En 1929, mientras en Barcelona se llevaba a cabo la Exposición Universal (en que se presentó el famoso pabellón alemán que diseñó Ludwig Mies van der Rohe), en Sevilla se verificaba la Exposición Ibero-Americana, en la que México participó con un singular pabellón a cargo de Manuel María Amábilis Domínguez. El edificio “Neo-Maya” -que mucho debe al “Palacio” de Sayil- causaría sensación entre el público asistente y aunque algunos lo consideran una anomalía de orgullo nacionalista, es uno de múltiples ejemplos del rescate histórico-indigenista como alternativa a los cánones occidentales, opción de presencia e identidad latinoamericana…
Ya desde 1889, México se había presentado en París con un pabellón que hacía referencia al “Neo-Azteca” como alternativa a los cánones clásicos que seguía el resto de los participantes (ver: https://grandescasasdemexico.blogspot.mx/2015/12/mexico-en-paris-1900.html ); el anexo, presentaba una “Maison Azteque” de extraña influencia Maya que cautivó a los visitantes:
“Le vrai Mexique se présente dans la petite maison aztèque ou l’on peut deviner le caractère de cette culture extraordinaire et ses étonnants progrès, en tant qu’on se promène dans un émonde étonnant et exotique …”
Unos años después, en la “World's Columbian Exposition” que se presentó en el Chicago de 1893, el arqueólogo Edward Thompson exhibió la “Reconstruction of the Arch at Labná and portions of the facades of the Nunnery at Uxmal”; admirador del trabajo de Stephens y Catherwood, promotor de la “Atlantean Theory of pre-Columbian civilizations”, y cónsul en Yucantán -Campeche-, Thompson lideró varias expediciones arqueológicas que fueron aclamadas por Frederick W. Putnam del Peabody Museum de la Universidad de Harvard.
La civilización Maya mereció un importante tributo en la exposición de 1893, con casi 1000 m² exhibiendo artefactos y esculturas de las colecciones de los museos Peabody y Berlin, moldes y fotografías de Desirée Charnay, y las réplicas del arco de Labná complementado por secciones de fachada del cuadrángulo de las Monjas de Uxmal.
Para 1908, se licitó en los Estados Unidos el concurso para el edificio de la “Unión Pan-Americana” (ahora Organización de Estados Americanos) en Washington; al interior del edificio diseñado por Albert Kingsley y Paul P. Creet, se concibió un patio adornado por una fuente tallada en mármol rosa veteado, ejecutada por Gertrude Vanderbilt con figuras alusivas a las culturas Maya, Azteca y Zapoteca; el patio se transformó rápidamente en el sitio favorito para la promoción de la identidad Latinoamericana, así como sus bondades y amistad para con el Norte. En la foto, “Pan American Beauties” con las representantes –ataviadas con sus “trajes tradicionales”- de Honduras, Ecuador, El Salvador, México, Costa Rica, Perú y Chile, frente a la fuente neo-indigenista de la “Pan American Union Building”.
Además -como complemento a la fuente de 1908-, el patio presenta también un pavimento a manera de mosaico en baldosas de barro cocido, ejecutado por J. U. Dulles-Allen, que retoma motivos inspirados en los relieves del Palacio de Palenque…
Recuerden ustedes que desde el siglo XIX se habían realizado innumerables expediciones a la zona Maya, en las que se había publicitado con enorme éxito el hallazgo -registrado fotográficamente- de sorprendentes estructuras, que en la visión de sus promotores, competían con el esplendor de las ruinas descubiertas en Egipto durante las expediciones lideradas por Napoleón Bonaparte y registradas en “Description de l’Égypte” en 1809.
De particular relevancia resultaron las expediciones de William Bullock (un anticuario inglés que visitó la zona en 1822 para acaparar objetos que exhibiría en el Bullock’s Hall de Piccadilly), John Lloyd Stephens y Frederick Catherwood (que exploraron Chiapas y Yucatán en 1839 y publicaron “Incidents of travel in Central America, Chiapas and Yucatan” en 1941 y “Travel in Yucatán” en 1843), así como Desiré Charnay que exploró y fotografió ente 1858 y 60 Palenque, Izamal, Chichen Itzá y Uxmal.
Arriba, « Palais des Nonnes à Uxmal, façade dite Egyptienne, Pl. 38 », de Desiré Charnay, ca. 1860 (Cités et ruines américaines) ; estaba acompañado de la publicación « Antiquités Américaines » que Charney hiciera con el afamado Eugène Viollet-le-Duc, donde argumentaba -en concordancia con las especulaciones e invenciones del período- que los constructores no eran originarios de la zona, sino migrantes de Europa, África o Asia.
Además, es importante mencionar las expediciones de instituciones norteamericanas, que para el S. XX se volvieron sorprendentemente populares gracias a las ideas de un “Atlantean Theory” que ligaba la civilización Maya con Micenas y la sublimada Atlántida, mientras que en Nueva York “The Orrin Bros. and Nichols Aztec Fair” presentaban antiguos implementos mayas…
Abajo, «Governor's Palace (House of Turtles), Uxmal» del grupo de imágenes que de la expedición de 1882, se conserva en el Lorilard Fund.
De particular interés me resulta la segunda expedición de Charnay -entre 1880 y 1882-, financiado ahora por Pierre Lorillard IV -de Nueva York-, de la que se publicó su segundo libro “Les Anciennes villes du nouveau monde” en 1887; entre 1884 y 1885, el arquitecto Bruce Price diseñó para Lorilard el conjunto de Tuxedo Park así como la nueva residencia familiar y durante el período, su joven asistente -encargado de mantener la relación cotidiana con el cliente- fue nada menos que el joven Frank Lloyd Wright…
Wright tuvo acceso a las fotografías de Charnay y abrevando del entusiasmo de Lorilard por las arquitecturas precolombinas, escribió en “A Testament”:
“I remember how ... primitive American Architecture –Toltec, Aztec, Mayan, Inca– stirred my wonder, excited my wishful admiration. I wished I might have some money someday enough to go to Mexico, Guatemala and Peru to join in excavating those long slumbering remains of lost cultures."
“The A.D. German Warehouse’s massing, borrows a gleam from the Mayan Temple of the Three Lintels at Chichen Iza.”
Así, para los años veinte, hasta jugueteó con la influencia prehispánica en su arquitectura; en la imagen de arriba, el proyecto para la tienda de Albert D. German -Wisconsin- entregada en 1921, y en el inserto la influencia. Abajo, la casa de Charles y Mabel Ennis -Los Feliz, California-, diseñada en 1923 y construida en 1924; inserta, una imagen de la chimenea del comedor, con relieve en bronce de Julius Dietzmann representando a “Xiuhtecuhtli, the God of Fire”…
No puedo dejar a Frank Lloyd Wright sin mencionar la casa que también en California -cercana a Los Ángeles- diseñó en un montículo y al centro del olivar para Aline Barnsdall, residencia que muchos conocen como “Hillyhock House” y que se edificó entre 1918 y 21 como parte de una búsqueda donde reverberan Uxmal o Chichen Iza…
En “American Architecture and Urbanism”, Vincent Scully nos dice:
“His use of Mayan and Mexican forms -for example-, while scattered, hard to isolate, and even questionable earlier, became compulsive, as if he were trying to start over with the most monumental and permanent shapes that the continent had ever produced...”
Ejemplifico con Wright, para mostrar el que ese gusto por el rescate indígena -en particular el “Neo-Maya”- no era asunto aislado o usado únicamente por arquitectos de poca monta y simple coartada decorativa; era una búsqueda en el pasado americano, que intentaba rescatar elementos de grandeza, aún a pesar de gravitar hacia ideas que ligaban a los Mayas con la perdida Atlántida…
Así, resulta entonces interesante mostrar las propuestas de algunos diseñadores norteamericanos, que como rescate decorativo acudieron al “Mayan Revival” como fuente de inspiración en cines, hoteles, auditorios y edificios para oficinas…
Ejecutado entre 1924-1925, el “Aztec Hotel” decorado según diseño de Robert Stacy-Judd en Monrovia –California-, mostraba fachadas e interiores con una extraña mezcla de influencias y referencias…
Arriba, el acceso al Hotel AZTECA y su bar MAYA en estado actual; abajo el Lobby del “Aztec Hotel” con amueblado original…
El propio Stacy-Judd nos explica: "When the hotel project was first announced, the word Maya was unknown to the layman. The subject of Maya culture was only of archaeological importance, and at that, concerned to but a few experts. As a word Aztec was fairly well known, I baptized the hotel with that name, although all the decorative motifs are Maya."
De 1926, sorprende “The Benevolent and Protective Order of Elks building” de Aurora –Illinois- (arriba), diseñado por el despacho Zimmerman, Saxe & Zimmerman de Chicago, y vigorosamente influenciado por los descubrimientos que la universidades Norteamericanas difundían en los años 20’ y que Zimmerman había visitado:
“According to members of the lodge, William Carbys Zimmerman spent some time at some of the Late Classic Mayan sites to gather influence for his designs. Specifically, Carbys' designs reflect the Late Classic and early Postclassic Eras. Details include Mayan deities, symbols, and architectural placements.”… “The building is a rare example of a Mayan motif applied to a Prairie School design. It is uncertain why this type of design was chosen, as Mayan symbols do not have any special significance in the Elks community.”
De 1927, destacan fachadas e interiores del “Mayan Theater” en Los Angeles, California. Diseñado por Stiles O. Clements del despacho Morgan, Walls & Clements, y esculturas de Francisco Cornejo; el edificio sigue en pie, y para sorpresa de visitantes fue recientemente restaurado…
De origen un teatro en forma –colindante con el afamado “BELASCO”-, el Mayan Theater es prototipo de las exóticas ornamentaciones y “Revival-style” de los teatros y cines de la década 1920-1930; el lobby bautizado "The Hall of Feathered Serpents," incorpora y mezcla sin impedimento estilístico o temporal elementos Mexica, Tolteca y Maya…
Entre los teatros destruidos o modificados, destacaban los interiores del Fisher Theater, en Detroit -Michigan-, diseñados en 1928 por Albert Kahn con la apasionada asesoría del arqueólogo Sylvanus G. Morley: “the great scholar of the Maya”.
Dentro del fastuoso “Fisher Buildin” -de arquitectura DECO-, el teatro inaugurado en febrero de 1928 mostraba “… a lavish Aztec-themed interior in the Mayan Revival style”, donde pasillos y lobby se amueblaron con objetos artesanales y zarapes mexicanos, las jardineras se plantaron con árboles de plátano, y los pasillos se salpicaron con perchas en que loros y guacamayas podían ser alimentados por los parroquianos…
Respecto a ésta tradición y rescate, mucha más información se puede encontrar en el N° 9 de la revista “Cuadernos de Arquitectura Mesoamericana” -del año 1987- que se puede consultar en: http://arquitectura.unam.mx/uploads/8/1/1/0/8110907/cam09_reducido.pdf
Queda claro que el rescate “Neo-Maya” no era singular o poco común en los 20’; en México se venía retomando desde el porfiriato como elemento de identidad nacional, con los diseños de Antonio M. Anza y/o Antonio Peñafiel, pero para 1924, el arquitecto Manuel Amábilis se transformó en el adalid de esa defensa nacionalista con el indigenismo como palanca... Nos dice Enrique X. de Anda Alanís:
“La defensa del neoindígena, que propugnó por la permanencia de la arquitectura aborigen como nuevo símbolo de unidad nacional, fue enarbolada por el arquitecto Amábilis de origen yucateco y graduado en la Escuela Especial de Arquitectura de París, quien al parecer fue el único que realmente creyó en la vigencia de los símbolos ornamentales mayas y toltecas como distintivos de la nueva cultura mexicana.”
Con su habitual urbanidad, de Anda nos dice además que Amábilis “…construyó obras dentro de ese parámetro estilístico y publicó libros en donde con sobrado idealismo, falta de rigor científico y absoluta parcialidad a favor del arte maya (al considerarlo la panacea estética del pasado y del futuro) aventuró teorías sobre el origen artístico precolombino y el ‘deber ser’ de la moderna edilicia nacional.”
Abajo, el acceso al Sanatorio Rendón Peniche, diseñado por Amábilis y edificado en Mérida -Yucatán- durante 1919. Más abajo una de las construcciones complementarias (en estado actual) que de origen albergó la morgue del sanatorio.
Coincidiendo en tiempo con la Feria de las Artes Decorativas en París, Amábilis diseñó el Pabellón del Gobierno Federal en la Feria Internacional de la Ciudad de México de 1925, del que en agosto de ese año, El Universal decía:
“Los estilos maya y tolteca alternan en este proyecto en la más armónica combinación y en los frisos … se recuerdan interesantes motivos arquitectónicos de nuestros más clásicos monumentos. A la fecha, entre los varios proyectos que tiene en estudio el gobierno para la construcción del monumental pabellón, ninguno como el del arquitecto Amábilis parece reunir las condiciones de grandeza y arte requeridos.”
Es importante recordar que para 1921, se había declarado oficialmente terminada la lucha armada que conocemos como “Revolución Mexicana” y los gobiernos de Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles hacían enormes esfuerzos por encontrar un lenguaje arquitectónico concordante con los ideales de la nueva República Post-revolucionaria…
El Neo Maya de Amábilis resultaba un magnífico derrotero para la identidad de un México que se presentaba orgulloso de sus raíces, capacitado para una nueva corrida y deseoso de aparecer ante el mundo como estable y confiable.
Así, también en 1925, el Gobierno Federal de la República aceptó la invitación del gobierno español a participar en la Primera Feria Hispanoamericana que se celebraría en Sevilla en 1926 (aunque eventualmente se postergó tres años), encargándose a la Secretaría de Industria Comercio y Trabajo el convocar y realizar un concurso para el pabellón de México en los terrenos anexos al Parque María Luisa de Sevilla…
Y cito nuevamente a De Anda: “…la celebración de la justa profesional y selección del proyecto ganador dieron lugar a una de las más controvertidas discusiones en el ámbito de la arquitectura mexicana de la segunda mitad de la década de los años veinte… El desarrollo de la contienda se centró en torno a la validez de la utilización de las formas de la arquitectura prehispánica como representativas de la moderna nacionalidad mexicana…”
El resultado de los concursos (finalmente se citó a tres certámenes, antes de designar un ganador) se cifró en la propia convocatoria del ministro de Industria Comercio y Trabajo -Luís Napoleón Morones Negrette, fundador del Partido Laborista Mexicano-, que obligaba a los concursantes -en una muy ambigua cláusula desde 1926 y que se mantuvo en las tres convocatorias- a proyectar en “estilo precortesiano o colonial”…
Al primer concurso, se presentaron veintiséis concursantes, de entre los que se eligió al arquitecto Ignacio Marquina, con un proyecto neo indigenista que rescataba elementos de la tradición tolteca; en la segunda vuelta, se eligió un diseño de Carlos Obregón Santacilia, de características neo-coloniales. El fallo de la tercera convocatoria premió el proyecto llamado “Itza” que presentó el arquitecto Manuel Amábilis, diseño que se edificaría en el ensanche Sur del Parque María Luisa, en el eje perpendicular da la Plaza de España y detrás del Museo Arqueológico de Sevilla…
Abajo, el diseño ganador de 1926, con la planta original de la que se mantuvo el diseño general, aunque modificando parte de los esbozos de jardinería, exteriores y terraza, así como la disposición de la escalera interior…
Es interesante hacer notar que Amábilis solicitaría la colaboración del pintor Victor M. Reyes así como del escultor Leopoldo Tommasi López a fin de redondear la propuesta y conciliar la expresión exterior, con un diseño de interiores que mantuviera el “espíritu Maya”…
Para 1928 y luego de innumerables peripecias, se inició la edificación el pabellón con estructura de hormigón armado y profuso ornamento, acerca del que el propio arquitecto Amábilis indicaba:
“…tanto el arquitecto… como los decoradores …, somos tres artistas mexicanos, que después de haber hecho nuestros estudios en Europa, hemos pasado largos años estudiando los antiguos monumentos de México, y conocemos consecuentemente, nuestras artes precolombinas en todos sus detalles: pues era designio de nuestro gobierno … que el pabellón de México en Sevilla fuera de Estilo Nacional”
Abajo, en una imagen de 1929, fuera del pabellón a punto de ser entregado y frente a una de las estelas de acceso ejecutadas por Leopoldo Tommasi López, Amábilis (a la derecha), Reyes y el propio Tommasi (de espalda).
La maravilla, es que para la descripción del edificio y su historia, podemos acudir a los textos del propio arquitecto Manuel Amábils que en “El pabellón de México en la Exposición Iberoamericana de Sevilla” publicado en 1929 por los talleres Gráficos de la Nación, nos da los detalles de su diseño y describe las complicaciones que enfrentó la fábrica del edificio…
La planta del pabellón -“Nuestra gran casa de México en Sevilla”- es una cruz griega inserta en un cuadrado, donde Amábilis consiguió con la transposición directa de patrones de ornato, vincularse en fachadas con el horizonte estético maya del S. IX, en específico al propio de la región Puuc…
Mucho deben las fachadas al “Palacio” de Sayil, ese maravilloso yacimiento arqueológico, edificado probablemente en el siglo IX al suroeste del Estado de Yucatán, y declarado con Uxmal “Patrimonio Cultural de la Humanidad” en 1996.
El sitio fue traído a atención por John Lloyd Stephens y Frederick Catherwood, quienes visitaron el lugar en 1841 y lo documentaron como "Zayi" en su famosa descripción ilustrada de 1843, documento al que metódicamente recurriría el arquitecto Amábilis...
Parte de la composición y fachadas del pabellón están en deuda con esa arquitectura del S. IX, que -como también lo haría Amábilis en otras obras- retoma particularmente el segundo nivel, con entradas divididas por columnas redondas y donde destacan los paños decorados con “un entramado de juncos” así como el gran friso de columnillas y mascarones que se extiende por encima de las puertas.
Me dice Javier Balbás que “ese entramado podía ser cualquier tipo de junco o caña que imita los muros de bajareque de la zona yucateca, yo opino que esas portadas era la forma de decir ‘casa’, de la misma manera que se usaba el glifo ‘petate’ en otras regiones mayas como Copán”
La ecléctica composición no solo abreva en Sayil, sino que incorpora además estelas y elementos que aparecen en Uxmal y sus decoraciones del “Cuadrángulo de las monjas”, así como en Chichén Itzá, con sus Chac mool y columnas de serpiente…
Los remates del acceso tienen la mayor carga inventiva e incorporan serpientes, frisos, columnillas, calados, petatillos y crestería e incluyen un par de figuras sedentes de chac mool…
Chac Mool es un tipo de escultura precolombina mesoamericana -que representa a una figura humana reclinada, sujetando con las manos un recipiente sobre su vientre-, y aparece al principio del Período Posclásico en diversos sitios; el término en maya yucateco, fue acuñado en 1875 por el explorador Augustus Le Plongeon, quien observó este tipo de esculturas por primera vez en Yucatán. El tipo de estatuas hizo su aparición en Mesoamérica al inicio del posclásico, y es asociada a los toltecas. Varios ejemplares se han encontrado en Tollan-Xicocotitlan y Chichén Itzá; además, se conocen otras piezas procedentes de Ihuatzio (Michoacán), Quiriguá (Guatemala), Cempoala (Veracruz) y el Templo Mayor de México-Tenochtitlan, entre varios otros…
Por otro lado, destacan flanqueando la entrada principal al pabellón un par de grandes columnas en forma de serpiente emplumada que fueran talladas por Leopoldo Tommasi López, y resultarían ser los elementos más recordados y comentados del pabellón.
Abajo, en una fotografía de 1928, el acceso principal al pabellón, cuando apenas iniciaba el tallado de las cabezas de las serpientes emplumadas y entre las que aparece Carlos Enciso, asistente tallador de Leopoldo Tommasi.
Los puntales en forma de serpiente emplumada tienen antecedente en los trabajos de reconstrucción que para Tula hiciera Marquina, pero deben mucho de su apariencia a las erigidas en Chichén Itzá, en particular las del “pórtico con dos columnas en forma de serpiente” del templo de los Jaguares.
Abajo, una imagen del acceso principal al pabellón de México en Sevilla y sus columnas en forma de serpiente, e inserta, una imagen del pórtico con dos columnas del templo de los Jaguares en Chichén Itzá.
Las cabezas, ejecutadas en calcita de Aragón, tienen esa sorprendente transparencia que se asocia con el alabastro, cosa que desde entonces se relacionó con la tradición del trabajo que con esa piedra que se realiza en Tecali -Puebla- y que desde entonces marcó un auge en el trabajo de ese material en México…
Como complemento al marco del acceso y en la parte trasera del edificio, Amábilis diseñó una fuente para el patio de maniobras y camino de servicio, consistente en un plato sostenido por cuatro pilares que replican esas columnas en forma de serpiente y que en buena medida permiten entender, en la fotografía de abajo, las características compositivas del edificio, con la fuente en primer plano, la entrada de servicio al sótano (entre los lampadarios) y la parte trasera del edificio -que mira hacia el este- con el volumen de las escaleras al centro.
La “Fuente de serpientes” se transformaría en uno de los objetos que más copiados del pabellón y generarían una serie de reproducciones -e interpretaciones- en sitios sorprendentes tanto en la propia España como en México. Seguramente algunos recuerdan la fuente de la Glorieta Riviera de la Avenida de los Insurgentes -ejecutada en 1927 y que fue cambiada de lugar y destruida-, y años después la Fuente del Parque de las Américas –de Manuel y Max Amábilis- ejecutada en 1945…
En la fotografía de abajo, en 1929 y frente a la fuente de serpientes apenas terminada, el pintor Víctor M. Reyes sentado a la izquierda de la toma, el arquitecto Manuel Amábilis Domínguez sentado al centro de la imagen, y el escultor Leopoldo Tommasi López de pie.
Al interior, el pabellón parece haber llamado mucho la atención de los visitantes, ya que luego de subir unos peldaños a la plataforma de acceso y flanquear las columnas en forma de serpiente ejecutadas por Tommasi, se descubría un edificio de ecléctica inspiración…
Sobre los fustes con atavío de plumas de las serpientes y entre sus crótalos, el dintel nos recibía con el enunciado “Por mi Raza hablará el Espíritu”, mientras un cancel con motivos de peculiar inspiración prehispánica resguardaba el acceso y permitía flanquear la puerta para pasar al recibidor…
Creo que un esquema -corte- publicado en 1929 puede ilustra acerca de las características del espacio interior del pabellón, desde el acceso y hacia el gran espacio central de múltiple altura…
Ya en el vestíbulo, flanqueado por alegorías del “México moderno y el México antiguo”, el dintel dictaba ahora:
“Madre España: porque en mis campos encendiste el sol de tu cultura y en mi alma la lámpara devocional de tu espíritu, ahora mis campos y mi corazón han florecido.”
Al centro del pabellón, a manera de un gran salón de altura importante e iluminación cenital, se desplegaba el “Hall” (aceptada por el DRAE como "voz inglesa" –debe pronunciarse aproximadamente "jol"–) que permitía enlazar vestíbulo con la escalera interior y los cuatro salones de exhibición de la planta baja, mientras desde el balcón alto se disfrutaba de un amplio e iluminado entorno con fastuosa decoración “prehispánica”…
Tanto Hall como escalera y salones presentaban pintura mural ejecutada en intrincados diseños remarcando elementos estructurales, con frisos y grandes paños ejecutados por el pintor Víctor M. Reyes, en un complejo repertorio iconográfico al que se deben agregar las herrerías del cierro principal y reja del balcón hacia el Hall, así como los vitrales de ventanas y techos.
Abajo una imagen en que se muestra a Víctor M. Reyes trabajando en un segmento de los frisos pictóricos de la escalera, y más abajo, dos de las vidrieras de planta baja -representando la planta de maíz y el árbol de plátano-, diseños también de su autoría.
Como complemento al espacioso Hall, la parte baja se amuebló con un sorprendente menaje de interpretación neo-maya que incluía un enorme “Borne” (sillón de tradición francesa, a manera de banca perimetral y con un pilar central), sillas, sillones, mesas, repisas y marcos, tallados en madera chujté (como se le conoce en Chiapas) llamada generalmente Cedro mexicano o Cedro rojo (Meliaceae, género Cedrela y especie odorata).
Además, al Hall se añadieron varios zarapes de Saltillo confeccionados específicamente para la ocasión, en los que se urdieron los blasones de España y México además de representaciones de Alfonso XIII (aunque las riendas del estado estuvieran en manos de Primo de Rivera) y Plutarco Elías Calles.
De los sorprendentes muebles aún se exhiben en México algunos ejemplos, a los que se puede echar un vistazo en Museo Nacional de la Culturas (un par de mesas se exhiben en la librería) o el Castillo de Chapultepec (en la antesala de la Sala de Acuerdos).
En la parte alta, el Hall se rodeaba de un balcón perimetral en el que ocho columnas parecían sostener cartelas formando arcos falsos (a la manera Maya) que sostenían un techo acristalado con vitrales, arcos en cuyas enjutas Reyes pintó algunos de sus mejores aportes.
El grueso de la exhibición se colocó en las ocho salas en derredor del Hall y a cada una se asignó una temática específica, aunque al final, el tópico de ese contenido resultó un tanto turbio…
Abajo dos imágenes que pertenecen al archivo Diez-Barroso, en las que aparecen la sala dedicada a “Nuestra Historia” (en la que sorprende en primer plano el “Teocalli de la Guerra Sagrada” y una maqueta del “Salto del agua” del acueducto de Chapultepec) y la dedicada a “Nuestra producción de muebles” (con camas de latón, equipales, lámparas, sombreros, pieles y hasta calcetines)…
Para la mirada europea, ese Neo-maya con características geométricas y sabor exótico se asoció de inmediato con los diseños que se habían presentado poco antes en la Exposición de las artes decorativas de París, integrándose estilísticamente a esa corriente que pasado el tiempo llamaríamos “Art Decó”.
De hecho, es interesante establecer un paralelo con los diseños que se hacían en América durante 1928, específicamente en California con el diseño de T. L. Pflueger para la decoración del edificio “Sutter” de San Francisco y su vestíbulo “Neo-Maya”, ejecutado colaborando con el arquitecto J.R. Miller.
Timothy Ludwig Pflueger terminó el vestíbulo del edificio en el N°450 de Sutter Street para octubre de 1929, sitio en el que resulta evidente la redención de algunas formas de origen prehispánico…
En numerosos casos la tradición del rescate Maya se fusionó con el Decó en los Estados Unidos, y en México algunos diseñadores tan importantes como Kundhardt, Ortiz Monasterio, Brandt y Mariscal siguieron sus designios.
El Frontón México -diseño de Teodoro Kundhardt y Joaquín Capilla en 1928- fue tocado por el influjo neo-indigenista de ascendiente Tolteca, en un diseño “Decó” que se anclaba en el nacionalismo de la década.
Un edificio que siguió la tendencia del Sutter resultó el primer rascacielos de México, con diseño de Manuel Ortiz Monasterio para la “Compañía Nacional de Seguros”, se edificó entre 1929 y 1932; el vestíbulo forrado de mármol negro veteado se nos presenta con elevadores que abren sus fauces a la manera de un Chaac de acero… (Agradezco la fotografía a Verónica Bustos H.)
Otro buen ejemplo se dio en las obras de terminación del Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, donde siguiendo un proyecto de Federico Mariscal, se modificó el gran vestíbulo diseñado en 1908 por Adamo Boari, incorporando en 1932 elementos de la nueva tendencia moderna, con obras de Edgar Brandt.
En 1933, ese ascendiente “Neo-Maya” y pre-hispanista se hizo visible en cuatro espectaculares máscaras de Chaac (o Chaak), ejecutadas por Brandt y Henri Favier en la fábrica de Châtillon -Francia-, para la decoración interior del Palacio y que ahora son parte integral del Museo Nacional de Arquitectura del DACPAI.
Durante la década de los 30’, el arquitecto Amábilis seguiría activo y con destacada producción en Yucatán y para 1942, en el N° 138 de la calle de Campeche, edificó una casa para el señor Neguib Simón (primer Secretario de la Universidad Nacional del Sureste) en ese estilo “Neo-Maya” que le había hecho famoso dos décadas antes -retomando características decorativas ligadas directamente con el Pabellón de Sevilla-, aunque al interior la decoración se ejecutó en estilo “Neo-Árabe”…
El trabajo de Manuel Amábilis Domínguez incluye el desaparecido centro nocturno "Teoclli Super Club" en la ciudad de México, y con el escultor colombiano Rómulo Rozo, la escuela Socialista Belisario Domínguez en Chetumal, Quinta Roo (1936-38); aunque debemos destacar de la siguiente década los diseños que realizara con su hijo, Max Amábilis para el "Parque de las Américas " de Mérida, donde una “Fuente a Kukulkan” de exuberantes elementos -provenientes sin lugar a duda de las esculturas de Leopoldo Tommasi- complementa la biblioteca pública y un auditorio al aire libre con concha acústica que para algunos recuerda un "juego de pelota" o el "Templo de las mil columnas" de Chichén Itzá…
Del impacto de aquellas serpientes emplumadas de Tommasi, quedaron huellas en España, donde la Batería antiaérea de Cabo Negrete en el Monte de Las Cenizas de Portmán (Frente de Costa de Cartagena) aún conserva el singular acceso diseñado en 1930...
El Pabellón de México aún se conserva en el parque María Luisa, y aunque sus usos han variado -por varios años albergó una maternidad- ahora aloja instalaciones educativas…
Desafortunadamente las pinturas de Víctor M. Reyes se perdieron por completo y del espacio central se retiraron cartelas y columnas que creaban los falsos arcos de tradición maya, aunque aún se conservan herrerías, barandales y uno de los vitrales diseñados por él…
Este Blog se ha hecho gracias al apoyo incondicional de Julieta Fierro; está dedicado a las “Grandes casas de México” y pretende rescatar fotografías e historia de algunas de las residencias que al paso del tiempo casi se han olvidado y de las que existe poca información publicada. El objeto es la divulgación, por lo que se han omitido citas y notas; si alguien desea mayor información, haga favor de contactarme e indicar el dato que requiere. A menos que se indique lo contrario, las imágenes provienen de mi archivo, que incorpora imágenes originales recopiladas al paso del tiempo, así como el repertorio de mi padre y parte del archivo de don Francisco Diez Barroso y sus imágenes de Kahlo; si utilizan las imágenes, favor de indicar la fuente –aunque advierto que pueden tener registro de autor–. Conforme haya más entradas (ya hay más de 60), aparecerán en el índice a la derecha de ésta página…
También se puede encontrar un índice general en: http://grandescasasdemexico.blogspot.mx/2016/02/indice-de-grandes-casas-de-mexico.html
En una nota complementaria, resulta interesante notar que el “Neo-Maya” reaparece frecuentemente, por lo general con intención folclórica, pero ocasionalmente persiguiendo un propósito ideológico: en el caso del templo Mormón de la Ciudad de México, edificado en Aragón e inaugurado en 1983, la arquitectura hace referencia a los dictados de Joseph Smith y está coronado con una representación del “ángel Moroni”, revelador del compendio de profetas de la América antigua y de acuerdo a cuya traducción Jesucristo habría visitado en persona América, poniéndose en contacto con el pueblo Maya…
Precioso post!!! Encontrar hoy en dia edificaciones de Amábilis se ha vuelto una rareza. De por si ya es poco lo que queda en pie de su obra. En que sentido llegó a ser turbio lo exhibido (quiero pensar por que no eran muebles de diseño 100% "local") y donde habra ido a parar lo que no se conserva de las fotos??
ResponderEliminar... y a dónde habrá ido a parar lo que no se conserva de las fotos ... al basurero de la historia ... fueron esos años de los 20´s y 30´s cuando empezaba el interés por rescatar y conservar el arte y las artesanías ...
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