jueves, 27 de agosto de 2020

Casa del Marqués del Apartado en Relox y Cordobanes




En el N°12 de la calle República de Argentina esquina con Donceles y frente al gran hueco de Templo Mayor, se levanta lo que fuera residencia edificada entre 1796 y 1805 para don Francisco Fagoaga y Arosqueta ‒Primer Marqués del Apartado‒ por el arquitecto Manuel Tolsá, y entregada a José Francisco Fagoaga y Villaurrutia –Segundo Marqués del Apartado y ligado a José Joaquín Felipe Fagoaga Liyzaur, insurgente que participó en las luchas de México por independizarse de España‒; luego de la independencia y perdida la posesión, la casa pasó por varios propietarios entre los que destacan el general don Manuel Barrera y Emilio De la Torre, para ser luego adquirida por el Gobierno de México e intervenida de manera relevante por el Capitán de Ingenieros Porfirio Díaz Ortega, para albergar la Secretaría de Justicia e Instrucción Pública en 1902 primero y luego Lotería Nacional, seguidas por la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo, CONASUPO y SEP.

Aunque desde su edificación la fachada principal resultó difícil de admirar –dada la estrechez de la calle‒, luego de la demolición de los edificios para liberar Templo Mayor, se ha vuelto particularmente relevante y es una de las obras con las que se analiza el legado de Manuel Tolsá como arquitecto, aunque de hecho algunos elementos fundamentales sean muy posteriores. Desde hace algún tiempo y remozado el inmueble, el nuevo uso se debate, luego de que se programó instalar ahí el llamado “Museo de Museos”…




El primer Marqués del Apartado

Según David Brading, si alguna familia podía pretender ser la primera familia minera de México, esta era sin duda la de los Fagoaga...

Abajo, en la sorprendente imagen de grupo que ofrece un registro detallado de la descendencia directa del matrimonio de don Francisco de Fagoaga Yragorri y doña María Josefa Arosqueta -escrito también Arozqueta- de la Heras y Alcocer, aparece la familia Fagoaga y Arosqueta en el oratorio de su casa de la Ciudad de México. El lienzo anónimo –que pertenece a una colección privada‒ y debe haberse pintado por 1735 o 36 –cuando don Francisco era el Apartador General de la Nueva España‒, presenta un magnífico retrato del matrimonio y sus diez hijos frente a la Virgen de Aránzazu, devoción que fue promovida por los vascos en México y sirvió al grupo como mecanismo de cohesión política.



Las minas Novohispanas produjeron fundamentalmente plata, pero regularmente aparecía en los filones algúna traza de oro; desafortunadamente, la separación o apartado de los metales era una operación complicada, que no se podía realizar con los procedimientos de afinación mediante fundición o beneficio de patio. Desde 1655 el virrey Francisco IV Fernández de la Cueva y Enríquez de Cabrera ‒duque de Alburquerque‒, decidió crear y vender, por concurso público, el oficio de Apartador General de la Nueva España, Nueva Vizcaya y Nueva Galicia.

Nos cuenta Brading que:
“Una hacienda de beneficio era una gran empresa industrial… Generalmente se estimaba su importancia con el número de arrastres que existían, ya que eso era la medida de su capacidad de beneficiar el mineral; [la del] Conde de Regla … tenía 24 arrastres [la] de José de la Borda … 70 [y] … la hacienda de la familia Fagoaga en Sombrerete tenía 84 arrastres.”

En 1718 el oficio de Apartador General fue adquirido por don Francisco de Fagoaga Yragorri –el reconocido minero y hombre de negocios que aparece arriba‒ que unifico el taller en la Ciudad de México ‒suprimió el obraje inicial de San Luis Potosí‒, y continuó a la cabeza de las operaciones hasta 1786. Esa explotación influiría grandemente para acrecentar la fortuna y prestigio de la familia…

A la extrema derecha del lienzo de arriba, aparece el muy joven Francisco Fagoaga y Arosqueta, que en 1773 ‒para gran honra de la familia y como resultado directo de las Reformas Borbónicas‒ obtuvo el título de “Primer Marqués del Apartado” y es en torno a esa heredad que gira la primera parte de éste texto.


Francisco Cayetano Manuel Fagoaga y Arosqueta había nacido en la ciudad de México el 07 de agosto de 1724 y fue bautizado con gran pompa el 15 de agosto; sexto de diez hijos del Coronel Francisco de Fagoaga Yragorri ‒Caballero de la Orden de Santiago y Apartador General de la Nueva España‒, que había casado en junio 1716 con María Josefa Arosqueta de las Heras. Aunque varios hermanos le antecedían y sucedían –en orden de nacimiento estaban: primero Agustina María Teresa y luego Juana María Leandra, para seguir el primer hombre José Joaquín Felipe; el cuarto sitio lo ocupaba Ana Viviana Javiera, seguida por Ignacia Gertrudis María y llegar luego a Francisco Cayetano Manuel; el séptimo en llegar fue Antonio Julián, seguido por Andrés Carlos y María Isabel para finalmente llegar al décimo hijo: Juan Bautista Teodoro‒, curiosamente sería Francisco Cayetano Manuel quien concentraría los haberes familiares…

Nos cuenta Javier Sanchiz que don Francisco Manuel fue Coronel de infantería de los Reales ejércitos de México, miembro del “Partido Vasco del Consulado” y como tal, protegió e hizo donaciones importantes para la fundación del Colegio de Nuestra Señora del Pilar ‒Enseñanza‒, así como al Colegio de San Ignacio y a la Cofradía de Nuestra Señora de Aránzazu. Dedicado de lleno a la actividad minera, consiguió como empresario grandes beneficios de sus minas en Sombrerete.

De hecho, Francisco sustituyó a su hermano mayor –José Joaquín Felipe‒ en representaciones familiares y contratos luego de que éste murió prematuramente en 1764. El 24 de febrero de 1772, casó con Maria Magdalena de Villaurrutia y López Osorio con quien engendró siete hijos que incluyeron a la primogénita María Josefa Fagoaga Villaurrutia –condesa de Alcaráz‒, así como a José Francisco y Francisco Antonio Fagoaga y Villaurrutia, II y III marqueses del Apartado en 1783 y 1788.


Arriba, el retrato anónimo de doña Maria Magdalena de Villaurrutia y López Osorio, esposa de don Francisco Cayetano Manuel Fagoaga y Arozqueta, marquesa del Apartado y además madre de los II y III marqueses del Apartado, y que gozaría de la gran casa hasta su muerte en 1812, cuando contaba ya sesenta años.

Aquel título creado por Carlos III ‒por decreto del 27 de agosto de 1772‒, se adjudicó a Francisco Cayetano Manuel Fagoaga y Arozqueta “con la nobleza” de 1° marqués del Apartado; conservó el título hasta su muerte en 1799, fecha en que le sustituyó José Francisco Fagoaga y Villaurrutia como 2° marqués del Apartado y a su muerte, por Francisco "El Fresquito" Fagoaga y Villaurrutia (1788-1851), que además de ostentar el 3° marquesado del Apartado, fungió como Ministro de Relaciones Exteriores (1832) y resultó un personaje sorprendente…

Sería para los I y II marqueses del Apartado –así como para la esposa del primero y madre del segundo‒, que se edificaría la casa en la esquina de Relox y Cordobanes –sobre un predio que tiempo atrás había pertenecido a los Acebedos‒ encargándose el diseño al que por entonces era el artista más popular en la capital novohispana.


Tolsá


Arriba, el retrato de “Dn. Manuel Tolsá” que cuelga en el Museo de San Carlos y conmemora sus logros: “Autor de la estatua ecuestre de Carlos 4°, del Colegio de Minería, y de otras varias obras.”

Don Manuel Vicente Agustín Tolsá y Sarrión nació el 4 de mayo de 1757 en Valencia ‒España‒, y estudió en las reales academias de San Carlos en Valencia y de San Fernando en Madrid. Ahí fue discípulo del afamado escultor Juan Pascual de Mena –director de la Academia y autor de la estatua de Moctezuma del Palacio Real Nuevo‒ y de los arquitectos Bartolomé Ribelles ‒teniente director de la Academia y autor del Pont Nou sobre el río Mijares ‒ y Antoni Gilabert –autor de la fachada de la Aduana de Valencia–; por orden de Carlos IV fue comisionado para dirigir el área de escultura de la Academia de San Carlos de la Nueva España, institución en la que años después obtuvo el título de Académico de Mérito en Arquitectura.

Abajo “Moctezuma 1520 -soberano del Imperio Azteca de México-” escultura de Juan Pascual de Mena en la fachada sur del Piso Principal del Palacio Real de Madrid, cuya concepción general y exótico atuendo parecen inspirados en la Alegoría de América de Jean Thierry, de los jardines de La Granja.



Al llegar a la Nueva España, Manuel Tolsá trabajó intensamente en la Academia de San Carlos como infatigable maestro, se alió con Rafael Ximeno y Planes –director de pintura‒ y con José Joaquín Fabregat –director de grabado‒ y estuvo además encargado de reforestar la Alameda Central y supervisar parte las obras de drenaje y abastecimiento de aguas; además consagró tiempo a la fabricación de muebles y fundición de objetos diversos.

Su obra más famosa de este primer período –trabajando como escultor‒ es aquella “Estatua Ecuestre de Carlos IV” que comúnmente llamamos “El Caballito”…

Abajo, en el fragmento central de un magnífico grabado que indica:
“Vista de la Plaza de México nuevamente adornada para la Estatua Equestre de nuestro Augusto Monarca Reynante Carlos IV, que se colocó en ella el 9 de Diciembre de 1796, cumple años de la Reyna Nuestra Señora María Luisa de Borbón, su amada Esposa, por Miguel la Grua, Marques de Branciforte, virrey de Nueva España, quien solicitó y logró de la Real Clemencia erigir este monumento para desahogo de su gratitud y consuelo general de todo este Reyno, é hizo grabar esta Estampa, que dedica á Sus Mageftades, en nuevo testimonio de su fidelidad, amor y respeto.”


Al pie, puede leerse además: “Manuel Tolsá, director de Escultura, hizo el pedestal y la Escultura; Antonio Velásquez, Director de Arquitectura, los adornos de la Plaza; Rafael Ximeno, Director de pintura, la dibujó; J. Joaquín Fabregat, director de grabado, la grabó en México 1797.”

Bien se cuida el texto de mencionar que aquella era una “Escultura provisional de madera” colocada en la plaza mientras se fundía la de bronce…

Nos cuenta Eloisa Uribe que aquel 9 de Diciembre de 1796:
“La población entera se agolpó en la plaza, en los balcones y aún en las azoteas. Branciforte salió al balcón del que colgaba un terciopelo carmesí, la gente apiñada en la plaza contuvo la respiración y guardó un silencio expectante: a una señal de virrey se descorrió el lienzo que cubría la estatua. Apareció a la vista de todos tan grandiosa, a pesar de ser de madera dorada, que estallaron en júbilo…”


La tarde del 22 de julio de 1803 –en la huerta del antiguo Colegio de San Gregorio‒ don Salvador Vega ‒fundidor de campanas‒ encendió los hornos en que se fundirían "450 QUINTALES" de metal; en la madrugada del 4 de agosto se vertió aquel metal fundido al molde y cuando enfrió el bronce, Tolsá pudo constatar el buen estado de la escultura. Dedicó aún 14 meses de trabajo detallado antes de dejarla recorrer el camino a la Plaza Mayor, recorrido en el que demoró cuatro días, ante la mirada asombrada de los caminantes…

Nunca hubo hoja de oro para dorarla.




En 1797, el Tribunal de Minería había decidido levantar un nuevo Colegio de Minas y encargó a Tolsá el diseño; recurro nuevamente, a la maestra Eloisa Uribe Hernández, que en su libro “TOLSÁ -Hombre de la Ilustración-” nos cuenta:
“… Tolsá, quien el año anterior había presentado a la academia unos planos para el Colegio de Minas, que junto con los de unas celdas para el convento de Regina y el diseño de un retablo, le hicieron merecedor del grado de Académico de Mérito en arquitectura, aun cuando “era director de escultura y a pesar de que la Orden Real 18 de noviembre de 1784, que establecía, en definitiva, que ninguna persona podía gozar del título académico en más de un arte simultáneamente.””


Así, sabemos entonces que desde 1796, don Manuel Vicente Agustín Tolsá y Sarrión era ya Académico de Mérito en arquitectura por la Academia de San Carlos de la Nueva España y por lo mismo el retrato –mi favorito‒ por el que conocemos a don Manuel, debe ser de justo unos meses antes; Mercedes Meade nos cuenta que en el retrato de Ximeno y Planes, Tolsá “posa plácidamente en una silla y recarga su brazo izquierdo en una escultura, sosteniendo un cincel en la mano, las piernas entrecruzadas y sobre ellas el brazo derecho. El peinado y el vestido es a la manera de los borbones…”


Éste es también el Manuel Tolsá a punto de recibir el grado de Académico de Mérito en arquitectura, que diseñaría y edificaría entre 1797 y 1798 la Celda de la marquesa de Selva Nevada en el Convento de Regina Coeli –que hoy es ocupada por un restaurante de la Universidad del Claustro‒, el Colegio de Minas iniciado en 1797 –que hoy llamamos Palacio de Minería‒, la Casa de Pinillos entre 1798 y 1805 ‒que hoy conocemos como Museo de San Carlos‒, y la maravillosa casa para la familia del marqués del Apartado de la que trata ésta nota…


Arriba –en una fotografía de 1914‒, parte de la Celda que Tolsá diseñó para doña Antonia Josefa Gómez de Bárcena y Rodríguez de Pedroso, viuda ya de don Manuel Rodríguez de Pinillos y marquesa de Selva Nevada, cuando se retiró al Convento de Regina Coeli en 1797. Abajo en una imagen de Désiré Charnay –captada hacia 1881– El Palacio de Minería visto desde las calles de San Andrés y Betlemitas (hoy esquina de Tacuba y Filomeno Mata).


¡Don Manuel Tolsá se mantuvo bastante ocupado durante los últimos años del S.XVIII y primeros del S. XIX!


La casa del marqués del Apartado

En la Biblioteca Nacional de España se conserva un curioso dibujo sobre papel amarillento, hecho a pluma y tinta parda, y que mide 100 x 163 mm, al que se anotó: “Casa del Marqués del Apartado en México”. Es el vestigio más antiguo que he logrado encontrar respecto a la casa y probablemente muestra uno de los bocetos de trabajo para la casa que se proyectó desde 1796 para don Francisco Fagoaga y Arosqueta, doña Maria Magdalena de Villaurrutia y López Osorio, y sus siete hijos, el menor de los cuales ‒Francisco Antonio Fagoaga Villaurrutia‒ ya había nacido desde 1788.


El terreno de 1,757m² formaba un cuadrado en la esquina de las calles del Relox –sitio donde se había edificado la Casa del Estado (la sede de la Real Audiencia antes de la construcción del Palacio Virreinal en 1562) y donde se había instalado un primer reloj público‒ y Cordobanes –calle donde los artesanos dedicados al trabajo fino de cuero se asentaron durante el virreinato‒.

Mirando los planos del Dr. Ignacio Alcocer o Ignacio Marquina, veremos que la calle del Relox ‒la sección correspondiente de la actual calle República de Argentina‒ estaba trazada justo frente al huey teocalli o Templo Mayor de México Tenochtitlan, en el espacio comprendido entre éste y el Templo de Ehecatl-Quetzalcóatl. La calle de Cordobanes ‒segmento correspondiente de la actual calle Donceles‒ se trazó justo sobre dos oratorios, incluyendo el de Cihuacóatl ‒Huei Cuauhxicalco‒.


Arriba, el magnífico plano de Ignacio Alcocer publicado en 1935 como “Apuntes sobre la Antigua México - Tenochtitlán” en Tacubaya, por el Instituto Panamericano de Geografía e Historia. A pesar de que ahora resulta redundante –podemos VER el templo Mayor– el detalle logrado por inferencia, resulta sorprendente. La estrella señala el sitio donde se edificó la casa para el marquesado del Apartado.

Aunque por entonces aquel antecedente del Templo mayor ya no era referente, el predio adquirido hacia 1795 por don Francisco Fagoaga y Arosqueta había sido parte de los terrenos concedidos por don Hernán Cortés a los conquistadores Luis, Francisco y Gonzalo Acebedo -ahora diríamos Acevedo- que ahí habitaron y que según Ernesto Sodi Pallares:
“… levantaron su mansión fortificada, con canteras grises que rematando en cornisas, servían de apoyo a canalones y gárgolas. El habitáculo tenía aspecto monacal, la viguería del techo carecía de molduras, el patio principal estaba incrustado con piedras de recinto y en la esquina se alzaba un sobresaliente torreón almenado…”

Por su parte, Gabriela Sánchez Reyes nos cuenta que en la esquina opuesta –formada entre Relox y Escalerilla (hoy esquina de Repúblicas de Argentina y Guatemala)‒ estuvo la magnífica casa del Mayorazgo de Chávez –conocida como “Casa de las Ajaracas” por los adornos geométricos de la fachada‒ que perteneció a ese mayorazgo desde el S. XVI y hasta el S. XIX, y por lo mismo formaba referente y parte de aquel vecindario. El edificio ya no existe, y desapareció junto con las decoraciones y magnífica hornacina esquinera que la engalanaba; ocupaba el sitio donde en 2006 se encontró la imponente escultura de la diosa Tlaltecuhtli.


Recuérdese además, que el terreno estaba en un sitio privilegiado, a una calle de la Catedral y Plaza Mayor, y a unos pasos de la Capilla de Nuestra Señora del Pilar ‒La Enseñanza‒ extraordinario templo edificado apenas en 1754 –joya del barroco novohispano‒, que albergaba ya el magnífico retablo dedicado a Nuestra Señora del Pilar, entregado en 1780.


Así, en la esquina norte de aquella manzana, parte del terreno de “Los Acevedos” se transformaría desde 1796 con la obra de Tolsá, en imponente casa de los Fagoaga y Villaurrutia. Es pertinente recordar que don Francisco Manuel Fagoaga y Arosqueta había nacido el 7 de agosto 1724, por lo que cuando decidió comenzar la empresa era ya un hombre que contaba 72 años, edad que ya entonces se consideraba más que madura, mientras que su esposa ‒doña María Magdalena Villaurrutia y Osorio de Fagoaga‒ contaba apenas 45 y su hijo mayor 14.


Lamentablemente, el 12 de enero 1799, cuando los muros bajos quedaban terminados –la cimentación había resultado compleja‒ y apenas se levantaban los pisos altos en la esquina de Relox y Cordobanes falleció don Francisco Manuel Fagoaga y Arosqueta –primer marqués del Apartado‒ quedando suspendida la obra hasta que don José Francisco Fagoaga Villaurrutia de apenas 19 años recibió el título (su hermano mayor Francisco Antonio había muerto en 1781) y por consenso con su madre decidió continuar con la obra que acogería entonces al Segundo marqués del Apartado...

De don José Francisco Ignacio (Vicente Carlos) Pascual Fagoaga Villaurrutia, ‒nos cuenta Javier Sanchiz‒ sabemos que fue nombrado portaguiones del regimiento de Dragones de España en 1799, regimiento en el que alcanzaría el grado de Teniente, y siendo ya alférez y fijo en el reino de Nueva España, obtuvo la merced de hábito en la orden de Santiago. Durante su estancia en Europa, encomendó a Tolsá la terminación de los trabajos en la casa de Relox y Cordobanes, mientras que a su madre la supervisión de las labores del arquitecto y a su muy avispado hermano menor ‒Francisco Antonio (n. 1788)‒ la supervisión de las labores de ambos...



Tomando los casi 42 metros por lado que permitía el terreno, Tolsá creó 12 entre-ejes que generarían 11 vanos por lado y con la cuadrícula resultante generó una modulación que responde a la sorprendente cifra de 381.81818181 centímetros por entre-eje (poco más de cuatro y media varas madrileñas -0.843m-); así –con regularidad absoluta‒, desarrollaría la fachada Norte hacia Cordobanes (imagen de arriba), mientras que la fachada Oriente hacia la calle del Relox (imagen de abajo) tendría la misma concepción ‒salvo que aprovechando la mayor extensión de la fachada‒ marcaría el eje central –y acceso ceremonial‒ con un cartabón de mayor dimensión.


El alzado, respondería así también a una regularidad absoluta, retomando los lineamientos dispuestos por Giulio Romano en el Palacio Maccarani y haciendo un guiño a la obra que en el Palacio de Oriente y otro al “Ornato de la Casa de la Academia de San Fernando” que hiciera Pedro Arnal en1789, y pensando en la sobriedad del Petit Trianon de Ange-Jacques Gabriel, terminado apenas 28 años antes, en 1768...


La cuidadosa composición de las fachadas respondía entonces a cánones académicos claramente definidos, colocando sobre un recio primer cuerpo ‒casi un basamento arreglado apenas con cintas‒ pilastras estriadas de orden colosal, que marcaban parcamente los vanos de dos niveles con ligeras cancelas de hierro; en lo alto, un potente entablamento abreviaba el arquitrabe, para crear un friso con dentículos y grandes ménsula de voluta, que portando la cornisa, daban apoyo a balaustradas –con series de 11 balaustres de perfil angular‒ y los apoyos para grandes urnas que a manera de pináculos, subrayarían el ritmo estructural, aligerando el conjunto.



Recuérdese que a la muerte de José Damián Ortiz de Castro en 1793, don Manuel Tolsá heredó además título y cargo de Maestro mayor de las obras de Catedral. Haciendo solemnidad del nuevo nombramiento, sobre la fachada principal diseñó y colocó un enorme volumen –cubo que alberga un reloj‒ para igualar la altura del arranque de las torres, y así dar unidad a la fachada principal hacia la Plaza Mayor ‒donde en 1796 se colocaría su estatua ecuestre de Carlos IV‒, y coronarla con tres magníficas esculturas de las Virtudes Teologales, trabajadas a gran tamaño y en perfecta proporción, haciendo gala de su juicio en arquitectura Y escultura…


Además, modificó el perfil de la cúpula –alargando la linternilla, modelando el casquete y modificando el tambor‒ y con el transcurso de la obra consolidaría fachadas, torres y contrafuertes con el tema armónico y unificador de las balaustradas, galas que se repetirían a todo lo alto de la Catedral, salpicado el conjunto con florones y urnas de diseño diverso. Al igual que en otras de sus obras, las urnas subrayan el ritmo estructural y dan distinción a las balaustradas, demostrando en Catedral el respeto de Tolsá por la estructura anterior, en tanto que procuraba unidad a los diseños de las diversas manos que le antecedieron.


Volviendo a la casa del –ahora II‒ marqués del Apartado, en el diseño de la planta, Tolsá parecería haber aprovechado parte de la estructura anterior creando un edificio que vive en torno a un patio principal ‒y dos aperturas secundarias para iluminar y ventilar‒ sin necesariamente honrar los uniformes trazos que en la propuesta original se adivinaban. Intentando reconstruir aquella planta, aparece abajo –con el norte hacia la derecha‒ una posible opción, marcando dos escaleras que intentan recuperar la propuesta original –aunque usando como referencia la escalera única que se colocaría ahí en 1901‒.


Retomo al Dr. Ernesto Sodi Pallares, que en “Casonas antiguas de la Ciudad de México” nos cuenta:
“El interior tenía en su tiempo todo cuanto se puede desear, hasta sala de truco y estante revestido de Losas y azulejos. El señor Marqués sabía gozar de la vida, pues además, poseía otros inmuebles similares en el Puente de Leguízamo.”


De hecho, los hermanos José Francisco y Francisco Fagoaga y Villaurrutia nacieron en la casa que aún sobrevive en la esquina de Puente de Leguízamo y Apartado, calles que ahora conocemos como Argentina y Perú. La sala de truco era salón dedicado al juego de naipes de la baraja española y en lo referente al “estante revestido de Losas y azulejos” supongo Sodi se refiere a algún resabio barroco, a la manera de un “Risco”, decoración formada por restos de vajillas rotas de porcelana de China y de Japón, losetas, esculturas, jarrones y concha colocadas contra un muro; sin duda, residencias magnificas, debieron ser las de estos señores…

Abajo, una recreación que se hiciera para “Mesa Mexicana” en 1993, con piezas diversas de plata de los S. XVIII y XIX frente al biombo que presenta el Canal de La Viga.


Lo curioso, es que otros especialistas cuentan que los hermanos Fagoaga, prefirieron no habitar la casa, y mantuvieron como residencia la casa de Puente de Leguízamo; según cuenta don Artemio de Valle Arizpe, José Francisco y Francisco, herederos de la cuantiosa fortuna que les legó su padre ‒tres millones y medio de pesos‒, ya en México dedicaron su vida a la filantropía.

Tolsá continuaría su actividad en la Catedral Metropolitana, atacando además el Hospicio Cabañas de Guadalajara y el Baldaquino de la Catedral de Puebla, además de terminar la magnífica Casa de Pinillos; el 24 de diciembre de 1816 murió el escultor y arquitecto Manuel Tolsá y Sarrión en su casa del N°5 del Puente de La Mariscala, y sería inhumado "en el camposanto de esta parroquia" (en el atrio del Templo de la Santa Veracruz) sin que se indique en el Libro de Defunciones la causa de muerte, haciéndose una “sepultura eclesiástica de oculto”. Abajo, la placa que lo indica, aunque es probable que durante las diversas alteraciones al templo y sus espacios exteriores –específicamente los trabajos de re-cimentación que duraron nueve años y terminaron en 1991‒, los restos hayan sido retirados…



En 1820 ‒durante el trienio liberal‒, don Francisco Antonio Fagoaga Villaurrutia ‒que sería tercer Marqués del Apartado‒ fue electo diputado suplente a las Cortes de Madrid y poco después diputado propietario por la provincia de México. Se unió a la labor de Miguel Ramos Arizpe para defender la "cuestión americana" que demandaba mayor representación, libre comercio y abolición de monopolios. En 1823, las Cortes fueron disueltas y en España inició la Década Ominosa, ante esta situación, decidió regresar a la Nueva España, en donde ya que se había consolidado la Independencia de México.

Abajo, “Grande Place de Mexico par le gènal. cte. D’Alvimar”, óleo sobre tela de Octavio D’Alvimar fechado en 1823, que se presentó en “Los Pinceles de la Historia” en el MUNAL.



A la muerte de su hermano José Francisco ‒falleció soltero y sin descendencia en París‒, Francisco Antonio Romualdo Joaquín Ignacio José María Fagoaga y Villaurrutia ‒considerado en biografías como gran filántropo y político‒ recibió el título como Tercer Marqués del Apartado y se encargó de hacer cumplir las disposiciones testamentarias de su hermano el segundo marqués; así, y según nos cuenta Sosa, reedificó los conventos de Capuchinas –en La Villa de Guadalupe‒ y Corpus-Christi ‒frente a la Alameda‒, los hospitales de San Juan de Dios y San Hipólito, el Hospicio de Pobres y varios establecimientos de beneficencia. Fue además miembro de la Junta de Minería, Ministro de Relaciones en 1832 y senador de tres Legislaturas. Desgraciadamente en 1841, y durante una grave crisis económica, vendió su biblioteca, la colección de pinturas, pasó a vivir en la casa que aún se conserva en la calle 16 de septiembre N°43, y perdió la custodia de la casa en Relox y Cordobanes al cederla a sus prestamistas. Francisco Fagoaga y Villaurrutia ‒Tercer Marqués del Apartado‒, murió el 20 de julio de 1851.

También en ese aciago período, la estatua ecuestre de Carlos IV ‒que había permanecido en la Plaza Mayor desde septiembre de 1804‒, hubo de ser resguardada desde 1823 en el patio central de la Pontificia y Nacional Universidad de México, sitio del que no saldría sino hasta el 3 de septiembre de 1852 cuando fue trasladada por don Lorenzo De la Hidalga a la primera glorieta del paseo de Bucareli.


Arriba, el fabuloso daguerrotipo ‒obtenido hacia 1839 por el grabador francés Jean Prelier‒ de “El Caballito” en el patio de la Universidad; abajo otra sorprendente placa de cobre plateado ‒imagen que forma parte de la colección de la George Eastman House en Rochester NY, EUA‒, en que aparece “Fachada palacio del Apartado”, con su frente a la calle del Relox y el cruce con Cordobanes captada hacia 1840 (he invertido ambas imagenes para mayor comprensión). El daguerrotipo fue el primer procedimiento fotográfico que funcionó y las primeras imágenes se registraron a partir de 1839, cuando fue perfeccionado por Louis Daguerre –de ahí el nombre “Daguerrotipo”‒.



Luego del proceso independiente y desde 1841, la casa pasó por varios propietarios entre los que destacan el general don Manuel Barrera y Emilio De la Torre. En referencia a la fortuna del General Barrera ‒compadre del presidente Anastasio Bustamante‒, hay una impactante y muy conocida descripción hecha por Fanny Calderón de la Barca de las joyas que llevaba la esposa de don Manuel, y dice:
La señora de Barrera, esposa de un general sumamente rico, y que tiene la casa más hermosa de México [se había comprado la espléndida casa del Marqués del Apartado, José Francisco Fagoaga y Arozqueta, en la calle del Relox, …] posee aretes de brillantes de un tamaño extraordinario. Un collar de brillantes de inmenso valor, bellamente engarzados, un collar de perlas calabazos, valuado en 20 000 pesos. Un brillante sevigné. Una cadena de oro que le daba tres vueltas al cuello y que le llegaba a las rodillas. En cada dedo un anillo de brillantes, del tamaño de pequeños relojes.

La caída vendría al poco tiempo, cuando nubes en el horizonte se hicieron más negras a partir de 1844, y nos cuenta Lau Jaiven que “Los desgraciados herederos del general don Manuel Barrera, sólo hubieron por legítima unos cuantos muebles de poco valor, alguna que otra finca incapaz de venderse por falta de compradores, … que es lo que vino a reducir la fortuna que con tantos años de trabajo había adquirido”.



Por otro lado está el muy conocido Ignacio de la Torre, del que sabemos “Nació el 25 de julio de 1866 en la casa del Marqués del Apartado en que residía su acaudalada familia”. Era el menor de los siete hijos del empresario del azúcar Isidoro Fernando José Máximo de la Torre Carsi (1818-1881) y María Luisa de los Ángeles Mier y Celis (1830-1866). Ignacio fue educado en los mejores colegios de México y Estados Unidos. Sus hermanos fueron Susana, Isidoro, Tomás, Concepción, María Guadalupe y Esperanza. Sería esposo de Amada Díaz y protagonista de un gran escándalo (Ver)


Durante los últimos años del S. XIX, el edificio fue ocupado por el Colegio de Escribanos y la Lotería Nacional, pero hacia 1900, el programa nacional para crear las nuevas oficinas del Poder Judicial entró en pleno auge; a instancia de don Joaquín Baranda se decidió adquirir la vieja casa del Marqués del Apartado para ubicar ahí las nuevas oficinas de la Secretaría de Justicia e Instrucción Pública, considerando el hecho de que a unos pasos, se preparaba el nuevo Palacio de Justicia también en la calle de Cordovanes. En abril de 1901, aún en proceso la remodelación, Baranda fue sustituido por don Justino Fernández Mondoño y con él se harían algunas nuevas –y suntuosas‒ adecuaciones al diseño inicialmente convenido.



Los trabajos de rehabilitación del edificio se habían encargado desde 1901 al capitán de ingenieros Porfirio Díaz (hijo del presidente Porfirio Díaz). Deodato Lucas Porfirio Díaz Ortega se graduó como Ingeniero militar 1896 –parte de sus estudios fueron hechos en el “Colegio de Ingenieros”, edificio diseñado por Tolsá‒, y en 1897 contrajo matrimonio con María Luisa Raigosa García; aunque en 1900 había participado con una maqueta para el proyecto del monumento a la Independencia, su diseño fue derrotado al enfrentarse a la propuesta de arquitecto Antonio Rivas Mercado.


Ese mismo año, cuando el ingeniero tenía 27 años, le fue encomendado el remodelar la vetusta Casa del Apartado, empresa en la que se toparía con algunas sorpresas: se excavaba el patio central cuando a mediados de noviembre se descubrió un enorme monolito que resultaría ser una gran escultura de basalto con la representación de una xiuhcóatl (serpiente de fuego). Supervisados por el arqueólogo Leopoldo Batres continuaron las excavaciones y para diciembre se descubrió además, muy cerca, un océlotl cuauhxicalli.

Abajo, la Sala de Monolitos del Museo Nacional, donde a la extrema izquierda, puede verse el Ocelotl; la pieza se exhibe ahora en el museo Nacional de Antropología de Chapultepec.



Los excepcionales hallazgos fueron razón suficiente para ampliar la excavación y a los pocos días se descubrió una escalinata que formaba parte de una plataforma orientada de este a oeste y con acceso de sur a norte ‒aquel oratorio a Cihuacóatl que menciona el Dr. Ignacio Alcocer. Tanto el interés despertaron los vestigios, que se decidió habilitar una “ventana arqueológica”, la primera en abrirse al público en la Ciudad de México.

La cédula indica: “El vestigio arqueológico se encuentra bajo el nivel de piso del patio central, al que se entra por una escalera metálica. La ventana mide 12.70 m de longitud por 4 m de ancho y 3.40 m de profundidad. La escalinata, delimitada por dos prominentes alfardas, presenta evidencias de 12 escalones construidos con sillares de basalto.”



En el edificio, el ingeniero Díaz modificaría la doble escalera, agregaría circulaciones perimetrales en el patio principal, crearía nueva y rica ornamentación –resaltando la ejecutada en los salones del piso alto‒ y haria algunas intervenciones en fachada, agregando balaustradas en los balcones y un tímpano sobre el eje principal marcando el acceso ceremonial ‒al que agregaría nuevas puertas‒.

Abajo, la pintura alegórica y decoración de uno de los salones para el Secretario de Justicia e Instrucción Pública ‒don Justino Fernández‒, terminados en 1902 en el piso superior de lo que fuera casa del marqués del Apartado.



Una de las modificaciones más sorprendentes fue la intervención sobre la fachada oriente, donde el ingeniero Díaz agregó balaustradas en todos los balcones –sustituyendo las rejas colocadas en el S. XVIII siguiendo el diseño de Tolsá‒ y agregó un parapeto central (Tímpano y Frontón) ‒retirando además algunas de las grandes ménsulas del entablamento‒ con relieve triangular y decorado con motivos florales, que debían recibir en lo alto un grupo escultórico de Jesús Contreras y hacer así más digna la presencia del edificio judicial y educativo.



El domingo 20 de Julio de 1902, aparecía en “El Mundo ilustrado” una nota acerca de “…los trabajos de rehabilitación en La Casa Del Marqués del Apartado en Las Calles de Reloj y Cordobanes” para convertirla en la nueva Secretaria de Justicia e Instrucción Pública.

De ahí extraigo:
La fachada principal, ó sea la de la calle del Reloj, conserva la disposición que se le diera desde que fue construido este edificio… En la parte central de esta fachada se le ha construido, siguiendo el estilo de su arquitectura, un elegante tímpano y un hermoso frontón, sobre el cual quedará dentro de pocos días colocado un bello grupo escultórico, en bronce, que representa la Justicia y la Instrucción, obra del malogrado escultor Jesús F. Contreras… tanto en ésta [fachada] como en la anterior… los antiguos y toscos barandales de fierro que tenían los balcones, han sido sustituídos por elegantes balaustradas de cantera, iguales á las que tienen desde la época en que se construyó este edificio…


Y sigue el texto describiendo el acceso:
El pasillo ó cubo que conduce de esta puerta principal al interior, se halla lujosamente decorado y ostenta en su elegante plafond varias figuras y trofeos alegóricos de la Justicia y la Instrucción; de éste se pasa al vestíbulo de la gran escalera, el cual se halla también ricamente decorado, siendo su pavimento de mármol italiano negro y blanco.

Acerca de los pisos superiores nos cuenta:
Desemboca la elegante escalera principal en un vestíbulo decorado con lujo y gusto artístico, el cual conduce primeramente á las salas de espera del señor Ministro y del señor Subsecretario de justicia; en estos lugares desde luego se advierte la belleza de sus tapices, el gran mérito artístico de sus plafonds y la riqueza de sus pisos de mosaico de maderas preciosas, los cuales fueron pedidos á Italia… Contigua á las salas de espera… se encuentra la gran sala de recepciones del señor Secretario de Justicia é Instrucción Pública, que ostenta verdadera magnificencia en su decorado de estilo Renacimiento; del hermoso tapiz de seda de colores pálidos que cubre sus muros, destácanse, como principal ornamentación, sus grandes puertas de caoba roja, … así como … el hermoso plafond, en cuyo centro se ve una artística pintura alegórica que representa á la Justicia y á la Instrucción.



El edificio de la Secretaría de Justicia e Instrucción Pública se inauguró en septiembre de 1902 y desde ese momento, se reafirmó como referente de la zona; al poco tiempo, sobre Cordobanes, se inauguraría el Palacio de Justicia, aprovechando una fracción del viejo convento de La Enseñanza.


Cuando en 1915, se publicó “La Patria y la Arquitectura Nacional”, como resumen de las conferencias impartidas por el arquitecto Federico Mariscal en la casa de la Universidad Popular Mexicana, quedaba muy clara su opinión respecto a la intervención a la obra de don Manuel Tolsá:
Es singularmente grandiosa y pura la arquitectura de las fachadas; pero, desgraciadamente, mucho perdió en belleza con las balaustradas de piedra que se pusieron en todos los balcones, y con el pesado frontón que, sobre las columnas centrales y como remate se le agregó en fecha reciente y que revela, por la mala disposición de las molduras, gran ignorancia de los principios arquitectónicos…



Siempre he pensado que aquel “pesado frontón” no fue más que la manera en que el ingeniero Díaz intentó darle mayor jerarquía al edificio, imitando el modelo que pudo observar –como máximo logro de Manuel Tolsá‒ en la “Escuela Nacional de Ingenieros”; relevante resulta hacer énfasis en que varias de sus otras intervenciones en “Apartado” resultaron de gran calidad y son representativas de las obras arquitectónicas y artísticas del período…



Lo que con frecuencia me ha resultado sorprendente, es encontrar en las descripciones del edificio, conferencias de especialistas y textos, el que se exalte y aplauda el frontón como “…uno de los mejores remates del arquitecto Tolsá” o “ejemplo de arquitectura Carlista”, sin saber que más que ensalzar a Tolsá están aplaudiendo la obra del ingeniero Porfirio Díaz…



Luego el movimiento revolucionario, el edificio albergó a muy diversas instituciones, como Lotería Nacional, Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo, CONASUPO y Secretaría de Educación Pública. Durante buena parte del siglo XX el edificio aparecía regularmente fotografiado para dar cara a esas oficinas, casi siempre en un ángulo que enfatizaba la esquina, ya que una fotografía frontal resultaba difícil dada la estrechez de la calle…

Salvo los empleados de las varias dependencias, pocos tenían acceso al edificio, aunque era posible obtener un permiso para pasar al patio y bajar a la ventana arqueológica para sorprenderse ante el fragmento del centro ceremonial Mexica que complementaba lo expuesto en el “Museo Etnográfico” a media cuadra.



Abajo, en una fotografía aérea captada en 1945, he marcado el “Palacio del Marqués del Apartado” –que por entonces albergaba la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo, en la esquina de las ya calles de República de Argentina y Donceles‒ y abajo, el espacio abierto del “Museo Etnográfico” y los vestigios del Templo Mayor excavados por Manuel Gamio en 1914 –en la esquina de las ya entonces calles de República de Argentina y Guatemala‒; al interior del museo en que se exhibían figuras con trajes regionales‒, se colocaría una maqueta del Recinto Sagrado ejecutada bajo la supervisión de don Ignacio Marquina (como referencia, abajo a la izquierda, se distingue el ábside de Catedral).


En 1978 se descubrió la sorprendente Coyolxauhqui, piedra circular que apareció a poca profundidad bajo la calle de República de Guatemala, a un costado del “Museo Etnográfico”. El hallazgo desencadenaría la amplísima excavación que ahora llamamos “Templo Mayor”, excavación que alteraría por completa la percepción que hasta entonces se había tenido de la casa de don Francisco Fagoaga y Arosqueta, edificada desde 1796...

Abajo, una imagen de la calle de República de Guatemala a principio de 1979, donde a la derecha se distingue el “Museo Etnográfico” y en primer plano, el área de trabajo en que se procedió a descubrir la Coyolxauhqui; buena parte de los edificios que se pueden ver en planos inmediatos fueron destruidos para descubrir las ruinas.



Templo mayor era ahora una realidad, y sorprendentemente, la Casa del Marqués del Apartado pareció resurgir, ahora que se le podía admirar desde ángulos nunca antes imaginados.





En 1985 se hicieron trabajos de rehabilitación en el edificio, que permitieron bajo la supervisión de la Dra. Elsa Hernández Pons, excavar una crujía al oeste del patio central, revelando la continuación de la escalinata descubierta por Batres en 1901. Así, además de corroborar la continuidad de la escalinata en sentido este-oeste ‒que cierra un conjunto arquitectónico por el lado norte del Templo Mayor‒, se descubrió al pie de la escalinata un cuauhxicalli de basalto en forma de águila, magnífica pieza que ahora puede admirarse en el Museo del Templo Mayor.


Ese patio –a pesar de los corredores agregados por Díaz en 1901‒ es uno de los sitios en que perdura la marca inconfundible de Tolsá, manifiesta en el gran arco –casi triunfal‒ con que se señala el acceso y daba arranque a las escaleras. Aún a pesar de las intervenciones, el curioso marco –que debió dar jerarquía hasta la puerta‒ sorprende con su ornamentación de motivos vegetales, tan logrados, que serían repetidos para adornar el tímpano agregado por Díaz en 1901.



En 2006 el Instituto Nacional de Antropología e Historia recibió el edificio para trasladar ahí su Dirección General, Contraloría Interna y Coordinación Nacional de Arqueología, pero tiempo después se decidió aprovechar el magnífico recinto para instalar ahí un nuevo museo que la Secretaría de Cultura llamó “Museo de Museos”. En 2019 se daba la noticia de la cancelación de aquel Museo planeado por la Secretaría Cultura federal y se notificaba de un desfalco importante…

Una de las modificaciones relevantes que se hicieron al edificio durante ese ir y venir –además de algunas modificaciones interiores y cambio de acabados‒ fue la transformación de la Ventana Arqueológica de 1901.


Luego de que por poco mas de un siglo se había bajado por una angosta escalera a la que se accedía por una compleja puerta de piso, se decidió descubrir por completo el vestigio del oratorio a Cihuacóatl, para dejarlo completamente visible.




Hasta donde entiendo, el uso del edificio sigue en entredicho, sin definirse el uso durante la pandemia de 2020. En cuanto se reabra, les invito a visitarlo.



Este Blog se ha hecho gracias al apoyo incondicional de Julieta Fierro; está dedicado a las “Grandes casas de México” y pretende rescatar fotografías e historia de algunas de las residencias que al paso del tiempo casi se han olvidado y de las que existe poca información publicada. El objeto es la divulgación, por lo que se han omitido citas y notas; si alguien desea mayor información, haga favor de contactarme e indicar el dato que requiere. A menos que se indique lo contrario, las imágenes provienen de mi archivo, que incorpora imágenes originales recopiladas al paso del tiempo, así como el repertorio de mi padre y parte del archivo de don Francisco Diez Barroso y sus imágenes de Kahlo; en general, he editado las imágenes a fin de lograr ilustrar mejor el texto. Si se utilizan las imágenes, favor de indicar la fuente –aunque advierto que pueden tener registro de autor–.



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