Sobre el Paseo de la Reforma y en los terrenos que fueran parte del “Tívoli Ceballos”, se terminó en 1892 la casa que don Delfín Sánchez Ramos encargó al arquitecto Silvio Contri para su esposa Felícitas Juárez Maza –hija del Presidente Benito Juárez– que fuera edificada con el ingeniero Manuel Marroquín; luego de la trágica muerte de don Delfín en 1898, el enorme terreno con más de 7,000 m² se subdividió y una parte del jardín pasó a manos de la familia Markassusa y eventualmente ahí se edificó el Hotel Reforma –en el N° 115 y esquina con París–. La casa quedó en propiedad de H. Bush de la Torre que amplió la casa y sobre ese terreno se diseñó después el “Edificio Continental/Bush” con predios que cedieron paso a oficinas y después al hotel Sevilla Palace.
Aquella sección de terrenos –parte de un gran vado propenso a quedar anegado por las lluvias de verano– con frente al “Paseo de la Emperatriz”, se había nivelado por los ingenieros Alois Bolland y Ferdinand Rosenzweig ‒convenidos por el archiduque Fernando Maximiliano de Habsburgo‒ desde 1864, y la sección norte entre la segunda y tercera glorietas se habilitó como un jardín para eventos ‒a la manera de los “Tívoli” que eran tan populares en la Calzada a Tacuba‒, por el hermano del Gobernador del Distrito Federal, don Lorenzo Ceballos Cepeda. El General José Ceballos había sido designado gobernador del Distrito Federal desde diciembre de 1884 ‒cargo que mantuvo hasta su muerte en abril de 1893‒ y su apoyo resultó clave en la creación del “Tívoli Caballos” que por un breve período y regenteado por don Lorenzo, atildó celebraciones y operó como “heladería” hasta la creación del Café Colón al otro lado de la segunda glorieta.
Al paso del tiempo -luego de la Intervención Francesa y la Restauración de la República-, la zona del “Paseo de Degollado” se había urbanizado, y a esa segunda glorieta llegó en 1877 el monumento que don Antonio Escandón obsequió a la Ciudad de México con la efigie de un lozano Cristóbal Colón y las estatuas sedentes de fray Pedro de Gante, Bartolomé de las Casas, fray Juan Pérez de Marchena y fray Diego de Deza, en bronces de Charles Cordier.
Arriba, en la magnífica imagen de Abel Briquet captada en 1883, el monumento a Cristóbal Colón; atrás a la derecha, los terrenos del “Tívoli Ceballos”; abajo, en un fragmento del “Plano Oficial de la Ciudad de México” de C. Montaurol y Cía. para 1891, aparece la primera sección del ya Paseo de la Reforma con las tres primeras glorietas; en rojo, he señalado los terrenos del “Tívoli Ceballos”.
Nos cuenta Ignacio Ulloa del Río en su balance de la historia de los terrenos sobre el Paseo de la Reforma que:
“Un terreno inundado, que con mucha dificultad fue acondicionado y se localiza entre las calles de París, Madrid y Reforma, sirvió para que el señor Ceballos edificara varios salones dedicados a pomposas celebraciones de la sociedad capitalina. Las azaleas y los mirtos dieron color a un amplio jardín frente a la entrada principal; jardín con prados delimitados por macizos de yerba verde que dibujaban figuras geométricas, cuyo mantenimiento era realizado a todas horas por jardineros con indumentaria de manta y sombrero, pendientes de apisonar el tepetate de los andadores y quitar las plantas secas. La verde cabellera de los pirules y blancas y purpúreas flores aromáticas, enmarcaban los quioscos, plazoletas y prados del jardín dedicado a festejos al aire libre, mismo que junto con la construcción ocupaba casi la mitad de la manzana poniente, comprendida entre la glorieta de Colón y el monumento a Cuauhtémoc.”
Y sigue Ulloa del Río:
“Con empeño e imaginación, Lorenzo Ceballos engalanó su Tívoli a tal gusto e inspiración, que la gente creyó acertadamente que el Paseo de la Reforma no tenía otra finalidad más que ser asiento de hermosos parques y refinados establecimientos recreativos para deleite de las familias acaudaladas.”
Recuérdese además, que al otro lado da la avenida, hacia el sur-oriente de la glorieta en que se edificaría el Monumento a Cristóbal Colón, los empresarios Salvador Malo y Sebastián Pane, perforaron en 1857 unos pozos para establecer un balneario al que se llamó “Alberca y Baños Pane”. En una nota del periódico El Siglo Diez y Nueve, fechada en 1872, se nos dice que “…Sebastián Pane ofrece a la población un mundo inimaginable: más que un baño público, un balneario a las puertas de la ciudad, con jardines, baños hidroterápicos, escuela de natación, peluquerías y una gran alberca, alimentado todo por asombrosos pozos brotantes.” ; además, desde 1859 agregó un sistema de tranvía de mulitas -pagado por el propio establecimiento-, que conducía a la gente “con velocidad de huracán”, por el “Circuito de los Baños” (incorporando las albercas de Blasco y Osorio, y luego el “Tivoli”).
Así, el “Tívoli Ceballos” de don Lorenzo ‒que aún en el directorio telefónico de 1891 aparece con el N°59‒ formaba parte del “Circuito de los Baños” y mantuvo su popularidad hasta 1892 en que mermó su eficacia –probablemente asociado a la muerte del general Ceballos, hermano de don Lorenzo y Administrador de la Ciudad– y se puso a la venta el terreno de aquella esquina poniente, limitada por París y Madrid...
Al otro lado de esa gran manzana, limitada al Norte y Este por las calles de Artes (hoy Maestro Antonio Caso) y la prolongación de Tamaulipas (hoy Ignacio Ramírez), se había edificado la “Residencia campestre” de don Francisco Guerrero, con terraza almenada y altísimo mirador –justo frente a la calle de Versalles y vista a la Segunda Glorieta‒; desde 1881 la casa había sido ocupada por la nueva “Dirección de Calzadas de la Capital” dependiente del Ministerio de Fomento y siguió en funciones hasta 1891 cuando fue comprado el terreno por el general Riva Palacio y vendida al poco tiempo para que el licenciado Rafael Dondé edificara su casa (ese terreno es ahora ocupado por el edificio “Plaza Residences”). Frente a la Dirección de Calzadas de la Capital se colocaron bancas y desde 1884 un quiosco que con frecuencia albergó a la Orquesta del Estado Mayor y las bandas del Primer Regimiento de Caballería durante las celebraciones y desfiles. Más datos se pueden consultar en referencia a la casa de don Hugo Scherer (Ver )
Al otro extremo de esa manzana, el terreno del “Tívoli Ceballos” fue entonces adquirido por el señor Delfín Sánchez Ramos en $10,000.oo pesos ‒por poco más de siete mil metros cuadrados‒, comprados con el fin de edificar ahí una casa digna de su honorable posición social -como yerno del Presidente Juárez- y boyante situación económica, siguiendo un diseño que habría mandado crear en Italia con un diseñador al que terminó haciendo venir para supervisar la construcción.
Nuevamente recurro a Ignacio Ulloa del Río que en su historia de los terrenos sobre el Paseo de la Reforma nos cuenta que:
“Inspirada en los palacios suburbanos de la nobleza cortesana del siglo XVIII, la mansión de Delfín Sánchez fue construida por los ingenieros y arquitectos Marroquín y Contri a partir de planos elaborados en Europa, mismos que determinaban la edificación de siete salones, cuatro comedores y varios cuartos de servicio, cocinas y caballerizas ubicados en la planta baja; habitaciones que sumaban más de treinta y ocho, junto con los dormitorios, los baños y una capilla localizada en la planta alta cerca del ascensor.”
Abajo, en una imagen de Guillermo Kahlo fechada en 1904, aparece el Monumento a Colón en un Paseo de la Reforma que ya había comenzado a poblarse; a la derecha aparece el quiosco que se colocó en aquella glorieta frente a la “Dirección de Calzadas de la Capital” y justo detrás del zócalo del monumento se distingue la colindancia de la casa de don Delfín Sánchez y Felícitas Juárez terminada apenas doce años antes de la toma.
Nos cuenta María Eugenia Arias Gómez –estudiosa del Instituto de Investigaciones doctor José María Luis Mora– acerca de don José y Delfín Sánchez Ramos que:
“Los Sánchez eran salmantinos y provenían de una familia modesta, que vivió un tiempo en Santander. Delfín era originario de Alba de Tormes y nació en 1836; estudió ciencias y letras en el colegio de Villacarriedo, y luego de obtener el título de bachiller en artes, hizo algunos cursos de leyes; posteriormente se trasladó a Cuba. Durante su estancia en la isla y su traslado a México, José se instaló en Nueva York y trabajó en una de las fábricas Remington.
Adentrado en el territorio nacional y en el alto círculo social mexicano, se estableció en 1867 como vendedor en la ciudad capital y se asoció con el asturiano Vicente de la Fuente, dueño de un expendio de harinas y de varias propiedades en la calle del ex convento de San Agustín. Aquel salmantino se fue haciendo amigo de comerciantes españoles y liberales mexicanos, quizá habiendo sido presentado por De la Fuente y Goicuría. Para 1868 conocía a Juárez, (Pedro) Santacilia y Porfirio Díaz; vivía en San Agustín núm. 10, tenía ya una casa de comercio en la ciudad de México y solicitó carta de naturalización mexicana.”
Abajo, del pintor José Escudero Espronceda, el retrato de Delfín Sánchez capturado hacia 1897; Escudero ejecutó varios retratos de presidentes y altos cargos de gobierno durante los últimos años del S. XIX, incluyendo el único retrato tomado en vida del político y presidente Benito Juárez.
Nos sigue contando Arias Gómez que:
“Sánchez participó activamente como empresario en el programa de desarrollo sostenido por Porfirio Díaz y Manuel González, en particular impulsando los ferrocarriles. La relación con los integrantes del grupo de poder azucarero en Morelos y otros miembros de la oligarquía, como Carlos Pacheco y el mismo Díaz, le abrieron la puerta para que a fines de los setenta iniciara su participación en la construcción del ferrocarril en aquella entidad. De esta manera llegó a ser apoderado entre los accionistas fundadores de éste en 1878, y su hermano José jugó un papel también. Manuel Mendoza Cortina, acaudalado hacendado español de la región morelense, lo nombró “superintendente general de la Empresa del Ferrocarril de Morelos”, y años después fue el contratista principal del (ferrocarril) Interoceánico. Delfín Sánchez se desenvolvió a veces como rentista, otras como especulador; aprovechó las oportunidades que el gobierno le ofreció como concesionario ferrocarrilero para realizar operaciones comerciales que le depararon una importante fortuna.”
Por otro lado estaba María Felícitas Teodora –Feli– Juárez Maza, hija del ya entonces fallecido Presidente Benito Juárez –aunque en proceso de transformarse en titán del Porfiriato– y mujer de interesante historia…
Recurro nuevamente a Ma. Eugenia Arias que nos dice:
“Felícitas creció en el seno de una familia liberal oaxaqueña. Su progenitora, Margarita Eustaquia Maza Parada de Juárez, era una mestiza con ascendencia italiana, veinte años menor que el marido, de mediana posición económica y había tenido escuela; mientras que su padre Benito, de origen indígena zapoteca y humilde, tuvo abrigo y trabajo en casa de los Maza, y alcanzó la carrera de abogado antes de 1843, año en que casó con Margarita. Ésta apoyó siempre al esposo en su lucha en favor del liberalismo; en 1847, cuando aquella hija nació en la capital de Oaxaca, Benito Juárez había fungido en el estado como fiscal del Tribunal Superior de Justicia y secretario de gobierno, era jefe del partido liberal y fue electo diputado federal; llamaba además la atención, dentro y fuera de su entidad, por manifestarse sin cortapisas contra el clero.”
En la imagen de arriba, captada hacia 1873, aparecen –aun llevando luto– con doña Margarita Eustaquia Maza Parada Viuda de Juárez (sentada a la derecha) tres de sus hijas: Manuela, María de Jesús y Felícitas; Manuela –sentada junto a su madre– casaría en 1863 con Pedro Santacilia Palacios, y serían abuelos del arquitecto Carlos Obregón Santacilia; María de Jesús y Felícitas Juárez Maza –de pie al centro– , que contraería matrimonio en octubre 1868 con don Delfín Sánchez Ramos, y es de quienes trata ésta nota; la imagen procede del Recinto Homenaje a Benito Juárez, en Palacio Nacional. Abajo, una fantástica fotografía del matrimonio Juárez-Santacilia, imagen captada en la Ciudad de México hacia 1868; recuérdese que Pedro Santacilia fue un apoyo fundamental para Juárez y la causa de La Reforma en México y sería encomendado por el propio Juárez de cuidar de Margarita Maza y de sus hijos (su suegra y cuñados) durante el tiempo que estuvieron exiliados en Nueva York; además, se encargaba de buscar armas para la causa republicana en México, tarea difícil porque Estados Unidos estaba entonces en plena guerra civil.
Abajo, en una maravillosa imagen fechada en 1878 donde aparecen miembros de la familia Juárez/Maza, podemos ver a la izquierda las parejas de María de Jesús Juárez Maza de Sánchez ‒1854-1908 que casó el 12 de mayo 1877, con José María Sánchez Ramos 1851-1938 (hermano menor de Delfín)‒ y Felícitas Juárez Maza de Sánchez ‒1847-1905 que casó en octubre 1868 con Delfín Sánchez Ramos (en la fotografía, el más alto del grupo)‒; a la extrema derecha aparece Benito Juárez Maza ‒1852-1912 que casó el 21 de mayo de 1888, en Paris, con Marie Klérian 1862-1930‒; además, aparecen Margarita Juárez Maza ‒1846-1925 que entonces estaba casada con el amigo de Gabino Barreda, el diputado Pedro Contreras Elizalde 1823-1875 (Margarita luego casaría con Manuel José Mendiolea Nájera 1829-1886 y finalmente con Silvester von Paumgartner n.1851)‒, y Soledad Juárez Maza ‒1849-1914 que casó en julio de 1863 con Ignacio María Luchichí López 1859-1918‒.
Retomo a Ma. Eugenia Arias que nos cuenta:
“Durante los primeros años de matrimonio, Delfín, negociante en ciernes, se fue abriendo camino con paso firme, ya que tenía la “vena empresarial”, la inquietud continua y tenaz. En 1869 era el dueño de una carrocería con José Maza y José Vidal Maza; asimismo se asoció con éste bajo la razón social “Delfín Sánchez y Cía.”. La presencia de Felícitas fue básica en el mundo de los tratos y contratos económicos, tanto para aumentar su liquidez como para adquirir préstamos y bienes. Así vemos que, con el permiso de su esposo, compareció en varias ocasiones ante notario; por ejemplo, en 1869 compró el lote núm. 12 de la calle Ex Convento de San Agustín por un valor de $9 907.20 a la testamentaría Vicente de la Fuente.” Y agrega “Poco a poco Felícitas vio aumentado el caudal económico y el prestigio social de su esposo. Era ella la hija de Juárez, pero también la mujer de un empresario en rápido ascenso.”
Tras el triunfo del movimiento tuxtepecano, la señora Sánchez debió conformarse con la decisión que tomó su marido: no romper con los porfiristas. De hecho existen algunas cartas que certifican el apoyo de Sánchez a Díaz antes de que éste ocupara el Ejecutivo. Recordemos que Porfirio Díaz se había distanciado de Benito Juárez e incluso se había levantado en armas en 1871 cuando éste se reeligió para la presidencia; antes ambos habían sido contrincantes en las elecciones; asimismo Juárez negó apoyo a Díaz en 1870 al postularse como candidato a la gubernatura de Morelos…
Para 1893, y asociado con su cuñado –Pedro Santacilia Palacios, casado con la hermana mayor de Felícitas, Manuela Juárez Maza– y su hermano José-María –casado con su cuñada María de Jesús Juárez Maza– don Delfín vio prosperar los negocios de manera exponencial, adquiriendo propiedades y acciones, mediante mecanismos diversos, inserto ya en el grupo de oligarcas de los que Porfirio Díaz (hijo) y Nacho de la Torre y Mier (Ver) eran sus grandes amigos y camaradas de juerga.
Además, en el período pasó a ser parte de la mesa directiva que fundó el “Casino Español” que se albergó entonces dentro del Palacio de los Condes de Santiago de Calimaya primero (1863 a 1869) y en el Palacio de los Condes de San Mateo de Valparaíso después (1869 a 1883) para pasar brevemente a la Casa Borda -en la esquina de San Francisco y Coliseo, ahora Madero y Bolívar-; lamentablemente don Delfín no vería concluida la nueva y definitiva sede en la Calle del Espíritu Santo número 1 1/2 (ahora Isabel la Católica no. 29) predio que los socios adquirieron en 1895, y sobre el que se levantó la fastuosa construcción a cargo del arquitecto catalán Emilio González del Campo.
Es precisamente en este período de bonanza que sobre el Paseo de la Reforma y en los terrenos que fueran parte del “Tívoli Ceballos”, se terminó en 1892 la casa que don Delfín Sánchez Ramos encargó para su esposa "Feli", al arquitecto Silvio Contri.
Desde 1894, el arquitecto e ingeniero Silvio Contri había ganado enorme prestigio al proyectar y hacer las revisiones pertinentes para edificar la primera planta hidroeléctrica aprovechando las caídas del Río Necaxa –Puebla– para el doctor Arnoldo Vaquié, aunque la construcción final estuvo a cargo del ingeniero Emilio Dumont y la “Société du Necaxa (Mexique)” que cedió derechos a la “Mexican light and Power Company, Limited”; además Contri instaló desde 1883 y dirigía una compañía llamada “Mármoles de Jalapa del Marqués” en el istmo de Tehuantepec ‒estado de Oaxaca‒, con explotación de Ónix -anaranjado y rojizo-, Dactita, Granito y sobre todo Mármol blanco –una caliza dolomítica ligeramente marmolizada del Cretácico Superior– de buena calidad.
En las imágenes de arriba, el ónix de El Boquerón, con las bandas propias del depósito (de peculiar lustre nacarado con tonalidades opacas) y a la derecha, una muestra del mármol de la localidad San Pedro -banco de Jalapa del Marqués-, del tipo explotado por Contri desde 1883 y que podemos ver en varias edificaciones de la capital.
Aunque por lo general, el arquitecto Silvio Contri ‒1856-1933‒ es recordado únicamente por diseñar y dirigir los trabajos para delinear ‒desde junio 1902‒ y levantar un edificio para el Ministerio que sería sede de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas (hoy MUNAL), sus aportaciones cubren un amplio espectro de actividad constructiva y son ciertamente relevantes.
Italiano por nacimiento y nacionalizado norteamericano en 1904, Silvio Contri Crimini nació en Arcidosso –Grosseto– Italia en 1856 y desde 1882 llegó a México, como asociado de Arnoldo Vaquié y del ingeniero Víctor Fournier; casó con Margarita Sable –ciudadana francesa– y formó parte de la “Compañía General de Trabajos Públicos y Particulares” domiciliada en París, así como de la ya mencionada “Société du Necaxa (Mexique)”.
Desde 1895 diseñó y ejecutó con el escultor Enrique Aliciati un monumento en la Rotonda de los hombres ilustres del panteón civil de Dolores, erigido en honor del médico, militar, político, ideólogo y diplomático mexicano José María Mata; por su labor como ministro plenipotenciario ante el gobierno de Estados Unidos y miembro del gabinete de Benito Juárez desde 1858, donde ejerció como secretario de Hacienda entre 1860 y 1861, además de diputado federal durante dos períodos, se le concedió tal honor…
Recordado por su simpatía y estatura (1.72 m), Silvio Contri edificó también desde 1889 la residencia de don Joaquín Casasus –que además remodeló en 1910–, en el N°44 de la calle de Héroes, Col. Guerrero –frente a la casa de Antonio Rivas Mercado– casa que desafortunadamente fue destruida (Ver); también a final del S. XIX, diseñó y edificó una casa en la calle de Tiburcio, -hoy República de Uruguay N°49- que aún pervive y terminó su decoración 1904 (fecha que aparece en los emplomados), y otra con el ingeniero Francisco Martínez Gallardo en la calle de Versalles N°49, lamentablemente destruida. Abajo, parte de la fachada de la casa en la calle de Tiburcio, hoy Uruguay N°49.
Desde Junio de 1902, el ministerio de Fomento firmó contrato con el ingeniero y arquitecto Silvio Contri en donde era reconocido oficialmente como el único Director de las Obras para el nuevo ministerio de Comunicaciones, pues un año antes Manuel Marroquín, ingeniero y arquitecto mexicano que trabajaría unido a Silvio Contri, renunció al proyecto para formar parte de la Comisión Especial para el estudio de las Obras de Provisión de Aguas potables para la Ciudad de México, que entregaría su informe y determinaciones en 1912, firmado por el propio Marroquín.
Contri y Marroquín –aún estudiante– habían trabajado como mancuerna en la ejecución de la casa de don Delfín Sánchez y Felícitas Juárez en Paseo de la Reforma, edificada por la “Compañía General de Trabajos Públicos y Particulares” siguiendo un proyecto que el propio Contri había ejecutado en Francia, y que aprovecharía la sección Oriente del predio de 7,064 m², dejando el jardín que ya existía y había sido implantado como parte del “Tívoli Ceballos”.
Abajo, en una toma oblicua de la Compañía Mexicana de Aerofoto captada hacia 1934, aparece el Paseo de la Reforma entre las glorietas de Colón y Cuauhtémoc; arriba al centro se distinguen los edificios de la estación del Ferrocarril de Buenavista y delante, la estructura central del Palacio Legislativo que sería transformada en Monumento a la Revolución. Al centro, donde Reforma se encuentra con la calle de París, he señalado la casa Sánchez-Juárez que en 1892 terminara el arquitecto e ingeniero Silvio Contri con la asistencia de Manuel Marroquín.
Como ya he indicado, don Delfín había contraído matrimonio en abril de 1868 con la joven María Felícitas Teodora Juárez Maza de 23 años, que gozaba de envidiable posición social; era católica, muy bien educada y, junto con sus hermanos y madre había vivido en varias ciudades de los Estados Unidos –Nueva York, Nueva Rochelle y Nueva Orleáns– además de ser la hija del “Benemérito de las Américas”; la unión había implicado para Delfín Sánchez la oportunidad de incursionar dentro de lo más selecto de la élite social y económica de México. Para 1891 cuando se edificó la casa de Reforma, el matrimonio ya había procreado a dos hijas –Carmen e Isabel‒; María del Carmen Sánchez Juárez (1869-1930) contrajo matrimonio en la casa con Javier Algara y Cervantes (1859-1928), hijo de don Ignacio Cecilio Algara Gómez de la Casa, ligado al marquesado del Apartado; mientras que Isabel Sánchez Juárez (n. 1873) casó también ahí con Ramón Corona McEntee (1869-1936) hijo de militar y político –Embajador y Gobernador de Jalisco–Ramón Corona Madrigal...
Sobre la avenida lateral del Paseo, la casa se alineaba a la banqueta y mostraba una amplia fachada con más de treinta metros para la casa propiamente dicha y otros quince para acceso y portería, mientras que la reja del jardín de extendía hacia el poniente por otros cuarenta metros, abriendo las vistas hacia el norte y ochenta metros de profundidad…
Arriba, en un dibujo de Ignacio Ulloa del Río que se presentó en 1994 en el Museo Nacional de Arquitectura del Palacio de Bellas Artes-, aparece la sección correspondiente a la casa Sánchez-Juárez, con la calle de París a la extrema izquierda y la casa propiamente dicha a la derecha; además aparecen la casa de la familia Garza Guerra a la extrema derecha, así como tres jarrones decorativos y las efigies de Mariano Jiménez y Donato Guerra que se colocarían al final del siglo XIX. Abajo, una imagen de la casa y reja hacia Paseo de la Reforma, en una fotografía que apareció en “El Mundo Ilustrado” y su sección de “México Moderno”, en abril de 1900; más abajo, otra imagen de esa fachada a Reforma, captada años después, hacia 1934.
De acuerdo con los planos elaborados por Contri, la edificación albergaba siete salones, cuatro comedores y varios cuartos de servicio, cocinas y caballerizas en la planta baja, mientras que las habitaciones -que sumaban más de treinta-, baños y una capilla, se levantaron como parte de la planta alta; casi de inmediato, corrió la noticia de que la casa Sánchez-Juárez albergaba además de una monumental escalera, un sorprendente ascensor eléctrico…
Dando continuidad a los sobrios diseños que lo caracterizaban, Contri trazó la fachada con alusiones a la tradición renacentista italiana, específicamente recordando el Palazzo Medici-Ricardi de Michelozzo di Bartolomeo terminado en la Florencia de 1444, y el Palazzo Rucellai de Leon Battista Alberti, terminado la década siguiente. Con trabajo de cantera que conmemora aquellos vigorosos sillares, aplicados a una composición académica, la residencia Sánchez-Juárez parecería querer ser parte de un renacimiento mexicano…
Hacia el jardín, la fachada poniente se alzaba también con dos pisos y amplias terrazas laterales, agregando al ornato cornisas con festones y guirnaldas, además de cartelas decoradas. La vista desde aquellas ventanas debe haber sido espectacular, ya que el jardín se extendía hacia el Sur-Oeste por más de sesenta metros y conservaba partes del arbolado del “Tívoli Caballos”.
Además, respecto a ese vergel nos cuenta Ignacio Ulloa que “… las glorietas del jardín de esta mansión se engalanaban con flores aromáticas y con las estatuas de bronce de figuras mitológicas representando las cuatro estaciones del año”, eco de las esculturas que adornaban el Paseo.
Arriba, una recreación de la casa Sánchez-Juárez, a partir de una foto aérea fechada en 1936. A la izquierda, aparece la casa que fuera de don Pedro M. Regil Estrada y Manuel Mestre G. en la esquina de Reforma y París (Ver) mientras que en la parte alta, se distingue la calle de Madrid; en algún momento se erigieron varias construcciones en la parte norte del predio, incluyendo un enorme invernadero que remataba la composición exterior.
Abajo, una imagen del pequeño Delfín Algara y Sánchez-Juárez (n. 1891 y primogénito de María del Carmen Sánchez Juárez y Javier Algara y Cervantes) en el jardín de la casa de sus abuelos “Eli” y “Yayo” (por tocayo).
Ya desde 1888 y por iniciativa de Don Francisco Sosa, el Paseo se decoraba con bancas, efigies y jarrones y para el 14 de febrero de 1895, se inauguró el tramo entre la Glorieta de Carlos IV y el Monumento dedicado a Cuauhtémoc, cuando quedaron instalados 14 bronces –y otros tantos jarrones diseñados por Gabriel Guerra– que habían sido entregados por el Distrito Federal y los estados de Veracruz, Yucatán, Hidalgo, Sonora, Nuevo León y Oaxaca. Los escultores convocados fueron Primitivo Miranda (con 2 esculturas), Epitacio Calvo (con 4), Juan Islas (2), Enrique Alciati (2), Jesús F. Contreras (2) y Ernesto Scheleske (2) y los bronces se vaciaron en la “Fundición Artística mexicana”. Dos de aquellos jarrones quedaron colocados frente a la casa de doña Felícitas.
El 4 de abril de 1896, en la esquina del Paseo de la Reforma con la calle de París –en la esquina del enorme jardín de la casa del matrimonio Sánchez Ramos y Juárez Maza–, se develó la efigie del general Donato Guerra, en un magnífico bronce del escultor Jesús Contreras erigido por el estado de Jalisco; el Paseo se engalanaba…
Además, justo frente a la casa que desde 1892 había terminado el arquitecto Silvio Contri se colocó la efigie del General Mariano Jiménez, estatua erigida por el estado de San Luís Potosí y develada ese mismo 4 de abril de 1896, en un notable bronce del maestro, escultor y fundidor Jesús Contreras.
En “El Mundo Ilustrado” del 24 de abril de 1898, se daba a conocer la boda de Isabel Sánchez Juárez con Ramón Corona McEntee , hijo del ya fallecido militar y político Ramón Corona Madrigal: “con qué exquisito gusto y lujo [...] se desplegaron para las ceremonias civil y religiosa”; “del riquísimo traje de la novia y de los muchos y valiosos regalos de boda que recibió como muestra del afecto que han sabido conquistar sus altas virtudes”; además, se daba cuenta del banquete y se informaba que los novios harían su saluda a Puebla y Jalapa.
Así, la familia Sánchez-Juárez daría un baile en su nueva residencia del Paseo de la Reforma y en el “México Gráfico” del 22 de septiembre se leía:
“Al pie de la escalera de mármol [...], dos enormes bronces repartían mil rayos de luz. Al fin de la escalera el señor Delfín Sánchez hacía los honores a sus invitados; [...] Cuanto de caprichos tiene la moda y de ingente tiene el buen gusto se hallaba reunido allí.”
Y sigue:
“Tapicerías...cristales, sedas, maderas preciosas... Mil elegantes damas concurren a la fiesta... Allí estaban la bella señora de Mendoza, esposa del ministro de Argentina, las señoras [...] de Bulnes, Juárez de Sánchez, [...] de Torres Adalid, [...] de Obregón, [...] de Santacilia [...]. De improviso, atravesando el salón egipcio... (aparece) la cuadrilla del minuet... Isabel Sánchez [...] Carmen Sánchez; Soledad Juárez [...]. Comenzó la danza y todos los concurrentes se sintieron transportados a las Tullerías y se sentían vivir en la segunda mitad del siglo pasado.”
A los cuatro meses, se publicaba en “El Imparcial” del 29 de agosto de 1898, la noticia que informaba de la inesperada y trágica muerte de don Delfín Sánchez Ramos el 27 de agosto… Días antes don Delfín paseaba por los campos de la hacienda de Tenextepango –Morelos-, acompañado de sus buenos amigos Porfirio Díaz –hijo-, y Nacho De la Torre y Mier, cuando el carruaje en que viajaban se volcó y los tres cayeron; Sánchez se lastimó las costillas y se agravó en él un problema de corazón que padecía desde joven, cosa que le provocó la muerte a los pocos días.
La casa de Paseo de la Reforma quedó enlutada a pesar de los adornos de la avenida y nos dice María Eugenia Arias que “A sus cincuenta y un años, Felícitas pasó a ser una de las viudas más distinguidas y ricas de la elite porfiriana, y probablemente guardó luto durante los dieciocho o veinticuatro meses que dictaba la costumbre.”
Y sigue Arias:
“Lo que le restaba de vida a nuestro personaje transcurrió al lado de sus hijas Carmen e Isabel, sus hijos políticos y nietos, asimismo en compañía de otros familiares y amigos. Los Algara Sánchez Juárez se hospedaban en la residencia de aquélla, en la Calzada de la Reforma # 283; mientras que los Corona Sánchez Juárez en los núms. 5 y 6 de la calle de Madrid. Todos se desenvolvían aún en una época de “progreso, orden y paz…”
“En septiembre de 1898, Felícitas escuchó el testamento de su finado esposo mediante el que quedó instituida como albacea y heredera única; si moría, sus hijas Isabel y Carmen recibirían la herencia por partes iguales. Al mes hizo el inventario y otorgó poder a sus yernos; a cada uno le pagaría $500.00 al mes por administrar los bienes y dirigir los negocios de la testamentaría a nombre de Delfín Sánchez."
Arriba, en una fotografía que reunió a la familia extendida Juárez-Maza en Oaxaca para celebrar a don Benito Juárez en 1899, aparece a la extrema izquierda doña Felícitas Juárez Maza viuda de Sánchez aún de luto; le acompañan de izquierda a derecha de pie Benito Juárez Maza y su esposa Marie Klérian, don Pedro Santacilia con su esposa Manuela Juárez Maza, Ignacio M. Luchichí con Soledad Juárez Maza y Margarita Juárez Maza viuda de Contreras y Mendiolea.
El 23 de febrero de 1905, al volver de un paseo con su hija Carmen -la señora de Algara-, Felícitas Juárez Maza viuda de Sánchez Ramos murió en su casa, a los 58 años, a causa de “un mal cardíaco”; se le inhumó al día siguiente en el panteón español al lado de su esposo Delfín, tal y como ella lo había solicitado. Las noticias sobre su fallecimiento fueron pocas y breves.
En el plano oficial de la Ciudad de México para 1907, aparece la casa con su enorme jardín limitado por el Paso de la Reforma y las calles de París y Madrid. Abajo, un fragmento de ese plano que reproduzco gracias a la amabilidad de Javier Balbás, donde he señalo la casa de la familia Sánchez Juárez.
Aunque los bienes se distribuyeron de manera equitativa entre las hijas, la casa del Paseo de la Reforma pasó a la propiedad de doña Carmen Sánchez Juárez de Algara que aparece abajo en una imagen captada en 1912.
Por aquellas fechas, el arquitecto Silvio Contri terminaba el edificio de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, último representante de un período que terminaba en Revolución...
Aún a pesar de los turbulentos años que siguieron, Silvio Contri siguió trabajando como miembro de la Sociedad de Arquitectos e Ingenieros de Roma y de la de Nueva York; en México, terminada la lucha armada erigió dos edificios en 1922 e incluso solicitó a nacionalidad mexicana, que le fue otorgada en 1923.
Trabajando en sociedad con los ingenieros Francisco Martínez Gallardo y Miguel Rebolledo, edificó en 1922 el magnífico edificio en la esquina de las calles de Gante y Madero que en la torre esquinera lleva la inscripción “High Life”, así como el amplísimo edificio con fachadas a los Paseos de Bucareli y Reforma que albergaría las oficinas e imprentas del Periódico Excelsior y sus diversas revistas. Abajo, imágenes de los edificios “High Life” y “Excelsior”.
Viviendo en París y casado con Margarita Sable, Silvio Contri muere en 1933; no he encontrado mención de su muerte en los diarios…
Por su parte, el ingeniero Manuel Marroquín y Rivera fue responsable de las grandes obras de conducción para el agua de los manantiales de Xochimilco a la Ciudad de México. En 1903 –y luego de separarse de las obras para construir el edificio de la SCOP, el presidente Porfirio Díaz lo nombró director técnico de las obras que habrían de proveer 2,100 litros de agua por segundo (Ver).
La casa Sánchez-Juárez, -ahora Algara- se modificaría pausadamente, ya que las secciones del perímetro norte –jardín e invernadero– se vendieron como predios independientes, comenzando por los 1,334 m² de París N° 20 y 736m² Madrid N°14.
Un cambio fundamental llegaría con la venta del jardín principal y parte de la casa –terrenos de 1,817m² en la esquina de París y Paseo de la Reforma y 1,020m², ahora con N° 107 del Paseo– que quedarían en manos de don Carlos Markassuza y su esposa Dolores Jiménez Marmolejo. Al no tener descendencia, el matrimonio se apoyaba en un sobrino de nombre Charles Felix Markassuza que fue asesinado en junio de 1913 echando por tierra esos planes.
Charles Félix Markassuza es trascendente porque llegó a México en 1910 con apenas diecisiete años, respondiendo al llamado de su tío Carlos, convertido ya en rico terrateniente, dueño de seis haciendas con varios miles de hectáreas, en los estados de Guanajuato y Michoacán; además de un diario de viaje, Charles Félix escribió muchísimas cartas a las que adjuntó fotografías, conjunto que constituye un magnífico documento para entender el período. Años después, don Carlos Markassuza entró en tratos con el ingeniero Alberto J. Pani- para desarrollar el terreno, pero la muerte lo sorprendió en 1925.
Me cuenta don Bernard Laborde Markassuza que fueron sus herederos franceses quienes se beneficiaron de los predios del Paseo de la Reforma, ya que para 1932 y con la promoción de don Alberto J. Pani Arteaga –entonces Secretario de Hacienda y Crédito Público– se encargó al arquitecto Carlos Obregón Santacilia –sobrino de los Sánchez-Juárez que fueran propietarios de aquel jardín– levantar un moderno hotel digno del Paseo de la Reforma.
Dice Alain Prieto Soldevilla que:
A mediados de la década de 1930 pocos arquitectos gozaban de un prestigio como el del bisnieto de Benito Juárez, el reconocido Carlos Obregón Santacilia (1896-1961). Con el Centro Escolar Benito Juárez, la Secretaría de Salubridad e Higiene y el Banco de México poseía un currículum envidiable. En 1934, Obregón fue llamado a realizar el proyecto del hotel Reforma, que se ubicaría en el número 45 de esa avenida, esquina con París.
Como complemento, nos cuenta el arquitecto Carlos González Lobo que:
La familia Pani Darqui regresó a vivir a la ciudad de México en 1934, año en que –Mario‒ recibió su título de arquitecto y comenzó su primera obra en México: el Hotel Reforma. Ese proyecto estuvo envuelto en acaloradas discusiones con el arquitecto Carlos Obregón Santacilia, quien fue expulsado del proyecto por Arturo J. Pani, para luego entregarle la dirección a su joven sobrino Mario. La construcción del Hotel Reforma fue el primero en su tipo, se distinguía por poseer baños en cada habitación, clima artificial y estar alfombrado, instalaciones nunca antes vistas en el país, además contó con sala de convenciones, barbería, salón de belleza, florería, cafetería, agencia de viajes, discoteca y un jardín en la azotea.
El Hotel Reforma fue inaugurado en 1936 y presentado como el hotel más lujoso de la Ciudad de México, diseñado de origen por el arquitecto Carlos Obregón y terminado por Mario Pani con interiores de Arturo Pani. Aunque ahora el edificio está en el abandono, la imagen de arriba lo muestra en su período de esplendor; además, en la fotografía se puede distinguir que para entonces la casa que había mandado edificar don Delfín Sánchez a Silvio Contri, aún permanecía intacta…
En la magnífica imagen aérea fechada en 1936 por la Compañía Mexicana de Aerofoto que aparece abajo, pueden verse la entonces casa del doctor Manuel Mestre Ghigliazza en la esquina de Reforma y París, el Hotel Reforma recién terminado y la casa Sánchez-Juárez/Algara/Laborde Markassuza, que acababa de pasar a la propiedad del Sr. H. Bush y funcionaba como taller automotriz para la firma Ford.
Aunque para 1936, la casa terminada en 1892 había perdido buena parte del jardín, la construcción se conservaba casi intocada -había sido intervenida en 1911 por el ingeniero Pedro Arce que modificó algunas dependencias-, pero a partir de ese año y a decir de Guillermo Ulloa del Río, el inmueble principal con su terreno de 2,157m² pasó a la propiedad de don Francisco Buch De la Torre para transformarlo en la “Refaccionaria Bush”, concesionaria de la marca FORD.
Abajo, desde su zócalo en la esquina del Paseo de la Reforma y París, Manuel López Cotilla mira desde 1896 la casa Sánchez-Juárez. Creada y fundida por Jesús Contreras, la efigie del forjador de la educación gratuita, fue regalo del Estado de Jalisco para engalanar el Paseo…
Hacia 1938 la casa sería destruida para ceder su terreno al nuevo edificio BUSH, que en planta baja albergaría una concesionaria de la marca Ford y la refaccionaria Bush, parte de “Bush S.A.” integrada por Emilio C. Bush, Pablo H. Bush, Luis Autrey, Manuel Trueba y Mi Bush. El diseño para Reforma N° 105 respondía a los lineamientos “StreamLine” tan populares en el período, pero no era una edificación sobresaliente, a pesar de sus 10,700m² construidos.
Arriba, el detalle de un panfleto publicitario que anunciaba la inauguración de la nueva concesionaria Ford en Paseo de la Reforma, donde además se vendían motores marinos y hasta refrigeradores, cocinas y ventiladores; abajo una imagen del inmueble, en el estado que mantuvo hasta 1980. El edificio BUSH –con N° 105 del Paseo– ocupó el predio en que la casa Sánchez-Juárez estaba construida y en la imagen sorprende descubrir que frente al acceso, se puede distinguir la efigie del general Mariano Jiménez, develada en ese sitio el 4 de abril de 1896.
Para el predio adyacente –con el N° 107 del Paseo de la Reforma– y que en el diseño de Contri había recibido los accesos a la casa, portería y jardines, el arquitecto Carlos Lazo Barreiro diseñó en 1948 el edificio H. Bush (HB), parte de un ambicioso proyecto que consideraba dos torres de uso mixto, que albergarían hotel, oficinas y hasta una estación radiodifusora…
Lazo Barreiro nació en la Ciudad de México en 1914, hijo del arquitecto Carlos María Lazo del Pino y de Luz Barreiro Dublán. Estudió arquitectura en la Escuela Nacional de Arquitectura, casó con Yolanda Margáin Gleason y es recordado por coordinar la edificación del campus de la Ciudad Universitaria del Pedregal y el conjunto de la SCOP.
Aunque del conjunto “HB” en Reforma solo se edificó una torre –el diseño de Lazo contemplaba sustituir el edificio N° 105 con otra torre gemela, unidas por un basamento común– la primera fase del diseño se terminó a principio de 1949. El edificio “HB” sería luego vendido y bautizado “Edificio Continental”, ocupado por largo tiempo como oficinas de Teléfonos de México.
Con sus fachadas laterales forradas con bloques de vidrio, fue por muchos años espacio de oficinas altamente cotizado, hasta que en septiembre de 1985 sufrió daños estructurales por lo que la torre fue casi totalmente eliminada, conservándose apenas el basamento.
Por años, el conjunto de edificios que se edificaron en el terreno de la casa Sánchez-Juárez fue referente de progreso de la capital en el Paseo de la Reforma...
Eventualmente el viejo edificio BUSH (N° 105 de Reforma) sería destruido y en el predio edificada la nueva torre del Hotel Sevilla Palace; con 20 pisos y un prisma que satura totalmente el terreno, el hotel en nada recuerda la casa Sánchez Juárez que holgadamente cabría en el vestíbulo y acceso…
Frente al hotel –N° 105 del Paseo de la Reforma‒, aún permanece la efigie del general Mariano Jiménez…
Este Blog se ha hecho gracias al apoyo incondicional de Julieta Fierro; está dedicado a las “Grandes casas de México” y pretende rescatar fotografías e historia de algunas de las residencias que al paso del tiempo casi se han olvidado y de las que existe poca información publicada. El objeto es la divulgación, por lo que se han omitido citas y notas; si alguien desea mayor información, haga favor de contactarme e indicar el dato que requiere. A menos que se indique lo contrario, las imágenes provienen de mi archivo, que incorpora imágenes originales recopiladas al paso del tiempo, así como el repertorio de mi padre y parte del archivo de don Francisco Diez Barroso y sus imágenes de Kahlo; si se utilizan las imágenes, favor de indicar la fuente –aunque advierto que pueden tener registro de autor–.
Conforme haya más entradas (¡Ya hay un centenar!), aparecerán en el índice a la parte superior derecha de ésta página…
También se puede encontrar un índice general en: http://grandescasasdemexico.blogspot.mx/2016/02/indice-de-grandes-casas-de-mexico.html
Ver
En ocasiones me he preguntado qué habría pensado el Presidente Juárez acerca de la casa de su hija…
Oh por Dios!!! ya no existe esta bella edificacion?
ResponderEliminarIncreible lo sucedido en la capital mejicana.
Saludos y feliz Navidsd!!!
¡Gracias Yaya! :-)
EliminarRF
Hola Rafael .... Bravo por esta extraordinaria documentación.... Pero Cuando se escribe :
ResponderEliminar« ...y la casa Sanchez Juarez serian adquiridos por el señor Charles Markassuza y su sobrino Charles Felix Markassuza... »
Eso no es la verdad … ! A esta epoca Charles Felix Markassuza tenia 16 años y era estudiante en Francia...!
Tengo la Testamentaria de Carlos Markassuza de 1932. Pero me robaron documentos, especialmente de la venta de las casas del Paseo de la Reforma y la 1 de la Rue de Paris y la 2e de la rue de Madrid que los sobrinos franceses habían heredado. Mi mail : khalagan134431@hotmail.fr Bernard Laborde Markassuza
Sr. C Markassuza,
EliminarLea usted cuidadosamente y notará que no dice eso.
Está usted tomando el texto de otra entrada.
Gracias Excelente Trabajo
ResponderEliminar¡Saludos "AMARECERA"!
EliminarGracias...
RF