miércoles, 20 de mayo de 2020

La casa Cusi / Del Valle en Paseo de la Reforma y Río Guadalquivir.




Primera casa edificada al poniente de la 5° glorieta o “Glorieta Grande” del Paseo de la Reforma ‒en que se yergue la Columna de la Independencia‒, la casa de don Dante Cusi Castoldi y su familia se constituyó desde 1907 –siguiendo un diseño del arquitecto e ingeniero Rafael C. Goyeneche‒ sobre un terreno de 1,183m² antes incluso del encintado de la entonces “Calle Reforma 13 Norte” –con la que forma esquina‒ ahora dedicada al Río Guadalquivir, y la urbanización general de los llanos del Rancho de los Cuartos que en esa zona ahora llamamos Colonia Cuauhtémoc.

Luego del proceso revolucionario, la casa pasó a la propiedad de don Antonio del Valle Talavera e hijo y nietos, quienes la han resguardo cuidadosamente y ‒en una ampliación erigida en lo que fuera el jardín oriente‒, albergaron las oficinas de un banco, edificio que ahora recibe dependencias de la “Fundación Kaluz”, mientras que el sótano de la casa acoge un restaurante.


Arriba, tomas comparativas ‒captadas desde el capitel de la “Columna de la Independencia de México”‒, mirando al poniente sobre el Paseo de la Reforma, visto en 1921 y 2019. La toma superior es parte de una “Panorámica” de la Compañía Industrial Fotográfica marcada como “Valle de Chapultepec”. Más abajo, una toma cercana a 1885 tomada desde la cima del cerro de Chapultepec, en que destaca la Calzada Imperial, que para entonces ya se había bautizado Calzada de la Reforma.

Aquel Paseo tiene una historia que inicia en 1862, y nos une directamente a al legado de Maximiliano I de México; a pesar de que la residencia oficial de su autoridad era el Palacio Imperial frente a la Plaza Mayor, la morada elegida y que desde un principio prefirieron los emperadores, fue el Cerro de Chapultepec, sitio al que hicieron su primera excursión citadina y donde se llegaba comúnmente por la Calzada del Acueducto y que hoy conocemos como Avenida Chapultepec. Maximiliano I solicitó al Capitán de Ingenieros ‒Luís Alois Bolland‒ hacer los estudios necesarios para trazar una avenida que ligara de manera conveniente ese sitio con la primera glorieta del Paseo de Bucareli, sitio en que se había colocado la estatua ecuestre de Carlos IV en 1852. Así, recibió los terrenos para lograr el propósito, obteniendo del ingeniero Francisco Somera –que era entonces el propietario de la Hacienda de la Teja– una gran superficie por la que habría de pasar la nueva calzada.

La avenida, que en palabras de José María Marroqui, “en su momento apenas llegó a ser angosta y sin adorno alguno”, pretendía ser eco a de los grandes bulevares que en París había trazado Georges-Eugène Haussmann para Napoleón III, pero hacía referencia directa a la “Avenue Louise” de Bruselas y resonaba con las intervenciones urbanas que en la Viena de Francisco José I de Austria se hacían para la “Ringstraße”…



Esa calzada, “que debía tener 18 metros de ancho y 9 metros cada una de las banquetas, y un trazo que alcanzó los 3,435 metros de longitud” remataba contra el frente oriente del cerro de Chapultepec, coronado por el edificio del Colegio Militar que para 1864 era ya Residencia Imperial. Bautizada como Calzada del Emperador y por cortesía nombrada Calzada de la Emperatriz, pasó a llamarse Calzada Degollado al triunfo de la República ‒en honor al general en Jefe del Ejército Federal José Nemesio Francisco “Santos” Degollado Sánchez‒ y en 1872 –por orden del Presidente Sebastián Lerdo de Tejada y en honor a las reformas de Juárez‒, Calzada de la Reforma.

Años más tarde, cuando la sección poniente del Paseo comenzó a poblarse y se instaló el monumento que rinde homenaje a Cristóbal Colón –donado por don Antonio Escandón en 1877‒, la administración de la ciudad determinó ampliar parte del Paseo entre la glorieta de Cuauhtémoc (Insurgentes) y Chapultepec iniciando las obras en 1897.

Don Manuel González Cosío, Secretario de Comunicaciones y Obras Públicas anotaba que
“…la ampliación consiste en la adición de una faja de terreno de quince metros de latitud a cada lado de la calzada, desde la glorieta en que se halla el monumento a Cuauhtémoc hasta la entrada al bosque de Chapultepec. En dicho terreno se construyen dos calzadas paralelas a la Avenida la Reforma, inmediatas a los terrenos de propiedad particular que limitan por ambos lados el nuevo paseo, formándose jardines y banquetas entre las calzadas.”

Además, se consideraba el engrandecimiento de la quinta glorieta, a fin de recibir un monumento que conmemoraría la Independencia de México, proyecto que la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas encargó desde 1900 al arquitecto Antonio Rivas Mercado


Arriba, en una toma captada hacia 1920 desde lo alto del cerro de Chapultepec, el ya Paseo de la Reforma y a la derecha la Avenida Chapultepec. A la izquierda de la toma he señalado la casa de don Dante Cusi y como referencia -en lejanía- se distingue la silueta oscura del Palacio Legislativo cuya contrucción se había ya interrumpido.

Es en éste Paseo de la Reforma ampliado, apenas a unos metros de la “Gran Glorieta” donde en 1902 se había puesto la Primera Piedra del Monumento a la Independencia de México, que en 1907 don Dante Cusi comienza la edificación de una residencia digna de su nueva jerarquía en el mercado agrícola de México…


En una de sus varias publicaciones relacionadas con los empresarios en Michoacán, Alfredo Pureco Ornelas nos cuenta que:
“Este italiano … había emigrado con su familia en los 80´s del siglo XIX desde Milán a Estados Unidos. En el país vecino, siguió una carrera bancaria, pero al no encontrar oportunidades de trabajo, al poco tiempo decidió trasladarse a la ciudad de México.”


Don Dante Cusi Castoldi nació el 17 de noviembre de1848 en Gambara ‒parte de la Toscana italiana‒ y su historia como productor agrícola en el Estado de Michoacán es la del éxito de un inmigrante invitado por el Presidente González.

A principio de 1883, don Raúl Fernández ‒Ministro Plenipotenciario de México en Francia‒, se había entrevistado con varios empresarios italianos para invitarlos a que invirtieran trabajo y capital en tierras mexicanas, como parte del proyecto del Presidente de México ‒don Manuel González‒ y su “Ley de Colonización”, condicionando que la gente que llegara a México fuera del Norte de Italia, gente pues de la Lombardía, del Piamonte y del Véneto…



Cusi con su esposa Teresa Armella Archinti (n.ca 1848) se unió al grupo que aceptó trasladarse a Michoacán y que incluía a miembros de las familias Leveroni, Sizzo, Ragazzi, Ponti, Dadda y Doddoli, cuyos descendientes aún son parte de la historia productiva del estado. Para Uruapan -dado el auge económico que lograron-, destaca la familia de don Pablo Doddoli –florentino, muy cercano a los Cusi‒, que aún ahora sigue a la cabeza en la producción del aguacate michoacano.

Don Dante Cusi partió a Michoacán, y con Luis Brioschi rentó inicialmente unas tierras en el Rancho de Úspero, propiedad del Gral. Manuel Treviño; los primeros años fueron difíciles pero para 1899 ‒al abrirse el ferrocarril a Uruapan‒ Cusi y sus socios prosperaron, y así rentaron otros ranchos, aumentado a ocho mil hectáreas la tierra irrigada productora de arroz de alta calidad. A principio del Siglo XX don Dante dio por terminada su sociedad con Brioschi y se asoció entonces con sus hijos ‒Dante Alessandro (n. 1876) y Ezio Maximiliano (n. 1878)‒ que habían terminado estudios en los Estados Unidos y a los que se unieron además Claudina (n. ca 1880) y Elodia (n. 1889) que en 1908 y ya en la Ciudad de México, contraería matrimonio con Alberto Pellandini Dulvisson, hijo del prominente comerciante en artículos de amueblado y decoración, Mario Pellandini.


Arriba, la portadilla de “El Mundo Ilustrado” para el 23 de agosto de 1908 en que se destaca la boda de Elodia Cusi Armella y Alberto Pellandini Dulvisson el 17 de agosto 1908; misma distinción había recibido seis meses antes el enlace de Concepción Montaño Luna y Ezio Cusi Armella también en la Iglesia de Santa Brígida el 6 de febrero de 1908.

Pero me adelanto; volviendo al fin de siglo en Michoacán, nos cuenta doña Malou Escandón, bisnieta del Sr. Cusi que:
“Don Dante tenía un gran carácter, luchaba fuerte, era tenaz y audaz, no se amedrentaba con nada y estaba seguro de haber nacido con buena estrella. Él y sus dos hijos trabajaron y lucharon juntos, a propósito, no los dejo casar sino hasta los 35 años.”


En “Memorias De Un Colono”, Ezio Cusi (en la foto de arriba, con su esposa Concepción Montaño Luna) nos cuenta acerca de la irrigación de la nueva propiedad que:
“Por fin mi padre nos llamó un día a los dos hijos. Y nos dijo que si nos comprometíamos a no contraer matrimonio en 5 años, él se comprometía a comprar la hacienda de “La Sanja”; entonces al poco tiempo salimos los tres con instrumentos para estudiar la nivelación del terreno y la posibilidad de irrigarlo. Se cerró el trato con los propietarios, en 140 mil pesos. De inmediato los ingenieros conducidos por mi hermano Eugenio empezaron a trabajar, 25 kilómetros hacia abajo, y así nació la Hacienda LOMBARDIA. Y con trabajo, empezó poco a poco el milagro de los SIFONES.”
“Don Dante, Eugenio y yo -Ezio-, llegamos a la conclusión de pasar el agua por un sifón de tubos de acero sobre un puente, pues la barranca además de profunda era muy ancha. Desde luego se pidió a los Estados Unidos la tubería para el sifón.”

Lombardía con 8 mil hectáreas, sería el primer gran éxito de los Cusi y gracias a la estrategia de irrigación, se lograron producir –en tierras que hasta entonces no habían conocido caudal‒notables cosechas de arroz desde el siguiente año. El casco de Lombardía, se acondicionó con fuerza hidráulica y se instaló una turbina de 150 caballos para mover la maquinaria del molino de arroz; además de molino y bodegas, se edificaron 500 casas habitación para los peones, casa para el doctor, consultorio y botiquín.



Y retomo a Ezio Cusi en “Memorias De Un Colono”:
“Para el nuevo siglo a mi padre le volvió a dar ganas de trabajar más fuerte, … y le nació la idea de poner bajo riego las extensas y ricas llanuras que había al poniente de Lombardía mucho más ricas que ésta en extensión pero sin agua, conocida como llanos de Antúnez, parte de la hacienda del Ojo de Agua. Esta hacienda colindaba con la hacienda de Lombardía, aunque separadas del rio El Márquez, o sea, la continuación del rio Cupatitzio, que es donde se toma el agua que riega a Lombardía.”
“Y fue así que nos invitó nuestro padre para que adquiriéramos la propiedad en sociedad en partes iguales que se denominó Dante Cusi e Hijos. Esta propiedad la compramos en 1909 por la cantidad de 300 mil pesos, además les compramos todo el ganado que ahí tenían, unas mil doscientas cabezas aproximadamente. La empresa no dejaba de ser peligrosa, pues requería de un capital muy superior al que nosotros teníamos en aquellos tiempos, en cambio mi padre contaba con amplio crédito.”
“En la nueva, importantísima obra que se iba a emprender, tal vez una de las más atrevidas de su género, había que adquirir en el extranjero toda la tubería, muy fuerte, de un metro con 25 cm de diámetro, que en forma de sifón, tenía que cruzar la barranca del rio del Márquez entre Lombardía y Nueva Italia, a una gran profundidad y a un alto y osado puente de fierro en el fondo de la barranca. La nueva hacienda la bautizamos con el nombre de Nueva Italia”.



Dante Cusi e Hijos” se transformaba en la mayor productora de arroz y una fuerza notable para el comercio de la región ya que nos complementa Ezio Cusi “…en 1911, en Nueva Italia, cosechamos 2 millones 500 mil kilos de arroz limpio y a los pocos años llegamos a cosechar cerca de 6 millones”, cosa que complementa el panorama Alfredo Pureco Ornelas:
“…En Michoacán los emigrados producían tomate -para las pastas-, maíz -para la polenta-, pepino y calabacita -zuchini- que no se conocían por allí; después siguieron con el melón “gota de oro” y las huertas de aguacate con plantas que hicieron traer de Querétaro y transformaron a base de cruces e injertos. También tenían ganado vacuno; una parte productor de leche y algunos animales para la carne. Les costó trabajo aclimatar las vacas al tremendo calor… Los credos criollos que allí encontraron, les permitieron beneficiarse de sus derivados al tiempo que enseñaban a los campesinos michoacanos cómo aprovechar mejor su carne y vísceras, no en una sola comelitona al año -durante la fiesta del lugar- … sino fabricando jamón, tocino, queso de puerco y otros embutidos duraderos. No cabía duda, eran trabajadores. Fueron pocos, hasta eso, los italianos que se dedicaron al comercio en lugares vecinos. Las primeras generaciones, sobre todo, se dedicaron a la explotación del campo, no de la gente”.


Ya desde 1907 y para la representación comercial en la Ciudad de México de las Haciendas Teresa de Acámbaro, Úspero y Lombardía primero y Nueva Italia después, don Dante había adquirido una magnífica edificación en la 3°Calle de Córdoba N° 59 esquina con Durango, Col. Roma, casa que además servía como residencia en la Ciudad de México mientras se edificaba la casa en el Paseo de la Reforma.



Nunca he logrado averiguar porqué don Dante decidió construir la casa de Paseo de la Reforma si gozaba de una edificación en la nueva Colonia Roma o si hubo alguna injerencia en esa decisión por parte de sus hijos o familia política, como don Claudio Pellandini o los Félix Bachbausen; el caso es que desde 1907 y a los 59 años, emprendió la edificación de una nueva casa para doña Teresa Armella Archinti de Cusi en la esquina del Paseo esquina con la Calle Reforma 13 Norte, parte de lo que ahora llamamos Colonia Cuauhtémoc.

Abajo, en el fragmento de un plano de la Ciudad de México en que al centro aparece el Paseo de la Reforma -fechado en 1907 y que pertenece a la colección de Javier Balbás-, he marcado el sitio en que se edificó la casa de don Dante Cusi, siguiendo desde ese mismo año el diseño del ingeniero y arquitecto Rafael C. Goyeneche.



Rafael Carlos Goyeneche nació en México en 1877 e hizo estudios en la Academia de San Carlos y el Colegio de Minería, y según indica Israel Katzman se recibió en la Escuela Nacional de Bellas Artes en 1904, período en que el arquitecto Antonio Rivas Mercado ‒Director‒ y Antonio Fabrés –Subdirector– sobrellevaban refriegas y enfrentamientos operativos, a pesar de los que aún pudo recibir el título de Ingeniero y Arquitecto. Desde 1900, Goyeneche había publicado en la revista “El Arte y la Ciencia” -que editaba su profesor Nicolás Mariscal-, algunos de sus diseños como estudiante, incluyendo una villa y la Estación del ferrocarril de Hidalgo y Nordeste…


Los Anales de la Escuela Nacional de Bellas Artes, indican que hacia 1909 y por parte de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, se encomienda a Goyeneche trasladar una fuente con bocetos ejecutados a tamaño real por el escultor Jesús Fructuoso Contreras, a los jardines de Chapultepec, aunque desafortunadamente el trabajo final y fundido no se ejecutó para las Fiestas del Centenario según estaba planeado. En general, don Rafael Carlos Goyeneche se firmaba en documentos oficiales como Ingeniero y desde 1898 estableció relación con despachos de construcción que se interesaban en promover edificaciones en nuestro país.

Desde 1898 y trabajando con la “Purdy & Henderson Co.” diseñó dos tiendas departamentales siguiendo el modelo de “Au Bon Marché” de París ‒que desde 1852 había sido completamente actualizado por Aristide Boucicaut‒ y tomando como modelo el “Annexe Ameublements” edificado en la esquina de Rue du Bac y Babylone, diseñó las tiendas erigidas con novedosa estructura portante de acero.

En 1895 inició la edificación del inmueble para el nuevo “Al puerto de Veracruz –Gran Almacén de Ropa y Novedades-” de Signoret, Honnorat y Cía., establecimiento especializado en venta de artículos de ropa, sedería, muebles y decoración de habitaciones, tejidos y vinos‒ un edificio levantado en la esquina de Capuchinas y 5 de Febrero (ahora Cinco de Febrero y Venustiano Carranza). Aquel edificio se sustituyó a final de los años 30’ por una nueva construcción de características modernas en el mismo predio.


Por otro lado, Goyeneche también diseñó “El Puerto de Liverpool”, comercio que había iniciado como un cajón de ropa fundado en 1851 por Jean Baptiste Ebrard y F. Fortolis, y se transformó en la tienda erigida en la esquina de San Bernardo y Callejuela del Cabildo, a un lado del Palacio de Hierro, con una edificación que desapareció en 1936 al abrirse la Avenida 20 de Noviembre.



Ambos edificios levantados en corto tiempo parecían de fábrica tradicional, pero aprovecharon las novedosas estructuras de acero para reforzar muros y dar amplios claros a las losas; cuando se demolió la vieja tienda Liverpool para abrir la Avenida 20 de Noviembre –ya estaba preparada la ampliación y se creó una nueva fachada sobre la avenida al retirar el edificio de Goyeneche–, se hizo evidente el adelantado sistema constructivo. Arriba, “El Puerto de Liverpool” en un grabado de 1899; abajo el mismo edificio en proceso de demolición visto desde la Avenida 20 de Noviembre –detrás del edificio podría verse la Catedral Metropolitana al terminar la demolición‒.



Entre 1904 y 1908 Goyeneche trabajó además en el diseño y edificación de dos casas sobre la Avenida Juárez, una espectacular residencia que aún se conserva en el N° 26 de la calle dedicada a Abraham González ‒entre Lucerna y General Prim y a corta distancia de la Secretaría de Gobernación‒ en la Colonia Juárez, y la señorial casona que aún conserva el N°28 de la calle dedicada a Ignacio Allende en el centro histórico, a apenas 100 metros de la entonces Cámara de Diputados –hoy Congreso de la Ciudad de México –.

Abajo, dos tomas en que aparecen las casas diseñadas por Goyeneche en N°28 de Allende y N° 67 de Abraham González.



Para 1905 y ya con sus credenciales profesionales, Rafael Goyeneche contrajo matrimonio con María García, con quien engendraría una hija que llamaron igual que su madre. Quiero agradecer tanto a don Jesús Goyeneche como a Gerardo Goyeneche el haberme proporcionado las imágenes familiares que aquí aparecen; es un honor el que se me permita examinar la historia familiar…

Abajo, doña María García de Goyeneche y Rafael Carlos Goyeneche ataviados para la ceremonia de matrimonio.



Desde 1906, Goyeneche estableció relación con la familia Scherer y al centro de un magnífico terreno de casi 7,500 m² en el lejano pueblo de Mixcoac, edificó una “Quinta campestre” (Ver https://grandescasasdemexico.blogspot.com/2014/04/quinta-chalet-de-la-familia-scherer-en.html ) que años después sería sede del Colegio Madrid frente a la Calzada que ligaba Tacubaya con San Ángel, que ahora llamamos Avenida Revolución. Quiero suponer que esa edificación debió haber influido en la elección del arquitecto, por parte de los Cusi…



Es aquí que la labor de Goyeneche se entrelaza con la familia Cusi Armella, al diseñar y edificar un “Chalet” en el N°365 del recién ampliado Paseo de la Reforma, residencia diseñada desde 1907 aunque terminada hasta 1916 para don Dante Cusi Castoldi y su esposa Teresa Armela Archinti de Cusi.



La casa con poco más de 1,200m² construidos sobre un terreno de 1,183m² es de las pocas edificaciones del período que llegan casi intactas al S. XXI y es representativa de lo que Israel Katzman llama “Campestre Romántico”, un eclecticismo muy en boga a fin del siglo XIX y principio del XX que hacía gala de muy variada inspiración estilística y decorativa...

Al igual que en la casa Scherer en Mixcoac, Goyeneche se apegó lo que Katzman describe como “residencias de intención bucólica –incluso las citadinas-- que se rodean de espacios descubiertos usados como huertos o jardines, separando una quinta de la otra; las edificaciones de contornos quebrados, pocas veces delimitadas por una sola figura rectangular; de techos inclinados, generalmente con torres de cubierta cónica o piramidal y con ornamentación variable inspirada en tradiciones románicas o idealizadas villas alpinas”…


Tanto la casa Cusi como la casa Scherer tiene notables paralelos estilísticas con la casa de la familia Álvarez del Castillo en la Av. Vallarta de Guadalajara, proyecto del arquitecto ingeniero Enrique Choistry, ejecutado en 1903. Arriba, una foto captada en 1912 de la quinta Álvarez del Castillo en Guadalajara; abajo, una imagen coloreada de la quinta Álvarez del Castillo/ Ferreira, dondeaparece además el pabellón neoclásico (aunque no se percibe en la foto, el pabellón estaba cubierto por una cúpula); la quinta fue destruida en 1960.


La quinta A.C. tenía un amplio frente hacia la avenida Lafayette, entre las calles de Lerdo de Tejada y Bosque; en el jardín y hacia la calle Lerdo, mostraba un “gazebo” neoclásico que hacía al conjunto aún más ecléctico. El Chalet de influencia “alpina” fue uno de los que edificó el arquitecto ingeniero Enrique Choistry en la colonia Reforma desde 1903 y siguió interviniendo hasta 1915. La quinta Álvarez del Castillo también se asocia al general Jose Ferreira que la adquirió al poco tiempo.

Para el Sr. Dante Cusi Castoldi, Goyeneche escogió un esquema en que la casa se desarrolla en derredor de una torre mirador de seis pisos y es el eje compositivo del conjunto, disposición similar a la de la casa Scherer en Mixcoac y ejecutada también por Goyeneche, edificada con sistema tradicional de muros portantes y pisos sobre vigas de madera.



Aprovechando la amplitud de los jardines en la avenida, la casa se desplantaría en la esquina Sur-poniente del predio, dejando área libre hacia el Oriente –dedicada a jardín‒ creando un magnífico acceso peatonal con terraza hacia el Paseo de la Reforma y entrada a servicio y cocheras por Río Guadalquivir. Los poco más de 1,200m² construidos en cuatro niveles incluirían piso bajo –a manera de sótano‒ con acceso directo a calle y jardines, tres niveles habitables y una torre cuyo mirador abierto permitiría avistar desde más de 20m sobre la calle el panorama de la ciudad y la nueva Columna de la Independencia. Con seis habitaciones y tres baños en los pisos altos (dos amplias habitaciones a manera de buhardilla), los techos inclinados estarían cubiertos de teja vidriada; el piso bajo incorporaría sala de juegos, cocinas, cocheras y habitaciones de servicio en un edificio anexo.

En la imagen de arriba, las fachadas que miran al sur y poniente del “Chalet Cusi” hacia el Paseo de la Reforma, en una fotografía que permite considerar su intricada volumetría; abajo, el detalle de una toma oblicua, captada por la Compañía Mexicana de Aerofoto en 1936, donde se puede comprender la disposición del edificio.



La planta principal recibiría a los visitantes en un vestíbulo –en la base de la torre– que permitiría paso al saloncillo, gran salón, o comedor con mesa para 12 comensales y biblioteca; arriba, una escalera alojada dentro de la torre, permitiría distribuir a los visitantes por los dos pisos altos, rematando en un empinado techo a cuatro aguas reconocible a la distancia.


No dudo que para el diseño, tanto Cusi como Goyeneche hayan tenido presentes las “Villas Bougeoises” que tan populares se habían vuelto en Francia, Alemania e Italia a fin de siglo, destacando la Villa Selene que para la Familia Jacomelli había diseñado en 1889 el Ingeniero Federigo Severini edificada en Vareggio, o las curiosas Villas Les Lauriers en Pont de L’arche, así como la afamada Villa Majorelle, del arquitecto Henri Sauvage edificada desde 1898 en Nancy o la Villa Fournier-Defaut de Émile André y Henry Gutton en el Parc de Saurupt. Arriba, la Villa Selene de Vareggio y abajo las Villa Fournier-Defaut y Majorelle, ambas en Nancy…


Pienso en éstas villas, específicamente por el reconocimiento internacional que en su momento recibieron y por la peculiar mezcla ecléctica que añade al escogido historicismo lo que en Italia se conocía como Liberty y pasaría a nosotros con su nombre francés de “Art Nouveau”. Así, la casa Cusi tendría en su amplio repertorio ornamental, además de techos inclinados con anchos aleros interpretados de la tradición Suiza y ventanas a la Serliana, claraboyas y ornamentos de vertiente modernista pareados con roleos neoclásicos, barandas de ornamentación gotizante y adargas académicas…



En la fachada poniente ‒con frente a Río Guadalquivir‒ el juego volumétrico es más recatado y permite entender la intención compositiva y de diseño; en la imagen de abajo, puede verse la disposición de los cuatro niveles, donde las plantas superiores se levantaron sobre un basamento creado con el piso bajo ‒que alberga servicios‒ ceñido por un baranda decorada con motivos vegetales, que sobre cintas hendidas en la cantera se trabaja como peana, y da solidez en las robustas perforaciones terciadas –a manera de Serliana‒ de contorno modernista.


Ese basamento estaría calado por peculiares lumbreras que hacen fehaciente homenaje al eclecticismo modernista, donde el arco de herradura (basado en un “Arco Capaz” de 60°) no solo se ciñó con un caprichoso cordón que destaca clave y remates, sino además se dividió en tres partes recordando la tradición renacentista tan empleada por Serlio, Vignola y Palladio.


En la parte alta, los techos se sumarían a ese eclecticismo, mostrando sus inclinadas cubiertas montadas sobre estructura de madera cubierta de teja vidriada, haciendo clara referencia a los modelos de la era romántica de fin del S. XVIII e inicio del S. XIX, patrones que podían encontrarse en residencias alemanas, austriacas o escandinavas de la “Belle Époque”, recordando algún Chalet Suizo o famosos albergues como la Villa Fridheim de Krødsherad –Noruega‒ o la propia Villa Fournier-Defaut en el Parc de Saurupt, donde las labradas ménsulas, alfarjes y vigas darían consonancia a la compleja propuesta formal.


La singular obra sería entonces definida no solo por la agregación de los variados y por momentos disímbolos cuerpos que conformarían la casa, sino por una intención ornamental que abrevaba en muy diversas fuentes, mezclando elementos y decoraciones de diferentes estilos y épocas; de hecho, el término ecléctico viene del adjetivo griego εκλεκτός, que significa 'escogido', que a su vez deriva del verbo griego εκλέγω, 'escoger', puesto que ESCOGER es lo que hará el arquitecto para la casa de Paseo de la Reforma y Guadalquivir.



En febrero de 1907 inició la edificación de la casa Cusi, mientras que apenas a un par de calles, también sobre el Paseo de la Reforma, el arquitecto Rafael Goyeneche trabajaba ya ‒con la colaboración de Ignacio Marquina (entonces aún estudiante de arquitectura)‒ en el diseño –la edificación iniciaría al año siguiente en 1908‒ de una casa para la familia Suinaga/Escandón en la esquina de la calle dedicada al Río Danubio y el propio Paseo (Ver) y a un lado de la casa que el propio Goyeneche edificaría años después para don Felipe Suberbie (Ver). Los predios de aquella residencia Suinaga son ahora ocupados por la Embajada de los Estados Unidos de América, edificada entre 1960 y 1964 por los arquitectos Nicolás y Mariano Mariscal Barroso, mientras que la casa Suberbie, cedió su terreno para la torre de un hotel que ahora usa la fachada de la casa como acceso.


Entretanto, recordemos que apenas a unos pasos de la que sería Casa Cusi, desde el 1° de mayo de 1901 el Presidente Díaz había nombrado al arquitecto Antonio Rivas Mercado como responsable de la construcción del gran “Monumento a la Independencia de México” y el 2 de enero del año siguiente –aprobado y publicitado el diseño de la Columna‒ se había ya colocado “la primera piedra” sobre una cimentación rápidamente ejecutada; desde mayo de 1903 trabajaba ya Alciati en la estatuaria y se había contratado a la “Casa Claudio Pelandini” –cuyo propietario sería consuegro de don Dante Cusi en 1908‒ para suministrar los mármoles que revestirían las terrazas, y desde junio se tenía apalabrado al escultor Guillermo Cárdenas para ejecutar la estatua de Guillén de Lampart que se colocaría al interior del basamento.


Apenas había comenzado la edificación de la casa de don Dante Cusi, cuando las cosas en la obra de la glorieta comenzaron a ir mal…

Aunque la “Columna de la Independencia” estaba ya bastante avanzada, construidas las bases de hormigón y colocados casi 2.400 sillares que permitían al fuste alzarse poco más de 25 metros sobre la calle, se comenzó a notar desde mayo de 1906 cierto desplome en el puntal y para marzo de 1907 se suspendió la obra. La Secretaría de Gobernación nombró una comisión integrada por los ingenieros Gonzalo Garita, Guillermo Beltrán y Puga, y Manuel Marroquín y Rivera para dictaminar la causa del desplome y el 13 de junio de 1907 acordó que lo edificado debía desmantelarse para construir una nueva cimentación. La Comisión –de la que salió Marroquín que sería sustituido por el arquitecto Manuel Gorozpe– fue designada para ejecutar la obra, quedando el arquitecto Rivas Mercado simplemente como “Director artístico del Monumento”…


Imagino la curiosidad de los trabajadores que construían la casa Cusi mientras se desmantelaba la columna entre el julio y noviembre de 1907 y la zozobra del propietario cuando en diciembre se dinamitó la plataforma de cimentación que había edificado Rivas Mercado cinco años antes; ante los insistentes rumores de fallas en el subsuelo y el evidente problema con el monumento, don Dante Cusi suspendió los trabajos de edificación de su casa –que ya comenzaba a cerrar el basamento‒ y solicitó a Goyeneche esperar a ver los resultados que se tuvieran por parte de aquella comisión. Aunque el arquitecto aseguraba que no había problema con la cimentación de la casa, las obras esperarían hasta mayo de 1908 para reanudar.


Hacia fines de marzo de 1909 se terminó la nueva cimentación para el monumento (foto de arriba) fabricada de pilotes de madera y concreto, unidos a una plataforma superior de concreto y sujetos por una ataguía metálica de cuarenta y cuatro metros de diámetro y ocho de profundidad. Aunque criticada por excedida, esa cimentación resultaría de calidad innegable.

Entretanto, los trabajos en la casa de Paseo de la Reforma se habían reanudado, y la familia Cusi había asistido a las bodas de María de la Concepción Montaño Luna (1888-1982) con Ezio Maximiliano Cusi Armella (1878-1946) -casados el 6 de febrero de 1908 en el Templo de Santa Brígida- y de Elodia Cusi Armella (n.1889) con Alberto Pellandini Dulvisson -casada el 17 de agosto de 1908, también en el Templo de Santa Brígida-.
Abajo, el enlace de María de la Concepción Montaño Luna y Ezio Maximiliano Cusi Armella



En 1909, “Dante Cusi e Hijos” compró en Michoacán las tierras que se transformarían en “Nueva Italia”, mientras que en la Ciudad de México y bajo la supervisión de Gonzalo Garita y Manuel Gorozpe se recreó la estructura del dado para la Columna de la independencia y rearmó la estructura en una obra de absoluta pulcritud, mientras Rivas mercado contrataba en París a un nuevo ornatista y se colocaban los revestimientos de mármol y granito suministrados por Claudio Pellandini. Abajo, una imagen de la columna entes de colocarse la última piedra en septiembre de 1909.


Desafortunadamente, por la compra de tierras en Michoacán y la atención que los Cusi ponían en aquellos negocios, la obra del Paseo –casi frente a la columna‒ se vio aquietada; apenas para 1910, cuando se celebraban las fiestas del Centenario de la Independencia de México, la casa parecía quedar terminada en obra exterior.

En su magnífico documento “El Paseo de la Reforma –Crónica de una época–”, Ignacio Ulloa del Río nos da cuenta que aquella casa, en la esquina con la calle de Río Guadalquivir, apenas a unos metros de la “Columna de la Independencia” que fue propiedad de don Dante Cusi. Abajo, en el fragmento un dibujo que se presentó en el Museo Nacional de Arquitectura del Palacio de Bellas Artes en julio de 1994, Ulloa nos muestra la fachada de la casa Cusi hacia el Paseo de la Reforma.



Así, desde septiembre de 1910, la casa Cusi se volvió parte del paseo de quien recorría el Paseo para mirar el homenaje que México rendía a su Independencia; el Paseo de la Reforma había recibido un inmejorable trato y aunque la zona al poniente de la glorieta y hasta Chapultepec estaba despoblada, el curioso techo de la torre era referencia obligada.



Acercarse a mirar por las rejas –de curioso diseño modernista sostenidas por pilares de remate “Liberti”‒ permitía echar un vistazo a un sorprendente conjunto de decoraciones y suponer cómo podrían ser los no menos sorprendente interiores…



Mucho se discutió acerca de los detalles labrados en las barandillas, que podrían provenir de « Spécimens de la décoration et de l'ornementation au XIXe siècle » de Lienard o del « Dictionnaire raisonné de l’architecture française du XIe au XVIe siècle » de Viollet-le-Duc, con la representación gotizante de una hoja de Arce, Colombina -Aquilegia vulgaris- o higuera -Ficus carica-, aunque se me ha sugerido que simplemente pudiera ser una la hoja de una cucurbitácea…



Los trabajos para terminar esos interiores de la casa prosiguieron con lentitud, toda vez que la familia Cusi estaba ocupada en otros menesteres, durante meses que no parecían presagiar un movimiento social; Dante Alejandro Cusi había viajado a Italia con su esposa Nair Girompini Milani, mientras que Ezio Maximiliano y su esposa María de la Concepción Montaño vivían en Michoacán ‒estado donde esporádicamente se presentaban levantamientos armados‒, supervisando el trabajo en las propiedades de la familia; Claudina y Elodia hacían vida con las familias de sus esposos mientras que la salud de doña Teresa Armella Archinti de Cusi, se deterioraba inexplicablemente. Ezio volvió a la Ciudad de México en 1911, cuando las circunstancias políticas no parecían favorables para habitar la casa de Paseo de la Reforma…



No tengo información detallada del adelanto en los trabajos de amueblado de la casa, pero sé que al año siguiente, murió doña Teresa Armella de Cusi, sin haber visto totalmente terminada su casa de Reforma. Para 1913, ante la violencia de las manifestaciones armadas, el arquitecto Goyeneche también dejó México, viajando a Cuba, donde se le ofrecía una magnífica opción de proyecto.

La Revolución no sería amable con los Cusi, y aunque intentaron defender sus tierras y a los dos mil trabajadores que ahí laboraban, no lograron evitar que la Reforma Agraria hiciera el reparto de sus tierras. Ezio concluía ahí la historia de “Memorias de un Colono”; eventualmente adquiriría para su esposa una casa de estilo campestre –que aún se conserva‒ en la calle que rinde homenaje a Francisco de Aguiar y Seijas y Ulloa –que fuera obispo de Michoacán y Arzobispo de México‒ en la colonia Chapultepec Heights.


Tiempo después y con muchas propiedades perdidas, don Dante Cusi falleció a los 79 años ‒el 2 de febrero 1928‒ en su casa en la 3°Calle de Córdoba N° 59 esquina con Durango de la Colonia Roma.

Durante la segunda década del siglo, y ya con la consumación oficial de la lucha armada en 1921, el panorama en torno a la Columna de la Independencia parecía restablecer su interés, y el entorno comenzó a poblarse; entonces la casa N°365 del Paseo de la Reforma pasó a ser ocupada por la familia de doña Julia T. Ruíz de Del Valle y don Antonio Del Valle Talavera.


Doña Julia adoraba esa casa, y por eso dedicó a cuidarla y subsanar algunos de los menoscabos que tiempo y descuido había causado a la estructura levantada desde 1907; gracias a la holgura económica que su marido alcanzó en la industria textil de México, se pudieron dedicar los recursos necesarios para adecuar los interiores a los nuevos tiempos y sus nuevas tecnologías.

Así, el matrimonio Del Valle / Ruíz recibió ya en la casa del Paseo de la Reforma a su hijo Antonio –chico– que nació en 1938 y al paso del tiempo sería socio destacado de su padre...


Aunque las imágenes que siguen fueron captadas en mayo de 2020, pueden ayudar a ilustrar la casa en que la familia Del Valle residió por largo tiempo en el N°365 del Paseo de la Reforma. Aunque a la edificación original se modificó la cubierta de los techos (se retiraron las tejas que cubrían la estructura) el exterior sigue conservando las características del diseño de Goyeneche.


Aunque generalmente se le imagina como alejado de los parámetros tradicionales por su diseño de vertiente ecléctica, por parte de Goyeneche no hay menoscabo a los lineamientos académicos en la proporción y diseño de los cuerpos principales y sus vanos; con sus cuatro niveles coronados por techumbre inclinada a cuatro aguas, el volumen oriente es ejemplo de la destreza del diseñador para aplicar los dictados de la Academia aún con ese lenguaje modernista que se ramifica hasta en el diseño de los hierros ornamentales…




Sorprende que las ventanas se trabajen a manera de Serliana ‒nombre de un recurso arquitectónico muy utilizado en el Renacimiento y durante el periodo neoclásico, que consiste en concertar un arco de medio punto con dos vanos adintelados de menor tamaño‒, manteniendo la proporción pero alterando por completo los diversos elementos y deshaciéndose del arco...


Sorprende también la cantidad de recursos formales rescatados en el repertorio ecléctico, que no solo echan mano de grafía gotizante, barroca y neoclásica en barandillas, escalinata y pretiles, sino que agrega formas modernistas ("Nouveau") -como el peculiar arco Capaz- al dar acceso al sótano.



De particular interés me resultan los techos del volumen poniente, que a pesar de haber perdido las tejas vidriadas de origen, conservan esa peculiar silueta que les liga a los diseños imaginados para un Chalet Alpino durante el romanticismo alemán y su “Chalet de estilo suizo” o Schweizerstil en alemán y Sveitserstil en noruego…


Contrasta bajo ese techo y en el curioso tímpano, la magnífica adarga labrada en “Piedra blanca de Pachuca” –misma que Adamo Boari uso en el Palacio Postal‒que a la intemperie oxida por sus residuos ferrosos, dándole un delicado tono de oro pálido del que ahora goza la Casa Cusi / Del Valle.

El “Cartucho” concebido para recibir un monograma familiar, es parte de aquella tradición derivada de la cartoccia Italiana que resultó en la chifladura ornamental del barroco y neoclásico.




¿Y qué decir de la torre/mirador?

La empinada cubierta es memorable y fácilmente reconocible; abriga un magnífico mirador abierto que contenido por una reja, permitía admirar todo el entorno. La plataforma descansa sobre un robusto cuerpo cuadrangular que retoma los elementos compositivos de una torre/campanario renacentista que se aligera en altura y en la parte alta se cala con 12 alargadas ventanas de arco que dinamizan la composición. En la sección intermedia, se hace patente la escalera interior con una ventana triforada de repisa escalonada.


Aquel alto mirador está resguardado por una verja que repite los motivos ornamentales que se corean en otras ventanas y se ancla en ménsulas esquineras que con robusto esquinero sostiene también el alero. En aquella altura, sorprende descubrir delicados frisos de modillones y margaritas, que hacen patente las habilidades del diseñador.





Mirado desde la torre, el entorno cambiaba lentamente; primero –por 1939‒, al poniente se erigió un edificio de tres pisos que albergaría el Sanatorio Reforma, esencialmente dedicado a maternidad, pero con servicio de “urgencias”; al poco tiempo –por 1952‒, al otro lado de Río Guadalquivir se demolió la gran casa vecina para edificar un nuevo “Condominio de uso mixto” que el sobrino de Alberto J. Pani Arteaga quería edificar para modernizar la ciudad.



Así, en 1956 quedaba edificado el conjunto de dos torres -de 12 y 8 pisos- que Mario Pani Darqui describía como “…dos torres aisladas montadas sobre un basamento con jardines y comercios. Los modernos edificios tienen solo una parada de elevador cada tres pisos, mientras que los prismas vítreos se desplantan sobre un nivel remetido que permite advertir la estructura”.



A pesar de los inconvenientes causados por la edificación de una torre al otro lado de la calle, el matrimonio Del Valle siguió habitando la casona de Reforma, mientras su hijo Antonio terminaba sus estudios en la Escuela Bancaria y Comercial; pero para 1957, luego de un inesperado sobresalto, doña Julia decidió que se debía construir una nueva casa, de preferencia en los sólidos terrenos de las Lomas de Chapultepec…


Aparentemente la casa sufrió daños menores ese 28 de julio de 1957, aunque se contaba que los candiles habían quedado hechos pedazos al estrellarse contra el techo. La Victoria Alada de Alsciati calló hacia el Sur –hacia la avenida Florencia– y sufrió graves daños que se comenzaron a reparar de inmediato, en el taller de José Fernández Urbina, en la calle de Concepción Béistegui número 403, de la colonia del Valle. Se consideró un remplazo, pero se decidió en soldar e injertar nuevas piezas en las zonas más dañadas y salvo la cabeza, que Fernández rehízo por completo, el resto de la escultura se remendó, trabajó y repujó hasta que pudo ser colocada en su sitio al año siguiente.


A pesar del sobresalto, doña Julia posponía la mudanza… ¿Cómo dejar la casa tan querida de Reforma, al lado de la glorieta, con su peculiar torre y arquitectura infundida de tradición?


¡Sencillo!
Crear una reinterpretación que con algunas semejanzas, dejara atrás los problemas que la vieja estructura sufría. Así, en Paseo de las Palmas N°1777 esquina con Sierra Tarahumara, frente a la iglesia de San José de las Palmas ‒que sería demolida, para levantar desde 1968 un nuevo templo diseñado por el arquitecto Javier Valverde‒ se edificó la nueva casa de la familia Del Valle Ruíz.



Si los nombres de Julia T. Ruíz –para entonces ya viuda de Del Valle‒ y Antonio Del Valle Talavera, resultan familiares, puede ser porque fueron padres de don Antonio del Valle Ruiz; la familia Del Valle (Talavera y Ruiz) y don Antonio a la cabeza era accionista destacada de Grupo El Asturiano, Hulera El Centenario, Cannon Mills, Química Penwalt, Porcelanite, París Londres, Prolar, Nalcomex, Synkro, La Latinoamericana de Seguros, La Interamericana Compañía de Seguros, Seguros Independencia, Fianzas de México, Delta, Fodelta y Casa de Bolsa Prime. Además, los Del Valle fueron accionistas mayoritarios en el Banco de Crédito y Servicio (Bancreser) antes de la expropiación del sistema bancario que ejecutó López Portillo y llegaron a tener intereses en otras instituciones financieras, como Banamex.


Es interesante anotar también, que desde 1966, don Antonio Del Valle Talavera participó a instancia de “doña Julita” en el arreglo de los jardines y explanada de la basílica de Guadalupe, inaugurada el 12 de diciembre de 1976; desde 1956, con fondos de Julia y Antonio Del Valle, se adquirieron los terrenos circundantes a fin de “rescatar el cerro del Tepeyac” y crear los jardines cuyo diseño y construcción comenzó en 1974; en esa misma labor altruista, es relevante notar que la casa es ahora sede de la I.A.P. “JULITA T. VIUDA DE DEL VALLE Y ANTONIO DEL VALLE TALAVERA”.


De vuelta a Paseo de la Reforma, al paso del tiempo ‒y hacia 1966‒, al lado del Sanatorio Reforma se edificó un moderno edificio para Seguros Pan American de México, que con su uniforme cubierta de cristal oscuro presentaba una nueva tendencia hacia la abstracción arquitectónica. Por algún tiempo la casa quedó sin uso aunque su silueta seguía siendo perfectamente evidente en el Paseo de la Reforma, tal y como lo demuestra la fotografía de abajo, una toma oblicua de la Compañía Mexicana de Aerofoto fechada en 1968.



Luego de la Nacionalización de la Banca en Septiembre de 1982, y ante el complejo horizonte, don Antonio Del Valle continuó con éxito en la labor empresarial y, 30 años después, era ya un jugador mundial en el mercado de productos petroquímicos, diversificándose nuevamente al área financiera.

En 2003 transformó la casa paterna agregando un edificio de estructura metálica y cristal al fondo del jardín –donde en el S. XX había estado un edificio de servicio‒, a fin de albergar la Institución de Banca Múltiple “Bx+”, que al poco tiempo adquirió Arrendadora SOFIMEX, Operadora OFIN (Operadora de Fondos de Inversión) y Casa de Bolsa ARKA (Casa de Bolsa).



Aquella ampliación resultó de muy adecuada factura y respetaba en buena medida el inmueble de valor histórico y sentimental para la familia Del Valle-Perochena. Aún ahora, el edificio sigue vigente y alberga las oficinas de la “Fundación Kaluz” institución con presencia en 9 países y que orienta los donativos que aportan las empresas del grupo hacia obras de subsistencia en materia de alimentación, vestido o vivienda, actividades de fomento al conocimiento, educación, salud, deporte, artes y entretenimiento…



A pesar de las transformaciones, la casa se ha mantenido casi intacta, excepción hecha de las adecuaciones necesarias para integrar las nuevas tecnologías que una oficina requiere. Una curiosa intervención, fue la sustitución de la cúpula de observación por un tragaluz de vidrios multicolores que sorprende a los visitantes.




113 años después de iniciada la edificación -y cuidadosamente conservada-, la casa Cusi / Del Valle sigue en pie en su predio de Paseo de la Reforma N°365, testigo en un fragmento de la historia de México.





Este Blog se ha hecho gracias al apoyo incondicional de Julieta Fierro; está dedicado a las “Grandes casas de México” y pretende rescatar fotografías e historia de algunas de las residencias que al paso del tiempo casi se han olvidado y de las que existe poca información publicada. El objeto es la divulgación, por lo que se han omitido citas y notas; si alguien desea mayor información, haga favor de contactarme e indicar el dato que requiere. A menos que se indique lo contrario, las imágenes provienen de mi archivo, que incorpora imágenes originales recopiladas al paso del tiempo, así como el repertorio de mi padre y parte del archivo de don Francisco Diez Barroso y sus imágenes de Kahlo; en general, he editado las imágenes a fin de lograr ilustrar mejor el texto. Si se utilizan las imágenes, favor de indicar la fuente –aunque advierto que pueden tener registro de autor–.



Conforme haya más entradas (¡Ya hay un centenar!), aparecerán en el índice a la parte superior derecha de ésta página…



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