viernes, 22 de enero de 2016

Casa de campo de don Arturo Quintana y Mercedes Peñafiel (“La Castañeda”)




Conocido por los lugareños como “El castillo del Salto del Agua” y recientemente como “El Hotel de los secretos”, la que fuera casa de campo de don Arturo Quintana Arrioja y Mercedes Peñafiel de Quintana se edificó a partir de 1969 en el municipio de Amecameca –Estado de México–, sito en las faldas del volcán Iztaccíhuatl a poca distancia del poblado de Amecameca, en la zona del “Paso de Cortés”. Es importante subrayar que la casa no está abierta al público general, y recibe únicamente a los visitantes convidados por la Congregación de los Legionarios de Cristo y sus instituciones educativas.



Aunque la edificación ha tenido usos diversos, comenzó su historia como parte del edificio de “Servicios Generales” del Manicomio General de México, edificado durante 1909 y 10 en la zona de Mixcoac, sobre un fragmento de los terrenos que habían pertenecido a la Hacienda de la Castañeda –justo sobre la “Casa Grande” y su vergel –, importante propiedad productora de pulque que en su momento perteneció a don Ignacio Torres Adalid, conocido como “el Rey del Pulque”.

Don Ignacio Torres Adalid fue dueño de varias haciendas pulqueras (en los estados de México, Hidalgo y Tlaxcala), aunque San Antonio Ometusco fue siempre la propiedad emblema y predilecta de su esposa, doña María Juana Rivas Mercado, y en la que se creó el hermoso cuento de que don Ignacio llamaba “mis vacas verdes” a sus magueyes...



Arriba, en un magnífico plano dibujado en 1858 y que pertenece a la Mapoteca Orozco y Berra de la Dirección General de Información Agropecuaria, muestro “Plano de la hacienda de La Castañeda levantado por Ramón Adame”. Con el norte hacia abajo, muestra el casco de la hacienda frente al puente que cruza le Río Mixcoac, puente que corresponde al que sería trazo del Ferrocarril de Cuernavaca y ahora Boulevard Adolfo López Mateos.



Además de la hermosa casa que le edificara en 1884 su cuñado -Antonio Rivas Mercado- frente a la Alameda de la ciudad de México en la Avenida Poniente 4” –ahora Juárez– N°18 (Ver: http://grandescasasdemexico.blogspot.mx/2014/06/la-casa-torres-adalid-rivas-mercado.html ), y una quinta de campo construida en 1888 sobre la calle del Calvario 206 (Tacubaya), don Ignacio había reservado parte de una de sus haciendas cercana a la ciudad de México (Mixcoac) como sitio de reunión para todas aquellas personas que durante los fines de semana pretendían distraerse de las labores cotidianas.

Así, la hacienda “La Castañeda” transformada en CENTRO RECREATIVO CAMPESTRE abría sus puertas a quienes quisieran gozar recorriendo sus jardines o utilizar sus salones de baile, en los que por “solamente 25 centavos la entrada” se adquiría el derecho a formar parte de la fiesta y espectáculo. En pleno progreso porfiriano, los terrenos de La Castañeda fueron vendidos (“a buen precio” y a causa de algún problema de impuestos) para construir el más moderno Manicomio General.

Abajo, en una imagen que aparece en el INFORME “entregado por el Ingeniero Contratista Teniente Coronel” Porfirio Díaz en 1910, se puede ver el montículo de “La Castañeda” frente al Río de Mixcoac…



Durante la época colonial, los locos, ancianos y alguno que otro menesteroso eran aislados en instituciones subsidiadas por la iglesia y la beneficencia pública. Tal fue el caso de los hospitales como el Divino Salvador, el de San Hipólito para hombres, y La Canoa para mujeres. La idea del nuevo hospital para enfermos mentales pretendía ofrecer a sus “asilados” una calidad de vida que no existía hasta entonces en México.

El proyecto del Manicomio General contó con el apoyo del gobierno y se consideró debía contar con todos los adelantos arquitectónicos y la más moderna tecnología médica, como la llamada “recuperación y terapia para los enfermos”. El diseño siguió el modelo francés, país que dictaba buena parte de los avances científicos y al que el porfiriato seguía en diversos ámbitos. Un concurso para seleccionar el mejor proyecto se inició en el año de 1881 y como principal exigencia se solicitó incluir una reforma del caduco sistema de salud mental, que permitiera alojar en forma digna una gran cantidad de enfermos, de ambos sexos, en edificios separados pero dentro de un sólo Hospital.

Era indispensable considerar que el lugar estuviera apartado, a fin de garantizar la tranquilidad de los pacientes y la seguridad de la población; lejos de griteríos y posibles contagios “…sin pantanos cercanos o focos de infección, con plantaciones y árboles que amenicen el lugar, agua en abundancia, tierra fértil y lo suficientemente extenso para garantizar hectárea y media para cada centenar de pacientes”.


Se proyectó así un sanatorio moderno cuyo diseño original (arriba) estuvo cargo del Ingeniero Salvador Echegaray, y según nos dice Israel Katzman, se ejecutó con proyecto final a cargo de Ignacio De la Barra y Carlos Noriega; la edificación estaría a cargo del teniente coronel Porfirio Díaz (hijo) –jefe de la “Compañía Mexicana de Construcciones e Ingeniería” –, todo bajo la supervisión gubernamental del ingeniero Ignacio León de la Barra. El conjunto, con capacidad para 1200 enfermos, y donde los internos serían repartidos en 15 edificios y un pabellón de servicios sobre un área total de poco más de 140 mil metros cuadrados, incluía además albergue para médicos y casas para los administradores y director, servicios sanitarios de avanzada, enfermería, talleres, establos, sitio para enfermos infecciosos y “Mortuorio”.


La atención de los pacientes estaría bajo la supervisión de reconocidos médicos encabezados por el Dr. Eduardo Liceaga (amigo íntimo del presidente y precursor de la psiquiatría en México), junto con Miguel Alvarado, José Govantes, Samuel Morales Pereyra y Antonio Romero, quienes como parte de la comisión médica coincidieron en expresar sus observaciones acerca de lo que debería tener un Manicomio General. La resolución final y la propuesta al presidente de la República, se hizo luego del Congreso Médico Panamericano, en agosto de 1896.


Arriba, el “Pabellón de Servicios Generales” en una fotografía de Manuel Ramos, expuesta en febrero de 1910, cuando el edificio estaba ya casi terminado.

De acuerdo con el proyecto, el sorprendente conjunto hospitalario estaría organizado en derredor de un “pabellón de servicios generales, que albergaría la Dirección General, teatro, biblioteca, farmacia y equipo de fotografía, cocina, lavandería, panadería, talleres, baños, y cuarto de máquinas.” Ese edificio central, tendría además un reloj con campanas, “…que deberá ser escuchado en todo el hospital, a fin de poder mantener el orden en los horarios y permitir a los enfermos ajustarse a los ciclos que el manicomio define”.



Los pabellones para los enfermos estaban divididos bajo una clasificación vigente en la época y que diferenciaba entre: “distinguidos, alcohólicos, tranquilos, peligrosos, epilépticos, imbéciles, e infecciosos” separando a un lado a hombres y al otro a mujeres. Los establos y la morgue se encontraban en la parte trasera del conjunto, con entrada independiente para permitir el libre acceso a los practicantes de medicina, todo rodeado de una gran extensión de bosque, jardines y amplias vistas hacia el oriente y Valle de México.

En la foto de abajo, una toma hacia el sur-poniente desde la azotea del edificio de Servicios Generales; en primer plano a la derecha, el edificio central de “Enfermería y Electroterapia” y a la izquierda, los edificios para pacientes “Tranquilas” y “Epilépticas”. Más abajo, como complemento, una fotografía del corredor norte.





Para ésta entrada, me concentraré específicamente en el edificio de Servicios Generales del Manicomio, específicamente en la fachada Oriente, con su diseño de tradición académica proyectada en 1908 por el Ingeniero Echagaray y ejecutada con excelencia por el ingeniero Díaz a partir de 1909.


Salvador Echagaray, fue un reconocido profesional que se graduó como Ingeniero Militar, y en cuyo currículo destacan una importante cantidad de edificios públicos y residenciales; en Veracruz, sobresalen los edificios de Correos y Telégrafos, la Aduana Marítima y la Dirección de Faros…




Además, Echagaray diseñó edificios en Mérida y la Ciudad de México, destacando en la capital, el edificio para la escuela de Jurisprudencia, remodelación que aprovechaba la estructura del viejo convento de Santa Catarina de Siena, en la esquina de las calles que hoy conocemos como San Ildefonso y República de Argentina; entre las residencias, destaca la casa que para don Hugo Scherer Scherer diseñó en 1906 sobre el Paseo de la Reforma, en la segunda glorieta frente al monumento a Colón y en la esquina con la calle de Versalles. La casa resultó severamente dañada durante los disturbios de la “Decena Trágica” en 1913 y fue demolida (el terreno lo ocupa ahora el Hotel Fiesta Americana Reforma)



Del ingeniero Carlos Noriega, podemos mencionar su diseño para el monumento a Morelos en la plaza de la Ciudadela, mientras que del ingeniero militar Ignacio De la Barra, es interesante hacer referencia a su proyecto para la casa De la Torre y Mier / Díaz que en 1891 se edificó en Plaza de la Reforma N°1, frente a la estatua ecuestre de Carlos IV (ver: http://grandescasasdemexico.blogspot.mx/2012/11/la-casa-de-la-torre-y-mier-diaz.html)



Por su parte, Porfirio Díaz Ortega, hijo del presidente de la República, se había hecho también de una sólida reputación como ingeniero constructor, contando entre sus obras la modificación al Palacio del Marqués del Apartado –obra de Manuel Tolsá–, edificio que se convertiría en la Secretaría de Justicia e Instrucción Pública, así como la construcción de la Escuela Normal de Maestros en Popotla –Tacuba–, edificio que por años se conoció como Colegio Militar.





Las labores para la edificación del Manicomio General a cargo de Echegaray/Díaz, comenzaron en 1908, con el bardeado del terreno y la nivelación de las diversas plataformas para los numerosos edificios. Los trabajos continuaron ininterrumpidamente hasta Septiembre de 1910 bajo la supervisión detallada de Noriega y De la Barra.




En julio de 1909, el Presidente de la República -General Profirió Díaz-, colocó simbólicamente la primera piedra en el edificio de Servicios Generales; selló en un cofre, varios documentos y monedas, ante la mirada sonriente de don José Y. Limantour, auxiliado por su hijo Porfirio. Atrás, a la extrema izquierda de la fotografía, aparece también Victoriano Huerta, que para febrero de 1913, asumiría el poder en medio del caos que siguió a la “Decena trágica” e instaló una dictadura militar que llegó incluso a disolver al Congreso de la Unión…

Así como arriba, abajo aparecen tres imágenes del “INFORME 1908-1910 -entregado por el Ingeniero Contratista Teniente Coronel Porfirio Díaz-”, en que se pueden ver varias de las etapas de edificación del conjunto, resaltando la cimentación del edificio de Servicios Generales y su interesante sistema constructivo, con bóvedas de tabique. Los curiosos huecos cuadrados que se pueden observar, coinciden con lo que sería el patio principal del edificio y estarían cerrados con “bloques de vidrio” para iluminar los sótanos…







Sobre esa cimentación y sótano, se desplantaría el edificio que dio imagen al nuevo manicomio, edificio que en su época fue símbolo de “…la más avanzada tecnología aplicada al progreso de la sociedad.”



Aunque dibujado veinte años después, aparece abajo como referencia, un fragmento del plano de la Ciudad de México que se publicó en el “Atlas General del Distrito Federal” en 1930; elaborado en 1929 por disposición de José M. Puig Casuranc –Jefe del Departamento del Distrito Federal–, aparecen las calles de la ciudad, y en la sección que corresponde a la zona de Mixcoac, se señala el terreno que correspondía al Manicomio General. En la imagen, en que destaca el Río Mixcoac que se transforma en Río Churubusco (y que ahora da nombre a las calles) he marcado –en naranja– la Avenida que hoy conocemos como Revolución y en verde, la Calle de la Castañeda, que conserva ese nombre hasta la fecha, y que daba paso al acceso principal del conjunto.



Es interesante señalar que además de los edificios descritos –del que “Servicios Generales” era la construcción central y más importante–, el conjunto contaba con un bosquecillo en la ladera sur de la colina, justo contra la ribera del “Río de Mixcoac” y en esa zona, contiguas al acceso y frente al edificio central, había también una serie de viviendas para los médicos residentes, casas que formaban parte integral del proyecto inaugurado en 1910.



La construcción del Manicomio General costó un millón setecientos mil pesos y se convirtió en una obra tan importante para el país, que su inauguración fue uno de los actos con que dieron inicio las Fiestas del Centenario de la Independencia. Políticos, intelectuales y personalidades extranjeras, se dieron cita al comenzar septiembre, para inaugurar el nuevo hospital.


Consumada la obra según lo programado, el 1º de septiembre de 1910, desde temprano comenzaron a llegar un centenar de vehículos dispuestos por el gobierno, mientras que los pobladores de la zona y demás curiosos se transportaron en tranvías desde diferentes puntos de la ciudad; así, a las diez en punto, el presidente Porfirio Díaz y su esposa -Carmelita Romero Rubio-, arribaron a la ceremonia inaugural. De igual forma lo hicieron el vicepresidente Ramón Corral, el embajador norteamericano, Henry Lane Wilson y el doctor Eduardo Liceaga, principal responsable del proyecto médico de la “moderna” institución.


Además del discurso inaugural del Dr. Eduardo Liceaga, la apertura incluyó también un paseo por los edificios y una amplia y detallada visita al edificio de Servicios Generales, en donde fue captada la comitiva que acompañaba al presidente Díaz.

En palabras de Liceaga: “Éste, es un momento importante para nuestro país: estamos ahora a la par de las naciones civilizadas, marcando el rumbo de la ciencia y la atención a quienes se benefician de ella…”


Pasaría así el “Manicomio General” a ser parte de las instituciones a cargo de la Secretaría de Fomento, Colonización e Industria, y con una cartera independiente administrada directamente desde la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. El modelo operativo, inspirado en el del hospital psiquiátrico de "Charenton", activo en esa época en Saint-Maurice en el Val-de-Marne, Francia…

Abajo, una imagen del patio grande del edificio de Servicios Generales, tal como aparecía en 1930. Nótense los tragaluces en el piso del patio, lucernas para iluminar el vasto sótano del edificio.



Alegremente “¡Tás p’a la Castañeda!” se volvió equivalente a estar loco, pero vivir bien…

Como sucedió con innumerables instituciones, el Manicomio General sufrió enormes carencias durante el período revolucionario y aunque sus edificios conservaban la magnífica factura, el mantenimiento, uso y atención a los enfermos se degradó enormemente. Aunque para 1922, se restableció el tejido administrativo, los siguientes cuarenta años vieron deteriorarse los servicios, al grado de que “La Castañeda” se volvió sinónimo de humillación y desamparo…



Nació así la triste leyenda del “Palacio de la locura”, la transmutación de lo que se había inaugurado como un moderno y eficiente conjunto, transformado para los años sesenta en sigilosa vergüenza de la psiquiatría mexicana...

La noticia de su desaparición se hacía oficial en el periódico Excélsior, en la edición del 27 de junio de 1968, donde se podía leer:
“Hoy dejará de funcionar La Castañeda. El doctor Rafael Moreno Valle, Secretario de Salubridad y Asistencia, presidirá hoy a las 11 horas, la clausura del Manicomio General de La Castañeda que funcionó durante 58 años. El viejo nosocomio ha sido sustituido por una red de modernas instalaciones distribuidas a lo largo y ancho del país…”



Como referencia, aparece arriba una imagen oblicua de la Compañía Mexicana de Aerofoto -fechada el 22 de Octubre de 1958-, que mira de oriente a poniente desde la zona de Mixcoac. En rojo se señala el Manicomio General y con una línea naranja, la avenida Revolución; la línea azul sigue las avenidas Molinos y Río Mixcoac, por donde originalmente corría éste último afluente. Finalmente en verde, se señala la línea del ferrocarril, que sirve como referencia para lo que sería el trazo del Blvr. Adolfo López Mateos (Anillo Periférico).


Abajo, en una toma de Google earth de 2014, se señala el perfil aproximado del terreno del Manicomio General, espacio que ahora ocupan el conjunto “Torres de Mixcoac”, parte de la U.H. Lomas de Pateros, la tienda Walmart, el “Parque Deportivo y Cultural Plateros” y un fragmento de la ENP N°8 UNAM. Como referencia, se puede considerar que el edificio de “Servicios Generales” de que trata ésta nota, estaba justo donde ahora se levanta la tienda -y una porción del estacionamiento- de Walmart Plateros.




Cuenta Ana Paula Fernández del Castillo Quintana, que “En 1968 se estaba construyendo el Periférico, y La Castañeda estorbaba un poco el trazo de la nueva vía rápida; mi abuelo Arturo, que estaba lorenzo de remate dijo: ‘¡No! ¡Cómo vamos a tirar esta maravilla a la basura!’. Y pus la rescató”.



El ingeniero Arturo Quintana Arrioja era un prominente industrial a cargo de la compañía “AQ Industrial”, especializada en carpintería; aunque menos conocida que la corporación de su hermano Bernardo (Ingenieros Constructores Asociados -ICA-) dejó gran cantidad de edificaciones reconocidas, entre las que destacan la “Montaña Rusa” de los Juegos Mecánicos de Chapultepec (edificada en 1964, con una altura máxima de 33.5 m.) y los trabajos interiores de la nueva Basílica de Guadalupe.



Todo parece indicar que en junio de 1968, luego del anuncio presidencial respecto a la desaparición de “La Castañeda”, Quintana se acercó a los responsables de la demolición del conjunto a fin de adquirir algunas partes de la cantería; luego de varias reuniones, entró en contacto con las autoridades de la Beneficencia Pública –propietaria legal del inmueble– y para agosto de ese año gestionó la obtención de la fachada del edificio de Servicios Generales. En septiembre de ese año, justo cincuenta y ocho años luego de ser inaugurado y luego de inventariarse cada una de las piedras que conformaban la fachada del edificio, se desmontaron los muros y las piedras fueron trasladadas al Estado de México.


A unos 3 Km. hacia el oriente del pueblo de Amecameca y por el camino al poblado de Coapexco, don Arturo Quintana Arrioja había adquirido de Francisco Ros Llopis una propiedad de poco más de doce hectáreas, justo en una cañada de la ladera sur del volcán Iztaccíhuatl. Dentro de la propiedad se hallaba “el salto”, cascada de una de las vertientes que llevan el agua de deshielo al valle y que tiempo atrás había sido asiento de un molino y su edifico ahora en ruinas…



El traslado de la fachada principal del edificio de Servicios Generales -del que se hizo un detallado levantamiento contra el que se inventariaron las piedras- estuvo a cargo del arquitecto Emmanuel Lugo, que con Quintana eligió una pendiente en el terreno para armar la reconstrucción; el sitio seleccionado formaba un eje Sur-oriente con su estanque (a manera de Jagüey), y la ruina de un viejo edificio que según la tradición, se considera la primera cervecería de América.


Así, lo que fuera la fachada de “Servicios Generales” del Manicomio General de México, pasó a ser la fachada sur de la casa de descanso de la familia Quintana/Peñafiel en Amecameca, con vista hacia una vieja ruina, su estanque y una extensa faja de jardín rodeada por el bosque de coníferas del Iztaccíhuatl.


Arriba, una vista desde el porche de la casa, mirando desde lo alto hacia el Sur-oriente con la ruina y el estanque de “El Salto”. Abajo, una toma de Google maps, en que aparece al centro el eje principal de la casa Quintana/Peñafiel en Amecameca.



El resultado de la reedificación de la fachada del edificio de Servicios Generales de “La Castañeda” en Amecameca resulta sorprendente, en particular si se considera que la opción era su desaparición. Es necesario recordar que lo trasladado es apenas el frontispicio de un enorme edifico que tenía más de 160 m. de fondo y que la distribución interior de lo reedificado no coincide con la estructura original.



Es interesante señalar que se eliminó por completo la plataforma de soporte del edificio original (sótano) y edificaron escalera y rampas de acceso directamente sobre la ladera, cosa que no es evidente al mirar el resultado final; como muestra, puede verse abajo una fotografía del frente norte del edificio de Servicios Generales, donde se hace evidente el que las rampas tenían su propio soporte.



También resulta importante resaltar que en la reconstrucción no se reedificó el techo central a manera de mansarda detrás del reloj, cosa que tampoco resulta evidente al contemplar el resultado.



En lo referente al edificio, el re-ensamble de los sillares por parte del arquitecto Lugo resultó particularmente pulcro, sin reposiciones evidentes, y en conjunto bien lograda. De hecho, se re-ensamblaron incluso buena parte de los balaustres de las barandillas de rampas y escalera de acceso, cosa sorprendente considerando la fragilidad de las tallas.


En lo que para los años 70’ era casa de descanso, y particularmente en el remate central y el porche de acceso, es posible admirar el diseño de los ingenieros Ignacio De la Barra y Carlos Noriega, así como la ejecución de Porfirio Díaz, con buena parte de los elementos de diseño en boga durante el eclecticismo predominante en el México de la primera década del siglo XX.



De ser testigo de la vida dolorosa de los locos y marginados sociales recluidos en el manicomio de La Castañeda, la fachada se convirtió en el frontispicio de una casa para la fiesta y el regocijo. Según recuerda Ana Paula Fernández del Castillo a la mansión llegaban los scouts, invitados por su abuelo, así como los miembros del clan Quintana, a realizar sus festejos familiares:

“Aquí se casó mi tío Arturo, el hijo mayor de mi abuelo. Los nietos, de niños, nos fascinábamos con lo que en esa casa ocurría. Mecano grabó en la finca uno de sus videos. ¿Te acuerdas del comercial de las pastillas Halls, de un señor que volaba con su paraguas? Pues eso se filmó ahí. Nosotros fuimos testigos de esos eventos. Era muy divertido, aunque al principio nos daba un poco de miedo la fachada, porque sabíamos que había sido la entrada del manicomio…”

Abajo, una imagen del video para la “Tecno-Balada” del grupo Mecano “El Mapa de tu Corazón” en que se decía: “Le has querido comprar una jaula - le has querido meter en tu cama - pero la ventanas de tu cuarto - miran al viento…”



Don Arturo Quintana Arrioja murió el 12 de enero de 1986 y se dice que poco después doña Mercedes Peñafiel ahora viuda de Quintana donó la propiedad a los legionarios de Cristo para que los religiosos realizarían retiros espirituales, convivencias de jóvenes y cursos de formación académica; también existe la documentación relativa a que “El Castillo del Salto” se vendió al CENTRO VITA SOCIEDAD CIVIL, el 28 de febrero de 1989 por $88’762,650.oo

Los siguientes treinta años han sido de altibajos para el edificio, y aunque a la propiedad se le añadieron una serie de edificios al poniente de la casa original -que corresponden al “CIDEM Amecameca”- la casa de campo ha permanecido inalterada.

En su más reciente reaparición, el inmueble forma parte de la adaptación de la serie televisiva española “Gran Hotel” como “El Hotel de los Secretos”…



Para la filmación, al edificio se le añadió una mansarda de utilería a todo lo ancho, cosa que permite recordar el diseño original por parte del ingeniero Echegaray, y adaptar el inmueble en su caracterización como hotel decimonónico…


Arriba y abajo, dos imágenes publicitarias de “El Hotel de los Secretos” adaptación de la serie “Gran Hotel” que se filmó en lo que fuera la casa de campo de la familia Quintana/Peñafiel a final de 2015, con la producción de Roberto Gómez Fernández. En la toma de abajo, aparece frente a la casa el actor Erick Elías.



Algunas magníficas tomas de la casa aparecen en: https://www.youtube.com/watch?v=RiRNnUMyNhg





Arriba, una fantástica fotografía de 1910, captada por Guillermo Kahlo; apareció en el álbum editado por la empresa Müller Hermanos para las Fiestas del Centenario de la Independencia de México, en que don Eugenio Espino Barros nos decía: “Aquí aparecen las imágenes del México en su parte monumental, culta, industrial, agrícola y bella… Es una manera gráfica de dar a conocer nuestro país, con los edificios que hacen de la nuestra, una nación moderna y a la vanguardia.”

Abajo, la casa de descanso de Arturo Quintana Arrioja en una fotografía de 2010.





Este Blog se ha hecho gracias al apoyo incondicional de Julieta Fierro; está dedicado a las “Grandes casas de México” y pretende rescatar fotografías e historia de algunas de las residencias que al paso del tiempo casi se han olvidado y de las que existe poca información publicada. El objeto es la divulgación, por lo que se han omitido citas y notas; si alguien desea mayor información, haga favor de contactarme e indicar el dato que requiere. Si utilizan las imágenes, favor de indicar la fuente –aunque advierto que pueden tener registro de autor–. Conforme haya más entradas (ya hay más de 50), aparecerán en el índice a la derecha de ésta página…





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