Edificada en 1957 para don Guillermo González, su esposa Yolanda Reffreger y sus tres hijas, el moderno diseño se construyó aprovechando una hondonada volcánica circunscrita en un terreno con casi 1,300m², donde los arquitectos Tomás Castro Paredes y Mario García Lagos mostraron sus habilidades creativas al integrar ese entorno a la morada. Aunque la casa en la calle de Piedra ha cambiado propietarios y amueblado, afortunadamente sigue con buena parte de las características originales, bajo su gran cubierta abarcante...
Aquel Pedregal ‒creado por los escurrimientos magmáticos de diferentes erupciones del Xitle, Cuatzontle, Olaica y la Magdalena‒ era visitado con admiración por Gerardo Murillo, Luis Barragán y Armando Salas Portugal, preparándose desde 1943 para la urbanización de la zona y entusiasmados por los “Requisitos para la organización del Pedregal”, publicada por Diego Rivera para 1945. (Ver)
Nos cuenta Alejandro Margain Flores en “Trabajando con Barragán”, que
Las fotografías de Salas Portugal formaban parte de la investigación detallada que Barragán efectuaba antes de la construcción de un jardín: aportaban valiosa información sobre el estado natural del lugar, además de que también con ellas se registraban sus datos topográficos, tipo de vegetación y suelo…
Entre los interesados por aquellos terrenos, sobresalieron los hermanos José Alberto y Luis Bustamante, que con Luis Barragán iniciaron desde 1943 la compra de terrenos en la sección Nor-Oeste del área, adquisición que alcanzaría los 3’000,000m² y que hacia 1947 se transformaría en un nuevo fraccionamiento de amplios terrenos residenciales. El arquitecto Barragán desarrolló el plan urbano para la firma “Jardines del Pedregal de San Ángel, S.A.”, nombre que recibió aquella sociedad; para el conjunto diseñó jardines y obras ornamentales que mostraban las nuevas opciones de aquellos parajes, además de establecer las normas de construcción y lineamientos para evitar destruir la ruda belleza de aquel paisaje. El desarrollo del Pedregal ocupó a Barragán de 1945 hasta 1952, año en que se separó de la empresa.
Aunque tanto Luís Barragán como Max Cetto edificaron Casas Muestra para el nuevo “Jardines del Pedregal de San Ángel, S.A.”, –donde los jardines jugaban un papel fundamental‒ el modelo que más se propagaría sería el inspirado en las casas de Richard Neutra y su " Changing House" que ejemplificada en la Casa Kaufmann de Palm Springs –diseñada en 1946 y que enfatiza la conexión con el paisaje desértico‒ causaría furor en el nuevo fraccionamiento y su pedregal.
El exponente más conocido de aquel Período es sin duda el arquitecto Francisco Artigas, que diseñaría obras tan importantes como la segunda caseta de ventas en 1950, la casa de la familia Gómez-Munguía en la calle del Risco 240 de 1952 (Ver) y la extraordinaria casa de 1956 que para don Luis Bustamante –uno de los inversionistas originales‒ diseñó en Agua 833, donde la distribución volcánica del terreno ingresaba a la casa para integrarse a la mesa del comedor…
Los tres ejemplos han desaparecido, demolidas las estructuras para dar paso a la evolución de un fraccionamiento que en el S. XXI parecería haber olvidado aquel pedregal.
También ejemplo sobresaliente de esas transformaciones sobrellevadas por el fraccionamiento, y una de las casas emblemáticas de “Jardines del Pedregal de San Ángel” que se entregaba en 1962, edificada apenas a unos metros de la casa de don Guillermo González, era la casa creada en 1960 por Jaime Cevallos y Héctor Fernández en la esquina de Piedra y Boulevard de la Luz, que sería una insignia del fraccionamiento –aparece abajo con todo y un Cadillac Coupe de Ville de 1959; a pesar de su calidad y jerarquía, fue modificada ‒ocupado durante algún tiempo por el Liceo Japonés‒ y luego también destruida para ser ahora un lote prácticamente yermo, símbolo de la mutación irrefutable del fraccionamiento.
En esa misma categoría y con una reja prácticamente idéntica ‒parte de los requisitos establecidos por Barragán para poder admirar los jardines desde la calle‒ la casa González Reffreger se edificó sobre un magnífico terreno de 1,287m², en la sección Sur del fraccionamiento y con frente de 26 m hacia la calle de Piedra, marcada la casa con el N°130.
Una peculiaridad del predio era una significativa hondonada en la parte central del terreno, que descendía poco más de tres metros para luego recuperar altura en el fondo; de hecho, justo frente al N°130, los urbanizadores habían tenido que rellenar para nivelar el trazo de la calle…
Así, la primera disposición de los arquitectos Tomás Castro Paredes y Mario García Lagos fue enviar la casa al fondo del terreno y liberar la hondonada, para crear ahí una alberca y hacer que la casa se desplantara bajo el nivel de banqueta, aprovechando la intimidad del gran hueco...
Arriba, una imagen del jardín norte de la casa, donde en primer plano se distinguen alberca y terraza; al fondo la reja sobre la calle de Piedra. Abajo la fachada de la casa que mira hacia ese jardín, edificada en la hondonada del terreno y donde al lado derecho, se distingue el camino que liga el acceso al piso alto de la casa; bajo la gran cubierta –que se abre para crear una pérgola en el acceso‒ se desarrollaría la totalidad de la casa.
Puede resultar interesante dar contexto al período, y un par de informes impresos, que en 1959 acompañaban las imágenes de la casa, son el perfecto marco de referencia; por un lado el anuncio del “Vauxhall ‘59” marca que entonces se promovía como “Calidad británica respaldada por el prestigio de su fabricante General Motors”…
Como complemento, el artículo “Portafolio para la temporada” donde describiendo la foto de abajo, se nos dice que: “La línea asiática está de moda en Europa; las fastuosas telas de oriente, tisúes, brocados y lamés, nos llevan con la imaginación a tierras remotas. De Claude Riviere es este precioso ensamble en lamé oro; el vestido sencillo, sin mangas, ajustado a la cintura por delgada banda de velours, material que ribetea el cuello y sirve de forro al ensamble de campana.
Así, la casa se presentaba en ese 1959 como ejemplo de las “Residencias de México” en el número 279 de SOCIAL, correspondiente al 15 de Octubre de ese año y donde se describía “… la residencial colonia que se caracteriza no solo por su precisado estilo moderno de ágiles y preciosas líneas, sino por el especial modo como los arquitectos aprovechan los desniveles rocosos.”
Como lo he hecho en otras ocasiones, aprovecho los textos ‒de M. Dueñas‒ e imágenes ‒de L. León‒ que aparecieron en SOCIAL para representar la casa:
“Desde la terraza de la entrada principal, apreciamos el andador que viene de la entrada y en primer término, en franco contraste con los tonos verde de las plantas y gris de la piedra labrada en los muros, el piso recubierto con cantera rosa de Guanajuato. Una fina banqueta de parota con varios cojines en vivos colores, algunos sillones de mimbre y grandes jarrones de barro decoran la terraza.”
Y sigue la descripción, ahora para la imagen de abajo:
“Traspuesto el umbral, nos encontramos ante un asombroso conjunto de audaces soluciones arquitectónicas y moderna decoración. Desde luego, el pasillo de la izquierda que, en forma de puente, pasa sobre una parte del salón y va de la entrada al Hall de distribución de la planta donde están las alcobas. En el arranque del puente, nace una escalera que baja a la planta recepcional (sic). A la derecha, el gran vano del salón y en cuanto al decorado, el piso de parquet, el barandal de fierro y caoba, el plafond en verde-gris con spot-lights y los muros recubiertos de plástico marfil. El menaje está formado por el sofá en amarillo-oro, el puff en blanco perla y de caoba la mesita de centro. Muy decorativos el jarrón de barro cocido, el biombo blanco con paneles de flores disecadas, las lámparas de garrucha y en los muros, varios óleos, parte de la rica colección que encontramos en esta residencia…”
“Al descender la escalera y colocada la cámara a corta distancia de ella, contemplamos el muro de roca volcánica que limita la estancia por éste extremo, donde hay adaptadas con gran acierto, varias jardineras, y en ellas, numerosas plantas de sombra. En marcado contraste con este agreste conjunto está el piso de mármol negro con juntas de bronce. En la imagen se distinguen además: arriba una parte del puente antes mencionado; la escalera de caoba alfombrada en negro y gris que baja desde la terraza de la entrada principal; el muro de grandes cristales que mira hacia jardines y alberca, un fauno de bronce y sobre el piano, ampolla de cristal de roca con líquido ámbar…”
Magnífica también es la vista de la planta recepcional (sic) –salón, comedor y antecomedor‒ que vemos abajo, tomada desde el pie de la escalera. Por los vanos superiores, la perspectiva va hasta el plafond del segundo piso y dan inigualable sensación de amplitud, mientras que los ventanales brindan preciosas vistas a los jardines del sur. En el piso de mármol negro, grandes alfombras del mismo tono con motitas grises, mientras que los plafones reciben tratamiento en gris también.
Vemos en primer término, una parte del salón, y ahí destaca el amplio sofá blanco de limpio diseño. Luego, al fondo, otro set formado por un gran sofá negro, otro verde con trama de oro y enfrente otro par de sofás similares; complementa el conjunto la mesa de centro, en caoba con suntuoso adorno de alcatraces y a la derecha, una lámpara con base de vidrio soplado y pantalla de pergamino. A la izquierda, se distingue el comedor…
Y sigue el número 279 de SOCIAL:
Es importante hacer notar que la decoración y menaje de esta casa, son de gran sobriedad en el tono de sus colores, en la modernidad de sus líneas y que los complementos son objetos populares mexicanos, seleccionados y colocados con el mejor de los gustos…
Arriba vemos un acercamiento al set que se acaba de describir ‒un gran sofá negro, otro verde con trama de oro y enfrente un par de sillones de sobrio y similar diseño‒, con tramoya en el magnífico jardín interior ya mencionado, y a través de los cristales, parecieran poderse tocar los macizos de plantas y rocas del jardín sur de la casa
En el comedor, en lugar de mármol en el piso, lo encontramos recubierto y alfombrado en negro y gris. De los muebles, todos de caoba, mencionamos la mesa con incrustaciones de bronce en la cubierta y conteras del mismo material en las bases, al igual que las sillas tapizadas en cuero teñido en marfil. El gran buffet separa a éste espacio de la sala y sostiene únicamente una gran balanza de calamina y ésta dos pequeñas jardineras. A la izquierda, llama la atención una repisa-trinchador con frutero de madera en varios cuerpos. Los contados muros están cubiertos de pasto japonés y en uno, la memorable pintura –obra póstuma‒ del seños Reffreger que la dejó inconclusa.
Como contraparte, el antecomedor tiene magnífica vista al jardín norte, ventana por la que la luz penetra a raudales y vigoriza los suaves tonos de la decoración en muros, plafond y el gris de la alfombra. El juego es yucateco, en madera de trópico, muy sencillo y elegante, y se complementa con dos cómodas y el óleo de don Lorenzo Reffreger.
La descripción de SOCIAL pasa luego al piso alto:
De la planta superior, se ofrecen imágenes de las dos alcobas, donde la principal tiene piso totalmente alfombrado en color topo; muro de pasto japonés en rosa y rosa también el plafond. A la derecha, ventanales a la terraza exterior que da al jardín principal, protegidos con cortinas en color marfil. El menaje está formado únicamente por el lecho, con cubrecama rosa y ahí, cojines de diversos colores; las mesitas de noche de claras reminiscencias chinas se laquearon en negro, mientras que las veladoras y el sillón de descanso se forraron en terciopelo rojo.
Por su parte, la alcoba de las niñas de la casa –Gisella, Patricia Ivonne y Rosa María‒, está llena de juvenil encanto: El piso con alfombra topo, mientras que plafond y muro en rosa. Los lechos con cubrecamas de batista azul y olanes blancos, están flanqueados por burós de fierro forjado con cubiertas de mosaico italiano y como único adorno, aparte de los vivos colores de las veladoras, el abanico de la cabecera común de las camas, en hierro negro.
Desde la alcoba de las niñas se ha colocado la cámara para ofrecer una espléndida vista al jardín, recubierto de fino pasto-alfombra, con mil variedades de plantas de ornato, arbustos y árboles, destacando los sauces, pirules y álamos. Al centro, al pie del reborde natural, la hondonada que cobija la piscina, que resalta magníficamente del conjunto por su fondo en tono turquesa, color que se repite en la originalísima fuente de varios cuerpos, cuya agua cae en cascada y alimenta a la piscina. En el reborde de roca volcánica, crecen innumerables plantas en plena floración, y dan al todo incomparable belleza, complementada por la terraza circular de ladrillo rojo, los muebles de intemperie y la rústica escalera que conduce al estanque; al fondo, se distingue la estructura de los garajes.
Al paso del tiempo la vegetación se desarrolló y modificaron las variedades, pero el jardín principal sigue siendo ‒sesenta años después‒ marco perfecto para esa arquitectura. Aunque los distintos habitantes han dejado su impronta, jardines y casa diseñados por Castro Paredes y García Lagos, permanecen indemnes.
Afuera, es evidente que el paso del tiempo transformó el jardín y las casas vecinas han modificado el entorno al alterar el aspecto de las colindancias. Aun así –y considerando las severas alteraciones que los jardines de otras casas de la zona han sufrido‒ el jardín y casa de Piedra 130 se conservan prácticamente intactos, en especial esa peculiaridad de desplantarse la casa en una hondonada.
El acceso interior a la casa conserva su curiosa entrada a desnivel, aunque la pérgola fue protegida para incrementar el número de autos estacionados a cubierto. En la parte trasera, parte del jardín sur fue cerrada para generar una terraza cubierta abajo, cosa que redujo la profundidad del patio, pero las características generales de la construcción se respetaron.
Acceder a la casa sigue siendo toda una experiencia, en particular salvar la puerta roja para pasar al espacio de doble altura y bajar a la sala. Aún hoy, un baño para visitas y el puente que liga el “Hall de distribución de la planta donde están las alcobas” nos recibe con los acabados de origen, aunque decorados y amueblado se han modificado.
A la izquierda, la escalera se desliza por “el muro de roca volcánica que limita la estancia por éste extremo, donde hay adaptadas varias jardineras, y en ellas numerosas plantas de sombra”; esa escalera de caoba que baja desde la terraza de la entrada principal se conserva íntegra, aunque se la ha retirado el tapete.
Aunque se modificó el acabado de los pisos (se sustituyó el “mármol negro”‒que supongo era granito colado con juntas de bronce‒ por placas de mármol blanco), se conservó la escalera de acceso, que sesenta años después, sigue siendo motivo de conversación y memorable elemento de diseño..
Aunque muebles y uso de esa área se ha reformado, la doble altura que se abre hacia ambos jardines y está limitada por muro de hendidas rocas y plantas, conserva buena parte de aquel espíritu moderno que vio nacer al Pedregal de San Ángel.
Otros ámbitos de la planta baja conservan sus características, aunque como he escrito ya, se ha modificado el amueblado. Abajo, el salón en 1959 e inserto el amueblado en 2020.
Como complemento, el antecomedor también en 1959 y 2020.
Cuando en 2007 apareció el libro “Las casas del Pedregal 1947-1968” con investigación de Alfonso Pérez-Méndez y Alejandro Aptilon, y las magníficas fotografías de Luis Gordoa, se hizo patente el muy reducido número de casas en el fraccionamiento que se mantenían en pie y el número aún menor que aún conservaban parte del amueblado original. Tesoros como la Casa Cador –de Jerome Konkling‒ o la García Cornejo –de Antonio Attolini‒, son cosa rara.
Como es de esperarse, la casa González Reffreger ha perdido el amueblado original, pero aun así, sigue siendo magnífico ejemplo de las intenciones de propietarios y arquitectos.
Los jardines siguen siendo magnífico ejemplo del paradigma que se desarrolló en los “Jardines del Pedregal de San Ángel”, con esa naturaleza idealizada que ceñía y domesticaba el agreste Pedregal y los escurrimientos del Xitle, aprovechando fruncimientos y oquedades para develar un paraíso…
La casa ha estado en el mercado por algún tiempo y se estima que la venta alcanzaría los $29’000,000.oo, por 1,287m² del terreno y 600m² construidos. Una modificación de importancia, es que se eliminó la reja hacia la calle, sustituyendola por un gran muro ciego que –en concordancia con lo que ha sucedido de manera generalizada en el fraccionamiento‒ no deja ya ver los jardines.
Este Blog se ha hecho gracias al apoyo incondicional de Julieta Fierro; está dedicado a las “Grandes casas de México” y pretende rescatar fotografías e historia de algunas de las residencias que al paso del tiempo casi se han olvidado y de las que existe poca información publicada. El objeto es la divulgación, por lo que se han omitido citas y notas; si alguien desea mayor información, haga favor de contactarme e indicar el dato que requiere. A menos que se indique lo contrario, las imágenes provienen de mi archivo, que incorpora imágenes originales recopiladas al paso del tiempo, así como el repertorio de mi padre y parte del archivo de don Francisco Diez Barroso y sus imágenes de Kahlo; en general, he editado las imágenes a fin de lograr ilustrar mejor el texto. Si se utilizan las imágenes, favor de indicar la fuente –aunque advierto que pueden tener registro de autor–.
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Señor Rafael Fierro Gossman mi nombre es Patricio Nin y le escribo desde Montevideo Uruguay. Me gustaría poder comunicarme con usted ya que necesito información sobre alguna de las fotos publicadas para un uso audovisual. Si es posible me indique un correo electrónico le agradezco. Le escribí a su facebook también ya que no encontré ninguna otra información de contacto. Espero poder contactarlo a la brevedad. Gracias. Saludos Patricio Nin.
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