miércoles, 22 de abril de 2020

La casa de don Francisco Madero y Mercedes González en la Colonia Juárez.



Edificada en la esquina de las calles dedicadas a Berlín y Liverpool de la entonces “Colonia del Paseo” y sobre un predio de 760m² ‒Liverpool 25 y/o Berlín 21‒, se edificó desde 1898 una casa ejecutada por el “Ingeniero contratista, señor C. C. Lamm” para acoger en la Ciudad de México a la familia Madero-González y algunos de sus 11 hijos.

Por diez años la casa vería poblarse los predios aledaños con espectaculares residencias y a inicio de la segunda década del S. XX sería escenario de los discursos victoriosos del hijo mayor del matrimonio ‒que ocuparía la presidencia de México entre 1911 y 1913‒, así como de uno de los muchos infortunios de la “Decena Trágica”...



Francisco Indalecio Madero Hernández nació en Río Grande –Coahuila‒, el 11 de marzo de 1849; hijo del general Evaristo Madero Elizondo ‒hijo él de José Francisco Madero Gaxiola (1775-1833) ingeniero topógrafo agrimensor, graduado en la Escuela de Minería de la Real y Pontifica Universidad de México y que sería Gobernador de Coahuila entre 1880 y 1884‒ y María Rafaela Hernández Lombraña; viviría su infancia entre Torreón, Houston y Monterrey acompañado por sus cinco hermanas Prudenciana, Victoriana, Barbara, Carolina y Rafaela, complementado el grupo con Evaristo (Jr.) Madero Hernández que llegó en 1865. Don Evaristo (Sr.) enviudó en 1870 y al año siguiente contrajo matrimonio con Manuela Farías Benavides con quien daría a Francisco otros 11 hermanos de apellido Madero Farías.

Luego de terminada su educación básica, Francisco hizo estudios en Houston y después en el Instituto de Comercio de Amberes ‒Bélgica‒ y al volver a México se asoció en las empresas agrícolas de su padre, ligadas al algodón, cría de ganado y producción industrial.



El AHUNAM conserva una sorprendente colección bajo su nombre, que contiene un “libro copiador de cartas” de 204 fojas, con correspondencia diversa enviada desde Europa, en parte escrita en francés y dirigida sobre todo al patriarca de la familia ‒don Evaristo‒, relacionada con su vida de estudiante, sus paseos y ocasionalmente sucesos políticos de México o de algún país europeo, así como su interés por la agricultura, la ganadería y la industria en los estados del norte de México.

Todo parece indicar que Francisco era de agradable trato, culto, buen intérprete de piano y magnífico conversador –hablaba con naturalidad inglés y francés‒ además de estar profundamente interesado en aventuras productivas y la exploración de tecnologías de vanguardia en beneficio de esos procesos; así, sería apoyo fundamental en las empresas que don Evaristo -su padre- emprendió al paso de los años, luego de dejar la gubernatura.


Luego de su regreso en 1871, Francisco Indalecio Madero Hernández junto a su padre y hermanas acumularía una fortuna familiar casi inigualada en México, gracias a las significativas inversiones en ámbitos diversos como la fundición, industria textil, ganadera y de transporte, que además desde 1893 incluía la Hacienda de San Lorenzo –productora de uva en el Valle de Parras‒ empresa que desde entonces y hasta nuestros días conserva el nombre de “Casa Madero”.


Don Francisco contrajo matrimonio el 28 de enero 1873, en el propio Parras de La Fuente ‒Coahuila‒ con Mercedes González Treviño (n. 1853) hija de don Francisco González Prieto (1803-1881) y María del Pilar Treviño Garza (1817-1855), con quien al paso de los años procreó quince hijos de los que once sobrevivieron la primera infancia; encabezaba la lista Francisco Ignacio Madero (n. 1873 y recordado por haber sido Presidente de México) seguido de Gustavo Adolfo, Mercedes, Magdalena, Alfonso, Emilio, Rafaela, Eduardo Rafael, Gabriel, Julio, Ángela, Raúl, Evaristo, Ramiro y Carlos, todos Madero González.

En la imagen de arriba captada hacia 1890, aparecen don Francisco y doña Mercedes con doce de sus hijos. Abajo en una magnífica imagen que reproduzco gracias a la amabilidad de Lucila Garza Madero, aparece el “Clan Madero en 1898” con don Evaristo Madero Elizondo sentado al centro con su hijo Francisco (a su derecha) y cuatro de sus hijas con sus respectivos conyugues e hijos.



Esa pujanza económica de la familia Madero no estaba exenta de sobresaltos, y en “La guerra secreta en México”, Friedrich Katz nos cuenta que “A finales del siglo, Francisco Madero (Hernández) había formado y encabezado una coalición de hacendados laguneros para oponerse a los intentos de la compañía anglo-norteamericana Tlahualilo por monopolizar los derechos sobre el agua en esa zona enteramente dependiente de la irrigación. Cuando los Madero cultivaron guayule, sustituto del caucho, se enfrentaron a la Continental Rubber Company. Otro conflicto se desarrolló antes de 1910 debido a que los Madero poseían el único horno de fundición del norte de México que era independiente de la American Smelting and Refining Company”.

Y complementa Pedro Salmerón en “Los Carrancistas”: Francisco I. Madero sería un prominente hacendado y empresario de La Laguna, cercano al grupo de “los científicos”, que “pertenecía a un poderoso clan desplazado del poder local por Bernardo Reyes y sus operadores en Coahuila, pero que tenía prósperos y diversificados negocios en todo el noreste y vínculos económicos y familiares con casi todos los grupos empresariales de importancia”.


Atentos a las novedades tecnológicas, don Evaristo y Francisco invitaron a Thomas Alva Edison, a realizar ensayos para mejorar el proceso de instalación de su bombilla eléctrica aprovechando el depósito de agua que fue construido al sur de Parras (-estanque de Lobatón- que desde entonces se conoce como estanque de la luz), y fue así que el pequeño Parras de la Fuente en Coahuila, fue de los primeros pueblos del continente en donde se encendió por primera vez un conjunto de focos eléctricos, y en contar con iluminación eléctrica con la nueva bombilla “mejorada” de Edison, mientras que don Francisco Madero y la construcción de su planta hidroeléctrica permitió iluminar el pueblo natal en un perseverante proceso de mejora.



Es interesante notar que desde Abril de 1893, don Evaristo había adquirido con su hijo Francisco y a través de la compañía francesa San Lorenzo du Mexique, la vecina Hacienda de San Lorenzo, propiedad de la viuda de Leonardo Zuluaga, por ₣500,000.oo francos; don Francisco rápidamente modernizó las instalaciones y compró tres Alambiques tradicionales “Charentais” (donde se elabora el Brandy de Charente, Coñac), envió a aleccionar en Francia a dos de sus hijas en el cultivo de la vid y elaboración de vinos y su destilación ‒en particular el "brouillis de Charente"‒, y estableció entonces el sonado nombre comercial de Casa Madero justo al norte del pueblo de Parras.



Agreguemos además que desde ese 1893, su hijo mayor –Francisco Ignacio‒ había regresado a México luego de su larga estancia de estudio en la Escuela Técnica de Agricultura de Berkeley; Francisco (Ignacio Madero) había ingresado para sus primeras letras al colegio jesuita de San Juan en Saltillo para luego transitar al colegio católico Saint Mary’s College de Baltimore; después fue a París para estudiar contabilidad, economía política y sistemas de comercio en el Liceo Versalles y en la Escuela de Altos Estudios Comerciales de Francia y comenzó a practicar el espiritismo que tan en boga estaba por entonces. Finalmente y justo antes de volver a México, había ingresado a la Escuela Técnica de Agricultura de Berkeley, en San Francisco ‒California‒ a fin de liar los bártulos en la explotación de San Lorenzo y la venta del Brandy en el país entero.

Dados los frecuentes viajes a la capital, es en este período que don Francisco –por sugerencia de su padre– decide adquirir en la Ciudad de México una casa que funcionara como “Pied-à-terre” durante las diversas estancias que la familia tenía en el centro del país y que además fungiera como representación de los diversos intereses familiares y la nueva “Casa Madero”. De ahí su liga con C. C. Lamm…


Arriba, el señor Cassius Clay Lamm (el nombre es homenaje a Cassius Marcellus Clay, emancipador de Kentucky), importante contratista que edificó un sorprendente número de residencias en la Ciudad de México a partir de 1895; es recordado por crear con su hijo y asociado con varios inversionistas la “Colonia Roma”, que nació en diciembre de 1902.

Desde los últimos años del S.XIX, Lamm construyó diversas casas en la “Colonia del Paseo” y gracias a su tenacidad y eficiencia, se hizo de clientes agradecidos cuando entregó las residencias de George Orrin (en la esquina de Madrid y París) y Pedro Lascurain (con vista al Paseo de la Reforma). Enérgicamente criticado entre arquitectos por usar el catálogo de “Modern Dwellings” de Geo. F. Barber & Co. o los diseños de W. B. Camp para producir algunas de sus edificaciones, para 1899 Lamm ostentaba un extenso portafolio, que incluía desde la espectacular residencia del Sr. H. Marquard –en la esquina de Viena y Londres‒, hasta la mesurada casa de don Arturo Smith –también en la calle de Londres‒. Abajo, las casas Marquard y Smith captadas en 1900.



Además de su reconocida participación en diseño y creación de la Colonia Roma asociado con Walter Orrin y Pedro Lascuráin –donde participaron también Brown y Morton‒, Mr. C. C. Lamm con su hijo Lewis sería clave en la edificación del Pabellón que representó a la República Mexicana en la Feria Universal de 1904 (Ver). El peculiar edificio de vertiente académica, muestra además algunos de los elementos que encontraríamos después en los diseños de Lewis Lamm Payne cuando ya en México, se separó de la tutela de su padre y migró lejos de los diseños de “Modern Dwellings”.



En los últimos años del siglo XIX, Lamm edificó una veintena de casas en lo que ahora conocemos como la “Colonia Juárez”, que por entonces era “Colonia del Paseo” y se conocía en general como Colonia Americana (Ver), casas que servirían para promocionar el vivir en una zona moderna, aún a pesar de estar tan alejada de la Ciudad...

Desde 1886, se había decidido ampliar la urbanización original la “Colonia de la Teja” de don Rafael Martínez de la Torre hacia el poniente, y buena parte de los predios quedaron en propiedad del Banco de Londres y México y la “Compañía de Mejoras de los Terrenos de Chapultepec” en remate celebrado en 1896, sociedad en la que don Thomas Braniff acumulaba el 45% de las acciones en compañía de Félix Cuevas (20%), Rafael Dondé (20%) y el propio Banco (15%) del el que Mr. H.C. Waters había fungido como Gerente General desde 1878 (Ver). Es ahí ‒en esa ampliación de la “Colonia del Paseo”‒ y complementando la casa de Horace C. Waters, que Casius C. Lamm intervino con éxito y se abrió camino en las altas esferas de las inversiones en la Ciudad de México acercándose a Lascurain y Orrin.

Abajo, en el fragmento de un plano fechado en 1907 que describe la urbanización de la Ciudad de México y que reproduzco gracias a la amabilidad de Javier Balbás, he señalado el trapecio que delimita la zona que inició como Colonia del Paseo y se llamaría Colonia Americana y/o “Colonia del Paseo” a cargo de la “Compañía de Mejoras de los Terrenos de Chapultepec” (una estrella marca la esquina donde se edificaría la Casa Madero).



Para octubre de 1900, en “El Mundo” se escribía: “Es ya sin la menor duda, uno de los rumbos mejores de nuestra metrópoli, tanto por el buen clima de aquella parte de la ciudad como por los precios de los edificios que se han construido en sus terrenos…” Abajo, en un fragmento de la página “México Moderno” que apareció en “El México Ilustrado” del domingo 7 de junio de 1900, muestro tres de las edificaciones de C. C. Lamm en la Colonia del Paseo.



Una de las edificaciones de ese fraccionamiento, construida justo en la esquina formada por las apenas trazadas calles de Liverpool y Berlín, fue una casa de tres pisos y características que “Modern Dwellings” describía como “Exquisite specimen of Colonial work”. Adecuada a las peculiaridades constructivas de nuestro país la casa fue edificada por el equipo encabezado por Lamm en 1898 y entregada al año siguiente.


Arriba, el cruce de Liverpool y Berlín en 1899; la arboleda que se distingue al fondo es el Paseo de la Reforma. Abajo la portada de “Modern Dwellings” en su edición de Dancker, publicación que tan ventajosa resultaría para C. C. Lamm; el documento mostraba un centenar de propuestas residenciales así como una somera descripción de los diseños y agregaba al final la lista de los costos que implicaba recibir el proyecto ejecutivo de aquel diseño.



Al paso del tiempo, fueron muchos los grupos que promovían este tipo de publicaciones, incluyendo desde 1908 la muy popular “Sears Modern Homes” de Sears Roebuck and Co. de Chicago, que podía enviar planos y todos los elementos de una casa prediseñada para ser armada por el contratista, o las fastuosas propuestas de George Franklin Barber & Co. Architects, que prometían adecuar un diseño ya ejecutado y probado, ajustándolo a cualquier terreno y método constructivo, e indicaba:
“We will furnish plans and specifications complete for any house shown in this book, with any reasonable changes, at the prices given. No better or more complete plans are made or sent out of any office than go from ours at Knoxville, Tennessee.”
Además, desde 1896, aparecía la revista mensual “American Homes –An Illustrated Magazine for those who Plan, Build or Beautify the Home‒” con diseños del propio Barber –en que ponía al día los costos de ejecución reciente de los diversos modelos–, pero también mostraba diseños de Samuel Johnes y W. B. Camp de Geneva N.Y.

Abajo, un diseño del arquitecto Camp “…a design of a 12-room residence lately built in Geneva, N.Y., for the First Presbyterian Society at a cost of $6,ooo, and which is admired very much by the congregation.”, con sorprendentes similitudes a la casa edificada en la Colonia del Paseo por C. C. Lamm



No tengo datos referentes a si la casa fue un encargo de don Francisco Madero a Lamm o la casa era una edificación para venta, pero ya para 1900 (hay un par de fuentes que indican que se terminó en 1903) se erguía imponente con sus fachadas de intrincado aparejo de tabique aparente y techumbres inclinadas cubiertas de lámina unas y forradas con complejo avío de mosaico otras; la curiosa planta cuadrada ornamentada con torreón en la fachada poniente y vanos de diseño diverso, encajaba perfectamente con el escogido entorno que en la nueva colonia se edificaba, muy en concordancia con el eclecticismo imperante.



Ese eclecticismo en las edificaciones de la zona es relevante, ya que a pesar de que frecuentemente se le señala como “arquitectura Afrancesada" ‒a manera peyorativa‒ la arquitectura del período, era precisamente la mezcla de estilos lo que prevalecía como vanguardia durante la primera década del siglo, en un abanico que va desde la recreación del “Gótico Isabelino” hasta el “Románico Richadsoniano”, pasando por las interpretaciones Renacentistas, Pompeyanas y/o Palladianas, para llegar a “Colonial Americano”; muestro algunos ejemplos interesantes edificados en las calles de la “Colonia del Paseo”, todos a menos de una calle de la casa de Liverpool 25.


Arriba, una magnífica fotografía de Guillermo Kahlo que forma parte de un álbum publicado por “Müller Hermanos” en 1910 con motivo de las Fiestas del Centenario de la Independencia de México, donde a la izquierda aparece la acera poniente de la calle de Dinamarca vista desde la esquina de Liverpool, así como a la derecha la acera Sur de Liverpool vista desde Dinamarca; a ambos lados de la casa en la esquina, un amplio grupo de “Casas juntas” domina la composición fue muy apreciado por quienes se mudaron a la –ya para entonces– Colonia Juárez. De la más pura raigambre ecléctica, el conjunto mezcla materiales como tabique y cintillas de cantera, con azulejos y plomo en una decoración que incorpora elementos académicos, renacentistas, Tudor, Luís XV e Imperio; mejor complemento a la atrevida heterodoxia estilística del conjunto, son los coches que circulan por las calles –que con claridad marcan el período‒ y la casa que se alcanza a distinguir en la Plaza Dinamarca (a la extrema izquierda). Del lado derecho, destaca la casa Madero, con su inconfundible torre mirador que adorna la fachada poniente y complementa a la cúpula de la casa vecina (ese predio -Liverpool 31- ahora lo ocupa la Biblioteca Benjamín Franklin).


Arriba, un detalle de la foto anterior, en que vemos claramente la torre/mirador de la casa Madero que por entonces debió tener una fantástica panorámica de la Cuenca de México.

Respondiendo a la tradicional planta de la “Square Colonial House”, a la casa se podía acceder por la esquina subiendo unos escalones a un mirador-terraza que daba paso a los salones, o por accesos de vehículo -en ambas calles- que permitían llegar a un Pórtico en la fachada norte. El conjunto se desplantaba sobre medio sótano –dedicado a los servicios, incluida la cocina‒ y se presentaba con dos niveles principales coronados por amplia cubierta a cuatro aguas interrumpidas por buhardillas para albergar cuatro habitaciones más. La esquina sur, coronaba un “Parlour” octagonal con una curiosa cúpula de agudo remate y lucarnas de ojo de buey, recubierta de azulejo…



Al interior, la casa debió responder a los cánones tradicionales del período, con una decoración ecléctica muy a tono con la cultura de sus habitantes, que mantenían contacto con la moda europea y norteamericana. En diversas fuentes se habla del “gusto” con que estaban amuebladas las habitaciones públicas y se menciona la presencia de un piano, frente al que varios miembros de la familia se sentaban a tocar.



No sería aventurado suponer que en algunos sitios, esos interiores tuvieran similitudes con los interiores que en “Modern Dwellings” aparecían, y abajo reproduzco una de las propuestas de George Franklin Barber para la casa N°202 en la edición de 1901.



Es poco probable que la familia entra haya usado la casa en un solo momento, ya que con tan amplio abanico de edades e intereses -además de la lejanía-, el encontrarse en la Ciudad de México debió ser muy poco común. Abajo una imagen de la familia Madero- González hacia 1900, donde arriba destacan de pie -de izquierda a derecha- Mercedes, Alfonso, Magdalena, Rafaela, Francisco Ignacio y Gustavo Adolfo acompañando a sus padres y hermanos pequeños.



Desde 1904 Francisco Madero (Jr.) ‒que desde el inicio del siglo se había dejado crecer la barba y que para el 28 de enero 1903 había casado con Sara Pérez Romero (1870-1952)‒, se había involucrado en las luchas electorales de Coahuila, con una mirada que parecía querer abarcar la totalidad del fenómeno político en el país, incorporando los planteamientos de clubes liberales, del “magonismo”, de anarquistas y socialistas; parecía sopesar las consecuencias de las guerras de Tomochic contra los yaquis, y la de castas en Yucatán, así como las luchas obreras en Puebla, Orizaba y Cananea. Así, Madero tenía una visión del momento político que le tocaba vivir cuando escribió “La sucesión presidencial”.



En un texto de anticipación casi visionaria y ejercicio de gran inteligencia intuitiva, Madero acopiaba la certeza del papel protagónico que personalmente jugaría en un proceso cívico que conduciría al “triunfo de los principios democráticos”, convencido de que “la riqueza, la ilustración, el patriotismo” que poseían él y su familia, lo obligaban a no permanecer como espectador “en la gran lucha que se avecina, sino para que entremos en esa lid valientemente”.


Al redactar el texto, Madero entrelazó dos escenarios: el deseable, consistente en una apertura del sistema por la vía electoral, y el inevitable, que estaría determinado por la cerrazón del régimen y llevaría ‒inexorablemente‒, a la rebelión armada y a la revolución.

Baste recuperar un párrafo de ese texto:
Veamos sin embargo qué podrá suceder si el gobierno recurre a medidas demasiado violentas para obtener su triunfo, pues para que llegue a luchar hasta en los comicios se necesitará una relativa libertad. En el caso de que ésta falte por completo, imposible será pronosticar lo que suceda, pues bien puede darse el caso de que la nación, indignada por las violencias y por las persecuciones de que han sido víctimas sus buenos hijos, tan sólo porque quieren hacer uso de sus derechos, se levante en masa y presenciemos otra revolución popular como la de Ayutla.

No es objeto de ésta investigación hablar de esa “Sucesión Presidencial”; básteme anotar que durante ese largo periplo, Francisco Ignacio recibió –entre muchos otros apoyos– el pleno respaldo de su padre –al que el imaginario popular comenzaría a llamar cariñosamente “Don Pancho Madero” – y de su hermano Gustavo Adolfo.



Cuando se preparaban ya las "Fiestas del Centenario de la Independencia de México" -para dar cuenta de los grandes progresos del país-, una rebelión social aparecía como escenario remoto; los clubes anti-reeleccionistas se multiplicaban de manera sorprendente y finalmente Francisco Ignacio Madero González sería candidato a la presidencia enfrentándose a Porfirio Díaz.

En varias ocasiones, la casa de Liverpool esquina con Berlín sería telón de fondo para las arengas del candidato, en una campaña que no estaría exenta de sobresaltos…



En su “Ulises Criollo” nos cuenta José Vasconcelos –luego de aclararnos que fue él el autor de la afamada consigna “Sufragio efectivo, no reelección”‒ que por entonces:
…El gobierno se había desentendido de la campaña maderista. No lo alarmaban las multitudes que acudían a los mítines, ni el florecimiento de nuestras asociaciones, por todos los rumbos del país. Pero apenas puso Madero el dedo en la llaga, apenas osamos dirigir los tiros a la persona del dictador, las persecuciones se desataron también sin embozo. En vísperas de las elecciones, Madero, ya candidato a la Presidencia, fue acusado de injurias al Presidente, arrestado y encarcelado en San Luis Potosí.



Todos sabemos que tiempo más tarde, se efectuaron las elecciones federales extraordinarias -elecciones de 1911 que sustituían las realizadas para el periodo 1910-1916 en el que habían sido electos Porfirio Díaz y Ramón Corral-, luego de las renuncias del 25 de mayo de 1911 como consecuencia directa de la Revolución mexicana.

El proceso electoral se llevó a cabo como resultado de los Tratados de Ciudad Juárez, que reconocían la victoria de la revolución maderista y a cambio Francisco Madero aceptaba la no interrupción del orden constitucional, permitiendo por lo tanto que el sucesor de Díaz en la presidencia de forma interina fuera Francisco León de la Barra y luego se convocaran elecciones extraordinarias según lo estipulado por la Constitución de 1857.

Resultaron electos para la presidencia Francisco I. Madero y para la vicepresidencia José María Pino Suárez.



Ahora, Madero recibía en Palacio Nacional y estableció residencia en Chapultepec, dando continuidad a la tradición iniciada por don Manuel González. A pesar de eso, la casa de la Colonia Juárez siguió siendo sitio emblemático y conocido por todos como la casa de “Pancho Madero” el papá del Presidente; así que, ocasionalmente, algún convivio reunía a concernidos bajo el pórtico de acceso de la casa en la calle de Berlín…



Madero fungió como presidente de México desde el 6 de noviembre de 1911. Aún a pesar de las críticas, su período parecía desarrollarse con la normalidad esperada, aunque rumores diversos parecían advertir algún cambio; poco más de un año después, en 1913, se dio un golpe de estado ‒la llamada Decena Trágica‒ dirigido por Victoriano Huerta.


Sea o no correcto, "Decena Trágica" se llama al golpe militar que se desarrolló entre el 9 y el 19 de febrero de 1913 para derrocar al Presidente Francisco I. Madero. La sublevación inició en la Ciudad de México, donde un grupo de disidentes comandado por el general Manuel Mondragón se levantó en armas y puso en libertad a los generales Bernardo Reyes y Félix Díaz, quienes estaban presos; luego, asaltaron algunas dependencias del gobierno –intentaron tomar Palacio Nacional‒ y decretaron el estado de sitio desde “La Ciudadela” que era entónces un depósito de armas y municiones.

Ese 9 de febrero, Madero salió del Castillo de Chapultepec rumbo a Palacio Nacional, custodiado por cadetes del Colegio Militar y gendarmes de la capital, acompañado además por miembros de su gabinete y amigos, en lo que se conoció como la «Marcha de la Lealtad».



A las 10:30 del 11 de febrero comenzaron las acciones bélicas y las calles quedaron llenas de cadáveres de hombres y caballos, ese día hubo más de quinientos muertos y heridos; el Reloj Chino de la glorieta de Avenida Bucareli y Atenas, quedó destrozado y varias casas aledañas sufrieron daños por los obuses disparados desde La Ciudadela.


Para las 14:20 horas del viernes 14 de febrero, la casa de don Francisco Madero se incendiaba. Nos cuenta Antonio Saborit en su antología “Febrero de Caín y de metralla”:
“La casa de Don Pancho Madero, en la esquina de Liverpool y Berlín, está ardiendo y existe peligro de que el incendio se propague a las casas vecinas. Los rurales que están en la calle de Londres toman posiciones; corren de un lado para otro y nadie sabe por qué hacen tantos movimientos”…


Otros reportes, afectos a los golpistas especularon:
"A medio día cayeron varias granadas en la elegante casa que el Sr. Francisco I. Madero poseía en la calle de Berlín y la incendiaron. Debido a que había guardado allí una considerable cantidad de parque, el fuego tomó rápidamente gran incremento, y de la hermosa construcción sólo quedaron las paredes ennegrecidas. Se dice que fueron enviados oportunamente algunos rurales desarmados a combatir el incendio pero que nada pudieron hacer a causa de los pocos elementos con que contaban para ello."


Y retomo a Vasconcelos en “Ulises Criollo” que cuando nos habla de “El Averno” cuenta:
Y donde no quedó piedra sobre piedra, fue en la finca de los madero, por la Colonia Juárez. No era propiedad del ex presidente sino de sus padres. Y éstos la habían construido con dineros ganados en la industria; nunca uno solo de ellos había disfrutado de cargos gubernamentales; ni uno solo de los parientes de Madero construyó casa propia durante el período de su gobierno. Ningún maderista funcionario se había enriquecido…


Los daños eran en verdad irreparables…







El 18 de febrero se definió el golpe de Estado cuando el presidente y el vicepresidente fueron arrestados en Palacio Nacional, Gustavo A. Madero fue hecho prisionero en el restaurante Gambrinus, y se negoció un pacto con los golpistas. Al día siguiente, fue asesinado Gustavo A. Madero.

Desde su aprehensión, Madero y Pino Suárez permanecieron en el Palacio Nacional, pero con el recrudecimiento de los ataques de los felicistas, la familia del presidente Madero buscó protección en la sede de la embajada de Japón -en la calle de Orizaba de la colonia Roma-. Llegaron en seis vehículos, de los que descendieron Sara Pérez, esposa del Presidente, sus hermanas Mercedes y Angelina, hijos y sirvientes. A su llegada fueron recibidos por Stina, esposa del embajador Kumaichi Horiguchi.


Al enterarse que la familia de Madero, estaba en la embajada de Japón, un grupo de soldados federales se apersonó y ordenaron la entrega de los huéspedes, pero el ministro japonés se negó. En “Ramo de flores blancas”, Shozo Ogino Fujioca nos cuenta “En respuesta el embajador Horiguchi extendió la bandera nipona a la entrada, argumentando que si la pisaran, ello sería motivo para una confrontación diplomática”.

A la embajada ‒que se había convertido en una romería‒, llamaba constantemente por teléfono el presidente Madero, para saber sobre la salud de su esposa y sus padres, que a final del día, también pidieron asilo en la embajada.



El 22 de febrero, por la noche, detrás de la penitenciaría de Lecumberri, fueron asesinados Madero y Pino Suárez.


Don Francisco Indalecio Madero Hernández murió el 3 de septiembre de 1916 y doña Mercedes el 12 de agosto de 1929.






Los que pasan por la esquina que forman las calles de Liverpool y Berlín, difícilmente recuerdan lo que ahí había…




Apenas una placa al lado de la puerta principal de Liverpool N° 25 recuerda ese pasado.





Este Blog se ha hecho gracias al apoyo incondicional de Julieta Fierro; está dedicado a las “Grandes casas de México” y pretende rescatar fotografías e historia de algunas de las residencias que al paso del tiempo casi se han olvidado y de las que existe poca información publicada. El objeto es la divulgación, por lo que se han omitido citas y notas; si alguien desea mayor información, haga favor de contactarme e indicar el dato que requiere. A menos que se indique lo contrario, las imágenes provienen de mi archivo, que incorpora imágenes originales recopiladas al paso del tiempo, así como el repertorio de mi padre y parte del archivo de don Francisco Diez Barroso y sus imágenes de Kahlo; en general, he editado las imágenes a fin de lograr ilustrar mejor el texto. Si se utilizan las imágenes, favor de indicar la fuente –aunque advierto que pueden tener registro de autor–.




Conforme haya más entradas (¡Ya hay un centenar!), aparecerán en el índice a la parte superior derecha de ésta página…




También se puede encontrar un índice general en: http://grandescasasdemexico.blogspot.mx/2016/02/indice-de-grandes-casas-de-mexico.html

Ver
























viernes, 3 de abril de 2020

La quinta de descanso de la familia De Landa y Osio en Tlalpan.



Uno de los más sorprendentes tesoros que resguarda el viejo pueblo de San Agustín de las Cuevas –ahora Tlalpan‒, es la “quinta” que hacia 1900 se edificó en un solar de 20,000m² para solaz de doña Sofía Osio Barrio de Landa y regocijo de su hija mayor ‒María de la Luz‒, por el entonces Gobernador de la Ciudad de México, don Guillermo de Landa y Escandón. Magnífico diseño con claras raíces en el Renacimiento Italiano, el proyecto se atribuye al arquitecto Antonio Rivas Mercado y luego de la revuelta revolucionaria pasó a propiedad de don Francisco Llory que en 1922 permitió ahí la instalación de los Hermanos Maristas que la llamaron “Quinta soledad” y la conservan hasta ahora –con diversas ampliaciones‒ en magníficas condiciones.



José Guillermo Atanasio Guadalupe Francisco de Paula del Corazón De Landa y Escandón (1846-1927) nació el 2 de mayo de 1846 (o en 1848 según algunas fuentes) en la Ciudad de México, hijo de José María de Landa y Martínez (1781-1866, próspero empresario y miembro de la “Junta de Notables” que dio cuerpo al Segundo Imperio) y María Francisca Escandón Garmendia (1815-1869, Dama de compañía de la Emperatriz Carlota).


Arriba, “…retrato de la Dama de Honor de la Emperatriz Carlota de México doña María Francisca Escandón Garmendia de Landa y Martínez”, en una imagen captada hacia 1864 por Julio Valleto, cuando contaba ya 50 años. Doña María Francisca estaba emparentada con Alejandro María Arango Menéndez por el matrimonio de su hermana María Guadalupe, así como con Catalina Barron Añorga por el matrimonio de su hermano Antonio; además, doña María Francisca era hermana del distinguido José Fernando Vicente Escandón Garmendia –cuyo retrato aparece abajo– que casado con María Guadalupe Arango Escandón, construyó la conocida como “Casa de los Leones” (Ver) en la Plaza Guardiola y fue propietario de la hacienda de Santa Catarina del Arenal, popularmente conocida como de “La Condesa” y cuyos terrenos forman ahora parte importante de la Ciudad de México.



José Guillermo Atanasio Landa ‒tercero de doce hermanos, aunque el mayor de los ocho que sobrevivieron‒ estudió primero en la ciudad de México y luego –al tambalearse el Imperio‒ enviado al Colegio Jesuita de Stonyhurst en Lancashire Inglaterra, donde se graduó con honores, destacando por su pericia musical e impresionante habilidad interpretativa frente al órgano; viajó extensamente por Inglaterra y Escocia, Irlanda, España y Francia, donde la familia poseía varias propiedades y eventualmente –luego del apropiado “Grand Tour”‒ volvió a México; regresaría a Europa en varias misiones diplomáticas, incluyendo su visita a Londres con la representación de México durante la coronación de Eduardo VII en agosto de 1902.



Don Guillermo contrajo matrimonio el 16 de Mayo de 1891 con Sofía Osio Barrio (1867-1932) hija de don Francisco Osio y Allende, hermano de Trinidad Osio -que había casado con Tomás García Icazbalceta- y Dolores Osio -que había casado con Carlos Sánchez Navarro y Beráin-, por lo que la familia Landa y Osio –que vería llegar a su primogénita María de la Luz en 1892‒ estaría emparentada con algunas de las familias de mayor renombre y caudal en el país.

Abajo, una imagen de doña Dolores Osio de Sánchez Navarro y Beráin captada en Puebla hacia 1847



Aunque don Guillermo se dedicó a diversificar la actividad empresarial familiar –al frente de ingenios azucareros y empresas constructoras– se asoció desde 1898 en diversas aventuras mineras (como la explotación de la mina “Estrella” con José Luis Requena (Ver) y Francisco Fournier) cuyo éxito le permitió mantenerse como una de las “buenas familias” cuya riqueza venía de tiempos pretéritos. Ya iniciado el período en que Porfirio Díaz encabezaba el gobierno y habida cuenta que se abrían espacios políticos a esas familias, aprovechó la coyuntura y a los 30 años se presentó como senador por el Estado de Morelos, se reeligió y luego representó a Chihuahua en el Senado. Aunque de hecho, don Guillermo sería reconocido por su labor como Presidente del Ayuntamiento de la Ciudad al inicio del siglo y gobernador de la Ciudad de México entre 1903 y 1911…


Respecto a don Guillermo, nos cuenta Felipe Arturo Ávila Espinosa en su “Sociedad Mutualista y Moralizadora de Obreros”:
“Para esta época, su carácter de político de alto rango y la actividad empresarial que nunca había abandonado lo habían vinculado personal o institucionalmente a los Ferrocarriles Nacionales, al Banco Mexicano de Comercio e Industria, a la Compañía Manufacturera de Yute Santa Gertrudis, a la Compañía Minera Dos Estrellas, a la Compañía Bancaria de Obras y Bienes Raíces, a los Almacenes Generales de Depósito y a la Compañía Nacional de Petróleo El Águila, empresas de cuyos consejos de administración formaba parte, y de algunas era Presidente o Vicepresidente.”

Así, don Guillermo De Landa y Escandón sacó provecho de haber sido parte de la primera generación de políticos con que el General Porfirio Díaz comenzaba a organizar el control del país y supo mantenerse en primera fila durante la segunda etapa del régimen, cuando Díaz permitió la preponderancia de “Los Científicos” con quienes Landa y Escandón mantuvo una cercanía y colaboración que le permitió consolidar su ventajosa posición política.


Seguramente como eco de su educación en Stonyhurst, como Gobernador del Distrito Federal don Guillermo manifestó una particular inclinación filantrópica y preocupación por problemas de salud e higiene, así como educación y vivienda para los miembros más desatendidos de la capital, promoviendo diversas campañas para eliminar vicios –específicamente el alcoholismo– y alentó la instrucción, el “sano esparcimiento” y el deporte.


Y retomo a Felipe Arturo Ávila Espinosa:
A mediados de 1909 el gobernador Landa concibió el proyecto de fundar una organizaciónobrera que agrupara a los trabajadores del Distrito Federal dentro de los principios del mutualismo y l moralidad. No pretendía sustituir a las asosciaciones de trabajadores ya existentes ni pensaba crear otra sobre nuevas bases ideológicas… la primera tarea que Landa encomendó a Ponciano y Carlos Peralta, en junio de 1909, fue el ir a las diversas fábricas, comercios y talleres de la capital para hablar directamente con los trabajadores y exponerles el proyecto de una nueva organización mutualista. Un mes después, comisiones de los primero obreros interesados fueron a entrvistarse con el gobernador, quien los alentó a promover la nueva organización.



A inicio de 1910, el gobernador Landa desarrolló una penetrante campaña de visitas personales a los establecimientos comerciales, talleres y fábricas de la capital y zonas aledañas para promover la fundación de la SMyM y apoyó sus intervenciones en “El Obrero Mexicano”, un semanario que apareció en octubre de 1909, dirigido por Manuel de la Torre y Pedro Malabehar y cuyo contenido estaba orientado a asuntos de salarios y precios, reportajes sobre las condiciones de trabajo y las líneas específicas promovidas por la naciente Sociedad Mutualista.



Esas actividades del Gobernador se daban en el contexto de las innumerables transformaciones que se hicieron en la capital durante su administración, que incluían el abasto de agua con nuevo sistema que traía agua desde Xochimilco (Ver) y la construcción del Gran Canal del Desagüe, la pavimentación con vanguardista “macadam” de innumerables calles, y mostraba la resplandeciente edificación de la nueva Inspección General de Policía ‒a cargo del arquitecto Federico Mariscal‒ y la suntuosa ampliación y reconstrucción del Edificio para el Gobierno de la Ciudad de México ‒a cargo del arquitecto Manuel Gorozpe‒   (Ver) y que serviría como marco para parte de las fiestas del Centenario de la Independencia de México frente a la Plaza de la Constitución.



Como telón de fondo para esa vida pública del Gobernador, aparecía ese Palacio Municipal –que ahora ampliado conocemos como “Ayuntamiento de la Ciudad de México”‒, aunque la vida privada se desarrollaba en una muy admirada residencia en la esquina de la 2° calle de Artes (avenida Poniente 8) y la calle de Inválidos (Sur 20) y que hoy conocemos como la esquina que forman las calles de Maestro Antonio Caso y Vallarta (Ver). Aquella vivienda edificada en lo que había sido la “Colonia de los arquitectos” se levantó a partir de 1903, siguiendo un proyecto de interiores a cargo de la firma inglesa “Waring & Gillow, Ltd.” y diseño a cargo de Roberto Bloch, aunque con afanosa intervención de sus propietarios.



Aunque por varios años antes de la carrera política de don Guillermo, la familia Landa-Osio vivió por largos períodos en Inglaterra, se mantuvo siempre la casa en la Ciudad de México (la residencia familiar en la calle de Puente de Belén que apareció como domicilio hasta 1906), y consideraba hogar de descanso la que desde el inicio de siglo mantenían en Tlalpam (Sic.), que a pesar de su lejanía, era el sitio donde se reunía la familia durante las visitas al país y los períodos estivales de la capital.


La casa de campo de la familia Landa-Osio en San Agustín de las Cuevas se construyó desde 1887, apenas a dos calles de la plaza del pueblo y colindante con la que había sido Casa de Moneda ‒cuando Tlalpan fungió como Capital del Estado de México‒. Esa casa sería ampliamente reformada y ampliada en 1899 con diseño a cargo de Roberto Bloch, aunque en algunos documentos se identifica a don Antonio Rivas Mercado como autor del diseño.

Abajo, la litografía que en 1856 se ejecutó para el álbum “México y sus alrededores” –siguiendo un dibujo de Casimiro Castro‒ donde podemos contemplar la Plaza de San Agustín de las Cuevas con buena parte de los elementos que le hubieran sido reconocibles a los Landa y Osio durante sus viajes de descanso a Tlalpan. A la derecha, detrás de la barda atrial, se distingue el Templo dominico dedicado a San Agustín y en primer plano, el Camino Real o de las Diligencias, calle que ahora rinde homenaje a Francisco I Madero.


Al entrar al México Independiente la población de Tlalpan, ingresó como un ayuntamiento y a la vez cabecera del Partido de San Agustín de las Cuevas (formado por los ayuntamientos de Xochimilco, Tulyehualco, Milpa Alta, Coyoacán, San Ángel y el propio San Agustín), perteneciente al Distrito de México y cuya capital era la ciudad de México; pero al formalizarse la residencia de los poderes federales en la ciudad de México y formarse el Distrito Federal, el estado de México debió mudar su capital estatal y distrital, y de esta manera la ciudad de Texcoco fue elegida capital estatal en 1825 y Tlalpan erigida como capital del Distrito de México, aunque en 1828 la capital estatal fue mudada, esta vez a San Agustín de las Cuevas, que por decreto de la legislatura estatal ‒y luego la federal‒ recibió el grado de ciudad con un nuevo nombre, Ciudad de Tlalpan convirtiéndose en capital estatal y distrital a la vez…


El eje urbano de aquella pequeña Ciudad eran templo y parroquia de San Agustín de las Cuevas, edificado entre 1637 y 1647 a cargo de los frailes dominicos que llegaron al lugar un 28 de agosto, día de San Agustín. Hacia 1827 se dotó la iglesia con un reloj obsequio del cabildo, con el que aparece la portada principal en la imagen de arriba, captada por Guillermo Kahlo –y marcada como “Curato de Tlalpan” en 1899. El templo que fue completamente remodelado al interior, cuenta aún una interesante colección de cuadros novohispanos y esculturas diversas de los siglos XVI al XVIII.



Cuando Tlalpan era capital y para acrecentar su ascendiente, el gobierno estatal estableció su propia Casa de Moneda en esa nueva ciudad ‒en aquella época cada estado de la federación o particular autorizado podía hacer su propia moneda‒, así como el Instituto Literario de Tlalpan antecesor de la Universidad Autónoma del Estado de México, además de muchas otras obras públicas que embellecerían la población e incorporaban los veneros de las “Fuentes Brotantes” como sitio de admiración para los visitantes. Pero apenas en 1830 ‒ante los problemas que ocasionaban la cercanía de ambas capitales, la federal y estatal‒, la capital estatal fue cambiada a la ciudad de Toluca donde aún persevera. Para el 26 de noviembre de 1855 -por decreto presidencial- Tlalpan quedaría incorporado al Distrito Federal, como cabecera de la Prefectura del Sur, cuya demarcación incluía Coyoacán, San Ángel, Xochimilco y llegaba hasta el Peñón Viejo (Iztapalapa e Iztacalco). Sería en ese Tlalpan de 1880, justo al lado del magnífico edificio que habría albergado la Casa de Moneda, que se edificaría la casa de descanso de los Landa-Osio.


De aquella “Casa de Moneda”, resulta interesante notar que la curiosa construcción del S. XVIII ‒conocida entonces como la Casa de Cadena‒, fue en el S. XIX propiedad de don Lorenzo de Zavala, un trascendente político que influyó para que San Agustín de las Cuevas fuera capital del Estado de México, y que vendió la casa al gobierno estatal para convertirla -de 1827 a 1830- en Casa de Moneda del Estado de México. La hermosa fachada con magnífico friso decorativo a la calle dedicada entonces a Ramón Corral, fue restaurada en 2011, y alberga desde 1955 la Escuela Secundaria N°29.

Así, en el N°15 de la calle Ramón Corral –ahora Moneda‒ al cruce con Abasolo y a espaldas del edificio que se destinaría en 1908 a la novedosa Escuela Correccional para Menores, se edificó la casa de descanso que para doña Sofía Osio Barrio de Landa remodeló Roberto Bloch. Abajo, una toma de 1926, en que aparece la calle Ramón corral de Tlalpan y a la izquierda la Casa de descanso de la familia Landa y Osio.



Aunque el terreno rustico contaba 20,000m² y efectivamente cubría media manzana hasta llegar a la actual calle dedicada a Ignacio Allende –colindando al Oriente con los predios de la que había sido de don Lorenzo de Zavala y ya entonces había dejado de ser Casa de Moneda‒, la casa propiamente dicha se edificó en la esquina Sur-poniente del predio, con edificios formando una “L” que aprovecha los espacios libres para una poza de nado y conservó un inmenso árbol que mucho agradaba a doña Sofía y don Guillermo, dotando además al conjunto de una torre mirador, que se consideraba imprescindible en las casa de campo de la zona.


En la fotografía que incluyo arriba –que apareció en el Tomo VII del “México Ilustrado” publicado en 1903, enseñando la sección correspondiente a Tlalpan‒, aparecen al centro José y Carmen Landa Osio –de tres y cuatro años (un poco más atrás aparece también don Guillermo)‒ en el camino de autos que llegaba a las cocheras en la parte posterior de la casa; aparece además el frente sur de la casa con el pórtico que aún existe (aunque perdió el árbol que se distingue a la extrema izquierda), con eje frente a la entrada sobre la calle Ramón Corral N° 15 –ahora Moneda‒, en ese predio esquina con Mariano Abasolo ‒con accesos por los N° 50 y 54‒, en el ahora conurbado pueblo de Tlalpan. Para el observador contemporáneo podría sorprender el que detrás del pórtico se distingue la cima de una torre con techo a cuatro aguas; baste recordar que en 1900, la vista desde aquel sitio debió ser extraordinaria, y tanto que varias de las casas circundantes también fueron dotadas de Torre-mirador y hasta un esbelto “Minarete” que aún se yergue a apenas 120m al Este.


El acceso principal, se daría por un pórtico a manera de Arco Triunfal guarnecido por rejas, con dependencias laterales que permitían albergar a un portero, trabajado el conjunto en tabique aparente, con arco, delicadas columnas jónicas y remate en balaustrada, labrados todos en cantera.

De ahí se pasaba a una rotonda marcada por un añoso árbol de enorme tronco que ordenaba las alas de los edificios que marcaban acceso, habitación y recepción, definiendo el eje compositivo del pórtico de acceso a los grandes salones de la casa.



El ala de habitaciones, se desarrolla contra el alineamiento poniente en la calle de Abasolo, en una larga fachada que supera los 45m. y está salpicada de ventanas con herrería y marco decorativo ejecutado con detallado aparejo de tabique prensado y rematado el todo por una recia cornisa tallada en cantera.


Ese paramento poniente termina con la fachada que mira hacia el jardín norte y la poza de nado, fachada que presenta además de una magnífica ventana en ochavo –que se conocía como “Bay window”‒, el recio fuste de la torre/mirador, que perforado a medio camino por tres óculos alcanza los quince metros para el tribuna principal, cubierto luego por un curioso techo a cuatro aguas, de evocación italiana.



El cuerpo central de la casa, albergaría un gran salón con iluminación cenital y acceso directo desde el pórtico, comedor y salas de estar, así como un amplio despacho y –en el semisótano‒ gran cocina y diversas dependencias de servicio.

Al otro lado y visto desde la torre ‒en una fotografía reciente‒ se puede apreciar la magnífica escala de la explanada de acceso en el extremo sur, que aún a pesar de haber perdido el árbol que daba sentido a la glorieta presenta el arco de entrada de suave escala casi íntima. Es importante hacer notar que los techos inclinados con teja que se distinguen en la imagen, son una adición posterior.


En ese acceso, es indudable que la pieza más relevante –y reconocible del conjunto‒ es el magnífico pórtico de arcos rebajados, sostenidos por delicadas columnas pareadas y con capitel jónico; los soportes principales a manera de pilastras ‒marcadas por un enérgico friso y flores de ocho pétalos‒ dan anchuroso ritmo al conjunto y de origen estuvieron rematadas por urnas de bronce que desaparecieron cuando se modificó la techumbre a fin de colocar una cubierta inclinada con amplio alero y recubierta de teja plana.


Mucho me gusta la imagen de arriba, ya que captura el bucólico ambiente que debió tener la casa remodelada a principio de S. XX, con el magnífico pórtico de acceso ‒que da vista a la glorieta de acceso y permite descubrir un inmenso jardín formal al fondo de la propiedad‒ mientras crea un espacio de transición que incita a pasar al gran salón de la casa.

Abajo, en una imagen oblicua tomada de Google-maps y fechada en 2019, aparece el predio de la casa Landa-Osio en su estado actual; en rojo se marca la propiedad completa y en amarillo se señala la casa que describo, mirada desde el Poniente. Aunque el conjunto alberga ahora nuevos edificios, es fácil imaginar el enorme predio sin la gran capilla de cubierta clara, o los diversos edificios escolares, incluyendo los que se edificaron en torno a la poza cuadrada que sorprendentemente se conserva desde 1900.


La imagen también permite distinguir el gran jardín plantado al oriente de la casa ‒la sección arbolada al centro de la imagen‒ jardín que se alcanzaba al descender del pórtico de la casa y transitando por un ancho andador que llagaba a otra gran rotonda adornada por quiosco y fuente.

Esos jardines serían marco de innumerables celebraciones, entre las que el imaginario popular siempre ha destacado el LXXVII aniversario del Presidente Díaz, celebrado ahí y en relativa intimidad por doña Sofía, don Guillermo y apenas un centenar de invitados en septiembre de 1907, mes en el que se cuenta fue también estrenado ahí “Tlalpan”, un Intermezzo ‒Two Step‒ de Miguel Lerdo de Tejada (Escuchar), director de la Orquesta Típica Lerdo de Tejada (sin relación alguna con su homónimo o su ilustre hermano Sebastián), compositor descrito por Leslie Bethell como “el primer compositor popular de México”.


Doña Sofía Osio de Landa tenía una buena relación con Carmen Romero Rubio de Díaz y frecuentemente se les veía juntas en las ceremonias a que asistían sus maridos.

Del "Diario de Yucatán" entresaco:
“El 5 de febrero de 1906 llegó a Progreso el buque Bravo trayendo a don Porfirio Díaz. Acompañaron a don Porfirio en su visita: su esposa doña Carmelita Romero Rubio Castelló, don Ramón Corral, vicepresidente de México; don Leandro Fernández, secretario de Comunicaciones y Obras Públicas; don Guillermo Landa y Escandón y su señora esposa doña Sofía Osio acompañando a doña Carmelita, don Eduardo Liciaga (sic.), presidente del Consejo Superior de Salubridad; el Lic. Lorenzo Elízaga y su esposa Sofía Romero Rubio, hermana de doña Carmelita…, entre otros. Hubo varios arcos para saludar al Héroe de la Paz, banquetes y saraos, desfiles y una vaquería para festejar la ilustre presencia. Se inauguró oficialmente el Paseo de Montejo hasta donde llegaba la estatua de Don Justo Sierra O’Reilly, su hijo fue el encargado de darle solemnidad a este evento. Y ya don Porfirio inauguró formalmente el Centenario, el Parque de la Paz, la avenida del mismo nombre, la penitenciaría Juárez, el Hospital Agustín Ohorán, el Hospital Leandro León Ayala, con lo cual se restituía el antiguo barrio colonial de Santa Catarina , arrasado por una peste.”


Y de “La Prensa” de la Ciudad de México con fecha 5 de noviembre de 1906 retomo la nota “Una Función de Cinematógrafo”:
“La empresa de cinematógrafo que actúa en el elegante salón de la Academia Metropolitana de Baile, invitó al Señor General D. Porfirio Díaz y á su distinguida esposa, la Sra. Doña Carmen Romero Rubio de Díaz, á una exhibición de gala organizada especialmente en honor a tan distinguidas personas. Acompañaban al Sr. General Díaz y a su señora, las señoras Doña María Luisa de Romero Rubio, viuda de Teresa, Doña Sofía Romero Rubio de Elizaga y Doña Sofía Osio de Landa que departió con Doña Carmen; además acompañaron al mandatario los señores Lic. Lorenzo Elizaga y Don Guillermo de Landa y Escandón, con quien departió el Señor Presidente.”

En la imagen de arriba, “Tribuna del Hipódromo de Peralvillo”, donde en 1907 asistía la sociedad mexicana para observar las carreras ecuestres y ser visto. En la toma, aparecen doña Carmen Romero Rubio de Díaz, Sofía de Landa y Osio y María Garamendi de Braniff.


Así, la casa de Tlalpan vio transcurrir la primera década del siglo, con reuniones familiares y eventuales celebraciones en el tranquilo entorno de sus jardines y viendo madurar los preparativos para las fiestas del Primer Centenario de la Independencia de México que implicaron la edificación del Mercado de “La Paz” (1907) y luego la construcción del Palacio Municipal (1909) en la manzana al Sur de la Plaza de la Constitución, así como la edificación de la Escuela Correccional para Menores en 1908 –un proyecto que promovió el propio don Guillermo– y los preparativos para el trazo de la nueva Colonia “Toriello Guerra” al norte de la propiedad.

Abajo, el plano correspondiente a Tlalpan, que formó parte del Tomo II del “Atlas General del Distrito Federal”, fechado en 1929; aunque el plano es casi veinte años posterior al período del que hablamos, la zona urbana se mantenía poco alterada desde hacía tiempo. Arriba destaca el límite pedregoso con Coyoacán y el “Río de Tlalpan” (en lo que ahora es el desarrollo “Cantera puente de Piedra” y por donde pasa el Anillo Periférico y su segundo piso) con el incipiente desarrollo de la nueva colonia Toriello Guerra; a la derecha se distinguen los azules de “Fuentes Brotantes” –hoy se conserva la cañada donde hay una planta de bombeo y un Mercado de comidas–; justo al centro, aparece la Plaza de Tlalpan con el templo de San Agustín de las Cuevas (N°2), y en la manzana que he marcado con una estrella, se edificó en 1900 la casa Landa-Osio.



Un evento importantísimo para la familia comenzó a gestarse desde 1909, luego de una tertulia en que los Landa-Osio invitaron a los Mier-Cuevas para pasar unos días de descanso en Tlalpan. Por parte de los Landa, acompañaban a sus padres María de la Luz (n.1892), Guillermo (n.1894), Francisco (n.1896), Sofía (n.1898), José (n.1899), Carmen (n.1901), Francisco (n.1903) y el pequeño Ignacio de apenas tres años; por parte de los Mier, acompañando a doña Guadalupe Cuevas Rubio y don Sebastián de Mier y Almendaro, tres de su hijos: Guadalupe (n.1882), Elena (n. 1887) y Bernardo Sebastián (n.1878). (Ver)

Aunque 14 años separaban a María de la Luz y a Bernardo, la relación se estrechó desde ese encuentro y a pesar de algunos tropiezos, la boda se fijó para el 20 de enero de 1910 en el templo de San Cosme y Damian, cuando Luz cumpliera los 18 años.


Así, Bernardo Sebastián Mier Cuevas -de 32 años- contrajo matrimonio con María de la Luz Carmen Amalia Sofía Francisca de Paula Josefa de los Sagrados Corazones de Jesús y de María Landa Osio -de 18 años apenas cumplidos-, hija mayor de don Guillermo Landa Escandón y Sofía Osio Barrio. Arriba, la portada de “El Mundo Ilustrado” para el 23 de enero de 1910, en que se daban los pormenores de aquel enlace; abajo, detalle de aquel retrato que causó furor en la sociedad mexicana…


Luego de la boda, la pareja pasó unos días en la casa de Tlalpan, antes de “un largo viaje al extranjero.” Desafortunadamente Bernardo Mier Cuevas falleció siete años después –el 11 de noviembre 1917– en Biarritz, aunque le sobrevivirían dos hijos. Años más tarde María de la Luz casaría con William Douglas Arbuthnot-Leslie y -en 1922-, don Guillermo Landa obsequió a su hija el “Lickleyhead Castle”, propiedad edificada en 1600 al sur de Auchleven en Escocia, como sitio para educar a sus nietos Sebastián Bernardo Mier Landa (1910-1942) y Guillermo Bernardo Mier Landa (1912-1976).


Arriba, una magnífica fotografía de la pareja tomada en 1911, que pertenece a la colección de la familia Carral-Cuevas y que reproduzco gracias a la generosidad de Joaquín Carral Cuevas. Abajo, doña María de la Luz Landa ya señora de William Douglas Arbuthnot-Leslie...


Para sorpresa de muchos, ese segundo matrimonio de Luz con William Douglas Arbuthnot-Leslie, nos lleva a Rose Leslie, bisnieta de María de la Luz y tataranieta de don Guillermo De Landa y Escandón; Rose encarnó a una trabajadora doméstica que escala en la vida, en la exitosa serie “Downton Abbey” y después, interpretó el papel de Ygritte en “Game of Thrones” habiendo saltado a la fama con el parlamento más trascendente de la serie: “you know nothing Jon Snow”. (Ver)

Pero volvamos a Tlalpan…



Don Guillermo de Landa y Escandón dejó México con doña Sofía y sus hijos luego de la revuelta revolucionaria y se trasladó a Europa, donde ya desde julio de 1911 acompañó al General Porfirio Díaz cuando visitó la tumba de Napoleón en la cripta de Los Inválidos, y el 20 de julio por la tarde, abrió de propia mano la reja.

Escribía José Juan Tablada:
“Don Guillermo Landa semejaba para quienes lo veían de lejos un déspota intratable… Sin embargo no era así. Don Guillermo era un hombre muy agradable en su trato, muy equilibrado en sus sentimientos, cuya debilidad y vanagloria era el culto a la prestancia, al buen vivir, a las cosas bellas de la vida.”


Y complementa el cuadro de la estancia en Euripa Carlos Tello Díaz, en “El exilio –Un relato de familia–”:
“Vivía en París al lado de su mujer, Sofía Osio. Sus hijas, en su mayoría, radicaban con él en la capital de Francia. Una de ellas, Sofía, estaba casada con Guillermo Limantour; otra más, Carmen, sería más tarde la mujer de Juan Béistegui. Sus hijos, en cambio, eran un desbarajuste. Bebían y jugaban y derrochaban el dinero de la familia.”


En México, Limantour y otros amigos de la familia intentaron mantener el orden de propiedades e inversiones de la familia, pero para 1913, el panorama cambió rápidamente y las cosas se precipitaron luego de la “Decena trágica”. Para el momento de la muerte de don Guillermo el 1° de Marzo de 1927 ‒en Cannes, Alpes-Maritimes‒ a los 80 años, la casa de Tlalpan se había vendido a Francisco Llory.



En “Cuadernos Maristas”, el N°30 de febrero de 2012 apareció un artículo de Miguel López López que bajo el título “EL NOVICIADO REGRESA A TLALPAN” nos platicaba lo que sigue:
“A principios de 1921, varios juniores pasaron de Huichapan a Tlalpan para iniciar el Postulantado en el Asilo Patricio Sanz. Aunque la casa era grande y había espacio para todos, el Asilo era una escuela y se sentía cierta incomodidad, pues era estrechamente vigilada por los Inspectores. Sin embargo allí pasaron los años 20,21 y 22. Para 1923 los Superiores querían una casa independiente para el Noviciado. Siempre que iban los estudiantes a Misa a la Parroquia, pasaban por una finca desierta, amplia, arbolada y silenciosa que los novicios llamaban "la Mansión del Silencio" o "la Casa de la Soledad". Sin embargo, nada más de escuchar el nombre de la aristocrática familia: "Guillermo Landa y Escandón" que suponían ser la propietaria, les dio escalofrío. Al dar los primeros pasos, se enteraron que la " Quinta Escandón" ya había cambiado de dueño. El nuevo propietario don Francisco Llory, buen amigo de los Hermanos; apenas se enteró de sus planes, puso la finca a disposición de la Congregación y aun accedió a que se le cambiase el nombre por el de: "QUINTA SOLEDAD".”


Así, desde 1922, la quinta de descanso de la familia De Landa y Osio en Tlalpan, pasó a ser “Quinta Soledad” en usufructo de los Hermanos Maristas y para mayo de 1923, se colocó en el Noviciado una estatua del Sagrado Corazón. Y dice Miguel López: “Para que ocupase un lugar conveniente se le colocó luego en una artística plazoleta en el jardín dedicado a la floricultura, y a la entrada de la Quinta, como acogiendo a los visitantes con su maternal sonrisa, se colocó una hermosa virgen María con el Niño Jesús, obsequio de los Padres Oblatos de San Antonio Texas”


Además, los hermanos Maristas sustituirían el escudo de los Landa (dos lobos de gules con ocho aspas de oro) por la enseña del Fratres Maristae Scholarum -Fundada por Marcelino Champagnat- en el gran cartucho de la portada principal.



Lo curioso, es que más sorpresas esperaban a la Quinta Soledad luego de la Revolución; aunque las actividades parecían recuperar normalidad desde 1921, para las congregaciones docentes y organizaciones religiosas, esa “normalidad” se empañaba desde principio de 1924 por la seguridad de que el general Plutarco Elías Calles pondría en efecto el artículo 130 de la Constitución, coligiendo que la iglesia debería registrarse para poder ser oficial y pagar cuotas –impuestos–convenientemente ajustadas a las percepciones de limosnas al gobierno. Ese mandato y las protestas de grupos religiosos detonó la Guerra Cristera cuando Calles hizo cumplir las medidas por la fuerza; las familias y organizaciones religiosas tomaron previsiones: unas, ocultándose en el país, otras, expatriándose, las más registrando los bienes a otros nombres y cesando formación y oficios religiosos…

En febrero de 1926, el gobierno expulsó del país a más 200 sacerdotes y religiosos extranjeros, entre ellos a 4 Hermanos Maristas del Luz Saviñón, pero no logró hacer lo mismo con otros 12 que se refugiaron en el discreto anonimato de la “Quinta Soledad”….


Ya desde hace años, los Hermanos Maristas emprendieron un muy amplio programa de ampliación, remodelación y mantenimiento del edificio de 1900, que alberga innumerables eventos –además del noviciado, con capilla, dormitorios, aulas y gimnasio‒ y funciona como “Casa Provincial” de los Maristas para México Central. Además, los salones se abren frecuentemente para reuniones y conferencias de muy diversa índole, contribuyendo también al rescate histórico de Tlalpan.




Este Blog se ha hecho gracias al apoyo incondicional de Julieta Fierro; está dedicado a las “Grandes casas de México” y pretende rescatar fotografías e historia de algunas de las residencias que al paso del tiempo casi se han olvidado y de las que existe poca información publicada. El objeto es la divulgación, por lo que se han omitido citas y notas; si alguien desea mayor información, haga favor de contactarme e indicar el dato que requiere. A menos que se indique lo contrario, las imágenes provienen de mi archivo, que incorpora imágenes originales recopiladas al paso del tiempo, así como el repertorio de mi padre y parte del archivo de don Francisco Diez Barroso y sus imágenes de Kahlo; en general, he editado las imágenes a fin de lograr ilustrar mejor el texto. Si se utilizan las imágenes, favor de indicar la fuente –aunque advierto que pueden tener registro de autor–.



Conforme haya más entradas (¡Ya hay un centenar!), aparecerán en el índice a la parte superior derecha de ésta página…



También se puede encontrar un índice general en: http://grandescasasdemexico.blogspot.mx/2016/02/indice-de-grandes-casas-de-mexico.html
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Agregado el 31 de enero de 2023

Recientemente, aprovechando la totalidad del conjunto, se inauguró el “Centro Cultural Quinta Soledad” con su “Hotel Express Quinta Soledad” y restaurante.