jueves, 30 de julio de 2020

Las casas de don Godofredo Siegrist y Dolores Clamont en Valladolid 100 esquina con Tabasco.




Magnífico ejemplo del “Stile Liberty”, las casas fueron edificadas en 1917 por el arquitecto Gino Zaccagna y adquiridas al poco tiempo por el financista algodonero don Godofredo P. Siegrist para su esposa Dolores Clamont; por varios años albergaron a las hermanas Concepción y Helena Clamont en el N°100 de Valladolid, y en el N° 321 de Tabasco a doña Mercedes Clamont viuda de Erik Bruin y pasaron luego a la propiedad de Alejandro Siegrist Clamont. La propiedad se vendió y ha tenido muy diversos usos, aunque la construcción se conserva en condiciones razonables, a pesar de un leve hundimiento diferencial.



A inicio del Siglo XX, gran distintivo de la zona fueron hacia el sur el “Hipódromo de la Condesa” inaugurado en Octubre de 1910 y al norte el “Toreo de la Condesa” inaugurado en septiembre de 1907, pistas que recibieron ese apelativo por haberse erigido en tierras de lo que fuera la Hacienda de la Condesa de Miravalle. El hipódromo lindaba hacia el norte con las actuales Avenidas Álvaro Obregón, Tamaulipas e Insurgentes, mientras que el coso, gradas e instalaciones, estaban limitados por las calles que ahora conocemos como Avenidas Oaxaca y Durango, así como las calles Colima, Salamanca y Valladolid –calle en que se construyeron la casas de las que trata ésta nota–, traza que de inicio pertenecían a la nueva Colonia Condesa, y luego pasó –nominalmente– a formar parte de la Colonia Roma. Abajo, en una fotografía de “Foto Comball” –captada en 1918 y que mira hacia el norte– aparecen Hipódromo y Toreo de La Condesa, y señalada en el círculo rojo, la ya entonces casa Siegrist-Clamont.



Es curioso que la historia de aquellos extensos terrenos y una de sus propietarias, formen aún ahora, parte del colectivo cultural de la ciudad de México y por eso merece algunas líneas, específicamente en lo que refiere a doña María Magdalena Catalina Dávalos Bracamontes y Orozco Espinoza de los Monteros y Castilla, Tercera Condesa de Miravalle y heredera de ese condado de Miravalle, título nobiliario español otorgado el 18 de diciembre de 1690 por Carlos II a los descendientes de Alonso Dávalos y Bracamontes, hijo de María Uliberri de la Cueva y de Alonso Dávalos y Bracamonte, sobrino del monarca español y descendiente directo de Isabel Tecuichpo, quien a su vez era hija del tlatoani (soberano mexica) Moctezuma Xocoyotzin…



Aquella tercera condesa, era entonces descendiente de Moctezuma y emparentada con Carlos II de España, cosa que explica que “La Condesa” fuese un apelativo de indiscutible jerarquía. Aunque las tierras del Mayorazgo estaban mayoritariamente en lo que ahora conocemos como estado de Michoacán -Tuxpan, Jungapeo, Irimbo, Ciudad Hidalgo, Susupuato y Zitácuaro- así como en Compostela, Santispac, y Tepic -en Nayarit-, en el altiplano, “La Condesa” también recibió tierras en las afueras de la Ciudad de México, hacienda que al poniente lindaba con el pueblo de Tacubaya y hacia el oriente legaba hasta “La Ciénaga” de Romita y sus potreros, tierras que verían aparecer en sus campos de labranza las calles de innumerables urbanizaciones…


Arriba, el fragmento de una litografía de Daniel Thomas Egerton que forma parte de “Vistas de México” producidas entre 1830 y 1840, donde desde la loma por la que ahora suben las Avenidas Vicente Eguía y Observatorio, podemos distinguir a la izquierda el cerro de Chapultepec con su vieja construcción miliar (entonces, aún no existían el Acázar y actual “Castillo”) y el acueducto de Chapultepec que definiría la avenida que ahora lleva ese nombre. Los terrenos bajos que se distinguen a la derecha de la imagen -enmarcados en rojo-, aún formaban parte del condado de Miravalle y verían aparecer sobre la hacienda Colonias como Juárez, Roma, Condesa e Hipódromo. Como referencia, he marcado además el sitio aproximado en que para 1913 se erigieron las casas que pasarían a ser propiedad de don Godofredo Siegrist y Dolores Clamont, sitio hoy de bullicio urbano y que hace 170 años era tierra de cultivo.

Para entender las dimensiones de aquella propiedad de “La Condesa”, abajo aparece un comparativo de la imagen de Google-maps captada en 2017 y el calco de Alberto Gómez Llata del plano de la Hacienda de la Condesa levantado en 1892 por “Puga y Macedo” -que pertenece al acervo de la Mapoteca Orozco y Berra de la Dirección General de Información Agropecuaria-, llamado “Plano de la Hacienda de la Condesa”, cuando ya se había vendido el “Potrero de Romita” a don Francisco Lascurain Icaza (Ver); como referencia, arriba se distingue la Calzada de Chapultepec con su acueducto (hoy Av. Chapultepec) y abajo el Río de la Piedad (hoy Viaducto); a la extrema derecha la Calzada de La Piedad (hoy Avenida Cuauhtémoc) y a la izquierda la Avenida Tacubaya (hoy Av. Vasconcelos, parte del Circuito Bicentenario); la calle diagonal marcada como Ferrocarril de Tacubaya (que comunicaba la Ciudad de México con la lejana Tacubaya) es el trazo que hoy llamamos Avenidas Tamaulipas y Oaxaca.



Para más datos, se puede revisar el texto relativo a La quinta Gómez de Parada / Rubín en Tacubaya (Ver) donde encontramos que en el “Balance General al 31 de Diciembre de 1903 para los Colonos de la Colonia Condesa S.A. / Informes del Consejo de Administración y del Comisario a la Asamblea General de Accionistas del 28 de Marzo de 1904” un texto que nos dice que los linderos de la propiedad eran:
“Por el oriente con la calzada de la Piedad que parte de la garita de Belem y termina en dicho pueblo; por el poniente con la calzada o camino nacional que de la garita de Chapultepec va a Tacubaya y con esta misma ciudad; por el sur con el río que va de Tacubaya a la Piedad; y por el norte con el camino nacional de los Arcos de Chapultepec al Salto del Agua y con el potrero de Romita, hoy de Lascurain.”


En su texto relativo a las colonias “Condesa-Hipódromo”, Jannette Porras nos cuenta que “El 16 de septiembre de 1903, Porfirio Díaz, presidente de la República, se refirió a la nueva colonia en el informe presidencial con las siguientes frases:
“La Ciudad de México continúa expandiéndose notablemente. En los últimos meses se han aprobado los contratos celebrados por el Ayuntamiento con algunas empresas particulares para la formación de las colonias llamadas “Roma”, “Condesa” y “Nueva Colonia del Paseo”, cuyos terrenos están situados entre la capital y la ciudad de Tacubaya. Las condiciones estipuladas garantizan la urbanización completa de esas colonias, pues están dotadas de obras de saneamiento, alumbrado eléctrico y pavimentación de primera clase.”

Abajo, en un fragmento del “Plano Oficial de la Ciudad de México” para el año 1900, la cartela informativa se colocó justo sobre los terrenos de a Hacienda de la Condesa, que hacia el Nor-oriente limitaba con el pueblo de “Romita” al encuentro de las calzadas de Chapultepec y La Piedad. Más abajo, fragmento del plano de 1906…




Para 1906, la mancha urbana contenida en los planos de la capital se había extendido, y en el fragmento del “Plano Oficial de la Ciudad de México” de ese año que reproduzco gracias a la amabilidad del Centro de Estudios de Historia de México-Condumex (arriba), aparecen ya los trazos de las colonias Roma, Condesa y Escandón, incluyendo la propuesta para el hipódromo del Jockey Club y la Plaza de Toros de la Condesa de Miravalle o “Toreo de la Condesa” (justo al pie del numeral romano).



También nos cuenta Jannette Porras que “El consejo de Administración de la Sociedad de La Condesa celebró un contrato con el ingeniero Roberto Gayol para que se encargara de estudiar y proyectar el saneamiento de la colonia Condesa, debido a su gran experiencia en la materia e informa que además de la traza y gradas que el Jockey Club planeaba construir, el Club Hípico Alemán había considerado trazar también una pista; en “Informes del Consejo de Administración y del Comisario a la Asamblea General de Accionistas del 28 de marzo de 1904” se nos dice que:
“La colonia de la Condesa, con saneamiento, agua en abundancia, pavimentos de asfalto no inferiores a los de las mejores calles de la ciudad, en situación excepcional, con un plano perfectamente ideado y cuya belleza complementarán los dos hipódromos y el parque que se proyecta, forzosamente tiene que ser la colonia preferida, y los precios que sin duda alcanzarán sus terrenos recompensará ampliamente los sacrificios pecuniarios de los señores accionistas y representarán el éxito a que tienden los esfuerzos que han hecho y seguirá haciendo el Consejo de Administración.”



Arriba, en una toma oblicua de la Compañía Mexicana de Aerofoto fechada en 1943, aparece el “Toreo de la Condesa” enmarcado por la avenida Durango (abajo izquierda) y las calles Colima, Salamanca y Valladolid así como la diagonal qe rinde homenaje a Oaxaca; arriba al centro, he marcado la casa Siegrist en la esquina de Valladolid y Tabasco. Abajo un detalle de la herrería de la casa que en 1918 terminó de edificar el arquitecto Gino Zaccagna.



Emparentado con el medico oftalmólogo August Siegrist, Gottfried Paul Siegrist Ballerini nació en 1898 en un poblado en los alrededores de Berna –Suiza‒ y por estudios, entabló amistad con Banjamin Clayton –hermano menor de William L. "Will" Clayton, cuñado y socio de los hermanos Monroe Dunaway (M. D.) Anderson Frank E. Anderson, que en 1904 fundaran la compañía algodonera “Anderson, Clayton and Co.”‒ y arribó a México en 1918 con su amigo Erik Bruin para encargarse de las operaciones de la compañía establecida en Oklahoma City, y que apenas había mudado operaciones a Houston, Texas.



En México, ambos Suizos ‒Gottfried y Erik‒ entablaron amistad con Guillermo Clamont Fernández de Castro y así conoció Gottfried a María Dolores Clamont Fernández de Castro (1896-1990) hija de don Joaquín Martín Clamont y Elena Fernández de Castro, y Erik Bruin a Mercedes; al poco tiempo, ambos contrajeron matrimonio con las hermanas, aunque Mercedes enviudó al poco tiempo, al morir Erik por una incurable neumonía.


Arriba, la maravillosa imagen de Dolores Clamont Fernández de Castro y Godofredo Siegrist Valerini el día de su boda, fotografía que pertenece al archivo del arquitecto Fernando Clamont; abajo, en una imagen captada durante la boda de Guillermo Clamont Fernández de Castro en el Salón de Embajadores del Alcázar de Chapultepec -fragmento de una imagen que también pertenece al archivo del arquitecto Clamont-, aparecen Mercedes Clamont Fernández de Castro y su esposo Erik Bruin; a la ceremonia asistían también María Dolores Clamont y Gottfried P. Siegrist, que para entonces ya había matriculado su nombre como Godofredo P. Siegrist.


Así, desde 1919 Godofredo P. Siegrist representó los intereses de Monroe Dunaway Anderson, su hermano Frank E. Anderson, su cuñado Frank William L. Clayton y Benjamin Clayton ‒Anderson, Clayton & Co. “Cotton Merchants”‒ en México y Centro-América, y fue instrumental para establecer las instituciones crediticias (Banco Mexicano Refaccionario S. A. de C.V.) que permitieran alentar la producción algodonera y su exportación, creando además la Sociedad “Compresoras de Algodón y Bodegas, S. A. de C. V” para el procesado de fibra y aceite.

Además, el matrimonio Siegrist/Clamont sería instrumental en la creación del “Club Deportivo Suizo de México”, que para 1926 había ya adquirido una propiedad en la esquina de Gabriel Mancera, Eugenia y Nicolás San Juan, donde la mesa directiva –compuesta de 13 miembros suizos que incluía a Godofredo P. Siegrist‒ edificó desde 1927 una casa club y sus canchas deportivas.



Al poco tiempo de su llegada a México en 1918, Gottfried Paul Siegrist se albergó en una casa “Duplex” que apenas se había edificado en la esquina de Valladolid y Tabasco, inmueble que adquiriría poco después y le permitiría establecer oficinas en N°100 de Valladolid y residencia N° 321 de Tabasco. La casa habría quedado desocupada luego de la partida de su propietario y diseñador, y representó una magnífica inversión que se conservaría en la familia por largos años.



El arquitecto diseñador y constructor de las casas era Gino Zaccagna –sobrino del geólogo Domenico Zaccagna Cucchiari‒ y habría llegado a México a final de junio de 1917 –cuando ya Venustiano Carranza era de manera constitucional presidente de México ‒, luego de dejar San Salvador a raíz de los terremotos de Corpus Christi, que sacudieron severamente la ciudad ‒originados por la erupción del volcán de San Salvador‒, dañando una de las estructuras en las que trabajaba desde 1913.



El arquitecto Zaccagna era originario de Carrara y estaría emparentado con el prestigiado ingeniero y geólogo Domenico Zaccagna que complementó la “Carta geológica d’Italia” y era autor del Palazzo delle Poste di Carrara (ahora Cassa di risparmio di Carrara), la villa Capellinia Portovenere, así como la villa Zaccagna en la Marina di Carrara.



Poco he logrado encontrar acerca del arquitecto Zaccagna, salvo que de alguna manera colaboró en la exposición de Brescia 1904, y para 1912 habitaba en San Salvador ‒capital de República de El Salvador ‒, cuando formando mancuerna con el ingeniero y químico Luis Fleury estaría encargado de la remodelación de una estructura preexistente llamada Quinta Natalia a fin de albergar ahí un gran edificio para la Escuela Normal para Maestros de El Salvador; cuando Carlos Meléndez Ramírez reemplazó provisionalmente en 1913 a Manuel Enrique Araujo –luego de su asesinato– en la presidencia, modificó el destino original del edificio y el 21 de septiembre de 1913, colocó la primera piedra para la Escuela Normal de Varones en la que Zaccagna exhibiría sus dotes como diseñador.

Abajo, el acceso a la “Escuela Normal de San Salvador”, como aparecía hacia 1915…


La estructura fue gravemente dañada por los sismos de junio de 1917 y abril de 1919, pero unos años después ‒luego del golpe de Estado de 1931, ya restaurada por el arquitecto Augusto Baratta del Vechio‒ sería destinada a albergar la residencia presidencial y ahora –abierta al público‒ es conocida simplemente como “Ex‒Casa Presidencial”…


En buena parte de los detalles del edificio podemos encontrar diversos elementos decorativos que identificarían a Zaccagna al paso de los años, imbuidos de la tradición “Liberty” que había causado sensación en la Italia de la primera década del S. XX, luego de las exposiciones internacionales de Torino en 1902, Brescia en 1904 y Milano en 1906.


Así, aunque intervenida en diversas ocasiones, la Escuela Normal para Maestros, ahora “Ex‒Casa Presidencial” en San Salvador, aún conserva esos detalles decorativos imbuidos de “Stile Liberty” creados por Zaccagna y que años después encontraremos en la casa de Valladolid N° 100 de la Ciudad de México; buena parte de las decoraciones hacen referencia a elementos educativos o a la simple belleza de la instrucción, aunque es evidente la excepción del escudo de El Salvador que corona la puerta de acceso, creado probablemente durante la intervención de Augusto Baratta.



Durante aquel período, Zaccagna estaría en contacto con el ingeniero mexicano Roberto Gayol y Soto, que desde 1913 trabajaba para la Junta de Fomento de San Salvador en un proyecto de “modernización e higienización de la red urbana de cloacas y alcantarillas”, proyecto al que el ingeniero Louis Fleury –con quien Zaccagna levantaba la Escuela Normal para Maestros‒ se oponía rotundamente. Recuérdese que Gayol había estado a cargo de la subdirección de Obras Públicas en la Ciudad de México (desde 1885), donde diseñó y ejecutó el proyecto de drenaje para la ciudad y construyó el sistema de bombeo para aguas residuales instalado junto al canal de San Lázaro; además, había ejecutado en 1903-4 el diseño del sistema de drenaje para las colonias Roma y Condesa, obras que lo convirtieron en experto del fenómeno de hundimiento progresivo del suelo de la capital mexicana.

Gino Zaccagna estableció buena amistad con Roberto Gayol y hacia 1917 –a pesar de los graves disturbios que se vivían en México, que Gayol había abandonado en 1913‒ decidió que a fin de año y terminada la Escuela Normal, se trasladaría a la Ciudad de México, aprovechando además las presentaciones que el arquitecto Juan D. Fleury –primo hermano de Louis Fleury‒ podría hacerle…


Así, se trabajaba en la terminación de la Escuela Normal de Varones cuando en la noche del 7 de junio de 1917, el volcán de San Salvador hizo erupción y dos terremotos conexos sembraron devastación en la capital Salvadoreña, afectando severamente el apenas terminado edificio de la Escuela Normal; arriba: “Eruption of the San Salvador volcano, june 7, 1917.” Library of Congress, Prints & Photographs Division.

Para entonces, las divergencias con Fleury eran tantas, que Zaccagna había adelantado la entrega de la obra y el 26 de mayo se le había liberado de todo compromiso de cumplimiento –dando por aceptadas todas las labores de terminación‒, por lo que a fin de junio, emprendió el viaje en barco camino a Salina Cruz –Oaxaca‒ con destino final Ciudad de México.


Aunque el dibujo de arriba corresponde a una vista imaginaria de la Ciudad de México con los terrenos del fraccionamiento Condesa hacia 1911 –arriba a la izquierda el Castillo de Chapultepec, y a la derecha la Colonia Roma con su fuente en la Plaza Roma (hoy Plaza Río de Janeiro)–, destacan al centro el “Toreo de la Condesa” así como las gradas y pista del “Hipódromo de la Condesa”; casi equidistante entre ambas arenas, he señalado el sitio aproximado en que para 1917, el arquitecto Gino Zaccagna edificó la casa de que trata ésta nota.

Hasta donde he logrado entender, la oferta de los Gayol para con Zaccagna, incluía el financiar la edificación de algunas casas en terrenos propiedad de don Roberto, por lo que me he permitido suponer que en ese paquete, se incluía el predio de 151 m² en el N° 100 de Valladolid, esquina con Tabasco, parte de la recientemente fraccionada Colonia de la Condesa. Además, conjeturo también que por sugerencia del arquitecto Fleury –que en la Colonia San Rafael había edificado varios conjuntos de casas dobles‒ el diseño para Valladolid N°100 se ejecutó con dos casas medianeras, aprovechando la holgura que los accesos por calles diferentes podían proporcionar.


Aunque el impulso decorativo del “Stile Liberty” –hoy diríamos “Art Nouveau”‒ se había concentrado en los primeros años del siglo, resulta evidente que aún para 1917, el arquitecto Zaccagna decidió seguir con el envite; a apenas unas cuadras, cinco años antes se habían edificado algunas magníficas residencias “Liberty” frente al Parque Roma, entre las que destacaba la levantada por el arquitecto Aldo Spinelli y el ingeniero Manuel Luis Stampa en el N°57 de la propia Plaza.


Los modelos decorativos habían sido ejecutados en “Piedra artificial” por Enrico Nessi en su taller establecido en la Calle de Frontera N°111, donde se ejecutaban en la técnica de colado en concreto sobre moldes de yeso, que tan buenos resultados había dado en Italia. Nessi había llegado a México en 1908 para ejecutar las escayolas y mármoles artificiales del Salón Principal de Telégrafos Nacionales en el edificio de Comunicaciones y Obras Públicas (hoy Munal) y lograría gran reconocimiento con los relieves del arco triunfal del Estadio Deportivo de Jalapa en la siguiente década. En la casa del ahora N°45 de Plaza Río de Janeiro, aún se pueden admirar parte de sus trabajos en la corriente “Liberty”, y es sin duda por eso que Zaccagna eligió al “Taller Nessi” para componer los trabajos decorativos en Valladolid 100.


El léxico decorativo que Zaccagna encomendó a Nessi puede incorporarse en lo que tradicionalmente se llama el “Libertiy Florale”, una vertiente del stile liberty que alcanzó gran popularidad luego de la “Prima Esposizione Internazionale d'Arte Decorativa Moderna” de Torino en 1902 y maduró en la “Esposizione Internazionale –Milano 1906”. Más enfocado hacia motivos vegetales y florales que a formas orgánicas abstractas –como podría ser el caso de los diseños de Víctor Horta en Bruselas o Hector Guimard en París‒, el trazo decorativo que Zaccagna y Nessi ejecutaron en Valladolid 100 es magnífico ejemplo de una técnica que había ya alcanzado su apogeo y ahora podía ejecutarse en “Piedra artificial” con magníficos resultados…



En un terreno relativamente pequeño, Zaccagna hace gala de habilidad compositiva al tratar la esquina con un torreón octagonal que –a pesar de aparentemente sacrificar algo de la superficie– dinamiza la disposición y permite que el conjunto aparezca más grande y consolidado, sin duda apropiándose de la esquina. Además, sitúa los accesos a las dos viviendas en calles diferentes (una será Valladolid N°100 y la otra Tabasco N°321), permitiendo dar unidad sin que los accesos disgreguen al conjunto articulado por el torreón...


Con casi 440m² construidos, las dos casas no son equivalentes, con Valladolid 100 aprovechando la fachada Poniente –más amplia‒, esquina y mayor metraje, mientras que Tabasco 321 toma solo parte de la fachada sur, patio interior y torreón. El acceso a ambas casas hace uso del “vestíbulo a la inglesa” que coloca justo a la entrada la escalera que da paso a sótano y piso alto. En general, la estructura del inmueble fue reforzada con concreto armado, seguramente recordando el pasado reciente en San Salvador…

Interesa saber que la estructura está reforzada, pero sin duda alguna la parte más conspicua del conjunto son las decoraciones de inspiración vegetal y herrería.


Además de complementar la ornamentación del conjunto con vitrales y sorprendente herrería, los esbozos vegetales son dignos de tomarse en cuenta; sosteniendo los dinteles en los accesos, encontramos la unidad decorativa básica, con ramilletes de grueso tronco que incorporan hojas y frutos de alguna fantástica planta, que algún experto me ha dicho podría ser una Magnolia Magniflora (excepción hecha de los pequeños racimos de frutos), mientras otro me dice que es un alfónsigo o pistachero.


A partir de ese motivo ornamental, el trabajo de moldeado ejecutado por Zaccagna y Nessi se multiplica y propaga a dinteles, cornisas, consolas y parapetos, siempre con mayor exuberancia y corpulencia, aunque en un par de casos con delicada lacería.

El remate de algunas ventanas sorprende por el delicado juego de ramas entrelazadas y grandes flores que irrumpen en tímpanos de suave curvatura, mientras que en otros sitios, resguardos de voluptuosa hojarasca dan protección a la parte baja de puertas y ventanas.



Es importante recordar que estas piezas caladas, fueron ejecutadas en “piedra artificial”: cemento blanco con fino agregado de color arena, reforzada la mezcla con varillas y colocada a fraguar en un molde que podía repetir el modelo tantas veces como fuera necesario. Sorprende no solamente la calidad en la ejecución de los ornamentos, sino la robustez del resultado, que se mantiene –en la mayor parte de los casos- en magníficas condiciones.


Así, la ornamentación se repite en torno a prácticamente todos los vanos de la casa, alternando con cerramientos de notable sobriedad en los pisos altos.


De particular interés es el “arco apuntado” que se adivina en algunos de los antepechos, que con ese gesto hermana la “piedra artificial” con la herrería que decora algunas secciones de la torre y los balcones.




Por su parte, la herrería retoma el arco apuntado, pero recuerda más los modelos de “L’École de Nancy” ‒con secciones de lámina remachada a los tenues perfiles de hierro‒, que a la tradición Liberty


La sección más interesante en la composición y ornamentación de fachada es evidentemente la esquina, donde no solamente se unen los trabajos de herrería y modelado, sino que es donde éstos últimos alcanzan el mayor interés de ejecución. Tres caras de la torre octagonal se levantan sobre lucarnas de sótano y dan pie a una cornisa que recibe las ventanas del piso principal; aunque restringidas por un antepecho, las amplias ventanas están limitadas por un balcón de hierro que da arranque a los puntales que sostienen el piso alto y que se decoran con trabajo de modelado especialmente logrado; ese follaje sostiene a su turno otra cornisa que permite la apertura del balcón alto protegido también por tres secciones de herrería, mientras que ahí, las puerta-ventanas rematan en arco. Arriba, la torre se desacopla del conjunto, mostrando amplias ventanas de curioso cerramiento y un apuntado techo octagonal que remata el diseño.


Siempre me ha sorprendido el contraste entre los suaves modelados vegetales del piso bajo y la potencia de la herrería en los balcones del piso alto, oposición que no hace más que fortalecer el esquema de las partes…

Como contraparte, la corta fachada Sur –hacia Tabasco‒ es perfecta representante de ese Liberty que tan popular se volvió en Italia, y podría fácilmente imaginarse en Milán o Turín. Además, a pesar de los años, la estructura se conserva en buenas condiciones, aunque lamentablemente las intervenciones no han sido todo lo cuidadas que debieran, y ahora muestra rejas y cables que demeritan el trabajo que se hizo hace poco más de cien años.



Por su parte, la fachada poniente agrega al despliegue ornamental un par de ventanas a manera de Serliana ‒nombre de un recurso arquitectónico muy utilizado en el Renacimiento y durante el periodo neoclásico, que consiste en concertar un arco de medio punto con dos vanos adintelados de menor tamaño‒ y el balcón correspondiente, con un lenguaje ornamental que presenta una variante frente a los otros tratamientos; con peculiares variantes a la herrería de “arco apuntado” y en el modelado, ménsulas que apenas se apartan del diseño tradicional, las Serlianas permite extender la fachada que de otra manera es equivalente a la contraparte sur.



El interior de las casas ha sido totalmente alterado al paso del tiempo y apenas podemos suponer las características domésticas; como ejemplo, me permito mostrar un interior moderno en Marina di Pisa, imaginando que los plafones tuvieran alguna policromía.


Además, muestro otro interior en Milán –recientemente restaurado–, con la idea de que algunas características de esos espacios permitan imaginar la apariencia de Valladolid 100 y Tabasco 321.



Tengo entendido que el arquitecto Zaccagna construyó cuatro edificaciones más con el apoyo de los Gayol, aunque no he logrado identificarlas; por lo mismo, no tengo información respecto a su estado de conservación.

De tomarse en cuenta la poca arquitectura que en nuestro país se creó en el estilo y la importante cantidad que se ha pedido, las casas de Valladolid esquina con Tabasco pasan a ser ejemplos de indudable valor, más aún cuando tomamos en cuenta que el sistema de ornamentación que utilizaron Zaccagna y Nessi (“Piedra artificial”) sigue en buenas condiciones.



Quiero hacer notar aquí, que por años, los trabajos en concreto modelado se han considerado de poca categoría, y malos sustitutos al trabajo de talla en piedra; el propio Francisco de la Maza, en su artículo “Sobre arquitectura Art-Nouveau”, publicado en los Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM nos dice:
“Su idea, su dibujo, son puro Art-Nouveau, pero no su material: el cemento. El Art-Nouveau auténtico trabajó en piedras o en mármol.”



Habría que comentar esa idea en Italia, donde una enorme parte del trabajo Liberty, se ejecutó en “Piedra artificial”…

En todo caso, en el muro de esquina –sobre uno de los sillares modelados de “Piedra artificial”‒, podemos leer la firma de autor: “GINO ZACCANA ARQUITECTO-CONTRATISTA” Localizable en el APARTADO 1360.



Para 1923, don Godofredo P. Siegrist había adquirido el inmueble en la esquina de Valladolid y Tabasco y es probable que al poco tiempo ubicara ahí un despacho. Poco después, luego de su matrimonio con Dolores Clamont, las casas se trasformaron en residencia de la pareja, aunque por poco tiempo, ya que la familia mudaría a una casa más amplia; así, luego de la muerte de Erik Bruin, la casa de Tabasco N°321 pasó a ser ocupada por Mercedes Clamont ya viuda Bruin y la casa de Valladolid N°100, ocupada por las dos hermanas Concepción y Helena Clamont.



Al paso de los años y luego de la muerte de las hermanas, las casas habían quedado como propiedad de Alejandro Siegrist Clamont; dado el deterioro que la zona sufrió en los 60’ y 70’ –por el cambio indiscriminado en el uso de suelo, y la edificación de grandes inmuebles‒, Alejandro Siegrist decidió deshacerse de la propiedad y desde entonces ha tenido muy diversos usos, como restaurante, bar, discoteca, tiendas diversas y cuartos para renta, incluyendo recientemente un sorprendente “Oxigen Bar”…

Los diversos usos y la falta de mantenimiento han tenido efecto en el inmueble que a pesar de eso sigue causando sorpresa entre los transeúntes.



Quiero agradecer a don Adolfo Rodriguez Cabello el haberme dado la pista inicial, que permitió localizar a los propietarios; también agradecer arquitecto Fernando Clamont por los detalles familiares que permitieron hilar la historia de los Siegrist Clamont.



Este Blog se ha hecho gracias al apoyo incondicional de Julieta Fierro; está dedicado a las “Grandes casas de México” y pretende rescatar fotografías e historia de algunas de las residencias que al paso del tiempo casi se han olvidado y de las que existe poca información publicada. El objeto es la divulgación, por lo que se han omitido citas y notas; si alguien desea mayor información, haga favor de contactarme e indicar el dato que requiere. A menos que se indique lo contrario, las imágenes provienen de mi archivo, que incorpora imágenes originales recopiladas al paso del tiempo, así como el repertorio de mi padre y parte del archivo de don Francisco Diez Barroso y sus imágenes de Kahlo; en general, he editado las imágenes a fin de lograr ilustrar mejor el texto. Si se utilizan las imágenes, favor de indicar la fuente –aunque advierto que pueden tener registro de autor–.



Conforme haya más entradas (¡Ya hay un centenar!), aparecerán en el índice a la parte superior derecha de ésta página…



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