martes, 30 de noviembre de 2021

La casa de Alfredo y Ernesto Chavero en el N°2018 de la Avenida Poniente 8 ‒Calle de Artes N°30‒.

Hoy Madrid N°3 y Antonio Caso N°30, en la Colonia Tabacalera…



Don Alfredo Chavero fue uno de los hombres que engrandecieron la cultura en México estudiando su historia; su hijo Ernesto publicó incansable acerca de la sociedad de su momento. Ambos habitaron la casa que ‒aunque deteriorada y en venta para demolerse‒ aún se conserva en la Colonia Tabacalera.


Don Alfredo Chavero es colectivamente recordado por su intervención en la obra monumental/enciclopedia “México a través de los siglos”, ‒designada "Obra única en su género"‒ sobre la historia de México, que fuera publicada en 1884 por las casas editoriales de José Ballescá Casals (España) y Santiago Ballescá Farró (México); con la dirección editorial del general Vicente Riva Palacio (él mismo se encargó de escribir el segundo tomo, dedicado a la Colonia), Chavero se encargó del Tomo I: "Historia antigua y de la conquista" (desde la antigüedad hasta 1521).


En la conclusión a su tomo, don Alfredo escribió en 1883:
“He terminado mi tarea, y si he tenido que hacerla con la precipitación natural, tan solo en veinte meses, usando únicamente mis elementos propios y sin auxilio de otras personas, válgame al menos que es resultado de diez y seis años de constante estudios, habiendo consultado cuantas obras importantes se han publicado sobre la materia… Estoy muy lejos de creer que he hecho una obra perfecta: he escrito cuanto sé, sin pretensiones de haber acertado. Y si en ella, por acaso, hubiere algo bueno, recíbalo como humilde homenaje mi patria.”



Alfredo Chavero Cardona había nacido en la Ciudad de México el 1° de febrero de 1841, hijo de don José María Martínez de Chavero Miraval que en segundas nupcias había casado con doña María Gertrudis Cardona Burgos. Efectuó estudios profesionales en el Colegio de San Juan de Letrán ‒en la antigua Calle de San Juan de Letrán (hoy Eje Central), entre las actuales Venustiano Carranza y Madero‒, donde se tituló como abogado. Inició carrea como político al ser diputado por un distrito del estado de Guerrero y en ese tiempo colaboró además en el periódico “El Siglo XIX”. Fue también magistrado del Tribunal Superior del Distrito, síndico del Ayuntamiento de México y de luego reelecto como diputado, cargo que ejerció hasta su muerte.


Además de abogado y político, fue poeta, dramaturgo, historiador, arqueólogo y masón entre otras muchas probidades. Casó en 1867 con Guadalupe Rosas Soriano, con quien engendraría nueve hijos de los que apenas cuatro sobrevivieron hasta la edad adulta: Ernesto (n.1874), Sara (n.1875), Magdalena y Victoria (n.1888) –todos Chavero y Rosas. De Ernesto, hablaré más adelante.

Como dije, don Alfredo sería además masón -Rito Escocés-, nombrado en 1878 Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo de México y ampliamente respetado por sus pares...



Uno de sus cargos culturales relevantes, fue ser –desde 1903‒ director del Museo Nacional de México, aquel acervo histórico creado por Maximiliano I, que estaba instalado en la vieja Casa de Moneda; se cuenta que ante la insolvencia prevalente, renunció a percibir salario, “con el ánimo de extender su actividad en beneficio del país”. Además inició la tradición de publicar un Boletín Oficial que ahora conocemos como Boletín del INAH.



Dados sus innegables méritos como orador y la amistad que los unió, a la muerte del presidente Benito Juárez, pronunció Chavero ‒en representación del Ayuntamiento de la Ciudad de México‒, un discurso durante los funerales en el Panteón de San Fernando el 20 de julio de 1872:
“Gloria es de varones ilustres triunfar de la muerte; pues mientras ésta cava a las generaciones la fosa del olvido, vencida y humilde abre la puerta de la inmortalidad a aquellos que por sus virtudes merecieron ceñir su frente con imperecedero laurel. ¡Hermoso destino el de esos hombres! Su vida es la lucha; su muerte es la victoria.”
Hoy, la gratitud de un pueblo viene a su sepulcro para hacer su apoteosis. Los griegos lo habrían elevado al cielo de sus dioses como a Teseo. Los toltecas lo habrían convertido en estrella como a Quetzalcóatl. Nosotros, lo levantamos a ese otro firmamento de la inmortalidad, en que preside Hidalgo.”



Desde 1876 don Alfredo Chavero publicó su “Ensayo Arqueológico” en que estudiaba la “… gran piedra que está verticalmente está adherida al lado occidental del cubo de una de las torres de la Catedral de México”; gracias al documento, se trasladó en 1887 el monolito para su salvaguarda al Museo Nacional y en buena medida, también por eso podemos admirar la “Piedra del Sol” en el eje central del Museo Nacional de Antropología, a donde fue trasladada en junio de 1964.



Para 1903, don Alfredo publicó los Anales del Museo Nacional de México su “Disquisición Arqueológica: El Monolito de Coatlinchan”, documento en que hablaba de la doña Zella Nuttal y del ing. Téllez Pizarro en torno al “…ídolo derribado cerca de Coatlichan” y que causó gran revuelo entre la comunidad especializada.

Al año siguiente el propio Leopoldo Batres publicaba una repudia contra Chavero en que arremetía en contra de la tesis de que el monolito no representaba al dios Tlaloc, sino a una deidad ‒femenina‒ de las aguas Chalchiuhtlicue:
“Voy á probar que las razones que aduce el Sr. Chavero, para demostrar que el monolito de Coatlinchán no es un Tlaloc, son sofísticas.”

Aunque al paso de los años diversos autores ‒incluido Eduardo Matos Moctezuma‒ han dado su opinión acerca del tema, la verdad es que el monolito de Coatlinchan no permite, por sus solas características, el emitir una opinión definitiva sobre la deidad de que se trata. Aun así, desde abril de 1964 sigue recibiendo en el Paseo de la Reforma, a quienes visitan el Museo Nacional de Antropología… “Ahí donde está Tlaloc”


La producción literaria de don Alfredo no solamente es prolífica en el ámbito arqueológico, sino tiene amplísima representación en teatro y novela, con Xóchitl ‒drama de1877‒, Bienaventurados los que esperan ‒comedia de 1877‒, La ermita de Santa Fe ‒drama también de1877‒, Quien más grita, puede más ‒prosa de 1878‒, El valle de lágrimas ‒drama de 1878‒,Quetzalcóatl ‒tragedia también de 1878‒, Fantasca ‒ópera bufa de1878‒, El sombrero ‒comedia de1879‒, El paje de la Virreyna ‒zarzuela de 1879‒, El duquesito y La gitana ‒óperas cómicas también de 1879‒, Los amores de Alarcón ‒poema dramático de1879‒, El conde Palakis de 1882, El alcalde de Palacio de 1888, En los gabinetes (juguete cómico, en un acto, en verso), La hermana de los Ávilas (drama en tres actos y en verso), El aviso en el puñal, El mundo de ahora (comedia en cinco actos, en prosa), etc…



Para la familia, don Ernesto edificó desde 1889 una casa con frentes a la elegante calle de Artes y la apenas trazada Madrid, sobre un terreno de 516m² y curiosa geometría, hogar en el que además colocó inicialmente su abultado archivo histórico –biblioteca creada a partir de los libros que adquirió de don José Fernando Ramírez en 1872‒, conjunto documental que luego mudó a un inmueble en la calle de Madrid N° 27 –casi esquina con París‒ y después se vendió con la condición de que nunca saliera de México ‒cláusula, que tiempo después se incumplió‒.


Aquella afamada biblioteca creada sobre la de don José Fernando Ramírez incluía documentos de la talla del “Códice Chavero de Huexotzingo” ‒18 láminas que presentan glifos y cuentas según el sistema de números y medidas mesoamericano, documentación de un juicio promovido por la comunidad de Huexotzingo en la Real Audiencia contra sus oficiales de república‒ que perteneció antes a la colección que reunió el historiador y anticuario Lorenzo Boturini, y fue donado en 1906 al Museo Nacional de México y es ahora resguardado en dos partes, una –la relatoría‒ en el Archivo General de la Nación y otra –la donada por Chavero‒ en la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, en el acervo de “documentos de la bóveda”, catalogado como MNA 35-2. (Ver)


Aquella magnífica biblioteca sirvió como base al cúmulo de publicaciones de Chavero, que incluyeron el Tomo I de “México a través de los siglos”, su “Ensayo arqueológico” en El Renacimiento (1869), “A la memoria de Hidalgo” en El Federalista (1875), “Sahagún” (1877), “Explicación del códice geográfico de Mr. Aubin”, apéndice a la Historia de Nueva España e islas de Tierra Firme (1880), “Teotihuacán”, en El Renacimiento (1894), Pinturas jeroglíficas (1901), Calendario o rueda del año de los antiguos Indios (1901); además, “Los signos de los días” (1902), “Fundación de México Tenochtitlan”, “Apuntes viejos de bibliografía mexicana” (1903) o “Calendario de Palemke - Signos cronográficos.” (de 1906, año de su muerte).



La casa Chavero Rosas se encargó en 1888 al arquitecto e ingeniero Civil Eleuterio Méndez –maestro de “Caminos Comunes y Ferrocarriles” en el Colegio de Ingenieros– que se había hecho de notoriedad al intervenir el edificio del “Palacio de Minería”, sustituyendo en colaboración con el ingeniero don Emilio Dondé, la cubierta ejecutada por Antonio Villard Olea en 1830 que remplazó la original– creando la nueva bóveda y linternilla de estructura de acero que hasta hoy cubre la magnífica escalera. El arquitecto Méndez también diseñó su propia residencia en la calle de Providencia (hoy Artículo 123) y la casa para la familia Romero Rubio en la calle de San Andrés, intervención que aún llega a nosotros a unos pasos del Museo Nacional de Arte (Ver).


En su diseño para la apenas creada calle de Madrid, Méndez recurrió al tradicional esquema de patio con fachada alineada a la calle con dos pisos, y diseñado el frente a Madrid como acceso principal, mientras que la calle de Artes el alargado frente recibiría un arco cochero para acceder a un patio triangular.

La “Calle de las Artes” formaba parte del trazo que se había planeado desde 1861 como un fraccionamiento sobre terrenos propiedad de doña Josefa de Terreros de Algara y al que se llamaría “Colonia de los arquitectos”, a cargo de Eduardo García y Francisco Somera que lo urbanizaron a partir de 1862, con la idea de alojar residencias diseñadas por los arquitectos de la Academia de San Carlos; desde 1878 se dotó a la calle con un servicio de tranvía denominada “La Vía Férrea de la colonia de los Arquitectos”. Aunque la hermosa “Calle de las Artes” es ahora una vía rápida que rinde homenaje al maestro don Antonio Caso ‒fundador del Ateneo de la Juventud‒ y parte de la Colonia San Rafael, la sección lindante al Paseo de la Reforma ‒y parte de la Colonia Tabacalera‒ se había reservado para ser el terreno que albergaría la “Exposición Internacional Mexicana de 1880”…


Arriba, el “Plano General del Palacio de la Exposición Internacional Mexicana de 1880” –nótese que el norte está hacia abajo‒ tomado del dibujo del arquitecto y arqueólogo Ramón Rodríguez Arangoiti de 1879 (que se conserva en el AGN) donde se edificaría una estructura de la “Edge Moor Iron Co.” como Edificio Central de la Exposición”; los jardines que se señalan con el N°6 –y donde a partir de 1884 se trazarían las calles de París y Madrid (con una estrella he marcado el sitio aproximado en que se edificó la casa Chavero)– se indican como “Terrenos dedicados a los departamentos de Agricultura y horticultura y al establecimiento de Teatros, Fondas, etc…”


Arriba, en un fragmento del Plano de la Ciudad de México publicado por José Montauriol y que corresponde a 1889, aparece la ya urbanizada “Colonia de los Arquitectos”, con su límite sur en la calle estrecha que colindaba con la nueva estación ferroviaria de pasajeros Palmer-Sullivan (vías de riel angosto, que unían la Ciudad de México con Manzanillo y la entonces Villa de Nuevo Laredo) y que ahora -ampliada- llamamos Sullivan; en el plano también he marcado con una estrella el sitio donde se construiría la casa Chavero-Rosas con frente norte a la calle de Artes y la apenas trazada –en ese 1889– calle Madrid que haría cruce con París sobre los terrenos de la frustrada Exposición de1880.


En 1871 el arquitecto Ramón Rodríguez Arangoiti había sido convocado por don Antonio Escandón para ejecutar un monumento en honor al Genovés Cristóbal Colón, aprovechando algunos bocetos que antes ya había realizado Manuel Vilar; en 1873 don Manuel encargó nuevas esculturas para el monumento Charles Cordier, encomienda que llegó a Veracruz en 1875 y sería montada en la glorieta que para tal efecto había reservado Maximiliano I en el Paseo ‒ya entonces llamado Paseo de la Reforma‒, frente al Palacio de la Exposición Internacional Mexicana de 1880.


Para el encargo mexicano, Cordier realizó hacia 1873 la estatua de “Christophe Colomb”, flanqueada por cuatro extraordinarias figuras de dominicos y franciscanos (Juan Pérez de Marchena, Diego de Deza, Bartolomé de las Casas y Pedro de Gante) que apuntalarían la misión evangelizadora; además, ejecutó también en bronce dos relieves que adornaban el pedestal y que representan las selvas vírgenes y la construcción de la primera capilla en tierras americanas. Las esculturas se presentaron al público francés a inicio de 1875 frente al "Palais de l'Industrie" al lado de Champs Elysées y en México fueron bien recibidas…


Al paso del tiempo, la zona de la glorieta se transformó en referente y más cuando al cruce de Reforma y Artes don Francisco Zepeda inauguró el “Gran Café Colón” que en su prosa modernista Manuel Gutiérrez Nájera, invitaba:
…Por las tardes esa pequeña faja trazada por el café de Zepeda, parece como desprendida de un parisiense boulevard. Los últimos rayos del sol, como tomando las últimas copas para irse a dormir de buen humor se disputan los vasos, y pagan convirtiendo en topacio la cerveza, en oro el cognac, el absintio en esmeralda, y la grosella ‒la más inocente de las bebidas‒, en rubor.


Así, la zona aledaña a la “Glorieta de Colón” comenzó a poblarse y se volvió relevante sitio de reunión y convivencia, y más en torno al monumento que sería grandemente elogiado, aunque ya en el S.XXI los sentires sociales le dieran la espalda, al grado de retirar estatuas y placas, dándole al zócalo vacío el extraño calificativo de “Antimonumenta temporal Glorieta de las mujeres que luchan”…



Hacia el fin del siglo XIX, la zona del Paseo de la Reforma y en particular detrás el “Gran Café Colón” con las calles de Artes e Inválidos, se transformaron en el sitio más cotizado del crecimiento de la ciudad, más aún cuando se dio la noticia de la edificación del nuevo Palacio Legislativo, para el que se convocó un concurso internacional en 1897 y que daría pie a la edificación de un magnífico edificio del que aún queda vestigio del Vestíbulo de Pasos Perdidos y su cúpula en el Monumento a la Revolución…


Una de las edificaciones más sorprendentes de ese impulso, sería la residencia que don Guillermo De Landa y Escandón edificó en la esquina de la 2° calle de Artes (avenida Poniente 8) y la calle de Inválidos y que se edificó a partir de 1903, justo frente a la casa Chavero.


Arriba, el detalle de una toma aérea fechada en 1932, en que aparece al centro la casa de don Guillermo De Landa en la esquina que forman las calles que hoy llamamos Maestro Antonio Caso y Vallarta –detrás del edificio “Plaza Suites, Mexico City” (Ver ). Aquel diseño seguía un proyecto de la importante firma inglesa “Waring & Gillow, Ltd.” y contrasta con las residencias que en el siglo anterior se habían edificado en la zona aledaña, incluida la casa Chavero-Rosas, que aparece señalada en rojo.


La espectacular casa Landa/Osio aún se conserva –aunque fatalmente modificada‒ y es un ejemplo de excepción entre las edificaciones del período; justo enfrente –al otro lado de la calle de Artes‒ la casa de don Alfredo Chavero debió parecer modesta, aún a pesar de los magníficos acabados de la casa edificada en 1888.

Dado el lapso en que la familia ocupó la casa y las modificaciones que se ejecutaron tanto por doña Guadalupe Rosas y luego por Ernesto Chavero, no tengo absoluta certeza del período al que representan cada una de las siguientes tomas, pero sé que pueden ayudar a entender la disposición interior del inmueble en los diversos períodos.


Arriba y abajo, dos fotografías de los amueblados que resultan propios del fin de siglo en las residencias de la Ciudad de México e ilustran claramente el interior de lo que debió ser la casa Chavero a fin de siglo XIX.

En el Salón, ya aparecía como parte de la guarnición un candil electrificado –parte de las modernas instalaciones con que desde 1886 se dotó al área fraccionada‒ así como el papel tapiz de apremiantes motivos, que la “Casa Claudio Pellandini” –en la 2° calle de San Francisco‒ mercó con gran éxito desde 1885. En el antecomedor, un cierro de cristal separaba –muy a la usanza del período‒ áreas de servicio y sería también recurrente para desvincular zona de baño y recámaras.



A pesar de los innumerables méritos de don Alfredo, el 24 de octubre de 1906 ‒a los 65 años‒ murió en su casa y en los días siguientes incontables homenajes y menciones se hicieron a su persona; la Academia de la Lengua –en la que ocupaba la XIV silla, como miembro de número desde 1884‒ le rindió sentido homenaje que mencionaba:
Fue de los insignes mexicanos que defendió la soberanía de México, en un penoso itinerario a lo largo del país. Para 1878 Alfredo Chavero fue elegido Gran Comendador del Supremo Consejo de México, y se le recuerda como de gran liderazgo, y defensor de la regularidad y ortodoxia en la Masonería.



El Pleno de la Cámara de Diputados rindió un homenaje con “Cuerpo presente” el 26 de octubre y sorprendió el número de oradores y arreglos florales que se acumularon; tiempo después y como parte del programa de “Recuperación histórica” de la Dirección de Monumentos Coloniales y de la República, se colocó al lado de la puerta de la casa –tanto sobre la calle de Artes como la calle de Madrid‒, placas que recuerdan el sitio de muerte de don Alfredo.



Doña Guadalupe Rosas Soriano ya viuda de Chavero (había casado desde el 8 de enero 1898 con don Alfredo) siguió habitando la casa y se encargó de desmontar la biblioteca de la calle de Madrid N° 27, pero dadas las realidades familiares, la casa de Artes N°3 sería ocupada por su hijo Ernesto.


Ernesto Manuel Luis Chavero Rosas, había nacido en la Ciudad de México el 4 de junio de 1874 –cuando ya su padre era reconocido como destacado arqueólogo y diputado‒ y sería bautizado quince días después; sexto hijo del matrimonio de don Alfredo Chavero Cardona y Guadalupe Rosas Soriano sobrevivió a sus cinco hermanos mayores ‒José María (n.1867), José Guadalupe (n.1869), María de la Concepción (n.1870), José Rafael (n.1871), Ana María (n.1872)‒ y sería destacado político y editor apenas años después.

Educado en el erudito entorno de escritores y políticos creado por su padre, Ernesto Chavero sorprende a quien le investiga, aunque apenas Imelda Ugalde Andrade se ha interesado en estudiarlo, y su publicación merecería ser reconocida (Ver).

Ernesto Chavero estudió Derecho ‒carrera que terminó en 1896‒, e inmediatamente se integró a la política, primero como diputado suplente del Tercer Distrito del Distrito Federal y para 1897 diputado local en la Legislatura XVII; en 1900 sería nombrado miembro del Congreso de la Unión, donde ejerció como diputado federal propietario por el 3er. Distrito del Estado de México, cargo que conservó por 12 años.


Dada su presencia política, Chavero se hizo amigo de Carlos María de Roumagnac García (Madrid, 1869 – Ciudad de México, 1937), principal precursor de la abolición de la pena de muerte en México, al que se considera uno de los fundadores de la criminalística y la criminología en el país. Roumagnac vivió el tránsito del Porfiriato a los inicios de la Revolución Mexicana como periodista, jefe de policía y criminólogo, y sería importante influencia en Chavero; además, estableció también una cercana amistad con don José Luis Requena, destacado capitalista que sería apoyo trascendental para sus aventuras editoriales.


José Luis Requena, erigió una fortuna gracias a la explotación de la fructífera mina “La Esperanza” e innumerables y atinadas inversiones que le permitieron influir en la política mexicana; además, remodeló una casa en la calle de la Santa Veracruz, que sería una de las obras interiores más logradas del “Art Nouveau” en México (Ver).

Luego de terminar los cursos en la Escuela de Jurisprudencia en 1896, Ernesto Chavero pasó a ser Diputado Suplente en la Cámara y para 1898 contrajo matrimonio en con la hermosa Beatriz Híjar y Haro Milán, hija de don Juan Bautista Híjar y Haro Abad (1830-1897) y Wenceslaa Milán Rojo (1843-1908), con quien engendró a Alfredo Chavero Híjar y Haro (n.1900) que crearía su propia y destacada carrera al frente de la Escuela Bancaria y Comercial, María Luisa (n.1906) y Carmen (n.1907).


Arriba, doña Beatriz Híjar y Haro de Chavero con María Luisa (n.1906) o Carmen (n.1907) Chavero Híjar en la casa de Madrid N°27.

Aquella relación comenzó gracias a la amistad de Ernesto con Alfredo Híjar y Haro –hermano de Beatríz‒, joven artista con quien Chavero tendría una muy cercana relación y con quien colaboraría en varias empresas editoriales, y que además participó en los preparativos para las celebraciones del Centenario de la Independencia de México con la magnífica “Cromolitografia” (impresa en gran formato 273x104cm) para la “Comisión Nacional del Centenario de la Independencia de México”.


La relación con Alfredo Híjar y Haro llevaría a Chavero a participar en quella clebración de 1910, pero también a injerir en diversas empresas que no prosperaron –como una Fábrica fundidora de fierro y otras aventuras fabriles con Gregorio E. González‒ y ya entrado el S. XX aventurarse en el campo editoria con una publicación periódica e ilustrada que sería exitosa pero requirió de grán capitalra adquirir maquinaria y mantenerse en circulación…



Así, con Ernesto Chavero, Requena creó la revista de gran formato “Arte y Letras”, que acogía a poetas del Modernismo, tanto mexicanos como hispanoamericanos y además de esas secciones literarias, contó artículos de información cultural dedicadas a la mujer, o notas como "Por los teatros", "Bellas artes" –frecuentemente firmados por Híjar y Haro‒, y el apartado "Desde París", epístola mensual escrita expresamente para la revista…


“Arte y Letras” apareció en agosto de 1904 y en un horizonte donde las publicaciones fueron tristemente efímeras, Arte y Letras se publicó continuamente por ocho años y durante la turbulencia revolucionaria (en 1914 iniciaría una “Segunda época” con nuevo formato y J. M. Coellar a la cabeza). A partir de 1908, se le agregaría el subtítulo de "Revista quincenal ilustrada" y gracias al éxito ‒para mayo de 1908‒, pasaría a ser "Semanario Ilustrado".

Publicada por la Compañía Editora Nacional S. A., para 1911 el licenciado José Luis Requena aparecía como presidente y el licenciado Ernesto Chavero como director general, mientras que Manuel S. Palacios fungía como gerente.


La popularidad de “Arte y Letras” fue notable y en diversos círculos se apreciaba el contenido, mientras que parte importante del mundo cultural y de “las candilejas” deseaba ser parte de los colaboradores y entrevistados; así, desde María Conesa hasta Virginia Fábregas ‒pasando por doña Amparo Escalante de Corral, el Almirante Rokuro Yashiro o Lady Cowdray‒ pasaron a adornar las páginas de la publicación durante los ocho años en que fue publicada bajo la dirección de Chavero.

Abajo, aparece durante una entrevista para la revista “Arte y Letras”, en su nueva casa de la Avenida Jalisco, la tiple cómica, actriz y vedette María Conesa ‒n. Dorotea Conesa Redó, conocida también como "La Gatita Blanca"‒.



Además, dado el éxito de su revista, Chavero también publicó desde 1907 bajo la “Compañía de los Talleres Arte y Letras” el “Album de Damas –Revista quincenal ilustrada‒ dedicada al bello sexo”.
Al sugerirnos la idea de hacer la presente revista, tuvimos en cuenta como primer factor, el progreso alcanzado por el hogar en México (…) Las damas que carecen de lectura a propósito, que esté en relación con su sexo, que las instruya de ese conjunto de conocimientos finos y necesarios, indispensables para su vida (…) Unir lo ameno a lo útil, hacer que la dama encuentre algo que la deleite y mucho que la sirva, es nuestro ideal.


El éxito de la revista fue inusitado, por lo que a cinco meses del lanzamiento el volumen pasó al doble y además de temas considerados femeninos, desde recetas de cocina, instrucciones de corte y confección, jardinería, consejos para las madres relacionados con la crianza de los hijos, moda, consejos de belleza, se anunciaron más contenidos ilustrados con fotograbados, secciones que incluían artículos literarios, cuentos, novela, poesías, comedias de salón, crónicas teatrales y las fotografías de las más destacadas artistas teatrales.

Además, se dejó sentir en el diseño la influencia modernista, a la que tanto Requena como Híjar y Haro favorecían…



Defensor del régimen, Ernesto Chavero lanzó en 1911 el diario “La Actualidad” (publicado de junio a septiembre), en que contendía sobre lo insensato que había resultado pedirle a Díaz la renuncia para dejar el país en manos “…de un grupo de inexpertos incapaces que no supieron manejar la sublevación…”. Apoyado por Requena, la intención era descalificar las acciones de Madero y denunciar el caos en el que se hallaba México.


Además, aunque también por un corto período, Chavero publicó “La Risa” publicación política de corte satírico, con extenso repertorio de caricaturas de la vida política y cotidiana en el país de ese año.



Aunque Ernesto Chavero, firmaba como Compañía Editora Nacional Propietaria de los Semanarios "El Mundo Ilustrado", "Arte y Letras" y "La Semana Ilustrada", para septiembre de 1911 La Actualidad anunció el cierre temporal y no volvió a la circulación y en abril de 1912 "Arte y Letras" anunciaba la salida de su fundador por “…quebrantos de su salud y para dedicarse a negocios particulares…”

En mayo de 1912, Ernesto Chavero y Rosas terminó su gestión –de doce años– como diputado federal…


Aunque el domicilio del licenciado Chavero se había registrado en la calle de Madrid N°27, desde 1909 habitó con su esposa e hijos la casa de la Calle de Artes°33 /Madrid N°3, frente a la casa de don Guillermo De Landa Escandón y Sofía Osio Barrio. Aunque la zona se había poblado desde la edificación de la casa en 1889 –y se edificaba a apenas unos metros el nuevo Palacio Legisativo‒ la zona era parte de las “buenas secciones” para habitar en la ciudad de México.


Arriba y hacia 1911, la Calle de Artes –dotada de tranvía eléctrico‒ mirando hacia el poniente; a la derecha destaca la casa Landa Osio con su fachada hacia la calle de Los Inválidos (hoy Vallarta), y a la izquierda, la primera casa en la cuchilla que se crea con la 1° calle de Madrid; apenas a doce metros estaba la casa Chavero/Híjar y Haro, con fachada a ambas calles.

Abajo, la 2°calle de Madrid al cruce con París, en la hoy Colonia Tabacalera; al fondo, la estación Colonia –Sullivan– del Ferrocarril Nacional Mexicano (donde ahora está el monumento a la madre). A la izquierda de la imagen, se levanta ahora el nuevo edificio del Senado de la República. A la derecha, la casa N°23 que albergara la biblioteca Chavero y que también fungió como residencia Chavero/Híjar y Haro...


Nótese la magnífica infraestructura de la zona en 1910, con calles asfaltadas, iluminación nocturna, banquetas arboladas, drenaje pluvial y de desechos, energía eléctrica oculta y al fondo, la estación ferroviaria que comunicaba la ciudad con Manzanillo y Nuevo Laredo…


Además, a la vuela de la esquina, al cruce de las calles de Artes, París y Ramón Guzman (que ampliada es ahora la Avenida de los Insurgentes), la –entonces vanguardista‒ sucursal de “Maternidad Boone” que además de atención al parto ofrecía cuidados al recién nacido y asistencia a las madres primerizas.



Abajo, en una toma oblicua de la Compañía Mexicana de Aerofoto que debe haberse captado en los primeros años de la década del 20’ aparecen el Paseo de la Reforma y las Calles de Artes, Madrid y París; en primer plano –abajo al centro– puede verse el “Café Colón” y –al centro– he marcado en rojo la casa Chavero /Híjar y Haro que sería modernizada por su propietario en 1912, probablemente en preparación a su retiro como diputado y sin saber lo que traerían 1913 y 14…



Como parte de las adecuaciones a la casa edificada por su padre, Ernesto Chavero habría creado nuevas habitaciones aptas para recibir, modernizó escaleras y servicios, y creo nueva cocina y baños ‒acordes a las nuevas tecnologías‒ modificando además las características de los patios, colocando cristaleras en lo alto.


En áreas públicas, las habitaciones recibieron nuevos acabados y decoración, supongo con la asesoría de Alfredo Híjar y Haro ‒su cuñado‒; especial mención merece el nuevo cuarto de música sobre la fachada a Artes, que aprovechando la curiosa geometría dotó a la casa de un salón octagonal en que se reunirían los asistentes a tertulias y conciertos.


El salón anexo sería decorado a manera de Sala de Armas, y dotado de un magnífico conjunto de guarniciones de virtuosa talla enmarcando chimenea, imágenes y puertas. Abajo, el “licenciado don Ernesto Chavero en sala de Armas de su casa de la Calle de Artes” N°30.


Los arreglos y preparativos no llevarían a tiempos tan placenteros como lo esperado, y para febrero de 1913 la “Decena Trágica” puso en la mira a todo el que hubiera hablado en contra de Francisco I. Madero, incluyendo a Chavero con sus publicaciones “La Risa” y el diario “La Actualidad”. Además, para septiembre Chavero se declaró insolvente para liquidar deudas contraídas con la Compañía Editora Nacional y perdió la propiedad de “La Semana Ilustrada” que apenas el año anterior había adquirido, junto con una gran imprenta cuádruple.

Agravando la situación y en un triste giro de sucesos, Chavero salió de México y durante una estancia en Nueva York ‒EEUU‒ enfrentó una demanda legal de su esposa por la sustracción ilícita de sus hijos Alfredo, María Luisa y Carmen; en 1914, se formalizó el divorcio Ernesto Chavero obtuvo la custodia de los niños.


En su texto dedicado a Chavero “Instantánea de un Porfiriano”, Paola Ugalde nos dice:
Durante los años que siguieron a la revolución, no sabemos mucho más de la vida de Chavero. Con Venustiano Carranza en el poder, Ernesto regresó como editor y publicó en 1917 La Ilustració Nacional ‒Semanario de Actualidades‒… No es difícil imaginar que la nueva publicación siguiera las líneas de sus antiguas revistas, mismas que habían sido exitosas por brindar al público capitalino información gráfica actual.


Don Ernesto Chavero y Rosas murió en su casa de la Ciudad de México el 16 de julio de 1921, misma casa en la que había muerto su padre ‒Alfredo Chavero Cardona‒ en 1906, y que fuera edificada desde 1888 por el arquitecto e ingeniero Civil Eleuterio Méndez.

Al paso del tiempo la zona circundante siguió cambiando y una de las transformaciones –el desmantelado de la estructura del Palacio Legislativo Federal y el transformar su vestíbulo central en Monumento a la Revolución‒ resultó de particular relevancia. Abajo, en una imagen de Manuel Ramos fechada en 1938, aparece en primer plano la que fuera casa Chavero y detrás la –aun intacta‒ la casa Landa; a la derecha y a punto de ser terminado, el Monumento/Mausoleo a la Revolución, diseñado por el arquitecto Carlos Obregón Santacilia sobre la estructura del Vestíbulo de Pasos Perdidos del Palacio Legislativo Federal diseñado por Elmile Bénard.



Al otro lado de la calle de Madrid, se edificó en esa misma década el nuevo edificio de la Compañía Telefónica y Telegráfica Mexicana ‒y ahora propiedad de TELMEX‒ diseñado por el arquitecto Vicente Mendiola y edificado por Guillermo Zárraga, agnífico ejemplo de la arquitectura “DECO” del período.


Al paso del tiempo, la zona cambió por completo aquella vocación residencial del S. XIX para transformarse en territorio de oficinas y comercio, detonada la transformación por la creación de la “Avenida Insurgentes Centro” primero y los grandes edificios construidos sobre el Paseo de la Reforma después, además de la aparición de comisarías sindicales de trabajadores del estado y otras dependencias gubernamentales y servicios.


Abajo, otra toma oblicua de la Compañía Mexicana de Aerofoto captada hacia 1965 (que puede compararse con la de la década del 20’) en que también aparecen el Paseo de la Reforma y las Calles de Antonio Caso (antes Artes), Madrid y París; en primer plano –abajo al centro– puede verse el Edificio de la Secretaría de Recursos Hidráulicos (que sustituyó el “Café Colón”) edificado en 1947 siguiendo el diseño de Enrique del Moral y Mario Pani, así como otros varios edificios sobre Reforma e Insurgentes. En rojo, he señalado el contorno de la que fuera casa Chavero.



El frente de la casa hacia la calle Madrid se ha conservado en condiciones razonables, aunque desde 1990 se puso a la venta como terreno; al interior, nada que recuerde el pasdo se conserva. La fachada hacia la calle Maestro Antonio Caso ha sido ocupada durante varios años por comercios, giros entre los que destaca una sucursal de la “Taquería el Progreso”; los acabados de esa fachada norte han sufrido grave degradación y pérdida del decorado.



Este Blog se hace gracias al apoyo incondicional de Julieta Fierro; está dedicado a las “Grandes casas de México” y pretende rescatar fotografías e historia de algunas de las residencias que al paso del tiempo casi se han olvidado y de las que existe poca información publicada. El objeto es la divulgación, por lo que se han omitido citas y notas; si alguien desea mayor información, haga favor de contactarme e indicar el dato que requiere. A menos que se indique lo contrario, las imágenes provienen de mi archivo, que incorpora imágenes originales recopiladas al paso del tiempo, así como el repertorio de mi padre y parte del archivo de don Francisco Diez Barroso y sus imágenes de Kahlo; en general, he editado las imágenes a fin de lograr ilustrar mejor el texto. Si se utilizan las imágenes, favor de indicar la fuente –aunque advierto que pueden tener registro de autor–.



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