sábado, 9 de marzo de 2019

La casa González de Cosío - Acosta en la Avenida Juárez, Coyoacán.


Casa que ahora alberga el Instituto Mexicano para la Justicia (IMJUS)


Edificada entre 1893 y 95 como residencia campestre para Julia María, Luz, Manuel y Emilia, hijos del general Manuel González de Cosío Tamayo y su esposa doña Luz Acosta Codina, la casa se conserva –con algunas modificaciones y habiendo perdido parte del predio– en el N° 409 de la calle Francisco Sosa del Barrio Santa Catarina –Coyoacán–, y es frecuentemente usada como telón de fondo para diversas producciones televisivas…



Don Manuel González de Cosío Tamayo fue destacado militar y político mexicano, que sirvió al lado de Porfirio Díaz, fue gobernador del estado de Zacatecas, diputado federal, senador de la República y presidente municipal de la ciudad de México; desde 1891 fue titular de diferentes secretarias en el gabinete de Díaz y residió en su casa de Coyoacán hasta 1913.



Importante no confundirlo con su contemporáneo el general Manuel González Flores, Presidente de la República Mexicana de 1880 a 1884 y que edificó su casa de campo en la hacienda de La Concepción –Chapingo- y que hoy conocemos como Rectoría, “Capilla Riveriana” y oficinas de la Universidad Autónoma Chapingo… (ver)

Don Manuel nació en Zacatecas en 1836; hijo de Manuel González de Cosío Encina (Ca. 1790-1849) y Gertrudis Tamayo Góngora, caso con Luz Acosta Codina (hija de José Cecilio Acosta Martínez y Juliana Codina Acevedo) con quien procreó a Julia María (n. 1868), Luz (n. 1869 y casada en abril de 1888 con el Dr. Fernando López Sánchez-Román y fundadores de la Cruz Roja Mexicana, en su casa de Madero), Manuel, y Emilia (n. 1871 y casada con Nicolás Villarreal), todos González de Cosío Acosta.


El General González de Cosío combatió por el bando liberal en la guerra de Reforma, en las batallas de Ayutla, Silao y Calpulalpan contra la intervención Francesa; en el sitio de Puebla fue hecho prisionero y en 1865 deportado a Francia para regresar a México luego de restaurada la República.

Fue Gobernador interino del Estado de Zacatecas entre octubre de 1871 y julio de1872, para luego ejercer como diputado federal entre 1886 y 1891, senador de la República y presidente municipal en la Ciudad de México.

Bajo la presidencia de Porfirio Díaz se desempeñó como Jefe de la Tesorería General de la Federación, Secretario de Comunicaciones y Obras Públicas (de 1891 a 1895), Secretario de Gobernación (de 1895 a 1903), Secretario de Fomento (de 1903 a 1905), y Secretario de Guerra y Marina de (1905 a 1911). Con Limantour, fue el ministro del Gabinete que no renunció el 24 de marzo de 1911 ante el presidente Díaz…



Desde 1895, cuando México y Guatemala pasaron por un intenso conflicto que estuvo a punto de transformarse en enfrentamiento militar, su hija Luz González Cosío y su yerno –el doctor Fernando López Sánchez-Román– promovieron la creación en México del capítulo nacional de la Cruz Roja; para junio de 1909 se definió la primera mesa directiva provisional de la Cruz Roja mexicana y tras el acuerdo del Consejo de Administración de la asociación del 10 de mayo de 1910 se instruye a Luz González para formar el primer comité de damas voluntarias que comenzaron a trabajar activamente en Cruz Roja Mexicana desde 1911.

Así, la familia González de Cosío Acosta y López jugaría un papel importante –y en frentes diversos– dentro de la sociedad mexicana. Arriba, captado en 1909 durante una ceremonia en Palacio Nacional, el general González de Cosío -Secretario de Guerra y Marina- a la cabeza de altos mandos militares. Abajo, en una sorprendente imagen captada también en 1909 pero en la casa de Coyoacán, la familia González de Cosío Acosta y López; en primer término, doña Gertrudis Tamayo Góngora viuda de González de Cosío -madre del general-, flanqueada por su nuera Luz Acosta Codina de González de Cosío y el propio Manuel González de Cosío; escalones arriba, Luz González Cosío de López (con vestido claro) y Fernando López Sánchez-Román con sus hijos Guadalupe, María de los Dolores, Luz y Fernando, todos López González de Cosío.



Desde 1891 –cuando fungió como Secretario de Comunicaciones y Obras Públicas–, Don Manuel estuvo en tratos con don Miguel Ángel de Quevedo para autorizar la creación de su vivero en lo que había sido el “Rancho Panzacola” y adquirir un terreno rústico cercano al cauce del Río de la Magdalena y con frente sobre la Antigua Calle Real de Santa Catarina – ya entonces Avenida Juárez y ahora Francisco Sosa– que comunicaba lo que había sido el colegio religioso de los frailes carmelitas dedicado a San Ángelo Mártir, con el viejo Convento franciscano dedicado a San Juan Bautista en Coyoacán.


Las dos grandes edificaciones religiosas de la zona, eran desde el S.XVII, por un lado el colegio de la orden carmelita que se había erigido sobre terrenos donados por don Felipe de Guzmán Itzolinque ‒cacique indígena de Coyoacán‒, Andrés de Mondragón y Elvira Gutiérrez a fin de levantar un colegio, convento y templo dedicados a “San Ángelo Mártir”; con diseño de Andrés de Segura de la Alcuña (conocido como Fray Andrés de San Miguel), la colosal huerta del conjunto rendía abundantes beneficios económicos, y el provecho que se tomó del Río de la Magdalena sigue siendo evidente en la “Avenida Paseo del Río” de Chimalistac.


Tras la Reforma en 1858, el colegio fue clausurado y la custodia del recinto pasó al Ayuntamiento. Las tierras y edificios fueron, en su mayoría, vendidos a particulares y la sección conservada se usó como cárcel y cuartel hasta que en 1921, la SEP usó parte del inmueble para resguardar las piezas artísticas que aún se conservaban del viejo Colegio.

Al otro extremo de la Antigua Calle Real de Santa Catarina estaba el convento fundado originalmente por la Orden de Predicadores de Santo Domingo, que sería luego terminado y ocupado por los franciscanos, dedicándolo a San Juan Bautista.


La Calle Real remataba en uno de los accesos al atrio/camposanto –espacio que ahora ocupa el “Jardín del Centenario” – con un par de arcos que aún se conservan en ese sitio y son recuerdo de aquella estructura colonial…



Recuérdese que en la última década del S. XIX, el convento de San Juan Bautista aún conservaba intacta su barda atrial y las tres puertas –incluida la sur que ha desaparecido– y por la puerta norte se accedía al templo desde la plaza mayor del pueblo, plaza que también llevaba a la “Casa de Cortés”, por entonces Prefectura del Distrito de Coyoacán. Abajo, en una toma captada en 1899 se puede ver el templo y la puerta norte del atrio, arco atrial que aún existe, pero que ha sido trasladado a un costado de la torre.




En la zona intermedia entre los dos conjuntos religiosos, desde el S. XVII se había construido sobre el Río de la Magdalena, justo luego de su confluencia con el Río de Tlacopac, un puente de mampostería llamado “Puente de Altillo” por estar frente a la hacienda de ese nombre, río del que Manuel Payno escribió en Los bandidos de Río Fríoː
“Antes de llegar al pueblo de San Ángel se encuentra un río poco caudaloso en las secas, pero bien surtido de agua en la estación de las lluvias, la más de las veces cristalina, y ruidoso por su lecho de piedras sueltas y redondas, con sus orillas siempre tapizadas de flores silvestres amarillas, rojas y azules…”



Y Justo al lado del puente, uno de los símbolos más conspicuos de la zona, del que el entonces cronista de la ciudad, Salvador Novo, nos cuenta en su Guía de la Ciudad de México publicado en 1968ː
“En la esquina misma de la avenida -el punto llamado Panzacola- sobrevive aislada, al lado de un puente, la pequeña capilla de San Antonio, del siglo XVII...”



Con dos versiones acerca de su construcción, la Iglesia de Panzacola o San Antonio de Padua se edificó en el siglo XVII y se cuenta que fue mandada construir por el conquistador Pedro de Alvarado, aunque también se especula que la erigió una pudiente familia, como pago de una manda a San Antonio.

El caso es que el conjunto de río, puente y capilla es uno de los más perseverantes símbolos de Coyoacán y figura reiteradamente en los retratos que pintores, artistas viajeros y grabadores han hecho de la zona; baste mencionar a Eugenio Landesio con el magnífico lienzo “El puente de San Antonio en el camino de San Ángel, junto a la Panzacola” de 1855 que se conserva en el MUNAL o la vista de Casimiro Castro que se publicó en 1864 (en litografía de Campillo) que siguen siendo perfectamente reconocibles 150 años después, apenas faltando en el grabado la bulliciosa Avenida de la Universidad…


Arriba, una referencia entre la litografía de 1864 y la toma actual de Google Maps, donde en la imagen satelital he marcado el ángulo de la vista y en que se adivina la capilla ‒abajo al centro‒, la curva “Calle Real de Santa Catarina” – que ahora llamamos Francisco Sosa– y su “Puente de Altillo” que tiene lógica cuando sabemos que el edificio naranja en la parte superior central de la imagen de Google maps y a la extrema izquierda en la litografía de castro, fue la Casa Grande da la “Hacienda de San José del Altillo” de los Marqueses de Piña y Aguayo que a final del S. XIX aún estaba en manos de la última descendiente de los marqueses, Doña Elena Piña Aguayo viuda de Sánchez Gavito, y cuyo casco sería donado a los misioneros del Espíritu Santo a mediados del S. XX.

Es precisamente en esa zona, con amplio frente a la que había sido Calle Real, después Paseo de las Damas, luego Paseo de Iturbide, y entonces avenida Benito Juárez (ahora conocida como Francisco Sosa, en honor al periodista, poeta y defensor de la libertad de expresión), que el general Manuel González de Cosío y Tamayo adquirió del ingeniero Miguel Ángel de Quevedo un terreno de lo que había sido el Rancho Panzacola –anexo a la hacienda de San José– para ser vecino de los Sánchez Gavito y el propio Quevedo.


Arriba, la imagen que apareció en "EL MUNDO" el domingo 22 de octubre de 1899 ilustrando los "Alrededores de México -Coyoacán-" con el acceso a la casa González de Cosío-Acosta en la entonces Avenida Juárez; la barda y reja aún existen, aunque la celosía ha sido modificada, y han desaparecido remates y lámparas.

El diseño para esa “Quinta de descanso” sería encargado al destacado ingeniero José Ramón Ibarrola Berruecos, contemporáneo de Antonio Torres Torrija y los hermanos Eusebio y Lorenzo De la Hidalga, que era conocido por haber diseñado en 1884 un “Pabellón Mahometano” de estructura metálica fundida en Pittsburg, para representar a México en la Exposición Internacional de Nueva Orleans (ver), mismo que se desarmó y rearmó en la Alameda Central –donde ahora está el hemiciclo de Guillermo de Heredia que desde 1910 rinde homenaje a Benito Juárez– y ahora ocupa el centro de la Plaza arbolada de Santa María la Ribera.


Aunque Ibarrola es recordado exclusivamente por esa obra de influjo mudéjar, es interesante anotar que para ese mismo pabellón de 1884, presentó en 1883 un diseño ante el Secretario de Fomento y el Jefe de la Tesorería General de la Federación –encargados de aprobar el diseño y autorizar la erogación–, con características que más recuerdan un Chalet Bávaro o la arquitectura inglesa del S. XVI ejecutada en madera…



Arquitecto e ingeniero civil, José Ramón Ibarrola Berruecos se recibió de la Academia de San Carlos en 1862 y por algún tiempo trabajó en Michoacán y luego contratado por el sistema administrativo que revisaba las obras del complejo ferroviario México-Toluca (por parte del Ministerio de Fomento) que se implementaba desde 1872; aparentemente ahí intervino en el diseño de una de las estaciones, aunque no he encontrado datos que lo corroboren.

José Ramón Mariano Ibarrola fue hijo mayor (de siete hermanos) del comerciante José Ramón Ibarrola Salgado (1814-1876, que en documentos aparece como Ybarrola) y María Lugarda Berruecos Morales (1825-1906); casó en mayo de 1871, con Paula Vértiz Esnaurrizar con quien procreó ocho hijos.

Entre 1879 y 1881 Ibarrola encabezó el Departamento de Obras Públicas del gobierno federal, período en el que proyectó y dirigió la construcción del “Faro de Gran Calado del Puerto de Tampico”, a 1.2 kilómetros de las escolleras de la playa Miramar, donde el río Pánuco desemboca al Golfo de México, justo en el límite de Tamaulipas y Veracruz.



El esqueleto de metal, sostiene a 43 metros los reflectores giratorios y resulta ligero para el suelo arenoso resistiendo bien los vientos de la costa. Al pie de la torre dice: “Siendo presidente de la República el general Porfirio Díaz […] se construyó este faro bajo la dirección e inspección del ingeniero civil Ramón de Ibarrola en los talleres de Keinstone Bridge Company de Pittsburg, […] EUA, 1879”

De origen, el “Ministerio de Fomento” estuvo a cargo de Vicente Riva Palacio y para diciembre de 1880 el nuevo presidente, Manuel González, nombró al general Carlos Pacheco Villalobos gobernador del Distrito Federal y en junio de 1881, Pacheco sustituyó a Porfirio Díaz como “Secretario de Fomento, Colonización e Industria”. En éste cargo permaneció durante todo el gobierno de González y fue ratificado en el segundo periodo de Porfirio Díaz desde 1884, y a su cargo estuvo la asignación del diseño de Ibarrola para la Exposición de Nueva Orleans, mientras que el general González de Cosío fungía como Jefe de la Tesorería General de la Federación; seguramente de ahí deriva la decisión de emplear a Ibarrola para el diseño de la Quinta de Coyoacán en el magnífico terreno del Barrio Santa Catarina…


El diseño para la obra que se edificaría al fondo del imponente jardín, tendría una planta en “F”, con un edificio para los servicios en la “pata” y la casa propiamente dicha formando una “C” que recibía un camino ceremonial con pórtico perimetral y mirador. Abajo, la imagen que apareció en página central de "EL MUNDO", el domingo 22 de octubre de 1899, que indicaba “Quinta del Sr. Gral. Don Manuel González Cosío”, compartiendo plana con las casas de los señores Hegewisch, Tablada, Rivas, Sánchez y la “Quinta Rosalía”.



Al otro lado de la calle –vista hacia el Sur–, la propiedad miraba hacia el amplio predio que el propio Miguel Ángel de Quevedo había reservado para sí (ese terreno ha sido subdividido), mientras que hacia el Poniente, el predio lindaba con el terreno donde don Francisco Sosa levantaría su casa, y al Oriente confrontaba el amplio edificio que por largo tiempo se conoció como “Quinta Rosalía” y luego “Casa de Alvarado” bautizada así por quien la habitó desde 1902, Zelia María Magdalena Nuttall Parrott; afortunadamente conservada, es la casa en la que falleció Octavio Paz en 1998, y que ahora ocupa la Fonoteca Nacional.



Esa casa es de los tesoros de Coyoacán y vale la pena visitarla, admirar el portón principal inspirado en una de las puertas del Antiguo Colegio de San Ildefonso, mirar arriba –en el nicho–una escultura de San Juan Nepomuceno, que coincide con el de la iglesia de Panzacola, y gozar de los jardines o las extraordinarias grabaciones que la fonoteca conserva…

Es ese el contexto que fotografió Guillermo Kahlo a final del S. XIX y donde Ibarrola habría edificado la quinta de descanso del General González y su familia, muy a la manera en que lo hicieran los Limantour en Mixcoac (ver y/o ver) o los Landa en Tlalpam (ver).



Por la entonces aún Avenida Juárez circulaba el tranvía Coyoacán/San Ángel, que con tracción animal primero se modernizó con vagones eléctricos en 1909; abajo, en una imagen de 1903 que apareció en “Mexico Illustrated”, que al pié indica “View between San Angel and Coyoacán, on the line of the Federal District Railway” vemos lo que ahora llamamos Callejón del Río con vías férreas y un vagón de tracción animal; detrás, la entrada a la que aún era casa grande de lo que había sido Hacienda de San José del Altillo –entonces hogar de doña Elena Piña Aguayo y Vicente Sánchez-Gavito Beteta–, el puente sobre el Río de la Magdalena y la capilla de San Antonio –Panzacola–…



Importante agregar que para 1906, a espalda de la propiedad de la familia González de Cosío-Acosta –apenas separado por lo que hoy conocemos como el callejón de Parras–, se inauguró el “Reformatorio de mujeres de Coyoacán”, cuando el Ministerio de Fomento dejo de ser presedido por el General y estaba ahora a cargo de don Blas Escontría Bustamante que murió en el cargo; de hecho, también en ese año, se había inaugurado la Escuela Correccional para varones de Tlalpan, como parte del proyecto de González de Cosío.



Este Reformatorio para Mujeres fue el primero en su clase en todo el país y aunque intervenido, se conserva y es hora una Casa Hogar para Varones que en el pasado estuvo a cargo del DIF Nacional y que aparece arriba, con su fachada hacia el Callejón del Río en 1931.

Recordemos además, que también hacia el norte y apenas a un centenar de metros, estaba (como lo sigue estando) el terreno de una hectárea en que el ingeniero Miguel Ángel de Quevedo estableció un “Vivero de Árboles” en aquellos predios de lo que había sido el Rancho Panzacola, y que en 1907 pasaría a ser administrado por la Secretaría de Agricultura como primer vivero forestal mexicano; aquel vivero de Quevedo, ampliado y abierto al público desde los años 30’, es lo que ahora conocemos como “Viveros de Coyoacán”, parque administrado por el gobierno federal a través de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.




Pero volvamos a la Quinta González de Cosío-Acosta en la entonces Avenida Juárez, y cuyo acceso aparecía en 1899, ilustrando los -Alrededores de México -, como “Verja de la quinta del Sr. Gral. Don González Cosío” en Coyoacán…


Transgredir esa cancela, permitía andar los ochenta metros de un camino bordeado por grandes abetos, que con amplia glorieta remataba en la escalinata de acceso a la casa, que así aprovechaba parte de la estructura del viejo Rancho Panzacola...

Ahí, con un diseño que entretejía líneas de corte académico –con cantera formando marcos, cornisas y balaustres– con un fastuoso pórtico antepuesto de carácter historicista –trabajado en hierro, lámina de zinc y madera–, estaba la nueva edificación, con sus 1,900 m² construidos en dos niveles y medio sótano…



Mirando la casa desde el acceso, hacia el poniente -al lado izquierdo- un ala de la edificación rematada en amplia “Bay Window”, albergaba salón principal abajo y habitaciones del General arriba, mientras que del lado derecho, la saliente rematada en balcones, recibía el comedor abajo y habitaciones de doña Luz arriba; al extremo derecho –hacia el oriente– un ala con fachada rustica albergaba cocinas y espacios de servicio abajo y habitaciones de los hijos arriba.

Al centro, el pórtico delimitado por esbeltas dobles y triples columnas, marcaba el acceso principal con una saliente que recibía la escalinata y daba paso al recibidor, vestíbulos y escalera, mientras que arriba formaba una amplia terraza que al centro proyectaba una habitación cerrada –pero rodeada de cristaleras– que de origen se diseñó como capilla; ese pórtico y saliente superior, estaban decorados con una distintiva ornamentación metálica de inspiración pompeyana, entonada de encendidos colores y rematada por un friso con tímpano y acróteras.


El conjunto general de la casa sigue ahí, aunque al paso de los años, ha sufrido algunas intervenciones, donde la más relevante fue el retiro del pórtico original y el reemplazo por uno de estructura de concreto y piedra que no lo sustituye con exactitud; la pérdida más importante es la habitación pensada de origen como capilla, que desapareció por completo, y la incorporación –en planta baja– de una parte de aquel corredor abierto.

En su recuento de la carrea del general Manuel González de Cosío, Constancio Peña Idiáquez enfatiza:
“En la memoria de todos están los trabajos emprendidos por el señor González Cosío como Secretario de Gobernación y el empleo de General de Brigada que se le concedió con fecha 12 de Febrero de 1900; pero no debemos pasar en silencio la parte más importante de esa labor: la construcción del Hospital General, la conclusión é inauguración de la Penitenciaría, construcción de un Manicomio general, reglamentación de los servicios de policía, mejoramiento notable en el ramo de Beneficencia Pública, cuyos establecimientos se vigilan é inspeccionan cuidadosamente; organización y reglamentación de la Beneficencia privada, y, por fin, como obra de inmensa trascendencia, el saneamiento de la ciudad de México”.



El General Manuel González de Cosío Tamayo se retiró a su Quinta de Coyoacán en noviembre de 1911 y murió ahí el 14 de diciembre 1913, habiendo sido testigo de los tristes acontecimientos de la Decena Trágica y condenando las acciones de Manuel Mondragón y Victoriano Huerta.

Ya para 1929, en el “Atlas General del Distrito Federal… Su descripción más completa, profusamente ilustrada con mapas, fotografías y gráficas… Formada por orden del Sr. Dr. José M. Puig Casuranc.” mostraba para la zona urbana de Coyoacán entre el río de la Magdalena, el Reformatorio para mujeres (marcado con el N°2) y la avenida Juárez –aquellos terrenos del Rancho Panzacola–, dos “Calle Nueva” que ahora corresponden a Salvador Novo y Parras.



Desde entonces Coyoacán se ha modificado de manera radical, y además de los cambios políticos y económicos, el crecimiento demográfico y urbano han dejado su marca; básteme ejemplificarlo con una imagen aérea –oblicua– captada en 1939:
Al centro, la recién terminada glorieta de Avenida de la Taxqueña –que se trazó como nuevo camino a la Hacienda de Coapa y ahora conocemos como Av. Miguel Ángel de Quevedo– y a cuyo trazo he agregado la que sería la Avenida Universidad creada hasta 1954; abajo a la derecha, se distingue el Jardín de la Bombilla con la parte alta del monumento a Álvaro Obregón, inaugurado en julio de 1935 mientras que arriba a la derecha, se ven claramente los escurrimientos del “Pedregal” donde ahora se asientan las colonias Romero de Terreros, Copilco y Santo Domingo. Al centro izquierda he señalado el sitio donde desde 1895 se edificó la casa González de Cosío-Acosta, que para 1918 dejó de serlo…



Luego de la muerte del General González y por más de cien años, la casa ha sido objeto de leyendas, intrigas e incógnitas, y dada su reciente popularidad como escenario televisivo, motivo de especulación respecto a su propiedad, especulación que va desde “el sobrino de María Victoria” (Juan Zepeda) y la familia Aburto, hasta las ficticias familias Balvanera y De La Riva…



Por años, dado que colindaba con la casa del licenciado Miguel De la Madrid Hurtado (con acceso por Parras N° 30), se especuló que era de su propiedad, posesión que también se adjudicó a la familia Lombardo, y más reciente, agregados un prominente pórtico y mansarda de utilería como tercer piso, la casa figuró de manera destacada en la telenovela “Por siempre mi amor”, producida por Ignacio Sada Madero para Univisión en 2014 como “Residencia De la Riva” y según entiendo, será también escenario principal en "El Señor de los Cielos 2"...


Como “Mansión Balvanera” la casa González de Cosío-Acosta fue el centro de “Amores verdaderos”, producida por Nicandro Díaz González para Televisa en el 2012 y en la que Erika Buenfil protagonizó a Victoria Balvanera Gil de Brizz, “…dueña de unas grandes tierras y una prestigiosa agencia de publicidad”.



Aunque al paso del tiempo -cuando pasó a la propiedad del ingeniero Rafael Aburto- la casa perdió parte de sus jardines, el predio actual aún cuenta 3,991 m² y sorprendentemente, sigue teniendo el mismo tipo de reja que aparece en las imágenes de 1889, aunque la celosía que permitía mirar el jardín desde la calle ha sido sustituida por un muro cerrado.



En 1928, hacia el oriente se abrió una “Calle Nueva” –ahora Salvador Novo– y parte del jardín fue vendido y fincado con frentes hacia esa calle; por eso, la colindancia del jardín se modificó sustancialmente, aunque sigue siendo sorprendentemente extenso y con profuso arbolado –destacan dos grandes Palmeras (Phoenix canariensis) y un par de esbeltas Palmera de abanico (Livistona chinensis) flanqueando el acceso a la casa–, aunque ha perdido los viejos abetos del S. XIX que heredó del Rancho Panzacola...



Al interior los espacios se han modificado de manera sustancial y aunque la escalera principal permanece, casi ninguno de los interiores mantiene íntegros los decorados de 1895; en su período como “Casa Porfiriana” algunas habitaciones se amueblaron recreando aquel período pero mereciendo contados halagos, aunque el antiguo comedor, lograba ilustrar dignamente lo que debió haber sido la casa del S. XIX.



Lo que de origen fuera el pórtico en planta baja quedó cerrado, formando una apretada antesala que da acceso a los grandes salones y sus nuevos usos; no puedo evitar el imaginarlo abierto, con piso de mosaico y limitado el techo por esbeltas columnas pareadas pintadas en ocre intenso…



Por el momento, la casa está ocupada por el Instituto Mexicano para la Justicia (IMJUS) que se define como “…un think tank independiente, sin fines de lucro, que dedica sus esfuerzos al fortalecimiento de la Justicia y del Estado de Derecho en México.”

Ahí se imparten cursos, presenta libros y organizan eventos, que van desde un mercado de productos orgánicos en el jardín y cursos de cocina al interior, hasta clases de fotografía y altares para festejar el día de muertos (abajo, foto de Santiago Luengas Araujo, captada en 2017).



Como sucede con buena parte de las moradas de Coyoacán, la casa González de Cosío-Acosta en lo que fuera la Avenida Juárez y ahora conocemos como Francisco Sosa, es un magnífico retrato de la historia de nuestro país.




Este Blog se ha hecho gracias al apoyo incondicional de Julieta Fierro; está dedicado a las “Grandes casas de México” y pretende rescatar fotografías e historia de algunas de las residencias que al paso del tiempo casi se han olvidado y de las que existe poca información publicada. El objeto es la divulgación, por lo que se han omitido citas y notas; si alguien desea mayor información, haga favor de contactarme e indicar el dato que requiere. A menos que se indique lo contrario, las imágenes provienen de mi archivo, que incorpora imágenes originales recopiladas al paso del tiempo, así como el repertorio de mi padre y parte del archivo de don Francisco Diez Barroso y sus imágenes de Kahlo; si utilizan las imágenes, favor de indicar la fuente –aunque advierto que pueden tener registro de autor–.


Conforme haya más entradas (ya son más de 80), aparecerán en el índice a la derecha de ésta página…





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