viernes, 25 de junio de 2021

El otro “Palacio Cobián”…

La casa Rodríguez/ Vélez/Cobián en el N°57 de Sadi Carnot, luego “Conciliación y Arbitraje” y ahora Biblioteca UVM.


Edificada desde 1901 por don Feliciano Rodríguez Puente para su esposa Enriqueta Argüelles Cuevas-Quirós, la casa en la Segunda Calle Sur (ahora Sadi Carnot) fue incorporada a la de don Francisco Antonio Vélez Cañizo, y ampliada a su máxima extensión por don Prudencio Cobián Fernández del Valle para su esposa Encarnación Amézaga López de Letona y sus cuatro hijos.

El inmueble alojaría después al Colegio Cristóbal Colón en 1938 –dirigido por el Hermano Adrián Gibert– y entre 1939 y 1959 albergó la Junta Central de Conciliación y Arbitraje del Distrito Federal; al año siguiente, se fundó ahí el Instituto Harvard que a partir de 1968 adoptó el nombre de Universidad del Valle de México y la casa ahora –restaurada– alberga la biblioteca –Centro de Información‒ y salones para distinguidos eventos.





Como parte del crecimiento de la ciudad y hacia el sur del templo y hospital de san Cosme y san Damián ‒lindando con la “Garita del Calvario”‒, se había planeado desde 1861 un fraccionamiento sobre terrenos propiedad de doña Josefa de Terreros de Algara y al que se llamaría “Colonia de los arquitectos”, a cargo de Eduardo García y Francisco Somera que lo urbanizaron a partir de 1862, con el ideal de alojar residencias diseñadas por los arquitectos de la Academia de San Carlos.

Abajo, en plano fechado -1861- investido “Plano general de la Ciudad de México”, impreso por Decaen y que forma parte de la colección de la Mapoteca Orozco y Berra, aparece la mancha urbana de aquella fecha y donde hacia el Oeste (izquierda), se ve claramente la Calzada de Tacuba que luego de flanquear la Alameda, era parte del crecimiento de la mancha urbana hacia el poniente; nótese que aún no existe el Paseo de la Reforma, y que el Paseo de Bucareli (con sus glorietas) casi no tiene edificaciones marcadas. A la izquierda, he señalado la “Colonia de los Arquitectos” que en ese 1861 era apenas proyecto de García y Somera.



Abajo, en un detalle de ese mismo plano el sector Sur-poniente de la ciudad, destacando las edificaciones sobre Ribera de San Cosme y donde al centro-izquierda, se dibujó ya la “Colonia de los arquitectos” (aun inexistente pero que se trazó al año siguiente), con las ocho manzanas que la conformarían: al oriente limitaba con el Camino de Hierro de Tacubaya / calle de Ramón Guzmán que después –ensanchada– se convertirá en Insurgentes Centro; al poniente lindaba con la “Calzada del Rancho de la Casa Blanca” que se transformaría en calle de Rosas Moreno; al sur limitaba con la “Calzada de la Hacienda de la Teja” -ferrocarril a Toluca-, hoy Manuel Villalongín; al norte se ajustaba con la acodada prolongación del camino de Fierro de Tacubaya, hoy Guillermo Prieto y Gómez Farías.


Al centro -y de norte a sur-, la nueva colonia aprovechaba el amplio trazo de la calzada que llevaba a la “Garita del Calvario” y la comunicaba con el templo y hospital de San Cosme, para transformarla en calle de Industria -hoy Serapio Rendón-, complementando el trazo con el cruce -de oriente a poniente- con la Calle de las Artes, que sería prolongación de la importante Avenida Providencia (hoy Artículo 123, Donato Guerra y Antonio Caso); el trazo se complementaba con las calles dedicadas a los Arquitectos -hoy Miguel Schultz- y Del Sur -hoy Sadi Carnot-. En ese detalle de arriba, he marcado el sitio en que tiempo después don Feliciano Rodríguez Puente adquirió para su esposa Enriqueta Argüelles Cuevas-Quirós un terreno parcialmente urbanizado hacia 1900.

Abajo, en un fragmento del Plano de la Ciudad de México publicado por José Montauriol y que corresponde a 1889, aparece la ya urbanizada “Colonia de los Arquitectos”, aunque su límite hacia el sur no resultó la Calzada de la Hacienda de la Teja sino una calle estrecha que colindaba con la nueva estación ferroviaria de pasajeros Palmer-Sullivan (vías de riel angosto, que unían la Ciudad de México con Manzanillo y la entonces Villa de Nuevo Laredo) y que ahora -ampliada- llamamos Sullivan; en el plano he marcado en la manzana N°9, el sitio en que habitaría don Feliciano Rodríguez una primera casa edificada sobre aquel predio.


Además, en el plano de arriba, se distingue sobre la Calle del Sur –Calle Sur 24‒ (ahora Sadi Carnot N° 68) el enorme edificio que alojaría el “Asilo Particular para Mendigos” (señalado con el N° 80) fundado por don Francisco Díaz de León e inaugurado en Septiembre de 1879, que se transformó en asilo para ancianos y es ocupado ahora por el “Pentathlón Deportivo Militarizado México”; hacia el sur y sobre esa misma calle (ahora Sadi Carnot 116) está uno de los primeros conjuntos de casas edificadas fuera del casco de la vieja ciudad, y que puede darnos una idea de la apariencia de los edificios del período en la zona.

Al año siguiente, los señores Enrique (Henri) Tron y Leon Signoret a través de Eduardo García constituyeron una sociedad para la compra -en 1890- de una serie de terrenos al norte y poniente de la Garita del Calvario, que incluía el rancho “Cebollón” y fragmentos de la hacienda San Rafael para crear una extensión a lo que se había urbanizado desde 1863 y no había prosperado como se esperaba; al conjunto se le llamó “Colonia San Rafael” con límites (con nombres contemporáneos) al sur, Sullivan y Parque Vía (no Hacienda de la Teja/Villalongín, porque parte de los terrenos se habían usado para la “Estación Sullivan/Colonia” del Ferrocarril Mexicano); al norte, Ribera de San Cosme; al oriente, la Av. Insurgentes Norte; al poniente, la calle dedicada a Gabino Barreda, restricción que luego se extendería hasta la calzada de la Verónica, avenida que luego rendiría homenaje a Melchor Ocampo, y hoy conocemos como Circuito Interior.

Algunos datos adicionales acerca del área, pueden encontrarse en la entrada relativa a la casa Azurmendi / De Teresa en la calle de Sadi Carnot (Ver).



Así, gracias al desarrollo de México durante la última década del S. XIX, la nueva Colonia San Rafael sería enormemente popular y en sus terrenos se edificarían sorprendentes viviendas de grandes dimensiones y ecléctica diversidad; en la imagen de arriba -una tarjeta de 1901- aparece “Calle de la Industria” (que ahora llamamos Serapio Rendón en honor al diputado defensor de Madero y Pino Suárez) mirando hacia el norte desde la calle de las Artes. De las pocas casas que ahí aún se conservan de ese período, está la edificada en 1900 sobre esa Calle de la Industria (hoy Serapio Rendón N° 76 que en la foto de arriba aparece a la extrema derecha) y que por años albergó la “Women Foreign Methodist Society of Mexico”, luego el Instituto Sara L. Keen y el colegio “Grosso” para varones, y que llega a nosotros -terriblemente modificada- como oficinas del IMJUVE.

La casa -que sería ocupada por John W. Butler a la cabeza de la “Foreign Methodist Society of Mexico” y servía al templo metodista adyacente- era una recreación romántica e historicista que tan en boga estaba durante el cambio de siglo y se había edificado en concordancia con el gusto de la época; podría pensarse que la casa no era particularmente grande, pero en una toma hecha cuando ya albergaba el Colegio Sara L. Keen y que muestra la fachada sur, se puede ver lo amplio de la residencia (el terreno cuenta poco más de 4,500m²) edificada el mismo año que la casa Rodríguez-Argüelles.


Tanto la casa J. W. Butler como el templo metodista adyacente –predio en el que luego se trazó la pequeña calle cerrada “Blanca”‒ son relevantes, por colindar hacia el oriente con la propiedad que nos ocupa y las diversas ampliaciones que como UVM se han dispuesto...

Abajo, una imagen de la Calle de las Artes -justo a media cuadra y al cruce con Industria-, y a apenas una calle de la que se edificaría la casa Rodríguez-Argüelles, que nos permite ver ese eclecticismo -imperante desde el S. XIX y durante los primeros años del S. XX-, que permitía recreaciones románicas, interpretaciones renacentistas o glosas de supuesta historicidad y defensa académica en un período que Ulysses Dietz ha llamado de “Eclecticismo creativo”…



Como complemento y en ese mismo período, aparece abajo una vista de la calle Sur 24, también mirando hacia el norte y el cruce con la Calzada del Calvario –ya entonces Avenida poniente 4 y ahora Valentín Gómez Farías‒ en que se distinguen las grandes casas al cruce de la avenida –a la izquierda la barda de la casa que nos ocupa‒ y donde destaca a derecha la suntuosa residencia que desafortunadamente ha desaparecido –la de la derecha con cúpula en esquina‒ y otra que ha sido modificada –aunque la edificación pervive, la buhardilla circular que aparece justo al centro de la imagen se retiró‒.




Es en ese contexto que se insertan don Feliciano Rodríguez Puente y su esposa Enriqueta Argüelles Cuevas-Quirós, mujer de reconocida vivacidad y entereza que respaldaría a su marido en la carrera de las armas y que desde 1896 respaldó también la compra del predio en la “Segunda Calle Sur, Manzana 9 del Cuartel VIII esquina con la Calle del Calvario” con una superficie de casi 2,000m² y curiosa geometría.


Don Feliciano Rodríguez Puente nació en 1850 en Cangas de Onís, Asturias -España- y murió el 8 de Marzo de 1913 en la Ciudad de México, a los 63 años; casó el 31 de agosto de 1877 con Enriqueta Argüelles Cuevas-Quirós 1848-1914 (Hija de Juan Antonio Argüelles Meana 1817 y Josefa Cuevas- Quirós Álvarez-Rojas 1814-1859) con quien engendró a Emilio Rodríguez Argüelles 1879-1949 (que casaría e agosto de 1903, con María Dolores Noriega Castro 1884-1978) y Fernando Rodríguez Argüelles (quien casó en Mayo de 1916, con Teresa Torres Rivas 1881). Si entiendo correctamente, edificó a partir de 1897 una casa que sería radicalmente modificada a partir de 1903; además, entregaría al matrimonio Rodríguez-Noriega una pequeña sección del predio con frete a la Calle del Calvario.

El predio adyacente y sus 2,000m², sería adquirido en 1897 por Francisco A. Vélez Cañizo, hijo de Francisco Antonio del Corazón de Jesús Vélez de las Cuevas y Gallardo (que sería reconocido por Porfirio Díaz como Héroe Nacional y recordado como Gobernador de San Luis Potosí, Guanajuato, Querétaro y Comandante militar del Distrito Federal).


Don Francisco Vélez Cañizo –hijo de doña Carlota Cañizo Ybarra y del gobernador Cañizo‒, nació el 14 de agosto de 1861 y contrajo matrimonio con María Guadalupe Emilia Vicenta Goribar y Zavala, para quien edificó una casa en la “Segunda Calle Sur, Manzana 9 del Cuartel VIII” en que habitarían sus hijos Carlota (n.1894), Francisco (n. 1895), Joaquín (n.1896) y Antonio (n.1898). Apenas cinco años después, la familia vendió la propiedad.

Por lo que he logrado deducir de lo que consta en el archivo del Registro Público de la Propiedad, el interesado en ambas posesiones –la casa Rodríguez-Argüelles y la Vélez-Goribar‒ que sumarían una superficie de poco menos de 3,840m², sería don Prudencio Cobián Fernández del Valle que había contraído matrimonio a fin de 1900 con Encarnación Amézaga López de Letona. Don Prudencio era hijo mayor de don Juan José Cobián y Concepción Fernández del Valle, que procrearon a Prudencio, Natalia, Rosario y Feliciano, todos Cobián Fernández del Valle; los dos hijos emigraron a México en 1880 y se establecieron en Guadalajara, donde los recibieron los tíos Manuel Justo y Francisco del Valle (banqueros prominentes), y para 1890 se trasladaron a Lerdo, en Durango donde establecieron la “Casa Cobián”, dedicada al comercio del algodón y a refaccionar a los agricultores de la comarca Lagunera. Al poco tiempo rentaron y luego compraron varias haciendas, pasando después incluso a fraccionar grandes partes de esos terrenos y promover el crecimiento de Torreón -Coahuila-, Durango e incluso Ciudad Juárez. (Ver)

Los hermanos Cobián participaban en “Casa Cobián” por partes iguales, desempeñando don Feliciano la supervisión de las labores en campo y tratos comerciales, y don Prudencio lo relativo a la contabilidad y supervisor de las transacciones comerciales. Ya casados y a principios de 1900, fijaron ambos residencia en la Ciudad de México, y dejaron sus propiedades en manos de apoderados, administradores y empleados, todos de ascendencia española.


En la Ciudad de México, Feliciano edificó lo que se conocería como el “Palacio de Cobián” (imagen de arriba) que se construyó sobre un predio de 1,750 m², que originalmente pertenecía al depósito de tranvías “México-Tacubaya-Mixcoac” (Ver) y cuyo diseño se encargó al prominente arquitecto Emilio Dondé Percigat. La casa figura en el imaginario colectivo, por ser la semilla del conjunto que ahora ocupa la Secretaría de Gobernación y ocupa toda la manzana…

Don Prudencio Cobián casado como dije a fin de 1900 con Encarnación Amézaga López de Letona, adquirió también en 1903 un terreno para edificar su nueva residencia, aprovechando además las estructuras preexistentes edificadas por Feliciano Rodríguez Puente y Francisco A. Vélez Cañizo con ochenta metros de frente hacia la “Segunda Calle Sur, Manzana 9 del Cuartel VIII esquina con la Calle del Calvario”.


Arriba, don Prudencio Cobián Fernández del Valle y su esposa Encarnación Amézaga de Cobián en 1905 con sus dos hijos mayores, José Luis (n.1902) y Fernando (n.1904), ambos Cobián Amézaga; abajo, el ingeniero Manuel Marroquín Rivera por 1910.


Aunque alguna fuente afirma que también encargó el diseño al arquitecto Emilio Dondé, todo parece indicar que Cobián se acercó al ingeniero Manuel Marroquín Rivera que con el arquitecto Silvio Contri apenas diseñaba la primera propuesta para el nuevo edificio de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas que debía edificarse frente a la “Plaza de la República” en la Calzada del Egido (sic.); Marroquín Rivera es recordado principalmente por su propuesta para la “Conducción del agua de los manantiales de Xochimilco a la Ciudad de México” (Ver) y la ejecución de las obras, incluyendo el diseño de la Estación de bombeo «Condesa» (edificada donde ahora se levanta la “Torre de la Secretaría De Economía” en Zamora N°197, Colonia Condesa –que de origen albergó el Instituto mexicano de comercio Exterior‒) así como las cuatro enormes cisternas en los terrenos de la Loma del Rey y su cuarto de control.



Para el matrimonio Cobián- Amézaga, el ingeniero Marroquín sin duda consideró que apenas a trescientos metros se edificaría el nuevo Palacio Legislativo Federal y para hacer un guiño al polémico edificio -diseñado por Émile Bénard y que se edificaba desde 1904-, clocó el eje central de la casa en correlación al eje del Palacio y la Calle del Egido (sic.), a fin de dar aún más realce a la nueva residencia…

Abajo, un fragmento del plano de la ciudad de México para 1907, en el que he señalado el sitio en que se edificó la casa Cobián-Amézaga; nótese que ya se indica el sitio en que desde 1904 se cimentaba el nuevo Palacio Legislativo (marcado con el N°57).



El 7 de Marzo de 1897 se había apelado a nivel mundial:
«Se convoca a un concurso internacional para diseñar el “Palacio del Poder Legislativo Federal de los Estados Unidos Mexicanos”»

Se recibieron 51 (o 56) proyectos que fueron exhibidos, discutidos y evaluados; en 1898 el jurado declaró desierto el primer lugar del concurso, y determinó el empate de tres segundos lugares, decisión que causó duras críticas que duraron meses. Finalmente se seleccionó el proyecto de Pier Paolo Quaglia, pero al morir poco después se nombró al arquitecto Emilio Dondé -parte del jurado original- como director de la obra, pero luego de aún más críticas se comisionó diseño y obra al arquitecto francés Emile Bernard ‒otro de los segundos lugares‒, quien firmó el contrato en 1904 e inició la labor…


El Palacio Legislativo Federal sería una enorme edificación, que consideraba cerca de 15 mil metros cuadrados construidos, y donde se organizarían además de las Cámaras de Diputados y Senadores, una gran biblioteca e innumerables oficinas operativas; al centro del conjunto y cubriendo la “Sala de Pasos Perdidos”, se colocaría una cúpula rematada por un águila que se encomendó al escultor Georges Gardet, reconocido escultor de animales –miembro de la Académie des Beaux-Arts y recipiendario de la Légion d’Honneur en 1900‒ que la modeló y entregó el original laminado en bronce en 1910.


Arriba, “Georges Gardet dans son atelier avec le modèle 1 á 1 pour l’aigle du Palais Fédérale a Mexico”; abajo “Gardet, Georges (1863-1939) : Aigle en cuivre martelé pour le palais fédérale de Mexico”, parte del acervo del Musée d’Orsai.


La magnífica pieza remata ahora el Monumento a la Raza en Avenida Insurgentes; Gardet es también autor de los dos leones que ahora custodian el acceso al Bosque de Chapultepec frente al Paseo de la Reforma.

Decía yo que para el matrimonio Cobián-Amézaga, el ingeniero Marroquín consideró la magnífica perspectiva hacia la cúpula en construcción, por lo que remetió la edificación una docena de metros, creando un jardín con fuente y pórtico hacia el oriente, para enmarcar aquel panorama que además daría realce y prestigio a la propia casa; igualmente, el pórtico elevado al que se accedía por una magnífica escalera señalada por decorado tímpano, estaría flanqueado por dos habitaciones con fastuoso decorado y sus propias majestuosas ventanas a manera de “serliana” mirando hacia el Palacio…



Desde ese pórtico ‒en torno al que gira la composición de la casa‒, la vista debió prepararse espectacular, aún y cuando ya se había edificado la casa al otro lado de la calle con el N°4 de la Calle del Calvario (ahora Gómez Farías); abajo, he recreado la propuesta pespectiva desde el pórtico de la casa Cobián-Amézaga, mirando hacia hacia el oriente, el jardín, la casa de enfrente y a 400 metros, la cúpula del proyectado Palacio Legislativo Federal de Bénard rematada por el águila de Gardet.



Así, el diseño de Marroquín para la casa contemplaba un gran pabellón centrado en el predio de 3,840m² y definido por tres ejes compositivos en los más de 2,400m² construidos, con un eje principal de simetría oriente-poniente (acordado en el pórtico con eje y cúpula del Palacio Legislativo) rematando en la capilla privada, y dos ejes norte-sur que con accesos secundarios, pasillos y escaleras, que ordenarían los espacios interiores en los dos niveles del inmueble. En la colindancia sur, un edificio para huéspedes así como cocheras, caballerizas y servicios complementarían el conjunto, al que además se agregó un quiosco decorativo en la esquina de las calles Sur 24 y Calvario…


Sin duda, el elemento más conspicuo de la composición sería la fachada oriente, que remetida y revestida totalmente en cantera labrada, enmarcada por los 1,200m² del jardín frontal y levantada sobre el semi-sótano, con su pórtico de columnas corintias encuadrado por robustos cuerpos adelantados y el todo rematado por balaustres y ornamentos de inspiración académica, es un bloque que salta a la atención de viandante y visitante.


Los dos cuerpos laterales serían diseñados con todo el refinamiento del academicismo finisecular, perforados al oriente por “Serlianas” o el “motivo Palladiano” ‒ventanas que se abren en tres partes y constan de dos crujías rematadas por un dintel sobre el que se apoya un arco central sostenido por columnas, y que algunos textos llaman “Ventana Veneciana”‒ que tan popular se volvió al inicio del siglo y remontados con el tradicional medallón ("Cartouche") concluido con ornamento de palmeta...

El resto de las fachadas, presentarían aplanados y decoración en cantera en todos los basamentos, remates y recuadros de ventanas, ornamentando los accesos con intrincados diseños y las ventanas principales con Serlianas y vitrales de buena factura.



Al centro de la fachada oriente y su desarrollo de más de 45 metros, una escalera ceremonial enfatizando el eje central permite acceder a la terraza, que flanqueada por fustes pareados con remate Corintio está señalada arriba y como eje por un frontón con tímpano decorado –lamentablemente, poco logrado‒ y bordeado por extensa balaustrada interrumpida rítmicamente por pedestales que soportan triunfos y orbes.


Ese pórtico oriente resultaría uno de los espacios más logrados del conjunto, mostrando habilidad compositiva y gran eclecticismo en la elección de ornato; los fustes corintios montados en pedestales a la manera de Vignola crean una magnífica visera a la fachada, que perforada de nueve vanos profusamente ornamentados, darían paso a las diversas dependencias de la casa.



La escalera ceremonial que permite acceder a la terraza, flanquea la rampa de 16 peldaños con balaustres que repiten el diseño de terraza y remate superior, arrancando el derrame entre pedestales de cuidada decoración sobre el cubo y sosteniendo esferas que replican los remates en la parte alta. En sorprendente y peculiar detalle de diseño, el pasamanos de la balaustrada se inserta entre los pedestales de las dobles columnas del pórtico…



En la terraza se ornamentan las diversas puertas con marcos tallados en piedra y dinteles o tímpanos curvos que señalan su jerarquía; así, los dos remates que dan acceso a salones de recibir (profusamente decorados a la manera morisca) y la puerta central (acceso al pasillo del eje principal) se decoran con frontones curvos rotos por un escudo abombado flanqueado por guirnaldas, mientras que las ocho puertas de los dos salones están remontadas por un dintel y consola con cartuoches simplificados.



Dos nichos flanquean el acceso principal y dan cuenta del magnífico trabajo de talla que se contrató para ejecutar los diseños; abajo, la imagen muestra la delicada talla en el marco de la puerta central y uno de los nichos, donde cuadrifolios entrelazados, haces de lictores (evolución de un emblema de poder militar de los reyes etruscos) y caídas (“Chute d’ornement”) aderezan jamba y dintel, mientras que consolas, cornisas y cartelas (de “Cartouche” que es el adorno que enmarca un emblema) complementan el conjunto.



Es iportante hacer notar que el conjunto es extenso y diverso, con más de 140 metros de desarrollo en fachadas ‒además del edificio de apoyo‒, por lo que el conjunto desarrolló un amplio repertorio decorativo; sorprendentes debieron ser los diversos vitrales que adornaban varias de la ventanas, en particular el de la veranda del comedor ‒en la fachada norte‒, que en semicírculo emulaba un “Jardin D’hiver” ‒cierro con cristal emplomado y estructura metálica que era muy popular en las edificaciones de fin de siglo XIX como “Veranda”‒ y que debió ser muy agradable en verano…



Abajo, en una vista de conjunto tomada por 1920, puede verse la casa Cobián captada desde lo alto al cruce de las ya entonces calles Sadi Carnot y Gómez Farías; destacan detrás de la extendida reja, el quiosco en la esquina –cubierta en ese momento la estructura metálica‒, la veranda del comedor –la saliente en semicírculo con vitrales que se descubre a la derecha de la imagen‒, el “Pabellón mirador” –que se disimula detrás del árbol a la derecha de la fotografía‒, el pórtico de acceso a la casa –al centro de la imagen‒ y el edificio para huéspedes así como cocheras –que se alcanza a distinguir a la extrema izquierda‒.



De origen, la casa contaba dos accesos aprovechando cada una de las calles, aunque el principal se creó por la calle Sur 24, justa al lado del edificio de apoyo; esa entrada luego se movió al frente de la casa –justo frente a la escalera principal–.

Abajo, una recreación de la Casa Cobián-Amézaga hacia 1910, e inserta una imagen de la familia captada el 25 de febrero de 1910 en que aparecen doña Encarnación Amézaga de Cobián –de pie‒, don Prudencio Cobián Fernández del Valle y sus cuatro hijos: José Luis (n.1902), Fernando (n.1904), Daniel Prudencio (n.1907) y Concepción; aún no parece Antonio Cobián Amézaga que nació en 1911.



Al interior, los decorados, acabados y amueblado debieron ser sorprendentes; no he encontrado imágenes con los interiores de 1905 o 1910, cuando la familia de don Prudencio Cobián Fernández del Valle y su esposa Encarnación Amézaga mudaron a la familia y se habían ya instalado, pero lo que subsiste –y fue restaurado– puede darnos trama para lo que ahí sucedía hace más de 110 años…


Desde el detalle del labrado en las puertas hasta las molduras que engalanaban los muros, pasando por picaportes y vitrales interiores, lo que nos llega de la Casa Cobián-Amézaga es sorprendente por su riqueza y diversidad; arriba, una recreación del Gran Salón y abajo, una toma desde el extremo poniente del pasillo principal y mirando hacia el este, con el pórtico y a la distancia lo que habría sido la cúpula del Palacio Legislativo…



La casa debió ser marco de innumerables reuniones familiares y sitio en que los festejos del Centenario de la Independencia de México se celebraron con fasto. Indiscreto recuerdo es el que para esas celebraciones de septiembre de 1910, la casa de don Feliciano Cobián y Rosalía Fernández en el Paseo de Bucareli ya no era propiedad de la familia y albergó entonces a parte de la comitiva que representaba a los EEUU ante el gobierno de México.

Abajo, inserta sobre una toma de la casa y su escalera principal, la fotografía de una reunión de la familia Cobián.



En una magnífica imagen captada hacia 1920 y que agradezco a don Manuel Fernández del Valle, aparecen con “Toto” y “Juguete” frente al quiosco del jardín de la casa, los miembros de la familia Cobián-Amézaga; de izquierda a derecha, sentado Daniel Prudencio (n.1907), Antonio (n.1911), Concepción (n.1909) , Fernando (n.1904), don Prudencio Cobián Fernández del Valle, José Luis (n.1902) y doña Encarnación Amézaga de Cobián.



Con los disturbios que se dieron luego del asesinato del Presiente Madero y su vicepresidente Pino Suárez en 1913, la dinámica de la familia Cobián-Amézaga había cambiado de manera radical y en 1925, don Daniel Prudencio ‒hijo Concepción Fernández del Valle Álvarez y Juan José Cobián Ballina, nacido en la parroquia de Camoca en el concejo asturiano de Villaviciosa, sobre el año 1860‒, falleció en su casa de la ciudad de México, el 24 de agosto.

En tanto que la casa pasó a la propiedad de la Compañía Fraccionadora y Constructora del Hipódromo y su titular don José de la Lama, Fernando Cobián Amézaga contrajo matrimonio en 1930 con María Luisa Tazzer Coppel, mientras que José Luis y Daniel Prudencio contrajeron nupcias con las hermanas Ana María y Guadalupe Sela Madaleno en 1935; Concepción Cobián Amézaga contrajo matrimonio al final de la década con Raúl Carrillo.



Eventualmente y luego de que José de la Lama ‒ya en plena sociedad con Raúl A. Basurto‒ reubicara las oficinas la Compañía Fraccionadora a la recién bautizada avenida Madero esquina con Isabel la Católica, la casa fue ocupada por la familia Rivera-Río y en 1930, por el abogado venezolano José Ortega Martínez, quien desde ahí intentó -sin éxito-, promover una conspiración armada contra el dictador Venezolano Juan Vicente Gómez Chacón

Entretanto y a manos del arquitecto Carlos Obregón Santacilia, la estructura central del Palacio Legislativo Federal –que había permanecido en abandono desde 1911‒ se aprovechó para crear el “Monumento a la Revolución” que sería inaugurado en 1938 con esculturas de Oliverio Martínez de Hoyos.


El águila de Georges Gardet se envió a la Avenida de los Insurgentes, donde el ingeniero Francisco Borbolla edificaba el “Monumento a la Raza” que sería terminado en 1940, con grupos escultóricos de Luis Lelo de Larrea y colocda coronando un pedestal con bronces de Jesús F. Contreras creados para el Pabellón de México en la Feria Universal de París de 1889 (Ver)



De hecho, en una magnífica imagen captada por 1935, durante los trabajos de remodelación de la “Cúpula del Salón de Pasos Perdidos del Palacio Legislativo” para transformarla en “Monumento a la Revolución”, aparece abajo una toma captada desde lo alto de aquella estructura mirando hacia el poniente y la Colonia San Rafael; con un círculo he marcado la que había sido casa Cobián-Ampezaga –de la que destaca el mirador‒ y era entonces residencia de don José Ortega Martínez que murió ese año en Sadi Carnot N°57.



Para 1938 y quejada por descuido, la casa albergó por un año el Colegio Cristóbal Colón dirigido por el Hermano Adrián Gibert, instituto que al año siguiente dejó el inmueble para ocupar la casa Azurmendi-De Teresa, apenas unos pasos al norte y sobre la misma calle (Ver).


Arriba, una imagen de la fachada sur en ese período, en la que se distingue que el Gran Salón aún conservaba algunos vitrales, pero se habían hecho intervenciones desafortunadas en las recámaras y alterado los sótanos. Abajo, otra imagen de ese tiempo como Colegio Cristóbal Colón –para varones‒ en que aparece también la fachada sur de la que fuera casa Cobián-Amézaga con uno de sus accesos laterales; a la derecha se distingue la “Casa de invitados” y lo que antaño fuera la zona de caballerizas. A la izquierda, se distingue la adición que se edificó en la azotea y al fondo, se reconoce la silueta del recién inaugurado “Monumento a la Revolución”.



Entre 1939 y 1959 la casa fue ocupada por la Junta Central de Conciliación y Arbitraje del Distrito Federal, organismo creado apenas en 1927 para reglamentar la competencia en resolución de conflictos de trabajo en zonas federales; en abril de 1939, se creó el Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje, y nombrado como primer Presidente del Tribunal, el Lic. José Guadalupe Zuno –suegro luego del presidente Luis Echeverría Álvarez‒ que instaló una oficina en Sadi Carnot N°57.


En esos veinte años, la casa sufrió algunas modificaciones de importancia y los sótanos soportaron una sustancial transformación, además de que en la zona de cocheras y caballerizas, se levantaron nuevas construcciones. Parte de los salones se mantuvieron en buenas condiciones, aunque el estado general de la construcción se degradó…



Afortunadamente, cuando la Junta Central de Conciliación y Arbitraje se reestructuró y requirió de nuevas oficinas, se optó por edificar un nuevo y mucho más amplio inmueble en la Colonia Doctores –sobre Avenida Dr. Río de la Loza‒, dejando libre la casa de Sadi Carnot.




En 1960 el apenas creado “Instituto Harvard” compró terreno y casa –recordando su tiempo como Colegio Cristóbal Colón‒ y la aprovechó como asiento para el nuevo establecimiento de educación superior; paulatinamente dieron un nuevo uso a los espacios, eliminando algunas de las denigrantes adiciones (como el tejaban agregado en la azotea), y rescataron parte de los acabados originales…


Luego de los disturbios estudiantiles de 1968 el grupo fundador del “Instituto Harvard” se desintegró y uno de sus miembros ‒José Ortega Romero‒ rescató el ideal educativo del Instituto, transformándolo en “Universidad del Valle de México”, haciendo de la casa Cobián-Amézaga el eje.

Además y desde entonces, la UVM ha adquirido ‒ acompasadamente‒ varios predios circundantes, que han ampliado marcadamente la superficie de la institución y por lo mismo permitido reducir las exigencias sobre la que fuera casa Cobián, construcción que ya restaurada es aprovechada como “Centro de Información” –biblioteca- del Campus San Rafael.



En una extensa y prolongada labor de reposición, la casa edificada en 1905 ha sido limpiada y conservada, haciendo algunas ampliaciones y modificaciones razonables. Se agregó un acceso principal frente al eje central de la casa –inexistente en el diseño original‒ aprovechando la reja del acceso lateral; se edificó un nuevo inmueble en la zona de cocheras y caballerizas, que da acceso a un nuevo edificio de aulas en el predio aledaño, y la que fuera “casa de visitas” se transformó en aiento de la Rectoría.



Buena parte del jardín frontal se ha rehabilitado, y aunque no se repuso la fuente frente a la escalera principal –hay ahora una escultura que rinde homenaje al fundador‒, el espacio abierto ha vuelto a ser un espectáculo para el viandante.

El edificio anexo –Casa de invitados‒ se restauró por completo y aprovecha el restringido acceso para dar cobijo a la principal oficina administrativa del conjunto.


Desde ahí –una de las vistas más largas del conjunto‒ se puede advertir la extensión del jardín frontal, y notar que la esquina que ocupó el quiosco de estructura metálica, está ahora aprovechado por una edificación que alberga una cafetería.



La casa principal ha sido cuidadosamente restaurada y salvo las huellas de la escalera de acceso, presenta buena parte de sus acabados originales en buenas condiciones. Afortunadamente, en ese pórtico podemos seguir admirando las características de la arquitectura ecléctica y finisecular que de manera generalizada se propagó por la Colonia de los arquitectos primero y la Colonia San Rafael después.



Al interior, los corredores conservan también su viveza original, y aunque los magníficos pisos de madera ensamblada han sido sustituidos por mosaico –los originales se perdieron desde hace tiempo‒ aún se puede ver buena parte de la carpintería original, de magnífica talla y aderezada de vidrios coloridos.



Los dos salones frontales y comedor son ahora ocupados por la biblioteca de acervo abierto y sala de lectura. Buena parte de las yeserías decorativas han sido repuestas –incluidas las de inspiración oriental en los salones laterales, a los que generalmente se llama “Pabellón de Arabescos” y “Pabellón de Suásticas”‒ y remozada la carpintería; desafortunadamente en los pisos desapareció el magnífico “parquet” ornamental (galicismo que describe las figuras cuadradas y en diagonal que fueron usadas en el Palacio de Versalles en 1684, como “parquet de menuiserie”).




El Gran salón recuperó también buena parte de su decoración en muros y parte de la carpintería, por lo que dadas sus magníficas proporciones, se mantiene como salón de múltiples usos según los requerimientos. Aunque la serliana de ese salón perdió sus emplomados, sigue teniendo magnífica presencia…



El entorno ha cambiado de drástica manera y las edificaciones que dieran contexto a la casa se han desvanecido. El cruce de Valentín Gómez Farías y Sadi Carnot (lo que tiempo atrás fueran Calle del Calvario y Segunda Calle Sur) resultan irreconocibles, a no ser por el N°41 de Gómez Farías, que a pesar de haber perdido el remate amansardado sigue en pie.


La casa frente a nuestra edificación, fue sustituida por un conjunto de varios niveles de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE) y que funciona ahora como “Centro Nacional de Capacitación del Fstse”. Además, prácticamente todas las residencias de principio de S. XX han sido sustituidas por otros inmuebles, incluidos conjuntos de departamentos y oficinas.

El Monumento a la Revolución ya no es notable referencia, rodeado de otros muchos inmuebles de gran altura…





Este Blog se ha hecho gracias al apoyo incondicional de Julieta Fierro; está dedicado a las “Grandes casas de México” y pretende rescatar fotografías e historia de algunas de las residencias que al paso del tiempo casi se han olvidado y de las que existe poca información publicada. El objeto es la divulgación, por lo que se han omitido citas y notas; si alguien desea mayor información, haga favor de contactarme e indicar el dato que requiere. A menos que se indique lo contrario, las imágenes provienen de mi archivo, que incorpora imágenes originales recopiladas al paso del tiempo, así como el repertorio de mi padre y parte del archivo de don Francisco Diez Barroso y sus imágenes de Kahlo; en general, he editado las imágenes a fin de lograr ilustrar mejor el texto. Si se utilizan las imágenes, favor de indicar la fuente –aunque advierto que pueden tener registro de autor–.



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