lunes, 22 de diciembre de 2025

Casa Chávez Peón, en la calle del Farallón 265, Jardines del Pedregal.

1952, Arquitectos Francisco Artigas y Santiago Greenham.

Sin duda alguna, magnífico ejemplo del modernismo mexicano a inicio de la década del 50’, sitio donde el áspero paisaje volcánico del “Pedregal” de San Ángel se transmutó gracias a una arquitectura concebida para un renovador y novísimo habitar…

Aunque la estructura aún existe, resulta irreconocible, dado que se cegó la piscina y agregaron parapetos que la envuelven y esconden todo elemento identificable; además, el jardín norte (atrás) se integró al conjunto residencial con el Nº257 de Farallón, por lo que la casa original quedó atrapada dentro de un perímetro poligonal que la ahoga



En páginas de Santa -1903-, nos cuenta Federico Gamboa que era ese Pedregal, un lugar:
“…inexplorado todavía en más de lo que supone su mitad, volcánico todo, inmenso, salpicado de grupos de arbustos, de monolitos colosales, de piedras lisas o encordado declive, y arroyos clarísimos de ignorados orígenes, que serpean y se ocultan y reaparecen a la distancia, ó sin ruido se despeñan en oquedades y abras que la yerba disimula criminalmente; cavernas y grietas profundas, negras, llenas de zarzas, de misterio, de plantas de hojas disformes, heráldicas casi por su forma; simas muy hondas, hondísimas, a cuyas paredes se adhieren y retuercen cactus fantásticos y donde tienden el vuelo pájaros siniestros, corpulentos, que remontan por los aires, muy alto en amplias espirales lentas…”

Abajo, en una magnífica imagen captada por Armando Salas Portugal hacia 1948, aparece “El Pedregal” y al fondo los magníficos Iztaccíhuatl y Popocatépetl.


Para la década de 1940-49, los aparentemente “estériles y colosales monolitos de encordado declive” en ese Pedregal eran objeto de interés y estudio por parte de varios especialistas, desde Gerardo Murillo y Luis Barragán, hasta Diego Rivera que encontraba extraordinariamente atractivo el agreste sitio en tanto concebía “El Anahuacalli” en el pedregal de Santo Domingo -otra zona pedregosa al Este de San Ángel- e incluyendo al fotógrafo Armando Salas Portugal que creaba “Vistas de la región más transparente” de la que un ejemplo aparece arriba...

De hecho, probablemente en 1943, Diego Rivera escribió un breve pero sorprendente documento con el encabezado “Requisitos para la organización de El Pedregal” –que en 1949 se publicó por Barragán y los hermanos Bustamante– en que proponía lineamientos básicos para el desarrollo de las amplias extensiones cubiertas por lava donde él edificaría al poco tiempo el “Anahuacalli”, ahora “Museo Diego Rivera”:
“Nada se conseguiría si las construcciones destruyeran la belleza natural del lugar. Para evitarlo, basta con fijar unas cuantas condiciones de construcción que desde luego redundarían enteramente en beneficio de los propietarios: Primera.- No se permitiría el destruir más que parcialmente una de las tres capas de lava que constituyen el manto basáltico…”



Entre los interesados por aquellos terrenos, sobresalían los hermanos José Alberto y Luis Bustamante Aguirre, que con Luis Barragán Morfín iniciaron en 1943 la compra de terrenos en la sección Nor-Oeste de la asolada extensión, adquisición que alcanzaría los 3’000,000m² y que hacia 1947 se transformaría en un nuevo fraccionamiento de amplios terrenos residenciales. El arquitecto Barragán desarrolló el plan urbano para la firma “Jardines del Pedregal de San Ángel, S.A.”, nombre que recibió aquella sociedad; para el conjunto diseñó jardines, obras ornamentales -con Mathias Goeritz- y un par de casas -con Max Cetto- que mostraban las nuevas opciones de aquellos parajes, además de establecer las normas de construcción y lineamientos para evitar destruir la ruda belleza de aquel paisaje. El desarrollo del Pedregal ocupó a Barragán de 1945 hasta 1952, año en que se separó de la empresa.

Arriba, una esquina del despacho de Luis Barragán en Tacubaya, con una ampliada fotografía aérea de la sección ya urbanizada de Jardines del Pedregal de San Ángel. Abajo, uno de los jardines diseñados por Luís Barragán como muestra, en fotografía de Armando Salas Portugal, donde al fondo se distingue la cañada de “Los dinamos”.


Nos cuenta Alejandro Margain Flores en “Trabajando con Barragán”, que:
Las fotografías de Salas Portugal formaban parte de la investigación detallada que Barragán efectuaba antes de la construcción de un jardín: aportaban valiosa información sobre el estado natural del lugar, además de que también con ellas se registraban sus datos topográficos, tipo de vegetación y suelo…


Una sección primordial del diseño y muestra de las posibilidades para los jardines del fraccionamiento, estaba frente la que es ahora Avenida San Jerónimo/Universidad y el arranque de Avenida de las Fuentes, acceso al conjunto, donde Barragán diseñó puente, terrazas, rejas, jardines y fuentes que contrastaban una muralla basáltica con césped y árboles, aderezado el todo con una escultura de Matías Goeritz que se bautizó como “El animal del Pedregal” -1951- (desafortunadamente esos jardines desaparecieron y en su lugar se construyeron los edificios Nº477, 458, 452, 428 y 424 de Avenida San Jerónimo). Con frente a la propia Avenida de las Fuentes, se distinguen ya las dos “Casa para muestra” (Nº130 y 140) así como la casa Prieto López (Nº180) en que intervendrían Cetto y Barragán, entre 1948 y 51.

Arriba –en una toma oblicua de la Compañía Mexicana de Aerofoto que mira hacia el sur, fechada en 1952– aparece el acceso a “Jardines del Pedregal de San Ángel” por la Avenida de las Fuentes (a la derecha de la toma, aparece ya el trazo de la cerrada Colorines pero no la de Volcán, mientras que a la izquierda, aún no existe el trazo de Sismo o Ciclón, ni abajo la calle de Niebla), diseñado por Luis Barragán, sitio en que se colocó en 1952 “El animal del Pedregal” de Matías Goeritz, justo frente a las fuentes y surtidor -que daban nombre a la calle- que aparece abajo, fotografiada por Armando Salas Portugal.


En 1948, el presidente Miguel Alemán visitó la zona de Jardines del Pedregal a instancia de los hermanos Bustamante –parte de un recorrido que lo llevó a los terrenos de la nueva Ciudad Universitaria, cuya construcción se había anunciado en 1947–, y tocó al arquitecto Luis Barragán mostrar el desarrollo y los jardines en Avenida de las Fuentes.


En los insertos publicitarios –abajo, un ejemplo de 1953– de “Jardines del Pedregal de San Ángel” se mostraban las rejas de Barragán y “El animal del Pedregal” de Goeritz, describiendo de la excelente ubicación y popularidad, mostrando el acceso de Avenida de la Fuentes como muestra del “fraccionamiento de más categoría en la Ciudad de México”, sitio de vanguardia y admiración…


Ya desde 1947 los hermanos Bustamante habían puesto a la venta terrenos en aquel novedoso fraccionamiento y desde 1949 o 50, personajes como el doctor Federico Gómez Santos habían comprado magníficos predios (Ver) –con cerca de 7,000m²– para edificar sus residencias. A instancia de Luis Barragán, el licenciado Eduardo Prieto López –hijo de Eduardo Prieto Souza y Guadalupe López González de Cosío (Ver)– adquirió desde 1947 un terreno de 15,000m² con frente a la que se trazaba ya como Avenida de la Fuentes (Nº180) y en el que inicialmente el arquitecto Max Cetto diseñó una casa que sería rediseñada por el propio Barragán y es ahora, uno de los mejores ejemplos de su arquitectura (aún a pesar de perder una parte relevante de sus jardines, edificados ahora con casas que dan a la calle de Granizo y Cascada).

Además, en la que aún era misma manzana que la Casa Prieto, los arquitectos Luis Barragán y Max Cetto, edificarían dos “Casa de Muestra” en los lotes 10 y 12 (ahora Fuentes Nº130 y 140), entregadas en 1950 -la Nº140- y 1951, ejemplos de la visión que por entonces se tenía de lo que debía ser el futuro del fraccionamiento y su arquitectura residencial.


Arriba, la fachada al jardín de la “Casa de Muestra” en el lote 12 –ahora Avenida de las fuentes Nº140–, diseño de Max Cetto y Luis Barragán; desafortunadamente ha sido intervenida y es prácticamente irreconocible, con una ampliación hacia el Sur-este que borra jardín, estanque y formación rocosa.

Una enumeración de las primeras casas edificadas en Jardines del Pedregal, estaría incompleta sin mencionar la casa que el propio arquitecto Max Cetto edificó para su familia en la que sería Calle del Agua, parte de un trato con el propio Barragán, con el que tanto trabajó y que sería una decantación de su aprendizaje con Neutra, respetando el sitio y su naturaleza…


Arriba, una imagen del diseño original de la casa Cetto vista desde el jardín poniente; la casa sería ampliada en 1952 (agregando un piso) y se conserva en el Nº130 de la calle Agua como un magnífico ejemplo de la arquitectura de vanguardia en el México de los 50’. Abajo un acercamiento a la fotografía mural del despacho de Luis Barragán en Tacubaya, en que se marca el sitio en que para 1950 se diseñó y edificó luego la casa Chávez Peón, conocida como “Casa Puente” en la calle del Farallón Nº265.



Para 1950, aparece en la escena de Jardines del Pedregal de San Ángel el arquitecto Francisco Artigas, que indudablemente implantará un lenguaje que marcaría el estilo arquitectónico por el que más se recuerda el fraccionamiento; con la casa Chávez Peón primero y caseta de ventas (2) después, edificadas ambas en 1950, el fraccionamiento adquiere un impulso comercial que resolvía un período en que las ventas no respondían a lo esperado por los promotores.

Nos cuenta Fernando Schapochnik:
Tras el desinterés que produjo el pabellón de venta original –una vivienda maciza e introvertida de muros gruesos, ventanas pequeñas y muy arraigada en el terreno– Barragán y sus socios encargaron a Artigas la construcción de un segundo pabellón. La nueva caseta eclipsó al primer modelo; una rampa flotante de dos tramos conducía a una estructura ligera de pilotis, delimitada por vidrio en todo su perímetro.

Aparece abajo la primera “Caseta de Ventas”, diseño del arquitecto Francisco Artigas, Jardines del Pedregal, 1950 (Fotografía de Fernando Luna). Se distingue la atribución "Arquitecto Francisco Artigas"...



Hijo del general con el mismo nombre, “Francisco Artigas –Salazar– es el primer arquitecto que viene a la mente al pensar en el estilo arquitectónico del Pedregal de San Ángel, en los años cincuenta y sesenta” como bien nos dice Alejandro Hernández Gálvez. Estudió ingeniería en la ciudad de México, pero abandonó la carrera; tras construir varias obras en Culiacán, regresó a la ciudad de México y se asoció con Santiago Greenham en compañía de quien diseñó esa primera casa en el pedregal -la Chávez Peón- y para 1952, la del número 240 de la calle del Risco (Ver), novedosa interpretación de los lineamientos de Barragán y buen ejemplo de síntesis de aquello que Richard Neutra, Rudolf Schindler y Charles Eames producían…


La carrera de Artigas (1916-1999) es ciertamete fructuosa e interesante, con larga trayectoria que marca hitos en arquitectura residencial así como aportaciones relevantes en arquitectura educativa, con producción que osciló entre el moderno racionalista y el historicismo romántico.

En su texto "Regionalismo revisado: el caso de Francisco Artigas", Keith Eggener nos cuenta:
Durante el transcurso de su carrera, Artigas diseñó por todo México oficinas, edificios comerciales, capillas, hoteles, proyectos urbanos de restauración, escuelas (mientras fue director del Programa Federal de Construcción de Escuelas), y casas unifamiliares, lo más destacado de su trabajo. También trabajó fuera de México, lo cual era poco usual para un arquitecto de sus tiempos. Viajaba frecuentemente a Estados Unidos, entre 1952 y 1958 construyó en Apple Valley, California, un espléndido escaparate de 670 metros cuadrados, de acero, vidrio y concreto. Diseñada para el fundador de Apple Valley, Newton T. Bass, la Casa Hilltop -con vista de 360 grados, piscina interior-exterior, paredes deslizables al sólo apretar un botón, techos de caoba y televisiones empotradas en las paredes- expresaba tan bien la buena vida californiana de posguerra que apareció en un capítulo de la serie de tv Perry Mason (“El caso del Río Roving”). Si no se hubiera incendiado en 1967, podría haber sido una fantástica guarida para un villano de James Bond…



Por su parte, Santiago Guillermo Greenham Ballescá (22 de julio de 1917- 11 de diciembre de 2002), fue hijo de Charles Robert Greenham y María del Pilar Ballescá. Estudió arquitectura en la Universidad Nacional Autónoma de México. En diciembre de 1940, casó con Emma Berta Híjar. En 1951 fundó “S.G. Construcciones” donde diseñó y supervisó la construcción de los pasos a desnivel que ligan la zona de Rectoría con el Estadio Olímpico bajo la Avenida Insurgentes, en el campus de la Ciudad Universitaria del Pedregal. Tambien en esa década y en el Pedregal, Greenham diseñó para su familia la “Casa en la calle de Cráter” Nº435, de 1959. La fotografía de la casa greenham que aparece abajo, pertenece al Archivo Pedro Ramírez Vázquez.



Para fin de 1945, Artigas había vuelto a la ciudad de México, incorporándose como colaborador al taller de Santiago Greenham, arquitecto con quien realizaría su primera casa en jardines del Pedregal -1950-, por muchos conocida como la “Casa del puente”; no tengo dato alguno acerca de de si conocían la casa que Amancio Williams había diseñado en Mar del Plata, Argentina desde 1943 y que ya terminada en 1945, sería conocida como “Casa sobre el arroyo”, edificación a la que frecuentemente se señala como antecedente para la casa Puente del Pedregal.



Lo cierto es que tanto Artigas como Greenham admiraban el trabajo que Richard Neutra (1892 - 1970) hacía en California -donde había llegado para trabajar con Schindler desde 1925- y que para 1946 diseñaría la novedosa Casa Kaufman en Palm Springs. La casa se adaptaba a un terreno rocoso, levantando discretamente su estructura frente al agreste sitio, una vivienda cuyas cubiertas son apenas lo que se distinguen a la distancia; más que una casa, es un refugio flotante, eco de las ideas que Frank Lloyd Wright había hecho populares dos décadas antes…


Arriba, la casa Kaufmann y su contexto en Palm Springs (1946), en una fotografía de R. Grenader. Abajo, la casa Chávez Peón en Jardines del Pedregal (1951), en una fotografía de los hermanos Luna.


Se atribuye a Marcel Breuer: “La arquitectura moderna no es un estilo, sino una forma de vida”.
La casa diseñada para la familia Chávez Peón por Artigas y Greenham en aquél páramo basaltico de olivino y piroxeno, era sin duda alguna, creada para una nueva forma de vida…


Arriba, en una toma oblicua de la “Compañía Mexicana de Aerofoto S.A.” fechada en 1954, aparece el fraccionamiento “Jardines del Pedregal de San Angel” y a la distancia (arriba a la izquierda) las obras de la nueva Ciudad Universitaria. En la toma que mira hacia el oriente, se distinguen el Boulevard de la Luz (abajo a la derecha), así como calles de Agua y Lluvia que cruzan la Avenida de las Fuentes primero y Cráter después; en un círculo, he marcado el terreno de la casa Chávez Peón, en la calle del Farallón Nº265, entre Cráter y Avenida Paseo del Pedregal...

En 1951 e inserto en aquel contexto, el diseño de Artigas y Greenham debió ser absolutamente sorprendente, cuando apenas cinco o seis casas salpicaban el fraccionamiento, donde la “casa de muestra” creaba un precedente de macizas formas que se plantaban sólidamente en el áspero terreno, mientras que “Casa del puente” aparecía casi como un espejismo de claro y grácil concreto sobre un espejo de agua, en aquel mar de rugosa y endurecida lava oscura…


Citando nuevamente a Keith Eggener en su texto “Regionalismo revisado: el caso de Francisco Artigas. Una nueva mirada a un mexicano moderno olvidado”, leemos:
La casa Chávez Peón de Artigas, una estructura de concreto armado larga y baja que literalmente tendía un puente entre el lugar rocoso y el pequeño estanque debajo, se completó ese año –(1951) una de las primeras construcciones, si no es que la primera en el Pedregal que no fue directamente supervisada por Barragán o Cetto.
El contraste entre los enfoques de Barragán y de Artigas sobre cómo construir en el Pedregal es profundo; representan dos polos: sólido y transparente, enraizado y elevado, conectado a la tierra y dirigido hacia el cielo.


Sin duda alguna, el conocimento adquirido por Greenham en el manejo y tratmiento del concreto definió parte de esa grácil estampa, aunque es evidente que sería Artigas quien con su novedosa organización espacial –inspirada en Richard Neutra–, así como fluidéz y transparencia en el tratamiento de las diversas áreas del programa arquitectónico, quien logró dar sorprendente ligereza al diseño de los diversos elementos, incluyendo el arco/puente que daría calificativo a la casa.

Creo también interesante resaltar que las diáfanas fachadas con extensas superficies de cristal eran una novedad absoluta, llevando la tecnología residencial del momento a explorar territorios que no eran comunes o sencillos.


Aunque seguramente se prepararon varios modelos y maquetas durante el proceso de diseño, parece haber gran correspondencia entre el esbozo inicial y el resultado final, aunque se distinguen ajustes en el criterio estructural y la manera en que se resolvieron apoyos y losas.


En cuanto a la planta, el diseño se concibió en un solo nivel, con dos cuerpos que aíslan áreas servidas y de servicio, con una clara separación de ambos perímetros y con orientación sur para las habitaciones y áreas públicas, y norte para los servicios. Bajo el arco que soporta la casa, y aprovechando la topografía del terreno definido ya en los trazos de Luis Barragán, se colocó una alberca que quedaba parcialmente guarecida bajo el arco.


Revisar la planta del conjuto, permite entender la disposición en el amplio terreno –de perfil trapezoidal–, donde el volumen de la casa misma se remete y gira para tomar clara orientacion –además de crear magníficas perspectivas desde el acceso, vistas que serían reiteradamente captadas por diviersos fotógrafos– y formar puente entre dos protrusiones rocosas que dan pretexto para la alberca en la hondonada. El acceso de autos, en alto, permite acercarse al voladizo que define sitio de estacionamiento, una marquesina/porche, y crea un recorrido que debió ser absolutamente innovador en ese 1951.

En su texto respecto a la casa en “Las Casas del Pedregal 1947-1968”, Alfonso Pérez-Méndez y Alejandro Áptilon nos dicen:
En la generosa tradición de los primeros años del fraccionamiento, los amplios 3,000m² de terreno de los Chávez Peón estaban dominados por dos promontorios de roca. El surco que los separaba inspiró el puente como intervención, que más que un capricho formal, es la única solución constructiva que en este terreno en particular permitía conservar la topografía.

Estudio y estancia encabezaban la presencia de la casa hacia la marquesina del acceso de autos, que con grácil voladizo daba clara indicación de entrada, mientras que al fondo, un acceso secundario permitía el paso hacia el antecomedor, zona de servicio y lo que podía ser una estancia/habitación para invitados.

Una amplia bahía a nivel, permitía a los autos maniobrar, además de dar paso a la zona del jardín y alberca, a la que se bajaba tanto por una zona jardinada hacia el fondo (Norte) del terreno, como por una escalinta entre los dos volumnes y bajo el puente que los liga.


Al interior, la casa se acerca a los 300m² construidos, con una distribución que refleja claramente la idea de acomodo a lo largo de un “puente”, con una circulación en el costado norte y otra que cruza diagonal, para integrar servicios al cuerpo principal.

Cuando estudié arquitectura, uno de mis maestros se refería críticamente a esa disposición de plantas como “Los ferrocarriles de Artigas”, en referencia a ese esquema de sucesión de espacios a lo largo de una larga circulación.


El lenguaje interior de la casa Chávez Peón es magnífico ejemplo de la incipiente modernidad que llegaba a México a inicio de la década del 50’, y retoma muchas de la enseñanzas de Richard Neutra, aunque con innegable evocación a Frank Lloyd Wright y su emblemática “Casa de la Cascada” para el Sr. Edgar Kaufmann, entregada 1937/8.


El diseño escenográfico del acceso se reafirma en las soluciones interiores, que definen hitos y remates en el recorrido, con buen ejemplo en la chimenea que define y separa los ámbitos de estudio y estancia a manera de un mampara que más se percibe como un biombo movible que una barrera.

Desde su entrega en 1951, la casa Chávez Peón y la “Caseta de ventas” se transformaron en emblema de Jardines del Pedregal y no solo permitieron al arquitecto Artigas acercarse a don Luis Bustamante Aguirre, sino cimentaron su fama como “El arquitecto del Pedregal”, fama que le llevaría a diseñar casi cincuenta casas en el fraccionamiento, que cautivó a empresarios, políticos y estrellas de televisión, que perseguían una ambición más internacional, moderna y “californiana”...


Arriba, la casa Chávez Peón en toma de Fernando Luna, captada desde el pórtico de acceso en la calle del Farallón Nº265. Abajo, parte de la nota que apareció en octubre de 1952, en la revista “Espacios” Nº11/12, referente a la casa diseñada por Francisco Artigas desde 1950 en “El Pedregal”.

En la revista, aparecía además de la nota “Casa en la calle de Farallón, ilustrado con planos y fotografías”, notas respecto a una “Residencia en las calles del Agua” (de Lorenzo Carrasco y Guillermo Rossell), “Oscar Niemeyer y la Arquitectura brasileña” de Lorenza Martínez, “Caminos para una arquitectura mexicana” de Alberto T. Arai, así como “Los jardines del Pedregal de San Ángel” y “Ciudad Universitaria” firmadas por los editores.


Citando nuevamente el texto “Regionalismo revisado: el caso de Francisco Artigas. Una nueva mirada a un mexicano moderno olvidado”, Keith Eggener nos dice:
…los diseños modernos de Artigas albergan una evidente influencia de Mies y Neutra, y un gran parecido a los ejemplos del programa Case Study House de California. Los mejores de ellos -las casas del Pedregal construidas para Federico Gómez (1952), Eduardo Echeverría (1955), José Alberto Bustamante (1955), la familia Fernández (1956), Stanley Wasung (1957) y Enrique Rojas (1962)- se contaban entre lo más exquisito y de mayor calidad de la época. Situadas de una forma dramática pero sensible en el terreno, con apariencia ligera, sus exteriores son notables por un gusto definido por lo rectilíneo y un elegante minimalismo; por cerramientos atrevidamente largos y continuos por encima de fachadas completas de cristal que hacen que la construcción regrese a la tierra aun cuando los pilotis la levantan de ella.
...Los diseños de Artigas, por otro lado, establecieron el estándar para los arquitectos modernos que trabajaban en el Pedregal y en desarrollos residenciales lujosos en cualquier otra parte de la Ciudad de México, Acapulco y más allá, a lo largo de los años cincuenta, sesenta y setenta. Parece justo decir que el trabajo de Artigas era mucho más representativo de las construcciones del Pedregal y de los requerimientos de su época, que el de Barragán, quien fue siempre un personaje con un valor atípico personal y profesionalmente, y de igual forma su trabajo se mantuvo fuera de la regla.


Magnífico ejemplo de esos diseños en la casa que Artigas diseñaría para 1957 y para don Francisco Blanco (Ver) que muchos conocieron como “La casa de los patos” en el Nº511 del Paseo del Pedregal.

En 1972, el propio arquitecto Artigas publicó en imponente formato (14.5 x 41 cm.), tanto en inglés como en español –2,000 ejemplares para cada idioma– un libro que con espectaculares fotografías de Fernando Luna recopilaba su obra. Presentado por la pulcra Esther McCoy, autora de “Five California Architects” y artículos acerca de arquitectura moderna mexicana para Arts & Architecture, Los Angeles Times y otros periódicos y revistas, el libro es magnífica fuente de información y fastuoso retrato de la obra de Artigas.


Luego de la presentación de McCoy y textos de Oscar Urrutia y Fernando Luna, en las páginas 1 y 2 aparece la “Residencia en el Pedregal de San Ángel, 1950” con la planta de la casa y una sorprendente fotografía del propio Luna.

De acuerdo con el arquitecto Fernando Luna, que estuvo a cargo fotografiar gran parte de la obra, una de las novedades que introdujeron fue el uso de modelos en las imágenes de las residencias; en este caso, un grupo de tres jóvenes (parte de la familia del propio arquitecto Artigas) toma el sol en el islote de la alberca, mientras que un Ford Thunderbird convertible de 1957 espera bajo la marquesina…


El diseño de la casa Chávez Peón, en la calle del Farallón 265, tiene algunas similitudes con la casa Bustamante, diseñada años más tarde en la calle del Risco número 227, justo frente a la “Casa del Risco”, para el ingeniero Martínez Mesa y que sería ocupada por la familia de don Fernando Bustamante Aguirre desde 1959.

Al paso del tiempo, la casa Chávez Peón fue fotografiada en innumerables ocasiones, aunque uno de los ángulos más populares resultó reiteradamente la vista desde el acceso de Farallón 265; las tomas de Luna muestran una edificación en torno a la que se desarrolló la vegetación y que se conservó con buen mantenimiento. Desafortunadamente, al paso del tiempo y seguramente por las modificantes al reglamento del fraccionamiento y dimensiones mínimas para usos de terreno, la casa resultó demasiado gravosa como para mantenerse intacta…


Ya para fin de siglo, el predio de 3,000m² se escindió y una parte relevante –la totalidad del jardín norte– pasó a formar parte del conjunto residencial al que se accede por el Nº257 de Farallón, por lo que la casa original diseñada en 1950 quedó atrapada dentro de un perímetro pentagonal que la ahoga.

Aunque la estructura de la “Casa puente” se puede distinguir, se agregaron varios volúmenes a la estructura de origen y la crujía sostenida por el arco que daba nombre a la casa quedó disimulada detrás de tapias, en tanto que el estanque/alberca, se cegó y rellenó.




Por varios años, este Blog se hizo gracias al apoyo incondicional de Julieta Fierro; está dedicado a las “Grandes casas de México” y pretende rescatar fotografías e historia de algunas de las residencias que al paso del tiempo casi se han olvidado y de las que existe poca información publicada. El objeto es la divulgación, por lo que se han omitido citas y notas; si alguien desea más información, haga el favor de contactarme e indicar el dato que requiere. A menos que se indique lo contrario, las imágenes provienen de mi archivo, que incorpora imágenes originales recopiladas al paso del tiempo, así como el repertorio de mi padre y parte del archivo de don Francisco Diez Barroso y sus imágenes de Kahlo; en general, he editado las fotografías a fin de lograr ilustrar mejor el texto. Si se utilizan las imágenes, favor de indicar la fuente –aunque advierto que pueden tener registro de autor–.



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