martes, 20 de noviembre de 2018

La “Residencia Miguel Alemán” en Molino del Rey…


               “México necesita una casa donde recibir visitantes distinguidos”


Tradicionalmente conocida como “Los Pinos”, la Residencia Oficial del Presidente de la República Mexicana es en realidad un conjunto de casas que a lo largo del tiempo han servido para tal propósito. Esta entrada se refiere específicamente al inmueble que desde 1950 se edificó en los terrenos de lo que habían sido el “Rancho de la Hormiga” y “Molino del Rey” y que inaugurada en 1952, fue residencia oficial para 12 presidentes y sus familias, aunque desde diciembre de 2018 dejará de serlo y estará abierta al público como parte de las escogidas estrategias del presidente electo López Obrador.



Para tener antecedentes relativos al sitio, sugiero mirar la entrada Casa Martínez del Río -Rancho “La Hormiga”-, junto al Molino del Rey , publicada desde julio de 2016 en “Grandes casas de México” ( ver) y donde aparecen antecedentes cardinales para entender el sitio que ahora ocupa la casa; de ahí, aparece abajo, una singular fotografía fechada en 1904 procedente de un álbum que recopila imágenes de Charles Burlingame White y que se conserva en la DeGolyer Library de la Southern Methodist University, donde se aprecia “Molino de el Rey; Monument and Mill, Mexico.”, “A LA MEMORIA DE LOS ILUSTRES Y ESFORZADOS MEXICANOS QUE COMBATIENDO EN DEFENSA DE SU PATRIA…”


En la imagen, aparece el monumento en un promontorio a la izquierda y a la derecha la edificación del “Molino del Rey”, edificio que se conserva ahora como parte de las instalaciones al servicio de la residencia presidencial; la chimenea formaba parte de la “fundición” que para entonces se había reestructurado a un costado del molino. El emplazamiento original del memorial, estaba donde hoy se forma el lazo vial que une Calzada Chivatito y Fernando Alencastre, aunque ahora, el monumento está sobre Parque Lira, a un costado de los restos de la arcada del viejo acueducto que abastecía al molino.



“Los Pinos” se refiere a los terrenos de la vieja casa que –como parte del rancho de la Hormiga– había pertenecido a la familia de don José Pablo Martínez del Río; luego del proceso revolucionario, la casa y sus terrenos pasaron a la custodia del Ejército y la casa albergó al Secretario de Guerra y Marina del presidente Calles, cargo entonces ocupado por el general Joaquín Amaro Domínguez, que por esos años hizo arreglos al Chalet Victoriano, modernizando su apariencia.

Así, cuando el 1° de diciembre de 1934, el General Lázaro Cárdenas asumió la presidencia y declaró que el Castillo de Chapultepec sería destinado a un “Museo Nacional de Historia moderna”, se eligió la “Casa de la Hormiga” como nueva residencia presidencial, modificando el nombre… (ver)



Esa casa de moderadas dimensiones sería residencia de los presidentes Lázaro Cárdenas, Manuel Ávila Camacho (que poco la usó y durante 1946 edificó en lo que fuera su Rancho de la Herradura una nueva casa) y Miguel Alemán que prefería los salones de Palacio Nacional para asuntos oficiales o su propia residencia en Avenida Fundición (ahora Rubén Darío e inmersa dentro de un conjunto de tres edificios de departamentos) para reunir a la familia y el despacho cotidiano.



Doña Beatriz Velasco de Alemán usó ocasionalmente esa casa para encuentros con los medios informativos cuando creó la Asociación Pro Nutrición Infantil, y abajo aparece en el salón de planta baja de la residencia oficial ofreciendo una entrevista en 1950, con motivo de la visita de los duques de Windsor.



En su historia de esa residencia “Los Pinos”, Fernando Muñoz Altea nos dice que durante la visita de los Duques de Windsor, la entonces pequeña Beatriz Alemán (luego de Girón) -hija del presidente Miguel Alemán y Beatriz Velasco Mendoza- recordaba que los duques habían sido invitados a esa Residencia Oficial en febrero de 1950:
“… la recepción fue ofrecida en la antigua residencia que fuera del general Cárdenas, … que había sido decorada elegantemente por mi madre en estilo francés. Sin embargo, como la construcción era de adobe, todos los ruidos y movimientos que había en la parte superior resonaban y se sentían perfectamente en la de abajo. En el comedor de estilo Luis XV había al centro un enorme candil … por cuya fragilidad había que ser cuidadosos en cuanto al movimiento.”
“Estando en pleno banquete, los reales comensales estaban sentados a la mesa con mis padres y embajadores, …mientras que nosotros en la parte de arriba jugábamos estrepitosamente sin medir las consecuencias… Con la bien ganada fama que tiene nuestra tierra de volcanes con fuertes y frecuentes movimientos telúricos, los duques y los otros invitados se empezaron a asustar, y a pesar de la flema británica, con toda cortesía rogaron se hiciera algo para evitar una catástrofe…”


Luego de la imprudente incidente, el presidente Miguel Alemán comentó enfático que “México necesita una casa donde recibir visitantes distinguidos” y desde ese 1950 se dio a la tarea de edificarla en predios aledaños a lo que había sido el rancho de Martínez del Río y tomando parte de las propiedades de Molino del Rey.



Lo que genéricamente se conoce como “Los Pinos” es un conjunto de 127,951 m², de los que 24,000m² están construidos y cuyo valor catastral podría acercarse a los 1,653 millones de pesos (Noviembre 2018). Ese conjunto con accesos desde Chapultepec, y Avenidas Parque Lira y Constituyentes, incorpora la vieja y muy intervenida “Casa Lázaro Cárdenas”, jardines, frontón, nuevas oficinas del Estado Mayor, varios salones de recepción –además del Venustiano Carranza en lo que fuera la “Casa Ruiz Cortines” – y las “Cabañas de Fox”, “Casa Miguel De la Madrid”, y “Casa Miguel Alemán” de la que trata ésta nota…

El diseño de esa nueva residencia se encomendó al arquitecto Manuel Giraud Esteva que preparó el diseño de una casa de poco más de 4,000 m² en tres plantas que debía edificarse en un promontorio que se acercaba al eje virtual del Paseo de la Reforma y permitiría una magnífica vista hacia el oriente (incluyendo el bosque y Castillo de Chapultepec con los volcanes al fondo) así como un memorable acceso ceremonial en zona arbolada.

La elección de Giraud no era casual, ya que el arquitecto había diseñado para los hermanos Ávila Camacho dos residencias de espectacular estampa que habían marcado una nueva línea en la arquitectura de la clase gobernante, alejándola de la tradición “Californiana” que en décadas pasadas había sido la arquitectura predilecta y a cuya tradición obedecía la casa del propio presidente Alemán en Polanco…


Entre 1942 y 44, con el N° 1109 de la avenida Rocafuerte -ahora Homero- (entre las calles dedicadas a Edgar Allan Poe y Pedro Calderón de la Barca) del entonces novedosísimo fraccionamiento Palmas-Polanco, Giraud diseñó una majestuosa residencia para el general Maximino Ávila Camacho que por entonces había sido nombrado Secretario de Comunicaciones y Obras Públicas y se dio a la tarea de edificar una residencia digna de un Presidente mientras maniobraba a fin de ser el sucesor de su hermano (ver).


Aunque sustancialmente modificada, la casa Maximino Ávila Camacho aún se conserva; arriba, aparece una imagen recreada que la muestra como la veríamos de conservarse íntegra.

Para 1946, Giraud había diseñado para el todavía Presidente Manuel Ávila Camacho una residencia en la parte alta del “Rancho La Herradura” en el municipio de Huixquilucan (ver); la sorprendente edificación con más de 2,500 m² construidos aún se conserva como “Residencia para visitantes distinguidos del gobierno federal” y frecuentemente aparece en artículos que acusan el dispendio de la administración.



Así, desde 1947, el presidente Miguel Alemán había encargado a Manuel Giraud una “… residencia digna de un Presidente” y una “Casa de sobrio estilo” que con su peculiar arquitectura de influencia académica pero concepción moderna se materializó en marzo de 1950, con acceso ceremonial desde el bosque de Chapultepec...



Ese diseño para la residencia oficial sería un edificio rectangular de más de sesenta metros de largo y cuarenta en su parte más ancha, que al centro estaría intersecado por un pórtico, gran “Hall” y circulaciones verticales, con un acceso ceremonial desde el oriente y amplísimo jardín para eventos hacia el poniente. Luego de la inesperada muerte del arquitecto Giraud, el diseño fue ajustado por el Ingeniero Fernando Parra Hernández que a la sazón trabajaba en un nuevo edificio para un “Teatro Ecuestre” en terrenos donados por el presidente y aledaños al Campo Marte…


Aunque el diseño de la residencia presidencial es de Giraud, las innumerables revisiones que haría Parra antes de la aprobación final del diseño ejecutivo, lo colocan como coautor del proyecto que para fin de 1950 estaba en construcción, y que entremezcla elementos de claro diseño Giraud –como la escalera imperial– con los de clara impronta Parra –como el sistema estructural, servicios y diseño e infraestructura de sótanos–.



Fernando Parra Hernández fue autor del Foreing Club y el edificio Macchetto, pero es recordado como artífice de soluciones estructurales en el Auditorio Nacional, trabajando con Óscar de Buen López de Heredia, Fernando Beltrán Puga y Fernando Peña Castellanos, en una estructura de hierro remachado que –ceñida dentro de una intervención de Teodoro González de León y Abraham Zabludowsky– se conserva intacta.

El Auditorio Municipal había nacido en 1948, luego de que el equipo ecuestre nacional brilló en los Juegos Olímpicos de Londres, cuando en Wembley el Teniente Coronel Humberto Mariles y su caballo “Arete”, obtuvieron una medalla de oro. El presidente Miguel Alemán entusiasmado por el triunfo, donó los terrenos aledaños al Club de Polo –Campo Marte– para promover ahí actividades ecuestres en un espacio techado y con las dimensiones adecuadas en el “Auditorio Municipal Ecuestre de la Ciudad de México”; el proyecto incluiría caballerizas, albergue para los caballerangos, granero y un teatro principal, y el diseño se encomendó a Parra Hernández, Beltrán, Peña y De Buen.



El recinto se inauguró en junio de 1952 –aún sin estar concluida la obra–, con la Convención Mundial del Club de Leones, pero en diciembre -al cambiar el Gobierno-, el presidente Adolfo Ruiz Cortínez anunció que su política sería de austeridad y las obras del Auditorio fueron suspendidas y cancelada su vocación ecuestre.

Para 1953 empezó funcionar la “Unidad Artística y Cultural del Bosque”: el granero de las caballerizas se acondicionó como teatro circular, convirtiéndose en el teatro El Granero y de manera natural, el soplo cultural de la Unidad Artística del Bosque se extendió al edificio principal. Los trabajos de edificación concluyeron en 1955 y entonces el recinto pensado como Auditorio Municipal cambió su nombre al de Auditorio Nacional.




Pero volvamos a la residencia presidencial con proyecto de Giraud y Parra, que se edificaba en 1951 y sería inaugurada para el año siguiente apenas a tiempo para la apertura del Auditorio Municipal y algunas celebraciones de la familia Alemán al cierre del sexenio.

Así, como obra característica del período, se erigió en “Los Pinos” una nueva residencia amarilla y gris que generalmente se catalogó como “de estilo francés” con un amplio pórtico al que se asciende por una gran escalinata, encuadre que con el tiempo se volvería lo más fotografiado del diseño por su disposición de escenario protocolar.



Al estar casi alineado con el eje del Paseo de la Reforma (casi en línea con el Castillo de Chapultepec y un poco más alto), la vista desde la terraza sobre ese pórtico era interesante y extensa, aunque intuyo que en el diseño, ni Giraud ni Parra imaginaron la transformación que el Paseo tendría en el S. XXI y por lo mismo el espectáculo que Parque y Ciudad ofrecerían a los habitantes de la Residencia Presidencial…



Al exterior, montada sobre un basamento con ventanas y rendijas para ventilación de los sótanos y forrado de Recinto San Buena, las líneas de la edificación seguían laxamente la tradición académica del “Orden Gigante” –con grandes pilastras que enmarcan las fachadas para unificar las diversas perforaciones de balcones y ventanas–, aunque mostrando un parco tratamiento ornamental; en fachadas laterales y trasera –poniente–, la decoración apenas se manifiesta en marco y repisón de pretil en las ventanas, además de la amplia cornisa y pilastras.



Hacia el Oeste –poniente–, la edificación se mostraba muy extendida, interrumpida apenas la larga fachada por una saliente –enmarcada por pilastras– y una sección semicircular que hacía evidente la gran escalera interior, y que con amplias puertas laterales daba acceso a la terraza y extenso jardín de fiestas. Abajo, esa fachada poniente vista desde el amplio jardín; a la derecha -sur y poniente- despachos abajo y habitaciones arriba, y a la izquierda -mirando al norte y con su propio acceso- cocina y dependencias de servicio, donde se hace evidente la escalera subsidiaria.


Esa solana trasera tenía vista al amplísimo y espectacular jardín y sería frecuentemente sitio de reunión para desayunos y tertulia o antesala para grandes eventos exteriores; siempre he pensado que la balaustrada de esa terraza es lo que dio pié a llamar la casa “de estilo francés” en su presencia exterior…



En el frente ceremonial –hacia el oriente– la composición arquitectónica resultó más compleja e intrincada, con ventanas de geometría diversa y elaborados remates, ya que además de la saliente que evidencia el “Hall” interior, la composición incorporaba el propio pórtico y escalinata protocolarios, terrazas frente a salones y comedor así como la elevada terraza/mirador, que podría servir como tribuna para proclamas.


El cobertizo con singular diseño de reminiscencia “Decó”, enmarca la puerta de acceso al vestíbulo de la residencia, con un pórtico de recias columnas sobre la plataforma que crea la escalinata y afianza la robusta cornisa. Esa escalinata de amplia efusión y delimitada por alfardas que remataban en farolas decoradas con águilas, resulta buen sustento al portal demarcado arriba por un antepecho que se reducía al centro y ampliaba con grandes pináculos en las esquinas; detrás, la ingente cornisa del volumen arquitectónico que confinaba el “Hall”, establecía el remate a la composición.





A cubierto, la reja de entrada -enmarcada en cantera labrada con curioso diseño de reminiscencia Decorativa- engalanaba sus cuatro hojas ejecutadas por D. V. Gabelich, con manijas, chapetones y placas de bronce brillante, donde al centro destacaba “MCMLI” como año de ejecución de la obra; la herrería “El Arte” de la Colonia Doctores, también había ejecutado las rejas de las residencias Ávila Camacho poco tiempo antes.



Luego del pórtico, se pasaba a un amplio recibidor, separado del Hall por una mampara decorativa acristalada, y así se accedía al gran vestíbulo y su escalera ceremonial –ámbito que al paso del tiempo ha sido persistentemente intervenido e inexorablemente modificado–. Ese espacio de doble altura y dilatada superficie, incorporaba al vestíbulo propiamente dicho dos salones para recibir en el eje transversal, unificando los tres espacios gracias a amplios claros sustentados por vigorosas columnas –con fuste forrado de mármol, y con basa y capitel fundidos en bronce–, salones en los que pendían grandes lámparas de bronce dorado y cristal, complementando el sorprendente candil de 68 luces que colgaba al centro de la gran altura hacia donde miraban algunas habitaciones de la planta alta.



Ese espacio sería escenario de innumerables reuniones y aunque el presidente Alemán aprovechó por poco tiempo la casa, el presidente Adolfo López Mateos lo cultivaría grandemente. Abajo, en una imagen captada en junio de 1962, el presidente Kennedy en los salones de la “residencia presidencial” durante su visita oficial a la Ciudad de México, mientras miraba con el presidente López Mateos algunos cuadros de autores mexicanos; más abajo, doña Eva Zámano de López Mateos acompaña al primer ministro de la India, Jawaharlal Nehru rumbo al comedor durante su visita en 1962.





Dejando los salones y volviendo al vestíbulo, ese Hall en el eje de acceso da paso a la gran escalera, diseñada por Giraud a la manera Imperial –con rampas “de ida y vuelta” (con un tramo de ida más ancho y dos tramos de vuelta más estrechos, laterales y paralelos al primero)– y cerramiento curvo, que merece mención especial.


Aunque repetidamente intervenida por petición de los diversos moradores, el barandal original de “Marchand Mercier -ferronnier-” se conserva –aunque ha perdido las estatuas de arranque-, y resguarda la escalinata de mármol gris, cuyo pasillo –según la costumbre del período– se cubrió con tapete engarzado. Abajo, el derrame de la escalera -enmarcado por pilastras y arquitrabe-, da acceso al descanso con magnífica vista hacia Chapultepec, escenario de la histórica “Batalla de Molino del Rey” y donde ahora pasan vías rápidas y desde 1964 se distingue la Montaña Rusa de “La feria”…


En 1952, arrebataban miradas las esculturas colocadas a los lados del arranque y descanso de esa escalera, ejecutadas en mármol “Statuario Carrara” y exhibiendo arriba una hermosa imagen de águila y niño –sorprendentemente recreando el mito de “Ganimedes y el águila” – y abajo dos piezas a media escala y a la manera de Antonio Canova, evocando a Hebe y Jasón.


De origen, esos interiores –donde en el Hall destacaban las cuatro columnas revestidas de mármol con capiteles corintios dorados–, se unificaron con muros blancos y pisos de mármol gris brillado en los salones o madera en espacios privados, agregando molduras en techos, con sobria ornamentación en cornisas y centros. En el gran vestíbulo destacaba el candil “tipo Luis XV” de 68 luces complementado con otros varios de bronce y cristales (Verre de Bohème) que colgaban en arranque de escalera, salón principal, salón de música, y otros varios aposentos, mientras que los muebles aludían al período barroco de Luís XV –específicamente los trabajos de Pierre Mignon y Jacques Dubois, aunque de elaboración posterior– y entre los adornos –bibelots– destacaban las porcelanas de la Manufacture nationale de Sèvres y Meißner Porzellan.




En lo referente a decoración, mención especial merece el comedor, que sería orgullo de doña Beatriz Velasco Mendoza de Alemán, en un ámbito ejecutado con la asistencia de Arturo Pani Darqui (hermano del arquitecto Mario Pani), donde el amplio salón de “estilo francés contemporáneo” mezclaba elementos de procedencia y periodos diversos…


Como apoyo a la mesa para 18 personas y sus sillas con respaldo Luis XVI -de interpretación moderna-, una decoración en marbre de Trélon -Rouge du Nord- que incluyó chimenea y recubrimientos en su muro de respaldo, nichos, marco de puerta, zoclos y detalles de piso, ejecutada en el mismo mármol que sirviera para el aderezo de algunos salones del Palacio de Versalles; ese muro con chimenea y su aderezo, era además remate visual de la perspectiva dede el hall de acceso, recordando la idea de "enfilade" en Versalles.


El marco del hogar -con un cortafuegos en bronce- y su repisa trabajados en mármol rojo de tono apagado a la manera Luis XVI, formaba la pieza central de la decoración del comedor y con jarrones de Meissen, candelabros o reloj Boulle de tradición rococó, daba apoyo a una de las pinturas más importantes de la nueva colección de la Casa Presidencial, óleo tradicionalmente atribuido a Alfred Wierusz-Kowalski. Del mismo marbre de Trélon se fabricó una consola, frente al espejo que separaba las puertas de cocina y antecomedor, espacio que en ocasiones importantes funcionaba como mesa de apoyo -office- a los banquetes.


Hacia el oriente, al lado de la entrada desde el salón y con salida a la terraza y vista a la glorieta de acceso, el comedor se ochavaba para crear nichos que forrados nuevamente con marbre de Trélon recibían sendos tibores de Sévres con su característica coloración azul, piezas de bronce dorado y escenas bucólicas, que fueron probablemente fabricados en período de Napoleon III; como complemento, en la parte alta de los ochavos, resplandores de moderna procedencia.


La ventana oriente marcaba el eje de la mesa, y ataviada con brocados estuvo custodiada por un par de candelabros de pedestal barroco y brazos “Ormolú”, acogiendo al centro un “Régulateur de parquet” al estilo Louis XV con marquetería de bronce y carey –a la manera Boulle–. En el plafón, los dos candiles evocan los que se diseñaran para la Grande Galerie (luego Galerie des Glaces), creada por Hardouin-Mansart para Luís XIV en Versailles.



Al conjunto del comedor formal –al otro lado de la la chimenea– se agregó un singular mueble trinchador de curioso diseño, ejecutado en madera de cedro y engalanado con chapetones de bronce y el Escudo Nacional; abajo, el mueble sobre el que se exhibía un sorprendente “Surtout de table et sa paire de girandoles” (centro de mesa y candelabros) de diseño neoclásico la gran copa y barrocos los candeleros -probablemente elaborados en metal blanco por la casa Christofle- y colgando un óleo llamado “Cabalgata nupcial” erróneamente atribuido a Heiderich.



Detrás del gran comedor, estaba un antecomedor para uso cotidiano (aunque en la parte alta había otro comedor para uso diario e informal), que con muebles a la manera Chippendale y tapicería a rayas, recibió también un candil Luís XIV.



Al fondo y dentro del ala norte de la casa, como parte de las dependencias de servicio que incluían una escalera y aposentos para una parte del personal, estaba la cocina, diseñada en 1949 por la Casa Delher S.A. (“Los más antiguos y experimentados fabricantes de equipos para cocinas”) con los mayores adelantos del momento, incluyendo separación de áreas de preparado y lavado, cubiertas de acero inoxidable, refrigeradores segmentados y ventilación mecánica.



Al extremo opuesto de la casa, al lado del salón de música y gran Hall, en la esquina sur-poniente del edificio, estaba –y sigue estando– la oficina del presidente de la República, con amplio espacio para recibir, además de mesa de trabajo, sillones y escritorio. El sobrio decorado con lambrín de madera entablerada, incorporaba una chimenea que se aderezó con candelabros y horloge pendule de inspiración barroca.


El austero escritorio sorprende menos que descubrir el que las ventanas –que permiten extensas vistas hacia el bosque o salir a la terraza oriente– fueron cegadas de origen con cristales opacos pera dar intimidad…


Al sur oriente del edificio, una entrada privada permitía a la familia presidencial entrar y salir sin el aparato del acceso principal y al paso del tiempo se doto a esa puerta de una marquesina; además, en esa sección este, en la planta baja se asignaron un par de oficinas para los asistentes de la presidencia e incluso un acceso para el barbero del presidente. Esa fachada ha sido bloqueada con la edificación de una ampliación posterior.



Arriba, un pasillo perimetral -que iniciaba en el amplio salón en la meseta de la escalera- comunicaba las diversas dependencia privadas de la casa; aunque la vista desde ese espacio era espectacular y permitía comunicarse incluso con la terraza sobre el pórtico, los espacios subsidiarios serían de menor ostentación y decoración contenida.


Arriba, el salón de la planta alta, con algunos de los muebles que según la tradición, encontró la Sra. Beatriz en los mercados de Puebla y Guadalajara. Abajo, la habitación del Presidente de la República.


Siguiendo la tradición de la época, la casa se diseñó con habitaciones separadas –aunque comunicadas– para el matrimonio; abajo, una imagen de la habitación de la Primera Dama.

Aunque la casa contaba seis recámaras, a fin de adaptarse a la familia de cualquier mandatario, el matrimonio Alemán-Valázco dio jerarquía a la recámara de Beatriz, que para el período en que se terminó la casa era una joven de 18 años, comprometida ya con el joven Carlos Girón Peltier; abajo, la recámara de Beatriz.


Uno de los orgullos de Parra Hernández fue el dotar la residencia con lo más avanzado en sistemas sanitarios, y para tal efecto se instalaron en los ocho baños los accesorios, muebles y acabados más adelantados del momento; abajo uno de los baños en las habitaciones de la residencia, que incluía plancha de mármol con óvalo para lavabo y para el que se instaló mezcladora de cuello largo, puertas de cristal templado opacado y con bisagras integrales, así como pisos de mosaico vidriado con motivos ornamentales…




Otra de las peculiaridades de la casa se encontraba en el sótano, que recibía por un lado algunas dependencias de servicio, pero que bajo los grandes salones y hall, acomodó cuarto de juegos, salón para fiestas, barra y sala de cine.

Bajando por una discreta escalera velada en uno de los accesos al jardín poniente, el sótano era un sitio de sorpresas…


El gran espacio se abría con un amplísimo salón de fiestas, que con piso de madera incorporaba espacio para mesas de billar, ping-pong y naipes, además de zona reservada para una amplia barra y –marcado por las luces de colores instaladas en el plafón– espacio para bailar.



La adición más significativa al sótano, era la sala de cinematógrafo, equipada con los equipos más sofisticados del momento y con aforo para poco más de una veintena de invitados. Aunque en nuestra época una sala con esas características podría parecer absurda, en 1950 era un verdadero símbolo de vanguardia tecnológica.


Básteme hacer notar que “el cine” contaba con caseta de proyección, acceso independiente, ventilación, generador de emergencia y DOS proyectores a fin de mostrar sin interrupción los largometrajes que ahí se podían exhibir…



La nueva residencia presidencial apenas quedó terminada en 1952, al final del período del presidente Alemán, por lo que don Miguel y su esposa, poco usaron la casa; apenas un gran evento sirvió para celebrar en privado la conclusión de la obra:
La boda civil de Beatriz Alemán Velazco y Carlos Girón Peltier.


Y decía la crónica de la época:
“La nueva residencia presidencia de Los Pinos, terminada hace apenas seis meses, elegante y sobriamente decorada, sirvió de marco a la unión de la joven pareja, celebrándose la ceremonia en el vestíbulo de la mansión. Los invitados comenzaron a llegar desde las siete y media de la noche, aunque las invitaciones marcaban las nueve horas para el inicio de la recepción… El primero y más espacioso de los salones de la residencia se encontraba iluminado por la brillante luz de las arañas de cristal cortado. A la derecha se hallaba la señora de Alemán con su hijo menor, Jorge, de cinco años, su secretaria la señorita Chauvet y algunas otras señoras… A la izquierda estaba el licenciado Miguel Alemán con traje de calle negro y corbata gris, sonriendo y rodeado de algunos amigos.”
“A las nueve y media de la noche, eran más de mil las personas ahí reunidas, y a los acordes de la “Marcha Nupcial” de Mendelssohn el señor Presidente de la República hizo su aparición en la escalera de la mansión presidencial, en cuyo primer descanso se encuentra una escultura de mármol que presenta a Ganímedes, dando el brazo a su hija Beatriz, que lucía un vestido blanco de forma sencilla y elegante, con una amplia sobrefalda de encaje.”



El día treinta de noviembre de 1952, Miguel Alemán Valdés entregaría la presidencia a don Adolfo Ruíz Cortines y con ella, la casa presidencial que recién se había terminado, demorando la edificación y habilitación desde 1950, a manos de Giraud, Parra, Pani y la propia Sra. Beatriz Valdés de Alemán.

A pesar de las intervenciones que se han hecho al la construcción, la edificación sigue conociéndose como “Casa Miguel Alemán” y mucho debe al presidente:
“Por primera vez, México tenía una residencia presidencial espaciosa con las comodidades, servicios y salones para recibir y despachar. Por dimensiones y calidad, la casa fue creada para durar y perdurar.”

“La señora Alemán puso todo su interés en los acabados y la decoración; consiguió entre anticuarios y casas de Guadalajara, Querétaro, Guanajuato y la Ciudad de México, lo más representativo del mueble mexicano antiguo y de los estilos Luis XV (rococó) y Luis XVI con que se amuebló originalmente la casa…”
“Los Alemán creían que la nueva residencia daría una buena imagen de México al mundo. Querían que con la casa, la presidencia tuviera mayor trascendencia de la que alcanzaron sus predecesores. Al final, la casa no logró mostrar lo nuestro, sino lo bueno que de Europa nos había llegado…”



Al sexenio de Miguel Alemán Valdés (1946-1952), seguiría el período de don Adolfo Ruiz Cortines (1952-1958), que retrasó su mudanza a la nueva casa de “Los Pinos” casi un año, período en el que vivió en su sobria residencia de la colonia San José Insurgentes.

Por motivos prácticos, y presionado por su Estado Mayor, accedió en 1953 a ocupar la casa, aunque la consideraba ostentosa. Con María Izaguirre se instaló en el ala sur de la residencia y no hicieron modificaciones al interior, aunque “Mariauita” gran devota de la Virgen de los Dolores, instaló una imagen de la Dolorosa en la sala principal…


Lo que sí autorizó el presidente Ruiz Cortines fue la restauración de otra de las casas del Rancho de la Hormiga, con una reestructuración que eventualmente permitió instalar ahí un amplio salón –independiente– para recibir visitantes, y que decorado por un retrato pintado por David Alfaro Siqueiros de don Venustiano Carranza, recibe por eso el nombre de “Salón Carranza” en la “Casa Ruiz Cortines”
“Las cómodas de Boullé, las grandes arañas de cristal checoslovaco, los demás objetos, quedaron suspendidos en el tiempo como si la mansión fuese un museo cerrado. Entraron en desuso la sala principal y el comedor del ala norte. Permaneció apagado el gran salón del sótano para fiestas o reuniones, con su pista de baile y sus mesas arrumbadas.”
“Acaso el silencio se rompía a veces por el ruido del elevador que ella instaló para sus habitaciones personales -en las que puso gimnasio- y por alguna nota del gran piano que ella tocaba junto al gran vestíbulo. El solitario matrimonio sólo se aficionó a la sala de cine, en la que cada domingo había películas de estreno por cortesía de Gobernación.”




Adolfo López Mateos (presidente entre 1958 y 1964) nunca se fue a vivir a Los Pinos; no dejó su residencia en San Jerónimo para proteger su interacción familiar, aunque durante su sexenio, la residencia de Molino del Rey se usó para recibir a los numerosos visitantes extranjeros, jefes de Estado, monarcas y otros visitantes distinguidos que pisaron suelo mexicano; además, se aprovechó que el inmueble no se usaba como residencia para reparar el deterioro sufrido en seis años anteriores, cuando durante el invierno el agua de las tuberías se congeló en las extensas zonas sin uso y el daño no fue detectado…

Arriba en el pórtico de la casa, Eva Zámano de López Mateos, Charles de Gaulle, Adolfo López Mateos y Mme. Yvonne de Gaulle en marzo de 1964. Abajo, Indira Priyadarshini, hija de Jawaharlal Nehru –mejor conocida como Indira Gandhi luego de su matrimonio con Feroze Gandhi– con Adolfo López Mateos en el comedor de la casa, durante su visita en 1962.


Aún sin estar formalmente habitada, la residencia recuperó esplendor, y se mostró resplandeciente en eventos con cuerpo diplomático, gobernadores y colaboradores diversos; de hecho, López Mateos cumplió el ideal del matrimonio Alemán-Valdés al hacer de Los Pinos una casa abierta al mundo...




Para Gustavo Díaz Ordaz, pareció ser deber de su investidura el vivir en “Los Pinos” entre 1964 y 1970; la familia apenas hizo algunos cambios en la distribución de habitaciones y mobiliario, cortinas y colchas. Con regularidad, el presidente citó ahí al gabinete y ofreció banquetes en el comedor de la casa.


La familia vivió con llaneza la curiosa intimidad que permitía el Estado Mayor, y los paseos por los jardines -después de la comida- se volvieron nota, junto con los curiosos rituales de Gustavito para con su padre…



La familia Echeverría Zuno, que habitó la casa entre 1970-1976 hizo modificaciones sustanciales a la decoración del inmueble; la señora Esther Zuno se encargó personalmente de retirar las esculturas que adornaban la escalera, los candiles –que se sustituyeron por lámparas de hierro forjado con bombillas de pepita– y modificar las columnas con capiteles dorados entre salones y vestíbulo –que se sustituyeron por pilastras de yeso con arcos de tres puntos–.

Una parte del amueblado se envió al Castillo de Chapultepec o al Museo de San Carlos y el piano Steinway del salón de música, se remitió al Conservatorio en Polanco. Los muros se pintaron en color hueso –con recuadros en acuarela para las puertas– y quedaron colgadas pinturas de autores mexicanos -seleccionados por Bellas Artes-, los pisos cubiertos con tapetes artesanales de Temoaya y aparecieron encima los notorios equipales “de tradición prehispánica”; el comedor se remodeló por completo y emergió entonces el “Comedor Tarasco”…


En el gran salón –a un lado del comedor–, se forjó una nueva chimenea que ya no estuvo recubierta de mármol, sino de tabicón, cantera y talavera, mientras que en el sótano, se retiró el espacio para juegos y celebración, convirtiéndolo en sala de usos múltiples para los asistentes del presidente.


“Los Echeverría desmantelaron la idea alemanista y, con ello, resaltaron el aspecto ideológico de la residencia. En ese sentido la casa era ya un mensaje, cuyo contenido tenía su buena carga de propaganda, que osciló entre la apertura y el nacionalismo.”



Si en verdad Díaz Ordaz consideró un deber nacionalista residir en Los Pinos, para José López Portillo y su familia, que la habitaron entre 1976 y 1982, vivir en Los Pinos resultó seguramente un deleite.


Se volvió público que desde el primer día de su gestión, el Presidente durmió en la residencia con su hijo José Ramón, cuando aún no concluían las adaptaciones programadas; quince días después, llegarían doña Carmen Romano de López Portillo, sus hijas Paulina y Carmen Beatriz, además de su madre –doña Refugio– y su hermana Margarita con su familia.

En una imagen captada en diciembre de 1981, aparece Sri Chinmoy (Chinmoy Kumar Ghose) con José López Portillo al interior de la residencia; atrás, el gran hall donde cuelga la lámpara colocada por la señora Esther Zuno en 1979 sustituyendo el gran candil original, y a la derecha una de las columnas que sustituyeron los fustes de capitel jónico de 1950.


Durante el período no se hicieron modificaciones sustanciales y en la parte alta de la Casa Alemán se centró la vida familiar adaptando un comedor, antecomedor (y cocina), con muebles diseñados por Carmen Romano, mientras que las hijas tuvieron libertad de amueblar las recámaras a su gusto.


El presidente comentó el 30 de noviembre de 1982:
"Creo que difícilmente puede pensarse que haya alguien que haya aprovechado más y ¿por qué no decirlo? disfrutado tanto de Los Pinos como yo".




La familia De la Madrid Cordero llegó en febrero de 1983, luego de las adaptaciones solicitadas para separar la zona de trabajo del presidente de la zona familiar; parte de esas adaptaciones implicaron cegar los muros hacia la doble altura del gran Hall, retirar las lámparas de hierro forjado y reponer arañas así como renovar las zonas de servicio.


El presidente dio instrucciones para cambiar muebles de biblioteca y comedor –se ejecutaron nuevos enseres en marquetería poblana de alta calidad, en estilo “ Chippendale mexicano”–, mientras se colocaban objetos de arte local y cuadros de la familia complementados con piezas del acervo del Instituto Nacional de Bellas Artes.

Al exterior se cambió el color de la casa, que pasó a estar pintada en blanco, mientras que del pórtico desaparecieron los remates de las esquinas –diseñados por Giraud y de peculiar reminiscencia Decó‒ y a la reja de entrada se retiraron las placas decorativas de bronce brillante ejecutadas por Gabelich.




Durante la presidencia de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) el conjunto creció de manera importante y la casa se modernizó, porque buena parte de las actividades del presidente se llevaban a cabo ahí dentro, dado el tenso estado del país. Para 1989, estaban listos dos nuevos salones -el Adolfo López Mateos y el Manuel Ávila Camacho-, la casa recibió una nueva dotación de muebles de buena calidad y se decoró con sobriedad, además de que se acondicionó una de las habitaciones de la casa como estudio de televisión, en previsión de que no se pudiera dar ante el Congreso el informe de gobierno…


El conjunto se fortificó, y construyó un nuevo edificio para Guardias Presidenciales y el trazo de la avenida Parque Lira se modificó para alejarla de los accesos al conjunto, casi como preparación a que en 1994 se diera el levantamiento zapatista en Chiapas y fuera asesinado el candidato presidencial Luis Donaldo Colosio.


Ernesto Zedillo ocupó la casa entre 1994 y 2000 y es recordado por montar una gran reja de hierro fundido –copia de la que había colocado en una de las entradas al Castillo de Chapultepec– sobre el acceso de Parque Lira, al acercarse desde Constituyentes. Siempre me he preguntado si sus asesores le avisaron que era copia de la gran reja de coro del templo del convento de San Juan de la Penitencia –instalada ahí en 1862–, pensada para evitar que las monjas fueran ultrajadas, o intentaran escaparse del convento…


El presidente despachaba desde la casa Cárdenas, y la casa Alemán apareció poco en las noticias, aunque trascendió que contaba entonces con intricada y “Segura” red telefónica. En los jardines, se instalaron varios bustos de los héroes de la Independencia.


En el período de Vicente Fox Quesada (de 2000 a 2006), la casa se usó como oficinas, ya que sus cuatro hijos y él con su nueva esposa, ocuparon las “Cabañas” que fueron remodeladas; la Casa Alemán se intervino entonces con el tratamiento que muchos llamaron “Ranch Style”, añadiendo piezas de cantera rústicamente labradas al interior y exterior, destacando las columnas que simulaban sostener pasillos interiores del gran hall...


Esa sobriedad fue dictada por las intervenciones de Humberto Artigas del Olmo que terminó de retirar todos los elementos decorativos del diseño de Giraud, cerró vistas al gran hall y fue centro de un escándalo en 2001 por la adquisición del menaje de casa que incluía toallas de precio exorbitante…

En ese período se creó del "cuarto de guerra" en el sótano, y colocaron las fuentes en pórtico y escalinata de acceso, que con brocales e hilos de agua –aunque retirados los mosaicos– se conservan tres administraciones después.





María, Luis Felipe y Juan Pablo Calderón ocuparon las instalaciones de 2006 a 2012 con su padre, el presidente Felipe Calderón y su esposa Margarita Zavala, aunque vivieron en las cabañas edificadas por Fox, y la Casa Alemán siguió funcionando como oficinas, en las que difícilmente se podía reconocer el diseño de 1950...


Crecieron y se fortificaron los muros perimetrales, mientras que perros entrenados fortalecían la vigilancia y el sótano de esa Casa Alemán –con la asesoría de Miguel Murguía Díaz– se transformó en “El Bunker”, imagen de los tiempos de guerra contra el crimen organizado.




La casa fue entregada a Enrique Peña Nieto por Calderón en 2012 y será ocupada hasta fin de 2018, aunque ha trascendido que el presidente se traslada regularmente en helicóptero a su casa del Club de Golf de Ixtapan de la Sal y Angélica Rivera pasa parte del tiempo en su departamento de Miami o viajando…

Al costado Sur-poniente de la Casa Alemán, se reconstruyó y amplió en 2014 lo que ya se conocía como Casa Anexa, y forma parte ahora del conjunto de la casa; mientras que en la esquina de Constituyentes y Parque Lira se edificó el “Edificio Bicentenario”, donde se trasladaron la Oficina de la Presidencia, la Secretaría Particular, Dirección General de Eventos Presidenciales y otras áreas administrativas; además, frente a la Calzada Molino del Rey se construyó un estudio de televisión.


En la Casa Alemán se retiraron las columnas de cantera y remodelaron varias zonas incluyendo la cocina; en el sótano se mantuvo y reacondicionó el cine, pero parte de lo que habían sido oficinas se modificó para convertirse en una "zona de esparcimiento", con futbolitos, mesa de juego y minibar. Me ha entristecido saber que el diseño interior y mobiliario actual son –en lo referente a diseño– de perturbadora carencia…





Añadido en diciembre de 2019:
Visitar la “Casa Miguel Alemán” es todo un evento que recomiendo; en mi recorrido del 7 de diciembre, no pude evitar el extrañar los decorados, candiles y muebles con que se concibió la casa en 1950…




Agregado el 14 de diciembre de 2018:
En el jardín poniente de la residencia se proyectó la película “Roma” y aparece en una magnífica imagen captad por Santiago Arau Pontones el 13 de diciembre… :-)




Las entradas a este Blog se han hecho gracias al apoyo incondicional de Julieta Fierro; está dedicado a las “Grandes casas de México” y pretende rescatar fotografías e historia de algunas de las residencias que al paso del tiempo casi se han olvidado y de las que existe poca información publicada. El objeto es la divulgación, por lo que se han omitido citas y notas; si alguien desea mayor información, haga favor de contactarme e indicar el dato que requiere. A menos que se indique lo contrario, las imágenes provienen de mi archivo, que incorpora imágenes originales recopiladas al paso del tiempo, así como el repertorio de mi padre y parte del archivo de don Francisco Diez Barroso y sus imágenes de Kahlo; si utilizan las imágenes, favor de indicar la fuente –aunque advierto que pueden tener registro de autor–.



Conforme haya más entradas (ya son más de 80), aparecerán en el índice a la derecha de ésta página…



También se puede encontrar un índice general en: http://grandescasasdemexico.blogspot.mx/2016/02/indice-de-grandes-casas-de-mexico.html
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