lunes, 14 de enero de 2019

La casa de don Roberto J. Álvarez, luego de Guillermo Tovar y De Teresa,


en Valladolid N°52, ahora Casa Museo...


Edificada en 1911 para don Roberto de J. Álvarez, la casa en la calle de Valladolid N° 52 fue adquirida por Guillermo Tovar y De Teresa en 1994 para restaurarla, ampliarla y transformarla en hogar y albergue de sus diversas colecciones; luego de su insospechada muerte, fue convertida en casa-museo y abierta al público a final de 2018 y puede ser visitada como parte del “Museo Soumaya” de la Fundación Carlos Slim.





A inicio del Siglo XX, el gran distintivo de la zona fue desde 1907 el “Toreo de la Condesa” que recibió el nombre por haberse erigido en tierras de lo que fuera la pretérita Hacienda de la Condesa de Miravalle, y fue inaugurado el 22 de septiembre de aquel año por la sociedad “El Toreo, S.A.”. El coso, gradas e instalaciones, estaban limitados por las calles que ahora conocemos como Oaxaca, Colima, Durango, Salamanca y Valladolid –calle en que se construyó la casa de que trata ésta nota–, traza que de inicio pertenecían a la nueva Colonia Condesa, y luego pasó a formar parte de la Colonia Roma.



La historia de aquellos extensos terrenos y una de sus propietarias, forman aún ahora, parte del colectivo cultural de la ciudad de México y por eso merece algunas líneas, específicamente en lo que refiere a doña María Magdalena Catalina Dávalos Bracamontes y Orozco Espinoza de los Monteros y Castilla, Tercera Condesa de Miravalle y heredera de ese condado de Miravalle, título nobiliario español otorgado el 18 de diciembre de 1690 por Carlos II a los descendientes de Alonso Dávalos y Bracamontes, hijo de María Uliberri de la Cueva y de Alonso Dávalos y Bracamonte, sobrino del monarca español y descendiente directo de Isabel Tecuichpo, quien a su vez era hija del tlatoani (soberano mexica) Moctezuma Xocoyotzin…

Aquella tercera condesa, era entonces descendiente de Moctezuma y emparentada con Carlos II de España, cosa que explica que “La Condesa” fuese un apelativo de indiscutible jerarquía. Aunque las tierras del Mayorazgo estaban mayoritariamente en lo que ahora conocemos como estado de Michoacán -Tuxpan, Jungapeo, Irimbo, Ciudad Hidalgo, Susupuato y Zitácuaro- así como en Compostela, Santispac, y Tepic -en Nayarit-, en el altiplano, “La Condesa” también recibió tierras en las afueras de la Ciudad de México, hacienda que al poniente lindaba con el pueblo de Tacubaya y hacia el oriente legaba hasta el barrio de Romita y sus potreros, tierras que verían aparecer en sus campos de labranza las calles de innumerables urbanizaciones…

Para más datos, se puede revisar el texto relativo a La quinta Gómez de Parada / Rubín en Tacubaya (ver) donde encontramos que en el “Balance General al 31 de Diciembre de 1903 para los Colonos de la Colonia Condesa S.A. / Informes del Consejo de Administración y del Comisario a la Asamblea General de Accionistas del 28 de Marzo de 1904” un texto que nos dice que los linderos de la propiedad eran:
“Por el oriente con la calzada de la Piedad que parte de la garita de Belem y termina en dicho pueblo; por el poniente con la calzada o camino nacional que de la garita de Chapultepec va a Tacubaya y con esta misma ciudad; por el sur con el río que va de Tacubaya a la Piedad; y por el norte con el camino nacional de los Arcos de Chapultepec al Salto del Agua y con el potrero de Romita, hoy de Lascurain.”


Arriba, el fragmento de una litografía de Daniel Thomas Egerton que forma parte de “Vistas de México” producidas entre 1830 y 1840, donde desde la loma por la que ahora suben las Avenidas Vicente Eguía y Observatorio, podemos distinguir a la izquierda el cerro de Chapultepec con su vieja construcción miliar (aún no existían el Acázar y actual “Castillo”) y el acueducto de Chapultepec que definiría la avenida que ahora lleva ese nombre. Los terrenos bajos que se distinguen a la derecha de la imagen -enmarcados en rojo-, aún formaban parte del condado de Miravalle y verían aparecer sobre la hacienda Colonias como Juárez, Roma, Condesa e Hipódromo. Como referencia, he marcado además el sitio aproximado en que para 1911 se erigió la casa para don Roberto de J. Álvarez, sitio hoy de bullicio urbano y que hace 170 años era tierra de cultivo.

Para entender las dimensiones de aquella propiedad, abajo aparece un comparativo de la imagen de Google-maps captada en 2017 y el calco de Alberto Gómez Llata del plano de la Hacienda de la Condesa levantado en 1892 por “Puga y Macedo” -que pertenece al acervo de la Mapoteca Orozco y Berra de la Dirección General de Información Agropecuaria-, llamado “Plano de la Hacienda de la Condesa”, cuando ya se había vendido el “Potrero de Romita” al señor Lascurain; como referencia, arriba se distingue la Calzada de Chapultepec con su acueducto (hoy Av. Chapultepec) y abajo el Río de la Piedad (hoy Viaducto); a la extrema derecha la Calzada de La Piedad (hoy Avenida Cuauhtémoc) y a la izquierda la Avenida Tacubaya (hoy Av. Vasconcelos, parte del Circuito Bicentenario); la calle diagonal marcada como Ferrocarril de Tacubaya (que comunicaba la Ciudad de México con la lejana Tacubaya) es el trazo que hoy llamamos Avenidas Tamaulipas y Oaxaca.




En su texto relativo a las colonias “Condesa-Hipódromo”, Jannette Porras nos cuenta que “El 16 de septiembre de 1903, Porfirio Díaz, presidente de la República, se refirió a la nueva colonia en el informe presidencial con las siguientes frases:
“La Ciudad de México continúa expandiéndose notablemente. En los últimos meses se han aprobado los contratos celebrados por el Ayuntamiento con algunas empresas particulares para la formación de las colonias llamadas “Roma”, “Condesa” y “Nueva Colonia del Paseo”, cuyos terrenos están situados entre la capital y la ciudad de Tacubaya. Las condiciones estipuladas garantizan la urbanización completa de esas colonias, pues están dotadas de obras de saneamiento, alumbrado eléctrico y pavimentación de primera clase.”


Abajo, en un fragmento del “Plano Oficial de la Ciudad de México” para el año 1900, la cartela informativa se colocó justo sobre los terrenos de a Hacienda de la Condesa, que hacia el Nor-oriente limitaba con el pueblo de “Romita” al encuentro de las calzadas de Chapultepec y La Piedad. Más abajo, fragmento del plano de 1906…




Para 1906, la mancha urbana contenida en los planos de la capital se había extendido, y en el fragmento del “Plano Oficial de la Ciudad de México” de ese año que reproduzco gracias a la amabilidad del Centro de Estudios de Historia de México-Condumex, aparecen ya los trazos de las colonias Roma, Condesa y Escandón, incluyendo la propuesta para el hipódromo del Jockey Club y la Plaza de Toros de la Condesa de Miravalle o “Toreo de la Condesa” (justo al pie del numeral romano).

También nos cuenta Jannette Porras que “El consejo de Administración de la Sociedad de La Condesa celebró un contrato con el ingeniero Roberto Gayol para que se encargara de estudiar y proyectar el saneamiento de la colonia Condesa, debido a su gran experiencia en la materia e informa que además de la traza y gradas que el Jockey Club planeaba construir, el Club Hípico Alemán había considerado trazar también una pista; en “Informes del Consejo de Administración y del Comisario a la Asamblea General de Accionistas del 28 de marzo de 1904” se nos dice que:
“La colonia de la Condesa, con saneamiento, agua en abundancia, pavimentos de asfalto no inferiores a los de las mejores calles de la ciudad, en situación excepcional, con un plano perfectamente ideado y cuya belleza complementarán los dos hipódromos y el parque que se proyecta, forzosamente tiene que ser la colonia preferida, y los precios que sin duda alcanzarán sus terrenos recompensará ampliamente los sacrificios pecuniarios de los señores accionistas y representarán el éxito a que tienden los esfuerzos que han hecho y seguirá haciendo el Consejo de Administración.”

Abajo, el “Plano del Cuartel VII de la Ciudad de México que contiene las colonias Condesa y Roma” fechado en 1902; el plano firmado en diciembre de ese año por Miguel Quevedo y Emilio Benítez pertenece a la biblioteca del Museo de la Ciudad de México, y muestra las propuestas para las colonias De la Teja (Juárez y Cuauhtémoc), Roma y Condesa (que ahora incluye parte de Roma Norte, Condesa, Hipódromo, Escandón y Roma Sur). Es interesante advertir el enorme parque circular que se proponía al cruce de lo que ahora es la avenida Insurgentes con Sonora, San Luis Potosí, Michoacán y Coahuila, así como notar que el terreno del hipódromo se consideraba más hacia el Poniente de lo que finalmente se edificó…



Así las cosas al inicio del S. XX, cuando comenzó la venta de los primeros lotes en la Nueva Colonia de la Condesa, con predios en un par de cuadras a todo lo largo de las calzadas Chapultepec y Tacubaya, adelantándose a la urbanización de la Colonia Roma. Agreguemos a ese desarrollo, la construcción en terrenos aledaños a la Casa Grande de la hacienda –que ya para entonces había sido reemplazada por la nueva construcción edificada por don Jorge Gómez de Parada y Buch para su esposa Dolores Rubín Escandón– de la “Estación de Bombeo de La Condesa”, como parte del sistema de abastecimiento de agua para la ciudad, proveniente de Xochimilco camino a Chapultpepec.

Edificado entre 1905 y 1908 bajo la supervisión del ingeniero Manuel Marroquín Rivera, el sistema proveía de agua a la Ciudad de México con líquido proveniente de los veneros de Xochimilco, Xitla y “Tlalpam”, gracias a un acueducto que corría bajo lo que hoy son Canal de Miramontes y las Avenidas División del Norte, Nuevo León y Alfonso Reyes, para llegar a la Estación de Bombeo de donde se enviaba a cuatro enormes cisternas en los terrenos de la Loma del Rey, zona que ahora conocemos como la segunda sección del bosque de Chapultepec… (ver)


La estación de bombeo “Condesa” se levantó en el predio donde años más tarde se erigió el edificio del IMCE, que ahora -reestructurado- alberga la Secretaría de Economía, entre las calles de José Vasconcelos, Alfonso Reyes, Pachuca y Zamora, terreno colindante con la mencionada casa de la familia Gómez de Parada -Rubín en Tacubaya (ver), que reemplazaba el casco de la vieja Hacienda de la Condesa de Miravalle.

En 1906, la carta del ingeniero Antonio Linares “Plano de las colonias De la Condesa y Roma al Suroeste de la Ciudad de México” (abajo) detalla la división de predios sobre las calles que cruzaban Zamora, Pachuca, Puebla y Sinaloa hasta llagar a las avenidas Mazatlán y Durango, con edificaciones sobre la diagonal avenida Oaxaca destacando la Plaza de toros, la enorme glorieta de la Condesa de Miravalle y lo que ahora conocemos como las Escuelas Manuel López Cotilla y Primarias Alberto Correa y Valentín Zamora, en un predio que entonces se preparaba para albergar la fastuosa Escuela Comercial Francesa de México.



Ese edificio para la Escuela se edificó entre 1906 y 1908, en un predio frente a la amplia glorieta que aún articula las avenidas Oaxaca, Medellín, Durango y El Oro, llamada ahora “Plaza Villa de Madrid” y entonces “Plaza Condesa de Miravalle” –en honor a doña María Magdalena Catalina Dávalos Bracamontes y Orozco– y que aparece oscurecido en el plano de arriba; el edificio era parte de la infraestructura propuesta por el ingeniero Roberto Gayol para la colonia y ocupó un terreno de curiosa geometría y poco más de 14,000 metros cuadrados.


Inaugurada en 1908, la Escuela Comercial Francesa de México ocupaba la manzana mencionada frente a la Plaza de Miravalle, y además de salones de clase contaba en sus instalaciones con capilla, comedor, alberca y dormitorios, ofreciendo también transporte escolar para llegar a tan remoto paraje. Tiempo después, la estructura albergó el Internado Nacional, y más tarde fue dividida para alojar las primarias públicas “Alberto Correa” y “Manuel López Cotilla”. Aquella estructura de 1908 se destruyó en 1968 para construir edificios nuevos para las tres escuelas que ahora ocupan el predio.

Arriba, una imagen de la fachada principal -norte- de la Escuela Comercial Francesa captada en 1908 desde la entonces Plaza Condesa. Abajo, la fachada oriente del edificio, donde destaca al frente la poza de nado –creada en el ángulo formado por las calles de Colima y El Oro, esquina que aún hoy recibe una alberca– ; al fondo -derecha- aparece la Plaza Condesa de Miravalle, mientras que a la izquierda se distingue la Plaza de toros.



Como ya he dicho, el “Toreo de la Condesa” se inauguró en septiembre de 1907 y con la traza del hipódromo del Jockey Club –que pretendía sustituir la polvosa pista del hipódromo de Peralvillo– que en 1908 concretó la compra de casi 300,000 metros cuadrados al sur de la urbanización de la colonia, además de la Casa de bombas del sistema Xochimilco-Chapultepec que se terminó en 1908, se concretaba la fastuosa infraestructura planteada desde 1902 para la Colonia de la Condesa de Miravalle...

En correspondencia, el Hipódromo de la Condesa -del Jockey Club- se inauguró en octubre de 1910 con una ceremonia en la que participó el presidente Porfirio Díaz acompañado por el ministro Enrique C. Creel, además de Joaquín Casasús, Pablo Escandón y Barrón, Tomás Braniff, Guillermo Landa Escandón e Ignacio Torres Adalid, así como varios miembros del cuerpo diplomático mexicano.



Aquella fastuosa apertura seguía a la del Toreo, que tres años antes -aún en proceso- había sido inaugurado luego de que el 28 de enero de 1907, el arzobispo de México ‒Próspero María Alarcón Sánchez de la Barquera‒ había dado la bendición a los terrenos en que se levantaría la muy novedosa estructura metálica fabricada en Bélgica e importada por don Óscar Braniff Ricard.



Nos narra Edgar Tavares en su recuento de la Colonia Roma, que el Toreo de la Condesa se edificó gracias a los esfuerzos de Manuel Fernández del Castillo y Mier (por entonces propietario del afamado rancho San Bartolomé del Monte en Tlaxcala) a la cabeza de un grupo de inversionistas entre los que destacaban Miguel Illanes Blanco (esposo de Josefa Ramos Sauri), José Mondragón, José del Rivero (conocido como el “Fierabrás”) y varios otros apasionados taurómacos.


La enorme plaza, con capacidad para 23,000 espectadores, se inauguró el 22 de septiembre de 1907, y por entonces la entrada para una novillada costaba un peso en el tendido de sombra y 25 centavos en el de sol. Es interesante saber que el coso no solamente se usó para corridas, sino que a lo largo del tiempo amparó eventos de diversa índole, incluyendo bailes, convenciones y conciertos...



Siempre sorprende el saber que ahí se presentó el cantante Enrico Caruso, que ante demanda popular, formó la parte más vistosa del elenco –como don José– al lado de Gabriella Besanzoni –como Carmen– y David Silva –como Escamillo‒ en una presentación de la “Carmen”-con la contagiosa música de Georges Bizet-; y así, a partir de las 3 de la tarde del 5 de octubre de 1919, cerca de diez mil entusiastas admiradores les ovacionaron…
« Le cirque est plein, c’est jour de fête!, le cirque est plein du haut en bas ; Les spectateurs, perdant la tête, S’interpellent á grand fracas! »


De entonces viene una popular interpretación “a la mexicana” que con nueva rima sustituye las palabras de las celebérrimas “Toreador” y “Les voici! Les voici!”, cuando Escamillo canta sus proezas primero y luego entra a la plaza con Carmen a su lado:
‒ ¿Dónde está Carmen?, que la quiero ver…
‒ Está en la cocina, tiene quehacer…
En sustitución de “Toréador, en garde!, Toréador ! Toréador !” y luego “C’est l’Espada, la fine lame, Celui qui vient terminer tout…” (escuchar en una interpretación del 2013  y 2014 en la Arena de Verona )


El tenor italiano llegó a la Ciudad México el 22 de septiembre de 1919 -con pasajes de tren pagados por el propio Venustiano Carranza- acompañando a la contralto Gabriella Besanzoni, el bajo David Silva y el director de orquesta Genaro Papi -figuras estelares del “Met” de Nueva York-, contratados para una corta temporada de ópera; el debut Mexicano se dio en el Teatro Esperanza Iris -hoy Teatro de la Ciudad- el 29 de septiembre con “Elixir de Amor” de Donizetti, y resultó tan rotundo el éxito -con diez llamadas a telón- que se decidió hacer la presentación popular en el Toreo de La Condesa. Arriba, una curiosa imagen captada durante un paseo a Xochimilco el 25 de septiembre, en que Enrico Caruso y Gabriella Besanzoni se arrebatan ante las delicias del pulque…


Abajo, en una magnífica fotografía oblicua firmada “Comball”, aparece el entorno de aquellos edificios de “La Condesa” hacia 1919, con el hipódromo del Jockey Club en primer término –abajo a la derecha, la gradería principal–, con la Avenida Jalisco –que hoy conocemos como Av. Álvaro Obregón– y su gran camellón al centro derecha; al centro de la imagen, la Plaza de Toros de la Condesa, al lado de la que pasa la diagonal avenida Oaxaca –por donde se daba la entrada principal al toreo– con pródigo arbolado que se encuentra con la Avenida Durango en la “Plaza de la Condesa de Miravalle” –hoy “Plaza Madrid” –.


En la imagen me he permitido señalar la casa sobre la Calle de Valladolid de la que trata esta nota, y que fuera edificada a partir de 1910 a una cuadra de la Plaza de Toros de la Colonia de la Condesa; además, la toma me resulta relevante, porque la inmensa mayoría de los inmuebles que aparecen en imagen han desaparecido ya, aunque me sorprende distinguir a lo lejos -arriba, al centro izquierda- la Columna de la Independencia, al cruce del arbolado Paseo de la Reforma con la deshabitada avenida Florencia…

Tanto en esa Colonia de la Condesa como en la Colonia Roma, hubo un crecido número de arquitectos e ingenieros que diseñaron y edificaron las residencias e inmuebles que desde 1903 se erigieron en las calles de la nueva urbanización; muchas son sus historias e imposible contarlas todas, como la de la fabulosa residencia de don Manuel A. Anda y María Luisa Ramos y Fernández en Valladolid N°110 esquina con Jalisco –predio que hoy ocupa un edificio que alberga la SEMOVI–. Destacan en la vecindad inmediata –y en la imagen de arriba–, en la esquina de Valladolid N° 100 y Tabasco la casa que diseñara el arquitecto y contratista Gino Zaccagna, y que aún se conserva con buena parte de las características del estilo modernista (ahora diríamos “Nouveau”) que tan popular fue en el período.



Como nota complementaria y también de aquellos primeros años del siglo XX es la casa que el arquitecto Adamo Boari edificó en la Colonia Roma, al otro lado de la avenida Veracruz (hoy Insurgentes) al cruce de las avenidas Jalisco, Veracruz y Monterrey –desafortunadamente desaparecida, aunque ahora el predio se aprovecha como parque–, y de la que se pueden encontrarse más datos en la entrada correspondiente a esta blog (ver)



En este entorno, y desde 1910, se dio la edificación de la casa con número 52 de Valladolid, al centro de la cuadra entre la avenida Durango y la calle dedicada a Sinaloa, sobre un curioso terreno de compleja geometria que ahora alcanza los 647 m² aprovechando la fusion de diversas areas al predio principal. En su texto dedicado a la historia de la casa, el doctor Xavier Guzmán Urbiola nos dice que:
«Se sabe que al final del Porfiriato, en diciembre de 1910, el mayor e ingeniero militar Gustavo Peñasco Hidalgo originario de Jalapa, Veracruz, tenía listo el proyecto para la fachada de esta casa… Se sabe también que poco después, en enero de 1911, el ingeniero civil y arquitecto Manuel Francisco Álvarez solicitó licencia por 20 días para terminarla, y que esta casa … pertenecía en origen a “don Roberto de J. Álvarez”.»




El Museo Soumaya -fundación Carlos Slim- preparó, con el formato de sus magníficas ediciones periódicas, un folleto dedicado a la “Casa Guillermo Tovar de Teresa” que se reparte desde la inauguración y apertura -el 21 de diciembre de 2018- en el recinto; el documento es fuente invaluable de información y recomiendo su consulta.

De ahí extraigo el texto de Guzmán Urbiola, que además nos explica que “Esta casa es representativa de una tipología de habitación unifamiliar que en 1911 ya se encontraba en proceso de extinción. Se trata de una típica casa de alcayata, la cual se denomina así de manera genérica, pues su distribución se definía al seccionar un claustro por la mitad, dejando a los lados dos de sus crujías paralelas…”



Puedo decir que la historia del predio, su inmueble y diseño son algo más complejos y embrollados, ya que la casa forma parte de los trabajos de edificación en las fincas con números 50, 52 y 54 de la calle Valladolid y los 1,407 m², que de origen eran dos predios en la lotificación de la Colonia Condesa y fueron subdivididos por don Manuel Francisco Álvarez para edificar cinco residencias incluyendo una para para su tío, don Roberto Álvarez y otras para su hijos María del Rosario, María Ignacia y Manuel.

Arquitecto e ingeniero civil, don Manuel Francisco Álvarez Valiente fue destacado personaje durante los últimos años del siglo XX; su hijo, Manuel Rafael Joaquín Álvarez Alcalde (n. 1872) había recibido sus títulos como arquitecto e ingeniero civil en 1895 y 1898, y el hijo de éste, también Manuel Álvarez, destacó igualmente y habitó la casa N° 54.


Para 1900, el arquitecto Manuel Francisco Álvarez Valiente figuraba como Director de la Escuela Nacional de Artes y Oficios de México, así como miembro de la sociedad de Arquitectos e Ingenieros, cuando publicó para el XI Congreso de Americanistas “Las ruinas de Mitla y la Arquitectura”, cuando el evento se organizó finalmente en América, siendo la Ciudad de México el asiento de la reunión en 1895; el presidente de ese Congreso fue el historiador Joaquín Baranda, y Álvarez se integró a la conferencia, acompañando a los participantes a Oaxaca, donde se deleitó con la observación del “Árbol del Tule” que registró detalladamente y comparó con otros ahuehuetes significativos…



Don Manuel Francisco Álvarez con el arquitecto Manuel Couto ganó fama al edificar el nuevo edificio para la Librería, Imprenta y Litografía de Murguía, cuando el viejo Portal del Águila de Oro se demolió, y hubo de reedificarse en 1896 sobre lo que hoy conocemos como avenida 16 de Septiembre; sobre la sobria fachada destaca ornamentación con los bustos de Johannes Gutenberg (hacedor de la imprenta de tipos móviles) y Johann Aloys Senefelder (innovador de la litografía en 1796), y rematando las ventanas del segundo piso, alegorías de pintura, música, geografía, medicina e industria…



El edificio se conserva en buenas condiciones, a pesar de haberse modificado la estructura en planta baja...



Para 1909, parte de las actividades profesionales del padre fueron turnadas al hijo, quien había trabajado durante un período en el despacho de un ingeniero constructor de importante actividad en el ámbito residencial y gran presencia en las colonias Condesa y Roma, a la cabeza de “Gustavo Peñasco y Compañía -Ingenieros y Contratistas-”.

Del ingeniero Gustavo Peñasco sabemos que con su compañía constructora y asociado con los ingenieros González, Ramírez y Álvarez, fue autor de un gran número de inmuebles residenciales y edificios en las colonias Roma y Condesa, y deberá ser objeto de estudio minucioso, ya que algunas de sus magníficas edificaciones aún perduran y merecen esmerado análisis si no es que salvamento.



Nunca he logrado desenmarañar el proceso que dio lugar a la compra y división de los terrenos de los Álvarez, pero es probable que el plan de subdividir la propiedad en varios predios se haya dado para la casa N° 56 antes de 1909 y que por eso, el ingeniero Gustavo Peñasco haya participado con una parte del diseño -o cuando menos, que haya quedado registro de ello-. Así, una de las casas -con predio muy alargado y edificación previa (N°56)- quedaría inicialmente en manos de don Manuel, mientras que otros dos más pequeños y vista a la calle (N°50 y 54), estarían asignados a sus hijas; el N° 52, del que trata éste texto, combinaría una servidumbre hacia el predio trasero (N° 52 Bis) que de origen sería entregado a don Roberto de J. Álvarez.

Entonces, los 1,407 m² de dos terrenos con frente a la calle dedicada a Valladolid, quedaron subdivididos en cinco predios; abajo, en un detalle del plano de la ciudad de México para 1907, aparece el eje de los parques sobre avenida Durango (Parque Roma -ahora “Plaza Río de Janeiro” - y Plaza Condesa de Miravalle -ahora “Plaza Madrid”-) y sobre Valladolid he marcado los predios de la familia Álvarez Valiente y Alcalde.



Debo aclarar que Guillermo Tovar llevó a cabo una amplia investigación al respecto y no logró aclara la maniobra de los predios y pormenores de las edificaciones, aunque algunos datos aparecieron en la publicación que en 2001 hizo la Dirección de Arquitectura y Conservación del Patrimonio Artístico Inmueble, entonces a cargo de Sara Topelson; en el “Catálogo de Inmuebles de la Colonia Roma” prologado por el propio Guillermo, se indicaba inexactamente que el inmueble de Valladolid 52 había sido “…construido por Ing. Peñasco González en 1918…”, mientras que para el N°54 se anota que fue “Construido por Manuel F. Alvarez en 1911”.


Arriba, en una toma contemporánea de Google-maps, aparecen las casa con números 50, 52 (y 52 bis), 54 y 56 de la calle Valladolid y sus 1,407 m², y he marcado los perfiles de los predios para permitirnos entender la compleja subdivisión…

La fachada del número 52, que integró acceso y servidumbre al 52-Bis en la parte trasera, se diseñó como unidad, usando los dos accesos como encuadre a las ventanas de la sala principal que se levantan sobre el medio sótano. No es de sorprender el encontrar ahí semejanzas con los diseños del ingeniero Peñasco, ya que la profusa ornamentación labrada en cantera y el trabajo de herrería tienen similitudes con los que se hacían por su empresa en el período, aunque son atribuibles también a la profusión de catálogos arquitectónicos de donde los diseñadores obtenían sus modelos...



La casa principal (N° 52) se desarrolló en forma de “C” o “L” permitiendo la iluminación y ventilación de los espacios hacia el frente y un patio, mientras que la casa secundaria (N° 52-Bis) se desarrolló en forma de “T”, sobreponiéndose a la primera y creando su propio patio en la parte trasera. El esquema no es único, y puede verse en otra casa apenas a unas cuadras -edificada en 1912 para el licenciado Manuel Borja Soriano- en lo que hoy es la representación del Estado de Quintana Roo en la Ciudad de México con el N° 161 de la avenida Álvaro Obregón (Ver)



Aunque aquella vivienda es de mayores dimensiones y tiene remetimientos tanto en fachada como en el corredor lateral, nos permite entender la idea de una “C” en torno a un “medio patio” como el mencionado por Guzmán Urbiola , pero más importante aún, permite contraponer la solución adoptada en Valladolid 52, donde el corredor de acceso que llega hasta el fondo del terreno ha pasado al lado opuesto (izquierdo), como acceso a otra casa…



El doctor Xavier Guzmán Urbiola, entónces subdirector general de Patrimonio Artístico del Instituto Nacional de Bellas Artes, nos indica en el catálogo de Museo Soumaya que:
«Al fondo de la propiedad se ubicaba la zona privada: las recámaras y los baños. El acceso para los jinetes, carruajes y recepción, salida de mercancías y del servicio, se dejaba paralelo y separado de las areas anteriores, para rematar al fondo con la caballeriza, que se conectaba “por atrás” a las cocinas y zonas de la servidumbre en el semisótano. Obvio es decirlo, diez años después, en 1921, y una vez pacificado el país, una pequeña y nueva burguesía más moderna, debió adaptar este tipo de casas…»


La afirmación me hace suponer que al diseño original, casi desde el principio debieron hacerse modificaciones para unificar la casa trasera e integrarla a la casa principal, aunque la idea de un alargado corredor de servicio resultara –a nuestro imaginario funcional– en desperdicio de espacio e incongruencia práctica…

Por eso, no debe sorprendernos que el relativamente corto desarrollo de la fachada –con sus apenas 11 metros frente a la calle de Valladolid- corresponda a una edificación mucho más amplia que no necesariamente lo aparenta, y que con sus 45 metros de profundidad y 26 m de ancho al fondo del terreno, se acerca a los 650 m² de superficie…



En todo caso, la casa quedó lista para ser testigo de la llegada de Francisco Madero a la presidencia en 1911 y su asesinato en enero de 1913, habitada por doña Josefa Alcalde Ramos viuda de Álvarez primero, y por Manuel Rafael Joaquín Álvarez Alcalde después; en años subsiguientes, las cosas cambiarían rapidamente y no tengo datos de los ocupantes de la casa, luego de que la familia Álvarez mudara a la calle de Tonalá.

Abajo, en una sorprendente imagen de los años 30’, aparece la Plaza de toros de La Condesa durante un magno evento en el que se hace evidente el privilegio de estar del lado “sombra”; al frente –abajo derecha–, la avenida Oaxaca -que en el paincoupée al cruce con Valladolid y Colima- se establecía el acceso principal y arriba con arbolado camellón, la avenida Durango; arriba al centro, he marcado la casa de Valladolid 52.



La plaza permanecería en ese sitio hasta 1946, cuando luego de la inauguración de la Plaza México, el coso de la Condesa cerró sus graderías y se cuenta que fue vendido a doña Luz Díaz Ortega ‒hija del general Porfirio Díaz y viuda de Francisco Rincón-Gallardo Doblado‒ que desarmado lo trasladó a Naucalpan, en lo que alguna vez fue la hacienda de Los Leones, punto de referencia y entronque de cuatro antiguos caminos reales que comunicaban a la Ciudad de México con Cuautitlán, Tacuba y Huixquilucan.



Así, para 1947 la estructura metálica de “El Toreo de la Condesa”, rearmada y ampliada –envuelta en una estructura de concreto– se transformó en “El Toreo de Cuatro Caminos” cuando el coso fue inaugurado en noviembre y funcionó ininterrumpidamente hasta 1968, aunque sin estar totalmente terminado. Eventualmente se le cubriría con una enorme cúpula que nunca se remató de manera conveniente y en el año 2000 fue destruido para dar lugar a una plaza comercial.



En el predio ocupado por “El Toreo de la Condesa”, se edificó la primera sucursal de la tienda departamental El Palacio de Hierro –tienda original que fuera inaugurada en julio de 1891 por J. Tron y Compañía y remodelada en 1922 luego de un aparatoso incendio– que sería inaugurada en 1958. Arriba, “El Toreo de Cuatro Caminos” a un costado del “Anillo Periférico” y donde se distinguen a la derecha la avenida Río San Joaquín y la Calzada Transmisiones Militares y abajo el puente de la avenida Ingenieros Militares; más arriba, aparece “El Toreo de la Condesa” en 1945, visto desde la esquina de Durango y Valladolid; abajo, el Palacio de Hierro en 1959, visto desde la esquina de avenida Oaxaca, justo donde había estado el acceso al Toreo de La Condesa.



Para ese 1946, cuando se desmanteló aquel “Toreo de La Condesa”, la casa Álvarez había cambiado de propietario e inició un lánguido deterioro, aunque el entorno mantuvo algún prestigio a pesar de la prominencia de “Las Lomas de Chapultepec” como nuevo fraccionamiento residencial privilegiado. Para 1948, en la calle de Valladolid, seguían habitando don Onésimo Cepeda Villarreal y doña Amelia Silva en la esquina con la Avenida Chapultepec (en el N° 3 de Valladolid), don Francisco Gándara Ugarte y su señora Concepción Aristi (en el N° 32), el doctor Enrique Cabrera Osio y su esposa Josefina Bravo (N° 108), así como el ingeniero Manuel Anda y su esposa Ma. Luisa Ramos y Fernández (N° 110), aunque paradójicamente, ninguna de esas construcciones llegan a nosotros.





La familia del doctor Rafael Tovar Villa-Gordoa, habitaba por entonces en el N° 54 de la calle Rosas Moreno –casi esquina con James Sullivan– en la colonia San Rafael; don Rafael, hijo de Rafael Tovar y Ávlia y Dolores Villagordoa y López Portillo, había casado con Isabel De Teresa Wiechers; eran padres de Isabel, Josefina y Lorenza Tovar, para ver luego la llegada de Gabriela, Rafael, Guillermo (en 1956), Fernando y Josefina, todos Tovar De Teresa. Isabel era hija de Guillermo De Teresa De Teresa (1894-1971) y Josefina María Wiechers Léycegui (1900-1932), apellidos ligados por un lado a la familia de Susana Pesado y de la Llave de De Teresa, y por otro a don Heinrich Ludwig Wiechers Manneroh (1843-1923) y Fernando De Teresa Miranda (1864-1918) (ver)



La familia asistía periódicamente a la gran casa familiar de don José De Teresa Miranda (hermano de Fernando De Teresa, abuelo de Isabel) con entrada por la calle que rinde homenaje al general Gregorio Gelati en un terreno que ahora alberga entre otros inmuebles al “Hospital Ángeles Mocel” y donde los niños encontraban un sitio de ensueño.

Don José De Teresa, casado con María Luisa Romero Rubio (ver) y hermano también de Dolores Josefa De Teresa y Miranda, casada con Antonio Azurmendi (ver) había casado en Septiembre 1887 con Susana De Teresa Pesado (hija de José De Teresa Sánchez y Susana Pesado de la Llave -ver-); tenía su residencia citadina en la calle de Lerdo –hoy Palma–, pero con la asistencia de los ingenieros Garza y Garita remodeló a partir de 1896 la quinta campestre de Tacubaya -con número 29 de Gelati-, que además de habitaciones, salones, cocheras y caballerizas, había acogido en el amplio predio teatro, biblioteca, alberca, casa de muñecas, lago y hasta un ferrocarril de vapor.



Aquellas para entonces viejas residencias -sitio de añoranza-, personificadas en la deteriorada casa de Gelati debieron ser para los niños -y de manera especial para Guillermo-, sitio de ilusión y asombro…

Guillermo Tovar y de Teresa nació en 1956, y desde pequeño mostró sorprendente retentiva y capacidad de análisis; ha sido frecuentemente definido como “un niño genio en el campo de la historia y el arte mexicano” y Rafael Barajas “El Fisgón” escribió en diciembre de 2013:
“Sería impreciso decir que Guillermo Tovar de Teresa tuvo infancia, adolescencia, juventud, edad adulta y madurez. En realidad tuvo prólogo, introducción, capitulado, conclusiones, epílogo y una extensa bibliografía. Más que acta de nacimiento, tuvo página legal; más que bautizo, tuvo proemio y su vida, más que de anécdotas, está llena de notas de pie de página. Su biografía no podía ser más que una bio-bibliografía y su tumba no tendrá epitafio sino colofón.”




Complementando la historia, sigue Rafael Barajas con retozona narrativa:
“Dicen los médicos que atendieron su nacimiento, que Guillermo decidió salir del vientre materno porque allí no había una buena biblioteca. Aprendió a leer antes que a hablar, y en el jardín de niños se divertía mucho jugando con sus amiguitos Carlos de Sigüenza y Góngora, Miguel Cabrera y Sor Juana Inés de la Cruz. Todos ellos le hacían bromas pesadas al director del plantel, el licenciado Miguel de la Grúa Talamanca y Branciforte.

En esa nota que me maravilló en “La Jornada Semanal” (ver) Barajas escribía también en diciembre de 2013 que:
“Guillermo fue un estudioso metódico; empezó estudiando la Colonia y cuando terminó se puso a estudiar el siglo xix. Cuando lo conocí ya estaba adentrado en el siglo xx. Cuando acabó de estudiar los archivos coloniales mexicanos, se fue a los Archivos de Indias y después a los archivos de Europa en calidad de “ministro mexicano en los archivos extranjeros”. Por razones de tiempo, lo nombraron cronista de la ciudad. Por razones de tiempo, despachó el encargo con rapidez e instaló el Consejo de la Crónica.


Y es precisamente aquí que la historia se intersecta con la de otro cronista, uno que en 1937 sustituyó a Luis González Obregón como cronista de la ciudad y dejó un importante legado escrito y una fantástica biblioteca en la casa que lamentablemente se perdió: don Artemio de Valle-Arizpe. (ver)



Guillermo Tovar habitó durante los años 70’ cerca de Chapultepec, en la calle de Toledo de la Colonia Juárez, y luego adquirió y restauró una casa en la Colonia Roma -en el número 228 de Colima- diseñada y edificada por el ingeniero Gustavo Peñasco como parte de un conjunto del que sobreviven seis casas. Atesorando ahí archivo, biblioteca y objetos de arte, la casa era para 1995 ejemplo del rescate que se hacía del patrimonio edificado de la Colonia Roma que tanto sufrió luego del sismo de 1985, aunque eventualmente se gestó la idea de encontrar una propiedad más grande, donde poder sentar y exhibir ese patrimonio, ya que por entonces, Guillermo compró la biblioteca de Oro Ortiz, un conjunto de libros que contenía tesoros increíbles…



En 1995, Guillermo adquirió la deteriorada propiedad en Valladolid N°52 e inició el proceso de rescate, que incluiría la reestructuración del inmueble así como una importante ampliación que incrementaría sustancialmente el área útil de la propiedad pero dejaría intactos los elementos decorativos de la casa Álvarez -terminada en 1910-, complementando las diversas habitaciones de la estructura principal con un pasillo cerrado que daría nueva sustancia a los espacios...


Para 1998 y según nos dice el Dr. Guzmán Urbiola, con la asistencia del arquitecto Andrés Escalante Legarreta, la casa estaría lista para recibir las diversas colecciones y transformarse en la guarida del hombre al que Blanca González Rosas se refirió como “En su entorno, Guillermo Tovar era a la vez casa, objeto, experiencia y personaje.”

Libros y ensayos fundamentales para la visión que hoy tenemos de México, surgieron de la pluma de Guillermo, entre los que destaco “México barroco” de 1981; “El arte de los Lagarto, iluminadores novohispanos de los siglos XVI y XVII” de 1988; los dos tomos de “La ciudad de los palacios -crónica de un patrimonio perdido-” de 1991; “Miguel Cabrera, pintor de cámara de la reina celestial” de 1995 y “El Pegaso o el mundo barroco novohispano en el siglo XVII,” un librito de menos de cien páginas aparecido en 1993, acerca del caballo alado del Palacio Virreinal, documentos a los que se debían sumar otros varios creados al cobijo y resguardo de esa nueva guarida.



Desafortunadamente, luego de una caída accidental a la que en un principio no dio importancia, Guillermo Tovar De Teresa murió sorpresivamente el 10 de noviembre de 2013 resultado de una “hemorragia interna” y la noticia se dio por parte de su hermano Rafael a través de Twitter:
“Con dolor fraternal comparto con toda mi familia el fallecimiento de mi hermano Guillermo Tovar, cronista de la Ciudad de México. Descanse en paz”.

Luego de algunos años, inmueble y contenido sería adquirido por la Fundación Carlos Slim para catalogarse bajo la dirección de Alfonso Miranda Márquez, y exponerse al público desde diciembre de 2018 como “Casa Guillermo Tovar de Teresa” recinto de “El Museo Soumaya” mostrando la colección de objetos ahí mismo, y buena parte del archivo disponible en el propio Museo Soumaya en la colonia Nueva Granada.


En la casa-museo se exhiben ahora obras de enorme importancia, que fueron publicadas por Guillermo y formaban parte de su colección, pero permanecían protegidas en el hogar, como la magnífica estampa calcográfica que cuelga en el salón con la “Vista de la plaza de México”, en dibujo de Rafael Ximeno y Planes grabado por Joaquín Fabregat con un sorprendente marco de taracea, o la extraordinaria “Virgen Inmaculada” de Baltasar de Echave y Rioja, lienzo que cuelga junto al arranque de la escalera con su marco de madera hueso y carey , acompañado de una Santísima Trinidad del XVII, figuras de madera tallada y estofada de los S. XVII y XVIII, porcelanas y cerámicas vidriadas del S. XVII colocadas sobre muebles de interesante talla…

Les invito a visitar la magnífica “casa-museo”, abierta diariamente y sin costo de acceso. Las notas periodísticas de diciembre de 2018, anotaban:
“El museo ocupa una edificación porfiriana, la fachada fue diseñada por el mayor e ingeniero militar, Gustavo Peñasco Hidalgo en 1910, su construcción estuvo a cargo del ingeniero civil y arquitecto, Manuel Francisco Álvarez. Guillermo Tovar de Teresa adquirió el inmueble en condiciones de deterioro en 1995, y lo puso en manos del arquitecto Andrés Escalante para su restauración, esta casa fue declarada Monumento Artístico por le INBA en 2003.”




Este Blog se ha hecho gracias al apoyo incondicional de Julieta Fierro; está dedicado a las “Grandes casas de México” y pretende rescatar fotografías e historia de algunas de las residencias que al paso del tiempo casi se han olvidado y de las que existe poca información publicada. El objeto es la divulgación, por lo que se han omitido citas y notas; si alguien desea mayor información, haga favor de contactarme e indicar el dato que requiere. A menos que se indique lo contrario, las imágenes provienen de mi archivo, que incorpora imágenes originales recopiladas al paso del tiempo, así como el repertorio de mi padre y parte del archivo de don Francisco Diez Barroso y sus imágenes de Kahlo; si utilizan las imágenes, favor de indicar la fuente –aunque advierto que pueden tener registro de autor–.



Conforme haya más entradas (ya son más de 80), aparecerán en el índice a la derecha de ésta página…



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