sábado, 20 de febrero de 2021

La casa de don Gabriel Mancera en Cordobanes N°15



Terminada en 1902 en la aún entonces “Avenida Oriente 1” –y ahora Donceles N°94‒ por el ingeniero Antonio Caso para el filántropo, empresario y político Gabriel Mancera García y su esposa Guadalupe Silva, la casa se edificó sobre un terreno de 885m² casi frente al Antiguo Colegio de Cristo y a unos pasos del patio poniente del que fuera convento de la Enseñanza, que para 1900 se habría transformado en asiento de Tribunales de Circuito. Además de albergar una enorme biblioteca y sus salones ser escenario de innumerables celebraciones, en 1915 fue marco para un sonado asalto de la banda del automóvil gris, que la haría tristemente famosa.


Pese a innumerables intervenciones –por un largo período fue sede de la “Escuela Superior LAFOÉL” y varios estudios de fotografía‒, la casa sigue en pie y fue recientemente intervenida y puesta en renta para ser ocupada por una dependencia del gobierno de la Ciudad de México, aunque para muchos, nunca dejará de ser escenario de la película "La banda del automóvil gris", dirigida por Enrique Rosas y Joaquín Coss y filmada en 1915, una de las primeras películas documentales mexicanas…




Don Juan José Gabriel Mancera García de San Vicente nació el 6 de mayo de 1839 en Pachuca ‒ahora estado de Hidalgo‒, y fue el tercero de cinco hijos de Tomás Mancera Sotomayor (n. 1797) e Isabel García de San Vicente Pastrana (hermana de Nicolás García de San Vicente, distinguido sacerdote, político y educador), dueños de una de las minas más importantes de Mineral del Chico –que durante la colonia fuera parte del Real de Atotonilco‒, en aquel Estado de Hidalgo.


Poca información nos llega sobre su infancia, aunque bien pudo desarrollarse en Tulancingo al lado de su tío Nicolás, quien pudo no solo enseñarle las primeras letras, sino sería señero en moldear su intuición empresarial.

Don Tomás Mancera Sotomayor dirigió la afamada mina “Arévalo” en Mineral del Chico entre 1842 y 1872, actividad que seguramente llevó a Gabriel a interesarse en la labor de su padre y matricularse desde 1854 en la Escuela Nacional de Ingenieros de Minas –en el Palacio de Minería de la Ciudad de México– de donde egresó en 1857. Los primeros años trabajó en las minas de su padre, pero su notable habilidad para los negocios le llevó a transformarse rápidamente en accionista de otras minas en Pachuca y Real del Monte; en ese período y a los 23 años, contrajo nupcias -el 18 de mayo 1862- en Tulancingo, con Manuela Soto Pérez en un enlace que no prosperó.

Dados sus intereses en excavaciones y administración, participó luego y con algunos de sus compañeros –Ramón Almaraz y Manuel Rivera Cambas– en las obras de drenaje de la Ciudad de México, aunque además en Tulancingo, fundó en 1860 la fábrica de hilados y tejidos “La Esperanza” ‒y construyó a su costa, el camino a Pachuca que va por Veta del Comanche‒ con la que dio arranque a la vocación textil de aquella región, aptitud que se extendió por mucho más de una centuria…


Atraído por las oportunidades de inversión y fascinado por la actividad política en la Gran Ciudad, viviendo ya en la Capital de la República se enlazó en el Sagrario ‒el 27 de septiembre 1879‒, con Guadalupe Silva Valencia (n.1850) con quien procrearía cinco hijos: Francisco Bernabé Inocencio (n.1880), María Beatriz (n.1881, que casaría en 1914 con Francisco García Castañeda Nájera), Elena (n. 1881, que casaría en 1904 con Ricardo Otero Salcido), María Luisa (n.1884, que casaría en 1902 con Ricardo Padilla Meade) y Uriel Aniceto Antonio Carlos (n.1886), todos Mancera Silva.

Desde 1867 se interesó en la política y fungió como Diputado desde ese año y Senador en 1882; autor de varios proyecto de ferrocarriles de Hidalgo y del noroeste; inició la construcción de un túnel para desaguar las minas de Real del Monte y del Chico.En 1878, el general Porfirio Díaz, le designó como Subsecretario de Fomento, cuando esa cartera fue desempeñada por don Vicente Riva Palacio. Escribió un diccionario de las palabras empleadas en la nomenclatura alfabética de la Ciudad que es Pachuca.

Además, desde 1880 el gobierno del General Cravioto otorgó a Mancera, la concesión para concluir la línea que conectaría Pachuca con Irolo –punto intermedio del ferrocarril México-Veracruz– que permitió a la Ciudad de Pachuca unirse con la Ciudad de México; los trabajos terminados en 1882 no excluyeron la construcción de una línea directa y más corta entre ambas poblaciones que sería inaugurada seis años más tarde en 1888 –esta línea cruzaba por Tizayuca, Zumpango y llegaba hasta Teoloyucan–. Finalmente en 1906, la concesión de Mancera abarcó 374 kilómetros y pudo conectar a Pachuca, Tulancingo y Apan con el resto de las líneas ferroviarias de México. Otros negocios que promovió el Ingeniero Mancera, fue la apertura de dos fábricas de plataformas para ferrocarril, establecidas en Pachuca y en Peralvillo ‒Ciudad de México‒, así como el tendido eléctrico para el alumbrado público de Tulancingo (1906).



Para recibir el nuevo siglo ‒y en preparación para la boda de su hija María Luisa‒ contando ya sesenta años, decidió con doña Guadalupe edificar una nueva casa sobre la calle de Cordobanes –apenas a unos pasos de la casa que habitaban en Cordobanes N°5‒, confiando diseño y edificación a quien conoció como constructor y gerente del Ferrocarril del Nordeste, el ingeniero Antonio Caso Morali que casado con Felipa Andrade Gómez de la Fuente serían padres de 8 hijos, entre los que destacan el mayor Antonio Caso Andrade (1883-1946) filósofo que fue rector de la entonces Universidad Nacional de México de diciembre de 1921 a agosto de 1923 ‒y con José Vasconcelos, fundó el Ateneo de la Juventud‒, y el menor Alfonso Caso Andrade (1896-1970) que casado con María Lombardo Toledano fue destacado arqueólogo que hizo importantes contribuciones al conocimiento de las culturas mesoamericanas y excavando Monte Albán descubrió el tesoro del entierro de la Tumba 7.


Arriba, la familia del Ing. Antonio Caso Morali y María Felipa Andrade de Caso por 1901, en el patio de su casa. A la derecha es fácilmente identificable Antonio Caso Andrade que para 1909 sería director de la Escuela Nacional Preparatoria; sentado abajo Alfonso, que en 1932 recibiría de la Universidad Nacional Autónoma de México la distinción Doctor honoris causa. Abajo, la placa en la casa de Cordobanes 15, que aún Conserva Donceles 94.


En la sucinta biografía de don Antonio Caso que Israel Katzman publicó en “Arquitectura del Siglo XIX en México”, se nos cuenta que:
Vivió entre 1857 y 1907. Conocido como ingeniero, aunque no consta que se graduara en la Nacional como ingeniero civil. Propietario de canteras de donde se extrajo la piedra empleada en el edificio central de Correos, el edificio de la Mutual y en sus propias obras: una en Sadi Carnot, la estación del Ferrocarril del Nordeste, en Peralvillo (1900) y el edificio de Donceles 94 (1902). Fue el constructor y gerente del Ferrocarril del Nordeste.

Además, en su investigación respecto al “Entorno a la Plaza y Palacio de Minería”, el maestro Francisco Schroeder agrega respecto al color aquellos sillares de piedra proveídos por Caso y usados en el edificio de Correos: “… que la intemperie oxida por sus residuos ferrosos, dándole un tono de oro pálido…”.

La nueva casa se edificaría apenas a unos metros de la que ya ocupaba el matrimonio también en la calle de Cordobanes, y durante la elección del terreno, don Gabriel se enteró que debajo no había pirámide antigua de la cual preocuparse al edificar; abajo, el plano del Dr. Ignacio Alcocer en que se puede ver claramente, que el predio de Cordobanes N°15 estaba justo fuera del recinto ceremonial…


El ingeniero Antonio Caso Morali diseñaría para el terreno de 885m² y casi 25m frente a Cordobanes una suntuosa vivienda en tres plantas, que obedecía a la vieja tradición virreinal de patio central para las habitaciones principales y patios secundarios en la parte trasera. Para la fachada, el ingeniero Caso escogió una opulenta decoración académica que engalana la simétrica portada con profusa ornamentación y distingue el piso alto con balconcillos “a la italiana” flanqueando un Gran Salón…


Arriba, un reconstrucción de aquella fachada de Cordobanes N°15, diseñada en 1900 y terminada en 1902; son interesantes la diversas partes de la composición, que hacen gala de disposición académica, muy acorde con el eclecticismo imperante en la época.

En general, el pródigo ornamento deriva de la tradición renacentista italiana, con un piso bajo trabajado a manera de basamento ‒con ventanas protegidas con recia herrería‒ que se aligera hacia arriba, para dar al piso alto –trabajado a manera de Piano Nobile ‒ la dignidad de un balcón sostenido por robustas ménsulas profusamente ornamentadas y sostenidas sobre pilastras de orden gigante.


Sin duda, sorprende al transeúnte descubrir los miradores que flanquean aquel piso alto, salientes sin precedente en aquella arquitectura de la ciudad –con paramentos alineados al límite del predio y apenas sobresaliendo estrechos balcones‒, en que nunca se cubrían las terrazas y crea aquí un auténtico mirador barroco que nos remite a los trazos de Bernardo Vittone en Borgo o Grignasco.



El elemento más conspicuo de la composición en fachada es el remate central, que sostenido por ménsulas y con sus roleos, cornisas, listones, venera, hojarascas y efigie, da marco al medallón que indiaca el año de terminación de la obra. Abajo, una imagen de aquel remate y el balcón central donde además se distinguen los peculiares balaustres que forman el pretil.



Así, la sorprendente fachada de la casa Mancera Silva se podía contemplar con frente a la ya bautizada “Avenida Oriente 1” –de acuerdo al novedoso sistema de “Nomenclatura Numérica” que se había propuesto desde 1891 y tuvo poco éxito‒ pero que todos seguían llamando Cordobanes. Puede ser interesante recordar que en la acera de enfrente, se levantaba el magnífico “Colegio de Cristo” con una portada ricamente labrada que lo cristianizó en uno de los edificios barrocos más bellos, fundado para que de él egresaren «sacerdotes y personas doctas […] de mucho servicio y provecho para Dios Nuestro Señor» por don Cristóbal Vargas Valdés…

Además, unos metros al Oriente se alzaba el nuevo Palacio de Justicia, intervenido desde 1890 e inaugurado en 1910 por el Presidente de la República, en un edificio que aprovechaba la vieja estructura del patio Poniente del Convento de La Enseñanza y que sería sede durante casi un siglo del Tribunal Superior de Justicia del Distrito y Territorios Federales.

Abajo, durante la reinauguración del Palacio de Justicia en la calle de Cordobanes, aparece la comitiva del presidente Porfirio Díaz frente al edificio el 6 de mayo de 1900; al fondo, he señalado el N°15 de Cordobanes, casa de don Gabriel Mancera García y su esposa Guadalupe Silva de Mancera, aún en obra.

El edificio sigue en pie, habiendo albergado por varios años los tribunales y eventualmente pasando a servir a la Secretaría de Educación Pública desde 1965. Al igual que la casa Mancera, la fachada del edificio corresponde al eclecticismo imperante en el período y presenta ornamentación análoga…


No todo era perfecto en la vieja calle de Cordobanes, y apenas a unos veinte metros, por entonces aún se recordaba la casa en el N°13 donde don Joaquín Dongo fuera asesinado el 24 de octubre de 1789; cuenta la historia que
“En el patio, sobre las baldosas de piedra, yacía el cadáver atrozmente acuchillado de don Joaquín Dongo y en las habitaciones y en el entresuelo, revolcados en su propia sangre, con la cabeza y el cuerpo partidos a machetazos, los cadáveres del tesorero de Dongo, Nicolás Lanuza, y de otros nueve sirvientes”.


Carlos María de Bustamente recordaría años después que el crimen “llenó de pavura la nación”.
La calle de Cordobanes se pobló de lloros y gritos de espanto cuando los muertos fueron conducidos en tablas al edificio de la Acordada. Sacudida por la naturaleza atroz del múltiple homicidio, la ciudad entera se agolpa frente a la casa de Dongo; de acuerdo con la Gazeta de México, la policía espulga las garitas (“por si pasase o hubiese pasado alguno o algunos fugitivos”), recorre los hospitales (“para ver si ocurriese algún herido”), visita los mesones (“para tomar razón individual de los que se hallaban posados”) y husmea en las platerías (“por si alguien llegara a tasar o vender”).

El terreno de aquella casa lo ocupa ahora un edificio moderno que diseñaran los arquitectos De la Mora y Creixell en 1936, en lo que ahora reconocemos como Donceles 98…



Pero volviendo a 1902, detenerse frente a Cordobanes N°15 debió ser sorprendente y más sorprendente aún franquear el portal…

Por solicitud de don Manuel, el ingeniero Caso colocó en piso bajo varias dependencias a las que visitantes tendrían acceso directo, como el gabinete de trabajo, la exhibición de minerales, la biblioteca y oficina del administrador.


Al fondo –en patios secundarios‒ se colocarían cocheras y caballerizas, mientras que en entresuelo, se colocaron dependencias de servicio ‒y habitaciones para visitantes que llegaban a tratar de alguno de los negocios de Hidalgo y el interior‒. El piso alto estaría dedicado exclusivamente a las dependencias de la familia, con la gran habitación ceremonial y su antesala se colocó en la fachada Sur, mirando a la calle de Cordobanes.

Así, el patio principal servía como distribuidor a las diversas dependencias, así como pozo de luz y ventilación a los espacios perimetrales. Aunque la imagen de arriba fue captada recientemente, permite entender el patio de la casa, mirando desde el entresuelo hacia la calle.

No tengo fotografías de la casa con su amueblado de principio de S. XX, pero en el inmueble hoy aún se conservan los espacios que hace más de cien años albergaron el gabinete de trabajo, la exhibición de minerales y la extensa biblioteca; en la imagen de abajo una de las extensas galerías del piso bajo de la casa en su estado actual.



Cuando en 1919 se filmó “El automóvil gris” se recrearon los crímenes de una banda de asaltantes que operaba en el México de 1915, siendo don Gabriel Mancera una de sus víctimas, en su propia casa.

A banda solía vestir uniformes de policía militar y se presentaban con órdenes de cateo falsas para entrar a casas y comercios que saqueaban. Con el botín subían al automóvil gris y huían para perderse en los barrios pobres de la ciudad de México. Era el año de 1915 y la gente comenzó a temerle a la tremenda banda del automóvil gris.


En la película aparece el exterior de la casa en Cordobanes N°15 y se recrea uno de los interiores tal y como aparece arriba; aunque se ha dicho que el propio mancera participó en la filmación, no tengo la certeza de que los interiores hayan sido una recreación escenográfica y el intérprete un actor…



Lo que sí puedo aseverar, es que el Gran Salón en el piso alto de la casa, con vista a la calle de Cordobanes, fue dotado de espectaculares acabados que –a pesar de haber sufrido grave deterioro al paso de los años‒ que llegan hasta nuestros días y fueron cuidadosamente restaurados.


Un buen referente para la decoración del salón se puede encontrar en la rehabilitación del edificio que fuera Palacio del Marqués del Apartado ‒en la esquina de Relox y Cordobanes‒ ejecutada a partir de 1901, a fin de transformarlo en oficinas para la Secretaría de Justicia e Instrucción Pública (Ver )

El Gran salón de la casa Mancera Silva sería estrenado el 8 de octubre 1902 durante las ceremonias de matrimonio entre María Luisa Mancera Silva y Ricardo Padilla Meade y nuevamente fotografiado cuando fue escenario del enlace de Elena Mancera Silva con Ricardo Otero Salcido el 30 de mayo de 1904.

En octubre de 1909, diversos diarios de la capital y El Mundo Ilustrado daban a conocer una “Notable Obra Filantrópica”:
El Sr. Ing. D. Gabriel Mancera y San Vicente y su esposa, la señora Doña Guadalupe Silva y Valencia de Mancera, han tenido un rasgo de filantropía, alto y nobilísimo, que perpetuará su memoria como la de dos de los principales benefactores de México. Sus nombres se recordarán juntos con los del conde de Regla, Don Ignacio Trigueros, Doña Concepción Béistegui, el Arzobispo Lorenzana...
El Sr. Mancera, que no hace mucho tiempo había cedido $50,000 para el sostenimiento de un número de alumnos pobres en el Colegio de la Paz, ha donado la respetable suma de medio millón de pesos, que agregada á una suma igual que es el donativo de la señora su esposa, formará el «Fondo Privado de Socorro», que tendrá por objeto aliviar parcial y temporalmente los sufrimientos y necesidades comprobados de las personas menesterosas residentes en el Distrito Federal ó en el Estado de México. Se ha formado ya una junta, compuesta de personas muy distinguidas, que tendrá á su cargo la dirección de esa fundación.


En 1910 le fue conferido al ingeniero Gabriel Mancera el grado de doctor honoris causa por la Universidad Nacional de México, uno de los primeros grados otorgados por la nueva institución el año mismo de su fundación ‒26 de abril de 1910‒.


Durante los disturbios revolucionarios, la familia resultó afectada por las luchas en Hidalgo, “La Esperanza” de Tulancingo y las líneas ferroviarias luego de 1913, además de que varias de las obras de beneficencia sufrieron por la enorme solicitud de asistencia; pero 1915 sería un año de quiebre, no solo por el asalto de la banda del auto gris, sino por la muerte de doña Guadalupe: Don Gabriel encargó al arquitecto Manuel Gorozpe crear un túmulo funerario en el Panteón del Tepeyac para Guadalupe Silva Valencia de Mancera, que estaría rematado por la magnífica escultura de Adolfo Octavio Ponzanelli ''Ángel de la justicia".



Como ya he mencionado, a mediados de 1915 el ingeniero Mancera alcanzó indeseada fama al convertirse en una de las más publicitadas víctimas de la “Banda del Automóvil Gris” al ser despojado en su propia casa de Cordobanes N°15 de un cuantioso botín que parece ascendió a 435 mil pesos, monto que incluía un collar de esmeraldas, que con gran escándalo se decía luego pasó a adornar el cuello de María Conesa ‒la “Gatita Blanca”‒.


Se dice que Mancera actuó personificándose a sí mismo como víctima de aquel atraco, en aquella película que en 1919 produjo y dirigió Enrique Rosas...



Es curioso hacer notar que en 1912 y cumplidos ya los 73, don Gabriel inauguró el “Hotel Mancera” en el N°49 de la calle de Capuchinas –hoy Venustiano Carranza–; la edificación sigue en pie y siguió operando como hotel hasta 1979; así, don Gabriel es ahora recordado por dos calles en la colonia Del Valle -Ciudad de México-, una aparición como actor y en su Bar Mancera…

El 22 de enero de 1925 falleció en la Ciudad de México Don Juan José Gabriel Mancera García de San Vicente y fue sepultado en el panteón civil del Tepeyac en el túmulo diseñado por Manuel Gorozpe junto a su esposa .



En los años siguientes, la casa –ahora Donceles N°94‒ sufrió marcado deterioro al ser arrendada y subdividida. Durante un largo período, albergó la “Escuela Superior LAFOÉL” dirigida por don Elías Lara Flores, mientras que al frente comercios diversos –giros varios como fotografía y máquinas de escribir‒ modificaron las ventanas de planta baja para crear nuevos accesos.

Afortunadamente, la estructura llega en muy buenas condiciones a nuestros días, habiendo sido sometida a una revisión estructural así como una restauración de buena parte de los acabados.

En el Piso Principal, se recuperó buena parte del Gran Salón, reponiendo los acabados tal y como debieron lucir hace poco menos de ciento veinte años. Notable es el plafón, que con una escena de querubes trabajados en realce decora el centro de la habitación…


En las fachadas, se limpiaron y rescataron acabados originales, pudiéndose contemplar ahora el balcón central sostenido por robustas ménsulas profusamente ornamentadas y sostenidas sobre pilastras de orden gigante y sus curiosos balaustres.


Gracias a la limpieza, se logró hacer evidente el acabado ornamental en fachadas, que forra con cantera verde los paramentos principales, una piedra que pareciera remitirnos a Oaxaca o Guanajuato. Además se consolidó el remate central y aprovechó la azotea para crear un “Roof garden” que saca provecho del magnífico panorama.

Aunque desafortunadamente no se repusieron los paños bajos de las ventanas en la planta baja ni repusieron las herrerías originales, se cerraron los vanos y ahora el acceso a esas dependencias se da únicamente por el patio.

Al acceso se agregó una marquesina, pero en general, la casa ha recuperado parte del diseño de origen

Todo viandante se detiene sorprendido ante la puerta abierta de la que fuera casa de don Gabriel Mancera en Cordobanes N°15…



Este Blog se ha hecho gracias al apoyo incondicional de Julieta Fierro; está dedicado a las “Grandes casas de México” y pretende rescatar fotografías e historia de algunas de las residencias que al paso del tiempo casi se han olvidado y de las que existe poca información publicada. El objeto es la divulgación, por lo que se han omitido citas y notas; si alguien desea mayor información, haga favor de contactarme e indicar el dato que requiere. A menos que se indique lo contrario, las imágenes provienen de mi archivo, que incorpora imágenes originales recopiladas al paso del tiempo, así como el repertorio de mi padre y parte del archivo de don Francisco Diez Barroso y sus imágenes de Kahlo; en general, he editado las imágenes a fin de lograr ilustrar mejor el texto. Si se utilizan las imágenes, favor de indicar la fuente –aunque advierto que pueden tener registro de autor–.

Conforme haya más entradas (¡Ya hay más de un centenar!), aparecerán en el índice a la parte superior derecha de ésta página…



También se puede encontrar un índice general en: http://grandescasasdemexico.blogspot.mx/2016/02/indice-de-grandes-casas-de-mexico.html

Ver








Como complemento, quiero agregar que el “Edificio Gabriel Mancera”, conocido también como “Hotel Mancera” y más recientemente popularizado por el “Bar Mancera” en la calle dedicada a Venustiano Carranza Nº49, se edificó sobre un inmueble del siglo XVIII que perteneció a la II condesa de Selva Nevada –doña María Josefa Rodríguez de Pinillos y Gómez– en la entonces calle De la Cadena, y que amplió el ingeniero Mancera en 1865 para transformarla en hotel… Ver

























miércoles, 3 de febrero de 2021

Casa González Reffreger en Piedra 130, Pedregal.


Edificada en 1957 para don Guillermo González, su esposa Yolanda Reffreger y sus tres hijas, el moderno diseño se construyó aprovechando una hondonada volcánica circunscrita en un terreno con casi 1,300m², donde los arquitectos Tomás Castro Paredes y Mario García Lagos mostraron sus habilidades creativas al integrar ese entorno a la morada. Aunque la casa en la calle de Piedra ha cambiado propietarios y amueblado, afortunadamente sigue con buena parte de las características originales, bajo su gran cubierta abarcante...




Aquel Pedregal ‒creado por los escurrimientos magmáticos de diferentes erupciones del Xitle, Cuatzontle, Olaica y la Magdalena‒ era visitado con admiración por Gerardo Murillo, Luis Barragán y Armando Salas Portugal, preparándose desde 1943 para la urbanización de la zona y entusiasmados por los “Requisitos para la organización del Pedregal”, publicada por Diego Rivera para 1945. (Ver)


Nos cuenta Alejandro Margain Flores en “Trabajando con Barragán”, que
Las fotografías de Salas Portugal formaban parte de la investigación detallada que Barragán efectuaba antes de la construcción de un jardín: aportaban valiosa información sobre el estado natural del lugar, además de que también con ellas se registraban sus datos topográficos, tipo de vegetación y suelo…

Entre los interesados por aquellos terrenos, sobresalieron los hermanos José Alberto y Luis Bustamante, que con Luis Barragán iniciaron desde 1943 la compra de terrenos en la sección Nor-Oeste del área, adquisición que alcanzaría los 3’000,000m² y que hacia 1947 se transformaría en un nuevo fraccionamiento de amplios terrenos residenciales. El arquitecto Barragán desarrolló el plan urbano para la firma “Jardines del Pedregal de San Ángel, S.A.”, nombre que recibió aquella sociedad; para el conjunto diseñó jardines y obras ornamentales que mostraban las nuevas opciones de aquellos parajes, además de establecer las normas de construcción y lineamientos para evitar destruir la ruda belleza de aquel paisaje. El desarrollo del Pedregal ocupó a Barragán de 1945 hasta 1952, año en que se separó de la empresa.


Aunque tanto Luís Barragán como Max Cetto edificaron Casas Muestra para el nuevo “Jardines del Pedregal de San Ángel, S.A.”, –donde los jardines jugaban un papel fundamental‒ el modelo que más se propagaría sería el inspirado en las casas de Richard Neutra y su " Changing House" que ejemplificada en la Casa Kaufmann de Palm Springs –diseñada en 1946 y que enfatiza la conexión con el paisaje desértico‒ causaría furor en el nuevo fraccionamiento y su pedregal.



El exponente más conocido de aquel Período es sin duda el arquitecto Francisco Artigas, que diseñaría obras tan importantes como la segunda caseta de ventas en 1950, la casa de la familia Gómez-Munguía en la calle del Risco 240 de 1952 (Ver) y la extraordinaria casa de 1956 que para don Luis Bustamante –uno de los inversionistas originales‒ diseñó en Agua 833, donde la distribución volcánica del terreno ingresaba a la casa para integrarse a la mesa del comedor…


Los tres ejemplos han desaparecido, demolidas las estructuras para dar paso a la evolución de un fraccionamiento que en el S. XXI parecería haber olvidado aquel pedregal.

También ejemplo sobresaliente de esas transformaciones sobrellevadas por el fraccionamiento, y una de las casas emblemáticas de “Jardines del Pedregal de San Ángel” que se entregaba en 1962, edificada apenas a unos metros de la casa de don Guillermo González, era la casa creada en 1960 por Jaime Cevallos y Héctor Fernández en la esquina de Piedra y Boulevard de la Luz, que sería una insignia del fraccionamiento –aparece abajo con todo y un Cadillac Coupe de Ville de 1959; a pesar de su calidad y jerarquía, fue modificada ‒ocupado durante algún tiempo por el Liceo Japonés‒ y luego también destruida para ser ahora un lote prácticamente yermo, símbolo de la mutación irrefutable del fraccionamiento.



En esa misma categoría y con una reja prácticamente idéntica ‒parte de los requisitos establecidos por Barragán para poder admirar los jardines desde la calle‒ la casa González Reffreger se edificó sobre un magnífico terreno de 1,287m², en la sección Sur del fraccionamiento y con frente de 26 m hacia la calle de Piedra, marcada la casa con el N°130.


Una peculiaridad del predio era una significativa hondonada en la parte central del terreno, que descendía poco más de tres metros para luego recuperar altura en el fondo; de hecho, justo frente al N°130, los urbanizadores habían tenido que rellenar para nivelar el trazo de la calle…

Así, la primera disposición de los arquitectos Tomás Castro Paredes y Mario García Lagos fue enviar la casa al fondo del terreno y liberar la hondonada, para crear ahí una alberca y hacer que la casa se desplantara bajo el nivel de banqueta, aprovechando la intimidad del gran hueco...


Arriba, una imagen del jardín norte de la casa, donde en primer plano se distinguen alberca y terraza; al fondo la reja sobre la calle de Piedra. Abajo la fachada de la casa que mira hacia ese jardín, edificada en la hondonada del terreno y donde al lado derecho, se distingue el camino que liga el acceso al piso alto de la casa; bajo la gran cubierta –que se abre para crear una pérgola en el acceso‒ se desarrollaría la totalidad de la casa.



Puede resultar interesante dar contexto al período, y un par de informes impresos, que en 1959 acompañaban las imágenes de la casa, son el perfecto marco de referencia; por un lado el anuncio del “Vauxhall ‘59” marca que entonces se promovía como “Calidad británica respaldada por el prestigio de su fabricante General Motors”…



Como complemento, el artículo “Portafolio para la temporada” donde describiendo la foto de abajo, se nos dice que: “La línea asiática está de moda en Europa; las fastuosas telas de oriente, tisúes, brocados y lamés, nos llevan con la imaginación a tierras remotas. De Claude Riviere es este precioso ensamble en lamé oro; el vestido sencillo, sin mangas, ajustado a la cintura por delgada banda de velours, material que ribetea el cuello y sirve de forro al ensamble de campana.



Así, la casa se presentaba en ese 1959 como ejemplo de las “Residencias de México” en el número 279 de SOCIAL, correspondiente al 15 de Octubre de ese año y donde se describía “… la residencial colonia que se caracteriza no solo por su precisado estilo moderno de ágiles y preciosas líneas, sino por el especial modo como los arquitectos aprovechan los desniveles rocosos.”



Como lo he hecho en otras ocasiones, aprovecho los textos ‒de M. Dueñas‒ e imágenes ‒de L. León‒ que aparecieron en SOCIAL para representar la casa:
“Desde la terraza de la entrada principal, apreciamos el andador que viene de la entrada y en primer término, en franco contraste con los tonos verde de las plantas y gris de la piedra labrada en los muros, el piso recubierto con cantera rosa de Guanajuato. Una fina banqueta de parota con varios cojines en vivos colores, algunos sillones de mimbre y grandes jarrones de barro decoran la terraza.”


Y sigue la descripción, ahora para la imagen de abajo:
“Traspuesto el umbral, nos encontramos ante un asombroso conjunto de audaces soluciones arquitectónicas y moderna decoración. Desde luego, el pasillo de la izquierda que, en forma de puente, pasa sobre una parte del salón y va de la entrada al Hall de distribución de la planta donde están las alcobas. En el arranque del puente, nace una escalera que baja a la planta recepcional (sic). A la derecha, el gran vano del salón y en cuanto al decorado, el piso de parquet, el barandal de fierro y caoba, el plafond en verde-gris con spot-lights y los muros recubiertos de plástico marfil. El menaje está formado por el sofá en amarillo-oro, el puff en blanco perla y de caoba la mesita de centro. Muy decorativos el jarrón de barro cocido, el biombo blanco con paneles de flores disecadas, las lámparas de garrucha y en los muros, varios óleos, parte de la rica colección que encontramos en esta residencia…”


“Al descender la escalera y colocada la cámara a corta distancia de ella, contemplamos el muro de roca volcánica que limita la estancia por éste extremo, donde hay adaptadas con gran acierto, varias jardineras, y en ellas, numerosas plantas de sombra. En marcado contraste con este agreste conjunto está el piso de mármol negro con juntas de bronce. En la imagen se distinguen además: arriba una parte del puente antes mencionado; la escalera de caoba alfombrada en negro y gris que baja desde la terraza de la entrada principal; el muro de grandes cristales que mira hacia jardines y alberca, un fauno de bronce y sobre el piano, ampolla de cristal de roca con líquido ámbar…”


Magnífica también es la vista de la planta recepcional (sic) –salón, comedor y antecomedor‒ que vemos abajo, tomada desde el pie de la escalera. Por los vanos superiores, la perspectiva va hasta el plafond del segundo piso y dan inigualable sensación de amplitud, mientras que los ventanales brindan preciosas vistas a los jardines del sur. En el piso de mármol negro, grandes alfombras del mismo tono con motitas grises, mientras que los plafones reciben tratamiento en gris también.

Vemos en primer término, una parte del salón, y ahí destaca el amplio sofá blanco de limpio diseño. Luego, al fondo, otro set formado por un gran sofá negro, otro verde con trama de oro y enfrente otro par de sofás similares; complementa el conjunto la mesa de centro, en caoba con suntuoso adorno de alcatraces y a la derecha, una lámpara con base de vidrio soplado y pantalla de pergamino. A la izquierda, se distingue el comedor…


Y sigue el número 279 de SOCIAL:
Es importante hacer notar que la decoración y menaje de esta casa, son de gran sobriedad en el tono de sus colores, en la modernidad de sus líneas y que los complementos son objetos populares mexicanos, seleccionados y colocados con el mejor de los gustos…


Arriba vemos un acercamiento al set que se acaba de describir ‒un gran sofá negro, otro verde con trama de oro y enfrente un par de sillones de sobrio y similar diseño‒, con tramoya en el magnífico jardín interior ya mencionado, y a través de los cristales, parecieran poderse tocar los macizos de plantas y rocas del jardín sur de la casa

En el comedor, en lugar de mármol en el piso, lo encontramos recubierto y alfombrado en negro y gris. De los muebles, todos de caoba, mencionamos la mesa con incrustaciones de bronce en la cubierta y conteras del mismo material en las bases, al igual que las sillas tapizadas en cuero teñido en marfil. El gran buffet separa a éste espacio de la sala y sostiene únicamente una gran balanza de calamina y ésta dos pequeñas jardineras. A la izquierda, llama la atención una repisa-trinchador con frutero de madera en varios cuerpos. Los contados muros están cubiertos de pasto japonés y en uno, la memorable pintura –obra póstuma‒ del seños Reffreger que la dejó inconclusa.


Como contraparte, el antecomedor tiene magnífica vista al jardín norte, ventana por la que la luz penetra a raudales y vigoriza los suaves tonos de la decoración en muros, plafond y el gris de la alfombra. El juego es yucateco, en madera de trópico, muy sencillo y elegante, y se complementa con dos cómodas y el óleo de don Lorenzo Reffreger.



La descripción de SOCIAL pasa luego al piso alto:
De la planta superior, se ofrecen imágenes de las dos alcobas, donde la principal tiene piso totalmente alfombrado en color topo; muro de pasto japonés en rosa y rosa también el plafond. A la derecha, ventanales a la terraza exterior que da al jardín principal, protegidos con cortinas en color marfil. El menaje está formado únicamente por el lecho, con cubrecama rosa y ahí, cojines de diversos colores; las mesitas de noche de claras reminiscencias chinas se laquearon en negro, mientras que las veladoras y el sillón de descanso se forraron en terciopelo rojo.


Por su parte, la alcoba de las niñas de la casa –Gisella, Patricia Ivonne y Rosa María‒, está llena de juvenil encanto: El piso con alfombra topo, mientras que plafond y muro en rosa. Los lechos con cubrecamas de batista azul y olanes blancos, están flanqueados por burós de fierro forjado con cubiertas de mosaico italiano y como único adorno, aparte de los vivos colores de las veladoras, el abanico de la cabecera común de las camas, en hierro negro.


Desde la alcoba de las niñas se ha colocado la cámara para ofrecer una espléndida vista al jardín, recubierto de fino pasto-alfombra, con mil variedades de plantas de ornato, arbustos y árboles, destacando los sauces, pirules y álamos. Al centro, al pie del reborde natural, la hondonada que cobija la piscina, que resalta magníficamente del conjunto por su fondo en tono turquesa, color que se repite en la originalísima fuente de varios cuerpos, cuya agua cae en cascada y alimenta a la piscina. En el reborde de roca volcánica, crecen innumerables plantas en plena floración, y dan al todo incomparable belleza, complementada por la terraza circular de ladrillo rojo, los muebles de intemperie y la rústica escalera que conduce al estanque; al fondo, se distingue la estructura de los garajes.


Al paso del tiempo la vegetación se desarrolló y modificaron las variedades, pero el jardín principal sigue siendo ‒sesenta años después‒ marco perfecto para esa arquitectura. Aunque los distintos habitantes han dejado su impronta, jardines y casa diseñados por Castro Paredes y García Lagos, permanecen indemnes.


Afuera, es evidente que el paso del tiempo transformó el jardín y las casas vecinas han modificado el entorno al alterar el aspecto de las colindancias. Aun así –y considerando las severas alteraciones que los jardines de otras casas de la zona han sufrido‒ el jardín y casa de Piedra 130 se conservan prácticamente intactos, en especial esa peculiaridad de desplantarse la casa en una hondonada.



El acceso interior a la casa conserva su curiosa entrada a desnivel, aunque la pérgola fue protegida para incrementar el número de autos estacionados a cubierto. En la parte trasera, parte del jardín sur fue cerrada para generar una terraza cubierta abajo, cosa que redujo la profundidad del patio, pero las características generales de la construcción se respetaron.


Acceder a la casa sigue siendo toda una experiencia, en particular salvar la puerta roja para pasar al espacio de doble altura y bajar a la sala. Aún hoy, un baño para visitas y el puente que liga el “Hall de distribución de la planta donde están las alcobas” nos recibe con los acabados de origen, aunque decorados y amueblado se han modificado.


A la izquierda, la escalera se desliza por “el muro de roca volcánica que limita la estancia por éste extremo, donde hay adaptadas varias jardineras, y en ellas numerosas plantas de sombra”; esa escalera de caoba que baja desde la terraza de la entrada principal se conserva íntegra, aunque se la ha retirado el tapete.


Aunque se modificó el acabado de los pisos (se sustituyó el “mármol negro”‒que supongo era granito colado con juntas de bronce‒ por placas de mármol blanco), se conservó la escalera de acceso, que sesenta años después, sigue siendo motivo de conversación y memorable elemento de diseño..


Aunque muebles y uso de esa área se ha reformado, la doble altura que se abre hacia ambos jardines y está limitada por muro de hendidas rocas y plantas, conserva buena parte de aquel espíritu moderno que vio nacer al Pedregal de San Ángel.



Otros ámbitos de la planta baja conservan sus características, aunque como he escrito ya, se ha modificado el amueblado. Abajo, el salón en 1959 e inserto el amueblado en 2020.

Como complemento, el antecomedor también en 1959 y 2020.



Cuando en 2007 apareció el libro “Las casas del Pedregal 1947-1968” con investigación de Alfonso Pérez-Méndez y Alejandro Aptilon, y las magníficas fotografías de Luis Gordoa, se hizo patente el muy reducido número de casas en el fraccionamiento que se mantenían en pie y el número aún menor que aún conservaban parte del amueblado original. Tesoros como la Casa Cador –de Jerome Konkling‒ o la García Cornejo –de Antonio Attolini‒, son cosa rara.

Como es de esperarse, la casa González Reffreger ha perdido el amueblado original, pero aun así, sigue siendo magnífico ejemplo de las intenciones de propietarios y arquitectos.


Los jardines siguen siendo magnífico ejemplo del paradigma que se desarrolló en los “Jardines del Pedregal de San Ángel”, con esa naturaleza idealizada que ceñía y domesticaba el agreste Pedregal y los escurrimientos del Xitle, aprovechando fruncimientos y oquedades para develar un paraíso…



La casa ha estado en el mercado por algún tiempo y se estima que la venta alcanzaría los $29’000,000.oo, por 1,287m² del terreno y 600m² construidos. Una modificación de importancia, es que se eliminó la reja hacia la calle, sustituyendola por un gran muro ciego que –en concordancia con lo que ha sucedido de manera generalizada en el fraccionamiento‒ no deja ya ver los jardines.






Este Blog se ha hecho gracias al apoyo incondicional de Julieta Fierro; está dedicado a las “Grandes casas de México” y pretende rescatar fotografías e historia de algunas de las residencias que al paso del tiempo casi se han olvidado y de las que existe poca información publicada. El objeto es la divulgación, por lo que se han omitido citas y notas; si alguien desea mayor información, haga favor de contactarme e indicar el dato que requiere. A menos que se indique lo contrario, las imágenes provienen de mi archivo, que incorpora imágenes originales recopiladas al paso del tiempo, así como el repertorio de mi padre y parte del archivo de don Francisco Diez Barroso y sus imágenes de Kahlo; en general, he editado las imágenes a fin de lograr ilustrar mejor el texto. Si se utilizan las imágenes, favor de indicar la fuente –aunque advierto que pueden tener registro de autor–.



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