jueves, 4 de junio de 2020

La casa del general Francisco Serrano en Plaza Ajusco.




Edificada para el secretario de Guerra y Marina –destacado miembro del gabinete del Álvaro Obregón– y que en 1926 –cuando fungió como Gobernador del Distrito Federal‒ parecía ser candidato favorito a ocupar la presidencia de la república, el general Francisco R. Serrano contrató en 1923 al ingeniero Manuel Luis Stampa para diseñar y construir para su esposa ‒Amada Bernal‒, una casa frente a la Plaza Ajusco en la nueva ampliación de la Colonia Roma. Luego de los desafortunados sucesos de Huitzilac en que el general Serrano fue asesinado, la casa quedó como patrimonio de su viuda y al paso de los años ha sido ocupada por diversas instituciones educativas.


La brillante casa revestida de piedra blanca es de hecho marco perfecto para lo que algunos consideran la mejor novela histórica del S. XX: “La sombra del Caudillo” –una verdadera tragedia‒ de Martín Luís Guzmán, ya que esa casa del general Serrano –que sería residencia de Ignacio Aguirre en la novela‒, es sitio donde comienza el desenlace de la disputa entre dos generales que pretenden llegar a la primera magistratura, y resplandeciente, señala uno de los momentos más oscuros de la política posrevolucionaria…


Francisco Roque (o Rufino) Serrano Barbeytia nació el 16 de agosto de 1889 en el poblado de Choix –Quilá‒, (aunque algunas fuentes indican Santa Ana -Distrito del Fuerte- 80Km. al sur y cerca de Mocoroni), en el estado de Sinaloa, donde un fraccionamiento recibe su nombre; hijo de Rufino Serrano Corral (ca 1861-1927) y Micaela Barbeytia Álvarez (ca 1865-1925), pasó su infancia como amigo de Alvarito Obregón Salido en Huatabampo. Desde muy joven trabajó en El Fuerte con Fortunato Vega ‒de la élite fortense‒, que se volvió su protector y maestro; también estuvo algún tiempo en Mocorito, para retornar después a Huatabampo y descubrir que su hermana mayor ‒Amalia‒ había casado con Lamberto Obregón, hermano de su amigo Álvaro.


Desde 1910 se adhirió al movimiento revolucionario como subteniente, consiguiendo el grado de capitán 2°, y acompañando al ya entonces coronel Álvaro Obregón en su expedición contra la incursión orozquista de 1912. Al término de la campaña ese mismo año, ofició como secretario particular del gobernador de Sonora ‒José María Maytorena, con el que ganó gran cercanía y amistad‒, cargo que dejó luego del asesinato del presidente Francisco I. Madero, enrolándose entonces en las filas del Ejército Constitucionalista –ya como como capitán 1°–, como parte del Estado Mayor de la Columna Expedicionaria, al mando de su amigo de infancia y concuño, Álvaro Obregón contra Huerta.



Luego de la “Decena trágica”, tanto Sonora como Coahuila eran los estados baluarte en franca rebelión contra el gobierno golpista de Victoriano Huerta; Venustiano Carranza lo tenía claro, y por eso cruzó la Sierra Madre Occidental a caballo para llegar a San Blas, donde lo esperaba Álvaro Obregón, a fin de acompañarlo a Hermosillo vía ferrocarril. Sonora ofrecía un ejército organizado ‒con frontera y aduanas para salvaguardar una economía que permitiera hacer frente a los requerimientos de compra de armas, pertrechos y bastimentos‒, mientras que Carranza ofrecía algo que no tenían los sonorenses: un discurso ideológico y político ante la nación...

Así el 28 de junio de 1914 se reunieron en Nogales –Sonora‒, los varios caudillos y dirigentes militares para zanjar sus diferencias, con la presencia de Plutarco Elías Calles, Benjamín G. Hill, Manuel Diéguez, Ignacio Bonilla, Ignacio Pesqueira, Alfredo Braceda (representante de Carranza) y Francisco R. Serrano –Jefe ya del Estado Mayor de Obregón–. Así, Francisco Serrano veía coincidir temporalmente a dos jefes a quienes debía lealtad, Maytorena y su amigo de infancia –Obregón‒, con quien alcanzaría la gloria, pero también al personaje con quien vería llegar la tragedia, en tiempo del “Caudillo” Plutarco Elías Calles.



Siempre me sorprendió la forma en que Martín Luis Guzmán describió –con una libertad más cercana a Tolstoi o Tomas Mann que a la misógina práctica mexicana‒ al ficticio general Aguirre (que en realidad es Serrano):
“En su cara ‒de suyo defectuosa‒, había algo por cuya virtud el conjunto de las facciones se volvía no solo agradable sino atractivo; era la suavidad del trazo que baja desde las sienes hasta la barbilla, era la confluencia correcta de los planos de la frente y de la nariz con la doble pincelada de las cejas; era la pulpa carnosa de los labios que enriquecía el desvanecimiento de la sinuosidad de la boca hacia las comisuras, lo mate del cutis y la sombra pareja de la barba y del bigote –limpiamente afeitados‒ que parecían remediar su mal color de igual modo que el gesto con que se ayudaba para ver a distancia, restaban apariencias de defecto a su miopía incipiente…”


El 11 de Octubre de 1912, en San Ignacio ‒Sonora‒, Francisco Serrano había contraído matrimonio con Amada Bernal López (1892-1982), a quien dejó en Hermosillo mientras seguía la carrera de las armas. Aunque con altibajos, ese matrimonio perduraría hasta 1947, aún a pesar de la fama de noviero que perseguía a Serrano y de que existe constancia de una relación con Josefina Méndez y que en El Paso County ‒Texas, USA‒ Serrano contrajo matrimonio también con Adela Abasolo el 23 de Octubre de 1920…

Abajo, en la imagen captada durante una ceremonia en el Colegio Militar, acompañan al general Serrano, los coroneles Roberto Cruz y Abelardo Rodríguez, antes de ser nombrado por Obregón gobernador general del Territorio de Baja California.


Aquel que Martín Luis Guzmán describió como miope, alcanzó el grado de General luego de su participación en las campañas contra tropas federales, huertistas, villistas, zapatistas, yaquis y en la rebelión delahuertista; en 1916 fungió como Oficial Mayor de la Secretaría de Guerra y Marina, para luego ocupar una curul como Diputado Federal y luego ser asignado al ministerio de Guerra como Subsecretario, en 1920 y quedado como Encargado del Despacho en 1921; a partir del 4 de marzo de 1922 y hasta el 30 de septiembre de 1924 se desempeñó como Secretario de Guerra y Marina, durante la gestión de su concuño, el Presidente Álvaro Obregón.



Es así que para 1923 vemos a Serrano trabajando en torno al general Obregón, dentro de un gabinete que incluía al general Plutarco Elías Calles en la cartera de Gobernación, al ingeniero Alberto J. Pani en la Secretaría de Relaciones Exteriores, al general Amado Aguirre en Secretaría de Comunicaciones, al licenciado Miguel Alessio Robles en la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo, al contador Adolfo de la Huerta en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, José Vasconcelos en la Secretaría de Educación Pública, y Ramón P. Denegri en la Secretaría de Agricultura y Fomento.



Aunque años después, el general Serrano ocuparía el cargo de Gobernador del Distrito Federal ‒entre junio de 1926 y junio de 1927‒ en la gestión de su compañero de armas Plutarco Elías Calles, es durante su periodo como ministro de Guerra y Marina, que Serrano decidió mudarse permanentemente a la Ciudad de México y edificar una casa acorde con su nueva estatura política en el gobierno el país.


Así, se acercó a un muy popular constructor, que desde 1912 se había hecho de renombre entre los miembros de la nueva élite oficial y el gabinete, y que había incluso albergado en su propia casa al general Felipe Ángeles y luego al Presidente Venustiano Carranza, antes de su precipitada salida de la Capital.

El Ingeniero Manuel Luis Stampa Ortigoza era originario de Guadalajara ‒Jalisco‒, donde estudió en el Colegio Francés y luego pasó a la Ciudad de México para continuar sus estudios, antes de viajar a París donde cursó la carrera de Ingeniería Civil y Eléctrica en “l’École supérieure”. De vuelta en México trabajó en la Compañía de Luz y Fuerza, en obras de dragado en los puertos de Salina Cruz, Coatzacoalcos y Mazatlán, e impartió clases de Electricidad Industrial en la Escuela Nacional de Artes y Oficios para Varones; para 1915 fue nombrado primer director de la Escuela Práctica de Ingenieros Mecánicos y Electricistas, institución que ahora llamamos ESIME.


Desde 1907, Stampa adquirió un amplio terreno de 1,200m² al cruce de lo que serían las calles dedicadas a los Ríos Lerma y Amazonas, y en la esquina edificó para su familia una de las primeras casas de la apenas urbanizada colonia Cuauhtémoc ‒Río Lerma N° 35‒. La sobria edificación ocupaba una sección de 640 m² de lo que años atrás había sido la hacienda de la Teja, y aprovechaba la sección oriente para abrir un amplio jardín y dar acceso a la casa, que se desarrollaba en torno a un profuso vestíbulo de dos pisos, al rededor del que se colocaron antesala y sala, comedor, cocina, y arriba tres recámaras y estudio-biblioteca; al fondo del jardín, colocó las cocheras y los cuartos de la servicio y lavandería, así como una habitación para el intendente.

Desde 1911, el ingeniero edificó en el resto del terreno (Amazonas N°46 y N°48), otras dos casa para renta, que serían eventualmente vendidas junto con Amazonas N°43.


En 1913, la “Decena Trágica” trastocó la tranquilidad de la colonia y zanjó la vida de la familia Stampa, cuando el general Felipe Ángeles estableció su centro de mando en los sótanos de la casa; desde ahí dispuso el bombardeo de la Ciudadela, donde se habían atrincherado las fuerzas golpistas de Félix Díaz y Manuel Mondragón. Ángeles permaneció ahí hasta el 18 de febrero, cuando el fue aprehendido y enviado a Palacio Nacional para acompañar a Madero en el lamentable desenlace de aquel trance. Sorprendentemente, años después fue el general y Presidente Venustiano Carranza ‒el “Viejo de la barba florida”‒ quien desde 1919 rentó la casa como su residencia privada –aunque residiría generalmente en Plalacio Nacional–, y así Stampa se transformó inesperadamente en el arquitecto del Presidente…


A partir de entonces se sucedieron diversos encargos importantes, entre los que destacarían la edificación de una magnífica casa de estilo moderno ‒hoy diríamos “Nouveau”‒ en el N°57 de la Plaza Roma, en sociedad y colaboración con Anold Spinelli (foto de arriba); la casa para el matrimonio Torreblanca / Elías Calles en la calle de Guadalajara N°104 edificada a partir de 1922 en un estilo de reminiscencias medievales (Ver) o la enorme residencia de Archibaldo Burns y Carmen Luján en el N°423 del Paseo de la Reforma, esquina con Río Mississippi (Ver) ejemplo del dominio académico en la composición y decoración que poseía el ingeniero Stampa.



Para 1923, Stampa edificaba también una casa en el N°57 de Río Rihn, parte del grupo de tres casas (foto de abajo) edificadas entre Ríos Lerma y Pánuco siguiendo diseños de Manuel Cortina –izquierda–, R. Goyeneche –la central– y M. L. Stampa –a la extrema derecha–; aunque desafortunadamente dos de las casas han desaparecido, la de número 57 –extrema derecha– aún se conserva en buenas condiciones como sede de “Farmacopea Mexicana” e ilustra las características del eclecticismo en la arquitectura residencial en la Colonia Cuauhtémoc durante las dos primeras décadas del S. XX.




Es en esa etapa que el general Serrano –Secretario de Guerra y Marina‒ solicita al ingeniero Manuel Luís Stampa el diseño y construcción de una casa que agradara a doña Amada Bernal de Serrano, sobre un magnífico terreno de 1,110m² frente al parque -ensanche de la avenida Orizaba- que entre Guanajuato y Zacatecas albergaba una espaciosa fuente con juegos de agua.



No olvidemos que la avenida Orizaba daba continuidad al trazo de la avenida original –trazada desde 1905 como parte de la Colonia Roma‒ y era el camino al “Estadio Nacional” que como parte de su “Revolución Cultural” estaba edificando el ministro José Vasconcelos para ocupar el enorme predio desahuciado del panteón municipal de La Piedad; el gobierno de Obregón había cedido los terrenos a la Secretaría de Educación y en 1922 se alzó en el extremo Oriente una escuela modelo frente a la calle de Jalapa -de un novedoso estilo neocolonial- obra diseñada por el joven arquitecto Carlos Obregón Santacilia, sobrino del Presidente.


La construcción del Estadio Nacional de México Inicio también en 1923, bajo las órdenes del arquitecto José Villagrán García; el diseño debía estar inspirado en los antiguos estadios griegos -con forma de “U”- con graderías laterales, cabecera hemicíclica, y con la sección posterior abierta y ligada a los campos deportivos. Sería inaugurado el 5 de mayo de 1924 por el presidente Álvaro Obregón con un “Festival cívico escolar” en el que participaron todas las escuelas de la capital.



Así, la Casa en la Plaza Ajusco y su terreno de 1,110m² estaban en un sitio privilegiado, área donde la nueva clase revolucionaria había elegido sentar sus reales y donde el matrimonio Serrano/Bernal edificaría la casa familiar.


Para el diseño, el ingeniero Stampa eligió un novedoso estilo neocolonial que desde principio de la década venía ganando adeptos y que a pesar de estar inserto dentro del aún imperante eclecticismo del siglo pasado, se insertaba en la corriente que ganaba adeptos en los Estados Unidos y tenía el distintivo de ser considerado como nacionalista.


Así, frente al estanque de la Plaza Ajusco, el ingeniero Stampa creó un pabellón que se liberaba de las colindancias y aparecía casi como una Villa del renacimiento italiano, concebido en derredor a un alto espacio central con iluminación cenital, levantado sobre un basamento y rodeado de habitaciones, que hacia afuera, se mostraban guarecidas bajo una majestuosa cubierta inclinada revestida de teja y envueltas por un portal arcado –en las fachadas oriente y sur‒ de exuberante ornamentación neo-barroca labrada en “piedra artificial” fabricada en los talleres de Enrico Nessi, en Frontera N°111; al centro de la composición -marcando el eje de la casa-, un imponente marco con arco mixtilíneo articulaba la composición señalando el acceso ceremonial...


De compleja composición ‒invocando diversos elementos decorativos del barroco‒, la cresta de aquel marco ornamental hace gala de la habilidad compositiva de un diseñador que conoce los elementos propios del período y sabe escogerlos, muy a tono con el eclecticismo aún imperante y de la mano con Enrico Nessi, creador de las estatuas y bajorrelieves del Estadio de Jalapa así como de la decoración del Salón de Recepciones de la Secretaría de Relaciones Exteriores (Ver)..



En el mismo tenor, las arcadas que resguardan parte del derredor, son ejemplo de composición, que abreva en áreas de inspiración diversa –no dudo que el Nessi tuviera en mente las obras de Miguel José Rivera por un lado (como la portada del Colegio de las Vizcaínas que se levantó entre 1742 y 1753) o las obras del barroco de la región Puebla-Tlaxcala (como el Santuario de Ocotlán, realizado ya en la segunda mitad del siglo XVIII)‒ recordando con sus ornamentos vegetales elementos capturados en el pasado barroco, pero revividos con mucho mayor énfasis y magnificencia, con peanas de soporte, enjutas, capiteles y roleos que más tienen de pompa que de estructura.


Hecha esa crítica, el resultado en el N°9 de Plaza Ajusco será sorprendentemente logrado, y la casa se desplanta sosegada sobre el basamento de oscura piedra braza que la levanta quince escalones sobre el sótano, con un pórtico -que pareciera perimetral- y cubierta por los amplios aleros de la techumbre de teja colorada que con suave pendiente y marcada por acompasadas ménsulas, envuelve y define la composición. El trabajo decorativo, de moldeado sorprendentemente bien ejecutado en la “Piedra artificial” de los talleres Nessi, aprovechó la rápida reproducción en molde y el talento de los artesanos para lograr una ornamentación que con sombras y luces da interés y contextura al conjunto.


Particularmente logrados son los pórticos oriente y sur, que con sus arcadas limitadas por parapetos decorados confieren ligereza al conjunto y son una magnífica forma de aprovechar las vistas hacia la plaza y la ciudad en lejanía.


Sorprende la diablura que el propio Stampa se asignó para resolver la esquina, permitiendo la continuidad del pasillo, pero interrumpiendo arcada y cubierta para crear un juego de “arista invertida” en cornisa y techo, creando además un juego inesperado en el gran alero y la interacción de las cubiertas de teja.


La arcada es de noble desenvoltura, más como una galería que un pórtico, en la que agradan las robustas columnillas de modo Toscano en clara referencia al “Précis des leçons darchitecture” de Jean-Nicolas-Louis Durand.


Mirar desde fuera los parapetos decorados no puede menos que hacerme pensar en la vista que a partir de 1923 debió tenerse desde esa galería, en una ciudad que finalmente regresaba a la tranquilidad y se edificaba ‒luego de los diversos episodios de la revuelta armada‒ con el ímpetu de lo que se ha dado en llamar “felices años veinte” (para otros los veinte dorados o años locos -roaring twenties-) y donde llegó esa peculiar moda de las “garçonnes” a la que doña Amada no fue ajena.


Habían llegado los años 20 y a pesar de las vicisitudes políticas y económicas, las mujeres se daban la oportunidad de recorrer las grandes tiendas departamentales para admirar y comprar la ropa que llegaba quincenalmente con novedades europeas y americanas; en tanto que los hombres de la política, buscaban el símbolo perfecto para mostrar su escalafón con los automóviles que llegaba también de los Estados Unidos y ocasionalmente de Europa…


Debió ser sorprendente pasear por la Colonia Roma y ver la manera en que ya se vivía en ese México; parecía que la Revolución no hubiera sucedido, aunque ahora, era la clase rebelde la que mostraba la fortuna del poder. Arriba, frente a Plaza Ajusco N° 9, lo que pareciera ser un Bugatti Type 41 Royale, creación del propio Ettore Bugatty en 1926.



Acceder a la casa Serrano/Bernal debió ser sorprendente y un privilegio de contados. Desafortunadamente, no tengo imágenes del iterior en 1923 o poco tiempo después, pero una visita al inmueble en su estado actual puede dar alguna idea de las características que debió tener hace poco menos de cien años.

Lo primero que sorprende es la puerta principal ‒de cristal y hierro forjado‒, que para alguien familiarizado con las residencias de Lomas y Polanco podría parecer común, pero recordemos que en los años 20’ no lo era; la puerta permite el acceso a un vestíbulo que llava luego a tres espacios de notable calidad: dos salones a ambos lados y un grán hall de distribución que se beneficia de iluminación cenital.



Aunque los interiores han perdido todo el mobiliario de origen, aún se conservan pisos y puertas originales, así como acabados en muros y ventanas, aunque en el hall se hicieron algunas modificaciones para descender al semi-sótano.


El amueblado perdido debió tener características eclécticas, y para imaginarlo, muestro abajo una imagen del Hall principal de la casa Torreblanca / Elías Calles ‒Guadalajara N°104‒ que el propio ingeniero Stampa diseñó en 1922 (Ver); aunque ahí la inspiración era gotizante, podemos notar la diversidad estilística del amueblado, que afortunadamente se conserva con características muy similares a las que tenía en la década del veinte.


Aunque la casa Serrano/Bernal da la impresión de ser un volumen cuadrado al frente del terreno, la construcción se alarga bastante hacia el fondo, donde un largo pasillo da acceso a las diversas recámaras, que en aquel tiempo quedaron desocupadas y al paso de los años cedieron sus muros a salones de clase.


Al terminar la casa, el ingeniero Stampa siguió con el diseño y edificación de otras varias casas, incluyendo un grupo edificado en la calle de Puebla 128 y 30, así como en la calle de Río Amazonas 43 y Rihn 57; además dedicó mucho de su tiempo al ajuste de los planes de estudio de la Escuela Práctica de Ingenieros Mecánicos y Electricistas, institución de la que fue director y la transformó en la actual ESIME.




Entretanto, la vida del general Serrano seguía llena de actividad, toda vez que hasta el 30 de septiembre de 1924 desempeñó el cargo de Secretario de Guerra y Marina; luego del cambio de gobierno, y con el general Plutarco Elías Calles en la presidencia, pasó a ser Gobernador del Distrito Federal, iniciando el 21 de junio de 1926 para dejar el puesto en junio de 1927, para dedicarse a otros proyectos…

La casa de Plaza Ajusco N°9, podría transformarse en la residencia del Presidente de la República.



Desde hacía algún tiempo ya, un amplio grupo de seguidores proponían que Francisco R. Serrano Barbeytia se presentara como candidato presidencial en las elecciones de 1928. Serrano gozaba de cierta popularidad y parecía ser considerado un buen sucesor por Calles; un problema importante, parecía ser su vida privada, rodeada de excesos, fiestas y “novias”…


Desde 1927 se puso en marcha un programa para sanear la imagen y presentarlo como hombre de familia –que habitaba en una hermosa casa de la Colonia Roma‒ y hábil estadista, por lo que se diseñó un “viaje de estudio” a Europa –acompañado por su esposa‒ a fin de familiarizarlo con la alta diplomacia y las estructuras militares de otros países y que sin pasar por la perdición de París, le haría encontrarse con algunos políticos de categoría.


A su regreso, la campaña inició en junio de 1927, respaldado inicialmente por el Partido Socialista de Yucatán, el Centro Antirreeleccionista, la Alianza de Partidos Antirreeleccionistas de los Estados y el Partido Nacional Revolucionario (no aún el organismo que en 1929 fundó Plutarco Elías Calles y se transformaría en el PRI); el problema se suscitó porque ya para entonces la campaña era en contra de la candidatura de Álvaro Obregón, que buscaba reelegirse aún a pesar del axioma revolucionario de “Sufragio Efectivo, No Reelección”. Abajo, a su regreso a México, Serrano con algunos fervientes seguidores.


Ya para entonces, los dos principales candidatos contra la reelección ‒Serrano y el general Arnulfo R. Gómez‒, acusan al general Álvaro Obregón de un sinnúmero de delitos, mientras éste, se dedica a difamar a sus contrincantes. La contienda se vuelve notoria y en las concentraciones para apoyar a Serrano, los partidarios se multiplican. En la foto de abajo, una concentración recibe al Serrano, cuyo auto parece perderse entre la multitud.


Gracias a su viaje y los contactos que había establecido, el candidato lograba promover su candidatura también entre los representantes extranjeros y en sus reuniones con embajadores ganó popularidad como la mejor opción para sustituir al Presidente Calles; es entonces que corrió el rumor de que Serrano y Gómez planeaban aprehender a Obregón, Calles y Amaro –como un golpe de estado– durante las prácticas militares que se llevarían a cabo en el Campo Aéreo de Balbuena, pero todo parece indicar que ese plan en realidad nunca se dio.


En 1927, nada hacía pensar que la sucesión política del presidente Plutarco Elías Calles acabaría de manera sangrienta. Antiguos compañeros de armas, de zozobras y triunfos, los generales sonorenses habían salido triunfantes de las crisis anteriores y en apariencia –cuando menos‒ el lazo entre Serrano y Obregón era inquebrantable; según nos cuenta Armando Ponce, en “el nieto del general Serrano lo rescata de la sombra a la que lo condenó la historia oficial, a 70 años de su asesinato”, además de la amistad infantil y los servicios prestados durante las diversas campañas, Francisco Serrano había salvado la vida a Álvaro Obregón al evitar que Francisco Villa lo enviara fusilar durante la visita que le hicieron en 1914, antes de iniciarse los trabajos para redactar la constitución.


Si la idea de un golpe de estado era cierta o no, Calles y Obregón no esperaron a comprobarlo. Sacaron a Gómez de la jefatura de Operaciones Militares en Veracruz, y se le invitó salir del país con un cargo diplomático, pero rehusó. De ahí, los hechos se desataron rápidamente y el 2 de octubre de 1927, las maniobras militares en los llanos de Balbuena perecieron dar credibilidad a los rumores de asonada aunque nada hubiera sucedido.


Aunque Serrano sabía de los rumores, no estaba convencido de correr algún peligro y dejando a su esposa en la casa de la Plaza Ajusco, se fue a Cuernavaca con unos amigos, para celebrar el día de su santo, el día de San Francisco.
Allá fue detenido y recluido con sus acompañantes en el cuartel de Cuernavaca, con la única orden de mantenerlo vigilado; el 3 de octubre por la tarde, se recibió orden de trasladar a los reos a la Ciudad de México. En la carretera y justo antes de llegar a Huitzilac, la caravana que llevaba a Serrano en su propio automóvil y a sus acompañantes detrás –que según datos incluía a Carlos A. Vidal, Miguel A. Peralta, Daniel Peralta, Rafael Martínez de Escobar, Otilio González, Carlos V. Araiza, Alonso Capetillo, Augusto Peña, Antonio Jáuregui, Ernesto Noriega Méndez, Octavio Almada, José Villa Arce y Enrique Monteverde‒ hacia México, se encontró con un regimiento de artillería con 300 soldados armados bajo las órdenes del general Claudio Fox.

La historia cuenta que cuando Serrano vio a Fox, le entregó su pistola al capitán García Alcántara, diciéndole “guárdatela, porque ya no la voy a necesitar…


Fue una purga sangrienta de los rangos militares y ya fuera Obregón o Calles quien dio la orden, se eliminó con desmedida violencia a quien otrora fuera un leal y efectivo compañero de armas.

Las demostraciones de dolor y solidaridad fueron muchas, pero nada quedó en claro más que la historia oficial en que luego del juicio donde fueron hallados culpables, se fusiló a los militares levantados en armas.


El N°9 de Plaza Ajusco quedaba en luto y la pequeña familia se resguardó en la tierra natal.


Al paso del tiempo la casa cumplió diversos usos, destacando su papel como centro educativo en el que sus muchas y amplias recámaras funcionaron bien como salones de clase. Es probablemente gracias a esa peculiaridad que se salvó de la transformación sufrida por la colonia Roma, donde muchas de las grandes casonas fueron destruidas para dar mayor densidad a la zona.



Hacia 1975 albergó la secundaria "Justo Sierra" cuando ya la casa tenía el número 9 de la Plaza Luis Cabrera, rindiendo homenaje al abogado, político, diplomático y escritor Luis Cabrera Lobato que se manifestó abiertamente en contra de los gobiernos de Álvaro Obregón, de Plutarco Elías Calles y del camino que tomó la Revolución mexicana, y que en 1945 fuera postulado como candidato a la presidencia de la República por el Partido Acción Nacional.


Aunque la casa se mantiene prácticamente intacta, ha sufrido períodos de desatención, y algunas de las intervenciones, aunque bien intencionadas, no han sido del todo favorecedoras. Se pintó el trabajo de “piedra artificial” para ocultar el paso del tiempo, y lamentablemente eso menosprecia el trabajo original; además, se han hecho algunas alteraciones a la estructura, cosa que podría ser nocivo, sobre todo considerando la propensión de la zona a ser lastimada por los sismos.


Arriba, la casa frente a la Plaza Luis Cabrera una toma de Google maps, tomada en 2019; abajo la casa en 1975, cuando albergó la Secundaria Justo Sierra.



La casa es hora ocupada por la “Universidad de Londres” ‒UDL‒, institución educativa fundada en 1980 luego de que la doctora Gabriela de la Vega adquiriera el Instituto London. Como “Campus Luis Cabrera” es parte de un importante conjunto de viejas edificaciones que la institución ha revalorado como parte de su estrategia funcional; está muy bien mantenida, aunque lamentablemente se le retiró la estructura inclinada del techo y las grandes superficies de teja que cubrían la casa.



Soy de esa generación que en preparatoria leyó la novela de Martín Luis Guzmán “La Sombra del caudillo” ‒publicada en 1929‒ y quedó aterrado por la idea de que en México, “nada se mueve sin que el caudillo lo sepa”. Cuando finalmente miré la película dirigida por Julio Bracho, me sorprendió que en 1960 se escogiera como casa del ministro de Guerra -general Ignacio Aguirre- la edificada en la esquina de Hamburgo y Varsovia -Colonia Juárez-, siendo que la verdadera casa aún existía –en buenas condiciones para ser escenografía‒ frente a la entonces aún Plaza Ajusco…



Este Blog se ha hecho gracias al apoyo incondicional de Julieta Fierro; está dedicado a las “Grandes casas de México” y pretende rescatar fotografías e historia de algunas de las residencias que al paso del tiempo casi se han olvidado y de las que existe poca información publicada. El objeto es la divulgación, por lo que se han omitido citas y notas; si alguien desea mayor información, haga favor de contactarme e indicar el dato que requiere. A menos que se indique lo contrario, las imágenes provienen de mi archivo, que incorpora imágenes originales recopiladas al paso del tiempo, así como el repertorio de mi padre y parte del archivo de don Francisco Diez Barroso y sus imágenes de Kahlo; en general, he editado las imágenes a fin de lograr ilustrar mejor el texto. Si se utilizan las imágenes, favor de indicar la fuente –aunque advierto que pueden tener registro de autor–.



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