En tres predios que sumaban casi 1,850m², adquiridos a “Fraccionadora de terrenos Cedros” por don Federico Terán en Julio de 1944, se construyó al año siguiente una sorprendente casa siguiendo un proyecto del ingeniero Arturo Collado. La edificación obedece a los cánones de la tradición “Californiana” que se popularizó en Polanco en años anteriores -aunque es de los últimos ejemplos que se construyeron-, y su interés primordial radica en los interiores…
Con profusas yeserías a cargo del señor Enrique López, la casa se edificó y decoró en 1945, y es de los pocos ejemplos que aún se conservan sin severas alteraciones en el espacio interior, sitio –que como muchas de las casas que subsisten en Polanco‒ ahora albergar oficinas.
Don Federico Terán fue un notorio empresario que inició carrera como representante sindical en Ferrocarriles Nacionales durante el período presidencial de Manuel Ávila Camacho y pasó luego a diversificar sus inversiones en explotaciones diversas, incluida maquila e industria automotriz. Abajo, don Federico con su hijo “Freddy” en 1944, portando el uniforme de la Monge Military School, de Castroville -Texas-, donde estudiaba entonces.
Chapultepec-Polanco se había creado entre 1937 y 38, como zona residencial frente a Chapultepec, en derredor a un parque y con algunos servicios; para 1944 había extendido su exitosa urbanización hacia el Este y Norte, integrando terrenos de cultivo que habían pertenecido a la Hacienda de “San Juan de Dios de los morales” y cuyo aprovechamiento estaba ahora a cargo de la “Fraccionadora de terrenos Cedros”
Desde el principio, el fraccionamiento se caracterizó por promover la arquitectura en boga durante el período, especificando que los terrenos con frente a la avenida Julio Verne, así como aquellas con frente al parque en las avenidas Emilio Castelar y Luís G. Urbina, serían “RESIDENCIAS ESTILO COLONIAL”. (ver: http://polancoayeryhoy.blogspot.mx/2011/03/la-arquitectura-neocolonial-de-polanco.html)
En tres predios que sumaban poco menos de 1,850m², adquiridos a esa “Fraccionadora de terrenos Cedros” por don Federico Terán en Julio de 1944 -lotes N° 15 y 16 de la manzana 36, que oficialmente contaban 1,073 m² por los que pagó $9,496.oo (aunque el predio es un poco más grande)-, más una operación adicional por el predio contiguo hacia el sur con 585 m² (y que se usó como jardín por algunos años)-, el terreno para la casa acumuló 1,848.97m².
Las construcciones edificadas hacia los costado norte y poniente del amplio terreno y superficie construida de 1,415 m², contaba además de plantas baja y alta, sótano y torreón en el edificio principal, con cocheras, lavandería, tres habitaciones de servicio y una arcada frente a la piscina en una construcción anexa.
El diseño y edificación corrió a cargo del ingeniero Arturo Collado, adhiriéndose a los cánones que desde final de los años 30’ se habían popularizado en el fraccionamiento Chapultepec-Polanco, con las edificaciones de Eduardo Fuhrken (ver: http://polancoayeryhoy.blogspot.mx/2011/04/la-casa-de-los-gatos.html y/o http://polancoayeryhoy.blogspot.mx/2011/03/la-arquitectura-neocolonial-de-polanco.html ), a pesar de que para 1945 era ya una corriente que se veía desbancada por la modernidad internacional. Quiero pensar que don Federico Terán quería dar ascendiente a su residencia, emulando las casas de destacados habitantes de la ciudad que habían abrazado ese estilo “Californiano” que tan bien se aclimató en el México de los años 30, sin hacer caso a las agudas críticas, que llamaron “Charrigueresco” (como sarcasmo ante el Churrigueresco) al estilo favorecido por los “líderes sindicales que se adherían a la tradición del charro Jesús Díaz de León…” (José Agustín).
Cuando en 1945 se edificó la casa, la nueva sección “Reforma” del fraccionamiento Polanco, era zona exclusivamente residencial y una manera de entender el contexto inmediato, puede ser la fotografía de arriba: tomada años después desde el “porch” y mirando hacia el oriente, puede verse el acceso de autos y la calle de Eugenio Sué, donde se adivina lo que parece ser un Dodge 1948; al otro lado de la calle, la casa número 335, que aunque modificada, aún existe con su volumen elevado y techo a cuatro aguas, cubierto de tejas.
Al exterior, la casa Terán cedía espacio al frente para jardines protegidos por rejas ornamentales y presentaba varios volúmenes escalonados, donde las perforaciones de puertas y ventanas se engalanaban con decoración tallada en cantera rosada de Querétaro y los techos inclinados quedaban recubiertos con tejas coloradas; de particular interés resulta la decoración del acceso principal, cuya exuberante ornamentación en hierro forjado está enmarcada por profusa talla decorativa que desafía los trabajos de la tradición del barroco novo-hispano…
Como es común encontrar en el período, la decoración interpreta elementos ornamentales del S. XVIII -en éste caso pilastras estípite-, mezclando y solazándose en la producción de una portadilla neo-barroca que incorpora roleos, hojarasca, molduras y cornisas sobrepuestas, merlones, veneras e incluye amorcillos sosteniendo una corona floreada…
En general, la talla es correcta, aunque tosca en los detalles; la ornamentación de la portada se repite en las amplias ventanas de planta baja y repisas de las ventanas del segundo piso, aunque únicamente aparece sobre la fachada oriente, considerada fachada principal.
La casa Terán se desplanta hacia la colindancia norte del predio –rodeándose de áreas jardinadas hacia oriente y poniente-, a fin de dar la mayor amplitud posible hacia la orientación sur; la edificación se desarrolla en torno a un gran espacio central –HALL–, que de cierta manera interpreta al patio tradicional, pero techándolo y transformándolo en el eje en derredor del que se desarrolla la actividad interior. Abajo, una planta redibujada del diseño original, cuando la casa aún conservaba el predio sur, dedicado a acoger jardín, piscina y arcada del asoleadero.
Al interior, la casa se exhibía con profusa ornamentacion de inspiración barroca, elaborada en yeso polícromo, con aplicaciones diversas (pintura, fresco, óleo, hoja de oro), además de candiles, barandales y ventanas en hierro forjado, columnas entorchadas en cantera rosada de Queretaro, cierros y puertas en madera de cedro tallada y pisos en granito, mosaico y terrazo rojo. Abajo, en una imagen de hará treinta años –tomada por Dito Jacob–, la doble altura del “hall” de la casa Terán, visto desde el acceso de vehículos o “Porch”, luego de franquear el doble batientede la puerta de hierro forjado.
De manera general, en la decoración de la casa podían encontrarse influencias diversas, desde los tradicionales cordones formando casetones romboides en los plafones, con pinjantes en las intersecciones y piñas marcando los ganchos de candiles, hasta arcos polilobulados apoyados en columnas entorchadas talladas en cantera e interpretando capiteles de características fantasiosas…
Siempre sorprendente en el interior la sucesión de espacios contenidos por arcos, y los tratamientos decorativos distintivos para cada una de las habitaciones, donde bovedas de pañuelo y molduras se trabajaron con intrincados diseños vegetales y/o pintaron con motivos ornamentales, emulando frescos renacentistas en unas recamaras o diseños de William Morris en otras.
Las habitaciones más sorprendentes en lo que a decoración se refiere, eran el saloncillo para recibir y el gran comedor, que con chapitel para iluminación indirecta, paños abovedados y pinturas al fresco, daba marco en altura al candil de bronce y cristal.
El comedor conservó por varios años el peculiar amueblado, que con una mesa para 14 convidados, aparadores, mesas de apoyo y buffet, se descubría con una decoración de enormes hojas de acanto -talladas y doradas- y brocado dorado en sillas y colgaduras.
Lo sorprendente, es que frente a esa decoración un tanto arcaizante contrastaban los servicios, que integraban las más avanzadas novedades del momento; así por ejemplo, la amplísima cocina (más de 30 m²), incorporaba estufas de gas y eléctrica, extractor de humos, refrigerador y congelador integrados al diseño, fregadero de varias tarjas, así como y mesa de preparado y gabinetes metalicos.
Relevantes también resultaban los cuartos de baño, que con aderezos distintivos mostraban los adelantos y cromática populares durante la segunda mitad de los años cuarenta. Ejemplifico con imágenes de uno de los baños de la planta alta: “El baño verde” con superficie de 15 m², que contrastaba mosaicos de color “verde pistacho” y “rosa ballerina” con muebles de ambos colores, para un resultado que aún hoy resulta asombroso…
Siempre me llamó la atención el que ese cuarto de limpieza contara, además de lavabo, regadera, tina, excusado y mingitorio –cada uno en su respectivo nicho y arco-, con una maceta decorada con motivos modernos y una porcelana exclusiva para lavarse los dientes, cuya curiosa singularidad era verter agua por el perímetro del cuenco.
Hacia 1950, la casa perdió los 585 m² de la sección sur del predio y aunque sobre la nueva barda y frente al “porch” se forjó una fuente, la reducción del jardín y edificación de una nueva residencia adosada a la colindancia incidieron severamente en el talante de la casa Terán.
La familia siguió ocupando el inmueble, y cuarenta años después de edificado -luego de diversos vaivenes familiares- se puso en venta en 1985, para ser adquirido por una federación que había perdido sus instalaciones luego del colapso del edificio que las albergaba en Av. Niños Héroes, a causa del primer sismo del 19 Septiembre de ese año.
Afortunadamente la Federación decidió mantener y restaurar la casa, rescatando y devolviendo las características decorativas al inmueble, adecuando las áreas y poniendo al día las instalaciones, y para tal efecto contrató al arquitecto Eduardo Hurtado y Pasos; así, la restauración inició en Septiembre de 1986.
La intervención asignó nuevos usos a cada uno de los espacios de la casa, restituyendo elementos decorativos deteriorados y haciendo una clara separación entre los espacios dedicados a las oficinas de la federación y los sitios para reunión de los miembros.
Por los nuevos requisitos funcionales -que exigían varias salas de juntas-, el gran hall se dividió con separaciones de cristal, que afortunadamente pasaban casi desapercibidas y permitieron el funcionamiento de la que había sido una casa, como sede de una agrupación de negociaciones contractuales.
El torreón, que de origen albergó un salón de juegos con mesa de billar y había sido remodelado como una sala de conferencias, pasó desde 1987 a albergar una oficina de diseño arquitectónico, sitio desde el que los ocupantes gozaban de magníficas vistas hacia Polanco.
En un artículo de la revista “EL OBELSCO”, publicado en octubre de 1986 y titulado “Demoler o Restaurar en Polanco”, el arquitecto Manuel Berumen usó la casa como ejemplo de restauración, junto con las casas restauradas por Jaime Reygadas y Ángel Calvo (Rosela), Fernando Gutiérrez (Felguerez) e Ismael Rego (Domit).
La Federación ocupó la casa por poco más de veinte años, para ser vendida de nuevo en la primera década del S. XXI. Los nuevos propietarios respetaron la edificación, aunque modificaron el frente, creando espacio para el estacionamiento de visitantes sobre la restricción y retiraron las rejas de acceso; además crearon una nueva ventana -recreando marco de cantera y herrería- para una habitación en la zona de colindancia norte, donde -de origen- había un cubo de luz y patio de servicio.
En el jardín trasero, se edificó un inmueble de dos niveles contra la colindancia poniente, ampliando en unos 270 m² la superficie útil construida. Desafortunadamente, en el proceso también se eliminó casi la totalidad de superficie permeable del terreno…
En algún momento, el frente de la casa se remodeló para recibir una concesionaria de motocicletas, con una magnífica intervención que se retiró años después.
Hasta donde entiendo, la edificación de 1945 se conserva íntegra al interior, como ejemplo de esa arquitectura que fue tan mal vista por los arquitectos vanguardistas de la modernidad, pero tan socorrida por los constructores de la post-guerra…
Este Blog se ha hecho gracias al apoyo incondicional de Julieta Fierro; está dedicado a las “Grandes casas de México” y pretende rescatar fotografías e historia de algunas de las residencias que al paso del tiempo casi se han olvidado y de las que existe poca información publicada. El objeto es la divulgación, por lo que se han omitido citas y notas; si alguien desea mayor información, haga favor de contactarme e indicar el dato que requiere. A menos que se indique lo contrario, las imágenes provienen de mi archivo, que incorpora imágenes originales recopiladas al paso del tiempo, así como el repertorio de mi padre y parte del archivo de don Francisco Diez Barroso y sus imágenes de Kahlo; si utilizan las imágenes, favor de indicar la fuente –aunque advierto que pueden tener registro de autor–. Conforme haya más entradas (ya hay 60), aparecerán en el índice a la derecha de ésta página…
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