La casa del ingeniero Vicente Almada y su familia fue magnífico ejemplo de la arquitectura neocolonial que se edificaba a final de la década de los años 20’ ‒aún como parte del eclecticismo imperante la década anterior‒ y noticia de la modernidad, en lo que llegaría como Spanish Colonial Revival, y que tan popular de volvería durante la década siguiente.
Don Vicente G. Almada García (n.1859) contrajo matrimonio con Eloísa Salazar Bojórquez (1863-1939) el 31 de enero de 1881 en Magdalena -Sonora-, y al poco tiempo llegaron Vicente (n.1886), Jorge (n.1889), Mercedes (n.1890), Alicia (1894-1977), María Luisa (1896-1973). De su trabajo como ingeniero en Sonora tengo pocas noticias, pero sé que desde 1921 trasladó su redencia a la Ciudad de México y en 1928 edificó una nueva casa para su esposa, cuando ya los hijos habían formado sus propias familias.
Esencialmente recordado por su intervención como funcionario público, el ingeniero Vicente G. Almada trabajó con el doctor José Manuel Puig Casauranc –Jefe del Departamento Central del Distrito Federal‒ como Director de Obras Públicas en el recién creado “Departamento Central”, y entre sus logros están el sorprendente “Plano de la Ciudad de México de 1929”, la “Escalera Monumental” del Edificio Municipal, sí como la creación del “Centro Social y Deportivo para Trabajadores en Balbuena” conocido ahora como «Venustiano Carranza», inaugurado en noviembre de 1929 y que aún llega a nosotros –aunque desafortunadamente mutilado‒ a unos pasos del edificio que alberga al Congreso de la República.
A instancia del presidente Interino Emilio Portes Gil, el 1° de enero de 1929 se fusionaron los servicios del Ayuntamiento de la Ciudad de México con los del Gobierno del Distrito Federal, creando el “Departamento Central del Distrito Federal” y como titular fue nombrado el doctor José Manuel Puig Casauranc ‒que había estado al cargo de la Secretaría de Educación Pública durante el gobierno de Plutarco Elías Calles‒; aunque seguiría algunas de las indicaciones de su predecesor ‒Ernesto Primo Villa Michel‒ Puig tuteló algunas obras significativas, aunque a fin de 1930 regresó a ocuparse de la Secretaría de Educación Pública durante la presidencia de don Pascual Ortiz Rubio. Por instrucción de Puig Casauranc, ese “Departamento Central del Distrito Federal” se encargó de terminar y difundir un nuevo plano –notablemente detallado‒ de la Ciudad de México en 1929, terminar aquel “Centro Social y Deportivo para Trabajadores en Balbuena” y erigir el encargo de la nueva “Escalera Monumental” central del Edificio Municipal que en 1910 había reformado el arquitecto Gorozpe.
El doctor Puig nombró desde enero de 1929 al ingeniero Vicente G. Almada “Director de Obras Públicas del Departamento Central del Distrito Federal”, por lo que a su cargo quedaron buena parte de la contratación y vigilancia de esas y otras varias obras, incluyendo ese “Atlas General del Distrito Federal –Obra formada en 1929…‒” en el que a decir de Enrique Krauze se hace “La Cantiga de las piedras”, un recuento donde “…un niño, a principio de los años cincuenta, entrevió la grandeza de la historia mexicana y aprendió a amarla a través de sus edificios.”; como parte de esa publicación, se anexaba el “Atlas General del Distrito Federal” –en dos tomos‒ y dentro se incluyó el asombroso “Plano de la Ciudad de México, formado por la Dirección de Catastro, con sus datos más recientes -1929- avalado por el jefe de esa Oficina de Catastro –F. Rodríguez del Campo‒ y aprobado por el propio Dr. Puig Casuranc.”
Arriba, la portada del “Atlas General del Distrito Federal –Tomo II‒” en la presentación de gran formato (61 X 41 cm.), publicada en 1930; dentro, entre varios otros documentos y fotografías, aparecía el “Plano de la Ciudad de México con datos de 1929”, con la mancha urbana de la Ciudad de México en ese momento. Ese plano –que aparece abajo‒ es un magnífico documento, que permite dar una clara idea de las dimensiones y configuración precisas de nuestra Ciudad al inicio de la década del 30’.
Abajo “El ingeniero Vicente Almada en su oficina del DCDF”, parte del acervo que conservo en casa; me fascina la disposición de la mesa de trabajo, en particular el par de teléfonos y el timbre para llamar al asistente. Además, detrás aparece exhibido con orgullo el “Plano de la Ciudad de México con datos de 1929…” de flamante creación.
Además, entre muchas de sus otras actividades, don Vicente publicó en 1930: "Ideas sobre la organización conveniente de la Dirección de Obras Públicas", que apareció en la “Revista Obras Públicas, año 1, núm. 1, enero de 1930” y donde hacía pública la nueva organización de la dependencia a su cargo, así como algunas de las ideas rectoras del doctor Puig...
No es de sorprender que en la portada apareciera una perspectiva de la “Nueva escalera del Palacio Municipal de la Ciudad de México”. Se ejecutó según proyecto del arquitecto Roberto Álvarez Espinosa y bajo su dirección, e inauguró en febrero de 1930 junto con la crujía central y el vestíbulo de acceso que reemplazaba los dos zaguanes que daban paso a los patio que en 1910 diseñara el arquitecto Manuel Gorozpe (Ver).
Con proyecto de 1906 y autorizado para edificarse en 1907 el diseño neocolonial para el remozado de las fachadas del Palacio Municipal, aprovechaba los trabajos de renovación que entre 1886 y 1889 habían realizado los arquitectos Emilio Dondé y Antonio Torres Torrija para las oficinas del Ayuntamiento, así como la suntuosa Sala de Cabildo con proyecto de Gabriel Guerra y pintura del plafón por Félix Parra, ejecutados en 1893. Los trabajos en fachadas habían comenzado en 1909 y el 30 de septiembre de 1910 fueron inaugurados por el Presidente Días las “Obras del Palacio Municipal” –aún sin terminar–, concluyéndose los patios en mayo del año siguiente. En 1930 se inauguraron las nuevas transformaciones en patios –con una crujía central‒ y la “Escalera Monumental” y al año siguiente, se agregaría otro piso al edificio…
Así, siendo presidente de la República Emilio Portes Gil y aún Jefe del Departamento del D.F. José Manuel Puig Casauranc, se diseñó y construyó la crujía central y agregó la escalera monumental del Antiguo Palacio del Ayuntamiento de la Ciudad de México, inauguradas en febrero de 1930 con gran algarabía; a instancia del propio Puig, la cartela en la escalera indica: “Gobernar a la Ciudad es Servirla”.
Arriba, el proyecto del arquitecto Roberto Álvarez Espinosa para la “Escalera Monumental”; más arriba, una imagen de los trabajos en los patios para la inclusión de la nueva escalera a fin de 1929. Abajo, la escalera central, como aparece ahora en el Antiguo Palacio del Ayuntamiento. Desafortunadamente, en un arresto de “gasto superfluo” algún reciente Regente/Jefe de gobierno decidió incomprensiblemente eliminar el granito de los peldaños y sustituirlo con mármol de inferior resistencia…
Otra obra que involucró de manera decisiva al ingeniero Almada, fue la edificación del “Centro Social y Deportivo para Trabajadores”, siguiendo una idea que se venía gestando desde el gobierno de don Plutarco Elías Calles y la administración de Ernesto Primo Villa Michel, con el diseño de conjunto a cargo del arquitecto Juan Segura.
En aquel diseño, colaboraron el arquitecto Juan Segura –a cargo de quien corrió el diseño del conjunto y la dirección inicial de la obra‒ con los Arquitectos Marcial Gutiérrez Camarena, Mauricio de M. Campos y Nicolás Ramírez de Arellano (asesorados en la obra por el ingeniero José Fernández de Jáuregui, y la supervisión de los Ingenieros Lorenzo Fuentes, Alfonso Nieva y Lorenzo Zelaya), que tendría profunda influencia de la corriente que ahora llamamos “Art Decó” y notables analogías con el diseño urbano del entonces nuevo fraccionamiento “Hipódromo”.
Abajo, un fragmento del plano de la Ciudad de México –con datos de 1929‒ en que aparece marcado con el N°31 el “Centro Social y Deportivo para Trabajadores”.
Recuérdese que entre 1926 y 27 se había urbanizado la entonces nueva colonia de la ciudad en los terrenos que habían pertenecido al Hipódromo de la Condesa ‒el trazo definitivo lo realizaron en 1926 José Luis Cuevas y Carlos Contreras, y la obra por la “Compañía Fraccionadora y Constructora del Hipódromo de la Condesa S.A.”‒ que se inauguró el 26 de agosto de 1927 por el Presidente Municipal de México –don Arturo de Saracho‒ y en cuyo centro destacaba el Parque dedicado al General San Martín –que ahora todos llaman Parque México‒. También aquel 26 de agosto de 1927 se colocó la primera piedra de lo que se llamaría el “Gran Teatro al aire libre Coronel Lindbergh” inaugurado el 1° de junio de 1928 con diseño del arquitecto Leonardo Noriega.
El nombre del teatro era un gesto que pretendía ser conciliatorio por parte del gobierno de México ante el de los Estados Unidos, que durante la presidencia de Plutarco E. Calles se había enrarecido por un conflicto petrolero (a causa del artículo 27 constitucional y sus efectos sobre propiedades de las compañías petroleras). El embajador Dwight Whitney Morrow, invitó como “Embajador de buena voluntad” al famoso piloto Charles Lindbergh ‒primero en cruzar el Atlántico‒, que llegó a México el 14 de diciembre de 1927 y fue recibido por el propio Morrow, el General José Álvarez, don Roberto Pesqueira, así como grandes multitudes y por el propio Presidente Calles.
Los honores al piloto se extendieron hasta después de su partida el 24 de diciembre de 1927; y el 10 de enero de 1928 se aprobó ‒en sesión ordinaria del cabildo‒, la propuesta de nombrar al teatro que aún no se concluía en la nueva Colonia Hipódromo con el nombre del piloto norteamericano en honor a su proeza en aviación…
Así, el “Gran Teatro al Aire Libre Coronel Lindbergh” de la Colonia Insurgentes Hipódromo colocaba a la urbanización “…entre los mejores fraccionamientos del mundo” y se volvió símbolo a replicar en toda urbanización que se considerara de vanguardia y los ecos podrían verse incluso en el fraccionamiento Chapultepec-Polanco diez años después.
Al año siguiente, el “Centro Social y Deportivo para Trabajadores” incluiría también –como articulación del conjunto‒ un Teatro al aire libre de enorme superficie, con la idea de que los trabajadores tuvieran también sitio de esparcimiento y cultura. Ya el doctor Puig había indicado que esa construcción “…era de urgente necesidad para procurar el mejoramiento individual y colectivo de los trabajadores” para que contaran con un bienestar integral en el aspecto físico, intelectual y social ya que, de acuerdo con el informe redactado por el D.C.D.F: "…todo género de diversiones honestas, espectáculos deportivos y sociales, les han estado vedados por la penuria de sus recursos económicos".
A unos metros de la sede del Congreso de la República, al centro-oriente de la Ciudad de México, se distingue aún parte de lo que alguna vez fue el “Deportivo” más grandes de la capital, un Centro Social y Deportivo para Trabajadores que recibiría la dedicatoria "Venustiano Carranza" cuando se inauguró el 20 de noviembre de 1929, en el marco de los festejos por el “Aniversario de la Revolución Mexicana”.
Aquella inauguración corrió a cargo del entonces presidente de la República, Emilio Portes Gil y José Manuel Puig Casauranc ‒encargado de la administración del Departamento Central del Distrito Federal (D.C.D.F.)‒ que en su discurso insistió:
“Ya era de urgente necesidad para procurar el mejoramiento individual y colectivo de los trabajadores un sitio como éste para lograr un bienestar integral en los físico, intelectual y social” "…Aquí habrá todo género de diversiones honestas, espectáculos deportivos y sociales, actividades que les han estado vedadas por la penuria de sus recursos económicos".
Además de develar la placa a la entrada del conjunto, la ceremonia más importante sería una “Recreación Histórica” en el Gran Teatro al Aire Libre de las “…glorias de la civilización mexicana” e incluyó bandas musicales, cantos corales así como una puesta en escena de la “Fundación de México Tenochtitlan” con el desvelar del escudo del águila devorando una serpiente, y una procesión del emperador Moctezuma y su corte frente a un "Biombo escenográfico del lago de Texcoco y Tenochtítlan en 1519"…
Desafortunadamente el teatro se perdió cuando la parte oriente del terreno se entregó a la Secretaría de Seguridad Pública para albergar algunas de sus instalaciones, aunque tanto gimnasio como teatro/cine siguen operando y fueron recientemente remozados incluido el acceso por Av. del Congreso y se agregó una alberca techada.
Esas eran las labores del ingeniero don Vicente A. Almada en 1929 cuando decidió edificar en la Avenida Ramón Guzmán ‒apenas a unos pasos de la estructura del Palacio Legislativo en abandono y a punto de ser desmantelado‒, una nueva casa para su esposa –más cómoda y con las dependencias principales en un solo piso‒ donde poder recibir a sus hijos y nietos.
Abajo, la familia Almada Salazar hacia 1942 frente al Porche de la casa de Av. Ramón Guzmán, ya entonces asimilada a la Avenida de los Insurgentes -Centro-. Destaca al centro doña Eloisa Salazar de Almada (n.1864) con su hijo mayor Jorge Almada Salazar (n.1889 y que contrajo matrimonio en abril 1921 con Guadalupe Catalina Cervantes Olaguibel n.1895) y a su lado María Luisa Almada Salazar (1896-1973 que contrajo matrimonio en agosto 1919 con Antonio Quijano Sánchez 1894-1949). Les rodean además Vicente, Eloisa, Mario y Arturo, sus cónyuges y los 10 nietos.
Vicente Almada Salazar –segundo hijo de don Vicente y Eloisa Salazar, que también estudió ingeniería‒ ejerció una amplia carrera edilicia y es recordado entre otros logros por diseñar con José Rocha y en 1948 el “Edificio de departamentos Altamira”, en la esquina de Balderas e Independencia, edificio que aún conserva buena parte de su diseño original.
El edificio Altamira es uno de los ejemplos más representativos de la arquitectura neo-barroca que de tanto éxito gozó en la Ciudad de México a final de la década del 30’ y principio de los años 40’, y que estaría enormemente representada en colonias como Lomas de Chapultepec, Chapultepec-Polanco y Del Valle. La portada de acceso sobre Independencia, con vigorosa ornamentación labrada en cantera rosada, es aún el elemento distintivo del inmueble.
Como dije antes, don Vicente G.Antonio Almada García (n.1859) contrajo matrimonio con Eloísa Salazar Bojórquez ( 1863-1939) el 31 de enero de 1881 en Magdalena -Sonora-, y al poco tiempo llegaron Vicente (n.1886), Jorge (n.1889), Mercedes (n.1890), Alicia (1894-1977), María Luisa (1896-1973). Justo en el período anterior a ocupar la Dirección de Obras Públicas del Departamento Central del Distrito Federal en 1929, don Vicente edificó una nueva casa para su esposa, cuando ya los hijos habían formado sus propias familias. La edificación estaría rodeada de jardín y emularía la casa que don José Manuel Piug había construido para sí, en esa singular corriente estilística que pretendía recordar las magníficas construcciones Coloniales que se edificaron en la Nueva España, y serían propugnadas durante los primeros años de la urbanización de “Chapultepec Heights”.
Abajo, una de esas casas sobre la Ampliación del Paseo de la Reforma –esquina con Erie (ahora Montes Escandinavos)‒ que se hacían eco de la muy popular corriente del “Spanish Colonial Revival” que en la California de los EEUU causaba sensación durante los años 20’en “Hollywoodland”.
Así, la casa edificada por el ingeniero Almada, abrevaba en la tradición de rescate colonial, y retomaba además elementos de la tradición andaluza, todo pasado por la fantasía Californiana y las ideas fantásticas que en el jardin des Colombières proponía Ferdinand Bac desde 1925 en “Les Jardins Enchantées”.
La casa se desarrollaría en una sola planta principal sobre la que se desplantaba una recia Torre-Mirador protegida por techo a cuatro aguas y cubierto de teja, que pareciera querer mirar hacia las llanuras de Andalucía. En la imagen de abajo, la volumetría de la casa que vista a detalle permite descubrir –a la extrema derecha‒ la estructura central del Palacio Legislativo que se transformaría en Monumento a la Revolución…
El “hall” central -bajo la torre mirador-, era el espacio que articularía y distribuía hacia el resto de la casa, ligando pórtico con estancia, comedor, escalera que permitía subir al mirador, y el acceso a la recámara principal.
Muy a la manera de la usanza “neocolonial” del momento, el salón con viguería se aderezó con toques que recordaban el pasado novohispano y barroco, con las peculiares columnas salomónicas, una lámpara de hierro forjado o el sitial que quisiera llegar del S. XVII. Además, en la imagen me encanta la pianola –artilugio técnico ya de salida en el momento‒ y descubrir el nicho a la izquierda, creado específicamente para recibir el teléfono “de candelero”…
El tema decorativo de la casa se complementaba en el hall con el paso al comedor y la escalera al mirador, aderezadas de profusión de hierro forjado y herrería decorativa, tanto enmarcando el arco como soportando el barandal de esa escalera, o sosteniendo las diversas lámparas y macetas.
En la sala ‒de altos techos decorados con artística yesería‒, una chimenea hermoseada con mosaicos anclaba el eje visual creado al transponer la arcada ‒de sorprendentemente esbeltas columnas entorchadas‒ y se guarnecía con tapetes, muebles y mesas de inspiración historicista.
En la imagen de arriba, aparece el hall visto desde la sala, enmarcado por la singular arcada; se distinguen la escalera que sube a la torre-mirador (que funcionaba como sala de juegos), la puerta que daba paso a la recámara principal –a la izquierda‒ y el arco que comunicaba al comedor –a la derecha-, todo de inspiración Neo-Colonial…
Ese paso al comedor debió ser memorable y aportación decorativa, con esa herrería de inspiración vegetal enmarcando el salón iluminado por un vitral multicolor que recordaba la exuberante vegetación de un jardín en flor. Además, en la fotografía de abajo, se alcanza a distinguir el trabajo en hierro forjado del barandal de la escalera, magnífica factura que complementaba los hierros del comedor.
Al otro lado de la escalera se podía pasar a la zona privada de la casa, que incluía la recamara principal, su baño y un espacio para visitas ocasionales. En la recámara sorprende la solución de Almada al insertar la cama en un nicho con ventanas que miran al jardín, recámara decorada con una sorprendente mezcla de inspiraciones, que incluyen desde el Decó hasta el modernismo…
Un buen ejemplo de la vanguardia en el diseño de la casa es el cuidado que se tuvo en los baños, y el principal es buen ejemplo: con tina de moderno diseño, lavabo con mezcladora, el todo iluminado con una gran ventana ataviada de cristales multicolores, la casa Almada Salazar debió ser ejemplo a seguir…
Abajo, en una fotografía captada hacia 1942, los nietos Almada Salazar en la casa de los abuelos; la imagen captada en el jardín, frente a la recámara principal,
Este Blog se ha hecho gracias al apoyo incondicional de Julieta Fierro; está dedicado a las “Grandes casas de México” y pretende rescatar fotografías e historia de algunas de las residencias que al paso del tiempo casi se han olvidado y de las que existe poca información publicada. El objeto es la divulgación, por lo que se han omitido citas y notas; si alguien desea mayor información, haga favor de contactarme e indicar el dato que requiere. A menos que se indique lo contrario, las imágenes provienen de mi archivo, que incorpora imágenes originales recopiladas al paso del tiempo, así como el repertorio de mi padre y parte del archivo de don Francisco Diez Barroso y sus imágenes de Kahlo; en general, he editado las imágenes a fin de lograr ilustrar mejor el texto. Si se utilizan las imágenes, favor de indicar la fuente –aunque advierto que pueden tener registro de autor–.
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También se puede encontrar un índice general en: http://grandescasasdemexico.blogspot.mx/2016/02/indice-de-grandes-casas-de-mexico.html
Ver
¿Entonces no existe memoria sobre el sitio exacto donde se ubicó?
ResponderEliminarSegún entendí fue en insurgentes, en algún punto entre Reforma y Flores Magón...
Exactamente...
EliminarAl ampliarse la avenida, desapareció el predio en la esquina de hoy Gómez Farías.
¡Saludos!
RF