jueves, 10 de octubre de 2019

La casa Cortina/Goríbar en la 5ª Calle del Congreso.




En un predio de 969 m², la sorprendente casa en la 5ª calle del Congreso de la Colonia Americana ‒con el actual N°113 de la calle de Versalles en la Colonia Juárez‒, fue diseñada y edificada desde 1906 por los arquitectos Manuel Cortina e Ignacio Gorozpe. De origen los extraordinarios interiores se diseñaron para don Joaquín Cortina Rincón Gallardo y su esposa Refugio Goríbar Zavala, residencia que erróneamente se dice pasó a propiedad de la familia Sanborns. Al paso del tiempo la casa pasó a albergar oficinas diversas incluyendo desde 1990 la Secretaría de Transporte y Vialidad (Setravi) ya como propiedad de Leo Noetzel del Castillo Negrete, y para 1995 fue escena de la sonada muerte del entonces Secretario de Transporte del D. F., Luis Miguel Moreno, para ceder luego sus espacios a la “Dirección General del Centro de Control de Confianza” de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal; ahora es baluarte de eventos sociales diversos (como la exposición sobre el Mundial Rusia 2018 o la semana de la moda de 2019) que se aprovechan de los sorprendentes interiores...




Don Joaquin Maria Bernardo José Cortina y Rincón-Gallardo nació en Ciudad de México hacia 1876, hijo de Miguel Cortina San Román (n.1845) y María Luisa Rincón-Gallardo Rosso (1846-1902), hermana mayor de Eduardo Rincón-Gallardo Rosso (1848-1906), Marqués Guadalupe Gallardo, padre de Carlos Rincón-Gallardo Romero de Terreros, 4° Marqués Guadalupe Gallardo, 3° Duque Regla, 11° Marqués Villahermosa de Alfaro, y tío de Carmen Rincón-Gallardo Romero de Terreros (1876-1966) Condesa San Bartolomé de Jala, que había casado el 12 de septiembre 1900 con Rafael Ortiz de la Huerta Flores, y que desde 1905 vivían al otro lado de la calle del Congreso… (Ver)


El diseño de aquella casa Ortiz de la Huerta y Rincón-Gallardo, se había encomendado al destacado arquitecto Manuel Gorozpe (que desde 1901 habitaría a unos metros de ahí (Ver), pero el matrimonio Cortina/Goríbar decidió encargar el diseño de la nueva vivienda a un par de jóvenes arquitectos que apenas recibían el título de la Escuela Nacional de Bellas Artes: Ignacio Gorozpe y Morán (n. 1877) que era el hermano menor de Manuel Gorozpe ‒hijos ambos de Pedro Miguel Gorozpe y Echeverría y Guadalupe Morán y Cervantes‒, y que había estudiado arquitectura con su primo Manuel Cortina García (n. 29 de mayo 1877), hijo de Manuel Cortina e Icaza –hermano de Francisco Cortina, padre de la Duquesa de Regla– y Luz García y López de la Cuadra.


Doña Concepción Cortina y Cuevas de Rincón-Gallardo y Romero de Terreros –duquesa de Regla– había sido instrumental en la creación del nuevo fraccionamiento que como “Colonia Americana” se desarrollaba desde 1897 y en 1909 se transformaría en la Colonia Juárez y así por parentesco, afecto y estirpe, estaban ligados propietarios, clientes y arquitectos…

Arriba, doña Concepción Cortina y Cuevas de Rincón-Gallardo y Romero de Terreros –duquesa de Regla– justo después de su boda; abajo el arquitecto Manuel Cortina García, sobrino de la duquesa y socio de Ignacio Gorozpe y Morán, autores del proyecto de la casa en la actual Versalles N°113.




Desde 1897 la fracción sur-oriente de un proyecto urbano de Salvador y Javier Malo Valdivielso se había concretado, trazando y urbanizando a manos de la “Chapultepec Land Improvement Company” –administrada por don Carlos Rincón Gallardo y Romero de Terreros‒ lo que pasaría a ser la “Colonia del Paseo”, sitio que entonces se consideraba sector “Correcto y deseable” en el desarrollo de la ciudad –urbanizada sobre el ángulo formado por los Paseos de Bucareli y Reforma–, y donde se edificarían algunas de las extraordinarias residencias y novedosos edificios con departamentos de la “Colonia Americana”.


Entre esos dos Paseos y hacia el sur-oriente, se extendería la “Colonia del Paseo” –urbanizada sobre terrenos adquiridos por don Joseph Limantour con dos largas calles paralelas a Bucareli nombradas Calle de Limantour (ahora Abraham González) y la vieja Calle del Congreso (ahora Versalles)‒, urbanización que ampliada mutó en Colonia Americana, de anchas y tranquilas calles con inventario de capitales europeas, jardinadas e iluminadas por la noche en sus cruces, bordeadas de espectaculares residencias. Arriba, una imagen de la Calle del Congreso, captada desde la esquina de lo que sería la calle de Berlín con el edificio de departamentos diseñado en 1907 por Regis A. Pigeon “para empleados consulares”; abajo, una imagen de la calle dedicada a Versalles –antes Calle del Congreso‒, mirando hacia el norte, al cruce con Marsella y Turín (aunque alterada, la casa a la extrema derecha de la toma aún subsiste).


Cuando se decidió ampliar la urbanización hacia el poniente, buena parte de los predios quedaron en propiedad del Banco de Londres y México y la “Compañía de Mejoras de los Terrenos de Chapultepec” –de don Carlos Rincón Gallardo y Romero de Terreros‒ con remate celebrado en 1896. Abajo, en el fragmento de un plano fechado en 1907 que describe la urbanización de la Ciudad de México, he señalado el trapecio que delimita la zona que inició como Colonia del Paseo y se llamaría Colonia Americana a cargo de la “Compañía de Mejoras de los Terrenos de Chapultepec” poblándose apresuradamente.


Así desde 1900 y como parte de la ampliación de la exitosa “Colonia Americana” se desarrolló hacia el sur-poniente ese nuevo sector -ya como Colonia Juárez-, con un trazo ortogonal al Paseo de la Reforma, con Hamburgo, Londres, Liverpool y Marsella paralelas a ese Paseo, y Bruselas, Berlín, Dinamarca, Nápoles y Havre perpendiculares. El último tramo de la Calle del Congreso, se transformaba ahora en Versalles, justo al llegar a la Avenida del acueducto de Chapultepec, en una manzana pentagonal limitada por Dinamarca, Marsella y Berlín…

En aquellos nuevos parajes edificarían sus casas -desde 1896- don Hugo Marquard y Mr. H. C. Waters, gerente general del Banco de Londres y México (Ver) o en 1903 el gobernador Diego Redo para María Teresa Vidal (Ver).


En ese contexto se edificó a partir de 1906 la residencia Cortina-Goribar a manos de la mancuerna Cortina y Gorozpe que ya desde 1899 había diseñado y edificado la magnífica casa de Rosales 200 (en la ahora intensamente transitada Avenida Guerrero, muy cerca de donde se levanta el “Caballo de Sebastián” en Reforma) y trabajaban en una casa para don Ignacio Cortina, frente a la glorieta al cruce de Londres y Dinamarca.




El matrimonio de don Joaquín Cortina Rincón Gallardo y doña Refugio Goríbar Zavala eran aún propietarios de algunas de las antiguas haciendas familiares en los límites de Jalisco, Guanajuato, Aguascalientes y Zacatecas en derredor a Ciénaga de Mata; bien nos dice Beatriz Rojas en “Las instituciones de gobierno y la élite local”: “Los Rincón Gallardo, desde muy temprano especializaron sus haciendas en los diferentes tipos de ganado que criaban. Desde 1662 Chinampas se dedicaba a las ovejas, la de Tecuán al ganado mayor, las de Encinillas y San Isidro de Peñuelas eran de labor; la cría de mulas estaba en la hacienda de Agostadero. Esta lógica perduró y en el siguiente siglo se siguió respetando esta distribución…” y se mantuvo vigente, aunque para el S. XIX parte de las haciendas habían pasado ya a manos de los Cortina y en parte constituían el acervo de don Joaquín y su esposa...


Además, el matrimonio era dueño de una desvencijada casona colonial (S. XVIII) en el pueblo de Tacubaya que de tiempo atrás se conocía como “Casa de la Bola”; en 1914, el matrimonio decidió refrescar la propiedad como casa de descanso y solicitó también al arquitecto Manuel Cortina García intervenir pisos y fachada. En 1942, esa propiedad pasaría a manos del señor Antonio Haghenbeck y hoy es museo que alberga una colección que conserva algunos de los efectos que amueblaron aquellas casas de los Cortina-Goribar.


Sobre el terreno de peculiar geometría y frente de apenas veinte metros sobre la Calle del Congreso ‒a escasos metros del aún entonces pueblo de “Romita” al otro lado de la Calzada del Acueducto‒, la nueva casa del matrimonio de Joaquín Cortina y Rincón Gallardo con María del Refugio Goríbar y Zavala vería llegar en 1906 a Joaquín Jr. (que casó en Octubre de 1941, con Susana Corcuera y García Pimentel 1914-1991), en 1907 a Antonio (que casó en Agosto de 1937, Ciudad de México con Guadalupe Riba y Landa 1909-1979), en 1910 a María Luisa (que casó con Daniel Escalante y Ortega), en 1911 a José (que casó en Noviembre de 1938 con Cecilia López Negrete Monteverde) y en 1913 a Rafael (que casó Octubre de 1939 con Adela Céspedes Rul) todos Cortina Goríbar y que pasaron su infancia en aquella morada.


El esquema –como muchas de las construcciones residenciales del período– alineaba la edificación a la banqueta, con un espacioso basamento de servicio sobre el que se alzaba la casa de majestuosas proporciones aunque sobria expresión exterior. Recuérdese que en el período, la Academia de San Carlos aún dictaba los lineamientos del “Buen Gusto” y tanto profesores como alumnos, estaban versados tanto en la tradición de la arquitectura clásica como en la selección de elementos extravagantes que afinaban el eclecticismo que en México predominaba en la primera década del S. XX.




En ese contexto, al exterior la residencia Cortina presentaría un conspicuo balcón de esbozo neoclásico y ornamentación de exégesis “mudéjar” como límite al margen de una composición, que de otra manera podría entenderse como de estricta disposición académica…



Como se señaló, el mayor arreglo en fachadas se dedica a la galería de la antesala, balcón que protegido por fustes de orden jónico y robustos estribos estriados, se abre con colorida decoración mirado desde el Oriente, resguardando un espacio que para el viandante estimula la curiosidad por inaccesible; apenas mirar el remate de la puerta de cristales coloridos -rematada con mosaicos polícromos- y las bovedillas vaídas recubiertas de ladrillos vidriados con firuletes pentalobulados, invita a sospechar los interiores.


De hecho, ese mirador es manifestación de las maravillas ornamentales que para el visitante depara el diseño interior de Cortina y Gorozpe, con piso y rodapié de mayólicas multicolores e intricado diseño de infusión moruna, muy en concordancia con el exotismo finisecular del imperante -aunque ya entonces destronado- eclecticismo académico…



Entrar a la casa se hacía entonces por aquel discreto y estrecho andador del sur -que desde un principio quedó constreñido por la edificación colindante-, para tomar la escalinata de generosa rampa que llevaba al “Piano nobile”, o llegar al medio patio permitía acceso a las muy diversas dependencias. Además, ese andador daba acceso directo e inmediato al semisótano que en las habitaciones del frente albergó un pequeño despacho, sala de juegos y salón fumador para los caballeros.



La relativamente frugal escalera de ascenso -que desafortunadamente fue modificada y despojada del ornato original- da paso a un par de recibidores o antesalas que con decoración de atauriques y arabescos, vestibulan el acceso a salones y otras dependencias; con atrevido colorido -ya perdido- resaltado por vidrios multicolores en puertas y ventanas, esas antecámaras debieron ser sorprendentes cuando contenían el amueblado original…


Arriba a la izquierda, la antesala Oriente y su ángulo sur -habiendo recreado el amueblado-, con puerta a la galería y ventana al andador; como complemento, a la derecha el salón mudéjar de la casa Braniff-Amor en Ribera de San Cosme (Ver), con los tradicionales pertrechos de un salón decorado a la manera del Al-Ándalus. Abajo, la puerta de antesala a galería -y sus vidrios multicolores- vista desde fuera.


A pesar de perder policromía y amueblado, el par de antesalas son notable ejemplo de aquel eclecticismo vigente en los primeros años del S. XX, y antecedente para valorar las notables habilidades decorativas que en otros salones desarrolló la mancuerna Cortina/Gorozpe…



Sin duda alguna, el aposento más asombroso de la residencia Cortina-Goribar en la Calle del Congreso debió ser el Gran Salón; con superficie de 160 m² y 6 m. de altura libre, la profusa iluminación de los ventanales aún permite deleitarse admirando la decoración que atavía pisos, muros y plafón, con suntuosas y complejas lacerías, atauriques y labrados con estrellas de seis y ocho puntas de estética barroquizante, que quisieran ser convite a la filigrana de la Alhambra…


Al exterior, los tres grandes ventanales no denuncian el decorado interior y sorprendentemente tampoco dan parámetro a la monumental gradación de ese espacio; el gran salón no es una propuesta excepcional y toda gran residencia del período debía acoger uno equivalente…


Como ejemplo, bástenos recordar el salón de la casa de doña Carmen Rincón-Gallardo Romero de Terreros Condesa San Bartolomé de Jala y Rafael Ortiz de la Huerta Flores, justo enfrente -en la Calle del Congreso Luego Versalles N°112-, o la casa de la hija predilecta del Presidente Díaz - Amada Díaz Quiñones- que casada con Ignacio de la Torre Mier y Celis habitaba frente a la Estatua ecuestre de Carlos VI, en el número 1 de la Plaza de la Reforma (Ver) y cuyo salón aparece fotografiado abajo…



El Gran Salón de la residencia Cortina/Goríbar debió ser de suyo y desde 1907, uno de los salones memorables en la Ciudad de México, que con ajuar y guarniciones disociadas de la estética arabizante de los muros, daba brío y firmeza a la energía ecléctica de la gran estancia.


No es extraño entonces, que en 2019 –a más de 110 años de creado‒ ese salón siga siendo sitio preferido para exhibiciones y pasarelas…


Aunque sorprende la carpintería en piso y arrimadero, de particular relevancia resulta el plafón de esa gran estancia, con imponente trabajo en yeso a manera de carpintería de lazo…


Tradicionalmente, la carpintería de lazo llegó a nosotros como labor de entrelazados en madera para cubrir la parte vista de las techumbres andalusíes y mudéjares. De concepción eminentemente geométrica, parte de una estrella de seis u ocho puntas que, mediante engarces o lazos va multiplicándose para dar lugar a una «rueda de lazo». De origen hispanomusulmán –de hecho nazarí-, tuvo sus primeras manifestaciones en los palacios de La Alhambra a comienzos del siglo XIV, pero pronto se difundió por toda la Península e islas Canarias, alcanzando en puntos muy alejados de Granada un nivel de perfección comparable al conseguido en los talleres de al-Ándalus; en la Nueva España, los ejemplos son numerosos, pero resaltan los trabajos en la iglesia de San Francisco de Tlaxcala, el artesonado de la Iglesia de Santo Domingo de Yanhuitlán -en Oaxaca- o de la vieja sacristías del Hospital de Jesús en la Ciudad de México…

Otras dependencias de Versalles 113 tienen un ornato menos pródigo, aunque en su momento el amueblado debió jugar papel importante en su decorado. El largo pasillo que comunica interiormente los diversos espacios aún conserva carpintería de magnífica factura y la iluminación/ventilación cenital permiten entender el cuidado con que Cortina y Gorozpe diseñaron los distintos espacios.


Mientras que las habitaciones se reúnen frente al medio-patio con orientación sur, el extremo Nor-poniente de la construcción concentra cocina, comedor, antesalas y otras dependencias con sus propios accesos a zona de servicios y espacios abiertos del patio trasero. Ahí, un nuevo vestíbulo con acceso desde patios y pasillo interior da acceso al Salón Comedor.


Remate a la circulación interior y con liga directa al Gran Salón, el comedor retoma la pompa decorativa de aquel, en un designio finisecular más acorde con la delicadeza del romanticismo europeo que con la intensidad del Magreb…


El amplio salón de pródigo ornato deja intocadas todas las superficies y entre los decorados destacan las pinturas de gran formato que engalanan muros y plafón con escenas bucólicas de encantadora confección. Entre el profuso trabajo de yesería del plafón, un tondo central se abre entre ramas y hojas a un alegórico y pulcro cielo, mientras que dos granes secciones de muro se visten -lujosamente encuadrados - con eventos pastoriles de asecho y persecución.


De nuevo, no es extraño entonces, que en 2019 –a más de 110 años de creado‒ ese salón siga siendo sitio preferido para sesiones fotográficas y pasarelas…


Para 1909, el propio arquitecto Manuel Cortina García usaría un recurso equivalente en su propia casa de la calle de Enrico Martinez, con magnífica escena campestre pintada en el espacio de la escalera; ya habrá oportunidad de garabatear acerca de aquella magnifica edificación…


Por de pronto, el salón comedor de aquella casa de doña Refugio Goríbar Zavala y Joaquín Cortina Rincón Gallardo –luego Leo Noetzel del Castillo Negrete‒ se conserva en envidiables condiciones y resulta sitio codiciado para eventos diversos.




Al paso del tiempo, el rumbo se transformó perceptiblemente y lo que había sido una zona eminentemente residencial pasó a ser bulliciosa zona comercial, a pesar de las innumerables y fastuosas residencias del entorno.



Un caso interesante es el de la casa aledaña (Versalles N° 115) –justo compartiendo la colindancia sur de la casa Cortina- Goríbar‒, que habiéndose edificado 1907 para albergar al representante del gobierno de la República Francesa ante el gobierno de México nunca llego a ocuparse a causa de los disturbios de 1910, y para 1945 fue adquirida en por el matrimonio de Stela y Frank A. Sanborn, casa donde sus hijos Jack y Francis visitaron frecuentemente aunque residieran en a Lomas de Chapultepec uno y la calle de Amberes el otro.


Arriba, una imagen de la casa de Frank Sanborn y la que desde 1917 era su segunda esposa, Stela ‒junto con Jack y Francis propietarios de “Sanborns Hnos.”, que en 1919 había inaugurado su nuevo local en la “Casa de los Azulejos” como casa matriz‒ donde se exhibía la colección de arte y plata, incluyendo porcelanas y tapetes persas. Desafortunadamente la casa fue destruida hacia 1960 y el terreno aprovechado como estacionamiento, pasando luego también a la propiedad de Leo Noetzel del Castillo; supongo que de ahí deriva el desliz de asumir que la casa N°113 de Versalles era junto con la N°115 (ahora 117 de Versalles) incluyendo sus 1,181 m² de terreno, era propiedad de Frank Sanborn…



Otra gran edificación destruida fue la casa Ortiz de la Huerta y Rincón-Gallardo (Ver https://grandescasasdemexico.blogspot.com/2017/05/la-casa-del-arquitecto-manuel-gorozpe-y.html ) justo al otro lado de la calle, para ser ocupado el terreno por el conjunto “Plaza Versalles 112” y sus diez edificios de cinco niveles con cincuenta departamentos. Sorprendentemente, el edificio de departamentos diseñado en 1907 por Regis A. Pigeon “para empleados consulares” aún se conserva restaurado y ampliado, aunque la sección norte del conjunto original desapareció luego de sufrir daños estructurales durante los sismos de 57 primero y 85 después.



La casa diseñada y edificada desde 1906 para don Joaquín Cortina Rincón Gallardo y su esposa Refugio Goríbar Zavala, se conserva intacta en el N° 113 de Versalles, y aunque ha tenido algunos sobresaltos a causa de sus ocupantes, se mantiene en perfectas condiciones. En abril de 1995 fue escenario del suicidio –de dos tiros en el pecho– del entonces Secretario de Transporte del D. F., Luis Miguel Moreno Gómez -amigo del regente Espinosa Villarreal- que puso al descubierto la venta ilegal de más de milquinientos juegos de placas a concesionarios de taxis y microbuses, y encabezó la investigación por el desvío de 26 millones de pesos de la ex Ruta 100 hacia el sindicato…


La casa diseñada en 1906 por los arquitectos Manuel Cortina e Ignacio Gorozpe con sus extraordinarios s interiores se mantiene reservada detrás de grandes árboles a unos pasos de Avenida Chapultepec y pocos se toman el tiempo de admirarla y descubrir la autoría labrada en la fachada.




Este Blog se ha hecho gracias al apoyo incondicional de Julieta Fierro; está dedicado a las “Grandes casas de México” y pretende rescatar fotografías e historia de algunas de las residencias que al paso del tiempo casi se han olvidado y de las que existe poca información publicada. El objeto es la divulgación, por lo que se han omitido citas y notas; si alguien desea mayor información, haga favor de contactarme e indicar el dato que requiere. A menos que se indique lo contrario, las imágenes provienen de mi archivo, que incorpora imágenes originales recopiladas al paso del tiempo, así como el repertorio de mi padre y parte del archivo de don Francisco Diez Barroso y sus imágenes de Kahlo; si se utilizan las imágenes, favor de indicar la fuente –aunque advierto que pueden tener registro de autor–.



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