jueves, 18 de marzo de 2021

La casa de don Manuel Ysita y Rosa Ortega en Los Morales…


En abril de 1938 don Manuel Ysita Rubio adquirió de Carlos Cuevas Lascurain y a nombre de su esposa, un terreno con casi veintitrés mil metros cuadrados, bordeado al sur por el río que irrigaba la hacienda de San Juan de Dios ‒conocida como Los morales‒ y limitado al norte por el camino que desde el S. XVII llevaba a Tecamachalco. Para 1954, se terminaba la nueva casa que con poco más de 2,000m² construidos, se conserva hasta nuestros días –con buena parte de los acabados originales y algunos espectaculares elementos decorativos‒ como Residencia del Embajador de España en México.


El enorme predio sería repartido entre los hijos de don Manuel y aquella otrora densa arboleda del “Rancho San Isidro” es ahora asiento de grandes edificios en la parte baja de Lomas de Chapultepec; de conservarse íntegro aquel terreno, la vista que ofrecería Google-maps, presentaría algo así:



Quisiera agradecer aquí a la señora Carmen Ysita de Sayve el haberme proporcionado parte importante de la información e imágenes que aparecen en este apartado del blog y sin cuyo aporte poco interés tendría lo escrito; además, agradezco también a Joaquín Carral Cuevas su continuado apoyo en estas investigaciones… ¡Gracias!


Manuel Maria Marcelino José Federico Juan Nepomuceno Ysita Y Rubio nació el 2 de junio 1884 ‒hijo de don José Ysita Segura (n.1832) y María Ernestina Ana Carlota Margarita Rubio Figueroa (n.1857)‒, y residiría en la Ciudad de México dentro de la que años atrás había sido residencia Hope Garay en la calle de Guatemala N°60 y que se había tornado asiento de la familia Ysita desde 1864 (como referencia, el sitio de aquella gran casa es ahora ocupado por el Museo de Templo Mayor).


La familia era propietaria de diversas fincas urbanas en la ciudad de México y campestres en Guanajuato y Querétaro, entre las que destacaba la hacienda de Santa Ana y Lobos, una de las más conocidas del Bajío ‒propiedad exaltada desde la explotación agro-ganadera jesuita del siglo XVII‒, además de Santa Ana y San Nicolás e intereses en la propia Fábrica de Hércules en Querétaro.


A los 26 años, el 29 de septiembre de 1911, Manuel contrajo matrimonio en Querétaro con María del Carmen Septién y González de Cosío (n.1889) y al poco tiempo trasladó buena parte de sus actividades a la Ciudad de México, probablemente como consecuencia de la inestabilidad política que se vivió luego de los disturbios de 1913. De ese matrimonio nacerían Manuel (n.1911), Jaime (1915) Fernando (n.1916), José (n.1919) todos Ysita Septién; durante el período de las revueltas, la familia permaneció ancorada en la ciudad y resguardados en Guatemala 60, aunque las actividades administrativas llevaran a don Manuel en viajes a la provincia.


Aquella casa en la que fuera calle de Santa Teresa, con suntuosa decoración decimonónica, se transformó en receptáculo de la compilación de magníficos muebles y elementos decorativos de que los Ysita se rodeaban y formaban el marco de desarrollo familiar –abajo, aparece una imagen del Salón Louis XV en la casa de Guatemala 60‒.
Con la nueva década, la violencia parecía disminuir y las cosas comenzaron a mejorar, pero lamentablemente en 1920 murió doña Carmen.


Al paso de los años, don Manuel contrajo nupcias con Rosa Ortega Hay –hija de don Manuel Ortega y Espinosa (1856-1907) y Beatriz Hay Fortuño (n.1868)‒ con quien engendró seis hijos más, de apellido Ysita Ortega. Aunque la casa de Guatemala siguió siendo el asiento de la familia, desde 1936 y por recomendación médica, don Manuel decidió adquirir un terreno donde edificar una nueva casa y centró su mira en la zona campestre en que se había creado el fraccionamiento “Chapultepec Heights”, donde la familia Cuevas aún poseía terrenos en las inmediaciones de la Hacienda de San Juan de Dios.


En pláticas con don Eduardo Cuevas Lascurain, intentó adquirir un terreno triangular frente al casco de la hacienda y al lado del Polo Club Alemán, que le resultaba atractivo por estar sembrado de árboles maduros –cosa poco común en los terrenos de la una hacienda, dedicados a la labranza‒. Lamentablemente, don Eduardo insistió en conservar aquella arboleda, porque era la vista principal desde el mirador de la que era entonces residencia de su familia; ese terreno –que entonces se acercaba a los 7,000m²‒, es ahora el “Parque Machado” limitado por las ahora avenidas Ferrocarril de Cuernavaca, Presidente Masaryk y Esopo, justo frente al restaurante “Hacienda de los morales”.

Como contraparte, sugirió a don Manuel ponerse en contacto con su hermano Carlos Cuevas Lascurain, que aún atesoraba un terreno ‒también arbolado y un poco más grande ‒, que había formado parte del Rancho San Isidro y era parte de la fracción cuarta de la Hacienda, aledaño a los terrenos desarrollados como Chapultepec Heights.


Arriba, aparece un fragmento del “Plano de la Ciudad de México, formado por la Dirección del catastro con sus datos más recientes…” fechado en 1929 y que forma parte del “Atlas General del Distrito Federal” publicado en aquel año, en que aparece al centro el aún “Casco de la Hacienda de los morales” y en verde sus terrenos de cultivo; con una estrella he señalado la zona del terreno que adquirió don Manuel Ysita.

Abajo, en una toma oblicua de la Compañía Mexicana de Aerofoto que mira al oriente y está fechada en 1933 -en la que he trazado el "Río de los morales" que entubado definiría la calle Sierra Candela y la avenida Campos Elíseos-, aparece en primer plano la arboleda del predio adquirido por Manuel Ysita en 1938; a la izquierda, se distingue el casco de la hacienda y arriba al centro el picadero del “Club Alemán”, terreno donde años después se construyeron el Conservatorio Nacional de Música y la Embajada de Cuba, y a un lado la arboleda del hoy “Parque Machado”; arriba a la derecha, se distinguen algunas de la calles de Chapultepec Heights ‒Volcán, Chapala (ahora Montes Urales) y Andes‒ y se adivina el trazo inicial de la Avenida Palmas…


Luego de alguna negociación, don Manuel Ysita y Rubio adquirió en abril de 1938 y a nombre de su esposa –Rosa Ortega de Ysita‒ “… en el precio de treinta y dos mil doscientos diecinueve pesos… un terreno con superficie de veintidós mil novecientos ochenta y dos metros, treinta y cuatro decímetros cuadrados… “ y que contaba una cuarentena de grandes fresnos y encinos, en que edificaría su casa y distribuiría secciones entre sus 10 hijos.

Es interesante mencionar aquí, que en 1940, el aún Museo Nacional de Arqueología adquirió de don Manuel la pieza que se conoce como el “Altar de los Animales de la Muerte” que había sido encontrado en la calle de Donceles 101, cuando excavaba los cimientos para una nueva edificación en su propiedad...



Abajo, en una toma aérea –el norte hacia arriba‒ fechada ahora en 1940, aparece al centro el terreno de la casa Ysita-Ortega, cuando el terreno estaba ya bardeado y había iniciado el proceso para encauzar el Río de los morales; a la derecha, aparece la Avenida del Castillo cuyo trazo se aprovechó para insertar el “Anillo periférico” –sección Boulevard Manuel Ávila Camacho‒ que ahora conocemos como “Autopista Urbana Norte” con su Segundo piso…


El gran predio estaría limitado entónces al norte por el “Camino de Tecamachalco a Los morales” que ahora conocemos simplemente como Av. Tecamachalco, al sur y oriente por el cauce del Río de Los morales, que encauzado se transformó en la calle Sierra Candela, y hacia el Poniente la proyectada ampliación de la Calle San Isidro que no se urbanizó ya que fue tomada por el Instituto Cumbres.

Desde 1939, don Manuel Ysita edificó en la esquina sur del terreno una “Casa Club” con piscina que serviría para el esparcimiento de la familia durante los fines de semana y mientras se construía la nueva casa; también en ese período, uno de sus hijos mayores ‒Fernando Ysista Septién, que había casado con Elena Del Hoyo (Ver) y procrearían 14 hijos de apellido Ysita del Hoyo‒ edificó una primera casa que aún se conserva en la Av. Tecamachalco N°60 con 1,226m² de aquel terreno original.



Aunque la zona ha cambiado de manera radical, es importante considerar que buena parte de la zona se consideraba agreste y tranquila en 1940 y recordar que apenas en 1938 se había inaugurado el Fraccionamiento Chapultepepc-Polanco, que intentaba subsanar la lejanía que muchos percibían de Las Lomas de Chapultepec.

Abajo, en otra fotografía oblicua de la zona que ahora mira hacia el sur, aparece el sitio en que se edificaría el Hospital Central Militar a partir de 1937 (Ver) siguiendo un proyecto que estuvo a cargo del arquitecto Luis Mac Gregor; abajo a la izquierda, se distingue el “ClubRaqueta” donde ahora se levantan los edificios del Centro de Evaluación del Ejército y Fuerza Aérea y al centro ‒justo donde aparece un lienzo charro‒, los terrenos donde años después se edificaría el inmueble para la Secretaría de la Defensa Nacional; al fondo, se distingue la arboleda donde se levantaría la casa Ysita-Ortega.



El diseño de la casa implicaría un largo período preparatorio, pero para 1946 se comenzó la edificación de un inmueble que ocuparía un promontorio al centro del terreno, con pocos árboles que retirar y con acceso desde Av. Tecamachalco y considerando otra entrada por la apenas creada calle Sierra Candela –sobre el cauce del Río de los morales que bajaba de Tecamachalco‒, que constaría de sótano ‒con enorme estacionamiento y dependencias de servicio‒ y dos plantas principales, que sumarían poco más de 2,000m² construidos incluyendo un Gran Salón, comedores, recamaras diversas y capilla.


Arriba, una fotografía aérea fechada en 1947 sobre la que he marcado los límites del terreno de la casa Ysita-Ortega; nótese que ya aparece el trazo del Paseo de las Palmas y el Conservatorio Nacional de Música está ya en construcción, aunque el cauce del río aún no se ha canalizado. Abajo, el acceso a la casa desde el N°69 de Sierra Candela.



La fachada Oriente alojaría el acceso ceremonial, con un camino que subía hacia la casa para llegar a un gran porche que acogía los autos, enmarcado por dos grandes volúmenes ochavados que albergaban al sur la escalera y diversas habitaciones con vista al norte y la arboleda. Sobre el porche, una amplia terraza de 70m² permitiría una agradable vista hacia la aún entonces lejana Ciudad de México.


Aquella fachada Oriente ‒de sobrio diseño‒ hacía incuestionables los amplios espacios interiores, aunque los entrepisos de cinco metros no necesariamente se hacían evidentes; en las fachadas apenas se trazaron algunos elementos decorativos para enmarcar ventanas y contener el balcón, destacando una cornisa de remate, que con recio rasgo contenía el gran volumen.


Acceder por aquel recorrido ceremonial debió ser memorable, comenzando por el amplio porche que recibía a los visitantes como antecámara para las colecciones por descubrir…

Es importante hacer notar que a partir de 1952, las extraordinarias piezas que moblaban Guatemala N°60 fueron desmontadas y transportadas a Av. Tecamachalco, comenzando por las notables chimeneas e incluyendo algunos de las magníficas “boiseries” que formaban parte del aderezo en las diversas habitaciones.


Así, ingresar a la nueva casa sería recuperar los interiores de la casa de Guatemala N°60, colocados en un solemne marco que permitiera el desahogo necesario para admirar cada una de las piezas.

Abajo, la reja de acceso desde el porche, ante-vestíbulo en que se adivinan los dos Torchères que daban la bienvenida a los visitantes



El vestíbulo ‒en la intersección de los dos grandes ejes de la casa‒ recibía al visitante en torno al magnífico “Grand Bureau plat”–probablemente obra del ebanista François Linke con bronces dorados de Léon Messagé‒ de estilo Lous XV, que poderosamente recuerda el Bureau plat du Dauphin fils de Louis XV ‒obra de Bernard II van Riesenbergh en 1745‒, que amuebló el Grand cabinet du Dauphin en el Palacio de Versalles. Flanqueando aquella entrada, se colocaron además dos Cómodas Bombé –también Luis XV‒ sosteniendo un par de grandes Jarrones en porcelana de Sèvres ‒firmados Maxant‒ con monturas en bronce dorado.


Desde ese punto se abrían las amplísimas perspectivas al interior de la casa, con la opción de pasar a cada una de las diversas habitaciones y admirar las innumerables piezas de la colección Ysita-Ortega, o seguir de frente para salir al jardín Poniente.


Arriba, el pasillo principal, mirando al sur; abajo, el pasillo principal, mirando al norte.



Una opción era entrar a la biblioteca, que albergaba magníficos muebles ejecutados por Maple & Co. y donde sobresalía la guarnición para la chimenea confeccionada en marquetería de asombrosa factura, y que con protección de balaustres en bronce y pasamanos de cuero, resultaba de perdurable presencia.


Como complemento varias esculturas, entre las que destacaba “Chinaco” firmada Alfred Dubucand.



Otra opción era pasar al Salón de recibir, alojado dentro de uno de los volúmenes ochavados –y con extensa vista a los jardines‒ decorado con magníficas piezas de indudable linaje en la tradición Luís XV.


Al entrar, sorprendía la chimenea de "Flore et Zéphyr" ejecutada en “marbre Rouge Griotte et bronze doré”, réplica directa de aquella ejecutada en 1747 por Jacques Verberckt ‒escultor‒ y Jacques Caffiéri ‒sculpteur, fondeur et ciseleur du roi‒, para la Chambre du Dauphin en el Château de Versailles y de la que hay otra copia directa en el Salón dorado del Palacio del Eliseo.


Con bronces de extraordinaria factura, la decoración presenta a Flora (diosa de las flores, los jardines y la primavera) –a la izquierda‒ y Céfiro (dios del viento del oeste, hijo de Astreo y de Eos) –a la derecha‒ representado como un joven alado que sostiene una guirnalda de flores que tiende hacia Flora…


El salón estaba también aderezado con un conjunto de sillones y canapé tallados en madera dorada y revestidos con tapisserie d'Aubusson de motivos florales en la tradición Luís XV y a los que acompañaban otros muebles diversos, un magnífico aderezo de chimenea con reloj y lámparas de aceite.





Para el Comedor Principal, se acondicionaron también algunos de los muebles de la casa de Guatemala 60, complementando los trasteros Luís XVI con un par de grandes exhibidores que permitieran mostrar la importante colección de piezas de Sèvres y Limoges, así como cristal de Bohemia y Baccarat.


Con la mesa colocada sobre el magnífico tapete –Azul y oro‒ de la Real Fábrica de Tapetes de Madrid, las cortinas retomaron el oro mientras que los exhibidores forraron de azul el fondo para resaltar –en ambos extremos de la habitación‒ numerosas y sorprendentes piezas de porcelana de Limoges.


Al centro del comedor, otra magnífica chimenea de mármol blanco con acentos en bronce –estilo Luis XVI‒ se mostraba ataviada por un par de lámparas, discreto jarrón de Limoges y una de las muchas colgaduras de la colección Ysita-Ortega, procedentes de la Manufacture Royale des Gobelins de París…




Aunque debemos señalar que en la planta principal, la chimenea más sorprendente es la del Gran Salón, pieza de procedencia confusa, aunque tomada seguramente de la que se desmontó en «La maison de la belle Gabrielle», en Châlon sur Marne, ejecutada por Hugues Lallement (llamado Huguet), y enviada al Musée de Cluny cuando se demolió aquella casa de la bella Gabrielle.


La magnífica pieza, esculpida hacia 1567 –que ahora se conserva en el Pavillon d’Abigaël en el Musée dEcouen‒ presenta un relieve central con la escena de “La mujer Samaritana en el pozo”: Los que beban del agua que yo les dé, nunca volverán a estar sedientos, será un manantial de Vida Eterna…


El conjunto debió copiarse a expreso pedido de don Manuel hacia 1910 y enviado a México poco después. En 1953 se colocó en el Gran Hall de la casa Ysita-Ortega y ahí permanece, como pieza central de esa habitación y escenografía predilecta para fotografías de visitas a la residencia diplomática.



Como complemento a la chimenea y en el vestíbulo frente al Gran Salón, se podía admirar un extraordinario Banc-coffre Renaissance en bois noirci (Banca baúl o “Settle Hall Bench”) a manera de frailero con exuberante talla, posiblemente ligado a los trabajos de Hugues Sambin (1520 – 1601) de Dijon.




Para llegar a la planta alta era paso obligado un amable resguardo en que una magnífica vitrina –también Bombé‒ exhibía diversas notables miniaturas y abanicos enmarcada por objetos y retratos de historia familiar.


En la escalera se hace evidente la escala de la casa, con dos rampas de innumerables peldaños, que en el descanso permitían mirar al sur y el gran jardín con su campo de césped para juegos y la gran alberca al fondo; salvados los cinco metros de entresuelo, la visita puede seguir en el piso alto…



Arriba, se repetía el pasillo central, dando paso a diversas habitaciones en que se recrearon algunos ambientes de la casa de Guatemala 60, aunque aprovechando los espacios más amplios para adaptar las diversas recámaras.

Mención especial merece la recamara de doña Rosa Ortega de Ysita, de la que se trasladaron los magníficos Panneaux de madera instalados en la vieja casona del centro, para rearmarse en Lomas, añadiendo un toque de modernidad con la alfombra azul que revestía la superficie de muro a muro...



Además de las diversas recámaras y sus servicios, el ala poniente de la casa albergaba una capilla doméstica, que instalada en una saliente ochavada e iluminada por discretas ventanas, recibió con un magnífico retablo neo-gótico como la pieza central en un ámbito provisto de magnífico piso de maderas preciosas y plafón ricamente ornamentado.



En la fachada poniente, la capilla aparecía simplemente como parte de un volumen forrado en cantera que en la planta principal, permitía salir a la amplia terraza del jardín Poniente. Ahí, las vistas al jardín eran de notable amplitud, contenidas apenas por el muro que limitaba con lo que debía ser la proyectada ampliación de la Calle San Isidro.


Aquel jardín –el más contenido del conjunto‒ miraba hacia un robusto muro que con nichos y urnas limitaba con suave desnivel y escalinatas la superficie de césped que se extendía a más de cincuenta metros por doscientos metros…



Aquella casa debió ser verdaderamente sorprendente y más aún rodeada por el amplísimo jardín. Luego de un largo proceso, los acabados finales se colocaron en 1954; desafortunadamente, don Manuel no disfrutaría de su casa terminada, ya que murió ese año, aquejado de un mal respiratorio.

Si la casa de 1954 aún se conservara con el terreno íntegro, aparecería como la imagen de abajo en las búsquedas de Google-maps…



Una alteración inesperada fue la edificación ‒también en ese 1954‒ del Instituto Cumbres, que incorporó a su predio lo que se había planeado como prolongación de la calle San Isidro, eliminando para los Ysita un largo frente de 220m y los posibles accesos por esa calle; además, esa confiscación causaría a largo plazo un enorme problema en lo referente al traslado en esa zona con único acceso por la calle Rosedal y sin opción a llegar hata la Avenida Palmas…

Al paso de los años, el terreno de los Ysita recibió diversas construcciones edificadas por los hijos de don Manuel, mientras que su viuda siguió habitando la casa principal. Diversas fracciones de aquellos casi 23,000m² se subdividieron y construyeron durante los siguientes veinte años.




Luego de la muerte de doña Rosa Ortega de Ysita, aquella casa con un terreno asignado de 8,684m² y acceso por Sierra Candela se puso a la venta, en un momento en que coincidentemente, se requería de una nueva embajada…

En marzo de 1977, el largo período en que la República Mexicana había cortado relación diplomática con España terminó...


Desafortunadamente la casa que por largo tiempo fungió como representación de España en nuestro país –en la Calle de Londres N° 7 (Ver)‒ de hecho Embajada y asiento de la República, no era ya una opción.



Alguna negociación se requirió, y en el proceso se instó a que buena parte de los elementos decorativos –entiéndase chimeneas, candiles y otros artefactos‒ permanecieran en la casa. Así, al poco tiempo, la que fuera casa Ysita-Ortega pasaría a ser Residencia del Embajador de España en México, con algunas adecuaciones que implicaron la excavación de una piscina, la transformación de los accesos y la adición de algunas medidas de seguridad.


Aunque desprovista de una parte importante del terreno original, la casa Ysita-Ortega sigue perfectamente reconocible en su nuevo papel diplomático y goza de magnífico mantenimiento.



Al paso de los años, los diversos predios propiedad de los Ysita Septién e Ysita Ortega fueron vendidos, y edificados en sus límites varios edificios de importante altura; destacan dos torres residenciales con 17 niveles en el predio inmediato hacia el norte sobre casi 2,700m² de aquel terreno -con diseño de Abraham Lobatón y Francisco Villeda edificadas en 1989-, así como otra torre de oficinas, edificada veinte años después por el mismo consorcio sobre 3,600m² en el predio inmediato hacia el sur.



Con los diversos representantes de España en México, la casa ha sufrido algunas intervenciones y adiciones, pero en general sigue siendo análoga a la terminada en 1954.


El jardín poniente ha recibido una nueva piscina, fuente y pabellón, además de algunas esculturas y decoraciones que cambian con el tiempo. Es escenario de fiestas cuando el Embajador abre las puertas de la representación para festejar el día de la hispanidad u otras solemnidades.



Con frecuencia me pregunto si los visitantes conocen la historia de la casa y el legado que sus muros perpetúan…

Abajo, en fecha reciente S.E. el embajador Juan López-Dóriga Pérez con sus visitantes en el jardín Poniente.




Este Blog se ha hecho gracias al apoyo incondicional de Julieta Fierro; está dedicado a las “Grandes casas de México” y pretende rescatar fotografías e historia de algunas de las residencias que al paso del tiempo casi se han olvidado y de las que existe poca información publicada. El objeto es la divulgación, por lo que se han omitido citas y notas; si alguien desea mayor información, haga favor de contactarme e indicar el dato que requiere. A menos que se indique lo contrario, las imágenes provienen de mi archivo, que incorpora imágenes originales recopiladas al paso del tiempo, así como el repertorio de mi padre y parte del archivo de don Francisco Diez Barroso y sus imágenes de Kahlo; en general, he editado las imágenes a fin de lograr ilustrar mejor el texto. Si se utilizan las imágenes, favor de indicar la fuente –aunque advierto que pueden tener registro de autor–.



Conforme haya más entradas (¡Ya hay más de un centenar!), aparecerán en el índice a la parte superior derecha de ésta página…



También se puede encontrar un índice general en: http://grandescasasdemexico.blogspot.mx/2016/02/indice-de-grandes-casas-de-mexico.html

Ver



Arriba ‒en una imagen captada frente a la chimenea del Gran Salón‒ José Woldenberg, Mario Molina, Enrique Krauze y Javier Garciadiego al recibir del embajador de España en México la Gran Cruz de la Orden de Isabel La Católica en marzo de 2009.


Es interesante agregar que asimilado desde 1989 por el Instituto de Investigaciones Históricas y ahora parte del “Archivo Histórico de la UNAM”, el archivo Manuel Ysita “Contiene, una interesante sección de correspondencia familiar (postales de viaje inclusive) y algunas colecciones de documentos históricos (de la pluma de Guadalupe Victoria, por ejemplo), y se complementa con una biblioteca de más de 900 volúmenes sobre literatura, religión, arquitectura y decoración y música (incluyendo partituras), así como revistas extranjeras encuadernadas sobre equitación o deportes campestres, además de una colección discográfica, todo lo cual permite acercarse al estilo de vida de una familia acaudalada de la época de referencia.”














7 comentarios:

  1. Crecí en esa casa, que fuera de mis abuelos y lo mejor que puedo compartir, es que fue una experiencia inigualable. !Lo mejor de mi vida!
    Saludos,
    José Antonio Desentis Ysita

    ResponderEliminar
  2. Me apasiona tu blog. Muchas gracias

    ResponderEliminar