lunes, 16 de octubre de 2017

La casa Mier / Cuevas en la Ribera de San Cosme.




Sobre la Avenida Ribera San Cosme a su cruce con la Avenida de los Insurgentes, se mantiene lo que probablemente haya sido la residencia más subrayada de fin del siglo XIX mexicano y que aún conserva nuestra ciudad; perteneció a la familia de don Sebastián B. de Mier y su esposa doña Guadalupe Cuevas Rubio y fue edificada en 1899, siguiendo un proyecto del ingeniero José Francisco Serrano, cabeza de una destacada línea de proyectistas y constructores...

Arriba, aparece una imagen que muestra una recreación de la fachada sur de la casa –hacia Ribera de San Cosme– sobre la que se inserta una imagen de don Sebastián B. de Mier y Almendaro fotografiado en 1901, cuando fungía como encargado de la Legación de México en Francia. Abajo, una fotografía del último año del S. XIX donde aparece la casa obra del ingeniero Serrano, que lamentablemente sería recortada al ensanchar la Avenida de los Insurgentes, pero es ejemplo interesante por la conservación de sus fachadas; aunque al interior ha sido sustancialmente alterada, en el piso alto conserva parte del decorado en un par de habitaciones, que albergan ahora oficinas y dependencias administrativas del restaurante “Toks”, de "Grupo Gigante".



Don Sebastián Bernardo Canuto de Mier y Almendaro nació el 19 de enero 1849 en la ciudad de Puebla, y fue bautizado al día siguiente en el Sagrario de aquella ciudad; hijo de Bernardo Mier Martínez de Casaprima (Ca 1810-1873) y Manuela Almendaro Borbolla, que sufrieron la muerte del hermano menor de Sebastián (Bernardo de Mier y Almendaro) en 1851, suceso que inmortalizarían en un retrato anónimo que fue publicado por “Artes de México” en “El arte ritual de La Muerte Niña” de 1992.



Don Sebastián logró enorme prosperidad como hacendado, al aglutinar propiedades altamente productivas en complemento a algunas adquiridas por su padre al sur de Atlixco -irrigadas por el río Nexapa donde corrían aguas de deshielo del Popocatépetl-; estudió en Francia e Inglaterra y gracias a sus destrezas sociales, se asimiló en círculos de la sociedad europea, y sería luego figura trascendental en la política exterior mexicana, representando al país en diversos foros. Para 1876 casó en la Ciudad de México con Guadalupe Cuevas Rubio, hermana menor de don Eduardo Cuevas Rubio -propietario de la hacienda de San Juan de Dios (de los morales), patrimonio que adquirió en 1880-. Ese matrimonio procrearía cuatro hijos: Bernardo Sebastián Mier Cuevas (1878-1917) que casaría en 1910 con María de la Luz Landa Osio y a quien nominalmente pasaría la propiedad de la casa; Leonor María del Carmen Mier Cuevas (n.- 1880) que casaría en 1906 con Alfonso Rincón-Gallardo Romero de Terreros, Conde Regla; Guadalupe Mier Cuevas (n.- 1882) que casaría en 1908 con Pedro Corcuera Palomar; y Elena Mier Cuevas (1887-1977), que casaría también en 1908 con Luis Subervielle Mier. En la imagen de abajo, Sebastián Bernardo Canuto de Mier y Almendaro vistiendo de corte, en una encantadora imagen captada durante su juventud en la Francia de 1860.



Dado el sitio que en la estructura social de México ocupaba la familia Mier-Cuevas, no es de sorprender que en 1901 encargaran a un muy joven y prometedor ingeniero y arquitecto el diseño de una residencia sobre la muy refinada calzada Ribera de San Cosme –entonces avenida residencial–, en terrenos que tiempo atrás habían sido parte de las propiedades de la familia Polidura. En la entrada relativa a la casa de la familia Braniff/Amor –vecinos inmediatos– (ver) se pueden encontrar más detalles acerca de la historia del vecindario.


Arriba, en una tarjeta postal coloreada de Latapi y Bert captada en 1904, aparece la “Calle de la Ribera de San Cosme”, donde se señala la casa Mier/Cuevas y resalta la casa Couttolenc (ya para entonces propiedad de la familia Braniff/Amor), por estar pintada en color rojizo; los vecinos de Mier eran por entonces la señorita María Luisa Becerra -en San Cosme 7, la casa colindante-, José Martínez del Cerro -en San Cosme 14-, Julio Seckach -en San Cosme 36-, Ignacio Ferrer –en San Cosme 38-, así como Pablo Escandón en la siguiente cuadra, donde la calzada ya se llamaba Buenavista antes de transformarse en Puente de Alvarado.

Abajo, y como complemento a la imagen anterior, una “Vista de la Rivera de San Cosme” hacia 1910 y mirando hacia el poniente, con las opulentas casas que para entonces ahí se habían ya edificado sobre la amplia avenida con camellón, y donde a la extrema derecha destacan las casas Becerra y Mier-Cuevas, números 7 y 3 de la avenida; sorprendentemente, al paso del tiempo las dos edificaciones aún se conservan…



El “Ingeniero de caminos, puentes y canales” J. Francisco Serrano Ortega había recibido el título por parte de la Escuela Nacional de Ingenieros en 1889, complementándolo –a decir de Israel Katzman– con estudios de arquitectura por correspondencia; trabajaba desde ese año con el arquitecto e ingeniero Civil Eleuterio Méndez –maestro de “Caminos Comunes y Ferrocarriles” en el Colegio de Ingenieros– que se había hecho de notoriedad al intervenir el edificio del “Palacio de Minería” –diseñado por Manuel Tolsá, sustituyendo la cubierta ejecutada por Antonio Villard Olea en 1830 que remplazó la original– creando una nueva bóveda y linternilla de estructura de acero que hasta hoy cubre la magnífica escalera, en colaboración con el ingeniero don Emilio Dondé.



Con Méndez, Serrano diseñó y edificó entre 1890 y 1892 el inmueble que albergó la joyería “La Esmeralda” de Hauser-Zivy y Cía. en la esquina de las calles San Francisco (Hoy Madero) y Espíritu Santo (hoy Isabel la Católica), sobre un predio que la tradición señala como el que años atrás ocupara la casa de doña María Ignacia Rodríguez de Velasco y Osorio Barba, -“La Güera Rodríguez”-.


El edificio de sugestivo diseño y que comparte muchos elementos decorativos usados por el ingeniero Méndez en otros proyectos, aprovecha un esqueleto metálico sobre el que se sostiene un recubrimiento de ecléctica decoración, que a la manera de la tradición finisecular echa mano de muy diversos motivos ornamentales, y se señala reiteradamente, que al interior albergó una magnífica escalera representativa de la corriente modernista (que ahora llamamos “Nouveau”). La crítica al edificio no se hizo esperar y para 1899, Manuel Revilla acusaba: “...si la riqueza material y la profusa ornamentación bastaran para darle mérito a un edificio, grande sería el de La Esmeralda en que todas aquellas riquezas se ven acumuladas; mas como están vistiendo a un cuerpo deforme o falto de buena proporción, no pueden halagar más que al vulgo a quien seduce el aparente brillo...”

Arriba, una imagen de la esquina -captada hacia 1898- donde se distinguen “pan cupé”, dos entre-ejes de la fachada norte –hacia San Francisco– y la fachada poniente hacia la calle del Espíritu Santo; abajo un acercamiento a la decoración del segundo cuerpo y remate a manera de mansarda, donde sorprende la diversidad ornamental, que sobrepone un cerramiento de inspiración renacentista, pilastras sobrepuestas de tradición barroca, singulares pináculos metálicos y una claraboya a manera de “œil-de-bœuf”, en interpretación finisecular…



En la cornisa del primer cuerpo –fotos de arriba y abajo, con el estado actual del edificio–, sorprende el detallado trabajo en el labrado de mármoles y cantera así como los peculiares bustos de inspiración “Belle Époque” que desde lo alto miran a los transeúntes y que permiten entender las habilidades de diseño por parte de Méndez y Serrano así como la destreza de sus artesanos.



José Francisco Serrano trabajó también -por un tiempo- con el ingeniero José G. De la Lama, para quien diseñaría un importante número de casas entre 1893 y 97 -aunque sin firmarlas-, y colaboró con el arquitecto Antonio M. Anza durante los trabajos para concluir la Penitenciaría Nacional hacia 1900, cosa que certificaba su conocimiento relacionado con los sistemas constructivos más modernos y de vanguardia, mientras ejecutaba la casa Mier-Cuevas…

Para 1906 y durante 1907 diseñó, ya gozando del prestigio que le confirió la casa Mier-Cuevas, -y ya como proyectista y constructor independiente- un edificio de “apartamientos” (que entonces se llamaban “casas juntas”) en la nueva colonia Santa María la Ribera, en la esquina de las actuales Amado Nervo y González Martínez, edificación que llega a nuestros días en uso, aunque deteriorada. Además, diseñó y edificó también entre 1906 y 7, un edificio en la entonces recién ampliada calle de Cinco de Mayo -al cruce con el callejón de Santa Clara (ahora Motolinia)-, para la “Compañía Bancaria de Obras y Bienes Raíces” construcción que ahora conocemos como “Edificio París”, que 110 años después de edificado se conserva aún en buenas condiciones y rentando sus casi 8,000 m² aprovechables, aunque habiendo perdido la crestería de inspiración neoclásica que coronaba la volumetría original…


Arriba, el edificio de la “Compañía Bancaria de Obras y Bienes Raíces” en 1907; abajo el mismo edificio en 2017, que ahora conocemos como “Edificio París” en Cinco de Mayo N° 32, y que alberga diversos giros comerciales; más abajo la esquina en planta baja en que aparece la inscripción de autoría…





Aquí también sorprenden las características ornamentales, que responden a un extracto de mayor sobriedad, aunque misma tradición académica, retomando muchos de los detalles que encontramos en el repertorio del arquitecto Eleuterio Méndez y que Serrano adaptó y simplificó, aunque conservando al interior el papel protagónico de la magnífica escalera. Sin duda alguna el edificio de “Cinco de Mayo 32” consolidó el prestigio de Serrano y le consagró como diseñador.



En el ramo residencial, desde 1897 Serrano venía trabajando en la encomienda para remodelar la residencia de la familia McGregor en Morelia, edificio de carga histórica donde en 1810 el cura Miguel Hidalgo hizo redactar a José María Anzorena -Primer Intendente de Valladolid-, el decreto para la abolición de la esclavitud; la casa remodelada por J. Francisco Serrano –que seguramente influyó en la decisión de Mier para contratar al diseñador– es la misma que ahora conocemos como el Palacio Legislativo de Michoacán sobre la Avenida Madero…



Resulta interesante añadir que gracias al aprecio ganado con la familia Mier, Serrano obtendría algunas comisiones residenciales más, entre las que destaca la casa de don Guillermo Jenkins en Puebla –de donde era originario don Sebastián B. de Mier–.




Hacia el poniente, y comunicando los nuevos fraccionamientos residenciales con lo que entonces era la bulliciosa ciudad, Serrano diseñaría en la Rivera de San Cosme una nueva residencia para la familia de don Sebastián B. de Mier y su esposa doña Guadalupe Cuevas Rubio. Esa que por entonces se llamaba “Avenida Poniente” y que llavaba desde la Calle de las Escalerillas –detrás de Catedral– y la acera norte de la Alameda (donde aún se le llamaba Calle de la Mariscala y San Juan de Dios, y ahora llamamos Av. Hidalgo) hacia Tacuba, no era otra que la vieja calzada que conectaba la antigua ciudad lacustre con Tlacopan, y que por años había guarecido primero un acueducto de canales a nivel -que traían agua de Chapultpepec- y luego la arcada colonial que vertía sus aguas en la sobria Fuente de la Mariscala de Castilla…



El terreno elegido para tal efecto sería un solar rectangular y en esquina, con superficie de unos 2,300 m² y frente sur hacia la parte más amplia de la avenida –separada la calle de acceso y la avenida por una cinta de jardín–, donde el trazo tomaba hacia el oriente nombre de Buena Vista y contra esquina del célebre Tívoli del Elíseo. Hacia el Este, el terreno limitaba con el callejón que prolongaba la calle Sur 22 para llevar a la Estación del Ferrocarril Central y la Plaza del Ferrocarril de Veracruz, callejón que nos resulta irreconocible porque ahora es la anchísima avenida de los Insurgentes en su ampliación Norte con su estación de Metrobus…


Arriba, en un fragmento del “Plano General de la Ciudad de México” fechado en 1907, donde destaca al centro el conjunto de las vía de los ferrocarriles que al paso de los años conformarían la Estación Buenavista (Estación del Ferrocarril Central, Estación del Ferrocarril Mexicano y Estación del Ferrocarril de Veracruz), he marcado con una estrella el sitio donde desde 1899 se edificó la casa para la familia de don Sebastián B. de Mier y su esposa doña Guadalupe Cuevas Rubio en San Cosme N°3.



El esquema general de la casa –en torno a un patio cubierto donde se desplantaba una atractiva escalera– tendría claro influjo de un «Hôtel particulier» (como el “Palais Rose de la Avenue Foch en Paris) que en Francia causaba furor entre la burguesía del final de siglo XIX, pero sin duda, el ascendente estilístico estaría anclado en un Palazzo del renacimiento italiano; en particular, podemos encontrar clara inspiración tanto con el que para Iseppo Porto diseñara en Vicenza Andrea Palladio –y que aún existe–, como con el magnífico Palazzo Caprini, conocido también como Palazzo di Raffaello (o “Casa de Raphael Sansio”) diseñado por Bramante –desafortunadamente modificado al transformarlo en Palazzo dei Convertendi–.

Arriba, una imagen de “El Mundo Ilustrado” que apareció el Domingo 29 de Enero de 1899 indicando al pié: “Casa del Sr. Santiago Mier, en la Ribera de San Cosme”; abajo, a la izquierda el Palazzo Caprini de Roma –edificado entre 1501 y 1510–, en una magnífica litografía de Antonio Lafreri (o Antoine Lafréry) que conservo en casa, y que presenta el diseño de Donato di Angelo di Pascuccio “detto il Bramante”; a la derecha, una fotografía del Palazzo que en Vicenza y para Iseppo Porto diseñara Andrea Palladio y que se iniciara hacia 1544.



Si se prefiere, un ejemplo local que también pudo haber sido considerado por Serrano –y que en 1899 aún debe haber conservado la magnífica escalera original–, podemos mirar la casa del Arquitecto Lorenzo de la Hidalga y doña Ana María Fernanda García Icazbalceta en la Calle del Indio Triste, edificada cuarenta años antes y que para entonces ya había pasado a propiedad de los Marqueses de Salvatierra y sería ampliada añadiendo un piso a la estructura de origen (ver).



La elección del modelo de rescate renacentista resulta de enorme interés, y en sus detalles –tanto por el uso de un almohadillado de inglete en el primer cuerpo (siguiendo la estereotomía para dovelas dictada por Bramante) como por el énfasis sobre la piedra clave con un mascarón a la manera Palladiana– demuestra el interés de Juan Francisco Serrano por los tratadistas, en particular la interpretación que de ellos se había hecho por parte de Banister Fletcher en 1896. En el segundo cuerpo de la casa Mier-Cuevas, se hace patente el rescate del modelo Bramantino –retomado por Gabriel en el Petit Trianon– que unos años antes había utilizado Serrano en Morelia para remodelar la casa McGregor, fachada que llega a nosotros como Palacio Legislativo y en el que las medias muestras de Bramante y Palladio se transforman en fustes exentos enfatizando el eje al centro de la fachada.



Así, la nueva casa Mier-Cuevas, miraba al sur y la Avenida de San Cosme con una portada que enfatizaba el eje de simetría con balcón sostenido sobre una basamento rusticado, donde los arcos rebajados de ese basamento estaban protegidos por herrería, y en la “Planta noble”, las ventanas se ajustaban al tratamiento renacentista con balcones, repisas y fontones trabajados en cantera; el conjunto entero estaría rematado con balaustres, y enfatizando el centro, grandes remates a manera de copa sobre las columnas de orden Dórico con pedestal, trabajados todos en marmol blanco.



Es importante hacer notar que esa portada ceremonial hacia el sur y la avenida, se complementaba al oriente con una fachada de delicado trabajo en el almohadillado de inglete para el basamento, recuadros en ventanas, y balcones rodeados de balaustres, así como con un amplio pórtico en la fachada norte y hacia los jardines, que permitía recibir a los visitantes que llegaban en carruaje por la calle Sur 22 o la Estación del Ferrocarril Central.

Para mayor claridad –aunque en una toma muy posterior, cuando la fachada oriente había sido alterada y la casa había pedido ya buena parte de los jardines, así como pabellones al ampliar Insurgentes–, aparece abajo una fotografía de la “Compañía Mexicana de Aerofoto” fechada en 1952, donde puede verse la disposición de la casa en derredor al patio cubierto por una inmensa cristalera y adivinar el pórtico hacia lo que quedaba del jardín. Como referencia, bajo la cámara se encuentra la estación “Buenavista” del ferrocarril y arriba a la derecha se distingue claramente el entonces “Museo de Ciencias Naturales” que ahora conocemos como “El Chopo”…



Ahondando en la disposición de la casa Mier-Cuevas diseñada por Serrano en 1889, aparece abajo una toma de Google-maps captada en 2017 –y donde abajo aparecen las Avenidas Ribera de San Cosme y Puente de Alvarado a su cruce con Insurgentes donde destaca la estación “Revolución” del Metrobus–, sobre la que he marcado el límite de la propiedad original (rojo) y el contorno aproximado de la casa (naranja) resaltando el contorno del edificio que aún se conserva y sus límites actuales; en amarillo, las dependencias de servicio. Nótese, que casi la mitad de la propiedad se perdió al ampliar la calle Sur 22 para dar continuidad a la avenida de los Insurgentes hacia el Puente de Nonoalco –inaugurado en 1941– y Tlaltelolco…



Gracias a lo que aún se conserva de la casa, podemos darnos una idea de la magnífica factura de la edificación e imaginar lo que pudo ser la residencia de la familia Mier-Cuevas cuando en septiembre de 1899 se transformó en hogar de Leonor –de veinte años–, Guadalupe –de dieciocho– y Elena –de trece–; cuando Bernardo Sebastián de veintiún años hacía “Le grand tour” y don Sebastián B. de Mier fue nombrado Ministro con la representación de México en Londres el 18 de octubre de 1899 y en noviembre partió en adelantado –a fin de presentar cartas credenciales en marzo de 1900 ante la Reina Victoria del Reino Unido y emperatriz de la India– dejando a doña Guadalupe al cargo de Ribera de San Cosme…



Es curioso el que la casa diseñada por Serrano se transformó casi desde el principio en un simple “Pied-à-terre” del ministro Mier y su familia; al poco tiempo de su nombramiento en Londres –para septiembre de 1901– don Sebastián fue enviado a París para hacerse cargo de la Legación de México en Francia –el puesto más prestigiado en la diplomacia mexicana, frente al que apenas competía la representación en Washington ocupada por Enrique Creel Cuilty– luego de la muerte del embajador Antonio de Mier y Celis, sitio donde había resultado electo como Comisario de México ante la Exposición Internacional. Fue él quien coordinó la totalidad de las intervenciones de la República Mexicana en la “Exposition Universelle de 1900”, para que la presencia de México en la Feria resultara exitosa…  (Ver)



Además, entre octubre y diciembre de 1903, se le encargó establecer relaciones con Persia, por lo que recibió también el título de Embajador Extraordinario en Misión Especial y al poco tiempo fue miembro de la delegación mexicana a Conferencia de Paz de La Haya de 1907. Don Sebastián sería viajero incansable y en las frecuentes estancias en México asistió a la boda de su hija Guadalupe (nacida el 27 de diciembre 1882 en Paris) que casó el 25 de mayo 1908 en el templo de San Cosme y San Damián –apenas cruzando la avenida–, con el tapatío Pedro Corcuera Palomar (1875-1951) y cuya celebración en la casa sería catalogada como el acontecimiento social de 1908; aunque apenas con tiempo para conocer a su primera nieta y viajar a Neuilly…



Elena y Leonor Mier y Cuevas –retratadas arriba– serían una historia asombrosa; Leonor María del Carmen de Mier y Cuevas (a la derecha de la foto) casaría el 10 de julio 1906 en Paris, con Alfonso Rincón-Gallardo Romero de Terreros, Conde Regla (1878-1956, hijo de Eduardo Rincón-Gallardo Rosso, Marqués Guadalupe Gallardo y Refugio Romero de Terreros Goríbar, Duquesa Regla) siendo testigos del enlace Francisco Rincón-Gallardo Rosso, Manuel Escandón Arango y José Yves Limantour Marquet, mientras que Elena (María del Carmen Elena Juana Francisca Benigna Margarita Ignacia del Sagrado Corazón de Jesús Mier Cuevas) casó el 29 de julio 1908 –dos meses después de su hermana Guadalupe– en Neuilly-sur-Seine con Luis Subervielle Mier.

Abajo, una imagen captada en 1908 que al pie dice: “Doña Guadalupe Cuevas y Rubio de De Mier Almendaro, con sus hija y nieta, doña Leonor de Mier de Rincón Gallardo, condesa de Regla y Leonor Rincón Gallardo y de Mier -actualmente señora de Riba y Landa-”, en el magnífico “Jardin d’hiver” de la casa de Ribera de San Cosme N°3.



Para la boda de Bernardo, la casa de San Cosme habría de esperar hasta el 20 de enero 1910 cuando nuevamente en el templo de San Cosme y San Damián (aunque Casasola consigna que fue en el templo de San Francisco), Bernardo Sebastián Mier Cuevas -de 32 años- contrajo matrimonio con María de la Luz Carmen Amalia Sofía Francisca de Paula Josefa de los Sagrados Corazones de Jesús y de María Landa Osio -de 18 años-, hija mayor de don Guillermo Landa Escandón y Sofía Osio Barrio, y amigos cercanos de los Mier (ver). Abajo, una magnífica fotografía de la pareja tomada en 1910, que pertenece a la colección de la familia Carral-Cuevas y que reproduzco gracias a la generosidad de Joaquín Carral Cuevas.


Desafortunadamente el matrimonio no duraría, ya que Bernardo Mier Cuevas falleció siete años después –el 11 de noviembre 1917– en Biarritz, aunque le sobrevivirían dos hijos. Años más tarde María de la Luz casaría con William Douglas Arbuthnot-Leslie y -en 1922-, don Guillermo Landa obsequió a su hija el “Lickleyhead Castle”, propiedad edificada en 1600 al sur de Auchleven en Escocia, como sitio para educar a sus hijos Sebastián Bernardo Mier Landa (1910-1942) y Guillermo Bernardo Mier Landa (1912-1976).



La casa de Ribera de San Cosme N°3 es entonces marco y referencia de acontecimientos interesantes en la vida de los Mier-Cuevas, por lo que resulta relevante mirar detalladamente esa arquitectura y decoración de J. Francisco Serrano Ortega entregada en 1899 y que afortunadamente aún se conserva.

Arriba, la fantasiosa ornamentación sobre el dintel que corona el arco de la ventana central del primer piso, donde potentes ménsulas sostienen una repisa de intrincada decoración, tallado todo con sorprendente habilidad en piedra blanca de Pachuca que ha adquirido un hermoso acento ambarino. Abajo, el arco de la puerta de ingreso desde Ribera de San Cosme, donde el arco rebajado con dovelas trabajadas a manera de almohadillado de inglete, dan marco a la clave decorada con un mascarón que hace clara referencia al Palazzo Porto.



Las referencias alegóricas a la arquitectura del “Cinquecento” no terminan ahí, acentuándose en el diseño de los cuerpos laterales del edificio, que muestran un claro guiño al diseño de Bramante para el Palazzo Caprini o a los lineamientos establecidos por Giuliano da Sangallo en el Palazzo Pazzi-Quaratesi y afirmados en el Palazzo Schio de Andrea Palladio en Vicenza…



En el robusto primer cuerpo, sorprende el casi festivo almohadillado de inglete con que se cincelaron el dentellado de los marcos y las dovelas de los arcos rebajados, y asombra la manera en que Serrano integró cornisa, balcones y sus ménsulas en un diseño homogéneo y atractivo, perfectamente rematado por los antepechos en punta de diamante y las rejas protectoras –que seguramente son obra del mismo herrero que trabajó la herrería de “La Esmeralda”–.



El cuerpo central de la fachada –que se adelanta ligeramente del paño general–, conserva los lineamiento del basamento, pero modifica la cornisa para agregar robustez a la composición, añadiendo al arquitrabe un friso –de características jónicas– trabajado en recinto, sostenido por columnas exentas de órden dórico con pedestal, que están coronadas –luego de la cornisa– por dados y remates en forma de copa.



Ese cuerpo central de la fachada Sur, que enfatiza el piso alto a manera de “Piano Nobile” gracias a la cornisa y una magnífica baranda de menudos balaustres, modifica además la geometría de las ventanas flanqueadas por fustes dóricos, ensanchando el eje central con un arco, y sustituyendo el tímpano de las dos ventanas laterales por tableros con guirnaldas -que se repetirían en otras fachadas y al interior del edificio-, recuadros que probablemente encontraron inspiración en el trabajo de Perrault y su trascendental diseño para la fachada este del Palacio del Louvre en 1663.




Recuérdese que Claude Perrault era además autor de diversas publicaciones, entre ellas “Dix livres d’architecture de Vitruve corrigés et traduits nouvellement en français en 1673” cuyos grabados eran motivo de estudio y debate en la academia, textos a los que acudió don Lorenzo de la Hidalga en 1859 al diseñar su residencia en la calle del Indio Triste (ver) y que probablemente sirviera también como parámetro de diseño para Serrano.



Me resulta indudable que es la composición de ese cuerpo central de la fachada, con su delicada talla en materiales que se complementan y contrastan, lo que confiere una sorprendente belleza al conjunto, aún a pesar de la mutilación sufrida…


Mirar el preciso y detallado labrado de los distintos materiales de esa fachada, permite aseverar que en 1889 se contó con monteas de magnífica calidad y que obedecían a los más estrictos cánones académicos, mano de obra altamente calificada y recursos tan abundantes como requirió el trabajo. En la imagen de arriba, sorprende el basamento con su escrupuloso almohadillado de inglete, que da sustento a una sencilla cornisa que permite la transición de materiales y desplantar tanto pedestal de columna y dado con remate de piña, como peana de la balaustrada, todos –basamento decorado con acantos junto con el fuste estriado de la columna, piña y delicados balaustres– trabajados en un magnífico mármol “Bianco Canal Grande” italiano.


Arriba, complementando el cierre de la poderosa cornisa decorada con dentículos y ovas, remata y aligera la composición una balaustrada interrumpida por dados que sostienen copas y pináculos entorchados. Según Rudolf Wittkower , fué Giuliano da Sangallo quien primero las usó profusamente en las terrazas de la villa medicea de Poggio a Caiano -alrededor de 1480-, las empleó en la reconstrucción de edificios antiguos, y legó el motivo a Bramante, a Miguel Ángel y por ende a Tolsá y De la Hidalga. Wittkower distingue dos tipos de balaustres, uno de perfil simétrico con una forma bulbosa sobre otra invertida, separadas ambas partes con un anillo –como los empleados por Serrano en el remate–, y otra con forma de vasija, que fueron empleadas por primera vez, según Wittkower, por Miguel Ángel y que Serrano utilizó en la Planta Noble…



Luego de la boda de Bernardo con María de la Luz Landa Osio en enero de 1910, la casa se vistió nuevamente de gala en septiembre, para recibir visitantes que acudieron a las Fiestas del Primer Centenario de la Independencia de México, pero para 1911, los disturbios sociales la descubrieron deshabitada; en París, don Sebastián –aún Ministro de México en Francia– se había hecho cargo de algunos preparativos -como el arrendamiento de un departamento en el número 26 de la Avenue Foch-, a fin de recibir al presidente Porfirio Díaz, luego de su renuncia el jueves 25 de mayo de 1911.



Se menciona –sin que lo haya podido corroborar en archivo alguno– que para 1912, la casa de Ribera de San Cosme era arrendada como residencia para el embajador de los Estados Unidos de América -Henry Lane Wilson-, hombre de turbadora evocación catalizadora para México, que había presentado credenciales desde el 5 de marzo de 1910 y manifestó recelo ante las tendencias liberales del gobierno encabezado por Madero; para 1913, durante el triste período que conocemos como la “Decena trágica”, Wilson se reunió en la sede diplomática de Estados Unidos –en la Colonia Roma– con Victoriano Huerta y Félix Díaz para firmar el llamado “Pacto de la Embajada”, que pretendía derrocar a Francisco Madero, pero que causó la traición y asesinatos del presidente y vicepresidente Pino Suárez el 22 de febrero. Así, Huerta tomó la presidencia interina de México, motivando violentos levantamientos armados en diversos puntos de la República y dando lugar a la Revolución Mexicana...




Don Sebastián Bernardo Canuto de Mier y Almendaro murió el 14 de marzo 1916 en Paris –Ile de France-, a los 67 años; arriba una magnífica imagen de don Sebastián, tomada en 1914 y que pertenece a la colección de la familia Carral-Cuevas. Aunque la casa de Ribera de San Cosme seguiría en usufructo de su esposa Guadalupe Cuevas Rubio viuda de Mier, la propiedad pasó a su hijo mayor, Bernardo Mier Cuevas –que falleció al año siguiente, 11 de noviembre 1917, en Biarritz– y luego a su esposa María de la Luz Landa Osio viuda de Mier…

Para las siguientes décadas, la Ciudad de México habría cambiado de forma radical.


Arriba, una imagen oblicua captada por la Compañía Mexicana de Aerofoto y que mira al poniente, fechada en 1937; aparece en primer plano el “Frontón México” y a la extrema izquierda el apenas terminado “Monumento a la Revolución” –diseñado por Carlos Obregón Santacilia en 1933, para aprovechar la estructura metálica del Salón de Pasos Perdidos del Palacio Legislativo–; a la derecha se distingue la avenida Ribera de San Cosme, sobre la que he señalado la casa Mier-Cuevas, que aún se aprecia completa y con jardín intacto.

En 1938 la casa fue arrendada para albergar reuniones del Partido de la Revolución Mexicana y para 1946 –con el nacimiento del Partido Revolucionario Institucional– se transformó en uno de los asientos del partido y por cercanía, influyó para que en los terrenos de la antigua Estación del Ferrocarril Central se edificara el nuevo edificio de Insurgentes Norte y Héroes Ferrocarrileros.


Arriba, una imagen de la casa Mier-Cuevas (entonces Landa), cuando en 1957 era sede del Partido Revolucionario Institucional y ya había perdido el pabellón que flanqueaba la construcción al costado oriente, con la ampliación de la avenida.

En 1966 el gobierno del Distrito Federal decidió ampliar el trazo de la Avenida de los Insurgentes Norte, expropiando varios terrenos y demoliendo las edificaciones que ahí se hubieran construido; al cruce con Ribera de San Cosme, se eliminaría una cinta de diez metros a lo largo de la casa Mier-Cuevas, por lo que se destruyó la sección norte de la edificación, incluyendo patio y pórtico trasero, aunque se conservaron los entre-ejes de la fachada sur en la sección oeste, incluyendo la magnífica portada central…



Sorprendentemente, la intrusión sería un buen ejemplo de intervención restauradora, ya que la fachada de la sección demolida se “dobló” a fin de crear una nueva portada hacia Insurgentes…



Aunque pórtico norte, patio y escalera se perdieron totalmente, la cubierta de hierro y cristal, pasó a cubrir el patio de la casa contigua –aunque con algunos ajustes porque era mucho más grande– y ahora podemos verla en Ribera de San Cosme N°5 -que fuera casa de doña María Luisa Becerra y fue restaurada e intervenida- que aún se conserva como asiento de “Buena Prensa A.C.”

En la parte alta del estacionamiento del restaurante Toks, aún pueden verse algunas de las columnas reubicadas luego de la demolición; insertas en el edificio intervenido están varias pilastras y columnas que de origen limitaban el pario interior, como testigos del pasado de la casa, aunque pocos visitantes parecen advertirlas…



Al interior del edificio, en el piso alto de la estructura original, aún se conserva parte del trabajo en piedra, vestigios de los pasillos perimetrales y arcos del “Jardin D’Hiver”, aunque han sido intervenidos con poca fortuna.



En dos de las habitaciones –usadas ahora como oficinas y salas de juntas–, se conserva parte de la decoración en lo que debieron ser dos de los salones con vista a la Ribera de San Cosme, y aunque lamentablemente las intervenciones han sido descuidadas, aún se puede adivinar la riqueza del espacio original.






En el sitio ciudadmx.df.gob.mx -de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (SEDUVI)-, aparece la información de Ribera De San Cosme #3:
Cuenta Catastral: 01215910
Superficie del terreno: 941.0 m²
Uso de suelo: Habitacional Mixto.



Para muchos que pasan ahora por la esquina de Insurgentes y San Cosme o abordan el Metrobus, la casa no parece ser testigo de historia alguna…





Este Blog se ha hecho gracias al apoyo incondicional de Julieta Fierro; está dedicado a las “Grandes casas de México” y pretende rescatar fotografías e historia de algunas de las residencias que al paso del tiempo casi se han olvidado y de las que existe poca información publicada. El objeto es la divulgación, por lo que se han omitido citas y notas; si alguien desea mayor información, haga favor de contactarme e indicar el dato que requiere. A menos que se indique lo contrario, las imágenes provienen de mi archivo, que incorpora imágenes originales recopiladas al paso del tiempo, así como el repertorio de mi padre y parte del archivo de don Francisco Diez Barroso y sus imágenes de Kahlo; si utilizan las imágenes, favor de indicar la fuente –aunque advierto que pueden tener registro de autor–.


Conforme haya más entradas (ésta es ya la septuagésima), aparecerán en el índice a la derecha de ésta página…



También se puede encontrar un índice general en: http://grandescasasdemexico.blogspot.mx/2016/02/indice-de-grandes-casas-de-mexico.html (ver)


















8 comentarios:

  1. Arq. Fierro

    Excelente trabajo soy un seguidor de su trabajo y me encanta leer cada vez que hay una entrada nueva.

    ¿Donde me sugiere comenzar a investigar un poco más?

    Saludos.

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    1. ¡Hola "ChG"!
      Acerca de ésta casa, no he encontrado nada más...
      RF

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  2. Diario paso por ahi y hoy ha sido saciada mi curiosidad, mil gracias!

    Saludos!

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  3. Muchas gracias por tan detallado trabajo. Por fin pude encontrar la información que necesitaba para la reseña que estoy escribiendo. ¡Saludos y felicidades!

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  4. Hacia principios del siglo XX, la casa donde se encuentra la Buena Prensa, fue hogar o por lo menos dirección oficial de Antonio Adalid Pradel -maestro y protector de Salvador Novo-, hijo de don Joaquin Adalid y Refugio Pradel empresarios pulqueros, conectados con los Torres Adalid, mientras que la propiedad que abarca el Banamex en San Cosme 13 y el edificio de la esquina fue el terreno donde estaba la mansión de los Adalid Pradel, cuyo último heredero fue el pintor y sobrino de don Antonio: Agustín Lazo Adalid, pareja de Xavier Villaurrutia.

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    1. Gracias por la información…
      Yo tenía entendido que en aquellos terrenos ‒Rivera de San Cosme N°15‒ estaba la casa Braniff / Amor que antes fuera de los Polidura/Eguía…
      https://grandescasasdemexico.blogspot.com/2017/04/la-casa-braniff-amor-en-la-rivera-de.html
      RF

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