martes, 8 de diciembre de 2020

La casa Peláez-Díaz en Orizaba 139 (131 y 127), Col. Roma.



Edificada en 1932 para don Antonio Peláez y su esposa e hijas, la casa en la esquina de Avenida Orizaba y la calle dedicada a Guanajuato –frente a la entonces Plaza Ajusco‒ en la Colonia Roma, es un conjunto de sorprendente eclecticismo, edificado por el arquitecto Lewis Lamm Martínez y su padre Lewis Lamm Payne –aunque Edgar Tavares afirma que se diseñó por Ignacio Marquina‒. Al paso de los años ha acogido diversas actividades que incluyen albergar a las familias Palma Argüelles y Díaz Peláez, así como las oficinas de la Cineteca Nacional, la Universidad de Londres y más recientemente diversos giros comerciales que incluyen restaurantes, exposiciones y actividades teatrales.


Es de destacar que aquellos interiores dieron cobijo al que en tiempos de Margarita López Portillo fuera Director de Canal 13 ‒Alejandro Palma Argüelles‒ a quien se atribuye haber dicho en una reunión que “‒Si Kafka hubiera nacido en México, sería un escritor costumbrista”, dicho popularizado por Manuel Buendía, presente en aquel salón durante la reunión…





Desde que en 1906 se inauguró la Colonia Roma, el desarrollo gozó de un éxito sorprendente; tanto que al poco tiempo el propio Pedro Lascurain –propietario de las tierras de “La Romita” y que había vendido a la Compañía Fraccionadora de la Calzada de Chapultepec parte de los terrenos‒ decidió ampliar la urbanización hacia el sur de la entonces Avenida Jalisco –ahora Álvaro Obregón‒ a fin de dar continuidad al trazo en lo que ahora conocemos como “Colonia Roma Sur”…


A pesar de que C.C. Lamm había muerto en noviembre de 1906, Lascurain siguió trabajando con su hijo Lewis Lamm Payne que habitaba en la casa que para él se había edificado desde 1904 en la calle de Córdoba N°34 (Ver); de hecho, como parte de la promoción de aquella ampliación, desde 1906 Lewis Lamm había comenzado la construcción de una magnífica casa en la esquina de la propia avenida Orizaba esquina con la avenida Jalisco N°99 , casa que ahora recuerda su apellido (Ver).


Arriba, el “Plano de lotes de la Colonia Roma” con la urbanización de 1907 marcada como “Colonia Roma Sur” en la que ya aparecen algunas edificaciones; en la imagen he marcado el lote en que años después se edificaría la casa de que trata esta nota, en una de las esquinas de la Plaza Ajusco.


Aquella Avenida Orizaba sería de gran importancia desde 1924 cuando se transformó en el camino al “Estadio Nacional” que como parte de su “Revolución Cultural” estaba edificando el ministro José Vasconcelos para ocupar el enorme predio desahuciado del panteón municipal de La Piedad; el gobierno de Obregón había cedido los terrenos a la Secretaría de Educación y en 1922 se alzó en el extremo Oriente una escuela modelo frente a la calle de Jalapa -de un novedoso estilo neocolonial- obra diseñada por el joven arquitecto Carlos Obregón Santacilia, sobrino del Presidente. La construcción del Estadio Nacional de México Inicio también en 1923, bajo las órdenes del arquitecto José Villagrán García; el diseño debía estar inspirado en los antiguos estadios griegos -con forma de “U”- con graderías laterales, cabecera hemicíclica, y con la sección posterior abierta y ligada a los campos deportivos. Sería inaugurado el 5 de mayo de 1924 por el presidente Álvaro Obregón con un “Festival cívico escolar” en el que participaron todas las escuelas de la capital.


Arriba, en una fotografía aérea de la Compañía Mexicana de Aerofoto fechada en 1932, aparece marcada la Avenida Orizaba y con una estrella la casa de que trata ésta nota.

Los Lamm habían jugado un papel importante en el desarrollo de la Colonia y desde 1900, Cassius Clay Lamm formó parte de los emprendedores que con Walter Orrin, desarrollaron la colonia; Lewis Lamm –hijo de C.C. – estaría involucrado en varias etapas de ese desarrollo y nos dice Israel Katzman que fue probablemente él quien diseñó la colonia. Aunque habitaría por un largo período en la casa de Tabasco N° 152 (la edificación ya desapareció), Lewis Lamm diseñó para su familia la magnífica residencia en la esquina de las avenidas Orizaba y Jalisco (ahora Álvaro Obregón), casa que por azares del destino aún recuerda el apellido de la familia –a pesar de no haberla habitado‒.


La casa resulta relevante, porque al paso del tiempo y con la impronta de su hijo, Lamm diseñaría otra casa, apenas a dos calles y sobre la propia avenida Orizaba, que retomaría varios de los elementos compositivos de la casa diseñada en 1906.

Lewis Lamm Payne contrajo matrimonio con Elena Martínez (1878-1970) en 1899 y con ella engendró a Micaela (1900-1969), Guillermo (1902-1963), Lewis (1904-1974) y Eduardo (1906-1960). Lewis Lamm Martínez estudió arquitectura y primero con su padre y después de manera independiente, edificó varias casas en la Colonia Roma; casó con Sara Pease y con ella engendró dos hijos: Lewis y Sara Lamm Pease.


Arriba, una imagen de la avenida Orizaba al cruce don la aún entonces Avenida Jalisco, que a ambos lados del amplio camellón veía circular el tranvía que ligaba el centro de la Ciudad con la zona de Tacubaya; a la derecha, la casa que construyera Lewis Lamm y que para entonces albergaba ya a la familia García Collantes (Ver).

Aquella casa resulta relevante no solo por mantenerse en pie, habiendo el “Grupo Pegaso” rescatado sus magníficos interiores en 1992 y siendo luego ocupada por un centro cultural y educativo, sino por los sorprendentes paralelismos que encontraremos con la casa edificada para los Peláez en 1932, apenas a un par de cuadras…


Arriba, una recreación del vestíbulo de aquella casa diseñada en 1906 por Lewis Lamm.

Cuando se amplió la avenida Orizaba hacia el sur, entre las calles dedicadas a Guanajuato y Zacateca se diseñó un parque con fuente –eco de la Plaza Roma‒ que estaría dedicado a celebrar al volcán Ajusco. El conjunto cambió de nombre a Plaza Luis Cabrera para homenajear al jurisconsulto, escritor y político que habitó en el N°10, edificio que aún sobrevive y que adecuadamente aún porta la inscripción de “Edificio Ajusco”.


Arriba, en una imagen captada en 1911 por Guillermo Kahlo aparece la Plaza Ajusco con su estanque y casa de bombas; al centro de la foto destaca la casa de la familia Vogel, que fuera diseñada y edificada por el ingeniero Manuel Torres Torija desde 1909 y aún se conserva como Instituto Renacimiento (Ver). También frente a la Plaza se edificó en 1923 y paral general Francisco Serrano ‒secretario de Guerra y Marina‒, la casa diseñada por el ingeniero Manuel Luis Stampa, que se conserva como sede de la Universidad de Londres (Ver)



Es en ese contexto y hacia 1931, que sobre la avenida Orizaba y el cruce con Guanajuato, que a decir de Luis de Mendieta, don Antonio Peláez adquirió para su esposa un predio con poco más de 900m², a fin de edificar ahí una casa para su familia; el diseño sería confiado a Lewis Lamm Payne, que auxiliado por su hijo ‒el ya entonces arquitecto Lewis Lamm Martínez‒, tendrían la encomienda de trazar una casa que igualara y superara el diseño de la que años atrás se había edificado en la esquina de Orizaba y Jalisco, cuando apenas la avenida Orizaba se ampliaba hacia el sur...


Arriba, una vista sobre la avenida Orizaba, al otro lado del predio adquirido por don Antonio Peláez; abajo otra vista del Parque Ajusco, mirando al norte en 1929, donde he señalado el terreno en la esquina de Orizaba y Guanajuato, en donde un par de años después se iniciaría la edificación de la casa Peláez en el N°139 de la Avenida Orizaba; nótese que a la distancia se distingue la torre/campanario del Templo de la Sagrada Familia, recién terminada.



Abajo, en una toma muy parecida a la anterior, pero captada en 1931, aparece ya el basamento en semi sótano -la parte baja que incorporaría las dependencias de servicio-, de la casa Peláez en Orizaba N°139; esas dependencias de servicio aún se conservan sin alteraciones, aunque han sido aprovechadas para muy diversos usos.



En el “Catálogo de inmuebles de la Colonia Roma” que en 2001 publicaba el Instituto Nacional de Bellas Artes, aparece en la página 177 la ficha relativa a la casa, en donde se dice que es un “Inmueble de gran tamaño y planta irregular ubicado al centro del terreno”, agregando además que “…tiene los elementos comunes de la época en su ornamentación, y tiene otros elementos constructivos poco comunes debido a su tamaño…”


En realidad, la planta es sorprendentemente regular, con una doble altura central en torno a la que se desarrolla una planta cuadrangular ‒tomando seguramente su inspiración en las propuestas Palladianas‒ a la que se añade un pórtico hacia el Oriente ‒dando frente a la Avenida Orizaba‒ y una sección de servicios para proteger la orientación Norte –en las colindancias‒; abajo un croquis aproximado ‒ planta a la que he agregado el predio N°131 que se añadió en 1989‒ del piso principal de Orizaba 139 (el Norte hacia arriba).



La construcción debe haberse terminado hacia 1932, cuando ya la Colonia Roma y su urbanización Sur habían saturado los terrenos disponibles y formó parte de aquel auge constructivo que prosperó con la pacificación al fin de la revuelta revolucionaria, cuando el eje de la Avenida Orizaba era el camino al Estadio Nacional, donde se organizaban eventos multitudinarios y los Presidentes electos tomaban posesión de su puesto.


Arriba, en el fragmento de una imagen oblicua de la Compañía Mexicana de Aerofoto fechada en 1932, aparece al centro la Plaza Roma –ahora Río de Janeiro‒ y abajo a la derecha la Plaza Ajusco –ahora Luis Cabrera‒; sobre el eje de la Avenida Orizaba, he señalado la casa Peláez en la esquina de Orizaba al cruce con Guanajuato, que desde el año siguiente podría estar comunicada gracias a los número telefónicos 14-45-09 primero y 35-38-33 después, registrados a nombre do de don Antonio Peláez.


Con una planta principal de poco más de 415m² y cerca de 500m² edificados como apoyo a manera de sótano –además de un mirador a manera de torreón de unos 30m²‒, la casa se mostraba como un pabellón aislado en la esquina –con amplia vista hacia el sur y la Plaza Ajusco‒, con un magnífico pórtico de acceso hacia el oriente frente a la Avenida Orizaba.


El pórtico de columnas pareadas y sostenido por un basamento de sillares aparentados se ejecutó en granito artificial –son notables los fustes de las columnas, ejecutadas en colado único y con agregado sorprendentemente uniforme en color castaño‒, está rematado por balaustres y florones también pareados.

Ventanas y puertas –todas de diseño vertical‒, responden a un único diseño y además de estar protegidas por cierro metálico, están encuadradas por una ornamentación de tradición académica que guarnece la clave con guirnaldas y protege los balcones con herrería.



El acceso de visitantes por aquella esquina sur-oriente y frente a la plaza y su fuente debió ser memorable, y pereció flanqueada por farolas hasta recientemente. Además, se agregó en la esquina un portaestandarte que se conserva hasta ahora.



El acceso de vehículos por el lado Nor-oriente del terreno imprimía otra magnífica perspectiva sobre el conjunto de la casa y su pórtico, con un balcón sobre el acceso de las cocheras que daba iluminación al jardín de invierno.

A fin de siglo, al terreno original de la casa se agregó el predio colindante (N°129 de Orizaba) que permitió añadir amplias cocheras y salones diversos a la propiedad y extender el jardín frontal; en la imagen de abajo, la fachada Oriente de la casa, mirando hacia el sur.



Por ambos lados del pórtico se pueden trasponer las escaleras de dos cuerpos y bordeadas de balaustres que dan paso a la terraza de acceso, y que permite gozar de la amplia perspectiva sobre la avenida y el parque en que se ha transformado la Plaza Ajusco.

Con sus nueve metros de vistas y diez columnas de orden toscano, el pórtico se vuelve galería y permite el acceso a tres diferentes ámbitos interiores de la casa.



Aunque al paso del tiempo las características del entorno han cambiado sustancialmente, aquel pórtico/terraza/galería ha mantenido formidable prestancia, y es sitio de contemplación y envidiable antesala a los interiores de la casa.


Además, ese espacio de transición se transforma en agradable añadidura a las habitaciones, envidiable balcón que mira hacia la avenida y su arbolado, desde donde sorprendía descubrir las otras construcciones que la Colonia Roma ofrecía desde 1910.


Arriba, la vista desde una de las habitaciones hacia el oriente; abajo la casa N°126 de la Avenida Orizaba, vista desde esa terraza (Ver).



Como dije, el pórtico permite acceder a tres diferentes ámbitos, pero es la puerta central la que da paso al corredor principal y desemboca en la gran sala central. Esa puerta define su jerarquía con la herrería apropiada y un medallón superior –flanqueado por guirnaldas‒ que muestra el tema decorativo que reaparecerá en otras puertas interiores.


Arriba y abajo, vistas del vestíbulo de la casa; arriba, la toma hacia el oriente, permite mirar el acceso desde la terraza y a la izquierda muestra el paso hacia el Gran Salón. Abajo en vestíbulo y su “Enfilade”, con el candil de la sala central marcando el espacio que distribuye a todos los ámbitos internos de la casa.


La sala central, es sin duda alguna el ámbito más notable del conjunto, con 36m², su doble altura e iluminación por cuatro grandes óculos con vidrios coloridos y plafones decorados con molduras, al centro del que cuelga una fastuosa araña de cristales –tipo Montgolfiére‒ y cuarenta luces con sus correspondientes brazos y cristales.


La pieza de diseño heptagonal y esbozada con cadenas de cristales a manera de globo –de ahí el Montgolfiére‒ sorprende por su tamaño y transforma la sala central en sitio predilecto de los visitantes, que no dejan de mirar hacia arriba...

Esa sala central permite el paso a los espacios públicos de la casa y también entreteje los ámbitos privados, dando paso a recámaras y baños, así como a una curiosa escalera que permite bajar a los salones de juego o subir al mirador.

Tanto desde la sala central como del gran salón se puede pasar al comedor y jardín de invierno, que con la vista más larga al interior de la casa, captura las miradas y curiosidad; detrás de una puerta acristalada –que repite el motivo ornamental de medallón con guirnaldas‒, el amplio comedor de seis metros de largo y cuatro y medio más hacia el jardín interior sorprende al visitante con una inesperada sucesión de espacios e iluminaciones.


Al fondo, una de las piezas más significativas en la impronta “Deco” en la casa, es la fuente con respaldo de azulejo con firma de la casa Ruhlmann, conjunto que desde su colocación debió ser objeto de nota.

Concebido como “Jardín de Invierno” y aprovechado como antecomedor y terraza, el espacio con piso de mosaico y que desborda luz –gracias a vitrales a ambos lados del salón‒ presenta como remate un nicho en el que se colocó una fuente que debió sostener una escultura de Max Blondat «Enfant en équilibre sur une boule».



Con evidente impronta de «L'Hôtel du Collectionneur‒Pavillon Ruhlmann» de «l’Exposition internationale des arts décoratifs et industriels modernes de 1925» en Paris, la fuente adosada al muro norte recibió la magnífica decoración en mosaico polícromo de la Casa Ruhlmann, donde al centro sorprendía -sobre los tres platos de la fuente- la «pièce en biscuit et porcelaine émaillé» como escultura de Max Blondat «Enfant en équilibre sur une boule» o simplemente « Equilibre», presentadas originalmente en el pabellón de la feria sobre la explanada de Los Inválidos, en 1925.

Arriba y abajo, dos aspectos de «L'Hôtel du Collectionneur‒Pavillon Ruhlmann» de «l’Exposition internationale des arts décoratifs et industriels modernes de 1925» en París.

El trabajo de Max BLONDAT (1872-1926) se reprodujo en la Manufacture Nationale de Sevres como «L'Équilibre, Fontaine et son bassin en biscuit et porcelaine émaillé» pieza que irremediablemente recuerda el Manneken Pis en Bruselas, y estuvo disponible desde 1926, a pesar de la muerte de Blondat ese miso año.
La fuente ahora únicamente presenta la esfera, además de que también se retiraron las lámparas, que fueron sustituidos por arbotantes con cristales de colores.



Volviendo al salón central, el gran espacio con sus cinco puertas también da acceso a otros espacios, destacando el paso desde el vestíbulo a lo que de origen fuera el Gran Salón de la casa, así como paso directo a las habitaciones.


Con acceso desde el vestíbulo, paso al comedor y una puerta al pórtico/terraza/galería –además de un balcón que mira hacia las escaleras y avenida Orizaba‒, el Gran Salón debió contar con magnífico amueblado y aderezos de muy diversa procedencia, de los que apenas subsisten los decorados en el plafón, con intricados ornamentos ejecutados en yeso y la magnífica puerta acristalada que permite paso al comedor.

Arriba, el gran salón con una reproducción del biombo diseñado por Jean Dunand en colaboración con el escultor Séraphin Soudbinine para el salón de música de la residencia Solomon R. Guggenheim en Port Washington ‒Long Island‒; al fondo –izquierda– uno de los vitrales del Salón de Invierno visto a través del comedor.

Aunque la planta principal tiene su acceso ceremonial por las escalinatas de la fachada oriente de la casa ‒aprovechando la magnífica terraza/galería y su espacio con columnas pareadas‒, la casa Peláez tiene otro par de escaleras para uso cotidiano.



Con accesos desde el interior y la fachada poniente, otros dos tiros de escalera ligan los diversos niveles de la edificación, con una gradería concebida para el servicio que comunica planta baja y planta principal, y otro gran tiro que además permite acceder al mirador y sala de cine, en la parte más alta de la estructura.


Además de los accesos y ventanas que le corresponden, esa escalera de cinco rampas se ilumina en lo alto por un tragaluz engalanado con vitral polícromo.



Mencionar ese vitral, da pie a describir otros emplomados de la casa, piezas de magnífica factura, de procedencia francesa, que engalanan de manera teatral los espacios diseñados por Lamm y añaden esa nota ecléctica al conjunto, enfrentando esos diseños claramente insertos en la corriente de las Artes Decorativas –de la exposición de 1925‒, con los esquemas que teinden a la tradición académica y favorecidos en el diseño general por Lewis Lamm.

En el baño poniente de la casa, sorprende un magnífico vitral que con diseño de palmas y bananos ofrece privacía y da marco colorido.





En la fachada sur, llama vívidamente la atención otro vitral, que con una fuente protege otro de los cuartos de baño de la casa Peláez; el magnífico emplomado, cuyo motivo principal es una fuente ‒que recuerda los diseños de Edgar Brandt y Vibert frères que se presentaron en «l’Exposition internationale des arts décoratifs et industriels modernes de 1925»‒ bordeada por frutos y follaje coloridos.




Ese magnífico vitral –que de origen sirvió al baño de la recámara principal‒ se conserva en magníficas condiciones y ejemplifica claramente el período en que se concibió.

Como complemento a los anteriores, está el par de grandes ventanas que enmarcan e iluminan el “Jardín de invierno” orientados uno al poniente –dando paso al servicio de cocina‒ y otro al oriente ‒con paso a una terraza y vista hacia la Avenida Orizaba‒.


Las dos grandes vidrieras –que sobrepasan los 12m² cada una‒ están divididas en 48 secciones de las que una cuantas no tienen color. Complemento a la fuente con respaldo de azulejo, los emplomados retoman los motivos decorativos de flores y hojas de otro vitral, y los complementan con frutas, dedicando la parte baja a un intrincado y magnífico juego de vidrios coloridos.



Complemento a los emplomados y fuente de azulejo, el piso de esa habitación está recubierto con mosaicos de pasta a manera de tapete que quiere resonar como hecho de pequeñas teselas de piedra, terracota o vidrio coloreado…


Así, el “Jardín de invierno” –que comúnmente se usaba como antecomedor por su cercanía al servicio de cocina‒ resulta ser una de las habitaciones memorables del conjunto.


Como contraparte a esa habitación –al otro lado del comedor‒ y dando paso a la zona privada de la casa, la sala central –comúnmente llamada Hall‒ permitía amplia distribución a las habitaciones, baños, escaleras y servicios hacia el Sur y Poniente.

Ese Hall, con la abundante iluminación de cuatro claraboyas con discreta ornamentación colorida, es sin duda memorable, y el amueblado con mesa alta –abajo aparece una recreación con una mesa alta, diseño de Edgar Brandt en bronce y marmol‒ debió permitir un sorprendente ir y venir frente a la chimenea.



De nuevo, merece mención el candil de ese Hall, que como ya he escrito, resulta una de las piezas más notables de la casa y afortunadamente, sigue en su sitio noventa años después de colocado.




La historia de los habitantes de la casa da un giro peculiar cuando don Antonio Peláez vende la propiedad y de ahí se entreteje una larga cadena de usos e historias; destaca el período en que Alejandro Palma Argüelles ‒que por breve tiempo fuera Director de Canal 13‒ residió ahí y sobresale aún más el saber que en reunión de amigos se le atribuye haber dicho que “‒Si Kafka hubiera nacido en México, sería un escritor costumbrista”, dicho cuya popularidad se desató porque Manuel Buendía ‒que estuvo en la reunión y era entonces el columnista más leído de México‒, la escribió repetidamente en su columna.

Luego de que en marzo de 1982 un incendio destruyó la Cineteca Nacional, la casa Peláez acogió oficinas de esa institución, aunque desde principio de 1984 se inauguró un nuevo conjunto de salas en “Plaza de los Compositores”.


Eventualmente la casa volvió a ser residencia y ya en manos de la familia Díaz-Peláez amplió su superficie al anexarse al predio colindante ‒N°127 de Orizaba‒ e incrementar así la superficie del terreno a 1,128m², agregando cuartos de juegos, cocheras y una amplia terraza..

Vino entonces el sismo de Septiembre de 1985 y la zona entera sufrió un sobresalto.


Arriba, en una imagen captada luego del sismo y que se difundió ampliamente en los medios impresos, aparece el edificio en contra esquina de la casa Díaz-Peláez, al cruce de la avenida Orizaba y calle Zacatecas N°102; a pesar de la intensidad de las sacudidas, la casa Peláez no sufrió daños notables, aunque la zona sufrió grave deterioro.

Al poco tiempo y bajo el nombre de “Campus Guanajuato”, la casa sería rentada por un largo periodo para albergar la “Universidad de Londres”, institución que había sido fundada desde 1980 y estaba en pleno crecimiento.



Luego de albergar a esa institución por casi 28 años ‒ además de abrir otras varias locaciones, la universidad encontró asiento permanente en la Plaza Luis Cabrera, dentro de una casa que había sido edificada por el general Francisco Serrano en 1923 (Ver)‒ la casa volvió al uso privado, pero desde mediados de 2015 fue sometida a una intervención arquitectónica a manos de José Manuel Jurado, a fin de albergar “Casa Quimera”, un conjunto de restaurantes, salas de exhibición y teatro que hace uso integral de la casa.



Desde entonces, ha sostenido muy diversas actividades en lo que fueran los salones públicos de la casa, mientras que en lo que fueran las recámaras sobresale un restaurante de cocina española diseñado por Miguel de la Torre -abajo, una imagen que agradezco al arquitecto-.

Es también en ese período que se retiró la estructura que cubría el mirador sobre el salón central de la casa, dado que el techo a cuatro aguas, se había deteriorado.

En los amplios espacios de la planta baja, donde se habían albergado los servicios y extensas cocheras, la casa ofrece ahora una enorme y cambiante selección de restaurantes, cafetería y tiendas a manera de boutique, que además aprovechan el jardín con frente a la avenida Orizaba.




Es un gusto ver que más de noventa años luego de edificada, la casa Díaz-Peláez sigue mostrando parte de su historia…



Este Blog se ha hecho gracias al apoyo incondicional de Julieta Fierro; está dedicado a las “Grandes casas de México” y pretende rescatar fotografías e historia de algunas de las residencias que al paso del tiempo casi se han olvidado y de las que existe poca información publicada. El objeto es la divulgación, por lo que se han omitido citas y notas; si alguien desea mayor información, haga favor de contactarme e indicar el dato que requiere. A menos que se indique lo contrario, las imágenes provienen de mi archivo, que incorpora imágenes originales recopiladas al paso del tiempo, así como el repertorio de mi padre y parte del archivo de don Francisco Diez Barroso y sus imágenes de Kahlo; en general, he editado las imágenes a fin de lograr ilustrar mejor el texto. Si se utilizan las imágenes, favor de indicar la fuente –aunque advierto que pueden tener registro de autor–.



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