jueves, 29 de abril de 2021

La casa González-Montesinos en Calzada del Ejido 1231.

Luego Inspección General de Policía y hora el terreno ocupado por un edificio de oficinas en Avenida de la República esquina con la calle Lotería Nacional…

Frente a la calzada que llevaría del Paseo de la Reforma al Palacio Legislativo y a unos pasos de “El Caballito”, en terrenos que habían pertenecido al Marqués de Buena Vista, albergado el Jardín Botánico y luego ciñeron la “Plaza de Toros del Paseo”, el general Fernando González Mantecón edificó a partir de 1894 ‒siguiendo un diseño del arquitecto Emilio Dondé‒, una casa con amplísimo jardín para su esposa Dolores Montesinos Saldaña de González, sobre un magnífico predio de 4,900m².

Al paso del tiempo y luego de la Revolución, la casa sería ocupada por la temida “Inspección General de Policía” y tiempo después destruida cuando se creó la Calle Lotería Nacional y se edificó “El Moro” para esa institución; en el terreno se construyó un edificio de nueve pisos que por años llevó un gran letrero de “American Airlines” y luego “Ron Batey”, que a raíz del sismo de septiembre de 1985 sería desmantelado y en su lugar, ahora está un pequeño inmueble de cinco niveles (Avenida de la República N°115) que sirve a “LN”.




Hijo de Laura Fernández de Arteaga y Mantecón-Pacheco y el general José Manuel del Refugio González Flores ‒que ocupó el puesto de Presidente de la República entre 1880 y 1884‒, Fernando Tranquilino González Mantecón nació en Oaxaca el 6 de julio 1865 y fue un militar y político mexicano muy cercano al Presidente Díaz y a su hija Amada; segundo hijo del matrimonio (el mayor Manuel González Mantecón 1863-1913, casado en mayo de 1888 con María Guadalupe Fernández Fernández (n. 1874), y el menor Luis González Mantecón) su juventud se desarrolló mientras su padre era comandante de la región de occidente y luego fungió como gobernador interino del estado de Michoacán, mientras mantenía estrechos lazos y cercanía con la familia Díaz (don Porfirio y don Manuel eran compadres) luego de la separación de sus padres.


Durante ese período, floreció una muy cercana relación con Amada Díaz que probablemente los hubiera llevado al matrimonio, pero en 1886 –año del divorcio de sus padres y de severos problemas políticos de su padre luego de acusaciones de corrupción durante su mandato‒ un desliz de Fernando alejó irremediablemente a Amada que eventualmente casaría con Ignacio De la Torre y Mier, y juntos edificarían desde 1887 una gran casa frente a la estatua ecuestre de Carlos IV en el N°1 de la “Plaza Reforma” (Ver).


En el Archivo Porfirio Díaz que se resguarda la Universidad Iberoamericana, se conserva una carta enviada a Porfirio Díaz el 31 de diciembre de 1886 en que Fernando González le escribía:
“Por muchos años acaricié la ilusión de encontrar un porvenir sereno en el cariño de Amada, haciendo entrar la felicidad a mi hogar, tan rudamente abatido por el destino. Hoy la veo desvanecerse y, con ella, también la manera de hacerme perdonar…” “Comprendo que algunas ligerezas mías la hayan podido ofender, pero no han sido de naturaleza de provocar un rompimiento, ni exigen tampoco ser castigadas con la excesiva dureza que se ha usado conmigo. Va a ajustar ya los tres meses de su enojo, y he sufrido en ellos de una manera imponderable.”

Fracasada aquella reconciliación a pesar de la mediación de don Porfirio y ya siendo su padre Gobernador de Guanajuato, Fernando contrajo matrimonio el 22 de junio 1889, con Laura Montesinos Saldaña (n.1874) ‒hija del general José Montesinos (1839-1895) Oficial Mayor de la Secretaría de Guerra y Marina, y administrador general de los bienes urbanos y rurales de su padre, el ex presidente González‒. Al poco tiempo, murió Laura inesperadamente luego del parto y al poco tiempo -1893- falleció también su padre; contrajo entonces nupcias con la hermana de Laura, Dolores Montesinos Saldaña (n. 1875) el 14 de enero 1894, y fue entonces cuando contrató el diseño para edificar una casa en la Calzada del Ejido N°1231


Recuérdese que don Manuel González (padre) había sido propietario de la a hacienda de La Concepción –Chapingo‒ (Ver) y luego de la muerte del general el 8 de mayo de 1893, aquella propiedad sería administrada por Manuel González (hijo) Mantecón, quien desde 1891 recibía en la calle Oriente 2 Número 2500 ‒que es la calle que hoy conocemos como Moneda‒.

Entretanto, Fernando T. González Mantecón obtuvo el grado de Coronel y ocuparía el cargo de Jefe del Estado Mayor del presidente de la República y sería luego propuesto como inspector de la policía del Distrito Federal. Durante ese período, se hizo de un magnífico terreno de 4,899m² –casi colindante con la apenas edificada casa de Ignacio De la Torre y Amada Díaz frente a la estatua ecuestre de Carlos IV‒ que formaba parte de las propiedades familiares que ahora su suegro ‒el general José Montesinos‒ distribuía entre los herederos de don Manuel González.

Es necesario explicar aquí, que el general Manuel González había hecho en 1883 una reforma al Código Civil –que entró en vigor en 1884‒ e introducía la libertad de testar; eso le permitió beneficiar a sus hijos fuera de matrimonio, cosa que complicó enormemente la distribución de bienes encomendada a don José Montesinos…


La Mapoteca Orozco y Berra conserva una magnífica litografía coloreada, “México en 1858” y/o “La Ciudad de México tomada en globo por el Noroeste”, compuesta por Casimiro Castro –que la delineó y litografió–, que muestra una “Vista en Globo de la Ciudad de México de noroeste a sureste” donde se contempla la ciudad en su entonces totalidad, totalidad de hace poco más de 160 años. A la extrema derecha, se contempla el límite marcado por el Paseo de Bucareli que muchos llamaban el “Paseo Nuevo”, donde la glorieta mayor estaba adornada por una fuente dedicad a “La Patria", y donde para ornamentar la primera glorieta se colocó en aquel 1858, la estatua ecuestre que Tolsá había fundido en 1801 (nótese que aún no parece el trazo del “Paseo de la Emperatriz”, que iniciaría en 1964…


Arriba, de “México y sus alrededores” –publicado de origen por DECAEN en 1858, pero aquí en su versión de 1897,en que se ha agregado ya el Paseo mandado trazar por Maximiliano I y que ahora conocemos como paseo de la Reforma– un fragmento de aquella litografía de Casimiro Castro “La Ciudad de México tomada en globo por el Noroeste”, donde se distinguen mejor el Paseo de Bucareli y la Calzada del Ejido (derecha); al centro, aparece la rotonda en que se colocó la estatua ecuestre de Carlos IV a la que llegaba la avenida que había recibido el nombre de Calle de General José María Patoni (entre Rosales/Bucareli/y el Paseo de la Emperatriz –Reforma– y San Diego -hoy Dr. Mora-) y que continuaba hacia el poniente –derecha– como Calle/Calzada del Ejido.

En la sección inferior derecha de la litografía de Castro, se descubre la glorieta a la que en 1858 y por instrucción de don Miguel Lerdo de Tejada, el arquitecto Lorenzo de la Hidalga había trasladado la magnífica escultura ecuestre de Carlos IV ejecutada por Manuel Tolsá, llevada ahí desde el patio central de la Pontificia y Nacional Universidad de México (que la resguardaba desde 1823), iniciando la maniobra el 3 de septiembre de 1858, para colocarla sobre un nuevo y sobrio pedestal de su autoría, frente a la plaza de toros o “Coliseo Nuevo”.


Arriba, una magnífica imagen de la estatua Ecuestre ya colocada en el Paseo de Bucareli, mirando hacia el poniente y la Calzada del Ejido; la flecha señala los jardines de lo que había sido la casa del Conde de Buenavista ‒diseñada también por Manuel Tolsá, construida entre 1798 y 1805 por encargo de la Marquesa de Selva Nevada‒ y que había pasado a la propiedad de don José María Rincón-Gallardo y para entonces albergaba la Compañía Tabacalera Mexicana.

Abajo, en un detalle del “Plano General De La Ciudad De México para 1875” en que se descubre la misma zona (ahora con el norte hacia arriba) se revela el trazo de lo que entonces aún se conservaba de los jardines de aquel “Palacio del Conde de Buenavista”, edificio que ahora conocemos como Museo de San Carlos y que le dio nombre a la colonia ya que por entonces albergaba a “La Tabacalera”; la estrella señala el sitio en que 25 años después, se edificaría la casa González-Montesinos en Calzada del Ejido 1231.


Aquel predio sobre la “Calzada del Egido (sic.)”, que en varios planos también aparece como Calle de Patoni –en honor al general José María Patoni, militar liberal y Gobernador del estado de Durango‒ y desde 1891 con la “Nomenclatura Numérica” se definió como Avenida Poniente 4 ‒y con esa nomenclatura dotó al predio en cuestión con el número 1231‒, había visto transformarse el área por la posibilidad de edificar un nuevo e importante edificio gubernamental con frente a esa calle.

Abajo, un fragmento del ”Plano Oficial de la Ciudad de México para 1891” en que aparece el cruce del Paseo de la Reforma con las Avenida Poniente 4 (Egido y/o Patoni) y Calle Sur 12 (Rosales y Bucareli). Al centro he señalado el contorno aproximado del predio en que el ya general Fernando González Mantecón edificaría a partir de 1894 ‒siguiendo un diseño del arquitecto Emilio Dondé‒, una casa con amplísimo jardín para su nueva esposa, Dolores Montesinos Saldaña de González.


Sobre aquella Calzada y ocupando los jardines de Buena Vista, se abrieron las calles que rendirían homenaje a José de Emparán –Liberal y Cnstituyente‒, Joaquín Baranda y Quijano ‒político, escritor, historiador y maestro‒ y José de Jesús Terán Peredo ‒personaje casi olvidado que intentó disuadir a Maximiliano de su viaje a México para ser ungido emperador e influyó en el retiro de las fuerzas inglesas y españolas que junto con Francia llegaron a México en la acción punitiva conocida como la intervención y “guerra de los pasteles”‒ y en la esquina de esa nueva calle llamada Elíseo (eventualmente dedicada a Terán) y Calzada del Ejido, se levantó en 1893 la primera nueva casa de la zona, que muchos conocerían como “la Casa Morisca” por sus peculiares ventanas engalanadas con arcos de herradura.


Además, en 1887 se había edificado en Plaza de la Reforma I y frente al “Caballito” ‒siguiendo un proyecto del ingeniero militar Ignacio De la Barra (quien años después, según nos dice Israel Katzman, edificaría con Porfirio Díaz hijo y Carlos Noriega el Manicomio de La Castañeda)‒ la magnífica casa con mansardas de don José Ignacio Mariano Santiago Joaquín Francisco de la Torre y Mier, luego de su matrimonio con Amada Díaz Quiñones (Ver).



Para su nueva casa en el N°1231 de la Avenida Poniente 4 –que todos seguían llamando Calzada del Ejido‒ don Fernando González Mantecón decidió contratar los servicios del Arquitecto e Ingeniero Civil Emilio Dondé Preciat, prestigiado constructor ‒hermano de los famosos Rafael y Manuel Dondé‒ y casado con Matilde Guilbault Trilles que ya tenía en su haber los diseños de varias residencias cercanas, así como la notable intervención en la casa de la marquesa de San Mateo Valparaíso y luego propiedad del marqués de Moncada en la antigua calle de San Francisco, para transformarla en el muy popular “Hotel Iturbide”, a unos pasos del Jockey Cluby conocemos como “Antiguo Palacio de Iturbide, Palacio de Cultura Citibanamex”.


Además del “Café Colón” en el Paseo de la Reforma –frente al monumento dedicado al genovés en la segunda glorieta del Paseo–, por entonces Dondé Preciat edificaba ya la pródiga Iglesia de San Felipe de Jesús en los terrenos que ocupara la capilla de Nuestra Señora de Aránzazu anexa al Templo de San Francisco y que aparece abajo vista desde la –hoy peatonal‒ avenida Madero...


Emilio Dondé había nacido en Campeche, e ingresó a la Academia de San Carlos en 1867, como una de las últimas generaciones que recibirían el título de “Arquitecto e Ingeniero civil”. Alumno destacado, impartió clase –transitoriamente– de Geometría descriptiva y participó con Ángel Anguiano en el diseño del proyecto de la cúpula para el Observatorio Astronómico de la Escuela Nacional de Ingeniería; aprobó el 8 de julio de 1872 su examen profesional de arquitecto e ingeniero civil, en la Escuela Nacional de Bellas Artes.


En su libro “Arquitectura del Siglo XIX en México”, publicado por Israel Katzman en 1973, aparece una significativa lista de las obras de don Emilio, aunque Katzman lamenta que “Desgraciadamente la mayor parte del archivo de planos y fotografías del Arquitecto Dondé que se había donado al INAH desapareció antes de que pudiera examinarlo, y solamente existe una lista de su contenido.” Por fortuna, el INAH y sus investigadores de la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos han recuperado el archivo –que ahora está incorporado al Archivo Geográfico Jorge Enciso‒ y tanto Marcela Saldaña como Pedro Paz se han dedicado a estudiarlo y divulgarlo.

Abajo, el “Proyecto para una casa sobre el Paseo de la Reforma” en un plano firmado “México Dicbre de 1898, Emilio Dondé, Ing Arquitec”.



Como un magnífico ejemplo de la obra de Dondé y de la que además de la construcción misma, se conservan los dibujos firmados en 1891 (CNMH), está la casa que diseñó para don Luís Escalante y María Leonor Martínez de la Torre en la calle de Santa Clara ‒ahora Tacuba 53‒ (Ver) y que cuidadosamente restaurada, exhibe y hace gala la magnífica calidad en diseño y factura que acreditaban a Emilio Dondé.



Para el diseño de la casa González-Montesinos en Calzada del Ejido 1231, Dondé Preciat aprovechó la largueza del terreno para obsequiar un espléndido jardín a doña Dolores Montesinos Saldaña de González, con un diseño rodeado de todos los servicios para hacer funcional y práctica la casa, mientras que para don Fernando González Mantecón diseñó un Palazzo Urbano que dictaría la nueva manera de crear residencias ‒alejadas ya de la tradición Colonial y su inexcusable patio‒ en la ya entonces pujante capital mexicana.

Abajo, del texto “La casa de la Ciudad de México”: “Plano de una casa en la calle de Ejido, proyecto de Emilio Dondé, 1894” de Enrique Ayala, la casa González-Montesinos en Calzada del Ejido 1231.




Aunque el diseño final tendría algunas modificaciones a lo dibujado en éste proyecto, el esquema general se mantuvo en la ejecución que hacia 1895 quedaba terminada, creando un pabellón con servicios adjuntos –contra la colindancia poniente‒ y albergue de servidumbre y cocheras ‒en la esquina nor-oriente de la propiedad‒ que por claridad y sobriedad se volvería prototipo de la Residencia Moderna en la Ciudad de México. Además, a decir de Saldaña (2016) Dondé proyectó también un lago y un quiosco, espacio para invernadero y caballerizas…

Abajo, la fachada principal de Calzada del Ejido 1231 mirando hacia el Sur y a la Calzada del Ejido ‒Avenida Poniente 4 N°1231‒ en la que es importante hacer notar que se muestran tres paramentos distintos en el desarrollo de la portada del inmueble, que de hecho dan –en desarrollo‒ notable profundidad a esa fachada frontal.


A diferencia de lo que la tradición dictaba, la fachada no se alinea a la banqueta y satura la totalidad del frente a la calle, sino que coloca los volúmenes de manera escalonada –agregando además pórtico, balcones y balaustradas‒ hasta llegar al espectacular acceso –que a manera de pórtico para carruajes‒ muestra su gran puerta a los visitantes.

Abajo, en una fotografía que probablemente se captó alrededor de 1910, las fachadas sur y oriente de la casa González-Montesinos y su reja de acceso.


Hacia el jardín y el oriente, el desarrollo de fachada hace eco a la fachada principal, con pórtico y balcón al que se suman solemnes escalinatas para llegar al jardín; en la imagen de abajo, aparece esa fachada y se puede adivinar además la puerta secundaria del pórtico de acceso.




En la fotografía de arriba, que capta con más amplitud las fachadas al jardín y el oriente, podemos descubrir el diseño escalonado de los volúmenes que se abren hacia las amplias vistas así como la escalinata que lleva del Gran Salón hacia los jardines.

Creo redundante hacer énfasis en la calidad de los materiales y lo cuidado del diseño, pero puedo acudir a los planos que resguarda el Archivo Geográfico Jorge Enciso para mostrar planos que detallan el despiece de la fachada para la casa en Tacuba 53 ‒edificada en el mismo período‒ para ilustrar el trabajo de Dondé en la casa González-Montesinos.


Los detalles de aquella obra son análogos a los de la casa de Avenida Poniente 4 N°1231 y muestran notables similitudes en características estilísticas y trabajo de talla en la piedra.



Hacia 1894, fecha de la imagen de abajo, aparece la casa González-Montesinos prácticamente terminada y en el balcón de fachada colocados andamios para dar acabados y limpieza final a la obra; así la casa pasaría a formar parte de la perspectiva más fotografiada de la capital mexicana, que incluía a la Estatua Ecuestre de Carlos IV en la Plaza del Paseo de la Reforma y la casa de los De la Torre-Díaz en el N°1 de Plaza Reforma…



Al interior, el diseño de Dondé debió ser igualmente detallado y elegante, con particularidades decorativas –que nuevamente‒ podemos considerar análogas a las preparadas para Tacuba 53. De nuevo recurro al “Archivo Geográfico Jorge Enciso del CNMH-INAH…”, y los bocetos que se conservan para el diseño interior del Gran Salón de la casa de Santa Clara 23; no he sabido qué tanto de esos interiores se ejecutó, aunque las características de los dibujos indican que era un proyecto terminado y suficientemente adelantado para ser ejecutado. Sugiero recurrir al texto de Pedro Paz que en el N° 37 del Boletín de Monumentos Históricos del INAH, hace una magnífica recreación de aquel espacio.



Abajo, en una imagen muy posterior a la terminación de la casa, aparece el salón de la casa González-Montesinos; en la fotografía pueden verse los acabados interiores del inmueble, que subsistieron aun cuando la casa dejó de serlo, y se transformó en oficinas del gobierno de la ciudad…


Doña Dolores Montesinos Saldaña de González mudó ahí a su familia a final de 1895, cuando ya había nacido su primogénito Fernando González Montesinos y venía en camino su segundo hijo con don Fernando González Mantecón, Manuel González Montesinos (n.1897); así, la casa con amplísimo jardín pasó a formar parte de la vista urbana de la capital mexicana, cuando los carruajes tirados por caballos eran la regla y se inauguró el asombroso tranvía eléctrico de dos pisos que llevaba a San Lázaro…


Siempre me sorprende el pensar que aquella zona que hoy consideramos parte del bullicioso Centro, era entonces zona residencial, con la casa González-Montesinos y su jardín parte de un paisaje urbano casi bucólico y cercano al aún enorme jardín de “Palacio de Buenavista”.

Al poco tiempo, con la noticia –hecha pública el 7 de Marzo de 1897‒ en que «Se convoca a un concurso internacional para diseñar el “Palacio del Poder Legislativo Federal de los Estados Unidos Mexicanos”», la Calzada Egido/Patoni se transformaría en Calzada del Palacio Legislativo y el sitio adquirió aún más relevancia al ser parte del eje que llevaría de Palacio Nacional a Palacio Legislativo, pasando al lado de la Alameda y la Estatua ecuestre de Carlos IV.



Por si faltara algún fundamento para reconocer la jerarquía profesional de don Emilio Dondé diseñador de la casa González-Montesinos, puedo agregar que además de las obras ya citadas, se cuentan varias trascendentes publicaciones con el Ayuntamiento de la capital –con la intención de incrementar y regular la altura de nuevos edificios en las avenidas‒ y su proyecto para el Banco Nacional; además, Dondé participó en aquel trascendente concurso para el Palacio Legislativo Federal que se convocó en 1897 y que sería finalmente otorgado –luego de larga controversia– a Henri Jean Émile Bénard.


Arriba, el diseño presentado al concurso para el “Palacio del Poder Legislativo Federal de los Estados Unidos Mexicanos” por el arquitecto e ingeniero Emilio Dondé; abajo el diseño presentado tiempo después por el arquitecto Émile Bénard, y que al superar la disputa comenzaría a ser edificado a partir de 1905.


El edificio se alzaría frente a la “Plaza de la República” creada al ensanchar la “Calle del Egido (sic.)” y el edificio se levantaría con frentes a las calles de Tamaulipas y de la Exposición (ahora Ignacio Ramírez y Ponciano Arriaga) apenas a unos metros de la estación de Buenavista –hacia el norte‒ y el Paseo de la Reforma –hacia el sur‒. Abajo en un fragmento del “Plano de la Ciudad de México –Formado y publicado por la Compañía Litográfica y Tipográfica S.A.‒ para 1907” que forma parte del acervo Balbás/Diez-Barroso, he señalado el contorno de la casa González-Montesinos –que señalo con su gran jardín‒ en un dibujo que da clara información del contexto en ese inicio del S. XX –al centro izquierda, aparece ya la impronta del “Palacio Legislativo” señalado con el N°57‒.



Aunque de origen, la referencia principal para la casa era indudablemente la Estatua de Tolsá representando a Carlos IV, el nuevo edificio en la Plaza de la República se transformaría rápidamente en el referente obligado. Abajo, el detalle de una magnífica fotografía de Hugo Brehme que capta el cruce del Paseo de la Reforma y las Avenidas Juárez (Patoni) y Ejido, justo antes de levantarse la estructura metálica para el Palacio Legislativo, y en la que aparece un desafortunado conductor intentando reparar su auto inmovilizado en plano cruce...


Durante este período y ya con el nombramiento de General, don Fernando González siguió en su puesto como Inspector General de Policía pero en 1905 asumió de manera interina la gubernatura del Estado Libre y Soberano de México, ocupando el puesto dejado vacante por José Vicente Villada que murió el 6 de mayo de 1904. Así, durante aquel período de cambios en la Calzada del Ejido de la Cuidad de México, los González-Montesinos habitaron en Toluca y mudaron residencia en 1909, cuando don Fernando asumió el cargo de Gobernador.

Unos años después, ya levantada la estructura metálica a cargo de “Milliken Bros.”, era evidente –tal y como lo muestra la imagen de Casasola fechada en 1917 que aparece abajo‒ que el Palacio Legislativo Federal pasaba a ser el actor predominante en el entorno…



Aquel diseño del Palacio Legislativo contemplaba un significativo edificio de planta casi cuadrangular al centro del que se levantaba una majestuosa cúpula sobre una gran “Sala de Pasos Perdidos” que ligaría el vestíbulo con Cámara de Diputados, Senado y Biblioteca. Aún hoy, la maqueta que se exhibe al interior ‒en el sótano de los restos del edificio‒, permite entender la suntuosidad del proyecto…



Para 1910, terminada ya la cimentación y prácticamente ensamblada la estructura metálica de soporte, se hizo una gran ceremonia inaugural en Septiembre ‒durante los festejos del Centenario de la Independencia‒ cuando habían ya comenzado a prepararse las instalaciones y encargado una parte de los trabajos artísticos que ornamentarían el edificio.



Durante ese período y como Gobernador del Estado de México, el General Fernando Gonzalez Mantecón jugó un papel importante en las ceremonias y –entre otras muchas labores‒ recibió con el protocolo requerido al representante de S.M. el Rey Alfonso XIII ‒ Camilo García de Polavieja y del Castillo-Negrete, marqués de Polavieja‒ que además y a invitación del gobernador hizo inspección de cortesía a la ciudad de Toluca; aquella visita quedó plasmada en una sorprendente película “Llegada del tren que condujo al Marqués de Polavieja” captada por los hermanos Salvador, Guillermo, Eduardo y Carlos Alva en aquel 1910.


Arriba, la estructura del Palacio del Poder Legislativo, captada desde la Calle de la Exposición (hoy Ponciano Arriaga) en 1911. Abajo, las ocho esculturas –a manera de cariátides‒ que adornarían el friso bajo el frontón de la fachada principal, colocadas frente a la escalinata del edificio; a la extrema derecha la pareja “La Juventud” de André-Joseph Allar, seguida por “La Justicia” y otras esculturas de Paul Gasq y Honoré Marqueste. Las figuras –ya desprovistas del respaldo‒ adornan ahora el exterior del Palacio de Bellas Artes.



El 25 de mayo de 1911, el presidente Porfirio Díaz renunció a su cargo –sustituido por el Secretario de Relaciones Exteriores don Francisco León de la Barra‒ y en la madrugada se dirigió a la estación San Lázaro para tomar el tren a Veracruz, desde donde se embarcaría camino a Francia. En la estación, le esperaban su familia y don Fernando González que les acompañaría durante todo el trayecto; abajo, ya en el “Ypiranga” ‒vapor correo de la Hamburg-Amerika Linie a bordo del que partió el 31 de mayo‒, don Porfirio Díaz y detrás de él, Fernando González M., acompañados por Porfirio Díaz Ortega (también de blanco) y Armando I. Santa Cruz de su Estado Mayor.



En Europa, don Fernando se mantendría al lado de don Porfirio y su esposa, y para 1913 les acompañó con Guadalupe Mier, Pedro Corcuera y Alfonso Rincón Gallardo en un viaje a Egipto; en febrero el grupo visitaba las cataratas de Asuán, mientras que en México, se sublevaban Díaz y Reyes, y apenas días después eran asesinados Madero y Pino Suárez…

Comenzaba con aquella “Decena trágica” la penosa lucha de Revolución Mexicana que vería al país sumergirse en caos, pasar el gobierno –luego de la caída de Huerta‒ entre diversas presidencias y la Ciudad de México sufrir la entrada de ejércitos Constitucionalista y Convencionista; en su descripción de la “Entrada triunfal del Ejército Constitucionalista” el 2 de agosto de 1915, Gustavo Casasola nos cuenta que:
Al ocupar la ciudad de México las avanzadas del Ejército Constitucionalista, las que venían al mando del general Álvaro Obregón, éste fue designado Comandante Militar de la Plaza; gobernador del D.F., el ingeniero Alberto Robles Domínguez; Inspector General de Policía, el general Francisco Cosío Robelo y Presidente Municipal, el licenciado Luís G. Cervantes.


Y sigue Gustavo Casasola:
Los jefes constitucionalistas ocuparon las residencias de los aristócratas que fueron funcionarios y amigos del gobierno huertista. El general Obregón ocupó la de la familia Braniff (Ver); el general Pablo González la de don Ignacio de la Torre (Ver), el general Lucio Blanco, la del licenciado Joaquín D. Casasús (Ver) y el general Rafael Buelna la casa de don Arturo Braniff (Ver).

Arriba, soldados ligados al general Pablo González en el patio de la de la casa de don Ignacio De la Torre y Amada Díaz de De la Torre en Plaza Reforma N°1; abajo, la entrada a la casa de don Arturo Braniff ‒en Penitenciaría (ahora Lafragua) N° 16‒ tomada por el general Rafael Buelna, y después, la casa del licenciado Joaquín D. Casasús –en la calle de Héroes‒, tomada como residencia por el general Lucio Blanco.





Entretanto, y aprovechando la cercanía, el estado mayor del general Pablo González instaló a parte de la tropa en los amplios jardines de la casa de don Fernando González Mantecón y Dolores Montesinos Saldaña de González, donde aprovecharon quiosco y caballerizas de Ejido 1231…


Luego de diversos enfrentamientos ‒y la expedición punitiva del general Pershing contra Villa‒ al triunfo de las fuerzas constitucionalistas, Venustiano Carranza traslada su gobierno de Querétaro a la Ciudad de México, arribando el 14 de abril de 1916 a la capital y formando un nuevo gobierno auxiliado por Álvaro Obregón a su diestra…


Aquella tregua y alianza no duraría y para 1920 se gestaba el “Plan de Agua Prieta”…

Agua Prieta es considerado por algunos estudiosos como el último movimiento armado de la Revolución mexicana; encabezado por Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles desconociendo a Venustiano Carranza ‒en plan homónimo plasmado el 23 de abril‒ y derivó en el asesinato del propio Carranza…

Entretanto, Fernando González Montesinos –hijo de don Fernando‒ luchaba con los aliados en las filas de la Legión Extranjera.


Cuando Venustiano Carranza negó la candidatura presidencial a Álvaro Obregón y la otorgó a Ignacio Bonillas, la disputa se generalizó y paulatinamente la revuelta se extendió por el país y eventualmente obligó a Carranza a replegarse sobre Veracruz; antes de llegar fue asesinado en Tlaxcalantongo, en un episodio más de la insurrecta ferocidad que infectaba a la país. La presidencia sustituta le fue otorgada a Adolfo de la Huerta, jefe político del movimiento…


Nos cuenta Casasola:
“Al triunfo de la revolución de Agua Prieta, es nombrado Inspector General de Policía, el general Domingo Martínez Garrido, quien uniformó a la policía con: uniforme de levita corta semejante a las que usa la policía en los Estados Unidos. La Inspección General, ocuparía la casa del Ejido (refiriéndose a Ejido 1231).”

Así, la casa González-Montesinos de Ejido 1231, se transformaba con Domingo Martínez Garrido y en un giro imprevisto –recuérdese que el general Fernando González había sido él mismo Inspector General de Policía‒ en Inspección General de Policía a partir del interinato de Adolfo de la Huerta y luego durante la presidencia de Álvaro Obregón…


De “Revista de policía”…, vol. 3, núm. 3, 10 de diciembre de 1925:
“…la sexta era de las demarcaciones con mayor presencia en el imaginario de los policías, pues se encontraban allí “las más fuertes instituciones de la República”. Dentro de ella estaban el Palacio de Relaciones Exteriores, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el Hospital General y el edificio principal de la Inspección General de Policía. Ese perímetro también concentraba actividades económicas destacadas, como la fábrica de cigarros El Buen Tono, los talleres generales de la Compañía de Tranvías y otras dedicadas a producir textiles. Figuraban además la compañía productora de hule El Popo, las instalaciones automotrices de Fiat, Cadillac, Buick y Packard así como las empresas petroleras El Águila y la Huasteca.



Para quienes entraban a la Inspección General de Policía, era una sorpresa contemplar los magníficos terminados y decoraciones de esa dependencia gubernamental de secundaria importancia, que conservaba los cuidados acabados de salones e incluso varios de los muebles de la que apenas unos años atrás era la casa del General González.

Arriba, el Despacho de la Inspección y abajo, “David de la Fuente entregando la jefatura de la Inspección General de Policía al general Rodrigo Valdés”, enmarcados por algunos muebles de la casa González-Montesinos.



Muy pronto se hicieron también notorios los sótanos, donde bajo el sistema constructivo de vigueta y bovedilla –novedad empleada por el arquitecto Dondé Preciat en 1894‒ se habilitaron “separos” y celdas, y se rumoraba de torturas para obtener confesiones aún en caso de inocencia…


Durante los años 20’ y la década siguiente, Ejido 1231 portaría el estigma de un sitio de injusticia y sufrimiento a manos de una policía que no necesariamente cumplía sus labores con la dignidad y prontitud esperadas, y resulta claro que los gobiernos de Obregón (1920-1924) y Calles (1924-1928) se aprovecharon de la Inspección General para hacer valer su potestad con prácticas que encumbraron ilegalidad, vaguedad e impunidad.

Abajo, el general Domingo Ramírez Garrido que en Ejido 1231, inauguró la Inspección General de Policía, habilitó los sótanos, instaló barracas en los edificios de servicio de la casa y habilitó –al fondo del jardín‒ un muro para práctica de tiro que pronto se transformó en “El paredón”…


Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles manejaron la gendarmería para mantener a raya a la población civil que se revelaba contra su gobierno posrevolucionario. Así, los altos mandos de la Inspección General fueron otorgados a militares que habían demostrado fidelidad al régimen durante la rebelión delahuertista de 24.

En sus memorias, Roberto Cruz ‒uno de esos militares‒, nos cuenta del acuerdo que personalmente promovió con Calles al momento de tomar el mando de la Inspección General a final de 1925: “Yo no la llamaba Inspección General de Policía, sino Secretaría de Seguridad Pública, toda vez que yo dependía del presidente, y tenía acuerdo con él como cualquier ministro”.

Frente a Ejido 1231, se volvió cosa común mirar grupos de desesperados y curiosos, esperando alguna noticia o informe de las investigaciones relacionadas con algún ser querido…


Arriba, “Esperando frente a Ejido 1231” de Nacho López. Abajo la confluencia del Paseo de la Reforma con Rosales y Calzada del Ejido; al centro, la casa De la Torre y Díaz, y a la extrema izquierda el jardín de Ejido 1231 del que se adivina el enorme jardín arbolado.



Para 1925, se decidió aprovechar la casa que había pertenecido a Ignacio De la Torre y Amada Díaz –Reforma N°1‒ para albergar de manera permanente a la “Lotería Nacional” y así fructificar aquellos imponentes salones para ceremonias y premiaciones; abajo, una imagen de febrero 1925 en que la manta indica:
“PROXIMAMENTE SE TRASLADARA A ESTE EDIFICIO LA LOTERIA NACIONAL PARA LA BENEFICENCIA PUBLICA”


Entretanto, apenas a unos pasos de esa Lotería, Pedro J. Almada ‒inspector general de la policía‒ encabezó el mayor escándalo de aquellos años: con Valente Quintana ‒jefe de las comisiones de seguridad‒ y Pablo Meneses ‒secretario del inspector general‒, se les acusó de administrar burdeles, hacer negocio con el dinero recuperado de robos, mantener componendas con el hampa, torturar en los sótanos, utilizar a los gendarmes como empleados particulares y registrar múltiples aviadores en la nómina de la corporación policíaca; a pesar de innumerables pruebas presentadas, las acusaciones en su contra no prosperaron y los tres fueron exonerados luego de somera entrevista...


Arriba, mujeres arrestadas por manifestarse a favor del derecho al voto frente a la entrada principal de la Inspección General de Policía.

A principio de 1927 volvieron a México los Casasús e intentaron revivir la casa de Héroes, y por entonces volvió también Fernando González para negociar la devolución de la casa de Ejido y casi sin intentarlo, se vería implicado en la rebelión de los “Cristeros”; “La situación del país está cada vez peor…” escribía Federico Gamboa en Mi Diario; “Estamos en plena guerra religiosa, que son las más implacables y bárbaras…”

Toda gestión resultó infructuosa por parte de González y al poco tiempo, escenas oscuras se darían en lo que fuera diseñado como el magnífico y alegre jardín de su casa, donde desde 1919 se había habilitado al fondo un muro para entrenamiento de tiro y que ya se usaba como “Paredón”. Luego del atentado dinamitero contra Álvaro Obregón en el Bosque de Chapultepec el 13 de noviembre de 1927, fueron fusilados en aquel jardín Juan Antonio Tirado Arias, Humberto Pro Juárez y Luis Segura Vilchis el 23 de noviembre, por orden de Plutarco Elías Calles y sin el juicio correspondiente ; abajo, la ejecución de Luis Segura Vilchis en el jardín de Ejido 1231.


Más pesarosa y aún más sonada resultaría la ejecución del Padre jesuita Miguel Agustín Pro Juárez: Humberto Pro fungía como delegado regional de la Liga Nacional de la Defensa de la Libertad Religiosa; al igual que él, Agustín Pro, Luis Segura y Juan Tirado eran integrantes de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana (ACJM); fueron acusados de participar en un complot contra el general Álvaro Obregón, ex presidente y que luego sería de nuevo candidato presidencial. Se incendiaba la mecha que por las acciones de Plutarco Elías Calles ‒con leyes que limitaban la libertad de culto‒ desencadenó una nueva revolución que dejó cientos de miles de muertos y se conoció como “la Cristiada”.


Arriba, la ejecución de Miguel Agustín Pro en el “Paredón” de Ejido 1231; imaginen que apenas a cien metros de la estatua Ecuestre de Carlos IV en el Paseo de la Reforma y doscientos de la secretaría de Relaciones Exteriores, los peatones y visitantes escuchaban frecuentemente los estallidos combinados del pelotón que fusilaba en el jardín de la Inspección General de Policía…

Para intentar aminorar la mala fama, la casa se abría a eventos de beneficencia y en innumerables ocasiones prestó sus jardines para recibir a multitudes necesitadas y aparecer así en las gráficas de los diarios. Abajo, la fachada al jardín de la casa González-Montesinos (nótense las figuras que flanquean la escalera) abierta para los “Niños pobres que reciben juguetes en la Inspección de Policía”.



La Revolución Cristera se extendería de 1926 hasta 1929 y en el proceso, la ciudad y calles aledañas a la casa González-Montesinos verían transformaciones insospechadas. La zona residencial había dejado de serlo y ahora el cruce de Paseo de la Reforma, Rosales, Ejido y avenida Juárez era sitio de agitación y manifestaciones, donde todos sabían de la sombría fama de la “Inspección General” que se revelaba a la saga de la inmensa mole metálica del inacabado Palacio Legislativo.



Pasarían los años y el período vería transitar las presidencias de Emilio Portes Gil (1928 a 1930), Pascual Ortiz Rubio (1930-1932) y Abelardo L. Rodríguez (1932-1934), todos bajo la tutela del “Jefe Máximo”, mientras que la Inspección General de Policía pasaría sus oficinas públicas en 1928 al edificio diseñado como sede de la Inspección de Policía y el Cuerpo de Bomberos en la calle de Victoria (en 1957 se trasladó al edificio la Secretaría de Marina y desde 2006 es el Museo de Arte Popular). La casa de Ejido 1231 parecía estar en abandono, pero seguía funcionando como “Separos” para la sexta demarcación de Policía…


Arriba, “Mujeres detenidas en el jardín de la sexta demarcación” (nótense las esculturas que aún se conservaban en la escalinata para subir al gran salón de la casa González-Montesinos); abajo “Esperando frente a la Inspección General”…



En 1935 y ya bajo la presidencia de Lázaro Cárdenas y la regencia de don Aarón Sáenz Garza, se tomaron diversas medidas para sanear los cuerpos policiacos en la Ciudad de México; en lo concerniente a Ejido 1231 se clausuró el inmueble y puso a la disposición de la Tesosrería. Tengo entendido que la propiedad se entregó a don Fernando González Mantecón y sus hijos Manuel y Fernando González Montesinos, pero de inmediato pasó al usufructo de la Lotería Nacional…

Abajo, la Calzada del Ejido en 1936 vista desde la estructura central del Palacio Legislativo, cuando ya se habían desmontado todas las armaduras perimetrales para venderlas. La flecha indica el sitio en que aún se conservaba la casa González-Montesinos en Egido 1231.



Aunque el gobierno de Francisco I. Madero aprobó continuar con las obras del Palacio Legislativo, tras su asesinato se interrumpió por completo esa construcción. El arquitecto Émile Bénard volvería a México para intentar dar nueva vida a su proyecto y en 1922 propuso un monumento a los grandes hombres de la lucha de la revolución o “Panteón a los Héroes”; cuando Álvaro Obregón resultó nuevamente electo aceptó la propuesta, pero fue asesinado en 1928 y un año después murió también Bénard.

En 1936, el arquitecto Carlos Obregón Santacilia, retomó la idea y rescató la estructura sobre el Salón de los Pasos Perdidos para edificar el “Monumento a la Revolución”, que sería terminado en 1938 con su inconfundible influencia “DECO”.


Además, hacia 1935 se decidió que “La Lotería Nacional” necesitaba de un nuevo inmueble que diera lustre a la institución y se comenzó la demolición de las casas que ocupaban los terrenos que el nuevo edificio dominaría, tomando como centro la casa de “Plaza de la Reforma N°1” y creando la nueva “calle Lotería Nacional”. Don Fernando González Mantecón falleció el 25 de enero 1937, a los 71 años, cuando ya se demolía su casa en la Calzada del ejido 1231.


Arriba, la demolición de las casas en la esquina de Paseo de la Reforma y calzada del Ejido (aún se distingue el balcón central de la casa De la Torre-Díaz). Abajo, en un fragmento de la toma oblicua de la Compañía Mexicana de Aerofoto fechada en 1936, se distingue abajo la intersección de las Avenidas Paseo de la Reforma y de La República (Ejido); al centro derecha, he marcado el predio que perteneció a la casa González-Montesinos cortado ya el jardín –y la zona del “Paredón”‒ por la prolongación de la calle dedicada a Tomás Alva Edison (nótese que aún aparece el quiosco); arriba, se distingue la Estación Buena Vista del Ferrocarril Mexicano y abajo a la derecha “El Caballito”.



En el cruce de Calzada del Ejido y Rosales, justo frente al remate del Paseo de la Reforma y Bucareli, se levantó el nuevo “Rascacielos” de la Ciudad de México siguiendo el diseño estructural (1932) del ingeniero José A. Cuevas y proyecto del arquitecto Manuel Ortiz Monasterio con interiores del arquitecto Vicente Mendiola para la nueva Lotería Nacional, inmueble que comúnmente se conoce como “El Moro”.

El edificio se escalona hacia la torre central, que con 22 pisos y su remate “Streamline” fue en su momento la atalaya más alta de la ciudad de México, aprovechaba la magnífica situación frente a la famosa estatua ecuestre de Carlos IV y fachada a los Paseos de la Reforma y Bucareli.


A su costado poniente y frente a la nueva calle Lotería Nacional se edificó en la sección sur de lo que fuera el predio de la casa González-Montesinos una torre de nueve niveles y elegante diseño que sería llamada “Edificio Jalisco” pero reconocida por el gran letrero espectacular colocado en la cima, que anunció tanto a “American Airlines” como el “Ron Batey”. En la parte norte del predio, se edificaron varios inmuebles de vivienda y años después –al fondo de lo que había sido el jardín‒ el “Edificio Edison” de la Lotería con acceso en la esquina de Terán y Edison.



Aunque formalmente la gran avenida del Palacio Legislativo había pasado a llamarse “Avenida de la República”, siguió conociéndosele como Calle del Ejido, incluso cuando en la esquina con Paseo de la Reforma –sobre el terreno de la casa donde se había fundado el Partido Nacional Revolucionario por disposición de Plutarco Elías Calles en marzo de 1929‒ se edificó la torre para el Banco Internacional, más conocido como “Edificio Corcuera”. El inmueble de 19 pisos soportó daños por los sismos de 1941 y 44, pero luego del terremoto de julio de 1957 sufrió severo menoscabo estructural y fue demolido al año siguiente.

Por años, el cruce de Reforma con Bucareli, Juárez, Rosales y Ejido –frente al “Caballito”‒ fue sinónimo de bullicio urbano cara a los edificios de La Lotería, Banco Internacional y Edificio Jalisco, camino al Monumento a la Revolución. Con la ampliación del Paseo de la Reforma hacia el nor-oriente y la demolición de la casa Limantour (Ver) y la Secretaría de Relaciones Exteriores (Ver), desaparecían los últimos vestigios de residencias porfirianas en la zona…



El “Edificio Jalisco” con su letrero anunciando “American Airlines” pareció borrar durante los años 50’ la amarga evocación de la Inspección General de Policía o el recuerdo de la casa González-Montesinos…



El sismo de 1957 y luego de 1985 modificaron por completo la zona y ahora apenas se conserva el edificio “El Moro” de la Lotería Nacional ‒aunque ya sin su magnífico remate de platos‒; incluso se esfumó “El Caballito” de Tolsá, sustituido a unos pasos por el de Sebastián –magnífica ventilación para el interceptor poniente‒.


Creo que quien pasa por aquella esquina, jamás sospecha la historia que entre aquellos edificios se evoca…

Este Blog se ha hecho gracias al apoyo incondicional de Julieta Fierro; está dedicado a las “Grandes casas de México” y pretende rescatar fotografías e historia de algunas de las residencias que al paso del tiempo casi se han olvidado y de las que existe poca información publicada. El objeto es la divulgación, por lo que se han omitido citas y notas; si alguien desea mayor información, haga favor de contactarme e indicar el dato que requiere. A menos que se indique lo contrario, las imágenes provienen de mi archivo, que incorpora imágenes originales recopiladas al paso del tiempo, así como el repertorio de mi padre y parte del archivo de don Francisco Diez Barroso y sus imágenes de Kahlo; en general, he editado las imágenes a fin de lograr ilustrar mejor el texto. Si se utilizan las imágenes, favor de indicar la fuente –aunque advierto que pueden tener registro de autor–.



Conforme haya más entradas (¡Ya hay más de un centenar!), aparecerán en el índice a la parte superior derecha de ésta página…



También se puede encontrar un índice general en: http://grandescasasdemexico.blogspot.mx/2016/02/indice-de-grandes-casas-de-mexico.html

Ver



En una versión anterior, escribí que "Manuel González Montesinos –hijo de don Fernando‒ luchaba con los aliados en las filas de la Legión Extranjera."; gracias a Alejandro González Quiroz -a quien agradezco el dato- cambié el nombre por el de su abuelo, Fernando González Montesinos.