda un pabellón (veranda) con rejuelas y enredaderas; además de las ventanas de arco apuntado cubiertas con vidrios emplomados, destacaba la mesa con sillas de respaldo en forma de pensamientos (Viola tricolor hortensis, pertenecen al género de las violetas). Abajo, una fotografía de la colección Fossas/Requena, en que puede verse el desayunador; al centro de la imagen, una puertecilla permite pasar los alimentos desde la cocina y la ventana de la derecha que mira hacia la escalera, tiene al lado un armazón que daba acceso a la pajarera...



Pero hay una habitación exepcional, a la que vale la pena hacer referencia de inmediato…

En el lado oriente del patio estaba una de las habitaciones más llamativas y de diseño vanguardista de la casa Requena; formando una “L” con el comedor de diario y las cocinas fría y caliente podíamos encontrar el comedor formal de la casa. Abajo, en una fotografía de 1905 que pertenece a la colección Fossas/Requena, aparece el comedor visto hacia el norte –con el magnífico mueble/cancel que daba hacia las cocinas-.



Ramón P. Cantó ya era célebre por haber colaborado en la obra “México a través de los siglos”, serie de libros coordinada por Vicente Riva Palacio, pero desde hacía algun tiempo, mostraba interés por las nuevas vanguardias artísticas en las que Julio Ruelas experimentaba. Desde 1895 estableció mancuerna con el licenciado Requena, quien inspirado en los diseños de los muebles que aparecían en las revistas de decoración a las que estaba suscrito, instruyó la fábrica de un ambiente vanguardista. Por su parte, el ebanista Sebastián Pomposo fue encargado de ejecutar los diseños de Cantó; el maestro Pomposo laboraba en los talleres de Claudio Pellandini (2° calle de comonfort N° 2504) y producía algunas de las tallas que se ofrecían en la “Gran doraduría de C. Pellandini” en el número 10 de la calle de San Francisco (hoy Madero). Es interesante señalar que aunque algunos de los muebles se adquirieron de manufacturas francesas y otros por encargo directo a la mueblería del Palacio de Hierro, el trabajo de integrarlos al decorado y el diseño de la ornamentación misma resultan sobresalientes.



El comedor, a su vez, se encontraba engalanado por un lambrín a manera de enredadera tallada en madera de caoba, que parecía salir de las paredes unificando muebles, muros y guardapolvo hasta alcanzar el techo. Las líneas sinuosas son magnífico ejemplo de adaptación de la tradición Nouveau que en Francia y Bélgica causaban sensación, en un estilo que Israel Katzman propone llamar “arte biodinámico” en “Arquitectura del siglo XIX en México”. Arriba una fotografía del propio Israel Katzaman que muestra un ángulo del comedor de la Casa Requena y que se publicó como camisa a la edición de 1973 de “Arquitectura del siglo XIX en México”; la imagen demuestra la perfecta unidad entre muebles, los lambrines diseñados por Cantó y fabricados en México por Pomposo y las pinturas vegetales de Cantó. Abajo un acercamiento al mueble principal del comedor, cuando formó parte de la exhibición “Art Nouveau” en el Museo Franz Mayer y que ahora se exhibe en la "Quinta Gameros".



El comedor en su conjunto es probablemente el máximo exponente de un decorado “Nouveau” en México; dice Débora Fossas que “la entrada al comedor era un arco de herradura con líneas onduladas y en forma de látigo, con una lacería de motivos florales y vegetales; de éste arco caía una cortina de cuentas de cristal de múltiples colores. Atravesando éste arco desde la sala de Música se llegaba al comedor, en donde la atmósfera estaba llena de vegetación”.



Luego de una magnífica adaptación de lambrines y enpannelado, el conjunto completo se exhibe en la “Quinta Gameros” del Centro Cultural Universitario de Chihuahua. Arriba, una de las sillas del comedor, cuando aún se encontraba en La Santa Veracruz N°43. Abajo una tarjeta postal que muestra aspectos de la Quinta Gameros; abajo a la izquierda, el comedor perfectamente adaptado al nuevo recinto y arriba los muebles de la sala.



Nos dice Débora Fossas que es probable que la primera habitación en ser amueblada en la Casa Requena con la intervención de la mancuerna Cantó/Pomposo, haya sido el Salón de Recibir; dominando dos ventanas del lado derecho de la fachada y con acceso desde una antesala que comunicaba con el patio y una escalera al tercer piso, la habitación exploró como motivo de inspiración ornamental el estilo Luís XV en su vertiente Rococó. Abajo dos imágenes de la colección Fossas/Requena, tomadas cerca de 1906 por el propio José Luís Requena, en que se muestra el ambiente general de la habitación.





La mayor parte del mobiliario se conserva en la Quinta Gameros y se ha restaurado de manera conveniente, pero lamentablemente se ha perdido la totalidad de la decoración, cosa que incluye guardapolvos, pintura y relieves murales, así como la ornamentación del plafón, donde un grupo de putos sostienen ramos de flores que contienen la iluminación eléctrica. Para mayores datos, sugiero recurrir a la tesis de la licenciada Débora Fossas H. (2007) que puede ser consultada en la biblioteca de Casa Lamm y que hace descripción y análisis detallados de los muebles.



En éste blog, me permito mostrar algunas fotografías que pueden ilustrar la forma en que esos muebles embonaban con la decoración en la Sala Formal, imágenes capturadas por la maestra Marisela Rodriguez, y que amablemente me permitió copiar. Arriba, una de las sillas de cinco patas con tapiz Aubusson y un sorprendente respaldo de exuberante rocalla y celosía; me interesa ésta foto, porque se puede entender el mueble en el conjunto de la decoración, donde las rocallas de los muros hacen eco del diseño del respaldo. Además puede entenderse la intención de Cantó al utilizar el guardapolvo rosado (que se compró en Francia y se recibió como un rollo de celuloide llamado “Parkesine”) decorado con lazos de celosía y motivos florales, casi como eco de la celosía danzante del respaldo de la silla…



También es interesante observar la puerta con su decoración rococó, donde las dos hojas decoradas con flores y rocallas, estaban rematadas por tallas ondulantes que enmarcan un medallón con putis retozones…

Abajo, el detalle de una de las galerías que sostenían las cortinas de las dos ventanas de la sala, donde nuevamente las exuberantes rocallas hacen de las suyas complementadas con pichones en vuelo que además aparecen en los respaldos de algunas sillas (ver más abajo).



Plafón y guardas estaban también decorados en esa exuberante interpretación del estilo Luis XV. En la foto de abajo aparece parte del copete del espejo entre las ventanas que se empalma con la decoración de yeso estucado de la guarda del plafón que repite los motivos ornamentales del guardapolvo, con rocallas, lazos de celosía y motivos florales; en la parte alta, el plafón (lienzo de tela tensada, preparada y pintada) decorado con los mismos motivos y seguramente entonado por el propio Ramón Cantó…

Más abajo, una esquina en que se pueden ver los elementos decorativos de muros, guarda y plafón con el colorido un poco más balanceado (las fotos fueron tomadas al final de los sesenta en diapositiva y en algunas, los colores han virado notablemente).





Al centro de la habitación y enmarcado por el plafón, un elemento de enorme vanguardia: una lámpara de iluminación eléctrica que incorporaba bombillas con instalación oculta, enmarcadas dentro de una decoración de flores y putis…



Arriba, la lámpara de la sala, donde destaca el método (parte pintura y parte relieve) para incorporar a la decoración la tecnología de iluminación eléctrica. Abajo, otra de las sillas del salón diseñadas por Cantó y Pomposo, con motivo de pichones en vuelo (talla que se repite en las galerías) y amorcillos…



Como he dicho, afortunadamente el mobiliario se conserva y exhibe en la “Quinta Gameros” de Chihuahua, aunque es lamentable que el salón para el que fueron creados se haya perdido. Abajo los muebles de la Casa Requena como se exhiben en la “Quinta Gameros” del Centro Cultural Universitario de Chihuahua.



Otra habitación que merece ser mostrada, es la recámara principal…

Desplegada en derredor de una temática neo-gótica, la recamara de Doña Ángela, gozó en su diseño una intervención directa de don José Luís Requena. Siguiendo la colaboración entre Requena, Cantó y Pomposo, la habitación integra algunos muebles adquiridos en Francia con tallas locales y decoración de muros y plafones a cargo de Cantó. Abajo, en una fotografía de la colección Fossas/Requena la habitación principal, mirando hacia el poniente.



Las dos camas separadas pero acopladas bajo un dosel, eran el eje focal de la habitación profusamente decorada con diseños de cardos en muebles, muros y tapices (Cardo o abrojo es el nombre vulgar que reciben distintas especies de la familia de las Compuestas). Abajo, una imagen de 1968 en que aparecen las camas de recamara principal y donde pueden distinguirse los diseños de cardos en derredor del dosel.



El dosel (ornamento que se coloca formando techo sobre un trono, un altar --y en éste caso una cama-- del que suelen colgar cortinajes) era eco ornamental del amueblado y ayudaba a la unificación de las camas; abajo una imagen del remate, en que además puede verse la ornamentación del plafón.



En una fotografía que probablemente se expuso en 1906 y mira hacia el oriente, aparece el otro extremo de la habitación principal con las puertas que daban acceso a otras habitaciones (izquierda y centro) y al baño (centro izquierda), dos roperos (flanqueando la puerta central) y el magnífico mueble tallado en torno a la chimenea (extrema derecha).



El mueble que ocupaba el espacio entre las dos ventanas y enmarcaba la chimenea es nuevamente un magnífico ejemplo del trabajo conjunto entre Cantó y Pomposo; creando un diseño unitario en el marco de la decoración neo-gótica de la recámara, el marco del espejo funde líneas tradicionales con la vanguardia de figuras ondulanes y además los integra en un diseño que recuerda la decoración de cardos, en una docena de bombilos eléctricos (absoluta novedad den la época) que pueden verse en la fotografía de abajo.



Los roperos esquinados (probablemente de prosedencia europea, pero adaptados en México) eran un magnífico ejemplo de los amueblados del eclecticismo imperante, con líneas que obedecían a la tradición interpretativa del Gótico. Abajo, una fortografía de los años 60’ en que puede verse el colorido del amueblado y el juego que se establecía con la alfombra y el decorado de los muros; vale la pena notar las sillas, que tambien ostentan un tapiz bordado, con motivo de cardos…



Finalmente, muestro una fotografía del plafón y su guarda, que a manera de cenefa reproduce los motivos ornamentales de los muebles; la fotografía tomada a final de los sesenta me resulta interesante porque muestra el intenso colorido de la decoración en muros, guarda y plafón.



Abajo una tarjeta postal de la “Quinta Gameros” del Centro Cultural Universitario de Chihuahua en que se muestran algunos aspectos del inmueble y en particular (abajo a la derecha) un detalle de los muebles de la recamara principal de la Casa Requena, como se exhiben en su nuevo hogar.



Son varios los espacios con extraordinaria decoración dentro de la Casa Requena y que aún habría que mencionar; notables la recámara decorada con inspiración en el cuento de Charles Perrault “la caperucita roja” o la “Habitación de los Pavorreales” ornamentada con versiones de esa ave en cama sillas y guardas del plafón. Abajo, parte del ajuar de la recámara “del pavorreal” como se exhibe en la Quinta Gameros.



A raíz de los disturbios revolucionarios, la casa no sufrió el saqueo que otras grandes casas de la ciudad (ver Casa De la Torre -- http://grandescasasdemexico.blogspot.mx/2012/11/la-casa-de-la-torre-y-mier-diaz.html -- o Casa Casasús -- http://grandescasasdemexico.blogspot.mx/2012/10/casa-de-don-joaquin-d-casasus.html --) apenas a unas cuadras de distancia. Luego del desafortunado período de Madero a la cabeza del gobierno, el licenciado Requena participó como candidato a la vice-presidencia en las elecciones de 1913 con Félix Díaz, pero al perder frente a Victoriano Hurta, se exiló del país por siete años.

A decir de Pavel Granados, “la familia Requena regresó a México en 1920 y continuó viviendo en la Santa Veracruz hasta 1967, año en que murió la última de sus habitantes, Guadalupe (la señora de la recámara del pavorreal); ya para entonces uno de los muros de la casa se había debilitado luego del temblor de 1957.

En 1971 la actriz Patricia Morán, casada con el Gobernador de Chihuahua y prima hermana de los Requena logró, con la colaboración Pedro Fossas Requena –heredero del inmueble-, que los muebles fueran trasladados al Museo Quinta Gameros de la capital de ese Estado. Abajo, la “Quinta Gameros” de Chihuahua.



Por varios años, Pedro Fossas dialogó con las autoridades del Instituto Nacional de Antropología e Historia para que la casa se transformara en museo y desde 1970 el inmueble quedó bajo cargo y resguardo del instituto con el propósito de abrirlo al público, aunque “por falta de presupuesto” la remodelación se pospuso…

Aunque patio y habitaciones de la casa se usaron como escenario de la película “Los cachorros”, filmada durante 1971 bajo la dirección de Jorge Fons, la casa y recámara del joven Cuéllar –interpretado por José Alonso‒ apenas y son identificables como la casa que ya había perdido buena parte de su amueblado.

Dada la falta de interés del INAH por conservar el inmueble, la casa quedó en abandono, y sometida al vandalismo. En octubre de 2005, tras una temporada de lluvias, se desplomó la mayor parte de la casa, incluyendo la fachada. Lo que alguna vez fue una sorprendente residencia de la ciudad, quedó ocupada por indigentes.



Por medio de una circular dada a conocer el 18 de noviembre de 2003, Vicente Anaya Cadena, Director General del Patrimonio Inmobiliario Federal de la Secretaría de la Función Pública dio a conocer que el edificio llamado Casa Requena se encontraba a disposición de cualquier dependencia de Gobierno que quisiera emplearla. Por medio de esta circular, el Gobierno enteraba que en caso de no ser requerida por ninguna dependencia, la casa sería enajenada en subasta pública.





Y escribió Pavel Granados en 2007:
“El lunes 16 de octubre de 2005, a las seis cuarenta de la mañana, se desplomó la casa que se ubicaba en la calle de la Santa Veracruz 43, en el Centro histórico, a unos pasos de la Alameda Central. Luego de muchos años de clausura, por entre los escombros pudieron verse lucientes por última vez los antiguos mosaicos venecianos que adornaban las escaleras y los corredores del primer piso. Los curiosos, los periodistas, los funcionarios y los bomberos, que acordonaron la casa durante la mañana del derrumbe, se refirieron a ella como “La mansión mazahua”, pues durante algún tiempo, poco antes de que fuera abandonada por completo, un grupo de 42 familias de indígenas pertenecientes a ese pueblo habían vivido en la construcción.”



Desde 2005, Débora Fosas de Casa Lam decidió hacer su tesis acerca de los muebles de la Casa Requena; su trabajo derivó en un documento que narra la historia de una magnífica casa de la ciudad, que desafortunadamente se ha perdido por completo.
Abajo, el mueble de la sala de música...



Se pueden encontrar más datos en el texto “Historia de la Casa Requena” de Alejandra García en: http://casarequena.blogspot.mx/
También en el texto de Pavel Granados en: http://pavelgranados.blogspot.mx/2007/02/el-fin-de-la-casa-requena.html
Reitero que en la biblioteca de Casa Lamm puede consultarse la tesis de licenciatura de Deborah Fossas H. (2007):
“Los muebles de la casa Requena, una historia del art nouveau en México”



Este Blog se ha hecho gracias al apoyo incondicional de Julieta Fierro; está dedicado a las “Grandes casas de México” y pretende rescatar fotografías e historia de algunas de las residencias que al paso del tiempo casi se han olvidado y de las que existe poca información publicada. El objeto es la divulgación, por lo que se han omitido citas y notas; si alguien desea mayor información, haga favor de contactarme e indicar el dato que requiere. Si utilizan las imágenes, favor de indicar la fuente –aunque advierto que pueden tener registro de autor–. Conforme haya más entradas (ya hay más de 50), aparecerán en el índice a la derecha de ésta página…

También se puede encontrar un índice general en: http://grandescasasdemexico.blogspot.mx/2016/02/indice-de-grandes-casas-de-mexico.html