viernes, 8 de octubre de 2021

Paseo de la Reforma número 935 –Lomas–, la Casa Esquivel/Torres llamada “Casa de Lazos”…



Edificada hacia 1927 (en un predio adquirido desde 1923) siguiendo el diseño neo-colonial del ingeniero Rafael Quintanilla ‒sobre un magnífico terreno con poco más de 1,480m² en la parte alta de la aún entonces Ampliación del Paseo de la Reforma en lo que fuera Chapultepec Heights‒, la casa de don Toribio Esquivel Obregón y su esposa Laura Torres es indudable extracto de la arquitectura doméstica del S. XVIII novohispano, tomando inspiración exterior en las decoraciones de tradición hispano-musulmana e interior en elementos de la tradición barroca –específicamente poblana‒, tomando como modelo la casa del marquesado del valle de Orizaba, conocida como Casa de los Azulejos.


Luego de la muerte de don Toribio en mayo de 1946 siguió habitada por su viuda y entregada luego a sus hijos, casa que en tiempos de Luis Echeverría fue epicentro de una convulsa historia –en la que hasta Irma Serrano se vio involucrada‒ que colocó a uno de los herederos en la cárcel. Al paso del tiempo y a pesar de estar en una zona residencial, la magnífica edificación pasó a recibir oficinas y por varios años albergó las dependencias de Sttaton Seguros y Fianzas –división México–, y desde 2020 aloja la compañía Zenith Aero, una “SAPI” ‒figura muy utilizada para facilitar el acomodo fiscal de los balances‒ que pareciera haber sido creada para ratificar estados financieros de Interjert y Aeromar.

Ha estado en venta en diversas ocasiones y algunas de las imágenes que aquí aparecen formaron parte de esos listados…



En terrenos que habían sido parte de la Hacienda de Los Morales, la Chapultepec Heights Company inició en 1921 la venta de lotes en su sección oriente llamada Bella Vista. Buena parte del trazo de la nueva ampliación del Paseo de la Reforma, se urbanizó sobre la “Loma de la Pila Vieja”, fracción de la Hacienda que limitaba con la barranca de Barrilaco y lindaba los terrenos del Molino del Rey; a pesar del aparente éxito inicial de la urbanización, no sería sino hasta 1945 que se concluyó la traza y urbanizado de la sección Palmas –entre las barrancas de Tecamachalco y Barrilaco‒, con que se ultimó el diseño que desde 1919 delineó el arquitecto José Luis Cuevas Pietrasanta de lo que hasta ahora conocemos como “Las Lomas de Chapultepec”.


Arriba, uno de los magníficos planos que conserva el Archivo Histórico de la Ciudad de México en que aparece buena parte del trazo que se había preparado para Chapultepec Heights hacia 1922; abajo, ya como Lomas de Chapultepec, el plano promocional de 1931. En ambos dibujos he marcado el terreno de la casa con el N°935 del Paseo de la Reforma.



En el Boletín Chapultepec Heights publicado en enero de 1925, se imprimió el lema:
“Compre en Chapultepec Heights y el Bosque será su Jardín”.


La publicación en ese III volumen, mostraba además fotografías del Parque de Bella Vista y las diversas barrancas, y en el artículo “Hogares en Loma de Bella Vista” indicaba que:
“…el hecho de que toda casa que se edifica en esta Ciudad-Jardín, obedece a un plan premeditado y va rodeada de jardín, reuniendo así las bases higiénicas que se desconocen en otros puntos de la Ciudad, está dando una hermosura singular a esta sección de residencias. El efecto favorable de nuestro reglamento de construcciones no se ha hecho esperar; todo residente en la Colonia está feliz de vivir allí; tiene todos los servicios para su comodidad: agua, luz, drenaje, pavimento, banquetas, arbolado, comunicación fácil, y forma parte de un gran centro cuyos intereses y fines son de interés común... Una de las particularidades de las residencias en la Colonia Chapultepec es que como están construidas en terrenos con declive, ofrece el conjunto un paisaje pintoresco a la casa rodeada con su jardín, y algunas aprovechan el declive natural para acondicionar mejor su garage, sus cuartos de servidumbre, etc., teniendo todas a la vez una hermosísima vista a la ciudad y del valle.


Arriba, parte de una toma oblicua de la Compañía Mexicana de Aerofoto donde al centro se distingue la ampliación del Paseo de la Reforma –la amplia avenida con camellón‒ en lo que tempo atrás fuera la “Loma de la Pila Vieja” y ya entonces era “las Lomas de Chapultepec”; en la toma que mira hacia el poniente, en parte baja se alcanza a distinguir la vía del Ferrocarril de Cuernavaca, seguida por el trazo de Montes Urales (con árboles) y la Avenida del Prado –Norte y Sur‒. Abajo –también en una toma oblicua de la Compañía Mexicana de Aerofoto‒ la parte alta del Paseo en 1928, imagen en la que se distingue a la derecha el parque Bella Vista que ahora llamamos “Parque del Perú” ‒bautizado así en 1966, cuando se develó ahí un busto que rinde homenaje a Manuel Nicolás Corpancho‒ y la zona de la barranca de Barrilaco; a la extrema derecha, he señalado la Casa Esquivel/Torres ya edificada en Prolongación Paseo de la Reforma N°935.


En el Boletín publicado por la urbanizadora en 1923, se da cuenta de los avances de la infraestructura:
“De noviembre a diciembre se tendieron 1,335 metros de drenaje, 1,410 de tubería de agua, se pavimentaron 31,828m² de calles y colocaron 870 postes de alumbrado. Se hicieron además, 2,025 metros de calles nuevas.”
Para el número de enero de 1925, en el Boletín se reportaban aún más avances:
“En drenaje 12,995 metros, 13,350 de calles pavimentadas, 10,456 metros de tubería de agua, 6521 metros de banquetas, 12,000 metros de líneas de teléfono, 13,990 metros de líneas de luz, 22,835 metros de guarniciones y 9,295 metros de calles con arboleda y terminada La Antigua Calzada de la Exposición acceso a la colonia a través del Bosque de Chapultepec.


Arriba, una fotografía de la Ampliación del Paseo de la Reforma –como continuación de la “Calzada de la Exposición‒ al cruce con Ferrocarril de Cuernavaca, a un costado de la glorieta que albergó desde 1923 una puerta/estación de servicio para Chapultepec Heights de la “Huasteca Pertroleum Company” ‒eco de la “Puerta de entrada al Bosque de Chapultepec”‒ que luego pasó a manos de Petróleos Mexicanos para llamarse “Estación de servicio Paseo de la Reforma Lomas” y para 1952 cedería su lugar al “Monumento a la Industria Petrolera de México”, diseño del arquitecto Vicente Mendiola Quezada con grupo escultórico de Juan Fernando Olaguíbel Rosenzweig.

A pesar de que en los años 20’, la parte alta de la prolongación del Paseo de la Reforma era un sitio alejado y eminentemente residencial, como parte de la estrategia para promocionar el desarrollo, se había considerado edificar ahí un jardín de niños, otra estación para suministro de gasolina y un centro de reunión; para tal efecto, desde 1924 se había edificado por la señora Elizabeth Degrees Rich ‒propietaria de una famosa cafetería en la colonia Hipódromo Condesa, muy popular por sus helados y pasteles‒ el “Salón social La Swastika” al otro lado del parque Bella Vista ‒en un predio limitado por Reforma, Monte Cáucaso y Prado Sur‒ sitio que ahora conocemos como Loma Linda Reforma‒. Años después, la señora Rich regresó a los EEUU y vendió el lugar en 1956 al señor José del Moral Gadsen, que lo transformó en lo que conocemos…


Aunque ahora pudiera parecer extraño, “La Swastika” –o Esvástica, que proviene del sánscrito suastíka (en devanagari: स्वस्तिक), que literalmente significa “muy auspicioso”‒ estaba asociada con la Buena Suerte, y en Europa y Estados Unidos era nombre muy popular, incluyendo su uso en la promoción de la bebida “CocaCola” y en los “Boy scouts” que a instancia de Robert Baden-Powell estaba incluida en su diseño –“Good Luck” – para la Medalla al Mérito en 1922.


En agosto de 1924 abrió sus puertas aquél “Té Danzante”, esencialmente una cafetería “De la Buena Suerte” a la que se iba a bailar y a tomar té a partir de las cinco de la tarde para cerrar a las once de la noche. Al terminar la década, el lugar se hizo de renombre al grado de recibir grupos tan famosos como “Los Cuates Castilla” creadores de los muy populares “El Limpiabotas” y "Cha Cha Cha Corta" o “Cásate Y Verás”. (https://www.youtube.com/watch?v=tP6umcXmWv0 y https://www.youtube.com/watch?v=PKAHgJ4kMiw )
Para la década siguiente y luego de 1935, el símbolo adquirió una connotación completamente diferente, al ser adaptada como el emblema del Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei, por lo que no resulta extraño que el señor José del Moral cambiara por completo nombre y giro…


Apenas a unos 300 metros de aquel “Té Danzante ‒Salón social La Swastika‒” y a corta distancia del parque Bella Vista ‒también con frente a la Ampliación del Paseo de la Reforma–, don Emilio Careaga adquirió en 1922 un predio trapezoidal con cerca de 1,480m², con la intención de edificar ahí una casa para su esposa Annah Miller y la familia. Abajo, en el detalle de una toma oblicua de la Compañía Mexicana de Aerofoto ‒fechada 1929‒ he señalado la casa de “Ampliación Paseo de la Reforma Lomas N°935 –Lomas-”; nótese que al fondo aparece la Barranca de Barrilaco sin edificación alguna, zona donde años después el trazo de Paseo de las Palmas daría lugar a la ampliación de Lomas de Chapultepec.


Aunque no tengo más datos de la familia Careaga-Miller, puedo decir que para el año siguiente ‒ 1923‒ se había vendido la propiedad a don Toribio Esquivel que apenas había regresado a México luego de un exilio obligado a raíz de la caída del general Huerta.


De don Toribio Esquivel Obregón, nos cuenta el Diccionario Porrúa –historia, biografía y geografía de México‒ que nació en León, Guanajuato, en 1861 y se tituló como abogado en la Escuela Nacional de Jurisprudencia en septiembre de 1888.
“Muy joven ejerció el periodismo, destacándose sus artículos sobre asuntos agrarios y educación. Ejerció el magisterio en diversas instituciones; profesor de Raíces Griegas y de Filosofía; catedrático de Derecho Comercial Latinoamericano en las Universidades de Columbia (1915-1920), y en la de Nueva York (1915-1923). Comenzó a figurar en la prensa política al final de la dictadura porfirista, lo que, unido a su prestigio de abogado le colocó en lugar preponderante en la política maderista, y algunos elementos antireeleccionistas lo consideraban viable candidato a la Presidencia de la República. ... Fue nombrado Secretario de Hacienda y Crédito Público del 20 de febrero al 26 de julio de 1913 durante el régimen del general Victoriano Huerta; salió del país a la caída de Huerta.”

Abajo, el gabinete del Victoriano Huerta en marzo de 1913; a la extrema derecha, Toribio Esquivel Obregón, Secretario de Hacienda y Crédito Público.


Y sigue la nota de Porrúa:
“Fue Profesor de Historia del Derecho Mexicano en la Escuela Libre de Derecho, y en la Nacional de Jurisprudencia desde 1940, y tuvo intensa colaboración en diversas revistas jurídicas; entre sus libros figuran “Apuntes para la historia del Derecho en México” en cuatro volúmenes, “México y los Estados Unidos ante el Derecho Internacional” y “Mi labor en favor de México”, textos que determinaron se le invitara a formar parte de numerosas instituciones y sociedades.”



Fue además autor de “Historia de Grecia”; “Historia de Roma”; “Datos psicológicos para la storia de México”; “El problema Agrario en México”; “La raza española como elemento componente del pueblo mexicano”; “Hernán Cortés y el Derecho Internacional en el siglo XVI”; “Biografía de D. Francisco Javier Gamboa”; etc…

No es de sorprender que a su regreso a México y con textos como “La raza española como elemento componente del pueblo mexicano” en mente, don Toribio Esquivel hubiera contratado al ingeniero Rafael Quintanilla para edificar en aquel terreno una casa de extenso programa, que incluiría amplios sótanos y cerca de 900m² construidos en dos pisos, incluyendo un amplio “Patio Cubierto” en torno al que se desarrollaría la casa de claro componente hispano. Abajo, una toma aérea de la zona en 1940 en que he señalado el predio de Paseo de la Reforma número 935, a fin de ubicarla en el contexto edificado de esa década.



Hacia 1925 y con la “Estabilidad” del gobierno de don Plutarco Elías Calles y luego el “Maximato”, se daba en arquitectura un giro hacia un nacionalismo gestado gracias a lo dicho y publicado para 1915 por Federico E. Mariscal en “La Patria y la Arquitectura Nacional”; las edificaciones originales de Chapultepec Heights –con su característico diseño de Bungallow con techos a dos aguas‒ serían sucedidas por edificaciones que se alineaban a la corriente Neo-colonial, ya fuera en su vertiente historicista o moderna –ya con un sesgo Decó primero, o Californiano después‒.

Del período encontramos innumerables edificaciones –de Mariscal incluidas‒, pero llama la atención y puede aprovecharse como ejemplo la así llamada “Casa de las Ajaracas” ‒en el N°46 de la calle dedicada a la Victoria del 5 de Mayo esquina con Isabel la Católica‒ edificada ese mismo año por el ingeniero Rafael Prieto y Souza, y acerca de la que el 7 de mayo de 1933, en su número 1199 “Revista de Revistas –El semanario Nacional-” publicaba un artículo en que destacaba:
“…gracias al inteligente arreglo arquitectónico ideado y realizado hoy, en pleno siglo XX por el señor ingeniero Rafael Prieto y Souza, se puede lograr rescatar esta vieja construcción colonial del sinnúmero de casas viejas, chuecas, tristes y feas, que nos legaron nuestros conquistadores, completando su silueta y dándole la nota delicada de gracia y de alegría que los moros supieron dar a las fúnebres y severas construcciones españolas, por medio de esas filigranas encantadoras llamadas “Ajaracas”.”


El artículo –que retoma fragmentos de un texto del propio ingeniero Souza‒ sigue con:
“Porque hay que convenir en que nuestro “tezontle” es triste y que su rojo trigueño semeja la raza aborigen, que sirve solo de fondo a la fastuosidad pretenciosa y severa de la señorial cantería española, o a la gracia alegre y risueña de las “Ajaracas” moras…”

Así, la remodelada vivienda en el N°46 de la calle 5 de Mayo esquina con Isabel la Católica se presentaba “alegre y risueña” revestida con los lazos que la visten hasta ahora, y que para un viandante común, podrían parecer históricamente correctas...


Lo sorprendente, es que tanto aquel nombre de “CASA DE LAS AJARACAS” adoptado por el ingeniero Rafael Prieto Souza e inscrito sobre el portal de acceso, como las “Ajaracas” mismas, no era tan novedoso como parecía haber pensado y podría prestarse a confusión…


Según el orientalista y arqueólogo español don José Ramón Mélida Alinari en su “Vocabulario de términos de arte” impreso en 1887, el vocablo ajaraca se define como “nombre del lazo, motivo frecuente en las composiciones ornamentales árabes y mudéjares”.

Para Ajaraca nos dice el Diccionario de la Lengua Española de la RAE:
Del ár. hisp. aššaráka 'lazo', y este del ár. clás. šarakah 'red'. 1. f. Arq. En la ornamentación árabe y mudéjar, lazo (adorno de líneas y florones). 2. f. desus. lazo (atadura de cintas). Así, adorno de líneas entrecruzadas que se hace en muros y molduras.


Ampliando, el “Glosario ilustrado de arte arquitectónico” nos define Ajaraca con:
En la ornamentación islámica y mudéjar, adorno frecuentemente cerámico formado por líneas, lazos, estrellas, ‘ruedas’, flores y entrelazados


Y nos refiere entonces a: Arción (Dibujo de líneas entrecruzadas imitando las mallas de una red o el entrelazado). Carpintería de lazo (Labor en madera a base de entrelazados que cubre la parte vista de numerosas techumbres mudéjares.). Cuerda seca (Antigua técnica aplicada a la superficie vista de un azulejo aún sin cocer para dotarlo de figuración y policromía). Lacería (Adorno en madera o en yeso, de bandas rectas, quebradas o sinuosas y entrelazadas, formando un complicado conjunto homogéneo, muy socorrido en la decoración musulmana y en el arte mudéjar para componer frisos, harneruelos, celosías y alfarjes.). Peinazo (En el interior de una techumbre horizontal de madera provista de jaldetas, listón o travesaño corto, labrado o liso, que se intercala por tramos regulares entre las jaldetas para formar el espacio poligonal de los artesones.). Rueda de lazo (Labor de carpintería que da forma a los alfarjes en el almizate de una cubierta islámica o en el harneruelo de una armadura mudéjar, así como los faldones de una cubierta de par y nudillo). Sebqa (Labor decorativa del arte islámico almohade, incorporada después al mudéjar, consistente en una red de lacería en yeso o en una combinación de ladrillos formando rombos, arquillos rectilíneos y polilobulados diversos). Sino (Eje ornamentado del que parten los radios o taujeles de una rueda de lazo.). Y finalmente Zafate (Pequeña pieza de adorno o guarnecimiento que decora la rueda de lazo, tanto árabe como mudéjar, y algunas claves de bóveda.).


Hubo en la Ciudad de México un extraordinario edificio que comúnmente se llamó “La casa del Judío” y del que Guillermo Tovar y de Teresa nos dice fue mutilado poco a poco a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX. Estuvo sobre la antigua calle del Cacahuatal de San Pablo (calle en que luego de fundó la Escuela Médico Militar y predio que ahora llevaría el N° 35 de esa calle, donde hay ahora una gran bodega en la esquina con Fray Servando Teresa de Mier) y era la casa de Don Tomás Treviño y Sobremonte, ornamentada con notables esgrafiados que recordaban la tradición morisca, y “diseño de estilo mudéjar” e identificada ocasionalmente como “Casa del Cacahuatal de San Pablo”.


Aunque de aquella edificación nada queda, es muestra de que aquella tradición mudéjar fue popular en la Nueva España y dejó ejemplos que enorgullecían a los moradores. De lo que nos queda en la Ciudad de México, la mejor muestra que puedo ofrecer de aquella tradición novohispana, registrada simplemente como “residencia en las calles de las Escalerillas y Reloj”, se llamó Casa de los Acebedos, de las Ajaracas, o del mayorazgo Nava-Chávez, en esa esquina de Escalerillas y Rélox, ahora la peatonal intersección de las Repúblicas de Argentina y Guatemala, donde las excavaciones de Templo Mayor han descubierto el pasado precolombino...


Nos cuenta don Artemio de Valle-Arizpe que la historia de esta construcción se remonta al siglo XVI con don Miguel Rodríguez de Acebedo, “Portugués, natural de la ciudad de Oporto” y doña Catalina Pellicer de Aberruza que formaron el primer mayorazgo. Aunque con modificaciones en el XVIII, se dice que también perteneció al mayorazgo Nava Chávez y don Artemio la describe como:
“… se alza bellísima en la esquina… y es característica de esa época y de las pocas de ese tiempo que aún quedan en México; es de las llamadas de tipo mudéjar, con esgrafiados, que no son sino pacientes labores de argamasa que forman complicados y simétricos dibujos que recubren todos los muros. El nicho de la esquina es de una belleza insuperable; algo muy delicado, lleno de originalidad, por el singular acierto y refinamiento con que se resolvió.”


Y nos aclara que “A últimas fechas (habla de 1936) el arquitecto, don Federico Mariscal, le puso un piso más, siguiendo con la notable habilidad en él peculiar, el mismo estilo, sin que falten ninguna de sus armoniosas minucias…”




Por desgracia, hoy apenas se conserva la parte poniente, que está ocupada por el Museo Archivo de la Fotografía, ya que se destruyó la esquina del edificio para seguir con el descubrimiento del Templo Mayor. Esos restos –Guatemala 34, fragmento del viejo inmueble ampliado por Mariscal, que restaurado en 2006 aloja el Museo‒ conserva ya rehabilitada la llamativa decoración de la fachada “a la manera mudéjar”, con figuras de ocho puntas delineadas por cintas entrelazadas que forman lazos o ajaracas hexagonales. A razón de este motivo ornamental ‒y quizá respondiendo a la necesidad de rescatar la arquitectura virreinal cuando el Centro Histórico de la ciudad de México obtuvo en 1980 la declaratoria como Zona de Monumentos Históricos‒ ésta es también llamada la “Casa de las Ajaracas” y en construcción precede a la de Cinco de Mayo…


En éste caso, los –repuestos– lazos esgrafiados son de excepcional factura y magnífico ejemplo de lo que realmente debe haber sido aquella labor en edificaciones novohispanas.


Vale la pena agregar, que en el mismo período –segunda década del S. XX‒, se edificaba también la “Casa San Agustín”, en la esquina de Uruguay y 5 de Febrero, que fue remodelada de 1924 a 1928 para albergar el “Hotel Ontario” por el ingeniero Luis Robles Gil –descendiente de don Manuel Tolsá (Ver https://grandescasasdemexico.blogspot.com/2019/02/la-casa-de-don-alberto-robles-gil-y.html )– rescatando y reinterpretando un estilo neocolonial y/o neobarroco, con arcos, peanas, botaguas, roleos, hojarascas, “ajaracas” o “sebkas” –ornamentos de influencia árabe, con forma de entrelazado geométrico romboidal‒ y óculos octagonales, en línea con el rescate tradicional de la arquitectura colonial de la Nueva España, aunque con bastante libertad en la composición...


En 1936 se añadieron al edificio dos pisos más y una terraza con detalles de influencia Decó, así como un torreón con mirador; la ornamentación de la fachada, se conserva en buenas condiciones y es llamativo ejemplo de aquel período de exaltación neo-colonial.



Así, podemos ver que al final de la década del 20’, la idea de vestir la arquitectura con ornamentación “Mudejar” como parte de aquel nacionalismo imperante era bastante socorrida; también prosperaba la idea de retomar influencias coloniales en su interpretación barroca, y un buen ejemplo es el que desde 1917, el propio Federico Mariscal diseñó en el edificio “Sostres y Dosal” de la esquina de las ahora Correo Mayor y V. Carranza, cuya esquina aún podemos admirar, ‒aunque algo menoscabada‒, en la que aún se descubren azulejos, cantera labrada enmarcando óculos multiformes y pináculos de talavera, aludiendo al espectacular barroco novohispano al que en sus escritos aludían tanto Mariscal como Vasconcelos...


El propio ingeniero Quintanilla abrevaría en ambas vertientes, con la casa Neocolonial en Paseo de la Reforma 336 –esquina con Florencia‒ de la que Israel Katzman nos cuenta fue edificada con muros de concreto armado, y el también el sorprendente templo para la Parroquia Agustiniana de Santa Teresita del niño Jesús –levantada desde 1939 a la vuelta de la casa que nos ocupa, en Sierra Nevada 750‒, con réplicas en encofrado de concreto, de las tallas más osadas de un imaginario “barroco estípite novohispano”…


La portada principal, pareciera querer emparentarse con la Catedral de Saltillo –con columnas salomónicas tritóstilas y pareadas en el primer cuerpo y estípites en el segundo‒, aunque luego el campanario sugiere algún ideal parentesco con un afable barroco poblano…



Pero antes aún de edificar el templo de la Parroquia de Santa Teresita, aparece abajo ‒en el detalle de una toma de la Compañía Mexicana de Aerofoto fechada en 1931‒ la parte alta de la Prolongación de Paseo de la Reforma –Lomas‒, en que destaca a la izquierda el parque Bella Vista que ahora llamamos “Parque del Perú”‒frente a la calle de Sierra Madre‒ y a la izquierda la casa número 935 –ya terminada y rodeada de árboles‒ acerca de la que trata ésta nota.


Como complemento ‒y ahora en una toma de final del S. XX‒, abajo aparece también la casa de Reforma 935 con más detalle, en que se puede apreciar el emplazamiento de la construcción dentro del terreno con una amplia explanada al frente y como acceso.



El ingeniero Rafael Quintanilla decidió liberar la edificación de las colindancias, erigiendo un amplio prisma que al centro se abre con una doble altura iluminada por una cristalera y en torno a la que se distribuyeron los diversos espacios; además, colocó el conjunto como remate axial a un acceso que abría paso desde el N°935 de la Prolongación del Paseo de la Reforma, paso que se abrió al centro de una singular barda de arcos invertidos y herrería que aún ahora da marco ceremonial a la entrada.





Ya dentro del predio, la casa presenta entonces su colorida fachada como una recreación interpretativa de las viviendas palaciegas del barroco novohispano, abrevando tanto en la tradición de la “Casa grande” de la hacienda, como en los palacios de la capital Novohispana.



Sin duda, la edificación que en buena medida definió el diseño de Quintanilla y dictó varios elementos de la composición, es la fantástica casa de los condes del Valle de Orizaba ‒propiedad de don Francisco-Sergio de Yturbe Idaroff cuando en 1900 se amplió la avenida Cinco de Mayo‒ y que comúnmente llamamos “de los azulejos”, que en los años 20’aún se recordaba como sede del “Jockey Club”.


Arriba, en una imagen de Guillermo Kahlo, el Jockey Club en 1912, con sus fachadas sur y poniente, creadas desde 1737. Cuando en 1900 se amplió la avenida Cinco de Mayo –y la casa perdió casi 300m² en aquel frente norte‒ Francisco-Sergio de Yturbe encargó al arquitecto Guillermo de Heredia los trabajos de readaptación de interiores y fachadas hacia la nueva avenida y callejón, decidiendo recrear el diseño que la Quinta Condesa del Valle de Orizaba había encargado a Diego Durán Berruecos desde 1736 hacia la calle de San Francisco (ahora Madero). Así desde 1903 se crearon nuevos labrados de cantera para estípites, ventanas y cornisas, cubriendo con nuevos azulejos el resto de los paramentos. Abajo, la fachada del Jockey Club hacia la avenida Cinco de Mayo ya ampliada desde 1904, fachada diseñada en 1903 por el arquitecto Guillermo de Heredia.



Aquella composición sería patrón a seguir por el ingeniero Rafael Quintanilla en la casa Esquivel/Torres –dos pisos con énfasis en el centro que exalta el acceso con nicho en la parte alta, con grandes ventanas que abren a balcones guarecidos por herrería‒, aunque simplificando la ornamentación y sustituyendo los intricados diseños de azulejo con una sucesión de lazos ‒adorno de líneas entrecruzadas‒ que en los ataderos se engalanan de azulejo.


La llamativa decoración de la fachada “a la manera mudéjar”, con figuras de ocho puntas delineadas por lazos entrelazados ‒frecuentemente llamados “ajaracas”‒ es probablemente el elemento más conspicuo de la decoración y ha dado lugar a innumerables discusiones, incluida Gabriela Sánchez Reyes de la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos, INAH.


Al observar esta decoración de lazos es inevitable asociarlas con los alfarjes mudéjares trabajados en madera, y de acuerdo con los tratados de carpintería el término que define este motivo ornamental es el de “lacería de ocho”. A decir de Enrique Nuere en “La carpintería de lazo: Lectura dibujada del manuscrito de fray Andrés de San Miguel”, los lazos se componen de un sino o signo ‒es decir, un polígono regular con forma de estrella que da nombre a cada tipo de lazo‒, alrededor del que se forman los azafates ‒polígonos definido por aspillas (cando pasan por arriba) y cortadillos (al pasar debajo)‒.


Así, es interesante hacer énfasis en que ni la casa de Reforma 935 (detalle arriba) ni la de Guatemala 34, tienen ornamentación de “Ajaracas”, sino de “Lazos de ocho”; aunque en el sentido más estricto, la interpretación en Reforma 935 es tan libre –con un azulejo engalanando los centros de Azafate‒ que resulta casi irrelevante tal escrupulosidad…


En los pisos altos, la fachada de Reforma 935 nos acoge con sobria decoración en ventanas ‒supongo pitada la cantera al paso del tiempo‒, que con dintel de jambas con azulejos de colocación sesgada, son vanos protegidos por herrería salpicada de macetas y flores, rodeado todo de “alegres y risueños” lazos…



El acceso principal recibe tratamiento distintivo, con marco en cantera labrada con pilastras de estrías onduladas y decoración heráldica en el dintel, enmarcando una puerta de madera ‒entablerada‒, que en la parte alta se perfora, y entre esbeltos balaustres permite la entrada de luz.

El portón de dos hojas –y diez tableros cada hoja‒ es una magnífica recreación, e incluye una mirilla con su propia protección en hierro. Aunque con apariencia un tanto desatendida, la carpintería es de magnífica factura.


Al abrirse esa puerta, queda franco el paso al “Patio interior” de la casa, que se muestra espectacular ante el visitante y permite aseverar –por si las fachadas no hubieran convencido‒ que el ingeniero Quintanilla tuvo en mente la casa de la Quinta Condesa del Valle de Orizaba cuando diseñó y edificó la Casa Esquivel/Torres a partir de 1927.


Las puertas se abren a una amplia antesala que a manera de vestíbulo recibe al visitante y le permite luego ascender tres peldaños para franquear el umbral marcado por un par de esbeltas columnas labradas para entrar al gran “Hall”, “patio cubierto” que articula la edificación en torno a su espléndida doble altura, en la que colgaba una espléndida lámpara de hierro forjado, doble altura que durante el día se mostraba iluminada por una colorida vidriera colocada al centro del adornado techo.


Esas columnas de base octagonal, tritóstilas –uso el término con el brío de Manuel González Galván, que dice: “…como el barroco en su fogosidad olvidaba la ponderación, recibe la columna tritóstila y la varía a su gusto, exagerando sus características.”‒ y estriadas, son transcripción de las que desde 1736, don Diego Durán Berruecos creó para el patio de la fantástica casa de doña Mariana Graciana Gutiérrez De Altamirano Castilla ‒de Velasco Peredo y Vivero‒, V condesa del Valle de Orizaba, casa que nosotros simplemente conocemos como la “Casa de los Azulejos”…


Arriba, dos imágenes de la “Casa de los Azulejos”, cuando en 1910 albergaba el “Jockey Club”; a la izquierda el patio, en que se distingue la fuente que engalana el muro poniente, y donde resaltan dos de las columnas que sostienen el andador de la planta noble; a la derecha –cuando la casa estaba ataviada para las Fiestas del Centenario de la Independencia de México‒, las mismas columnas flanqueando el arco central –que llevaba al segundo patio‒, foto en que además se distingue a la derecha de la imagen, la primera rampa de la escalera principal.


En la Casa Esquivel/Moreno, casi como recreando la Casa de los Azulejos, la antesala ‒a manera de vestíbulo‒ quisiera recibir el carruaje de los visitantes, que en una interpretación moderna desmontan de automóviles y se apean para acceder a un patio innovador –cubierto– que intenta rescatar todo lo admirable del esplendor virreinal y lo adapta al México postrevolucionario y moderno…


El “Hall” es entonces el nuevo aporte, un patio cubierto que asume la función de distribución, pero transformado en sitio de estar, sitio que goza de la importancia de un sitio central –antes patio‒ pero al estar cubierto, transformado en sitio útil y gracias a su amplitud, espacio significativo y anhelado…


El gran Hall de la casa Esquivel/Torres no es único, pero sí buen ejemplo de la adaptación de un viejo esquema, que no se aleja demasiado del modelo que lo inspiró –las columnas y pilastras en el acceso no me dejarán mentir‒, aunque adaptando sus características y haciendo homenaje a su ornamentación barroca.

El mejor ejemplo de esa remembranza, puede verse en la decoración con talavera –a la manera poblana‒ que engalana arrimadero de la escalera y peralte de escalones, para luego trepar e instalarse en los techos, como ornamentado marco a la vidriera colorida que ilumina el Hall.

Arriba, los azulejos que decoran peraltes y guardapolvo de la escalera; las piezas multicolores son eco de las decoraciones que engalanaron las diversas residencias barrocas de la capital novohispana, y como ejemplo aparece abajo la escalera de la casa de don Juan Nepomuceno Romero de Terreros, primer duque de Regla y conde de San Bartolomé de Jala; la casa familiar en Venustiano Carranza 73 –antes Capuchinas 12–, contemporánea de la “Casa de los Azulejos”, fue renovada y abierta al público en 2012 como “Sanborns Condes de Xala”.


La escalera de Paseo de la Reforma 935 es entonces eco de aquellas escalinatas, ansiando recrear el esplendor colonial en una arquitectura sedienta de emblemas. En su mejor momento, la casa complementó la decoración de mosaicos con notables figuras de talavera polícroma, que se sumaban a la magnífica colección de lienzos y tablas virreinales de don Toribio Esquivel Obregón y doña Laura Torres de Esquivel.



Como dije antes, los mosaicos aparecen también aplicados en los techos del Hall, formando un cerco decorativo para el tragaluz que ilumina el gran espacio, con vitrales de intensos colores y motivos ornamentales que también recuerdan azulejos de pañuelo y petatillo…


No es una invención de Quintanilla ese empleo de azulejos, sino la traducción del modelo seguido; abajo, aparecen dos tomas comparativas con los pasillos altos de la casa Esquivel a la izquierda y la Casa de los azulejos a la derecha; en ambas tomas se distingue el barandal ‒de madera a la izquierda y bronce a la derecha‒, las columnas y pilastras de base octagonal, así como azulejos aplicados como ornamento en la parte alta del pasillo –mediando una delicada viguería de madera en la casa del Valle de Orizaba–.


La Casa de los Azulejos recibió una cubierta –no del todo lograda‒ para aprovechar el patio, mientras que la casa diseñada por el ingeniero Quintanilla creó un Hall/“Patio cubierto” que retoma también los tres pasillos altos de la casa virreinal; aunque el modelo se repitió y generalizó, Reforma 935 tiene el mérito de esa exclusiva…



En el piso alto, las habitaciones debieron tener algún interés en decoración y amueblado, pero de nada de eso tengo registro y con el uso como oficinas, todo vestigio desapareció y hasta los baños se modernizaron. Aun así, mirar hacia el Hall es transportarse a los diseños de don Diego Durán Berruecos en la primer mitad del S. XVIII.


Descender puede permitirnos gozar nuevamente de la escalera y su decoración de azulejos, con magnífico “Arrimadero” (la parte baja de la pared donde se pueden arrimar la persona al bajar y dejar marcas y que se llama zócalo) que hace gala de las habilidades técnicas de los artesanos contratados, y sobresalen en el delicado detalle de la cenefa que marca el remate de muro y arranque de la balaustrada.

Ese descenso por la rampa de la escalera, permite también contemplar el Hall en todo esplendor, con la recreación colonial que el ingeniero Quintanilla creó en 1927 y que casi cien años después sigue llamando la atención.

Don Toribio fue miembro de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística. En 1939 participó en la fundación del Partido Acción Nacional y ese mismo año fue nombrado miembro de número de la Academia Mexicana de la Historia, donde ocupó la XVI Silla. Buena parte de sus documentos de investigación y bibliografía se conservan en el Archivo General de la Nación en un fondo que lleva su nombre. Poco antes de su muerte, se le otorgó el galardón Manuel Orozco y Berra, que premia a historiadores destacados de la ciencia jurídica.


La casa se conservó desde 1928 como residencia del licenciado Toribio Esquivel Obregón y su esposa Laura Torres Soto de Esquivel hasta el 24 de mayo de 1946, cuando a los ochenta y dos años, murió don Toribio. Doña Laura siguió habitando la casa y al poco tiempo pasó a ser habitada por los descendientes.


Aunque el inmueble ha cambiado por completo su amueblado, los espacios siguen conservando la decoración original, incluyendo la monumental chimenea que pareciera querer recordar la fuente del patio de la casa de los azulejos.


De la biblioteca, me cuentan que fue una maravilla, y algunos de los textos aún se pueden consultar en el Archivo General de la Nación; de entre las obras más conmovedoras que aparecieron en ese archivo, están las cartas a “Adorada Laurita”, como Epistolario familiar de Toribio Esquivel y sus cartas enviadas a Laura Torres Soto, con quien contrajo matrimonio el 9 de febrero 1891 en el Templo de Nuestra Señora de los Ángeles de León, Guanajuato.


En 1990 pude fotografiar la casa, aunque para entonces buena parte del amueblado original había sido sustituido…


Abajo, una fotografía oblicua de la Compañía Mexicana de Aerofoto, fechada en 1952 en que ha señalado la casa Esquivel/Moreno llamada “Casa de Lazos”…
¡Cómo ha cambiado la zona!


Quiero agradecer a Manuel Sánchez-Mejorada Pesqueira el haberme dado datos fundamentales para dar cuerpo a ésta investigación…

Este Blog se ha hecho gracias al apoyo incondicional de Julieta Fierro; está dedicado a las “Grandes casas de México” y pretende rescatar fotografías e historia de algunas de las residencias que al paso del tiempo casi se han olvidado y de las que existe poca información publicada. El objeto es la divulgación, por lo que se han omitido citas y notas; si alguien desea mayor información, haga favor de contactarme e indicar el dato que requiere. A menos que se indique lo contrario, las imágenes provienen de mi archivo, que incorpora imágenes originales recopiladas al paso del tiempo, así como el repertorio de mi padre y parte del archivo de don Francisco Diez Barroso y sus imágenes de Kahlo; en general, he editado las imágenes a fin de lograr ilustrar mejor el texto. Si se utilizan las imágenes, favor de indicar la fuente –aunque advierto que pueden tener registro de autor–.


Conforme haya más entradas (¡Ya hay más de un centenar!), aparecerán en el índice a la parte superior derecha de ésta página…



También se puede encontrar un índice general en: http://grandescasasdemexico.blogspot.mx/2016/02/indice-de-grandes-casas-de-mexico.html
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